Yunguillo Inga Llagtapi Iuiai Kawsaku - Memoria Viva del Pueblo Inga de Yunguillo

Yunguillo Inga Llagtapi Iuiai Kawsaku Memoria Viva del Pueblo Inga de Yunguillo

Tomo I BiografĂ­as de lideresas y lĂ­deres Ingas

Yunguillo Inga Llagtapi Iuiai Kawsaku Memoria Viva del Pueblo Inga de Yunguillo

Tomo I BiografĂ­as de lideresas y lĂ­deres Ingas

Yunguillo Inga Llagtapi Iuiai Kawsaku Memoria Viva del Pueblo Inga de Yunguillo

Este material hace parte de de la sistematización de las estrategias de memoria viva desarrolladas desde 2020 por el Equipo de Facilitación Pedagógica del Resguardo de Yunguillo, en acompañamiento pedagógico y técnico de ACT, Colombia.

Institución Educativa Rural Indígena Aborígenes de Colombia Resguardo Indígena de Yunguillo, Putumayo. Colombia.

Equipo de Facilitación Pedagógica Camila Chindoy Mutumbajoy Diego Alexander Jacanamejoy Becerra Placido Jacanamejoy Chindoy Luis Hernando Chindoy Jajoy María Lucita Evanajuanoy Chindoy Libio Guillermo Quinchoa Francisco Chindoy Sandra Milena Muchavisoy Jeremías Chindoy Becerra Equipo ACT Putumayo Paula Andrea Galeano - Coordinadora Proceso Putumayo María Fernanda Franco - Profesional Proceso Putumayo Enyel Esteban Rodríguez García - Asesor Pedagógico

Edición de textos Enyel Esteban Rodríguez García Karen Ramirez Garzón Ilustración y diseño Enyel Esteban Rodríguez García Primera Edición Noviembre de 2020 Yunguillo, Putumayo, Colombia.

Con el apoyo de

Para la reconstrucción de estas memorias vivas se contó con la participación de distintas personas a las que agradecemos especialmente por su colaboración en este proceso.

Graciela Jacanamejoy Nectario Becerra Mercedes Jacanamejoy Chindoy Jenny Jolanda Jacanamejoy Jacanamejoy Luis Mutumbajoy, María Elvira Mutumbajoy Lucio Jacanamejoy Virgelina Chindoy Muchavisoy Prescila Muchavisoy Damián Chindoy Becerra Marcial Chindoy Becerra Ana Julia Becerra Chindoy Gilberto Chindoy Valvina Chindoy Muchavisoy Eva Muchavisoy Chindoy Víctor Chindoy Cordula Jacanamejoy Orlando Muchavisoy Stella Muchavisoy Efraín Chindoy

Contenido Presentación

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Roque Jacanamijoy Quinchoa

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José Homero Mutumbajoy Muchavisoy

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María Nidia Becerra Jacanamejoy,

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Pablo Evanjuanoy Chindoy

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Rafael Jacanamejoy Chindoy

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María Elvira Mutumbajoy Muchavisoy

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José María Muchavisoy Chindoy

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Marcial Chindoy Becerra

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Gilberto Chindoy Becerra

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Presentacion Somos el Pueblo Inga del Resguardo de Yunguillo, Putumayo; una comunidad organizada en cuatro cabildos, San Carlos, Osococha, Tandarido y Yunguillo; quienes protegemos y salvaguardamos este territorio ancestral. Como parte de nuestro Plan de Vida, nuestro Pueblo viene construyendo e implementando diferentes estrategias para lograr mantener vivas nuestras memorias, saberes y prácticas ancestrales que, de generación en generación, hemos venido trasmitiendo y recreando con el pasar del tiempo.

Es de esta manera como Yunguillo Inga Llagtapi Iuiai Kawsaku -Memoria viva del pueblo Inga de Yunguillo-, es un libro que aporta en este proceso, reconstruyendo las experiencias, saberes y enseñanzas de nueve de nuestras lideresas y líderes más importantes; algunos de ellos ya no nos acompañan de manera física, pero sus espíritus, enseñanzas y memorias aún permanecen vivas.

Para la construcción de este documento participamos articuladamente el Equipo de Dinamizadores Docentes y el Equipo Facilitador del Plan de Ordenamiento Ambiental y Territorial -POAT-, en coordinación con las autoridades políticas y orientados por el consejo de nuestros guías espirituales; por lo que se espera que este libro, producto de la Investigación Propia y Participativa, permita fortalecer nuestra cultura e identidad, y en especial, sirva como material didáctico propio, esto con el objetivo de fortalecer el Sistema de Educación Propia e Intercultural del pueblo Inga de Yunguillo.

Yunguillo Inga Llagtapi Iuiai Kawsaku refleja la diversidad de ser indígena y de ser Inga, pues nuestra identidad da cuenta de la diversidad de nuestro territorio, a la vez que se recrea con la relación intercultural que hemos establecido desde una perspectiva crítica con otras ciencias, territorios, procesos, saberes y personas no indígenas o pertenecientes a otras etnias, las que nos han permitido for talecer los procesos de organización desde el respeto a nuestra autonomía y autodeterminación, lo que nos ha permitido crecer y mejorar las estrategias que permiten hacer realidad nuestro Plan de Vida.

Es importante mencionar que, la producción de este material en un contexto marcado por el incremento de la violencia armada en los territorios, la crisis climática y la pandemia global del Covid19, no fue una tarea fácil. Es de esta manera como nuestro equipo de investigadores propios desarrolló unas metodologías que se lograron adaptar a este nuevo contexto, lo que implicó crear protocolos desde una perspectiva territorial que nos permitieran desarrollar las diferentes actividades.

Así, hoy igual que ayer, hacemos frente con dignidad a una nueva pandemia y dejamos estas Memorias Vivas para animar a las presentes y nuevas generaciones a seguir defendiendo y protegiendo la diversidad de nuestro territorio, nuestra cultura y la vida.

Yunguillo Inga Llagtapi Iuiai Kawsaku Memoria Viva del Pueblo Inga de Yunguillo

Yunguillo Inga Llagtapi Iuiai Kawsaku

Mi sueño más importante es ver a las nuevas generaciones heredando los conocimientos de la espiritualidad y la medicina, de esta manera mantener médicos que puedan atender a la comunidad cuando ésta lo requiera.

Puangi, nuka sutikani Roque Jacanamijoy Quinchoa, soy un Taita Iacha que colaboré mucho en el Resguardo Inga de Yunguillo durante los años ochenta y noventa. Nací, aproximadamente, en 1890 en el Alto Putumayo, y dejé esta vida aproximadamente en el año 1990, pues desconocen con exactitud la fecha de mi partida. Mi padre se llamaba Jacinto Jacanamijoy y mi madre Ambrosia Quinchoa; mis hermanos son Valentín, Mercedes y Eudocia, con ellos viajaría a la ciudad de Mocoa a los ocho años de edad.

Mi primer trabajo fue como mensajero, iba de Mocoa, Putumayo a Santa Clara, Cauca, posteriormente nos radicamos con mi esposa Adelaida Chindoy Muchavisoy temporalmente en el Resguardo inga de Yunguillo, años más tarde volveríamos nuevamente a la ciudad de Mocoa.

Desde joven me llamó la atención la medicina tradicional, y tuve la fortuna de tener como mis maestros y guías de la espiritualidad a Pedro Bogotano, Ramón Quinchoa y Gervasio Jacanamijoy. Mis principales seguidores en la toma del yagé fueron, Ricardo Muchavisoy, Gustavo Muchavisoy, Abelardo Jansasoy y Asencio Jajoy. También me visitaban lachas del Alto Putumayo, como el Taita Juan Jansasoy Quinchoa, Cipriano Narváez, Pedro Juajibioy y José Esteban Tisoy; unos maestros que tenían mucho conocimiento y de los cuales aprendí mucho. Recibí también muchas visitas de personas que buscaban ayuda en mi conocimiento de la medicina tradicional, de las cuales recibí siempre un aporte voluntario.

Uno de mis más preciados tesoros, es mi conocimiento como médico tradicional del saber que me permitió preparar el Yagé (Ambi waska), y ofrendar ceremonias para curar las diferentes enfermedades. Debido a mis conocimientos sobre las plantas medicinales y curativas, siempre invité a mi gente, a mi pueblo, a probar nuestra medicina o remedio.

Siendo un gran conocedor de la medicina tradicional y del Ambi wasca, después de 10 años volví al resguardo con mi esposa y mis ocho hijos; Vicente, Rafael, Eugenio, Salvador, Berta, Marta, Etelvina y Virgilio.

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Memoria Viva del Pueblo Inga de Yunguillo

Mi sueño más importante es ver a las nuevas generaciones heredando los conocimientos de la espiritualidad y la medicina, de esta manera mantener médicos que puedan atender a la comunidad cuando ésta lo requiera.

En el Resguardo de Yunguillo vivimos muy tranquilos a orillas del Rio Tilinguara, a unos 100 metros a mano derecha, teniendo como referencia el puente de concreto del río. En el año 1969 perdí desafortunadamente a mi esposa a causa de una enfermedad letal, tos y tisis. Después de algunos años de haber enviudado, logré rehacer mi vida con Sinforosa Becerra Chindoy, con ella conviví por cerca de 7 años; lamentablemente, en el año de 1990, aproximadamente, falleció accidentalmente en el rio Tilinguara mientras se encontraba haciendo labores como la recolección de leña para su hogar.

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Del Taita Iacha Roque Jacanamijoy seguimos aprendiendo la importancia que tienen las plantas medicinales de nuestro territorio y su uso apropiado de cada una de ellas. Gracias a sus enseñanzas hoy encontramos a personas que se apropiaron, estudiaron y evolucionaron en la medicina tradicional. El valor más importante que promovía, y además practicaba, fue el respeto por su trabajo y las personas; siempre se destacó por su honestidad y solidaridad, dejando de lado los intereses o necesidades particulares o individuales.

Aunque la vida me trajo tristezas muy grandes, en especial por la pérdida de Adelaida y Sinforosa, también me dejó muchas experiencias y aprendizajes. Por ejemplo, algo que siempre disfrute fue trabajar en la ganadería, en mis tiempos libres, iba con mi familia a limpiar los potreros, así hubiera dirigido una ceremonia espiritual la noche anterior (toma del Ambi waska), no dejaba de asistir a mi trabajo.

Me gustaba tomar yagé, practicar ritos espirituales, y claro, divertirme participando en las fiestas tradicionales como el karrustilinda o Carnaval Inga, entre otras festividades.

Roque no pasaba desapercibido, pues era un hombre alto, acuerpado, de piel morena y cabello negro con corte mate. Vestía siempre con kusma (traje tradicional), usaba shakiras y trenzas en la mano.

En sus orejas solía utilizar plumas y lo que más lo caracterizaba eran sus esencias hechas a base de chundur (semilla).

Mi liderazgo en la comunidad me llevo desde muy joven a asumir diferentes cargos dentro del Resguardo de Yunguillo, como el de sacristán, alcalde mayor y gobernador. Yo creo que una de mis principales cualidades y aportes para el proceso organizativo fueron participar de las mingas y en la construcción de la iglesia del pueblo. La gente me recuerda muy bonito, pues me caractericé por ser un líder muy servicial, abierto a aportar y a compartir el conocimiento como médico tradicional.

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“El liderazgo nace del alma, del corazón. Sin organización no hay fuerza en las comunidades indígenas para reclamar al Estado los Derechos de los pueblos indígenas.”

Puangi, nuka sutikani José Homero Mutumbajoy Muchavisoy, nací un 7 de noviembre en el año 1959 en el resguardo inga de Yunguillo y dejé esta tierra un 6 de noviembre de 1992 para unirme a mis ancestros. Mis padres fueron, Alberto Mutumbajoy Chindoy e Inés Muchavisoy Becerra, y mis hermanos Miguel Ángel, Donato, Herlinda y Gavino.

Cursé mis estudios de primaria en la Escuela Rural Mixta de Yunguillo y al terminarlos, viajé a la ciudad de Mocoa para seguir formándome y culminar la secundaria en la Institución Educativa PIO XII, durante esta época de estudios me hospedaba en la casa de mi amigo Aurelio Velasco. Tiempo después, me matriculé en el programa de administración pública de la Universidad Javeriana, donde fui un estudiante destacado con excelentes calificaciones; al culminar el último semestre, antes de recibir mi título profesional, alguien cortó mi vida de manera injustificada e injustificable.

Conformé mi familia con mi esposa Ernestina Jacanamejoy Jajoy, tuvimos cinco hijos: William Yovany, Rocío, Ana, José Homero y Ailen, en cada uno de ellos y ellas pervive el espíritu de liderazgo, especialmente en mi hijo José Homero, quien además de llevar mi nombre y mi legado, actualmente es el presidente de la Organización Zonal Indígena del Putumayo (OZIP).

Me destaqué por ser líder del Resguardo de Yunguillo y fui reconocido a nivel del Departamento del Putumayo por mi trabajo y responsabilidad frente al bienestar de las comunidades indígenas; seguramente, si las personas de mi pueblo intentaran describirme, dirían que fui una persona transparente y comprometida. Acostumbraba visitar con frecuencia las comunidades del Bajo y Medio Putumayo, motivando a los líderes y lideresas indígenas a apropiar y practicar el principio de la unidad; en los territorios de la Baja Bota Caucana organicé y formé cabildo, pues no estaba de acuerdo con que los indígenas pertenecieran a las juntas de acción comunal, siempre he pensado que debemos organizarnos de acuerdo a nuestros usos y costumbres... como solía decir: “sin organización no hay fuerza en las comunidades indígenas para reclamar al Estado los Derechos de los pueblos indígenas”.

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Yo realizaba asambleas, encuentros y tenía grandes proyecciones para nuestra colectividad, uno de mis sueños fue organizar y formar una organización donde participáramos todas las comunidades indígenas del Departamento del Putumayo. Es importante reconocer que, en este proceso de liderazgo, conté con el apoyo de Aureliano Garreta, Benedicto Juajibioy, Luis López, Edilberto Secues, Evaristo, Enrique Garcés, Arcadio Mutumbajoy, además me asesoraron los líderes del Concejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), y primordialmente, recibí toda la fortaleza espiritual para continuar con esta lucha, por parte de Taita Querubín, Taita Fernando y Taita Roque. Recuerdo que siempre buscaba el asesoramiento de los mayores para conocer en detalle la historia de las comunidades indígenas, en especial visitaba a la señora esposa del finado Teodoro Jacanamejoy quien vivía en Mocoa, en búsqueda de sus saberes, protección y motivación para continuar mi lucha por el pueblo indígena.

gestionamos el Proyecto de Desarrollo Pecuario para el Resguardo de Yunguillo, donde entregamos varias novillas a las familias del Resguardo y creamos el Fondo Rotatorio, que todavía en la actualidad sigue beneficiando al sustento de nuestras familias. De igual manera, con el apoyo de organizaciones indígenas como la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) y Conejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), lideramos diferentes encuentros interculturales, marchas y movilizaciones, destinadas a fortalecer la unidad de los pueblos indígenas.

Fui aspirante a la Asamblea en el Departamento del Putumayo donde desafortunadamente perdí la contienda electoral; pese a la derrota, mis simpatizantes me motivaron para ser candidato al Senado de la República de Colombia, pero no acepté la propuesta porque para entonces, ya había recibido amenazas en mi contra. Muchas veces, la convicción por la justicia y la vivencia de nuestros Derechos, hiere las susceptibilidades de quienes poseen el poder e intereses particulares sobre nuestra tierra ancestral; sin embargo, siempre fue más fuerte mi espíritu de unidad y seguí trabajando con mi pueblo, con él y para él.

La armonización de acciones y objetivos apoyados por la comunidad, permitió que alcanzara ese sueño y fue así como logré fundar la Organización Zonal Indígena del Putumayo (OZIP), convocando a una gran asamblea en el colegio Nacional PIO XII, encuentro en el que socialicé mis propuestas sobre la finalidad de la organización y administración; las autoridades tradicionales y líderes indígenas que asistieron me eligieron como presidente de la OZIP por tres años (desde 1987 hasta 1989), basándose en las ideas que proponía y en mi trabajo como líder. Como no contábamos con una infraestructura propia, la sede temporal de la Organización fue en la casa de mi amigo Aurelio Velasco ubicada en el Barrio El Jardín.

El compromiso con mi comunidad, con la identidad y dignidad de nuestros pueblos indígenas era cada vez más fuerte... veía con dolor que desde el periodo de la colonización a muchas de las comunidades se les arrebató su territorio y con el paso del tiempo no encontraban los medios para recuperarlo o para conseguir nuevas tierras. Fue así que para los años 1991 y 1992, emprendimos un proyecto para rescatar los territorios ancestrales con el apoyo de las diferentes comunidades indígenas del Putumayo, en el que realizamos movilizaciones de protesta en varias ocasiones, tomándonos la calle de la alcaldía del municipio de Mocoa, el parque central y la entrada de la capilla San Miguel Agreda de Mocoa, para todas y todos fue un gran esfuerzo y sacrificio colectivo.

Durante los años en que fui dirigente de la OZIP, realicé el primer encuentro de música y cultura de los pueblos indígenas del Putumayo, en el Resguardo de Yunguillo, contando con la participación de pueblos indígenas Kofanes, Quichuas, Koreguajes, Kamëntsa e Ingas. En 1987 y 1988, en alianza con el Centro de Cooperación Indígena (CECOIN), 13

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Las comunidades del Departamento lo recuerdan como un hombre que escuchaba y acataba los buenos consejos de sus padres, con un comportamiento impecable. Era un líder sociable, respetuoso, colaborador, comprensivo, orientador, consejero y de gran sensibilidad frente a los problemas de la población vulnerable, ayudaba a resolver los conflictos fundamentándose en las leyes indígenas y espirituales de la medicina ancestral con el acompañamiento de los taitas de diferentes pueblos indígenas.

A partir de estas acciones, logramos recuperar el territorio ancestral que estaba en manos de los curas de la Santa Iglesia Católica y al conseguirlo, hicimos la entrega de parcelas a todos los indígenas que se vincularon en este proceso. Mi objetivo era que este territorio recuperado fuese un barrio histórico habitado por indígenas, con diseños ancestrales y artesanales, que se convirtiera en un centro turístico del Departamento del Putumayo donde se diera a conocer la diversidad cultural indígena de nuestros pueblos. Aunque como siempre, entregué todo de mí, no fue posible continuar con esta iniciativa porque para ese tiempo arrebataron mi vida; exactamente el día 6 de noviembre de 1992, un día antes de mi cumpleaños, cuando departía en horas de la tarde con mis amigos en medio de una reunión en San Miguel de la Castellana, Municipio de Villagarzón, de repente llegó un sujeto transportándose en caballo y sin medir palabras, con un arma cortopunzante propinó una herida a la altura de mi pecho, comprometiendo órganos vitales, principalmente mi corazón.

Además de sus acciones, pervive en la memoria colectiva por frases que aún resuenan en su comunidad y que siempre motivaban a quienes le escuchaban, por ejemplo, solía decir: “El liderazgo nace del alma, del corazón”, “Es mejor tener amigos que enemigos”, “No ser esclavos del Estado”, “Orar permanentemente para evitar la tentación del demonio”. Tenía el don de crear sentido de pertenencía y unificar los pensamientos de las personas por un bien común, por tal razón lo admiraban diferentes pueblos indígenas del Putumayo, de Colombia, Ecuador y algunos países europeos, le ofrecían ser sus compañeros de lucha incondicionalmente y lo apoyaban en las diferentes movilizaciones para reclamar los derechos de los pueblos ancestrales.

No estuve presente en cuerpo para ver vivo este territorio recuperado, sin embargo, la memoria que siempre pervive, hizo presencia, pues en honor a la lucha y entrega por apropiar lo nuestro, nombraron aquel lugar “Barrio José Homero”. Así que el territorio de mi cuerpo quedó grabado en el territorio ancestral de mi pueblo, que lo hizo vida con su presencia, su lucha y la memoria... la memoria viva.

El fallecimiento de José Homero Mutumbajoy Muchavisoy dejó un vacío inmenso, pero a la vez, sembró una perpetua semilla de lucha, unidad y convicción por defender los derechos de los pueblos indígenas, permitiendo que su legado viva en la mente y corazón de quienes defienden la cultura, ancestralidad, tradición, espiritualidad y trabajo mancomunado. Su cuerpo yace en el cementerio del Barrio José Homero, ubicado en la ciudad de Mocoa.

*** José Homero es un líder crucial para el Pueblo Inga en el Putumayo, por los logros materiales que ayudó a conseguir para las comunidades y especialmente, por sus enseñanzas de dignidad, lucha y unidad; por ser un ejemplo persistente de memoria y de identidad.

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“Mi gran sueño es continuar apoyando a las comunidades indígenas con transparencia y cumplir los mandatos de las autoridades, por eso suelo decir: trabajar por la comunidad y para la comunidad y que los blancos no nos manipulen a los pueblos indígenas.”

Nuka sutikani María Nidia Becerra Jacanamejoy, nací en Yunguillo, Putumayo, un 15 de septiembre de 1987. Mis padres son Nectario Becerra y Graciela Jacanamejoy Chindoy, quienes se dedican a la agricultura.

Soy la cuarta de seis hijos y mis hermanos son Luz Mery, Teófilo, Idolina, James y Nerieth Isabel.

Mis padres me ingresaron a la Escuela mixta de Yunguillo cuando era muy niña, allí terminé la primaria. Más adelante ingresé al Colegio Bilingüe Aborígenes de Colombia, en donde me gradué como bachiller en el año 2002. Desde niña me caractericé por ser una mujer muy humilde, activa y alegre.

Durante el periodo de vacaciones o en mi tiempo libre, no me gustaba ir a fiestas o salir a pasear, me dedicaba a ayudar a mis padres en la agricultura, haciendo diferentes labores, a veces como arriera llevando cargas en los caballos; por lo que la gente me fue reconociendo por ser una persona muy responsable y respetuosa.

En 2003 viajé a la ciudad de Mocoa para continuar con mis estudios superiores, fue así como me titulé como técnica en sistemas e inicié a laborar como secretaria en una empresa privada donde estuve por unos cuatro (4) años. Hacia mediados de 2009 me desempeñé como secretaria del Colegio por un año, fue así como decidí retornar de manera permanente al resguardo de Yunguillo en el año 2012 y contribuir al fortalecimiento de los procesos de mi comunidad.

De esta manera, en el año 2013 las autoridades me nombran como Secretaria General del Resguardo de Yunguillo, donde adelanté procesos en el marco del Plan Integral de Vida y se logró fortalecer la estructura del gobierno propio. Posteriormente, fui elegida como autoridad en los años 2014, 2015 y 2016; durante estos tres años trabajé en la ampliación y formalización de nuestro territorio, el cual pasó de tener 4.320 hectáreas a poseer 26.716 hectáreas.

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Lograr la ampliación del territorio, fue cumplir un sueño anhelado por más de 30 años, y que se alcanzó gracias al arduo trabajo, la gestión, el apoyo de la comunidad y de los demás líderes, así como del apoyo y acompañamiento de organizaciones como ACT.

En el diálogo e interlocución con el gobierno, participé en la creación de un convenio con el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC), este diálogo se desarrolló con el propósito de ejecutar las penas y medidas de seguridad interpuestas por la autoridad indígena.

Dentro de los avances más importantes durante mi gestión están la actualización del Plan Integral de Vida y la construcción y acuerdo de las Reglas de Convivencia, un proceso desarrollado con un grupo de líderes, la comunidad y profesionales de ACT. Así se iniciaría un trabajo muy importante para nuestra comunidad con el objetivo de mejorar la organización territorial y la calidad de vida de los comuneros.

En este proceso he tenido que denunciar la extracción de los recursos naturales que realizan proyectos mineros dentro y fuera del territorio, así como la extracción de madera, la presencia de los cultivos ilícitos en los límites del Resguardo, y la presencia de grupos al margen de la ley y de delincuencia común, lo que no ha sido nada sencillo.

En el año 2015, fui elegida como representante Indígena del Concejo Territorial de Planeación – CTP- del municipio de Mocoa y delegada para el Concejo Territorial de Planeación Departamental –CTPD- del departamento del Putumayo. En el año 2016 tuve el honor de ser nominada al premio “Goldman Environmental Prize”, así como invitada especial en diferentes convenciones públicas y privadas de nivel nacional e internacional.

He aprendido que es muy importante exigir nuestro derecho al consentimiento libre previo e informado, así como a la consulta previa de proyectos que afectan a nuestro territorio directa e indirectamente, como lo han sido los proyectos de redes eléctricas implementados por la Compañía Energética del Occidente del Cauca, la construcción de vía 4G (Mocoa, Yunguillo, Descanse y Santa Rosa) y la Construcción de la variante a Mocoa. La exigencia de nuestros derechos a permitido que nuestra comunidad se vea beneficiada en diferentes escenarios, como el poblado, el colegio, la escuela, el internado entre otros; asi mismo se lograron fortalecer los programas de educación, salud y de asistencia familiar, lo que permitió que mejoráramos el alcantarillado, la cancha deportiva, construyéramos una maloca y termináramos la vía de red terciaria hasta el cabildo mayor.

En el año 2018, empecé a trabajar como Coordinadora Regional Amazónica de la Organización Land is Life, para los países Amazónicos del continente americano. Este trabajo me ha permitido fortalecer las capacidades de las bases y construir alianzas mediante donaciones dirigidas a los pueblos indígenas, así como brindar apoyo a las comunidades indígenas más olvidadas de la Amazonia Suramericana.

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En el año 2018 apoyé con recursos los ejercicios de control territorial en el resguardo y se logró el fortalecimiento de la Guardia Wasikamas Indígena y del Gobierno Propio, de esta manera se crearon espacios como la minga realizada en el 2019, donde las comunidades indígenas se manifestaron ante el estado reclamando los derechos fundamentales y reiteraron los compromisos sobre temas territoriales, reparación integral colectiva, consulta previa y concesiones mineras.

En estos últimos años he venido trabajando y apoyando en la construcción de un protocolo de consulta previa para los pueblos indígenas y acompañando a las autoridades del Resguardo en la gestión de recursos económicos para el mejoramiento del puesto de salud del Resguardo. Hoy, sigo formándome como profesional en Estudios y Gestión Cultural en la Universidad Escuela de Administración de Negocios (EAN). ***

María Nidia Becerra es muy importante para el pueblo Inga de Yunguillo porque ha realizado buena administración, con transparencia en la ejecución y gestión de proyectos asignados.

Es por esta razón que se le reconoce por promover valores como el respeto y la participación de jóvenes, adultos, mayores y otras autoridades de la comunidad en las reuniones y asambleas.

Es un ejemplo de lo que pueden alcanzar las nuevas generaciones y en especial de lo importante de confiar en los liderazgos ejercidos por la mujer indígena.

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“Debemos seguir trabajando y fortaleciendo nuestra organización, de esta manera, garantizar la pervivencia cultural de generación en generación. Eso nos permitirá dar a conocer al mundo nuestras vivencias como Resguardo Inga de Yunguillo [...] Por lo que mi mensaje es: Si trabajamos unidos vamos a lograr grandes proyectos para el bien de nuestras comunidades.”

Puangi, nuka sutikani Pablo Evanjuanoy Chindoy, nací un 10 de septiembre de 1966, mis padres son Francisco Javier Evanjuanoy Chindoy (Q.E.P.D) y Virgelina Chindoy Muchavisoy; mis hermanos y hermanas son, María Lucita, Ester, Lola, José Gabriel, Ernesto, Salvador, Piedad, Luis Henrique, Miguel, Flor Hayda y Luz Alba, siendo yo el mayor de los doce hermanos.

En el año 1988, teniendo 22 años, me casé con María Felicidad Muchavisoy en la Iglesia Colonial del Resguardo de Yunguillo. Soy Padre de once hijos, Luz Alía, Yolima Andrea, Claudia Patricia, Denyi Mayerli, Carmen Rosa, Elsa Liliana, Pablo Enrique, Luis Ariel, Ingrith Paola, Mario Alberto y Waira Karime.

A los siete años de edad ingrese a la Escuela Mixta de Osococha, mis primeras maestras fueron Rita Catuche y Amelia Urrutia, quienes me acompañaron en mi formación hasta tercer grado de primaria.

Terminé la primaria en la Escuela rural Mixta de Yunguillo, después, recibí varios cursos; recuerdo uno sobre los principios del cooperativismo, otro sobre mecánica en motores de dos tiempos, sobre rescate acuático, sobre seguridad industrial en descenso y asenso, entre otros que ofrecían organizaciones nacionales como el SENA o la Defensa Civil. Asimismo, estudié para ser Promotor en Salud con la Escuela Departamental del Cauca y obtuve un Diplomado en Gobernanza Territorial de los Pueblos Indígenas de Latinoamérica.

En mi adolescencia inicié con el proceso de preparación en el arte de la música, fue así como a los 16 años aprendí a tocar la música tradicional autóctona y esto me ha permitido participar en diferentes celebraciones comunitarias dentro y fuera del territorio; en fiestas patronales y tradicionales, mi formación fue empírica, eso lo heredé de mi padre. A los 18 años presté mis servicios como presidente de la Asociación de Padres de Familia, y de esta manera pude gestionar algunos materiales que se requerían para la escuela rural mixta de Osococha, como pintura, ventanas y puertas.

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como la canasta educativa donde hoy en día ya están trabajando algunos profesionales del Resguardo, así se está fortaleciendo la educación propia. Fui vocero y coordinador en el área de infraestructura del plan de vida y en la actualidad hago acompañamiento espiritual como parte de la gobernanza territorial. También participé en la creación del primer estatuto interno del Resguardo.

En tres ocasiones he participado en concursos nacionales, uno en el Museo Nacional en la ciudad de Bogotá, otro en el Teatro Colón y el último, fue en la ciudad de Ibagué, en un evento de fiestas de San Pedro. En estos espacios representé con mucho orgullo al pueblo inga del depar tamento del Putumayo. De igual manera me ha gustado liderar los encuentros deportivos dentro del Resguardo y fuera del resguardo, como el realizado en Descanse, Santa Clara, Guayuyaku, Puerto Limón y Puerto Guzmán.

Actualmente soy presidente del Concejo de Mayores del Cabildo de Osococha y desde hace muchos años atrás soy seguidor de la medicina ancestral del Yagé y conocedor de plantas medicinales ancestrales. Es así como per tenezco a la Asociación de Médicos Tradicionales Indígenas de la Amazonia Colombiana (UMIYAC). Mi sueño es dejar mis conocimientos de la música tradicional y de la medicina tradicional a los jóvenes del Resguardo de Yunguillo para que no desaparezca nuestra cultura.

Por lo que mi mensaje es: Si trabajamos unidos vamos a lograr grandes proyectos para el bien de nuestras comunidades.

En 1998 y 1999 preste mi servicio como Gobernador del cabildo de Osococha, en mi gestión logré la construcción de la Casa Cabildo de Osococha. En el año 2002 volví a prestar el servicio de Gobernador y apoyé la gestión del proyecto Raíz por Raíz, con este proyecto se creó el fondo ganadero y el fondo económico de préstamos para la subsistencia de los mismos comuneros de Osococha. Más tarde, en el año 2006, nuevamente como Gobernador logré avanzar con el proyecto de acueducto del cabildo de Osococha y en el mejoramiento de vivienda para los comuneros del mismo cabildo con recursos del Sistema General de Participación (SGP).

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A Pablo Evanjuanoy la comunidad de Yunguillo lo reconoce como una persona muy trabajadora, organizada y siempre dispuesta a compartir y trasmitir sus saberes a los jóvenes comuneros.

Sus características más sobresalientes son la gran alegría que siempre lo acompaña, su gran sentido de responsabilidad y respeto por los otras y otros, además de su amor incondicional por su familia, su territorio e identidad Inga.

Ahora recuerdo que también apoyé en la creación de la Organización Zonal Indígena del Putumayo (OZIP), en la que actualmente sigo colaborando desde la espiritualidad. Debemos seguir trabajando y fortaleciendo nuestra organización, de esta manera garantizar la pervivencia cultural de generación en generación. Eso nos permitirá dar a conocer al mundo nuestras vivencias como Resguardo Inga de Yunguillo.

Recientemente, en el año 2019, trabajé como autoridad y facilitador del Plan de Ordenamiento Ambiental Territorial, desde mi conocimiento orienté a las comunidades, apoyé y participé en diferentes reuniones 21

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“Desde niño, mi sueño era ser un buen Taita para ayudar a la comunidad y a mi familia. Para lograrlo, tuve que pasar por muchas pruebas, hasta que al final logré superar todos los obstáculos, convirtiéndome en un buen aprendiz y Taita, gané el respeto y poder para curar y ayudar a las familias que padecían diferentes enfermedades.”

Puangi, nuka Sutikani Rafael Jacanamejoy Chindoy. Nací en Mocoa, Putumayo; mis padres se llamaban Roque Jacanamijoy Quinchoa y Adelaida Chindoy Muchavisoy, mis hermanos Vicente, Eugenio, Salvador, Etelvina, Berta, Marta y Virgilio Jacanamejoy Chindoy.

Vivía en la ciudad de Mocoa y mi padre, Roque Jacanamijoy tomaba yagé cada ocho días con el Taita Santiago Jansasoy, desde ese entonces a los cinco años de edad aproximadamente, empezó mi padre a compartirme una cucharada cada vez que tomaba, a los 7 años ya me daba una copa de yagé, él solía compartir Ambi waska (Yagé) con todos sus hijos. Cuando tenía 10 años, fuimos a vivir al Resguardo de Yunguillo con mis padres, hermanas y hermanos.

A mi padre le dieron un predio en el Eslabón Yaku, donde trabajó junto a nosotros por diez años. Durante un tiempo nos radicamos en el puente Tilinguara, donde ahora vive la señora Etelvina Jacanamejoy, y yo, empecé a seguir los pasos de la medicina del Yagé con los señores Juan Jansasoy y Cipriano Jansasoy; cuando ya había pasado muchas pruebas y tenía conocimiento del proceso del Ambi waska, a los diez y ocho años conformé mi familia con Isabel Chindoy de Jacanamijoy, quien tenía entonces quince años. De nuestra unión nacieron doce hijos: Laurentino, Socorro, Leonila, María, Vertilda, Mercedes Elodina, Graciela, Justo, Cordula, Ariel, Ermilda y Plácido.

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Desde niño, mi sueño era ser un buen Taita para ayudar a la comunidad y a mi familia. Para lograrlo, tuve que pasar por muchas pruebas, hasta que al final logré superar todos los obstáculos, convirtiéndome en un buen aprendiz y Taita, gané el respeto y poder para curar y ayudar a las familias que padecían diferentes enfermedades. Así, a los 26 años de edad recibí la autorización como Taita del Resguardo, los mayores Iachas me dieron ese permiso en la casa de mi Padre Roque y empecé a trabajar apoyando a la comunidad y demás familias que me visitaban desde diferentes municipios y Departamentos. Yo solía curar con vegetales. Mis compañeros en ese proceso fueron Ricardo Muchavisoy Becerra, Gustavo Muchavisoy Chindoy, Abelardo Jansasoy Jajoy y Asencio Jajoy Chindoy, ninguno de ellos logró llegar a convertirse en un buen Taita. Recuerdo que me gustaba participar en el Karrustulinda (Fiesta del perdón) y en el Corpus; era músico flautero y siempre armonizaba en las fiestas patronales.

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El Taita Rafael Jacanamejoy Chindoy, un hombre alto, de piel trigueña y con ojos y cabello de color negro, se caracterizaba por ser una persona humilde, responsable y se esforzó por dejar su legado a la comunidad.

Invitaba a los jóvenes a participar de las ceremonias para que aprendieran a manejar la medicina sagrada, pero nadie logró aprender como él. Todo ese conocimiento ancestral de plantas medicinales y la medicina del yagé se ha venido perdiendo, sin embargo, persiste la esperanza, pues aún nos acompañan algunos mayores sabedores que trabajan día a día para rescatar este conocimiento.

Además de dedicar mi vida a la medicina ancestral en favor de la comunidad, también presté servicios como alguacil, alcalde mayor, y en dos oportunidades fui gobernador del Resguardo de Yunguillo.

Cuando fui autoridad hice gestiones para la instalación de una planta eléctrica que trajimos desde Mayoyoque, lo que permitió instalar las red eléctrica en el poblado, asimismo se apoyó la construcción de casas de tapia; con estos propósitos, realizabamos mingas para la limpieza de panteón, de las calles y de la plaza.

Logré equilibrar mi trabajo como autoridad indígena y líder comunitario con mi camino de la medicina del Ambi waska. Durante una época empecé a comprar la planta sagrada del Yagé para preparar, curar y realizar ceremonias, poco a poco todos notaban que mi canto se escuchaba muy diferente, después de un tiempo enfermé y fui perdiendo mi voz, quedé mudo; dos años después fallecí, dejé el plano terrenal y volví al mundo espiritual con mis ancestros y otros seres y existencias.

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“…agradezco a mis padres por haberme formado con muchos valores que hoy en día son mi pilar fundamental y la fuerza para seguir adelante, a los consejos de los mayores y abuelas que se han visto reflejado en mi trabajo comunitario y familiar, y los que me dan la vitalidad para seguir aportando y apoyando en los diferentes procesos organizativos y educativos de mi Pueblo Inga.”

Puangi, nuka sutikani María Elvira Mutumbajoy Muchavisoy, nací en el Resguardo Inga de Yunguillo el 19 de septiembre de 1965. Mis padres se llaman Luis Mutumbajoy y María Rosa Elena Muchavisoy Chindoy, tengo cuatro hermanos y una hermana, siendo yo la mayor de la familia. Mis hermanos se llaman Dagoberto (Q.E.P.D), María Elvinia, Emeterio, Pedro Pablo y Juan Carlos.

En el año 1971, inicié mis estudios en la Escuela Rural Mixta de Yunguillo cursando allí de primero a cuarto grado. Más adelante, en 1979 realicé el grado quinto en el Internado de Puerto Limón que pertenecía a la Escuela María Inmaculada. En el Resguardo no había el grado quinto y por ese motivo mis padres me trasladaron a Puerto Limón, Putumayo.

Después de haber terminado mis estudios primarios, nuevamente regrese al Resguardo de Yunguillo.

Desde hace muchos años a mi padre ha sido animador de la fe católica y tiene amistad con los Padres.

Fue así como se hizo amigo del señor Pedro Pablo Morales, Párroco de Santa Rosa, Cauca, quien visitaba frecuentemente al Resguardo. En una de las visitas mi padre le había contado que tenía una hija que había culminado la primaria y que él quería que siguiera formándose; el párroco le comentó que había una oportunidad para aprender tejidos, modistería, cocina y algunas áreas principales como matemáticas y sociales.

Llegó ese día mi padre muy contento a preguntarme si quería ir a Santa Rosa a estudiar, Yo me animé y le dije que sí quería, que yo quería superarme. En ese entonces solo hablábamos inga, casi no manejábamos el español, pero aun así me animé porque quería seguir formándome. Emprendimos así un camino de dos días hasta llegar a Santa Rosa.

Luego de cursar el primer año, el párroco le comentó a mi Padre que yo era muy inteligente y que había respondido con buenas notas en el estudio, por tal razón le habló sobre la oportunidad de seguir formándome, pero esta vez debía viajar a un internado que estaba en Santa Rosa de Cabal, Risaralda.

Me volví a animar y viajé con el Párroco y dos monjas. Recuerdo hacía mucho frio en el internado, y al 24

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De vuelta en Yunguillo, en el año 1989, empecé a convivir con el Señor Simón Chindoy Muchavisoy, ese mismo año nos casamos por la iglesia y más tarde, en 1990, tendríamos nuestro primer hijo, Eyvar Yesid Gonzalo Chindoy Mutumbajoy, luego llegaría Paola Ximena, Bisney Camila, Daniel Armando, Charly Johan, Ingrid Shakira, Mary Cruz y Juan Camilo. En total mi familia está conformado por cuatro hijos y cuatro hijas y mi esposo que nos caracterizamos por ser muy trabajadores, respetuosos y humildes. Es común que en nuestros tiempos libres, aprovechemos para ir a la chagra con la familia, casi siempre los días sábados y festivos, siempre buscamos mantener la unión entre nosotros y dar ejemplo con nuestros actos.

terminar ese año, mi madre no estaba de acuerdo en que terminara mi colegiatura allá porque era muy lejos y no tenía recursos para ir a visitarme; y aunque lo contrario aconsejó el Párroco, no aceptamos la propuesta.

Me enviaron entonces a Sibundoy, Putumayo, allí cursé cuatro años con el apoyo de Luis Enrique Tamayo y el Párroco Pedro Pablo Morales, quienes ayudaban a mi familia con la pensión.

Cuando regresé al Resguardo, se presentó una oportunidad para estudiar enfermería en Popayán, pasé la prueba, pero no fue posible matricularme ya que debíamos reunir quinientos mil pesos para poder iniciar la formación, y aunque mi padre había vendido una vaca, no logramos recoger todo ese dinero.

Más adelante, en el año 1991 fundé el grado preescolar en nuestro territorio, para empezar, tuve que hacer una lista de todos los niños y niñas del Resguardo, entre otras cosas, demostrando que existía la necesidad de contar con una docente. Con gran esfuerzo logre presentar todos los documentos ante la Secretaría de Educación Departamental y así emprender el trabajo como docente dentro del Resguardo. En ese entonces, las profesoras del Colegio Santa María Goretti del municipio de Mocoa fueron un gran apoyo para poder crear los planes de estudios del grado preescolar. Al siguiente año, los compañeros docentes notaron que tenía capacidades y voluntad de enseñar a los niños y niñas, por lo que me eligieron para que continuara con mi rol de docente, esta vez, como directora del grado quinto de primaria en la Escuela Rural Mixta de Yunguillo.

En esos tiempos ya se había formado la Organización Zonal Indígena del Putumayo (OZIP), liderada por mi primo José Homero Mutumbajoy Muchavisoy, él le había comentado a mi padre que había una oportunidad para trabajar como docente en el Bajo Putumayo y que debía hablar con la autoridad. En ese tiempo la OZIP funcionaba en una casa prestada del señor Aurelio Velasco, y fue allá donde nos encontramos con el Gobernador indígena Mauricio Villa; al verlo, le pregunté si estaba buscando una docente, le conté sobre mi formación y de mi deseo de trabajar; fue de esta manera como me dieron la oportunidad, presente mi hoja de vida y firmé el contrato en la Secretaría de Educación del Putumayo.

En 1993, cuando estaba de autoridad el señor Alfonso Becerra, impulsó la creación del Colegio Aborígenes de Colombia, y motivó a la comunidad, docentes y jóvenes bachilleres a trabajar y emprender ese camino de la educación básica secundaria; fui entonces una de las personas que asumió con mucha responsabilidad ese nuevo proyecto, colaborando en la organización y desarrollo de esta iniciativa. Fueron días y noches trabajando en la estructuración de los planes de estudio y materiales pedagógicos con toda la comunidad educativa.

Con mi maleta cargada para irme a trabajar, llegué en 1988 a la comunidad Indígena de Agua Blanca, un territorio conformado por 10 familias que no tenían escuela y en la que el docente trabajaba en un salón prestado.

Decidí entonces iniciar la gestión ante la Alcaldía de Orito y ante Ecopetrol de la construcción de la escuela, el restaurante y de la dotación de los enseres necesarios para el funcionamiento. De esta manera se lograron realizar las obras solicitadas en un predio que donaron para la ejecución de estos proyectos. Luego, desafortunadamente, por la situación de violencia en la zona, tuve que regresar al Resguardo de Yunguillo.

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Me reintegré como docente al terminar el periodo como autoridad en el año 2005. De 2007 al 2009, cuando estaba de Rector Carlino Muchavisoy, seguí trabajando como coordinadora académica y de disciplina. De 2010 a 2014 inicié como Rectora en el Colegio Aborígenes de Colombia, durante ese tiempo se logró el mejoramiento de nuestra sala de informática y se fundó el Internado de Yunguillo, que inició con 27 estudiantes en la Casa Cural y, que gracias al apoyo de algunas instituciones departamentales, municipales y nacionales, como PMA (Plan Mundial de Alimentos), ICBF, Pastoral Social y ACNUR, se logró hacer realidad.

En 1994, recibí el título de bachiller en la Escuela Normal Superior de Sibundoy Putumayo. En el 1999 inicié mi formación como profesional en Antropología Aplicada y Licenciatura en Etnoeducacion, en la Universidad Pontificia Bolivariana, sede Puerto Asís, Putumayo, donde me graduaría en 2005.

Entre tanto, en el año 2003 asumí la coordinación académica y de disciplina del Colegio Aborígenes de Colombia, al tiempo que era Rector el Fraile Jorge Iván Gonzales.

Más adelante, en el año 2004, fui elegida como Gobernadora del Resguardo de Yunguillo, por primera vez en la historia nos daban par ticipación a las mujeres en esta instancia, por lo que significó para mí una gran responsabilidad. Durante mi mandato, cuando la violencia recrudeció, logre dialogar y hacer un acuerdo con el grupo al margen de la ley que hacia presencia en nuestro territorio, quienes cumplieron con el acuerdo establecido.

Dimos así a conocer nuestras reglas y ellos mostraron respeto. El grupo armado no permitió que culminara el gobierno anterior, habían amenazado a la autoridad, a quien le había tocado trasladarse a la ciudad de Mocoa.

En el año 2011 la Secretaría de Educación Departamental y el Ministerio de Educación Nacional reconocieron formalmente al Internado de Yunguillo porque cumplía con los requerimientos establecidos, en este mismo año la UNICEF se vinculó dando la primera dotación, así mismo lo hizo la Alcaldía Municipal, ejecutando la obra de infraestructura física para la construcción del internado.

En el año 2013, gestioné ante el Ministerio de Educación la dotación del internado con camarotes, colchonetas, sobre camas, cobijas, menajes para cocina, entre otros. Finalmente, en ese periodo se crea la Escuela de San Luis las Vegas, una necesidad de los estudiantes pertenecientes a esa comunidad que tenían dificultades de desplazamiento en tiempos de invierno.

Iniciamos con una casa prestada del Señor Maximiliano Chindoy, ahí se empezaron a dar clases, recuerdo que la primera profesora fue la docente Fanny Chindoy Muchavisoy, y que con gran esfuerzo y gestión nos apoyaron en la construcción de las aulas, la tierra fue donada por la señora Úrsula Becerra (Q.E.P.D), y en honor al nombre del nieto que falleció, llamado Luis, se llamó Escuela Rural Mixta San Luis las Vegas. Hasta el día de hoy se sigue atendiendo a los niños y niñas de San Luis en esta escuela.

Otra historia que recuerdo especialmente en mi trabajo como autoridad, fue cuando tuve que viajar a la ciudad de Neiva a resolver un caso jurídico de un comunero llamado Arcadio Mutumbajoy, mi primo, en esa ocasión debí demostrarle al Juez con herramientas jurídicas que nuestro comunero estaba detenido de manera arbitraria e ilegal, al no haber cometido los delitos que se le imputaban. Logramos así llegar a un acuerdo para juzgar al comunero según nuestros usos y costumbres, como nos faculta la ley a las comunidades indígenas.

A mediados de 2004 logramos obtener recursos para la realización y terminación del Plan Integral de Vida, en este proceso tuve la fortuna de apoyar en la gestión logística para el equipo de trabajo y para la comunidad.

En el mismo año, gestioné recursos para mejorar la infraestructura del Colegio, y para la dotación de libros de investigación y materiales didácticos de los estudiantes.

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En el año 2014, sistematizamos el Proyecto Educativo Comunitario, un trabajo muy extenso, que contó con la ayuda de siete secretarios y con el apoyo de los docentes. De 2015 a 2017 seguí trabajando como docente del Colegio Aborígenes de Colombia en las áreas de Matemáticas y Lenguaje.

Desde el 2018 y hasta la actualidad, me he vuelto a comprometer en el trabajo como Rectora, siguiendo la gestión en el mejoramiento pedagógico y de infraestructura tanto del Colegio Aborígenes, como del Internado del Resguardo. En el periodo reciente, a finales de 2019, se logró la firma del convenio de la canasta educativa denominada Unión Temporal “Sugllapi Tukuspa Inganokuna”, de la que par ticipan diferentes instituciones del Putumayo de los municipios de Puerto Guzmán, Villagarzon y Mocoa, y que nos convocamos para la formación de docentes y estudiantes en educación propia e intercultural. ***

Reconocemos a la Profesora Elvira por su gran vocación de servicio a la comunidad, lo que nos ha permitido fortalecer los procesos organizativos y pedagógicos al interior del Resguardo, por lo que recordamos sus palabras: “nunca hacia atrás, echemos para adelante”. En especial, agradecemos los valores que siempre enseña desde el ejemplo y su persistencia en lograr las metas que nos planteamos como comunidad.

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“Cuando estamos unidos, se siente la fuerza y la motivación para continuar tejiendo el futuro de nuestras generaciones.”

Puangi, nuka sutikani José María Muchavisoy Chindoy, aunque siempre me dijeron: “Chepe”. Nací el 19 de marzo del 1923 en las selvas del Putumayo. Mi papá es Salvador Muchavisoy Chindoy y mi mamá, Natividad Chindoy Chindoy; mis hermanos se llaman Florinda, Gregorio, Mario, Samuel, Isidro, Laurentina y Alejandrina Muchavisoy.

Durante mi adolescencia viví con mis padres y hermanos, y disfruté mucho de la cacería y del trabajo que haciamos para el sustento familiar.

Desde adolescente me interesé por participar en la comunidad, por eso me nombraron Alguacil Menor y luego Gobernador de Yunguillo; años más tarde seguí trabajando como alguacil mayor. Recuerdo que también tuve el cargo de Inspector de Policía en Yunguillo, durante unos cuatro años, en ese tiempo apoyé en la solución de algunos conflictos que existían entre los comuneros y aprendí a llevar el registro de los recién nacidos; siempre compartí con la comunidad toda la información que recibía. Durante mi gobierno luché por la formalización del Resguardo, hasta que logramos su titulación en 1953. Mi sueño fue siempre formar los cabildos y organizarnos de acuerdo a nuestros usos y costumbres.

Participé de algunas obras comunitarias, como en la construcción de los trazos para la vía que conduce de Mocoa a Pitalito, junto con los Capuchinos de ese momento, trazamos asímismo la carretera de Mocoa a Santa Rosa.

Conformé mi familia con la señora Balbina Chindoy Evanjuanoy, con quien tuve ocho hijos llamados Rodrigo, Estela, Orlando, Hugo, Silvia, Eli, Franco y Pablo.

Así como me gustó la organización comunitaria, también me interesó animar y participar en los eventos religiosos como sacristán. Mi papá, Salvador, fue mayordomo toda la vida y prestó su servicio a la fe católica. Por esta razón tuve la oportunidad de aprender sobre la biblia, pero también a conocer cómo se debe organizar un territorio.

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Realicé mis estudios en la Escuela de Yunguillo y apoyé en la construcción de la iglesia como maestro, pues aprendí muy rápido y fácil los saberes que las personas que habían venido de Popayán a enseñarnos.

Fue así como organicé un grupo de trabajo y en mingas con toda la comunidad, empezamos a asar las tejas para la capilla y la casa cural.

Fue un trabajo de todas y todos, las mujeres, por ejemplo, recogían la arcilla y la amasaban para poder utilizarla. Hicimos un trabajo tan bueno, que aún el techado de la iglesia se encuentra en buenas condiciones, aunque por descuido perdimos el horno donde asabamos las tejas.

La gente me recuerda por ser una persona alegre, pues no me gustó buscar problemas, y como vivimos en diferentes lugares del territorio de Yunguillo, como Tandarido, Pueblo Viejo, Yanamuko y Azufral, la gente seguro me ha de recordar; pues motivé a las familias a formar el cabildo de San Carlos, y doné un predio donde ahora es el poblado, fue tanto mi cariño por este territorio, que aquí decidí volver a ser semilla un 17 de Septiembre del 2019. *** Recordamos a José María Muchavisoy por su conocimiento profundo sobre las leyes y los marcos jurídicos y por su constante empeño en fortalecer a las comunidades desde la educación, por eso hoy rememoramos una de sus enseñanzas: “cuando estamos unidos, se siente la fuerza y la motivación para continuar tejiendo el futuro de nuestras generaciones”

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“Siento gran motivación por las diferentes luchas y obras que se realizan en el territorio, por continuar con los trabajos comunitarios... Desde entonces he trabajado por la defensa del territorio y la vida.”

Nuka Sutikani Marcial Chindoy Becerra, nací el 27 de agosto del año 1984 en el Cabildo de San Carlos, Quebrada Chontaduro, en el Resguardo de Yunguillo.

Mis padres son Arnulfo Chindoy Evanjuanoy y Rosalbina Becerra Becerra, mis seis hermanos se llaman Jeremías, Felipe, José Pepe, Luis Adolfo, Damián y Elvis Sirilo.

Empecé a estudiar a los ocho años de edad en la Escuela de San Carlos, fui el primer alumno y con mucho esfuerzo logré terminar la primaria. Luego continué mis estudios de bachiller en un colegio llamado Institución Educativa Rural Aborígenes de Colombia del Cabildo de Yunguillo; el fraile Emilio Bedoya, Rector de la Institución me propuso continuar estudiando en el colegio, yo también deseaba seguir estudiando porque muchos jóvenes estaban ya formándose y eso realmente era un gran incentivo, así que acepté la invitación y me ofrecieron apoyo para los útiles escolares y uniforme, como tenía ahorros, no acepté esa ayuda y yo mismo conseguí mis útiles y uniforme.

Al día siguiente podía ir con ropa particular para iniciar con el proceso de formación, en el año 2003 asistí por primera vez al colegio, ese día había una programación institucional para acarreo de material para construcción de un aula, nos encontramos con mis compañeros Camilo Muchavisoy y Lisandro Chindoy, que también iniciaban estudios. Cursaba el grado sexto y a mitad de año me promovieron al grado séptimo porque demostré grandes capacidades; durante mi proceso de aprendizaje me gustaba ser responsable en los trabajos y además hice amistad con los frailes, desde ese entonces inicié proceso como animador religioso y catequista, donde me capacitaron y presté mis servicios a los jóvenes y niños en los sacramentos de la primera comunión y confirmación desde el año 2003 al 2005, predicando la fe católica en los cabildos de Yunguillo, San Carlos, Osococha y Tandarido.

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realizando en el territorio y yo quería continuar con los trabajos comunitarios, así que trabaje bien con la comunidad y no tuve ningún tipo de problemas, continué como autoridad en el año 2013.

Presté el servicio de alguacil estudiantil en el año 2005 para organizar el grupo, acompañar y orientar la ejecución de deberes de los estudiantes y docentes. Ya en el año 2007 terminé el bachillerato, cuando Carlino Muchavisoy fue Rector del colegio; en el año 2008 empecé a realizar labores de docente en el cabildo de San Carlos, gracias a la gestión realizada por el señor Mariano Caicedo en la ciudad de Popayán, con la cual logré la firma de contrato a través de un convenio entre el CRIC (Concejo Regional Indígena del Cauca) y la Secretaría de Educación del Cauca. Fue así que me desempeñé como docente durante siete meses, en esa experiencia me di cuenta que los docentes debemos estar actualizándonos constantemente, ser comprensivos y pacientes; al pasar ese tiempo no continúe ejerciendo esta labor porque también quería que otras personas trabajaran y se les diera la oportunidad, ¡el rol de docente es bien complejo!

En este proceso recorrí por trocha el municipio de Santa Rosa durante dos días de camino, para recibir el juramento y posesionarme como autoridad del cabildo, con ese rol participé en diferentes eventos, organizando y exigiendo la garantía de los derechos de los pueblos indígenas. Desde entonces he trabajado por la defensa del territorio y la vida.

En el año 2014, por invitación del cabildo de Yunguillo, dirigí un curso de Jóvenes Rurales en una formación de 134 horas, a través de un convenio del Ministerio de Cultura y Desarrollo Rural. Hacia el año 2015, firmé un contrato como promotor de asuntos indígenas, trabajé en el territorio de seis comunidades indígenas, visitándolas y conociendo sus particularidades para luego exponer las diversas dificultades padecidas por cada una de ellas ante el alcalde de Santa Rosa.

Ese mismo año conformé mi familia, a la edad de 27 años, mi esposa se llama Sofía Muchavisoy Muchavisoy, ella cursó hasta octavo grado en el colegio Aborígenes de Colombia. Mi primera hija se llama Tailia Lisbeth y mi segundo hijo es Janner Jacobb.

Más tarde, en el año del 2011, tuve la oportunidad de participar en una capacitación en educación del riesgo de minas antipersona en el marco del Proyecto de Fortalecimiento de la Acción Contra las Minas Antipersonas y Mitigación del Riesgo para Poblaciones Indígenas en el Suroccidente de Colombia, con una duración de 40 horas; posteriormente recibí otro entrenamiento como líder para compartir esta información con las comunidades. Ese mismo año me inscribí a la candidatura al Concejo Municipal de Santa Rosa para la administración del año 2012 al 2015 con la organización política Alianza Social Indígena, pero no logré ser elegido.

Un año después, en el 2016 presenté la propuesta de volver a trabajar como autoridad indígena y con el apoyo de la comunidad, logré administrar los recursos para el municipio de Mocoa, estableciendo el acuerdo de guardar un excedente para solventar posibles necesidades del proyecto de Chagra Integral; así, se entregó el recurso al cabildo de Tandarido y luego al Cabildo de San Carlos, las familias entregaban los trabajos según lo estipulado en el proyecto, mostrando su compromiso.

El día 24 de diciembre del 2011 a las 11:00 P.M., la comunidad se encontraba reunida en asamblea y por motivación de algunos familiares y conocidos, accedí a comprometerme como autoridad del Cabildo de San Carlos para el periodo 2012; sentí en ese momento una gran motivación por las diferentes luchas y obras que se venían 31

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Como autoridad, yo era el mediador para hacer la entrega de recursos a las familias; en común acuerdo se entregó un porcentaje a ellos y ellas y la otra parte se estableció como fondo para el Cabildo. Esta organización hizo posible que hasta la fecha actual se apoye a las familias realizando préstamos con bajos porcentajes de interés, así cuentan con recursos económicos que compensan las dificultades padecidas para comercializar sus productos en el mercado, ante la falta de vías de acceso en sus territorios.

Con estos resultados positivos, el año siguiente, en 2017 la comunidad me dio la oportunidad de trabajar como promotor del programa de Generaciones Étnicas con Bienestar donde trabajé durante siete meses, hasta que por petición de algunos comuneros me comprometí nuevamente a trabajar como autoridad en el año 2019 y ahora, para el año 2020 continúo trabajando por la comunidad y pensando nuevas propuestas para contribuir a la gente, mientras sobrepasamos la situación mundial de pandemia, ya que por la emergencia sanitaria ocasionada por el Covid-19, no se ha podido avanzar en los diferentes proyectos.

En estas experiencias he estado muy pendiente del proceso educativo donde se está fortaleciendo la educación propia del municipio de Santa Rosa, en trabajo asociativo con el Concejo Regional Indígena del Cauca (CRIC). ***

Marcial Chindoy Becerra es reconocido en la comunidad por su curiosidad, por su interés constante en la formación y ampliación de aprendizajes que además de fortalecer sus capacidades personales, aportan al buen vivir de nuestro pueblo. Ha sido un líder dispuesto a reconocer las diferencias y leer las necesidades de las personas, logrando proponer ideas estratégicas que han incidido positivamente en el desarrollo sostenible y comunitario de nuestro Resguardo.

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“La medicina y la espiritualidad deben compartirse; los niños y jóvenes deben encaminarse por ese sendero para que el conocimiento no se pierda y la cultura perviva a través del tiempo.”

Puangi, nuka sutikani Gilberto Chindoy Becerra. Nací el día 28 de octubre de 1946 en el cabildo de Yunguillo, en San Luis Las Vegas, aunque actualmente vivo con mi familia en el Cabildo Tandarido. Mis padres fueron Cristóbal Chindoy Mutumbajoy y Delia Becerra Sigindioy. Mi padre había seguido el camino de la medicina del Yagé “Ambi waska”, sabía curar y limpiar el mal viento o malas energías, y nos enseñó que para seguir ese camino es importante ser cuidadosos en la alimentación y buscar protección.

Mis padres me enviaron a la escuela y para poder estudiar tuve que vivir con mis tías, durante un año con una y al año siguiente en casa de otra de ellas. No tenía hermanos, así que para el tercer año compartía con mis primos y mis compañeros, en esos tiempos tuvimos que pasar por muchos esfuerzos y sufrimientos para ir a estudiar, pues debíamos cruzar el Río Tilinguara pasando los palos de guadua atravesados sobre el agua que eran como puentes para el paso, allí buscábamos en la parte baja del río donde había regadera para lograr pasar... en los tiempos de invierno todo era mucho más complicado; no utilizábamos cuadernos y sólo había una pizarra para el profesor, recogíamos blandupeña en la vegas del Tinlinguara para poder escribir.

Estudié hasta cuarto grado, cuando estaba el padre Isidoro de Montclar, en esa época llegaron extranjeros de España, Japón, México y Estados Unidos, recuerdo que tomaban fotos del Resguardo y tenían la intención de hacer registros fotográficos por todo el Putumayo donde hubiese presencia de comunidades indígenas, en ese proceso hicieron grabaciones del Karrustulinda o el Carnaval del día del perdón cerca de brazuelos en el Río Tilinguara, con el compromiso de dar a cambio algunos regalos para la comunidad, éstos todavía existen.

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Al cabo de un tiempo salí de Yunguillo hacia Mocoa para volver a estudiar, pero mi madre enfermó, así que regresé al Cabildo a casa de mis padres, donde también vivían algunos familiares: Eusebio Becerra y Agustina Sigindioy; además compartía mucho con mis abuelos Carlos Chindoy y Tudencia Mutumbajoy, aunque su vivienda estaba retirada de la mía, les ayudaba con los oficios de la agricultura, prácticamente, crecí con ellos, que mucho después fallecieron a avanzada edad.

Para la puesta en marcha de esta propuesta, el inspector Alfonso Becerra nos ayudó a gestionar la solicitud con el obispo, así que al día siguiente nos fuimos Río Caquetá abajo hasta llegar al convento de Mocoa en su búsqueda, allí nos informaron que se encontraba en la intendencia y decidimos ir al parque a esperarlo, cuando salió logramos hablar con él y manifestarle nuestra necesidad de construir una escuela, pero a pesar de su interés nos informó que los recursos con que contaba eran escasos, sólo disponía de $50.000 (cincuenta mil pesos) que sobraban de la Escuela de Osococha.

Con este presupuesto nos autorizó para crear la escuela e inmediatamente salimos a comprar hojas de zinc y madera para elaborar el entamborado, que fue vendida por el señor Nectario Becerra.

Unos años más tarde, empecé a conformar familia en el Cabildo de Tandarido, con mi esposa Julita Muchavisoy, una mujer alegre que atendía con mucha responsabilidad al hogar. Tuvimos cinco hijos e hijas: Germán, María Ruth, Erley, Blanca Cecilia y Flor Ferneli, los hermanos Chindoy Muchavisoy. Para mantener a la familia, me ha gustado trabajar en la agricultura y la cacería.

Cuando finalizamos la construcción de la escuela llegaron los padres el día del Karrustulinda; cada domingo nos reuníamos para rezar con las familias y los padres redentoristas, en el cuarto encuentro dominical fui nombrado como animador de la fe católica y tocaba las campanas prestando el servicio de sacristán allí mismo, en la escuela, pues, aún no teníamos iglesia en el Cabildo. Ya había hecho realidad mi meta de construir una escuela para la comunidad y luego, mi sueño era edificar la iglesia. Manteniendo este nuevo propósito, uní esfuerzos con el padre Mario Toro, quien me ayudó a formular el proyecto y a buscar apoyo económico para la construcción; tras dos meses de gestión, tuvimos respuesta de personas que nos apoyarían con $70’000.000 (Setenta millones de pesos), pero avanzaba el tiempo y pasaron dos o tres años sin que estos apoyos se concretaran; la gente de mi comunidad decía que yo era mentiroso porque aún no conseguía recursos, hasta que finalmente, después de larga espera, recibí la noticia del padre Mario informando que se había aprobado el proyecto y ya estaba disponible el presupuesto para iniciar los trabajos de construcción de la iglesia.

Cuando los hijos cumplieron edad de estudiar, asistían a la Escuela de Yunguillo, cruzando el Río Caquetá; aunque se hacían los esfuerzos necesarios por su educación, veíamos complicaciones y un alto riesgo en el cruce diario del río, por lo que decidí plantear la propuesta de construir una escuela en la loma, en Tandarido; para materializar esta idea dialogué con mi vecino Javier Becerra quien me sugirió solicitar a su padre, el señor Israel Becerra la donación de uno de los predios de su propiedad.

Este primer acercamiento tuvo resultados positivos, pues reconoció con agrado la proposición y aceptó donar el terreno, ya que sus nietos y familiares, que estudiaban en la Escuela de Osococha, también debían cruzar el río Caquetá para asistir a la escuela, corriendo peligros cotidianamente.

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Recuerdo también otro evento en el que par ticipé como representante del Cabildo de Tandarido, donde manifesté que la medicina y la espiritualidad deben compartirse y que los niños y jóvenes deben encaminarse por ese sendero para que el conocimiento no se pierda y la cultura perviva a través del tiempo; las personas allí presentes me apoyaron y aconsejaron continuar fortaleciendo estos procesos en las comunidades. En ese período de tres años recorriendo territorios, hicimos un viaje de ocho días a Ecuador en compañía de Rosa Muchavisoy (Q.E.P.D), con el propósito de formarnos como animadores, allí también participaba un obispo de Leguízamo, que aportó al encuentro compartiendo historias de Dios y relatando diferentes vivencias ocurridas en el territorio.

El padre Mario Toro decidió depositar este recurso a David Murcia Guzmán en su empresa llamada DMG, que era una pirámide captadora de dinero, pensando sacar ganancias y aumentar el presupuesto cuando se necesitara retirar, pero para ese momento, hacia el año 2008 esta red de inversión estaba a punto de desaparecer, de modo que al final perdimos el capital y logramos recuperar sólo $14’000.000 (Catorce millones de pesos); dinero con el que pudimos construir la capilla, así como se encuentra en el cabildo hasta la actualidad.

Como animador, asistía a diferentes reuniones en Santa Marta, Villa Mosquera, Pueblo Viejo, Planadas, Sibundoy, Puerto Limón y Puerto Asís; en estos territorios me garantizaban la logística. En este tiempo presté mis servicios como Fiscal del puesto de salud del Cabildo de Yunguillo cuando se estaba realizando la obra de construcción y participé en la compra de cemento en la ciudad de Pasto, me caracterizaba por ser un alguacil fiestero.

Después de cumplir con mi compromiso y regresar, me informaron que un señor perteneciente a un grupo al margen de la ley estaba preguntando por mí, me citaron en un lugar llamado Curoso, cerca del Cabildo Guayuyaku; me presenté dispuesto para defenderme con el Estatuto Interno y al llegar a ese lugar, nos informaron sobre un asesinato en San José del Fragua y nos solicitaban notificar a los implicados que estaban reunidos en Guayuyaku; en medio de situación hice conocer nuestra cultura y compartí nuestro conocimiento.

Poco después, en la época en que Javier Becerra era Gobernador, me nombraron Consejero Zonal Indígena del Cauca, para gestionar acciones en favor de nuestros niños, pero por falta de recursos no podíamos salir del resguardo al municipio u otros departamentos.

Esta ha sido gran parte de mi historia. Ahora, mi sueño es que los jóvenes reciban los sacramentos, en calidad de animador religioso suelo decir “hoy en día los jóvenes no quieren casarse, no quieren asistir a la iglesia, pero sí a las fiestas, pero cuando pase algo en este mundo se tendrán que arrepentir y se acordarán de mis palabras”, tengo mucho conocimiento de la fe católica y la Santa Biblia, ayudo a la gente a recibir los sacramentos del bautizo, primera comunión, confirmación y matrimonio; soy un Mayor de la comunidad y me gusta

Luego de esto, estuve viajando por diferentes territorios durante tres años, participando de diversos eventos donde hablamos sobre el tema de la Espiritualidad con los Iachas (Mayores); recuerdo que, en uno de estos encuentros, un Mayor analizaba las prácticas de los jóvenes de ahora, observando que no se cuidan y no siguen el buen camino, por esta razón es difícil que tengan permiso o poder para curar.

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Memoria Viva del Pueblo Inga de Yunguillo

compartir mis saberes artesanales en la elaboración de canastos, atarrayas, mochilas; también enseño sobre la medicina ancestral y plantas medicinales, estoy dejando ese legado a los niños y jóvenes para que compartan este saber con responsabilidad y compromiso. ***

El Mayor Gilberto Chindoy Becerra es reconocido por sus aportes al crecimiento del Cabildo de Tandarido y Yunguillo, siendo ejemplo de tenacidad y empeño para el logro del bienestar y seguridad de la población.

Ha sabido leer las necesidades de su gente, proponer alternativas para el desarrollo y emprender acciones contundentes, manteniendo como eje los saberes ancestrales y el compromiso con su pueblo Inga. Su legado de educación, fe y unidad contribuye a la pervivencia del conocimiento y a la solidez de nuestra comunidad en Yunguillo.

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Yunguillo Inga Llagtapi Iuiai Kawsaku Memoria Viva del Pueblo Inga de Yunguillo

Tomo I BiografĂ­as de lideresas y lĂ­deres Ingas

Yunguillo Inga Llagtapi Iuiai Kawsaku Memoria Viva del Pueblo Inga de Yunguillo