or mucho que digamos que el vino es una cuestión subjetiva, un mundo de sensaciones únicas y que el consumidor debe encontrar el que a él le guste, está claro que necesitamos que alguien nos guíe. Entr e tanta oferta, un cliente no tendría horas en el día para probar toda la oferta de vinos que puede encontrar en el mercado. Horas y dinero. Por lo que críticos, prescriptores, revistas o los concursos de vino son una gran ayuda. Objetivar lo subjetivo. Y con ese fin llegaron el pasado mayo a Valladolid 320 periodistas, compradores, enólogos y sumilleres de todo el mundo para participar en la 24ª Edición del Concours Mondial de Bruxelles (CMB). T res días para juzgar los 9.080 vinos partici pantes de 50 países que compitieron por medallas de Plata, Oro y Gran Oro. Curiosamente, en este Concurso la medalla de Bronce ha desaparecido con la idea de premiar solo los vinos excelentes. Este año, la sede de la 24ª edición se ubi caba en nuestro país, en Valladolid, y la participación patria ha sido de récord con un incremento del 25% de las muestras presentadas haciendo un total de 2.002 vinos. Este año, entre las novedades, destacaron el debut de los vinos de Azer baiyán y Andorra y el enorme crecimiento, de más de un 80%, de las inscripcio nes de vinos orgánicos y biodinámicos en los últimos tres años. Este concurso tuvo lugar por primera vez en Brujas (Bélgica) en 1994, per o su creador, Louis Havaux, decidió que su idea debía exportarse a otras ciudades y , desde 2006, el Concurso se ha ido celebrando hasta ahora en una ciudad europea diferente. Y decimos hasta ahora porque el año que viene, por primera vez, el concurso salta de continente. La 25ª Edición tendrá lugar en el distrito de Haidián, Pekín. Las sedes itinerantes de los pasados años han pasado por Lisboa, Maastrich, Burdeos, Valencia, Palermo, Luxemburgo, Guimarães (Portugal), Bratislava (Eslovaquia), Plovdiv (Bulgaria) y este año en Valladolid. Hoy en día es su hijo Baudouin el que está al frente del concurso que destaca, entre otras cosas, por contar con un variado panel de cata compuesto por sumilleres, compradores, importadores, periodistas y escritores del vino. Este jurado tan heterogéneo es una de las características originales del Concours Mondial, que se ha posicionado en el rango de campeonato mundial de la cata de vinos y espirituosos. Y llegó el día Tras meses de trabajo, de cuadrar los itinerarios de los jurados venidos de dife rentes partes del mundo, de reservar en 13 hoteles de la capital para alojar a los catadores, de montar las mesas de cata en la Feria de Valladolid, de adquirir copas (2.400), agua (2.000 l) y pan (2.000 unidades), llegó el día. Un acierto contar con el apoyo también de los 120 estudiantes de hostelería que fuer on la mano derecha del equipo técnico del Concurso para que todo saliera perfecto. Y así fue. Cuando los catadores llegaron, los vinos estaban ya descorchados, tapados en una sala anexa para asegurar su anonimato y ordenados para ser valorados por el jurado en los tres días de cata (50 vinos en cada sesión). Bienvenidos a Valladolid y a uno de los mayores espectáculos del vino: los concursos internacionales. La capital vallisoletana fue por unos días el foco inter nacional del vino y un escaparate mundial. Numerosos medios de comunicación nacionales e internacionales se hicieron eco de este gran evento. Valladolid fue seleccionada para ser “capital del vino” debido a su tradición vinícola milenaria y su vitivinicultura. Destaca por ser la única provincia de España que acoge en su territorio cinco denominaciones de origen vitivinícolas: Ribera del Duer o, Cigales, Rueda, Toro y Tierra de León. Además es reconocida por la elaboración de vinos de calidad, algunos entre los mejores del mundo. La organización tampoco desaprovechó la oportunidad de tener a grandes pr ofesionales del vino internacional en la ciudad y tras las catas se ofreció un extenso programa de visitas a bodegas de las cinco denominaciones.
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