El angel del olvido

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El Ángel del Olvido

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onfusos episodios que el magno ser no podía explicar ni siquiera atreverse a conjeturar , solo quedó tirado bajo la sombra de un gran eucaliptus, observando sus verdes hojas que silbaban en plena noche por el viento como preludio de la tormenta que no tardaría en llegar acunando relámpagos que no lo podrían iluminar e inclemencias que no atreverían a mojarlo. Una nueva sorpresa le ha planteado la frágil humanidad, plagada de miedos y rencores que ha sabido dar batalla a lo predecible a punto de glorificar su triunfo sin consciencia de ello. Ínfimos mortales han empezado a develar misterios que parecían no poseer o el ángel del olvido nunca pudo percibir, así llenándose de dudas y desconfianza sintió el frío en su espalda, provocado quizás por el gélido pero incorpóreo ambiente de incertezas. Estos seres de linaje inferior aun poseían actitudes extrañas y difíciles de comprender y un tenue aroma a potencial, incluso más allá de la fuerza divina que lo investía. Conforme con esos pensamientos su mirada pasaba de la indiferencia con la cual se mira a un ser inferior a la seriedad del que observa a un igual y viceversa dando la cruel sensación de que aquel sólido piso yacía sobre sísmicas tierras derribando aquello dado por hecho y aferrándose a una Esperanza en aquel olvido. Mientras, casi a diario un Clemente esperaba en aquel banquillo sin voz y sin aroma a Esperanza, con aquel recuerdo silencioso de un abril latente, en los claros ojos con todos… todos... sus infinitos matices en pos de la nostalgia. Ya por costumbre el ángel lo acompañaba en la nocturna espera, aún con el robado aroma en su saco, que desprendía fragmentos que aquel joven de uniforme verde podía sentir, tenue y casi imper-

Nelson Damian Cabral

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