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Sabes que decidir es inevitable?
¿Sabes que decidir es inevitable? Por: Graciela Large
SI, decidir es inevitable. Es lo más parecido a conocer a una chica que te gusta, y después de pasar una noche juntos, te dices que no quieres tener una relación con ella, y sin embargo, la sigues viendo, para entonces la relación ya es un hecho no reconocido. Da igual lo que te digas, has decidido.
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Igual pasa con la comunicación. Es imposible no comunicar, aunque te quedes en silencio. Es un axioma que ignoran sobre todo las parejas. Cuando una pareja admite que tiene un problema de comunicación, de lo que en verdad están hablando es de la incomunicación; pero sí se comunican, porque todo gesto, actitud, o ausencia de palabra, comunican. Por eso, la protagonista de la incomunicación en pareja es la crítica que enturbia la claridad del proceso comunicativo y también la decisión.
Las decisiones ciertamente son opciones que no vemos. Y necesitamos sentirnos libres para abrirnos a otras posibilidades. De
ahí que se trate de saber elegir la mejor para nosotros. Solo que esa libertad se nos enreda con los deseos, con los sentimientos que nos apegan y con los recuerdos. Cuando esto pasa hemos oscurecido la posibilidad de ser transparentes en la comunicación con uno mismo.

Repasa dos momentos concretos y verás que cuando tienes confianza es posible acceder a un pensamiento claro sobre lo que quieres decir, y también tienes la Visión sobre cuál es la mejor opción para ti en esa toma de decisión.
Si esto no está, tanto la claridad como la transparencia se convierten en las grandes damnificadas en cualquier proceso de comunicación, o de toma decisión. Mientras que ocurre lo contrario cuando somos claros con las personas y asumimos con transparencia nuestras intenciones.
Nos hemos desprendido del sentimiento de apego que se agazapa en nuestro corazón.
Es una cuestión oculta en nuestro interior. Muy pocas persona se pueden abstraer a ello. Cuando sentimos que algo que consideramos muy importante lo hemos perdido, o es posible perderlo, de inmediato caemos en la indecisión, que no es otra cosas que un vano intento de eludir lo inevitable.
Queremos permanecer quietos. Detener el tiempo, creyendo que así no estamos ya decidiendo. Ahorrarnos la incertidumbre o la inseguridad de un proceso no hecho experiencia todavía; muy a nuestro pesar nos sumergimos mucho más en ellas al estar indecisos.
Es por eso que la muerte de un ser querido, o de un referente vital, nos deja sin criterio de decisión. Pesa mucho lo que sentimos perder. Y las nuevas opciones son ganancias hipotéticas que aún no tienen valor para nosotros. Sentimos todavía el vacío de ese referente que como nuestros padres, cuando éramos niños, nos acompañaban sosteniéndonos con su aliento, aunque fuésemos nosotros quienes diéramos los primeros pasos.

Cada decisión es un soltarse de la mano, y ahondar en una comprobación personal que
te lleva a comprobar la validez de un criterio y de tu Visión de vida. Es un proceso continuo de cortar los hilos con la aparente seguridad de caminos, y de experiencias ya vividas por otros antes que tú. Y te lanza a tener que probar por tu cuenta. Todos maduramos con cada decisión y a cada segundo. Y como es imposible no decidir, aceptarnos hijos de la experiencia nos da libertad y coherencia para aprender de cualquier decisión y reconducirla las veces que hagan falta. No queda otra. A por la máxima libertad.

