Teoría y acción en la década de los prodigios

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Teoría y acción en la década de los prodigios

Como toda crónica donde los hechos se narran según el orden temporal en el que ocurrieron, y por parte de testigos presenciales o contemporáneos, como fue mi caso, lo que haré a continuación será trazar la línea temporal en la que fueron ocurriendo los acontecimientos. En primer lugar, se determinará el detonante de esta generación de arquitectos mentores de una teoría y una acción nuevas. Todo comenzó con un cambio generacional ocurrido a inicios de la década de 1990 en los puestos de dirección y redacción de las revistas de los colegios de arquitectos de Madrid y Cataluña, que pasaron a estar dirigidas y elaboradas por una generación de arquitectos con apenas treinta años cumplidos. Así, tenemos a Manuel Gausa al frente de Quaderns d’Arquitectura i Urbanisme del Colegio Oficial de Arquitectos de Cataluña (COAC) —quien de 1991 a 1999 llevó a cabo 34 números (del 190 al 224)—, con un comité de redacción formado primeramente por Albert Ferré, Jaime Salazar, Ignasi Pérez y Jordi Bernadó, y diseñada por Ramon Prat. Con el paso de los años se fue incorporando al equipo un grupo de redactores aún más jóvenes.1 En Madrid, en cambio, fue un equipo más homogéneo en cuanto a la edad. Así, los arqui-

tectos que estuvieron al frente de la revista Arquitectura del Colegio de Arquitectos de Madrid (COAM) —de agosto de 1991 a noviembre de 1992, quienes realizaron seis números (del 288 al 293)— estuvieron bajo la dirección de Federico Soriano —quien también se encargó de la maquetación— y Fernando de Porras-Ysla, junto con un comité de redacción formado por Iñaki Ábalos, Juan Herreros, Luis Burillo, Luis Moreno Mansilla, Emilio Tuñón, Gabriel Ruiz Cabrero, Stan Allen, Luis Feduchi y Ricardo Sánchez Lampreave. El cambio producido en ambas publicaciones consistió en que los propios directores y redactores afrontaron los contenidos de la revista a través de un posicionamiento frente a la situación existente, más que mostrando de forma aséptica la producción de obras de sus respectivos colegiados —y, cuando se hacía, siempre se enmarcaba dentro de un debate más internacional e intencionado—. Todos participaron activamente en la elaboración de artículos, investigaciones, reportajes y revisiones de arquitectos, tanto contemporáneos como de figuras del pasado. Es decir, apostaron por establecer un marco teórico propio, acomodado a sus nuevos intereses y dirigido a establecer un terreno propicio a su simultánea práctica profesional. Como ha declarado Federico Soriano acerca del papel de las revistas en aquellos años, éstas “fueron el material de experimentación fuera de la escuela […]. Sirvieron para reunirse, empezar a discutir de arquitectura […], generando unas ilusiones, unos intereses, una manera de trabajar, unos instrumentales, etc., que compartimos una serie de arquitectos que empezamos a presentarnos a concursos […]; fueron revistas que servían para pensar la arquitectura […], el medio donde se gestan las ideas […]. Las revistas son la universidad fuera de la universidad, un lugar de intercambio”.2 El nuevo modo de enfocar una publicación colegial tiene un claro precedente en la etapa de Josep Lluís Mateo al frente de Quaderns d’Arquitectura i Urbanisme —quien llegó a elaborar 46 números (del 144 al 190) de enero de 1981 a septiembre de 1991—.3 Con Mateo, la revista trascendió el ámbito local y pasó a tener un papel determinante en el contexto internacional, al hacerse eco del trabajo de los arquitectos emergentes como Rem Koolhaas, Herzog & de Meuron, Diener & Diener, Coop Himmelb(l)au, etc. En dicha etapa, Quaderns d’Arquitectura i Urbanisme amplificaría la tradicional figura del arquitecto, asociada a mero constructor de objetos, hasta la del pensador, teórico e interesado en la difusión de nuevas ideas. Hubo otros precedentes, tales como Ignasi de Solà-Morales y Rafael Moneo, quienes también trabajaron simultáneamente en el ámbito de la enseñanza, la crítica, la práctica profesional y la difusión de la arquitectura. Ignasi de Solà-Morales lo hizo desde la Escuela de Arquitectura de Barcelona (ETSAB) y mediante sus vínculos internacionales que estableció como cofundador; junto a Peter Eisenman y Arata Isozaki, de los encuentros Any.4 Rafael Moneo, como profesor en las escuelas de Barcelona, Madrid y, más tarde, Harvard University, y junto con los demás miembros de la redacción de la revista Arquitecturas bis.5 Sin embargo, podríamos ir todavía

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Ricardo Devesa

Crónica de una hazaña colectiva Ricardo Devesa

Crónica de las posiciones contra crónicas Defender y argumentar posiciones, en lugar de narrar y documentar crónicas: ésta fue, al mismo tiempo, la ruptura creada y la irrupción de un nuevo proceder que tuvo lugar en los presupuestos teóricos de la arquitectura española a finales del siglo XX y principios del siglo XXI. Sin embargo, mi situación y la experiencia vivida en la década de 1990 en Barcelona, como joven aprendiz y como testigo presencial e implicado, me sitúa más como cronista de los acontecimientos que como promulgador de las posiciones defendidas por aquella generación de arquitectos nacidos en torno a 1960.

Del congreso de la UIA en Barcelona (1996), a la exposición On-site en el MoMA de Nueva York (2006)

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