De cuando fuimos niños del Ramiro

Madrid 2021

DE CUANDO FUIMOS NIÑOS DEL RAMIRO

En agosto de 2021, motivado por la sensación de ocio escolar que da cogerte todo el mes de vacaciones, me impuse la exigencia de narrar diariamente una anécdota sobre mi periodo ramirense, contando con el móvil para dibujar a dedo y a capella, profesores, espacios y sensaciones a la par que dictaba mis recuerdos al block de notas.

Subidas las entradas a una página, no oficial, de Facebook del Ramiro, encontré, con mucho placer, que mis recuerdos podían ser confirmados, contrastados, matizados y enriquecidos con los generosos comentarios de alumnos mayores (aún que yo, si cabe), y otros coetáneos y más jóvenes.

Mi intención es hablar bien de mis recuerdos y de los que, con su existencia, contribuyeron a crearlos, porque para hablar mal no me molestaría en sentarme a escribir.

Tengo una memoria de aquella etapa de la niñez que me empeño en idealizar sin caer en la cursilería, sino como un recurso placentero que navega entre lo conmovedor, gracioso, vergonzoso, emocionante…En ningún caso traumático ni rencoroso.

Las personas, espacios, costumbres e historias han ido surgiendo sin orden cronológico, aunque en esta recopilación he procurado hablar desde de los comienzos infantiles en el colegio, avanzando hacia el instituto como sucedía antes y ahora.

Yo fui un niño del montón, ni listo ni tonto, ni demasiado nada de nada para destacar por arriba o por abajo, lo cual me otorgó la posibilidad de ser un observador atento de los hechos según iban sucediendo y grabándose en mi cabeza para hoy día, a mis 54 castañas, poder dibujar con trazo y letras la interpretación de aquellos tiempos de clases, amigos, deportes, exámenes, gimnasia y crecimiento en la pertenencia amable a una marca, el Ramiro, en la que cabía de todo (dentro de lo todo que había en los últimos años del franquismo, la Transición y los tiempos del Cambio).

Ricardo de Arce y* Borda

* (retomo “y Borda” en honor a mi compañero Sergio Arana) 2

LA ENTRADA EN EGB Por la mañana, formados en hileras frente al pabellón B, como un imán cristiano, don Santiago Corral y después el señor Moneo, dirigían la oración de la mañana para entrar a clase con un megáfono manual verde con una espiral amarilla del que salía una voz de falsete de comerciante de feria. A la oración precedía el orden de la formación con aquello de "¡cubrirse!", que era la manera de mantener la distancia en las filas entre compañeros y que yo no entendía, pero ejecutaba con aire muy marcial. Visto en la distancia, tenía algo como de arenga del general a las legiones... Creo que era más efectivo, después en el instituto, cuando ponían por megafonía, Carmen de Bizet a toda pastilla para entrar

EL FRONTÓN Una de las peculiaridades que más me llamaron la atención de niño, era que mi colegio tenía frontón (como un guiño involuntario a mi padre de Bilbao). El frontón era lugar de refugio en los recreos de lluvia, en las tórridas tardes de sol de mayo y junio, era en sitio donde formábamos en hileras de carteras guardando el sitio y de niños desfilando hacia las líneas de autobuses y, sobre todo, era lugar de mil y un juegos entre los que recuerdo el frontón con balón de fútbol. En clase había cañoneros con patas de pastor que eran imbatibles en esta modalidad. Recuerdo dejar las marcas del balón mojado en las paredes, el piso escurridizo y durísimo que probamos con frecuencia y sin queja, la guía de metal que delimitaba la altura mínima y que cuando el balón se estrellaba contra ella, quedaba muerto y, por encima de todo, la pericia de los expertos para jugar con el doble bote de paredes que dejaba al contrario fuera de juego y eliminado fulminante.

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MANOLI Manoli era la bedel, portera, ujier, ama de llaves... No sé el cargo, pero era una persona de referencia trascendental para todos (para mí sin lugar a dudas). Aunque no la vieses a diario sabías que siempre estaba allí. Inmutable con su chaqueta azul de Vergara, su impecable y precoz tocado blanco y su sonrisa apaciguadora, solucionadora y llena de autoridad.

Bernardo Adivinalo

Tenía réflex siempre a mano para echarte un flush después de un golpe y de vuelta a correr al patio…

Concha Accame Benavides

Y manzanilla para el dolor de tripa ok

ANTONIO Antonio, enjuto, amable, con su mostacho de húsar, era junto con Manoli el otro bedel de la EGB. Pero sobre todo era el marido de Manoli.

No tuve trato con Antonio, pero instintivamente me parecía un tipo de fiar. Siempre oí hablar bien de él. A mí me llamaba la atención su uniforme con esos puños dorados que parecía un coronel en tiempo de descanso. Seguro que muchos de los actuales cincuentones tienen anécdotas con él. Yo le recuerdo por su aspecto elegante y cercano.

GENEROSA HEVIA Una vez más, convoco a los más veteranos, para que me den razón de aquella profesora de inglés de nuestra más tierna infancia en los tiempos de remate de la Dictadura. No conservo más apelativo de aquella señora que "la Tenebrosa". Vaya por delante que no le reprocho nada en su actitud, aunque tenía una imagen que me hacía dudar si estaba entre los vivos o los muertos, entre amarilla clara, casi blanca, con melena fosca negra azabache y labios sorprendentemente rojos, la tenebrosa tenía la energía de una central nuclear y creo recordar que se atenía más al programa que su colega y coetánea "la loca" y una vez aclimatado a esa imagen inquietante, si no aprendí bien inglés fue por mi culpa, mi culpa, mi grandísima culpa... Si hay algo de verdad en mi relato, por favor corroboradlo.

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DON MIGUEL CORONADO Don Miguel Coronado fue nuestro primer profesor en 1 de EGB en 1973. Teníamos 6 años y yo, personalmente, no recuerdo haber aprendido una sola letra o número con él, pero seguramente algo nos contaría a lo largo del año. Lo que sí recuerdo es su fiera figura. Era un tipo más ancho que largo, casi un cuadrado perfecto, su mirada proyectaba desconcierto hacia dentro y hacia fuera, con un pelo negro pegado con sobredosis de gomina, las patillas y otros rizos no se doblegaban. No tenía mal color, ni bueno, era raro. En sus manos de púgil, creo recordar que en algún dedo, había un sello. La verdad es que era totalmente ajeno a la figura del profe de unos críos pequeños, parecía más bien el chófer de un capo de la mafia... En fin, en aquellos tiempos, recién llegado al pabellón B, mirando por la ventana el frontón, era un colegio enorme con tropecientos niños que arrojaba demasiados estímulos para reparar mucho más en la descripción de don Miguel... Si alguien puede añadir más datos graciosos, que dé un paso al frente.

Daniel Cabanas Cañizares

Yo también recuerdo únicamente los capones. Capones como martillazos sin clavo, injustificados e innecesarios.

Un tipo para el que lo de que "eran otros tiempos" no vale como atenuante.

José Luis Collar Urquijo

La figura es exactamente la que tenía en la cabeza, Ricardo! Pero a mí también los recuerdos de este hombre se me han escapado como el agua entre las manos... posiblemente era un hombre gris (con raya diplomática, como sus trajes), y no pudo resistir la portentosa aportación de anécdotas que supuso tener a Doña Amelia de tutora en 2° y 3° de EGB Ricardo Guerenu

Daba unos capones con el anillo aquel, que rozaban la perfección de un jugador profesional de billar... recibí unos cuantos y siempre dolían exactamente igual, un toque rápido y seco, un dolor intenso y agudo... creo que daba siempre clase a los del mítico F

EQUIPACIÓN DEPORTIVA Otro asunto menor, pero que tampoco quiero dejármelo en el tintero, es la equipación deportiva que nos proporcionaron (entiendo que previo pago de nuestros padres) en primero de EGB. El material consistía en un chándal azul, estrecho a cualquier cuerpo como mandaban los cánones de la época, con algunas rayas blancas decorativas muy deportivas y, excelente detalle, cremalleras blancas laterales en la tibia, que facilitaban poner y quitar el pantalón con zapatones, botas u otro calzado puesto. Por supuesto, el escudo del cole, como en cualquier centro de prestigio (centro piloto del estado, ¡Pocas bromas amigo!), junto al corazón.

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Recuerdo que un compañero publicitaba la prenda con el lema: 'el chándal de gomaespuma, que garantiza frío en invierno y calor en verano'. No comprendo cómo aquel podía tener tanto ingenio, tal vez, sus padres tenían un puesto en el mercadillo.

Aparte del chándal, contábamos también con camiseta blanca con el anagrama del cole en letras azules y pantaloncillo deportivo corto también azul.

Lo mejor era que ésta, fue una única equipación que nos dieron de muy niños y algunos extendieron su uso hasta prácticamente la adolescencia.

Manuel Egea López

Querido Ricardo, tu memoria es extraordinaria, pero en relación al chándal del colegio, tienes una pequeña laguna.

Debajo del escudo aparecían las letras EGB en vertical y como la mayoría de vosotros , por aquella época no sabíais lo que significaba, decíais que se habían equivocado que tenía que poner EGA. Por lo demás, fiel reflejo de la realidad.

Enrique García

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(Foto de equipo original)

LAS VISTAS DE LA AULAS DEL PABELLÓN B Tal vez el aire de septiembre y su luz me empujan a recordar aquel tiempo en el que empezamos a ver el frontón del patio desde las ventanas de las aulas del pabellón B. Entre los 4 y los 6 años ya había estado en grupos de niños, en un colegio de barrio, pero el comienzo en 1° B en el Colegio Nacional de EGB Ramiro de Maeztu, tenía otro tipo de solemnidad y sin embargo, con 6 años, en aquel lugar enorme, en mi clase de 42 niños, desde el primer día parecía que lleváramos allí toda la vida. Creo hablar por todos si afirmo que fue casi instintivo hacerse a los protocolos de la época y que el grupo se hizo grupo instantáneamente sin necesidad de teorías ni modelos. Allí aparecieron los jefes de clase, rivales y colegas entre sí. Uno alto, otro bajito, uno rubio el otro moreno. Carácter peleón ambos, en cuanto hubo oportunidad nos apuntaban en la pizarra según comportamiento. También había el que mejor jugaba al fútbol y sabía algo más de inglés por tener ascendencia en la Pérfida Albión. Enseguida destacaron los listos y los menos espabilados, los que conformábamos la masa sin nada reseñable que estuviese muy a la vista y naturalmente, las características físicas de algunos (bajito, más gordo, orejas de soplillo...etc) que hacían que el portador tuviera que lidiar, con una carga extra por esta circunstancia sin que al final llegará más lejos de la pura anécdota y de las tontas costumbres de una época, infantiladas que se cometen con 6 años desde el principio de los tiempos, y que tal vez, por no analizarlas demasiado, en aquella época se diluían sin tener demasiado efecto (mejor ser un poco niñato en el patio del colegio que serlo de adulto en la empresa o en el Congreso de los diputados.

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EL URINARIO DEL FOSO Se hace inevitable abrir el capítulo del urinario del foso bajo el castillo. Creo que ninguna otra generación de estudiantes conoció lugar igual. Como ha dicho alguien, aquello tenía horario de funeraria, 24 horas 365 días. Desde el umbral yo tenía la sensación de entrar en la sala de máquinas de un barco que se hunde o en un decorado de la peli de Alien, cuando buscan al monstruo. Era un sitio oscuro, lleno de trazas de colores negros amarillos ocres en sus paredes, que rezumaban aguas gorrinas sin poder identificar el sentido ni la dirección. Está húmeda actividad iba acompañada de sus propios sonidos acuáticos y sobre todo de una pestilencia infrahumana que atosigaba el alma, pero no nos impedía entrar y mear. Si el resto del Ramiro no te había forjado el carácter, aquella era otra muy buena oportunidad.

José Antonio Rojo

Había unas tuberías con agujeros por los que salían chorrillos de agua. Se meaba contra la pared y a los pies había un canalillo que siempre desbordaba pis. También había unas cabinas con váteres que jamás me atreví a usar. Creo que nadie nunca lo limpió jamás.

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EL EGEA Egea era como un catedrático de la gimnasia del colegio Ramiro de Maeztu. Ciertamente no le vi dar un salto, echar una carrera o dar una patada a un balón. Fue precursor en el uso del chándal al modo de los dirigentes latinoamericanos. Jamás le vi con otra prenda. Siempre estaba a cierta distancia y siempre a la vista, creo que no le tuve como profesor titular pero, me hago la idea de que mandaba sobre los otros. A mí este moreno pequeñajo, de pelo rizado y bigote denso, siempre me resultó simpático (creo que es mi tendencia con el paso de los años). Le recuerdo más en la zona Vip de la cantina y la mesa de la cancha del Magariños, que dirigiendo una clase, pero siempre tenía un rictus de cachondeo y de generar un buen clima entre los que le rodeaban. Creo que la técnica de "delegado, toma la llave del gimnasio, saca un balón y echáis un partidillo" tan socorrida, en parte procedía de él.

Daniel Cabanas Cañizares

Ricardo de Arce pero sí lo tuvimos de profesor en EGB, no? Además era el que organizaba la liga interna de futbito. O así lo recuerdo yo, pero igual me equivoco, que pasé mucho tiempo por la Virgen y mi memoria se resiente José Luis Collar Urquijo

Confirmo que lo tuvimos más de un año de profesor titular. Y confirmo su buen rollo con todos, sus ganas de hacer de la asignatura algo atractivo que no se le atragantara a nadie ....

EL FOSO El foso era un espacio detrás de una de las porterías grandes junto a las escaleras que bajaban a la plaza de la estatua. Allí había un corredor de unos 3 m de ancho, por 20 de largo que al fondo desembocaba en el pestilente urinario de debajo del castillo. Lo mejor del foso es que suponía una caída libre de unos 2 m, desde el patio grande y estaba delimitado por una raquítica valla de metal con lo cual un niño de unos 30 kg, podía recibir un balonazo, al cruzar por detrás de la portería, despeñarse, e incrementar la estadística de brechas del año. (Todo sea dicho sin ánimo de queja).

Al margen de esta descripción, el foso era un lugar cotizado para echar partidillos de tres contra tres, o uno contra uno, con la maravilla de que las paredes jugaban a tu favor o en contra para driblar al contrario. Como pega, el piso solía rezumar un insoportable hedor a meados que impregnaban el balón con lo que desagradable que es eso en los remates de cabeza.

Otrosí digo, aquellas generaciones pasamos momentos inolvidables en el foso.

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LOS 100.000 PARTIDOS SIMULTÁNEOS EN EL CAMPO DE FÚTBOL Que no pase por alto por manido el asunto de los partidos simultáneos en el campo de fútbol grande. Dos porterías de fútbol 11 y 4 más de fútbol 7 cruzadas, a razón de unos 5 porteros en las grandes, y no menos de 2, en las pequeñas, hacían de aquel patio un sindiós de balones y niños corriendo en todas las direcciones. Yo, que muchas veces ocupaba la posición de portero, recuerdo que bajo los palos con colegas de distintas edades (y distintos partidos), tratábamos de identificar a nuestros propios atacantes no sin parar, en ocasiones, balones que no nos correspondían y tragarnos goles sin enterarnos de que la delantera oponente había llegado al área. A esta maravillosa dificultad, añadir que en los primeros tiempos, el campo era de arena (lo asfaltaron posteriormente) con lo que se montaba una espectacular polvareda en la que no se distinguía un niño de un perro.

Puntualmente, niño o adulto que pasaba por detrás de la portería, se llevaba tremendo balonazo en el oído una vez marcado el gol correspondiente.

Esta situación repetida, recreo tras recreo, nos producía risa, entretenimiento y sobre todo, nos parecía lo más normal.

Enrique Ramo Mancheño

Además del riesgo del balonazo en la oreja estaba el del balonazo en la mano que portaba el bocadillo en el recreo. Era espantoso sentir que el bocadillo (todavía no se decía "bocata") salía volando. En muchas ocasiones, con el patio aún de tierra o cuando era de asfalto, recogía los restos del bocadillo, los inspeccionaba, los sacudía y dependiendo del hambre que tuviera, solía ser bastante, lo abandonaba en el suelo y era rápidamente aplastado, o lo seguía comiendo y continuaba con el partido... Ahora denunciarían al centro por permitir este tipo de conducta alimentaria Álvaro Cirujano

Brutal dibujo y la imagen de ese kaos imborrable en mi memoria. En una ocasión en Marrakech en plena hora punta me decía un amigo que no había visto nada igual en la vida ..y yo le dije; "pues a esto metele 7 balones de fútbol" y estarías en el patio de Ramiro .. A día de hoy aún flipo pensando cómo lo hacíamos..

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CONCHITA BENAVIDES La señorita Benavides era una profe de matemáticas y ciencias en nuestro sexto de EGB. Era una chica, ahora no sé de qué edad, de ojos verdes, cara guapa y ganas de hacer las cosas bien. Era seria, disciplinada y cuidadosa con nosotros, e intentaba por todos los medios que aprendiésemos a sumar quebrados. Ese es mi recuerdo y creo que esta vez no me traiciona la memoria ni el entusiasmo, por hablar bien de los profes de la EGB. José Luis Collar Urquijo

Yo también sólo tengo buenos recuerdos para Doña Concha, o para "La Conchita Benavides". Seria pero cercana, desprendía tranquilidad. La recuerdo más bien en séptimo y octavo, manejando con mano izquierda lo peor de muestra edad del pavo. Daba física y matemáticas, explicaba muy bien.

Sonsoles Benavides

Yo no la tuve de profesora pero la tengo de tía! Jajaja.

Os informo de que está estupenda, disfrutando de la jubilación a tope. Me alegro mucho de que la recordéis con cariño, le mandaré recuerdos de vuestra parte

LA CHURRERA Para los veteranos de este grupo, "la Churrera", este personaje, breve pero intenso en aquellos recreos de los 70, es uno de esos casos en los que la fuerza de la imagen suple con creces, la existencia de diálogos u otras interacciones. Nuestra relación consistía en el tráfico de churros y porras de a pela o a tres pelas. La churrera estaba al pie del cañón, cerca de donde se ponía Geni, con su cesta, (a veces acompañada de lo que suponíamos su hijo en virtud de los genes y que también participaba en el mercadeo churrero con su propio cesto) y allí vendían hasta agotar existencias entregando puntualmente las vueltas de pesetas más brillantes que nunca, merced al aceite que escurría de churros a dedos y de dedos a moneda. No comí muchos churros, pero creo que la imagen que me quedó grabada es bastante fiel a la real y precisamente esa imagen era la que te indicaba que una dieta rica en churros, no era muy aconsejable.

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LA LOCA La "loca", con este apodo poco imaginativo nos referíamos a aquella profesora de inglés de nuestra infancia más lejana. La loca entraba en clase dándose un golpe en la frente como para sufrir una conmoción cerebral y espetaba: "I met a boy"... Yo entendía eso "¿Conocí a un chico?"... Vamos que no entendía nada y que no sé lo que esperaba de nosotros, pero me reía mucho con ese autotortazo en la frente (una vez que me acostumbré y se me pasó la sorpresa).

Está profesora fue también una adelantada a su tiempo en cuanto a conciencia ecológica y a reciclaje. Traía siempre un taco de papel, impreso por las dos caras, y nos hacía escribir exámenes ¡entre las líneas impresas!... Ruego si hay alguien por ahí que me pueda confirmar este extremo porque haya vivido esa experiencia, que de fe de ello...Creo que se llamaba María Teresa Cristóbal Rojo Escobar

A mi "La loca" me enseñó poco Ingles, la verdad, pero reconozco que me ayudó a "mazarme" antes de tiempo... No sé qué manía la entró conmigo, que aunque decía que yo por lo menos era "buen chico", merecía ponerme un día sí y otro también con los brazos en cruz, con un libro en cada brazo. Malo esto para aficionar a la lectura, pero si cojonudo para tener luego unos buenos hombros que ayudan a lanzar jabalina!

Recuerdo que estando en las aulas con jardín, pusimos un candado en la cancela y la obligamos a saltar la valla metálica (no muy alta) para disfrutar de ese momento "indigno" de la señora de hacer un esfuerzo físico extra levantando las piernas más de la cuenta... Con que poco nos contentábamos...

Nacho Cereijo Pecharromán

En una clase se metió un boli Bic en la boca empujando la parte de abajo de su lengua para pronunciar correctamente "w" en inglés. Acto seguido intentó demostrar que ese método funcionaba con un compañero, pero con el mismo boli. El grito de la clase fue el mismo que el de un pasaje de boing 747 cayendo desde 10000 pies.

EL TOMATE Antes de que pierda el impulso por contribuir a narrar la historia, traigo la imagen del "Tomate" que algún comentario de vosotros ha desenterrado de las catacumbas de mi memoria.... No tengo claro el cometido de esta gente, más allá del artículo de los educadores que habéis publicado, pero aunque no crucé palabra con este señor, no pasó desapercibido y de la manera que traigo en garabato, ha permanecido durante cuarenta y muchos años atrapado en mi cabeza hasta que lo habéis sacado a golpe de dimes y diretes de Facebook.

God save the Carap****!!

Juan Ignacio Álvarez Badillo

Carlos ¿De La Rubia? ... El Hombre de la Jeta de PN ... Era buen tío ...

Precursor de los DJs de las discotecas ... ¿Cuántas veces pudo llegar a poner

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el Disco de la Alborada Gallega cada vez que teníamos que entrar en clase?

EL PELIGROSO JUEGO DE CORNISA Y REJA En el patio de columnas del pabellón A, junto a las escaleras de acceso al edificio, había una cornisa a metro y medio del suelo que llegaba hasta la reja de una ventana. Durante un tiempo se estableció un juego que ríete tú de los del hambre. El que tenía la posición de agarre a la celosía de la ventana iba derribando a todos los temerosos que se acercaban para conseguir ese puesto con la ventaja de que él estaba anclado, y el resto en dudoso equilibrio. Cuando más de un aspirante conseguía enganchar fatalmente al líder, se producía una pesadísima melé que caía extraplomo al vacío y algún advenedizo de atrás conseguía conquistar la plaza. Salvo que la caída hubiera tenido consecuencias fatales, una vez deshecho el lío de piernas y brazos, subíamos las escaleras y a la cornisa a jugar de nuevo con peligrosísima ludopatía.

En estas lides era excelente mi compañero José Miguel Antúnez, que más adelante explotó sus condiciones físicas en el deporte de élite.

Finalmente, con buen criterio, la dirección del colegio decidió anular la cornisa con cemento evitando una desgracia que no llegó a producirse nunca (creo)...¡Joé, cómo lo pasábamos!!

Cristóbal Rojo Escobar

Precisamente jugando por esas escaleras, me encontré una cartera de donde asomaban 1.000 de las antiguas Pesetas... (una pasta en esa época) ahí forjé mi convencimiento de que no valía para chorizo... Aunque la situación era tentadora (esa cantidad daba para 300 polos, 1000 churros, 200 porras, unas 50 palmeras u otros tantos cuernos) finalmente mi reacción natural fue buscar al dueño y devolverle la cartera y... por supuesto las 1.000 pesetas. El dueño era el Sr. Antúnez!! Un abrazo José!!

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PUESTO DE VENTA DE GENI EN EL PATIO DE COLUMNAS A la hora del recreo de la EGB, Geni tenía reservado un curioso puesto de venta subido a una cornisa a metro y medio de altura, que estaba en el patio de columnas del pabellón "A", y que separado por una reja, daba al frontón. En equilibrio, con un montón de niños y balones por debajo y una nerviosa clientela separada por la reja enfrente de él, Geni despachaba bocatas, bollos y otros productos que sacaba de las cestas que traía... Trato de explicarlo en el garabato adjunto.

Mauro Aguirre Alonso

Había para mí un momento sublime.

En el recreo, nos agolpábamos en torno a la barra de la cantina cientos de chavales pidiendo como locos algo a Geni. Como el pobre no daba abasto, era prácticamente imposible que te atendiera antes de acabar el recreo, pero había un truco que no fallaba.

Un compañero desde atrás gritaba "Genipollas" y Geni se volvía enfurecido escudriñando de quien pudiera proceder semejante afrenta. En ese momento, tú aprovechabas la situación y decías, ahí, Geni, ha sido por ahí donde lo han dicho. Acto seguido, el, que era un tipo de ley te decía: ¿que quieres? y tú aprovechabas el glorioso momento para pedirle tu cuerno o lo que fuere.

Lo tengo grabado a fuego.

Que grandes momentos.

Larga vida Geni. Eres un santo!!!

DON SANTIAGO CORRAL Don Santiago Corral era tutor de mi hermano en el 73 y marido de doña Amelia; un tipo largo y amable con fino bigote blanco, espesa nube blanca en la nuca, gafotas de pasta negra y perenne guasa en el cuerpo... Siempre de paso, entraba en mi clase para recordar a Jorge Amat que era la tercera persona del singular del presente del verbo amar...

Javier Loras

Grande Don Santiago Si le tuteabas, rápidamente te decía " hemos comido alguna vez juntos en la misma mesa?" entonces sigamos tratándonos de Usted.

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DOÑA AMELIA MORENO Doña Amelia, mujer de don Santiago Corral, fue mi tutora en segundo y tercero de EGB...¡Cómo le tendría la cabeza a la mujer con mi infatigable verborrea! que citó a mi madre al pie de las escaleras, en dónde la vivienda de Antonio y Manoli, y mientras se descargaba con ella, me increpaba a mí al grito de "cotorra, cotorra", mientras yo me refugiaba entre asustado y divertido en las faldas de mi madre Daniel Cabanas Cañizares

Sobre mi comportamiento en clase también hizo comentarios constructivos y me lo dejó escrito, para que no lo olvidará. Lo cierto es que tenía toda la razón.

José Luis Collar Urquijo

Yo recuerdo un día en que la ruta se retrasó y me acompañó hasta la clase mi hermano mayor (me lleva 8 años).

Doña Amelia aprovechó para soltarle un recado: "Dígale a su madre de mi parte que yo no he venido aquí a domar potros". Única en su especie

EL PADRE IGNACIO El padre Ignacio era un cura que oficiaba misas en la capilla en el edificio de la secretaria y que pasó a los anales de mi memoria porque tenía la costumbre de dirigir los temazos de misa, alzando sendos cuernos rockeros que movía al pegadizo ritmillo de los cánticos. Yo no entendía nada y hoy día empiezo a dudar de la veracidad del gracioso recuerdo (dejo al que me pueda dar razón de esto, que salga a defenderlo, o lo niegue rotundamente).

Ya en lo personal recuerdo qué en 5º de EGB, doña Carmen Valdovinos nos abonó a la misa de los miércoles a mediodía. Cada día por parejas teníamos que ayudar al padre Ignacio como monaguillos. Alguno se jactaba de pegarse buenos lingotazos de vino de consagrar. Cuando me tocó a mí hacer de monaguillo, no probé el vino, pero sí la paciencia del cura porque él se empeñaba en que echara el vino en el cáliz mojando sus dedos y yo, desconocedor de esa parte de la liturgia, intentaba esquivar las manos rockeras del padre.

Fernando Martín

¡Por supuesto que al entonar sacaba "los cuernos" al sol!, como más adelante popularizaría otro famoso cantante (éste, heavy) Ronnie James Dio, mientras cantaba (el padre Ignacio) "Habla Señor, que tu siervo escuuuchaaaa, tú tienes palaaabras de vida eteeernaaa"

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DOÑA CARMEN VALDOVINOS Fue nuestra tutora en 5º de EGB. Ese año fue la aventura de ocupar un aula en el Hispano-marroquí, el edificio Transatlántico. Aparte de la novedad de la ubicación en el otro extremo del colegio, fue un año marcado por la personalidad de la dama de hierro del claustro de profesores de EGB. Nos encontramos con una señora, hija de su tiempo, serena, amable, cariñosa, pía (pero nada moñas) con la autoridad de un general de brigada y la accesibilidad (por las buenas) de un vendedor de caramelos.

Daniel Cabanas Cañizares

Otra grandísima profesora y educadora Ricardo Guerenu

Fantástica maestra... y si, una mezcla entre curiosa entre el general Patton y la Madre Teresa de Calcuta... no sé qué parte me gustaba más.

José Luis Collar Urquijo

Se notaba que doña Carmen tenía pasión por la enseñanza. Suscribo totalmente esa dualidad materno-marcial que tenía la buena señora.

EL CEA Al "Cea", le tuvimos en la asignatura de dibujo que llamaban algo como pretecnología y plástica... Con lo fácil que es decir dibujo. A este profesor le recuerdo más por su imagen de personaje de teatro que por el ejercicio de su cargo. Era un tipo menudo, trajeado, que fumaba cigarrillos con larga boquilla negra, con su bigote de tira muy a la costumbre de la posguerra. Tenía un estilo antiguo incluso para los 70...Yo la inclinación por el dibujo la traía de casa, pero no conseguí entusiasmar al Cea ni un pelo. Ni me lo propuse. Salí adelante con un "Bien", que era él ni chicha, ni limona' de los aprobados...Una vez más, nada que reprochar, tampoco del Cea.

José Luis Collar Urquijo

Yo la verdad es que no recuerdo nada malo del Cea. Recuerdo su parsimonia. Si había murmullo en clase se callaba y se concentraba en su pitillo con boquilla: "Estoy esperando". Otra calada. "...Y sigo esperando a que se callen". "Usted, salga a la pizarra y apunte a todo aquel que abra la boca"

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NIÑOS DE RUTA Aquellos autobuses Pegaso, Setra Seida ponía en el mío, (coche número 3), hacían cola para salir a Serrano, por la calle de las clases con jardín. Yo era de los de comedor y de ruta, es decir, que a parte de mi clase y los recreos, hacía jornada continua, extensa e intensa en el cole.

El viaje de ida y de vuelta en el autobús implicaba otro entorno más de relaciones con sus reglas y sus personajes.

Nuestro chófer, era un tipo enjuto, envejecido precozmente, tenía un solo diente enorme como el cuñado de risitas y apodó al jefe de ruta que a la sazón, era mi propio hermano, como "el Caballero de la Triste figura" y es que realmente mi hermano era flaco como el caballero andante y tenía bastante de Quijote, aunque daba buenos capones en el ejercicio de su ministerio, y es que un jefe de autobús, imponía su autoridad a golpe de golpe en la cabeza.

Por lo demás, de vuelta por la tarde a casa, mi ruta bajaba por Serrano y salía a la Castellana por María de Molina, dejando niños en dirección sur mientras escuchábamos a Jarcha con libertad y sin ira, y llegábamos a Colón mientras levantaban de arriba hacia abajo, las torres de Jerez, cogíamos Recoletos, sin dejar de distribuir niños, y pasábamos por Cibeles y Neptuno con sus tiras de bombillas amarillas enroscadas en las farolas en tiempos prenavideños para por fin, con la tonadilla en la relojería Enrique Busian, enfilar el Prado, subida de Scalextric de Atocha, bajada por Santa María de la cabeza y batalla del Salado a mi casa. En invierno llegabas con la noche encima y ya en primavera con un sol ardiente en el cogote.

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ÉRAMOS LOS DE COMEDOR, nos diferenciábamos de los que comían en casa, aparte de en lo obvio, en que ellos se incorporaban por la tarde a clase peinados, reciclados y con lustre y nosotros (que nos chupábamos 9 horas seguidas de colegio) llegábamos a las clases de la tarde más chamuscados que la moto de un hippie.

A las 13 horas, bajábamos por las escaleras del pabellón B y accedíamos en formación a una sala enorme, semisótano, a la que entraba luz por la calle Jorge Manrique. Cada día presenciábamos un magnífico espectáculo de organización con infinitas mesas alineadas, niños que se distribuían por grupos previamente concertados y, lo que más me gustaba, aquellas chicas con relucientes perolos y cazos que servían las lentejas, sopas, purés o lo que tocase en el menú diario con una precisión y velocidad que hipnotizaba.

Aparte de estallar los quesitos que puntualmente te daban de postre, en la pared del frontón, una cosa que nadie se comía eran los huevos cocidos, creo recordar que un día me comí uno por despiste, y me aplaudieron. La verdad es que, no era Casa Lucio, pero se comía bien. Si nos quejábamos del rancho era por seguir la corriente a la mayoría, más que por otra cosa. En definitiva, la experiencia del comedor, era otra muesca en la culata de tu revólver

Jesús García Pérez

¡Presente, servidor y me quedo a Comedor!, era la frase cuando pasaban lista..

Víctor Del Campo

Bueno uno recuerda aquel dicho que llegó a hacerse popular y con cierto tomillo sarcástico : “Si te quieres suicidar no te tires desde un puente….. come en el Ramiro y te mueres de repente” pero quizás era un poco exagerado

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LOS PATIOS DE COLUMNAS A ambos lados del frontón, las entradas del pabellón "A" tenían un espacio semicubierto sostenido por columnas de cemento, era un lugar de paso para acceder a las aulas que no desaprovechamos para echar partidillos, con la dificultad de que muchos de los rebotes de balón eran involuntarios por la cantidad de obstáculos que presentaban, además estaban enlucidos con una pintura verde grisácea que generaba una especie de polvo de ántrax, que no afectaba a la presencia de ánimo de unos niños que salían como toros del encierro. Lo bueno de estos y otros recovecos del Ramiro era que, además de compartir campos e instalaciones que generaban formidables eventos de masas; patios de columnas, foso, castillo etc., eran microclimas que daban cierta exclusividad de juego de uno contra uno y de tus propios grupetos de incondicionales.

EL CASTILLO era la cubierta del infecto urinario del foso. Era una posición elevada respecto del resto del patio y constituía un lugar estratégico lindante a sus espaldas con Jorge Manrique, rodeado de una simbólica vaya por el frente, el lateral, que daba a la escalera que bajaba al foso, y por el trozo que daba al propio foso, que suponía una formidable caída para estar protegida por tan miserable delimitación. Viéndolo se podía intuir por qué unos niños lo llamaban el castillo. Tenía algo de lugar exclusivo con aforo limitado. Allí se jugaban entre otras cosas, los más sofisticados partidos de chapas. Eran auténticos torneos en los que los contrincantes desplegaban un material elaboradísimo en cuanto a las alineaciones de los equipos, perfectamente etiquetados, con sus porteros en tapón de Coca-Cola de litro abollado e incluso porterías a escala (en el dibujo pongo la portería de manos cruzadas porque nunca entendí la inmovilidad del portero gordo de tapón de Coca cola)

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EL CONSABIDO COSTALAZO POR DESCOLGAMIENTO DEL LARGUERO Quisiera saber si solo yo me he pegado un costalazo monumental al balancearme en el larguero de estas porterías, escurriéndome fatalmente en el momento de mayor impulso, cayendo en plancha sobre el asfalto con serias e inquietantes dudas de si me podría volver a incorporar.

Me gustaría conocer qué porcentaje de alumnos de mi época, sufrieron este infamante y peligroso accidente, o si fui el único gilipollas.

La verdad es que solo me pasó una vez...El tubo de las porterías era más gordo de lo que había calculado. Todo un aprendizaje

César Carter

Yo era más de tirar de los pantalones de los que se colgaban de los brazos ..

José Luis Collar Urquijo A mí me pasó, pero muy pocas veces: una, porque el larguero estaba mojado y resbaladizo; otra, porque me agarraron del pantalón; otra, porque me dieron un balonazo; otra, porque iba con guantes; otra, porque casi alcanzo la horizontalidad y me asusté.... vamos, muy pocas veces. La mayoría de las veces mereció la pena hacer el mono Nacho García

Ricardo... no fuiste el único gilipollas.

Isabel Gutiérrez

Yo! Vino hasta la ambulancia por el golpazo en la cabeza al caer ....

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EL SR MONEO Gafas ahumadas, pelo herméticamente peinado, cigarro sempiterno en mano, chaqueta y corbata sin arruga ni doblez...¡El Sr Moneo!!, profesor de Ciencias y matemáticas de la EGB; coseché numerosos cates en los controles de sus materias sin que la sangre llegará al río de septiembre...Nunca se le pudo reprochar nada a este correctísimo y simpático gentleman de nuestra educación infantil...He visto esta imagen suya ahora mismo en http://tomdupmor.blogspot.com/p/luis-munoz-cobos.html y es exactamente igual que como le tenía archivado en mi cabeza hace 40 años.

Miguel Angel Moneo Vara

Gracias por poner esta bonita foto., gran profesor y gran padre también.

DON LUIS MUÑOZ Luis Muñoz, el Porky, apodado así creo que por su tendencia al estilo iracundo en el discurso, (ese apodo lo heredamos de generaciones anteriores) era un profesor de la vieja guardia. En mi experiencia, don Luis, no trajo nunca al aula sus filias políticas ni mucho menos sacudió a nadie. Creo poder hablar por los 40 críos que había ahí dentro, que ninguno sufrimos ningún tipo de trauma por aquellas invocaciones suyas del tipo: "¡niños de caca, que desayunáis con mierda!", muy al contrario nos reímos hoy en día de aquel estilo políticamente incorrecto, y recordamos al maestro como un tipo, anécdotas aparte, empeñado en transmitirnos algo de Geografía y "Sociales" (que era su asignatura), sin intentar echarle la culpa de lo que luego no hemos logrado o nos ha quedado grande (probablemente al margen de las formas del profe que no se comió a nadie). También guardo un recuerdo cariñoso para este fenómeno.

José Luis Collar Urquijo

Yo creo que fue en sexto, cuando era nuestra tutora Mari Ángeles Gutiérrez... Inolvidables recuerdos del Porky, D Luis Muñoz Cobos, que fue director. Cierto que cuando alguien venía empanado le solía espetar: "Que nene, hoy te has desayunado con caca". Cuando alguien intercedía en favor de algún compañero, solía exclamar: "si será abogao de secano er tío". También recuerdo que nos pedía que rellenáramos las fichas con letra "chiquitita y mona", según él nos iba dictando.... En resumen, aprendimos mucho, nos reímos mucho y nos seguimos riendo !!

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CONCIERTOS DE CLÁSICA EN EL TEATRO Muchas tardes, de miércoles probablemente, nos convocaban en el patio de butacas del teatro y nos metíamos entre pecho y espalda la actuación de un cuarteto de cuerda, violinista, arpista, guitarrista, o una cantante de arias nibelungas, o un fragmento de La Traviata. Todo ello sin pago de la entrada (que nosotros supiéramos), y con el jubiloso coste de oportunidad de ocupar el tiempo de otras materias (física, química, ciencias naturales, o lo que fuera...), que siempre comportaba el riesgo de no sabérselo, en caso estar en tiempo de preguntas, o de no entenderlo, si fuera el momento de las explicaciones. Tampoco es que entendiéramos muchísimo la ópera ni que nuestras orejas de madera estuvieran a la altura de la oferta, pero a mí, desde luego, me venía mucho mejor la pildorita musical y la recibía como público agradecido.

Jamás participé de las algaradas gamberras pateando el suelo como cafres.

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MELÉNDEZ ESTÉBANEZ, EL MARCIANO Tengo una nebulosa sobre este hombre, era un profe de la EGB al que apodaban "el Marciano", no lo tuve nunca, pero lo vi por allí. Era un tipo que resultaba muy gracioso por su aspecto de personaje de cómic... Si alguien los reconoce y se acuerda, que me diga a qué se dedicaba o si es producto de mi tocada memoria- imaginación JC Ramírez

Meléndez Estébanez. Su materia era inglés, pero en octavo era mi tutor, y daba también otras asignaturas.

EL EMILIANO El Emiliano era un buen hombre, sencillo, profesor tranquilo, con un humor sereno y riguroso en su arte docente. Creo que su talento radicaba en no hacer más importante la figura del profesor que la asignatura. Su paso a la posteridad de mi memoria se ha hecho merecedora con creces gracias a ese antidivismo.

José Luis Collar Urquijo

Muy buen profesor, muy amable y muy tranquilo. Buen seguidor del Estu, nos veíamos siempre en el Magariños. También seguía con interés nuestra liga de futbito. Fumador empedernido, tenía una técnica especial para hacer minúsculos aros de humo usando el plástico de las cajetillas de cigarrillos, a las que les hacía un agujerito en una esquina. Lo tuvimos en Sociales en Séptimo y Octavo de EGB. Muy buenos recuerdos

LAS FUENTES DEL CAMPO DE FÚTBOL eran unas copas verdes con una bola dorada en el centro de la que salía el chorro en vertical. Tenían la propiedad de que se estancase una buena cantidad de agua alrededor del chorro, lo que daba la posibilidad al que bebía, de duchar a los de atrás haciendo pala con la mano, con la tensión de que entre tanto le propinaran una colleja con el riesgo de dejarse el hocico contra el surtidor...

Esto sucedía puntualmente en las enormes colas para beber, lo cual no te desanimaba a ir a abrevar una sed de justicia en un recreo de comedor de 2 horas, bajo ese sol de primavera avanzada que rebotaba desde el asfalto tras encadenar dos o tres partidos.

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DON SANTIAGO MANRIQUE El "Manri", don Santiago Manrique era tutor nuestro en 4º de EGB. Fue su último año como docente en el Ramiro pues murió el verano siguiente. El Manri era una persona excepcionalmente amable, como docente siempre decía: "yo te pongo el filete delante pero no me lo como por ti".

Es una frase que he arrastrado hasta mis días de hoy, era la manera de decirte que te mostraba el camino pero que no lo recorría por ti, ni te llevaba de la mano.

Manrique era un amante de los gentilicios y hacía concursos en clase haciéndonos avanzar y retroceder por puestos en función de que acertaras la pregunta: "¿cómo se llaman los de Calatayud?"... El que contestaba bilbilitanos se ponía en cabeza de la clase haciendo todos, mudanza de un pupitre a otro.

Manrique también era fan de una novela italiana que se llamaba "Corazón" de la que hacíamos lecturas comunitarias. A mí me parecía un poco ñoña pero conmovía la afición que le tenía el maestro. Un gran tipo el Manri.

José Luis Collar Urquijo

Muchísimos recuerdos con el Manrique, la clase era una constante competencia por los primeros puestos... Yo un día vi el cielo abierto porque me sabía el gentilicio de los de Huelva, pero alguien se me adelantó con lo de onubenses. Y me pasé el año siendo penalizado: "5 puestos atrás por hablar". Lo cierto es que todos estábamos esperando su: "1, 2, 3 responda otra vez!". Recuerdo bien Corazón, de Edmundo D'Amicis, que incluía historias que contaba el maestro a sus alumnos, entre ellas "De los Apeninos a los Andes", años antes de que pusieran en la tele "Marco", uno de los himnos de la Demencia: "En un puerto, italianooo...!"

DON JUAN SOLA Don Juan Sola era un profesor nuestro de mates de la EGB. Reconocido como uno de los huesos tempranos a los que te enfrentabas en tu infancia, era un tío largo, gracioso, moruno y bastante listo que tocaba el silbato a las entradas y salidas haciendo un a modo de cacaraqueo que yo personalmente admiraba muchísimo, y he sido incapaz de imitar.

Gabriel Tourné

Era un gran profesor, desde mi punto de vista, que nos enseñaba jugando con las entibaciones, las zapatillas de estar en casa, los cambios de bandera en las ecuaciones… y que nos hizo disfrutar de la música clásica con sus historias de Peer Gynt… yo le recuerdo con gran cariño

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QUESITOS EN EL FRONTÓN Mi hermano mayor, varios cursos por encima, ya me había comunicado que cuando nos diesen quesitos de postre en el comedor, éstos, se guardaban y se estrellaban oportunamente en las paredes del frontón. Es cierto que en día de quesitos, aquella y otras paredes aparecían untadas del producto de la vaca que ríe pero, en mi caso, de natural glotón, los quesitos no llegaban a salir del comedor a no ser que fuera dentro de mi estómago.

En consecuencia, nunca asistí al lanzamiento de quesito y la imagen que recreo es puramente inventada

LA FLAUTA Durante la EGB, hubo varios profesores a los que hubo que rendir cuentas con la dichosa flauta Honner. De todos ellos solo recuerdo los recitales con el Emiliano, una nana de Brahms que no dormía ni a una cabra (en mi interpretación, claro), el "Muchas uvas verdes", que tenía una letra que me producía mucha vergüenza ajena y que hizo que un tipo nada conflictivo como yo, alterarse al Emiliano como nunca nadie lo había conseguido. No pude contener la risa, me cascó un cero y después tan amigos. Del repertorio del profe recuerdo también algo como "la molinera viste mantillo y faldón..." Mi la la la si do do do si do si la...(creo que debería defragmentar el cerebro para que funcione mejor).

En cualquier caso, yo era un mediocre flautista, de mitad de la tabla para abajo, aunque no llegué a los niveles de algunos compañeros que cuando nos tocaba por turno interpretar el tema del día, eran esperados con gran expectación porque versionaban las canciones a un nivel irreconocible, generando unas psicofonías de ultrasonidos asesinos que desataba la locura de risas en el aula, sin que esto provocase, trauma, enfado o humillación en el músico, todo lo contrario, se crecía frente a un público apasionado que le esperaba en calidad de actuación estelar.

Cristóbal Rojo Escobar

Nunca comprendí como, poniendo los deditos en el mismo sitio que el resto, a mi me salía un sonido estruendoso que era incapaz de controlar... Controlar el soplido! Me dije... Incapaz! Hasta que un día me tocó preparar el 2° Movimiento de "La sinfonía del nuevo Mundo" de Dvorák... Y tras semanas de ensayos, destrozando los oídos de mi familia, lo bordé en el examen final de flauta. ¡¡Un 10 en música!! ¡¡Otro en gimnasia!! Y 8 en mates con Don Juan!! El resto, aprobao pelao... y cate en Inglés! A chulear!! Y to el verano en la puta academia de inglés...

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EL CHIVATO DE PIZARRA era una figura, imagino, no solo del Ramiro. Era un tipo elegido por el profe para apuntar en la pizarra a todo aquel que hablase, con la amenaza de un castigo posterior que, generalmente, no se materializaba. Las listas de Schindler que generaba este minifuncionario de la delación, eran mucho más extensas que la pizarra. Además marcaba la reincidencia al modo que se cuentan los días en prisión. Este era un puesto de prestigio que yo nunca ostenté, porque estaba predestinado para delegados, representantes, preferidos... Lo que me hace gracia es que no se generaban rencores contra él a pesar de su miserable función, y creo que tampoco por este motivo aprendimos a ser chivatos en la vida adulta (el que lo fuere después, sería por genética, o por vocación).

LA GIMNASIA en el Ramiro, era una asignatura dentro del horario escolar, tanto en el colegio como en el bachillerato, que yo tomaba como un espacio lúdico y de alivio entre las matemáticas y el inglés, a pesar de que muchas veces te veías en un brete del que no ibas a salir precisamente airoso. Los aparatos, potro, caballo, plinto; el ministran para hacer el salto del tigre, las colchonetas gordas azules que te podías caer desde un 2° piso, las espalderas con sus bancos suecos al pie, las trepas, soga lisa y con nudos y mástil... El gimnasio del Magariños, el nuevo del sótano del pabellón B, el inmundo del hispano marroquí y por fin, el del edificio contiguo a la nevera, cuando éramos chicos de BUP. Instalaciones y material daban pie a un montón de situaciones divertidas, juego y sana relajación; igual que frente a la flauta, la actuación de determinados compañeros en los saltos eran momentos gloriosos muy esperados.

Nota: naturalmente que había muchos que hacían los ejercicios bien o muy bien, los dibujitos representan nuestros momentos YouTube de la época

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Agus Genovés

Disfrutaba mucho. La gimnasia, correr, el judo, el esgrima, me parecían deportes diferentes de los masificados fútbol y baloncesto. A ver, para entender esto, yo era un 'gafotas cuatro ojos', sin gafas no veía un pijo, lo que implicaba que un deporte con balón me hacía apartar la cara inmediatamente; eso me limitaba mucho y en el Ramiro encontrabas muchas otras opciones que seguro en otros centros no. La clase de gimnasia para mí era una maravilla, y el conseguir éxitos personales como saltar el plinto muy alto o subir la cuerda lisa o el mástil hasta arriba, era mucho más satisfactorio que ganarle un partido en el recreo a 4º B. Pero cada uno tendrá sus preferencias..

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MARÍA ÁNGELES GUTIÉRREZ, era muestra profe de lengua y tutora en 6° de EGB. Fue un cambio de tendencia respecto de los veteranos que nos habían tutelado hasta ahora.

Supuso pasar del modelo de la autoridad entrada en años, por la de una chica joven que daba un soplo de aire fresco... (Creo que nos molaba un poco), dejamos a los abuelos por la tía soltera, saltándonos la categoría de padres. De todas maneras fue un espejismo, porque la Mariángeles, sacaba su genio y su voz estridente cuando era necesario mantenernos a raya.

LA ISLA MISTERIOSA Durante años, Omar Sharif, como el capitán Nemo, nos acompañaba en la clausura del curso. Los últimos días de junio proyectaban en el teatro del cole la película La isla misteriosa, lo curioso es que todos los años volvía el capitán Nemo y su magra tripulación a relatar los últimos días del Nautilus como si fuese una representación de teatro. Tal vez la dirección pensaba que de un año para otro nos habríamos olvidado de que era la misma película. Calculo que le llegamos a ver cinco veces. En cualquier caso, yo asociaba al actor egipcio con las vacaciones de verano y me daba igual, aunque ya me supiera parte de los diálogos. Incluso algún año que cambiaron el film por otro que era La isla de los monstruos, me llevé tremenda decepción. Al final de la EGB, Omar parecía un profesor más.

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EL PADRE FÉLIX Aunque no tuve ningún contacto con él, si era una imagen que no pasaba desapercibida en el colegio. La primera vez que le vi fue en el campo de fútbol de tierra dando unos toques entre la polvareda y esa es la imagen que se me quedó de él. Por lo negro y largo de la sotana, las gafas ahumadas de moda entonces y la bruma del polvo alrededor, durante años posteriores se me antojaba como un Darth Vader de la curia de la parroquia del Espíritu Santo.

Echo mano de este personaje, no para meterme con el cura con el que no tengo ninguna cuenta pendiente, sino por la puesta en escena que he descrito y porque el padre Félix es un personaje del que emanaba un halo de poder. No tengo ni idea, de dimes y diretes, sobre lo que se pudiera cocer entre los curas del cole, pero en este grupo si hay conocedores del tema.

Yo en el cole fui un niño, muy niño, mirando las escenas y a las personas sin involucrarme en ningún colectivo de fachas o rojos, pijos o hippies, porreros o ligas antivicio (si las hubiere), meapilas o satánicos, moddies o rockers.... Me lo pasé razonablemente bien y ahora que escribo sobre ello, me recreo deliberadamente en pensar que fue una buena época.

PD: no era precisamente el más listo de la clase, pero entre mis amigos estaban los más brillantes del bachillerato Internacional, que aún siguen siendo amigos.

No estaba dentro del grupo de los listísimos pero sí era simpatizante.

He metido este rollo porque mientras garabateaba este personaje pensaba que habría opiniones encontradas...Lo mismo nadie dice ni pío

EL NICOMEDES Si hubiéramos sido una tribu india don Nicomedes sería tratado como "Gran oso blanco". Nuestro profesor de sociales (de sexto de EGB, creo), era un tipo que se me hacía de proporciones épicas a la vista, de cabeza enorme con el poco pelo que le quedaba en la parte superior y patillas muy blanco. Creo recordar que era pausado y sereno acorde con su tamaño con puntuales accesos de genio. Mi problema con él era que tenía que aprenderme todas las capitales del mundo y apenas me sabía 10 o 12, y "el Nicomedes", aunque buena gente, no era un profe al que te podías saltar a la torera, simplemente por su inmensidad física. A pesar de ello, no me hice con las capitales pero si con el maestro, que tal vez me dejó pasar pensando que si yo acababa viajando, ya preguntaría a los lugareños por el nombre de mis destinos. Buena intuición: en verdad es cierto que recurro antes a la gente que a Google Maps.

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LA POLERA DE SERRANO 127 no era un elemento oficial del colegio, pero si extraoficial desde que empezaba el calor. Un kiosco desmontable con techo, un pequeño habitáculo para que se moviera la dependienta entre arcones congeladores de los que no paraba de sacar los citados polos de palo de pela y otros productos, para los de más alto poder adquisitivo. La impresionante era que la turba de clientes era infinita y creo que, a pesar de ello, la polera siempre atendía la demanda sin agotar existencias de productos estrella como aquellos polos de hielo a los que se inyectaba una monodosis de sabor y color que desaparecía al primer sorbo prolongado que dábamos los aprendices de chupacabras, fritos por el calor de finales de mayo y principios de junio, en muchos casos mientras esperábamos la salida de los coches de ruta, aquellos formidables autobuses Pegaso, dispuestos en fila india en la calle de entrada al colegio por Serrano.

Hubo un capítulo despreciable en la memoria de aquella generación que se mencionaba como "el asalto a la polera", que consistió en forzar el chiringuito fuera de sus horas comerciales, y trincarse en el mismo acto la mercancía sustraída sin el previo pago de su importe. Espero que el seguro cubriese esta fechoría.

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¡ESSS-TU-DIAN-TEEESSS!!!

Nunca he sido un espectador fiel de los deportes pero en mis tiempos el colegio estaba impregnado de baloncesto, siempre en batalla con el fútbol (un equipo de primera con cantera y sede en el colegio, contra un montón de fútbol en los recreos del campo de EGB) y ,aunque yo no me enteraba de nada, era del Ramiro y por ello del Estudiantes, y también del Atleti por ser del Manzanares. En el cole se podía ser ,futbolísticamente, del Real Madrid, sin dejar de odiar a la división de baloncesto por ser enemigo mortal del Estu.

En los pocos partidos a los que acudí en el Magariños, creo recordar haber visto al fugaz Fernando Martín, fugaz en el equipo y en la vida. Él, como otros, era un tipo colosal, que antes de empezar los partidos parecían no caber en una cancha tan pequeña pero eran literalmente engullidos por la vibración de aquellas paredes de cemento verde grisáceo cuando, durante los partidos, rugía esa masa compactada de público que echaba el edificio abajo con su Demencia desatada. En los partidos creo que raras veces miraba a la cancha hipnotizado por el seísmo constante que había en la grada... Los líderes de la hinchada vestidos de jeques árabes a lo Mariano Ozores, los cánticos cuajados de exabruptos y esas carreras para meterse en la fuente de los delfines saltando por encima de las fuerzas del orden público, sí que eran un espectáculo digno de la mejor butaca.

En 2011 hice esta foto y me pareció escuchar al atleta de la izquierda mostrar cierta inquietud sobre su futuro a corto plazo. Vamos, tenía claro que no llegaba a Londres 2012. Yo siempre conocí a los atletas de Jorge Manrique, apiñados en esa base que solo les faltaba la marquesina por encima, para estar esperando al 19 en un día de lluvia. Sé por la crónica de los veteranos que en tiempos anteriores a mí ocuparon un lugar de preferencia en el campo grande de fútbol, aunque su disposición mostrara sus traseros a la vía pública, renombrándola como la calle de los culos... La verdad es que las peripecias de estas estatuas fueron de mal en peor, sin contar con las agresiones pictóricas de algún energúmeno; pero sucumbir contra la excavadora de la obra, fue de Pepe Gotera y Otilio. Recientemente vi en la entrada del teatro al atleta del gorro, que debió salir corriendo

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DEL COLEGIO AL INSTITUTO Primero segundo y tercero de BUP, COU-K, (con la llegada de las chicas), 4 años subiendo por aquellas escaleras a distintas plantas para entrar a tu clase, pasando de ser niño del cole, a chico del instituto y después preuniversitario. Creo que pasada la etapa de la EGB en el patio del frontón, la vida empezó a embalarse, y aunque el instituto dejó su huella imborrable en lo que después seríamos, el cierre del libro amarillo de escolaridad y la disolución del grupo que se había mantenido intocable desde los 6 años, con la modalidad de estrenar compañeros nuevos cada curso, dio lugar a que conociera más cantidad de gente pero con menos profundidad y ahora apenas recuerdo un puñado de nombres que ni siquiera acierto a relacionar correctamente con sus caras...¡Me cago en la leche!, Tenía que haber estado más atento. Que sería, por ejemplo, del tipo ese que hacía una onomatopeya perfecta del timbre de salida a los 10 minutos de empezar su clase el Cucaracho, a lo que seguía un amago de salir por parte del resto de la clase, con el desconcierto del reverendo maestro.

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EDUARDO VALERO Eduardo era un profesor de Filosofía, hombre joven, muy delgado, simpático, amable, muy cercano. Creo que en los tiempos en los que me daba mi clase, padecía un problema importante del sueño.

Fue tan efímero, que no sé si es producto de mi imaginación, por eso lanzo aquí el perfil a ver si alguno de vosotros puede darme razón de que realmente existió, dio clases en el Ramiro, y no tuvo un final fatal y prematuro que algunas campanas me hicieron oír por ahí.

CRISTINA TANTAVUL Una profe ¿de Historia?, creo que se llamaba Cristina, era pequeñaja, guapita, con grandes ojos verdes y un poco picada de viruela. Igual que de Eduardo Valero, tengo mucho más grabada su apariencia que los datos de su actividad docente.

Lanzó el retrato robot, a ver si alguno de mis coetáneos o más jóvenes puedes reparar la fractura de mi memoria. Se que de ésta guardo sensaciones de buen recuerdo pero muy poca precisión.

David Mkl

…Sí, Cristina Tantavul alias la Pitufita, profesora de dibujo. No me dio clase pero era amiga de Elsa Díaz y nos tuteló junto con otros profesores en el glorioso viaje de fin de curso de 3° de BUP por Andalucía. Sí, ella, Ana Brieva y quizás Elsa eran las guapas del Ramiro por entonces.

“EL SUSI” El "Susi", era un profesor de latín a modo de alivio de haberte caído el Torrent. Era un tipo con barbita y fular, simpático, pero con colmillo retorcido con el que a mí me fue muy bien. Por mi apellido Arce me invocaba como arx arcis (fortaleza). La verdad es que eso me hacía gracia

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EL PADRE FÉLIX PARDO El Cucaracho era un profesor de religión del instituto que tuve todo el BUP por mi obstinación a no pasarme ética. En verdad, con los que más me reía, perseveraban en religión a pesar de que el coste era grande porque el Cuca siempre hacía la misma pregunta: "San Pablo: antítesis hombre nuevo hombre viejo" y nunca nos la sabíamos (yo por lo menos. Incluso había perdido el libro en el primer trimestre) Lourdes Llanos

También creaba situaciones de estrés máximo, era un maestro del suspense. Voy a sacar a preguntarles la lección, . Después preguntaba a la clase, Qué nota le pondré???, y en la clase se escuchaban gritos dando puntuaciones… “tres”, “seis”, “cero”,… en realidad eran puntuaciones sobre lo buena que estaba la gente…. O sea, como en una subasta… y “la gente”, éramos las 5 chicas de la clase. BRUTAL.

EL TORRENT Ramiro, Magnus Magister erat quid .... appellabantur Hal Kovendas

Don Francisco Torrent. Semper fidelis, carissime magister Antonius Benedictus

Qué gran latinista, qué gran profesor y qué buen compañero y amigo. Coincidí con él tres cursos en el Ramiro y participé en su coro navideño.

Rubén Peral

3 cosas hay en la vida, salud, dinero y Latín Juls Magnus melius est lingua latina scire quam maximas divitias habere David Mkl

¡Qué gran profesor, y sin poner exámenes sino "bellísimos ejercicios"!

Luis Pérez Ortiz

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DON MANUEL SEGURA Don Manuel Segura fue mi profesor de Historia del Arte en el COU K del 84/85. Don Manuel era un hombre de otra época, y no se molestaba en disimularlo. Era una persona íntegra que no atendía a modas acomodaticias de "bienqueda". A mí me caía especialmente bien, entiendo que sin él proponérselo en absoluto. Saque muchos treses y doses en sus exámenes sin que por ello decayese mi entusiasmo por la asignatura y por el docente. A pesar de no ser yo profeta en los dominios de Don Manuel, si tuve mucho éxito en la calificación de su asignatura en selectividad... A veces cuando me caía alguna de sus preguntas a cara de perro en clase, yo me quedaba empanado y él me decía "¡pero si lo has dibujado ahí en tu cuaderno!"... Este fenómeno venido de Tánger fue una demostración viviente de que no es necesario utilizar maquillajes engañosos ni falsos velos para hacerte respetar, si realmente lo mereces.

Dª MARÍA EMILIA MARTÍNEZ FRESNEDA María Emilia Martínez Fresneda, era la profesora de griego más divertidamente seria que había en nuestro Ramiro de 3º de BUP. Cuando tocaba revisar los exámenes decía: 'se abre el capítulo de quejas y lamentaciones"... No tengo ni idea de griego, pero me quedo un excelente recuerdo de ella, la conjugación del presente del verbo paradigma "atar", el alfabeto griego y una fea caligrafía griega, que ella siempre me señalaba.

Carlos Reg

Yo tb la tuve en 3 de BUP y lo mismo, no aprendí nada o casi nada de griego pero me reí con su sorna... Me costó sacar la asignatura de los hue...

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D FRANCISCO SUAREZ, EL “MORTA” No tuve al Mortadelo, oí que era un crack de las matemáticas, un profesor sólido. Lo que si entendí bien las veces que lo vi, es porque le llamaban Mortadelo.

Belén Gutiérrez Partida

Si se atendía y se tenía interés, era alucinante. Aunque sacaras un 3.

Eso luego era un notable. A mí me gustó mucho. Lo tuve en 2º y 3º de BUP, allá por 1993-1994, 1994-1995. Era corredor de atletismo, no sé si lo sabíais. Era muy educado y buena persona. Hace pocos años lo vi por la calle y estaba igual. Se acordaba de los alumnos y mirad qué habrá tenido.

Yolanda Gil

Cómo olvidar a la hormiga matemática!!! ¿¿¿Lo vieron???!!!! (Mientras daba golpecitos con el portatizas en la pizarra) Nacho Terete

El mejor profesor de mates que he tenido y que se puede tener José Luis Collar Urquijo

D Francisco Suarez, gran profesor, con mucha vocación, lo tuve 3 años. No nos extrañó que lo eligieran para profe de mates cuando se implantó el BI (yo fui de la segunda promoción, el año 85). Fue muy duro, pero aprendimos tantas mates que luego la Universidad nos pareció sencilla. Y en cierto modo el Mortadelo me arregló las finanzas de toda mi adolescencia: desde los 18 me puse como profe particular de mates, y nunca me faltaron alumnos !!!!

Dª ANA BRIEVA Teníamos una profe de inglés Ana Brieva, una chica simpática y moderna de nuestra época adolescente, de la que he visto la esquela hace un momento (la de la docente, no la de nuestra adolescencia)...¡Tanto tiempo ha pasado!!

Guillermo De Mingo

Guapísima, nos llevaba a la parada de metro de Avda. De América, no me venía especialmente bien, pero molaba. Simpatiquísima. Si faltaba alguna se asomaba a la ventana y si estás en las canchas no le ponía falta.

José Luis Collar Urquijo

Yo también puedo presumir de haber montado en su descapotable... No sé cómo, en segundo de Bup un día a la salida de clase tuvimos el valor de preguntarle por donde vivía, y nos acercó varios días a Plaza Castilla. Aparte de su exuberante belleza, era realmente simpática.... Qué recuerdos....

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FRANCISCO GALÁN El señor Galán, hacía de la asignatura de música en 1° de BUP, la madre de todas las batallas. Tuve la inmensa suerte de que me adoptase como pintor de cámara, y mientras yo garabateaba un cuarteto de cuerda en la pizarra de la sala de música, mis compañeros soportaban un bombardeo de preguntas imposibles con la consiguiente indignación del maestro ante las destinadas respuestas.

DON CARLOS ROMERO Don Carlos Romero Aires, profesor de Ciencias Naturales, otro puerto de primera especial por el que había que pasar para sentir que hacías pleno al quince en el Ramiro. Podías suspender o pasarlas canutas, pero ninguna clase con el Romero era indiferente o anodina...Le pinté una vez en la pizarra y afortunadamente él atribuyó la obra a otro alumno... Aquella vez al "temible don Carlos" le costaba contener la risa ante su propia caricatura Ignacio Casado

Yo también lo tuve. Recuerdo sus diapositivas de sus viajes haciendo submarinismo También recuerdo que alguien le pintó su coche Guillermo De Mingo

Ignacio Casado...y le contestó sobre el mismo coche, llamando cobarde al autor

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SEISDEDOS Antes que al Torrent, algunos tuvimos al Seisdedos. Un tipo amable, nada que ver con la arrolladora personalidad de Torrent, estaba de paso en el Ramiro y en nuestros tiempos consiguió una cátedra en otro Centro con lo que voló de Serrano 127 sin demasiado duelo para nadie…Ni siquiera rencores.

Es cierto que el Seisdedos en comparación con Torrent, era como la picadura de un mosquito frente al mordisco de un tigre La gente le recuerda por las excursiones a los restos romanos de Segóbriga. Salidas que eran promovidas por los latinistas del cole pero que por algún motivo asociamos al gesto lúdico de este profe

ANTONIO MORENO No recuerdo su nombre pero sí que a este profesor de literatura de COU algunos le llamaban "el bombillas" porque cuando quería enfatizar su discurso hacía un gracioso movimiento de giro de muñeca en el aire que bien podía haberse aprovechado para este fin. El caso es que por mucha luz que intentase darnos, en el conocimiento de Brecht, Sartre o Joyce, conmigo pinchó en hueso porque me resultaban unos auténticos plomos aquel libro marrón, estos genios, y el esforzado bombillas al que le reconozco el entusiasmo. Pasé la asignatura milagrosamente, igual que cuando aceptas los términos y condiciones de lo que sea en Internet: aceptando sin leer una sola letra.

David Mkl

Antonio Moreno, muy buen profesor Agus Genovés

Ricardo de Arce yo creo que tuve suerte. En COU había elegido ciencias puras pues me orienté ya hacia la ingeniería; todos en mi clase íbamos para matemáticas, física, ingeniería, arquitectura..., y en esas edades eras muy despectivo con las letras. Creo que él, como buen profesor, lo sabía y nos convenció, creo que a todos, de que por muy buen matemático físico ingeniero o arquitecto que fueras, necesitarías comunicar y entender bien los textos.

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ALICIA NAVASCUÉS. A raíz del post Antonio Moreno, ha salido a relucir, para mí satisfacción, el nombre de Alicia Navascués.

De la misma manera que Antonio Moreno se me hacía infumable, la socarronería de Alicia me encantaba.

Tengo un problema a la hora de traer al papel su apariencia física, porque creo que se me cruzan otros personajes de la historia de mi vida. Es curioso, porque en general siempre recuerdo mejor el aspecto que el espíritu, en el caso de Alicia es al revés. Esta profe era una persona con chispa, y creo que era capaz de vender, obras y autores, por "cansalmas" llorones que fueran, precisamente porque ella era vital... Por lo menos, esa fue mi experiencia con ella.

Lamentablemente he visto su precoz esquela en Internet .

MARI PAZ LÓPEZ-FANDO DE LA FUENTE. No recuerdo su nombre, era mi profesora de física y química el último año que me acompañaron las ciencias. Más bien las ciencias me perseguían y yo intentaba esquivarlas. Era una señora de temperamento tranquilo y formas de abuela ejerciente. Tenía aspecto de científica de libro con su bata blanca y sus espesas gafas y también podría ser un personaje de Vázquez, como la abuelita Paz. No sé cómo salí adelante con su asignatura, desde luego, no por merecimiento académico.

Tal vez, me dejó ir hacia las letras sin más, al ver que mis respuestas a los problemas de física eran ciencia ficción de serie B. Si la identificáis alguno podrá dar razón más concreta sobre ella.

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ÚLTIMOS AVATARES DE LA ESTATUA DE FRANCO Con este post no quisiera encender un debate sobre Franco y el franquismo, que me parece un rollo, sino más bien mi intención es esclarecer los últimos y accidentados tiempos de la estatua del caballo. Yo acabé mi tiempo en el Ramiro y me fui dejando allí la estatua. No tengo claro, si en aquel tiempo fue cuando el jinete lucía un tremendo abollón en el hemisferio izquierdo del cerebro, a la par que había un considerable cráter en el asfalto de la plaza. ¿Esto es producto de un desvarío mío o paso realmente?. En caso afirmativo, sin ser Sherlock Holmes, entiendo que alguien, imagino más en compañía de otros que solo, (asumiendo importantes riesgos personales), apalancaron y derribaron el monumento de su pedestal. Ahora bien, dada la velocidad con que volvió a su posición original, pienso que, el caballo volvió a subirse de un salto, sin atender las lesiones del jinete (hipótesis poco probable), o tal vez fue un servicio de urgencia del cuerpo de bomberos que también corrió un tupido velo sobre el porrazo de la cabeza.

ROCKER vs MOD En el Ramiro de los años 80, como el resto de los sitios, entraron las modas propias de la época, y en nuestras clases no faltaron especímenes que se ajustaron a ellas. Recuerdo subir de la cantina por las vertiginosas escaleras de piedra que te llevaban o te sacaban de aquel lugar y encontrarme cuál dos gallos de pelea, cada uno pegado a su correspondiente jardinera, respetando la máxima distancia posible, un rocker y al mod de mi clase, dedicándose todo tipo de impertinencias (con las típicas menciones a sus madres) haciendo ver lo intolerable que eran para cada cual, el "outfit" (no había utilizado esta palabreja en mi vida) del otro. Nunca me enteré de qué iba la rivalidad, pero resultaba gracioso, la inmensa minoría que eran uno y otro grupo, lo cabreados que estaban entre sí y que a nadie (a mí, por lo menos) le importaba un bledo.

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¡ME HAN ROBADO MI ORBEA MONCAYO AZUL CELESTE! En el 82, 2° de BUP, ataba mi Orbea Moncayo, azul celeste, en el árbol que hacía esquina con la plaza de la estatua. Era el único friki que iba al Ramiro en bici. Incluso antes de que se supiera lo que era un friki. Cuando bajaba por Serrano y Alfonso XIII, camino de casa, también era el único ciclista, salvo el día en que un cabrón cortó la impresionante cadena con la que amarraba mi bici y se la llevó impunemente. Ese día, el infame chorizo sería el único ciclista del casco de Madrid, porque yo me fui andando a casa con el mayor chasco que me llevé en toda mi vida colegial, sonando en mi cabeza un desgarrador "Mi carro me lo robaron..". A pesar de esto, seguí yendo al cole en bici hasta el último día de COU y seguí aparcándola en el mismo sitio

PAPELERÍA PÉRGAMO Cuando había que hacerse con los libros del curso, yo era un depredador del libro reciclado de primos, amigos y las relaciones más peregrinas, pero si había que aflojar la mosca, en el Ramiro tocaba ir a Pérgamo, como cuando necesitabas el libro de papá Torrent, que salvo que tuvieras un hermano algún curso por encima, no lo encontrabas en ningún otro lado que no fuera en la librería oficial de referencia.

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¡QUE VIENEN LAS CHICAS! Sería ya a primeros de octubre de 1984, que arrancaba el COU que viví yo. Estaba en el grupo K, que se denominaba mixto porque en la misma clase se podía optar por latín o matemáticas pero sobre todo era mixto, porque después de 11 años de Ramiro de Maeztu, entre balones y varones, la clase estaba llena de chicas. No recuerdo si este cambio fue la crónica de una revolución anunciada, o una sorpresa para acabar la etapa colegial, el caso es que mi grupo reunió el mayor número de féminas por pupitre cuadrado.

Adolescente, enamoradizo, y torpe, no hice ninguna de las virguerías que se anunciaban en los cánticos del "Ramiro, con tías...", pero sí fui a clase durante el año, con un impulso extra, motivado por una agradable sensación de boba ilusión.

LA ÚLTIMA CENA Antes de empezar a estudiar la selectividad, con todo el pescado vendido en el instituto, la cantina de Geni, que, a la sazón, ya tenía mando en plaza hace tiempo, nos preparó un catering en la Nevera a modo de cena de clausura del curso. No había baile, ni Grease (brillantina), aunque, por lo menos los actores, si teníamos 18 años. Creo que el importe del evento rondaba las ciento, raquíticas, 20 pelas y que se componía de un filete con patatas, 42

como los que te zampabas con tu padre en un viaje en coche en algún triste bar de carretera.

Fue una ocasión merecidamente perdida de mostrar un salto a nivel de madurez, digo perdida, porque a los cinco minutos de estar servidos, todos los filetes ya volaban por encima de nuestras cabezas, sin que ni un solo bocado entrara en nuestros estómagos. Creo recordar que nuestras recién estrenadas compañeras no quedaron atrás en la batalla campal, arrojando y recibiendo los finos entrecots... Tras años de balones de baloncesto, no había visto volar tantos objetos bajo la cubierta de aquella cancha que sobrevivió a mil y una experiencias surrealistas y sucumbió bajo una nevada.

CAMBIO GENERACIONAL En una de esas visitas nostálgicas por el cole en los 90, encontré una pintada en los muros grises de la fachada del Magariños en Serrano que decía: "Sara quítate el bigote" y con otra letra y otro color replicaba: "Gema quítate la vida". Me hizo muchísima gracia y también caer en la cuenta de que yo mismo y mis anécdotas del Ramiro, éramos cosas del pasado y que el presente de aquel momento, hoy también distante, eran la rabiosa actualidad. Las chicas ya eran parte del Ramiro, como de toda la vida, y esa comunicación vía pared, precursora de la mensajería digital y del whatsapp, eran el nuevo signo de historias, risas y vivencias del cole que seguro hoy en día también son muy jugosas incluso con pandemia de por medio.

Reproduzco en el garabato secuencia, como pienso debieron producirse los hechos de ataque y contraataque

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AHORA QUE ME PASO POR EL RAMIRO Me tomo una cerveza en la cafetería del Magariños, frente a una luna que me ofrece una magnífica visión del polideportivo, mientras juegan unos muchachos del Estu y del Canoe de no sé qué categoría. La presencia de la cancha es mucho más limpia, nítida y moderna que como la tengo en mi recuerdo. Ha mejorado un montón de aquellos 70 y primeros 80, igual que el lugar donde me encuentro, que en mis tiempos era un sitio negruzco con síntomas de abandono. Sin embargo echo en falta emoción, abigarramiento en la grada (faltan localidades), intensidad y ruido estremecedor, que hubiera en otro momento en el que estuviera yo allí con 16 años... Javier me dice : "despierta chaval, que no es un partido de aquellos". Hay 4 gatos de público, familia directa de los jugadores, y los tres que estamos en la cafetería, tenemos casi 40 años más encima.

En cualquier caso siempre volvemos y siempre disfrutamos En vísperas de Navidad, buscando localizaciones dónde reunirme con los compañeros de la EGB, me dejo caer, con bicicleta incluida, por la Residencia de Estudiantes.

Desde la era Covid, cada vez que entro al cole, por la calle Serrano, un hombre con acento marroquí y una batería de sentidas disculpas, me echa religiosamente del recinto, en observancia de las normas de la pandemia... Pero a lo que iba, en la puerta de Pedro Valdivia, pregunto al vigila si puedo entrar y, para mi sorpresa, me permite el acceso explicándome que filtran un poco al público para no convertirse aquello en una romería. Entiendo, dado mi propio porte, que el nivel de exigencia atiende a parámetros que se me escapan.

En fin, intentando no caer en otra digresión, paso por la Resi y tomo el Hispano por detrás topándome con aquella escalera de sinuosas barandillas de peto de granito que constituían, antes y ahora, magníficas pistas suicidas para precipitarse desde arriba sin seguro a muchísimo riesgo ni otras garantías de salir bien parado. He de confesar que, en nuestro 5° de EGB del 77/78, en el Transatlántico, se me pasó por la cabeza varias veces intentar la peligrosa hazaña del descenso descabellado y, otras tantas, mi instinto de conservación me frenó de aquel temerario impulso... Sé que otros más decididos (o estúpidos) pasaron con éxito la prueba. Algunos quizá, todavía guarden cicatrices de puntos de la enfermería.

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