Curiosamente, y a diferencia del logro de metas, sueños y objetivos, el lidiar con el fracaso no tiene una serie de pasos sino más bien una serie de condiciones. La primera y tal vez la única es la aceptación. Aceptar las caídas, aceptar que somos falibles, aceptar el sentimiento ominoso ante el fracaso, si: aceptar, pero también aceptar que la meta sigue en el horizonte y nos está esperando.
No me gusta rechazar, estigmatizar, esos estados de ánimo, o más bien de desánimo, que surgen ante el fracaso. Son estados normales como personas que deben ser conocidos, aceptados e incluso valorados. ¿Qué tipo de valoración? Pues nada menos que esos estados de ánimo son los que nos van templando para que, incluso contra ellos mismos, volver a ponernos de pie y continuar nuestro andar.
Las caídas, los fracasos, estarán al orden del día mientras uno avance en pos de nuestras metas, pero los mismos irán desarrollando nuestro carácter como los triunfadores que estamos llamados a ser, así que no lo olvides: paradójicamente, si quieres éxito... prepárate primero para muchos fracasos
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