Que la lectura de la Sagrada Palabra de Dios nos enseñe, redarguya, corrija e instruya (2 Timoteo 3:16) y que la guía el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios nos guíe a la verdad (Juan 16:13) de la fe que ha sido una vez dada a los santos para siempre (Judas 3).