RockZone 133

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ACCEPT

T

ráilers, una crew digna de estrellas del rock, cátering y wifi propia… Cuando supe por primera vez de Sabaton con Attero Dominatus, hará diez u once años, intuí que tenían algo especial, pero jamás imaginé que llegarían tan alto. Yo, que los había visto tocar para 15 personas en Razz 3, no me podía perder la consecución de su gran obra, la materialización de tanto esfuerzo y trabajo en un Sant Jordi Club que, si bien anduvo lejos del lleno, sí en cambio gozó de una buena asistencia. Los encargados de abrir fuego fueron Twilight Force. Totalmente metidos en su mundo de fantasía, Frodo Bolsón puso todo de su parte para llegar a sus agudos y bromear sin parar, y aunque Legolas dio espectáculo con orejas élficas incluidas, la verdad es que Boromir fue el que se salió con los solos. Si te gustan Rhapsody, no te los pierdas. Lo de Accept fueron palabras mayores. Ya se sabe que últimamente

no fallan, que se desenvuelven incluso mejor en los grandes escenarios, pero lo que despacharon esa noche en Barcelona fue maravilloso. Daba igual si atacaban fantástico nuevo material como ‘Stampede’, ‘Stalingrad’ y ‘Teutonic Terror’ o sus clásicos: Wolf Hoffmann era la viva imagen del perfecto guitarrista de heavy metal, su sonido era El Sonido, y así, ‘Restless And Wild’, ‘Princess Of The Dawn’, ‘Fast As A Shark’, ‘Metal Heart’ o ‘Balls To The Wall’ fueron poco menos que orgásmicas. Una hora sublime, grandiosa. Por encima del sobresaliente. Cuando llevas tres o cuatro giras seguidas viendo a Sabaton abrir con ‘Ghost Division’ la cosa empieza a cansar. Ése fue el primer borrón de una actuación con demasiados claroscuros. Enseguida Joakim Brodén se puso al público en el bolsillo con la coña de llamar “fill de puta” a su nuevo guitarrista, pero tampoco es normal

que un chico de 36 años abandone las tablas cada vez que puede tomarse un respiro al micro. La falta de continuidad fue otro problema. Quizá a sus jóvenes seguidores aún no se les haya despertado el espíritu crítico, pero ya les digo yo que soltar un vídeo o cortar el show a cada momento para el cachondeo es tener mucho morro. Otra cosa que les achaco es que hayan eliminado la figura del teclista en una banda donde las orquestaciones son omnipresentes, tirando así de mesa para ello, e incluso me atrevería a decir que para los coros. Por lo demás, un repertorio muy centrado en los fans que acaban de llegar, con ‘Sparta’, ‘Blood Of Bannockburn’, ‘The Last Stand’, ‘Carolus Rex’, ‘Resist And Bite’, ‘Shiroyama’ y un largo etcétera, que pasó totalmente de la velocidad sólo recurriendo a ‘The Lion From The North’ y con una única concesión al pasado con ‘Primo Victoria’. Que no tocaran ‘Attero Dominatus’ me dolió en el alma. 121


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