Noviembre es el undécimo y penúltimo mes del año en el calendario gregoriano y tiene 30 días. Su nombre deriva de novem -“nueve” en latín, por haber sido el noveno mes del calendario romano. Retuvo su nombre «noveno» aun cuando al año se le agregaron los meses de enero y febrero. En los tiempos modernos al mes de noviembre lo representan bajo la forma de un personaje vestido de hoja seca con una mano apoyada en el signo de Sagitario y la otra sosteniendo un cuerno de la abundancia, de donde salen ciertas raíces, último presente que nos ofrece la tierra. Este ícono nos puede ayudar a explicar mejor las dos conmemoraciones de gran importancia con las que comienza el mes: la primera, el Día de Todos los Santos (raíces del cielo que nos obsequia la tierra para embellecer y alegrar nuestra existencia), que recuerda a quienes en la simplicidad de su existencia condujeron una vida de santidad (santidad como fruto de una vida vivida en abundancia, “yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” Jn 10, 10), aún no habiendo sido incluidos sus nombres en el calendario oficial de los santos. Pero a pesar de no haber recibido el reconocimiento oficial de la Iglesia, ella no los olvida. Este es el sentido de la conmemoración: celebrar solemnemente a todos los santos que no figuran en el calendario. La segunda es el Día de Todos los Muertos, Hojas secas caídas del árbol de la vida al concluirse su existencia (personaje vestido de hoja seca, mencionado al principio), recuerdos dolorosos, tanto amor, y a menudo una herencia de buenos ejemplos que puede entibiar nuestro corazón incluso en los momentos de melancolía. Ese día recordamos a todos aquellos que pasaron a nuestro lado influenciando nuestras vidas, y que muy a nuestro pesar, nos han dejado, aunque, prefiero creer que se nos han adelantado, algunos gozando ya de la tan ansiada “visión beatifica” Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara…” 1 Cor 13, 12. La muerte cristiana, unida a la de Cristo, tiene un aspecto pascual: es el tránsito de la vida terrena a la vida eterna. Por eso, a lo que los paganos llamaban necrópolis -ciudad de los muertos- los cristianos llamamos cementerio dormitorio o lugar de reposo transitorio. En el marco de estas dos importantes celebraciones, cómo dejar de mirar y recordar a uno de esos frutos que nos ofrece la tierra cuando se une con el cielo. El 3 de noviembre celebramos a San Martín de Porres, y este año tiene un marco especial, porque conmemoramos los cincuenta años de su canonización. Fray Martín o fray escoba como también se le conoce, nos enseña que las grandes cosas hechas con amor son las que se muestran siempre con humildad.