Mes de María, Madre de Jesús de Nazaret y Madre nuestra. Mes en cuyo segundo domingo festejamos a nuestras “mamás”, esto es, a las madres de cada uno de nosotros, los seres humanos, y, el 25, la celebrada es Santa Magdalena Sofía Barat, nuestra Fundadora y Madre. Así pues, nadie se escapa de gozar de una o más de estas fiestas. Todas ellas “dadoras de vida” de esa vida que a todos nos gustaría prolongar indefinidamente: vida biológica, vida espiritual, vida plenamente humana. En este rico contexto, queremos presentar a nuestra Madre Janet Stuart, una de las figuras más queridas en la ya larga vida de nuestra Congregación. Nacida en un hogar protestante inglés, su padre era Pastor anglicano y de él recibió su amor por el conocimiento de las Escrituras. Pronto empezó a no encontrar respuesta a las preguntas que el anglicanismo le iba planteando pero un día empezó a encontrarlas a través de una amiga católica y el proceso de “conversión” no tuvo mucho que esperar. Primero se hizo católica y, poco después descubrió su vocación religiosa, ingresando a nuestra Congregación del Sagrado Corazón en 1882, cuando tenía 25 años. Janet Stuart, era una educadora nata. Como maestra trató de dar un cuidado especial a cada niña. Su sentido común y juicio equilibrado la llevó a esperar de los otros sólo cuanto podían dar; sentía que la observación cuidadosa era la clave para comprenderlos, por eso trataba que las jóvenes religiosas fuera “observadoras”. Estaba convencida que lo que educaba no era lo que enseñamos sino aquello que somos. Decía que los padres de familia tenían el derecho de preguntar a las maestras: “¿Qué has hecho con mi hija, por mi hija? Muéstrame tu influencia en su mente, corazón, carácter y conducta”. Para ella era importante el crecimiento constante, el desarrollo y la integración, había que educar para el futuro, no para el presente. Enseñaba a sus maestras que educar era “formar ciudadanos para el Reino de los cielos”. Todos sus escritos sobre educación tenían como fin el encontrar a Dios. Muy pronto después de su profesión fue nombrada Maestra de Novicias, luego Superiora y 17 años más tarde fue elegida Superiora General. Se puso como meta el conocer personalmente a todas las religiosas y visitar cada una de las comunidades de la Sociedad. Su influencia se extiende a través del mundo especialmente por sus escritos. Tanto las RSCJ como religiosas de otras Congregaciones han encontrado inspiración en sus conferencias, ensayos y poesías. Janet Stuart murió el 21 de octubre de 1914, pocos meses después del inicio de la primera guerra mundial. Sus restos descansan en la Capilla de Roehampton, Inglaterra.