RU100 / Septiembre-Noviembre 2008

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AL RESCATE DEL FUTURO A D I Ó S A L A C U LT U R A P R E C I SA Y E X AC TA JUAN DE DIOS VIAL CORREA FREDY PARRA DARÍO RODRÍGUEZ

+ FRANCISCO MUJICA MARÍA TERESA VIVIANI PABLO HERMANSEN + ÁLVARO SYLLEROS ROBERTO VEGA

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PATRICK HAMILTON / GALERÍA ANIMAL


Secciones Permanentes País [paisaje]

Correo

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Las cartas de nuestros lectores se dedicaron a comentar el número anterior de nuestra revista.

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Visión Universitaria A través de las páginas de la RU, se destaca parte de lo más relevante que ha ocurrido en la UC durante los últimos meses. Mejorar el transporte público con un ojo en los pasajeros / pág. 15 Comer tomates podría ser equivalente a vacunarse contra hepatitis C / pág. 16

Abrir el espacio Ricardo Abuabuad, arquitecto, realiza una curatoría de las principales obras arquitectónicas de los últimos 30 años. Esta difícil tarea da muestra de lo que ha sido la arquitectura contemporánea en nuestro país.

Letra fresca

60/

Alicia en un mundo nunca tan maravilloso Luis Vargas Saavedra Como Goethe o Nietzsche, el inglés Lewis Carrol desconfía del mundo racional y exacto que ofrecen Descartes y Newton. Su protagonista, Alice, impecablemente educada, resulta patética con su mente pragmática y ordenada al asomarse a un mundo irracional y a veces violento, donde la lógica no es lo que impera.

Comprueban que en Chile la red de áreas protegidas es insuficiente UC / pág. 17 El Instituto de Historia participa en cómics sobre la Historia de Chile / pág. 72 Crean robot submarino que limpia las jaulas de salmones / pág. 73

Reseña

68/ Argumento

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Cuando Chile descubrió a Japón

Chile y Japón 1973-1989. De la incertidumbre a la alianza estratégica de César Ross. Comentario de Joaquín Fermandois

Centros desde el exterior

Plazas and barrios. Heritage and globalization in the Latin American centro histórico de Joseph L. Scarpaci. Comentario de Gustavo Carrasco

Mejora de imagen Pablo Corro En sólo treinta años, el cine documental chileno ha pasado de la clandestinidad al reconocimiento. Desde El año de los derechos humanos de Eduardo Tirón (1978), en que surge esta expresión con una clara vocación de crítica política y social, los temas se han ampliado, al igual que las publicaciones, los festivales, los premios y los canales de financiamiento.

Ángel Rama y la crítica latinoamericana

La novela en América Latina: Panoramas 19201980 de Ángel Rama. Comentario de José Leandro Urbina

Canon personal

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Captar atención en el mundo globalizado Silvia Pellegrini El deber ser de la actividad periodística y el concepto de noticia, es un tema que sigue presente en el debate público chileno y mundial. A continuación, algunas reflexiones en torno a esta discusión, a la luz del Congreso de Facultades de Comunicación de Universidades Católicas.

74/

JUAN RIVERA LETELIER

Tiempo de plantar El académico de la Facultad de Matemáticas UC, ganó todo tipo de olimpíadas matemáticas en su época escolar, se fue a Brasil e hizo un magíster, a París por el doctorado y a Nueva York por el postdoctorado. Hoy se dedica de lleno a los Sistemas Dinámicos y a su familia, dispuesto a seguir plantando.


dossie r

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A D I Ó S A L A C U LT U R A P R E C I S A Y E X A C TA

Con motivo de la edición número 100 de nuestra revista, hemos reunido seis miradas que, indagando en los signos de las décadas recientes y asomándose a las más próximas, aceptaron el desafío de pensar/ imaginar de dónde venimos y hacia dónde vamos.

Revista Universitaria Publicación de la Vicerrectoría de Comunicaciones y Asuntos Públicos de la Pontificia Universidad Católica de Chile

www.uc.cl/ru Comité editorial

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Alguien puso a la historia en pausa Fredy Parra

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JUAN DE DIOS VIAL CORREA

«Hay un espíritu de unidad tras todo lo creado» El ex rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile celebra a Goethe por su lúcida sabiduría, la que lo llevó a oponerse a los grandes científicos de su época. No le importó «perder» años en ese tema; de no haberlo hecho, le escribió a Eckermann en 1828, «habría escrito tal vez otra media docena de tragedias y eso sería todo».

La historia continúa siendo el «reino de lo inexacto», una mezcla de luz y sombra, de dolor y alegría, pero, pienso, sigue siendo el lugar de la espera, en tanto la conciencia humana no renuncia a imaginar el futuro y a diseñar días mejores para todos.

Francisca Alessandri, presidenta Manuel Corrada C. Ricardo Couyoumdjian B. Carolina García-Huidobro L. Beltrán Mena C. Hans Muhr M. M. Ximena Ulibarri L.

Director Miguel Laborde D.

Directora creativa M. Ximena Ulibarri L.

Editora adjunta Daniela Jorquera G.

Diseño

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Ciencia y religión: funciones separadas Darío Rodríguez y Francisco Mujica

50/

La próxima celebración de un en torno a la figura de Niklas Luhmann, es una oportunidad para recordar que este sociólogo alemán, aclara el carácter inevitable de la religión en la historia y también el problema fundamental de la paradoja del mundo, que sólo puede ser resuelto por la religión.

39/

Arte para evitar la extinción de la especie María Teresa Viviani Motivado por tesis biologistas y evolucionistas originadas en las teorías de Darwin, Nietzsche cree que la especie humana también puede degenerar y extinguirse. Le confiere al arte la función primordial de ir abriendo el Caos, de transformarlo en metáforas, en sentido.

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Más cerca del individuo Pablo Hermansen y Álvaro Sylleros Si en los años setenta todavía era posible hablar de un ciudadano promedio, y, por tanto, producir en grandes cantidades orientadas hacia ese abstracto personaje estándar, la revolución digital ahora permite diseñar para nichos cada vez menores.

Chile en el desierto de lo real Roberto Vega Cuando parecía que los índices económicos y los avances tecnológicos nos tenían ya casi golpeando las puertas del mundo desarrollado, nos han dejado fuera con un portazo. No podemos ingresar sin hacer dos revoluciones previas, una en lo educacional y otra en lo cultural.

Departamento de Diseño de la Vicerrectoría de Comunicaciones y Asuntos Públicos

Fotografía Departamento de Prensa de la Vicerrectoría de Comunicaciones y Asuntos Públicos

Redacción y publicidad Casa Central, oficina 10, Av. Libertador Bernardo O’Higgins 340 Santiago de Chile Teléfono: 354 2777 Fax: (56-2) 222 1568 Email: runiversitaria@uc.cl

Ventas Librería Centro de Extensión Alameda 390. Tel. 354 6524 Librería Campus Oriente Av. Jaime Guzmán Errázuriz 3300 Tel. 354 5153 Librería Campus San Joaquín Av. Vicuña Mackenna 4860 Tel. 354 5305

Impresión Quebecor World Chile 6.500 ejemplares

Las opiniones vertidas en los artículos no representan forzosamente el pensamiento de la Pontificia Universidad Católica de Chile o de la Revista Universitaria y son responsabilidad exclusiva de su autor / ISSN 0250-3670 / ©Pontificia Universidad Católica de Chile, 1996|Prohibida su reproducción / Revista Universitaria es citada: ULRICH, International Periodicals Directory /

AL RESCATE DEL FUTURO


GTD 27 VTR / 23

/ 29 TELSUR

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/ 50 TELME


Dirija sus cartas a runiversitaria@uc.cl o a Alameda 340, oficina 10, Santiago.

Sesgo racial Señor director: Lo felicito por el dossier de la cultura empresarial en Chile, pero creo que como siempre se le quitó el bulto al racismo en Chile: detrás de los apellidos privilegiados no hay una supuesta aristocracia, sólo hay comerciantes ricos del siglo XVIII que aprovecharon el remate de las haciendas de los jesuitas, a bajo precio, para construir así una base de poder que, hay que reconocerlo, se la han ganado porque la supieron administrar. Pero, y eso es causa de malos sentimientos en América Latina hacia los ejecutivos y empresarios chilenos, a falta de aristocracia y linaje utilizaron otro filtro: piel blanca, pelo claro, ojos claros... Y el mercado laboral no será nunca transparente mientras ese filtro racista

Nuevo lector esté incidiendo, tal como ustedes mostraron, a través de los apellidos del poder, que para mejorar la calidad del filtro, esas familias se fueron casando con hijos e hijas de inmigrantes ingleses, franceses, italianos del norte, croatas, que han aclarado más la piel de la clase dirigente chilena, una clase cada vez más blanca y más rubia. Hay que reconocerlo y, como en Estados Unidos, asumirlo y tomar medidas en relación a las formas de contratación para que no se mantenga intacta esa red que no sólo causa dolor a quienes sufren los rechazos por sus rasgos raciales, sino también limita las posibilidades de desarrollo del país, al seleccionar sus líderes dentro del estrecho 3 por ciento de la población «blanca blanca».

Señor director: Vi su revista por primera vez la semana pasada. Les quiero mandar felicitaciones por haber publicado una revista tan interesante y educativa a la vez. Han podido combinar en una revista el arte y la cultura, academia y temas de la actualidad con claridad, seriedad y autores de primer nivel. Si su objetivo era interesar, educar y dejar algo nuevo en la mente de sus lectores ¡lo lograron conmigo! Atentamente, James Sickler Hidronor Chile S.A.

Andrea Bozán

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argumento

Argentum: plata. Argumento, la palabra brillante como el metal.

Mejora de imagen

En sólo treinta años, el cine documental chileno ha pasado de la clandestinidad al reconocimiento. Desde El año de los derechos humanos de Eduardo Tironi (1978), en que surge esta expresión con una clara vocación de crítica política y social, los temas se han ampliado, al igual que las publicaciones, los festivales, los cultores, los premios y los canales de financiamiento –con mayoría femenina de realizadores- hasta transformarse hoy, treinta años después, en uno de los medios artísticos más vitales del medio nacional. por Pablo Corro

Los últimos treinta años de cine documental

chileno están precedidos por la conmoción institucional del 11 de septiembre de 1973 y por la imposición del régimen militar que significó –para el cine chileno en general, pero especialmente para el documental– la remisión al exilio o a la clandestinidad y el desmantelamiento casi total de los centros productivos, de los núcleos universitarios de realización y formación cinematográfica, de las cinetecas y encuentros muestrales. Sin embargo, y pese a que significó en algunos casos la desaparición de técnicos y artistas, contra la costumbre de la discontinuidad de la institucionalidad cinematográfica chilena, el documental resistió expresándose enérgicamente desde el exterior y discretamente dentro de Chile. La política y las problemáticas sociales, temas que dominaron la producción documental desde 1957 hasta 1973, se mantuvieron en las dos décadas siguientes, pero ya no en términos de descubrimiento o ampliación de la realidad social, de refuerzo del compromiso del cine documental con sus contingencias, sino a la manera de señales de vida, como actos de denuncia y de resistencia social. Transitando desde el formato cinematográfico –más rico visualmente, pero más costoso y lento en términos de producción– a los primeros sistemas de video, particularmente al video ¾, Pablo Corro Pemjean es periodista de la Universidad Diego Portales, licenciado en Estética de la UC y Doctor en Filosofía de la Universidad de Barcelona, España. Investigador y ensayista, actualmente es académico de las facultades de Comunicaciones y de Filosofía de la UC.

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los documentales chilenos de los primeros años que estudiamos testimoniaron los actos de violencia del Estado y las consecuencias en la vida económica, social y cultural de las personas.

Un arma política En un sistema de medios de comunicación alineados con la oficialidad o restringidos por ella, el documental mostró otra versión de Chile. Películas como El año de los derechos humanos (1978) de Eduardo Tironi, Recado de Chile (1979) de Carlos Flores y José Román, No olvidar (1982) de Ignacio Agüero, Chile no invoco tu nombre en vano (1983) del colectivo Cine Ojo o Dulce patria (1984) de Juan Andrés Racz, a la vez que denunciaron la existencia de una nación que sufría violaciones a los derechos humanos, expusieron el trabajo de resistencia y de auxilio que desarrollaron instituciones como la Vicaría de la Solidaridad de la Iglesia Católica y la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos. Otro Chile descubierto por el documental fue el del exilio. Películas producidas en Cuba, Venezuela, Canadá, Bélgica y Alemania presentaron los avatares de la adaptación de los chilenos a otras realidades y sus esfuerzos por mantener viva la frustración violenta del proyecto socialista de la Unidad Popular. Los documentales de Orlando Lübbert, Patricio Henríquez, Leonardo de la Barra, Leutén Rojas, Marillu Mallet, Luis Vera, Valeria Sarmiento, Claudio Sapiaín, entre otros, ampliaron efectivamente el espacio de Chile hacia el territorio de la memoria, ámbito inagotable y obsesivo de nuestra nación, a veces formalizado objetiva pero idealizadamente con materiales de archivo salvados de la quema.


ROBERTO FARRIOL / 23 PROYECCIONES (DE LA SERIE CUERPO COMÚN), 1981

Cuando hablamos de una expresión discreta del documental realizado dentro del país entre mediados de la década de los setenta y mediados de la de los ochenta, nos referimos al uso de un tono menor en el discurso, a la ausencia de aquella retórica confrontacional que dominó hasta 1973 y que se mantuvo en algunas formas del documental en el exilio. Pero lo «menor» de esta caracterización, fue también la opción de algunas películas por personajes tratados socialmente como corrientes, periféricos y pobres. Por ejemplo, sujetos sin categoría heroica para el documental histórico o para el casting de celebridades banales de la televisión, fueron los labriegos del campo central chileno, remotos en el tiempo, el espacio y la cultura, de los documentales Domingo de Gloria (1981) y El Maule (1983) de Patricio y Juan Carlos Bustamante. En El Charles Bronson chileno (1981), Carlos Flores, a través de Fenelón Gua-

jardo, pintor porteño, doble del ícono del cine violento de los años setenta, presentó a la televisión y al cine como instancias de legitimación social y exposición existencial. El documental El Willy y la Miriam (1983) de David Benavente, mostró a través de los avatares existenciales de un matrimonio de pobladores cesantes y con varios hijos, los efectos de la crisis económica de la década de los ochenta y los costos sociales de la aplicación radical del libre mercado en Chile. En otra dimensión de la institucionalidad del cine chileno, la de la teoría o literatura especializada, se desarrollaron otros esfuerzos de continuidad productiva identificados con los libros Re-visión del cine chileno1 de la investigadora y docente de los Institutos fílmicos y EAC UC, Alicia Vega, Diez años del cine chileno de Zuzana Pick y David Valjalo2 y, al final de la década de los ochenta, Plano secuencia de la memoria de Chile3 de Jacque-

1 Re-visión del cine chileno. Alicia Vega. Editorial Aconcagua. Ceneca. Santiago. 1979. 2 Diez años de cine chileno. Zuzana Pick y David Valjalo, comps. Ediciones de La Frontera. Los Ángeles, California. 1984. 3 Plano secuencia de la memoria de Chile: Veinticinco años de cine chileno 1960-1985. Jacqueline Mouesca. Ediciones del litoral. Madrid 1988.

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argumento/Mejora de imagen

De izq. a der. Niño representando a Salvador Allende en el documental El astuto mono Pinochet y La Moneda de los cerdos (2004) de Bettina Perut e Ivan Osnovikoff. | En Cien niños esperando un tren (1988), Ignacio Agüero, desde la aparente pasividad de la observación, registró mezclados varios sujetos fílmicos marginados: los pobladores, los niños y el cine mismo. | Las circunstancias históricas determinaron que Fernando ha vuelto (1989), de Silvio Caiozzi, se convirtiera en testimonio concreto, íntimo y personalizado, del carácter inagotable del drama de la identificación de los detenidos desaparecidos durante el régimen militar.

En el documental El Charles Bronson Chileno (1981), de Carlos Flores del Pino, la figuración de sujetos corrientes, populares, contiene un juicio respecto del cine y, especialmente, de la televisión como ascendentes sistemas de legitimación social.

line Mouesca. Los tres libros, a diferencia de las comprensiones populares, del periodismo de espectáculos y del público general que reducen el cine a la ficción, consideraron al documental como parte relevante del cine chileno, la parte más relacionada con los contextos históricos y culturales. Desde mediados de los años ochenta hasta 1990 la producción documental aumentó y probó nuevas perspectivas críticas intensificando y haciendo literal su compromiso contingente. El segundo quinquenio de esta década fue el tiempo de las protestas masivas contra el Régimen Militar, del retorno masivo de los exiliados, de la actividad manifiesta y sistemática de la oposición organizada en organismos políticos y mediáticos, pero fue también el tiempo de feroces actos de represión. Un filme emblemático relativo a estas circunstancias es el documental Andrés de La Victoria (1984) de Claudio di Girolamo, que muestra la actividad religiosa y social realizada por el sacerdote belga André Jarlan en la población La Victoria, actividad que culmina con su asesinato durante una protesta. Por estos años el documental se benefició de la apertura del mercado chileno a las importaciones tecnológicas, de un cierto mejoramiento en la evaluación popular del periodismo y de la inserción de las herramientas audiovisuales en otras disciplinas. A la vez que se aligeraron y abarataron más las cámaras y las editoras, el video se impuso en las versiones de ¾ y U-matic. Hemos insistido en

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los cambios de los formatos porque esa variación posibilitó la socialización de la expresión audiovisual, como instancia de identificación personal y comunitaria, actividad cognoscitiva, alternativa de información y oportunidad creativa. En función de estas oportunidades el documental chileno se encausó por la vía del reportaje, del video arte y de los registros de casos y de campo para unas ciencias sociales volcadas hacia lo cualitativo. Mención particular merecen los diversos proyectos de documentales de carácter informativo, que adoptaron el formato noticioso para la cobertura de los conflictos políticos y sociales, que se gestaron en el seno de diversas ONG, algunas de ellas antecedentes de futuras productoras. El ejemplo más importante fue el noticiario Teleanálisis, proyecto audiovisual noticioso de la Revista Análisis que se desarrolló entre 1984 y 1989. Causa y efecto de este dinamismo productivo y de la demanda por nuevas tecnologías fue la reapertura o creación de escuelas de formación audiovisual a comienzos de 1980. Un factor que, conjeturamos, hizo admisible estos proyectos educativos para las autoridades fue su estatuto técnico, en teoría menos peligroso que el universitario, que, supuestamente en décadas pasadas y a través de las improntas teórica y artística, habría conducido al cine hacia la politización, la propaganda. Una película en la que podrían reunirse muchos elementos constitutivos y emblemáticos de los documentales de esos años fue Cien niños esperando un tren (1988) de Ignacio Agüero. Ahí comparecen Alicia Vega, los niños de su taller de cine para pobladores, la población y su parroquia, el trabajo infantil, las protestas, la represión policial, los allanamientos y los interrogatorios. A través de una narración apacible, cándida cuando se identifica


Fue, probablemente, la exposición sostenida e indiscriminada de la vida de Ricardo Liaño lo que justificó que al documental Un Hombre Aparte (2001), de Perut y Osnovikoff, le fuera otorgado el premio Altazor 2001, pero que aún hoy sea identificado por algunos documentalistas como ejemplo de controversia ética.

Causa y efecto de este dinamismo productivo y de la demanda por nuevas tecnologías fue la reapertura o creación de escuelas de formación audiovisual a comienzos de la década de los ochenta. con las perspectivas infantiles, figuran el propio Agüero, que conversa con los personajes, fragmentos de algunas de sus pelíclas y muchos extractos de la historia del cine mundial que Alicia Vega presenta a los niños. Durante la década de los noventa la institucionalidad del cine documental chileno seguirá creciendo, se abrieron más centros de formación audiovisual y, algunos de ellos, en virtud del dinamismo del mercado académico, alcanzan la categoría institucional de universidades. Algunos cineastas se organizaron y pidieron al nuevo gobierno medidas de apoyo al cine. El Banco del Estado, el área audiovisual del Mineduc y el programa de fomento del cine Ibermedia abrieron las primeras vías de financiamiento.

Nuevos roles A comienzos de los años noventa, la conmemoración de los 500 años del descubrimiento de América motivó el tópico indígena en la escena documental. La denuncia del descubrimiento como una invasión o saqueo y la presentación de los indígenas contemporáneos como marginados sociales en el continente, fue dando paso a una actitud documental más proclive a que las comunidades y los propios sujetos expusieran sus culturas y experiencias. La neutralización crítica del registro documental en algunos casos dio paso a la identificación emotiva con el objeto. En la película Con mi humilde devoción (1994), el antropólogo Claudio Mercado, a la vez que expuso la manifestación

religiosa de los bailes chinos, tematizó su propio fervor como danzante y su devoción por la Virgen María. Antecedente de este documental devocional es el bello documental Andacollo realizado por Nieves Yancovic y Jorge di Lauro en 1958. La nueva democracia chilena impuso a la televisión abierta ampliar sus objetivos y perspectivas, de este modo el documental y la cultura tradicional y popular chilena ingresaron en conjunto en el ámbito doméstico a través de series como La tierra en que vivimos de Sergio Nuño o Al sur del Mundo y Bajo la cruz del Sur, ambas dirigidas por el documentalista Francisco Gedda. El cine de ficción, que a comienzos de los años noventa, por su crecimiento y éxitos, eclipsó más que nunca al documental, tal como éste desestimó la representación épica de los procesos históricos de Chile. La representación audiovisual intimista, subjetiva de la realidad, cifrada en personas, se ajustó al deber de cuidar la democracia en rodaje y a la deriva individualista de la cultura, estimulada también por el mercado. Fernando ha vuelto (1989) de Silvio Caiozzi asumió dramáticamente esa postura. El registro se identificó de tal manera con la experiencia de los familiares, de las forenses, que buscaban al detenido desaparecido Fernando Olivares, que como todos ellos creyó identificarlo con certeza. La última década ha visto expandirse notablemente la institucionalidad y legitimación cultural de los documentales. Numerosos festivales de cine de categoría internacional como el de Viña del Mar, Valdivia, Santiago (Sanfic), el Festival de

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argumento/Mejora de imagen En esta década se da el fenómeno excepcional de documentales que convocan gran público. Algunos de ellos, por su calidad artística o por su increíble sintonía con la contingencia nacional, han alcanzado éxitos de taquilla. Cine UC, entre otros muchos, han asignado un lugar muy importante a la competencia, exhibición y debate sobre documentales. Algunos como el Festival internacional de documentales de Santiago (Fidocs) o el Chile Reality de Chillán, se han concentrado en el género. La formación en cine y televisión y luego también en documental, volvió a las universidades tradicionales, a la Universidad de Chile, en el Instituto de la comunicación y la imagen, y a nuestra universidad en la Facultad de Comunicaciones, a través de su programa de Dirección audiovisual. En estos años las investigaciones sobre cine chileno documental han aportado nuevos y relevantes libros específicos como Itinerario del cine documental chileno de Alicia Vega4 o Teorías del cine documental chileno, de quien escribe este texto junto a las investigadoras Carolina Larraín, Maite Alberdi y Camila Van Diese.5 La falta atávica de publicaciones críticas ha sido reparada especialmente por publicaciones en línea como La Fuga, Mabuse o Fuera de Campo, cuyos críticos jóvenes han sometido al documental chileno actual y pasado a nuevas referencias hermenéuticas. En el plano organizacional los documentalistas han conseguido representación en el Consejo Nacional del Arte y la Industria Audiovisual, y se han agrupado en Adoc, institución que ha defendido sus derechos e intereses a nivel público y que contribuye al estudio del género a través de un catastro de más de cien años de cine documental chileno que comparte en su sitio web.

Camino al año 2010 La conmemoración del bicentenario de la República, como referente de agitación de la memoria nacional, ha motivado la fundación o desarrollo de archivos cinematográficos, entre otros, el de la Cineteca del Centro Cultural Palacio La Moneda o el Archivo Fílmico UC, que han acogido, restaurado y expuesto un vasto repertorio de documentales chilenos, realizados particularmente desde fines de los años cincuenta en adelante. En el plano de los realizadores es posible decir que el cine documental es casi un feudo de las mujeres. La mayoría de las veces son ellas las que dirigen o codirigen las obras más premiadas, publicitadas y populares. Los nombres de Carmen Luz Parot, Adriana Zuanic, Bettina Perut, María

Elena Wood, Paola Castillo, Susana Foxley, Tizziana Panizza, Joanna Reposi, Pachy Bustos, Maite Alberdi, Lorena Giaschino, hacen pensar que la inteligencia y la expresión del documental, cada vez más emocional, cada vez más sensorial, es de orden femenino. Los apoyos estatales, a través de Corfo y el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, con su Fondo de Fomento Audiovisual, han contribuido poderosamente a la formación, investigación, realización y exhibición de cine documental. Muchas salas de cine en todo el país se han comprometido con los documentales sirviendo como espacios para la exhibición de filmes particulares, muestras y como sedes de festival. En esta década se da el fenómeno excepcional de documentales que convocan gran público. Algunos de ellos, por su calidad artística o por su increíble sintonía con la contingencia nacional, han alcanzado éxitos de taquilla. Tal es el caso de Malditos (2004) de Pablo Insunza, Actores secundarios (2004) de Patricia Bustos y Jorge Leiva, Allende (2004) de Patricio Guzmán y La ciudad de los fotógrafos (2006) de Sebastián Moreno. La indagación estética y la experimentación retórica, como refinamientos del propósito epistemológico y de la expresión documental, han sido efectos del desarrollo productivo y la legitimación cultural contemporánea del género. Dos obras de este periodo que se han convertido en referentes en este sentido son Señales de ruta (2000) de Tevo Díaz, documental sobre la vida y obra del poeta chileno Juan Luís Martínez, y Ningún lugar en ninguna parte (2004) de José Luis Torres Leiva, deconstrucción de un documental sobre Valparaíso. Para concluir verificando que el documental contemporáneo chileno insiste en su relación crítica con la realidad, incluso en aquellos ámbitos que implican el enjuiciamiento de sus propios fundamentos éticos y cognoscitivos, encontramos en los últimos años obras que, no sin escándalo, insertan estratégica y reactivamente dispositivos de ficción en la no ficción, como Un hombre aparte (2001) o El astuto mono Pinochet y La Moneda de los cerdos (2004), ambos de Bettina Perut e Iván Osnovikoff. Este principio de mezcla ha sido asimilado por varios de los festivales de cine chileno que ya nombramos, que combinan en una sola competencia las obras de ficción con los documentales.

4 Itinerario del cine documental chileno 1900-1990. Alicia Vega. Santiago, Universidad Alberto Hurtado, 2006. 5 Teorías del cine documental chileno 1957-1973. Pablo Corro et al. Santiago, Pontificia Universidad Católica de Chile. 2007.

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Argentum: plata. Argumento, la palabra brillante como el metal.

argumento

Captar atención en el mundo globalizado

El deber ser de la actividad periodística y el concepto de noticia, es un tema que sigue presente en el debate público chileno y mundial. A continuación, algunas reflexiones en torno a esta discusión, a la luz del Congreso de Facultades de Comunicación de Universidades Católicas, convocado recientemente en Roma por el Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales. Por Silvia Pellegrini

La explosión tecnológica de este mundo globa-

lizado, intercomunicado –y donde el acceso a la comunicación forma parte de la medición del desarrollo social– ha impactado decisivamente en todos los aspectos del mundo de las comunicaciones: los medios han tenido que adaptarse, el periodismo enfrenta nuevos desafíos y la noticia tiene que abordarse de otra manera. Los más apocalípticos llegaron al extremo de vaticinar –hasta con fechas– la desaparición de algunos tipos de medios e incluso de la actividad periodística profesional; aún cuando paralelamente, y con mucha fuerza, se veía surgir otras profesiones en el mundo de las comunicaciones, como son

los directores audiovisuales, los publicistas o los estrategas de las comunicaciones. Transcurridos algunos años, las noticias, que constituyen la labor esencial del periodismo, y en especial aquellas transmitidas a través de los medios electrónicos (TV e internet), no solamente sobreviven, sino que constituyen un aspecto considerable del intercambio comunicativo. Sin embargo, ¿cuál es el concepto de noticia que ha sobrevivido a los cambios? ¿Quién dice qué es noticia hoy? ¿Cómo se determina que un hecho social o personal merece el calificativo de tal? ¿Cómo se presenta y representa esa realidad en los medios de comunicación?

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argumento/Captar antención en un mundo global A lo largo de la historia, la forma de comunicar los hechos ha evolucionado a la par de la cultura. Sólo para figurar las etapas recientes, el periodismo ensayista corresponde a la cultura de fines de siglo XIX; la profesionalización responde a las formas científicas en boga en el siglo XX, y la noticia de hoy se adapta con esfuerzo a los micro-relatos, tan propios de la era tecnológica y de una cultura que vive en lo que algunos han denominado «secuencia flash». La mayoría de las rutinas para determinar la noticia, como del trabajo informativo existentes en la actualidad, corresponden a la época en que el periodismo podía convertir su selección de hechos en los temas principales de cada grupo social. El problema de entonces era lograr una buena narración; y no la obsesión por conseguir la atención del receptor. Había influencias, había competencia, pero la actividad periodística se daba en un contexto acotado y controlado por el emisor (en este caso, el periodista). También había críticas, concentradas preferentemente en la veracidad de los hechos y en lo positivo o negativo que fuera el contenido publicado. Críticas que aún subsisten, por lo demás. El periodista, por su parte, también había ido construyendo su marco de acción profesional orientado a ser el «perro guardián» de la sociedad, a consolidar un equilibrio de los poderes sociales (en especial del político) y a representar frente a la autoridad los intereses del público. Y en la mayoría de los países del mundo, esa sigue siendo su autoimagen. Al menos así lo afirma una investigación realizada por la Universidad de Zurich, publicada en la reunión anual de la ICA (International Communication Association), realizada recientemente en Montreal. Bajo esta premisa, el producto profesional de su trabajo no debería haber sufrido demasiadas modificaciones. Sin embargo, la realidad es otra. YouTube, Facebook, los blogs y las transmisiones instantáneas por celular han remecido el concepto tradicional de la acción profesional. A tal punto que, en el mundo actual, los medios periodísticos y los profesionales ya no controlan la actividad noticiosa; ésta se desborda. Los marcos han cambiado. Y no solamente por la facilidad para que otros se conviertan en autores de noticias –el número sigue siendo insigSilvia Pellegrini es periodista de la Pontificia Universidad Católica de Chile, con estudios de postgrado en ciencia política, en Alemania. Ha realizado numerosas investigaciones relacionadas con la medición de la calidad de los medios periodísticos en distintos países del mundo. El año 2000 fue Presidente del Consejo de Canal 13 y obtuvo el Premio Embotelladora Andina CocaCola. Actualmente es Decana de la Facultad de Comunicaciones UC.

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nificante, aún en los países de mayor desarrollo–, sino por la dificultad de atraer el interés de audiencias cada vez menos cautivas, audiencias que han abandonado el ámbito social para definirse principalmente en torno a sus propios intereses. Hoy no basta con tener una buena historia. Hay que lograr que las personas la escuchen.

Noticia y emoción Se da la paradoja, entonces, que en el mundo hipercomunicado tecnológicamente, las personas se relacionan menos socialmente y usan su tiempo en comunicaciones bipersonales o en la búsqueda de respuestas a sus preocupaciones específicas. Para enfrentar esa dinámica, la primera solución ha sido recurrir a la entretención y a despertar ciertos factores emocionales que atraigan la atención del público hacia las noticias en los medios generales. Una tendencia muy en boga en Chile. Las emociones constituyen siempre un lazo común, y en grandes grupos de personas conllevan la posibilidad de una respuesta rápida. En las noticias sobreabundan entonces los hechos policiales (el temor), la exposición de la vida privada (la curiosidad), la actividad deportiva (la competitividad). Como contraparte, disminuyen las narraciones políticas, las económicas, los reportajes internacionales, todos temas que apelan más al intelecto que a la afectividad. Cambian también en ese contexto las figuras de autoridad y los modelos sociales, para interpretar a quienes lideran o representan esas actividades entretenidas. Las personas que la sociedad conoce y reconoce son quienes están dispuestos a exponer y generar emociones, ya sea porque forman parte de sus actividades o porque constituyen un buen negocio. Y el país se moviliza por esas emociones: mira y se admira, ríe o llora... Y en la convocatoria social pasa a ser un ingrediente decisivo ese despertar emocional. Puede ocurrir, entonces, que el análisis de una determinada competencia deportiva, o una tragedia personal que contenga elementos inhabituales, ocupe casi la totalidad de los informativos de un día. Y no es que esos aspectos no constituyan noticia; el problema radica en el peso o significación que se les otorga y que opacan otros aspectos significativos de la realidad social. Las decisiones en los ámbitos de poder y las cuestiones político-sociales siguen desarrollándose en las sociedades, sólo que disminuidas en su exposición más pública. Para muchos, la opacidad sobre sus acciones es favorable a sus intereses. Para otros, la necesidad de exponer socialmente algunos aspectos les hace recurrir a los «lobbystas», cuya función tiene un doble objetivo: los poderes reales y los medios. A modo de ejemplo, en Bru-


Youtube, Facebook, los blogs y las transmisiones instantáneas por celular han remecido el concepto tradicional de la acción profesional. A tal punto que, en el mundo actual, los medios periodísticos y los profesionales ya no controlan la actividad noticiosa; ésta se desborda. Significancia social selas existen más de 10 mil personas trabajando en torno a la actividad del gobierno europeo, para lograr posicionar sus temas de interés específico. Y cuando estos temas se incorporan, también lo hacen principalmente en la forma usada en el escenario del siglo XX, es decir respondiendo a prioridades institucionales, rara vez personales.

Terreno de periodistas En ese contexto surgen muchas interrogantes: ¿Quiénes nos hablan, a través de los medios, entonces? ¿Cómo entran y salen los temas del ámbito público? La primera respuesta exige explicar la llamada gran horizontalidad de la comunicación de hoy. Supuestamente todos hablan. Pero no son todos, ni en igualdad de condiciones, los que informan. Continúa coexistiendo una diversidad de agentes que se incorporan de distintos modos a la actividad informativa. Y tanto los medios como los periodistas mantienen también una función. Sólo que esta ha cambiado. En la situación actual, la selección y el foco de los temas sociales puede llegar a hacerse al margen de la actividad periodística, mientras ésta proporciona el marco de atracción, a través de noticias entretenidas o impactantes. Lo que nos debería preocupar es que si esa es la situación informativa de un país, el equilibrio social se torna muy precario. La investigación y el análisis de estos temas corresponden muy directamente a lo que es la misión de una Facultad de Comunicaciones, para contribuir a que el periodismo asuma el desafío de recuperar la voz que ha sentido siempre como propia: la de constituirse en lugar de síntesis y encuentro de la discusión pública de los procesos sociales. Pero en virtud de su relevancia y no sólo de la atracción fácil. También es una tarea prioritaria preparar personas capaces de enfrentar estos desafíos. Lograr ambas metas requiere desarrollar nuevas formas periodísticas, incorporar focos, temas y actores, y lograr la conciencia en los medios de que las condiciones del entorno pueden ser muy diferentes. Pero con un último objetivo que sigue vigente: contribuir a formar personas informadas, capaces de ejercer su libertad, y sociedades maduras y participativas.

En la línea de lo anterior, representan una contribución al análisis de este tema, algunas de las presentaciones realizadas recientemente en Roma, durante el primer Congreso de Facultades de Comunicación de Universidades Católicas, convocado por el Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales. En él participaron alrededor de 100 académicos provenientes de 43 países de los cinco continentes. El grupo fue recibido por el Papa, en una audiencia especial, en la que habló personalmente con cada uno de los relatores y en la cual subrayó que «la comunicación revela a la persona, crea relaciones auténticas y comunidad y permite a los seres humanos madurar en conocimiento, sabiduría y amor». En esta frase se subrayan los dos principios relevantes de la información: la acción que ejerce en la persona y su protagonismo en la generación de la comunidad social. El congreso se inició con un análisis del contexto histórico-social donde se plantearon temas como la convergencia de los medios, el proceso de «framing» de las noticias (entendiendo por ello la tendencia a enmarcarlas dentro de ciertos parámetros culturales y profesionales), la distinción entre tecnología y la práctica de las tecnologías, el consumo medial cada vez más complejo, y el ansia compulsiva a «estar conectado», entre otros. Varios de los aspectos analizados pueden contribuir a fijar los componentes de una noticia que, sin perder su objetivo primario de mantener una comunidad informada, logre interesar a las audiencias más generales. En primer lugar, el profesor Pier Cesar Rivoltella, de la Universidad del Sacro Cuore de Milán, mencionó como aspectos fundamentales del contexto actual de las comunicaciones: la horizontalidad de las relaciones en un mundo donde la persona aspira a verse a sí misma como individuo y no como miembro de una sociedad y, la aparición «del derecho a la visibilidad», a los contactos, al reconocimiento, como nuevas maneras de construir la personalidad. ¿Qué implica eso para la noticia? Que la sola relevancia social, en especial si se establece bajo perspectivas institucionales, no basta para generar interés. Cada persona necesita reconocer en la noticia algún elemento que diga relación con su experiencia personal, para que ésta le sea atractiva.

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argumento/Captar antención en un mundo global No se trata necesariamente de algo que refiera a su entorno inmediato, sino que incorpore elementos que le permitan identificarse con la situación en cuestión. Las personas quieren protagonismo pero no directamente personal sino de alguien «como ellos». Ni la horizontalidad ni el foco más individual significan, sin embargo, que desaparezca la necesidad de la mediación entre los hechos y el público, actividad que realiza el periodista. Los jóvenes de hoy, por ejemplo, rechazan las conductas autoritarias o de carácter muy vertical pero requieren modelos de conducta de los adultos, y respetan al que se le hace significativo. Algo similar sucede en las comunicaciones, y esa perspectiva abre nuevos caminos y oportunidades a la labor informativa. Mediar entre los hechos y las personas implica, por ejemplo, incorporar patrones significativos para seleccionar qué informar y pautas claras para establecer el foco de la noticia; exige capacidad de distinguir entre hechos reales y los que se ofrecen por intereses específicos; reconocer las fuentes confiables de las que no lo son; enmarcar los hechos en sus contextos y, sobre todo, captar el interés personal. Cada uno de estos aspectos adquiere particular relevancia en el universo de una inmensidad de ofertas de información disponibles. Lograr estas características tiene directa relación con el prestigio e influencia que logren un medio o un periodista determinado. Por su parte, el profesor Farrel Corcoran, de la Universidad de Dublín, reconocía dos tipos de medios: unos que llamaba «space binding», es decir los que establecían relaciones geográficas, y los «time binding», aquellos capaces de establecer vínculos históricos, culturales y valóricos entre las sociedades. La prioridad de hoy la tienen los primeros que tienden a dar cuenta de los hechos aislados de sus contextos, y donde basta con el despacho noticioso puntual, de rápida obsolescencia, para considerar que la tarea está cumplida. Pero el sólo acercamiento geográfico no es suficiente para producir interés, estimular atención o ser capaz de ubicar los hechos en un contexto que les de sentido. Llegar a desarrollar un periodismo del segundo tipo; es decir, que genere lazos culturales, no es tarea fácil si se considera, adicionalmente, que un requisito clave de la comunicación de hoy es la prioridad que tienen las micro-narraciones, las historias cortas. Las personas rechazan los relatos largos y aprecian la información sintética, que para ser profunda, requiere de conceptos claros, precisos y una amplia cultura de quien la estructura. Lograr este tipo de información es cada vez

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más necesario, puesto que esos vínculos culturales no solamente son ineludibles entre diversas sociedades, sino también dentro de una misma sociedad donde los hechos políticos y sociales sólo adquieren significado si las personas son capaces de una apropiación a partir de la propia realidad y cultura. Ninguno de los elementos señalados permite inferir que la significación social deba desaparecer del concepto de noticia, para dejar paso a hechos que generen sólo respuestas emocionales y, por lo tanto, persigan principalmente la entretención. Más bien ponen el acento en que este es un camino arriesgado y peligroso. En primer lugar, porque las emociones agotan y se agotan. Las personas se cansan del estímulo permanente, se cierran a recibirlo y, como consecuencia, una parte importante de las audiencias se aleja de los medios informativos o sólo les presta atención muy puntual. Además, la emoción se hace habitual y, por lo tanto, pierde su carácter estimulante. Se requiere entonces de elementos de atracción cada vez más provocativos, más extravagantes o más chocantes. Sin embargo, esta dinámica para captar público es necesariamente efímera; construir así la base de la actividad informativa, es levantar castillos de papel. Las emociones nacen con más facilidad frente a problemas del entorno cercano a la persona y suelen ser comunes a un grupo social bastante específico, con lo cual esta construcción noticiosa tiende a hacerse restrictiva a una sociedad determinada. En el caso de Chile, por ejemplo, somos testigos de cómo acontecimientos locales de escasa o nula significación social, muchas veces desplazan a noticias internacionales del universo informativo. Así, entonces, se refuerza su carácter geográficamente isleño y la pérdida de la capacidad de sus habitantes de relacionarse, convivir y conocer otras realidades. Se trata de una gran amenaza si se considera que, por el tamaño del país, la sustentabilidad de su desarrollo depende, en una proporción importante, de su apertura y vínculo exitoso con el mundo exterior. Recurrir a la atracción emocional como factor de selección en la información es la solución simple de un problema complejo: el estímulo de la atención a través de dar a los temas informativos características personales, de utilidad, de cercanía, de comprensión. El principal desafío del periodismo del futuro es disminuir la brecha entre lo entretenido y relevante, incorporar la visión de la perspectiva individual a los hechos sociales, y ser capaz de despertar el interés del receptor sin perder la naturaleza propia de la función informativa.


Mejorar el transporte público con un ojo en los pasajeros Un estudio de Ingeniería desarrollará estrategias de control y tecnologías que mejoren la coordinación entre los buses y el sistema de semáforos, a través de sistemas automatizados para monitorear a los pasajeros.

A fines del próximo año concluirá la investigación que plantea una solución para los tiempos de espera de los pasajeros del transporte público. Se trata de un proyecto Anillos, de tres años de duración, orientado a desarrollar modelos, estrategias de control y tecnologías que mejoren la coordinación entre los buses y el sistema de semáforos. El estudio lo desarrolla un grupo de profesores de la Escuela de Ingeniería UC del área de Ingeniería de Transportes, Ingeniería Eléctrica y Ciencia de la Computación, y de Ingeniería de Transportes e Ingeniería Eléctrica de la Universidad de Chile, que abordan el trabajo en tres partes: modelación del transporte público, control automático y adquisición de información en tiempo real de la demanda de los pasajeros. La idea es hacer eficiente el flujo de los buses, de manera que puedan trasladar a los pasajeros en el menor tiempo a su destino final y acortar la espera en los paraderos. Según el profesor Domingo Mery, uno de los tres investigadores titulares del proyecto junto

Sincronización. La iniciativa pretende reducir los costos sociales del sistema actuando simultáneamente sobre los intervalos de buses y sobre la programación de los semáforos.

a Aldo Cipriano y Juan Carlos Muñoz, el gran aporte del estudio es desarrollar un modelo para monitorear la flota de buses de acuerdo a los movimientos de la demanda de pasajeros en tiempo real y no sólo a modelos estadísticos del último período, como ocurre actualmente. Para obtener

esta información, los ingenieros proponen dos sistemas: a través de cámaras en los paraderos y en los buses, que «ven y cuentan» a las personas, y tecnología RFID (con tarjetas que pueden ser leídas a distancia del lector, y que no obligan al usuario a mostrarla). «Es como un ‘sapo’ que cuenta los pasajeros en cada estación y en cada bus y le pregunta a cada pasajero adónde va. Esta información sería actualizada minuto a minuto y estaría centralizada en un computador que podrá corregir la frecuencia de los semáforos y con ello regular la velocidad de los buses», indica.

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Comer tomates podría ser equivalente a vacunarse contra la hepatitis C La necesidad de contar con nuevas y mejores vacunas para la prevención de las enfermedades infecciosas ha llevado a los científicos a buscar otros caminos en el área de la biotecnología y la transgenia. En la UC, el profesor Patricio Arce, jefe del Departamento de Genética Molecular y Microbiología de la Facultad de Ciencias Biológicas, trabaja desde hace años utilizando plantas transgénicas para su investigación. En esta senda, el científico incursiona en una iniciativa pionera en Chile y en Latinoamérica, como es la de producir una vacuna oral para la hepatitis C, que provoca graves afecciones hepáticas, a partir de plantas de tomates modificadas genéticamente. «Esto significa que con sólo consumir una determinada porción de tomates frescos, las personas quedarían protegidas contra la enfermedad», dice. Respecto del patógeno, la investigación apunta a aquellos que actúan en las mucosas del sistema respiratorio o digestivo, como por ejemplo el virus de la influenza, el virus respiratorio sincicial, y también a varios patógenos digestivos, como Salmonella, Helicobacter, E. Coli o los virus responsables de hepatitis, algunos de ellos tan severos que incluso pueden provocar la muerte. «Partimos con el de la hepatitis C porque no existen vacunas contra este patógeno. Este es un virus que ataca preferentemente a la población de países en desarrollo, y Chile y muchos otros países de la región, de África o India, se encuentran altamente expuestos a él», sostiene. Los estudios están enfocados a enfrentar la hepatitis con las mismas cepas del virus que atacan en Chile. Así, una vacuna podría tener mejores probabilidades de éxito en la población chilena y en Latinoamérica.

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Según el profesor Patricio Arce, quien lidera los estudios en el Departamento de Genética Molecular y Microbiología de la Facultad de Ciencias Biológicas, unos pocos tomates frescos bastarían para inmunizar a las personas contra la enfermedad.

Solución. No existen vacunas para la hepatitis C, por ello el investigador optó por producir una vacuna oral para este patógeno.

Por qué una vacuna oral Según Arce, las vacunas orales no difieren mucho de las vacunas convencionales; la diferencia fundamental está en la forma de administrarlas. En general, las vacunas consisten en inyectar el patógeno atenuado de una enfermedad, el que, al estar inefectivo, deja de causar el problema, pero es reconocido por el sistema inmunológico, que desarrolla anticuerpos contra las proteínas del patógeno. Una variante que utilizan las vacunas modernas es que no se inyecta directamente el patógeno, sino algunas proteínas que se extraen de él. Es lo que hizo el investigador en el laboratorio: clonar genes del patógeno de la hepatitis C y expresar sus proteínas en plantas de tomates. «El procedimiento no resulta en cualquier condición, por ello estas proteínas deben expresarse en alimentos de consumo fresco, ya que al cocinarlos se

degradan las proteínas y se pierde efectividad. Por eso las frutas y verduras que consumimos sin necesidad de cocinarlas son un buen blanco para poder utilizarlas como vacunas orales», sostiene el profesor Arce. Por el momento tienen las plantas de tomates con frutos que expresan estas proteínas, y el siguiente paso, antes de probarlas en humanos, es alimentar con ellos a animales de laboratorio y verificar que inducen la respuesta inmune y comprobar además que son inofensivas. «Como son proteínas, y no el patógeno mismo, no causan daño», explica. Hasta el momento, el profesor Arce ha podido comprobar que el sistema funciona muy bien en plantas de tomates, pero también se podría aplicar en zanahorias, manzanas o en uvas, que son frutas que se les pueden dar a los niños como papilla o jugo, y que podría ser una forma sencilla de inmunización.


Comprueban que en Chile la red de áreas protegidas es insuficiente

El profesor Pablo Marquet y su grupo de trabajo estudiaron todas las áreas protegidas del país y encontraron que muchas de las especies más vulnerables no son cubiertas por esta red de áreas o sólo lo están parcialmente.

matuasto y la culebra de cola larga del norte, como muchas otras especies amenazadas o endémicas, podrían salvarse del riesgo de extinción con un sistema de áreas protegidas eficiente y bien diseñado. Así lo demuestra el estudio «Análisis de vacíos de conservación de especies de vertebrados de Chile», impulsado desde el Centro de Estudios Avanzados en Ecología y Biodiversidad, Caseb, y que desarrolló un grupo de investigadores encabezado por Pablo Marquet, profesor del Departamento de Ecología de la Facultad de Ciencias Biológicas, su alumno de postdoctorado Marcelo Tognelli y Pablo Ramírez, de la empresa Bioforest. Durante más de cuatro años los investigadores estudiaron el Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado (Snas-

AMENAZADOS Entre las especies de vertebrados, hay 87 que no están cubiertas en ningún área protegida. La mayoría son reptiles, anfibios y peces. De las 136 especies endémicas que hay en Chile, sólo 9 están completamente cubiertas para su conservación; el resto tiene un grado de protección parcial. En Chile hay 46 especies de vertebrados amenazados. De ellas, 4 no están presentes en ninguna área protegida y 33 tienen sólo protección parcial.

pe), las áreas protegidas privadas, los santuarios de la naturaleza y los sitios Ramsar (humedales protegidos por el convenio homónimo) de todo el país. En Chile hay 124 sitios protegidos que corresponden a un 20 por ciento del territorio continental, aproximadamente 15 millones de hectáreas. La mayor parte están concentradas en el extremo sur; sin embargo, la zona mediterránea, comprendida entre La Serena y Concepción, donde están las áreas más importantes en cuanto a biodiversidad y especies endémicas, tiene sólo alrededor de un uno por ciento de su superficie protegida. El profesor Marquet dice que, según sus estimaciones, Chile debería tener un 51 por ciento de su superficie continental formando parte de la red de áreas protegidas. Para ello propone optimizar el sistema poniendo énfasis en recuperar áreas que podrían tener uso agrícola y tratar de revertirlas a un uso más primigenio, a la vez que enfatizar la creación de más áreas protegidas privadas. Los investigadores están orientados a analizar cómo se comportaría el sistema en los próximos 100 años frente a los efectos del cambio climático y en función de ello, poder adelantarse diseñando un sistema que no solamente proteja bien a todas las especies, sino que también resista las perturbaciones que vienen.

Especie amenazada Áreas protegidas

DISTRIBUCIÓN: Algunas de las especies que no están adecuadamente cubiertas por las áreas protegidas son los reptiles Pristidactylus valeriae, P. alvaroi y el anfibio Alsodes nodosus.

DISEÑO: Y. HUSSEIN AND M. TOGNELLI; FOTOS: Y. HUSSEIN)

La ranita de Darwin, el lagarto

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Abrir el espacio Seleccionar obras de arquitectura de los últimos 30 años, es una tarea difícil. La curatoría de una muestra que dé el tono de lo que ha sido la arquitectura contemporánea en nuestro país requerirá una cierta distancia. Lo que se presenta es una aproximación, a ser perfec-

cionada, cuando el tiempo dé perspectiva. Algunas reflexiones: no existe proporcionalidad en la cantidad de obras por década. La mayoría pertenece a fines de los noventa y a la década actual. Esto responde a un renacer de la arquitectura en Chile a partir

Ricardo Abuabuad es arquitecto y académico de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos UC. Master en Gestión Urbana de la École des Ponts Paris Tech, Francia. Sus obras han sido presentadas en Francia, Holanda y varios países de América. Hoy es director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Diego Portales.

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Ricardo Abuauad A.

de ese momento. Resulta difícil incluir obras de los ochenta, teñidas por ideas de la postmodernidad. Estas obras confirman lo prolífico del quehacer profesional en nuestro país; su calidad; su inserción en medios naturales con respeto y sensibilidad; la gran cantidad de arquitectos que dan lugar a una masa crítica; la variedad; la escasa influencia que en su conjunto tienen en las ciudades chilenas.


EDIFICIO CCU. ADN Nordenflycht, + Arquitectos, Flaño, Núñez, Tuca Arquitectos (2007). Obra que establece un nuevo paradigma para la Torre

CASA PEDRO LIRA. Sebastián

FACULTAD DE ARTES VISUALES, UNIVERSIDAD DE CHILE. Albert

Irarrázaval (2006). Esta vivienda es un avance en la propuesta de relacionar espacios en forma fluida, asunto para lo cual la estructura juega un papel fundamental.

Tidy, Emilio Marín (2006). El proyecto de rehabilitación que esta obra supone da lugar a espacios limpios y despejados, a una estética depurada y un correcto uso de los materiales.

CASA EN BAHÍA AZUL. Cecilia

Puga (2005). Esta vivienda es una apuesta por la posibilidad de reflexionar sobre las variables que enfrentan al habitar contemporáneo, en una propuesta despojada de adornos que conserva sólo lo esencial.

CRISTÓBAL PALMA

de oficinas en el sector oriente de Santiago, con economía de medios y preocupación por el material.

CASA POLI. Pezo von

Ellrichshausen Arquitectos (2005). Esta vivienda es una declaración de principios sobre la relación entre obra y programa, obra y lugar y obra y material.

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paíspaisaje/

PARQUE BICENTENARIO. Teodoro Fernández L. Arquitectos (2007). Esta propuesta de arquitectura del paisaje abre para la ciudad un territorio

inédito y potencia los valores del lugar. Al mismo tiempo maneja con destreza la cercanía de carreteras en su entorno próximo. TORRES SIAMESAS. Alejandro

EDIFICIO CORPORATIVO VESPUCIO NORTE EXPRESS.

Aravena, Charles Murray, Alfonso Montero y Ricardo Torrejón (2005). Este edificio reconoce sus propios potenciales y encuentra una escala adecuada de inserción en el lugar, así como una propuesta formal de gran atractivo.

+ Arquitectos (2004). Un logrado y novedoso uso del material y una propuesta espacial interior y exterior simple y eficiente hacen de esta obra un landmark del paisaje de la periferia de Santiago.

FACULTAD DE MEDICINA UC.

Alejandro Aravena y Fernando Pérez (2004). El proyecto se inserta en una situación densa y compleja, y tiene el mérito de adecuarse a su entorno, terminando de conformar el atrio y obteniendo luz para su biblioteca.

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CASA DUQUE. Rodrigo Duque

(2003). Esta vivienda recoge algunas de las mejores tradiciones de la vivienda moderna y las recrea con gran habilidad, generando una solución fluida y acertada.


CASA OMNIBUS. Gubbins

EDIFICIO CORPORATIVO SUR AUTOPISTA CENTRAL.

Arquitectos (2004). Esta casa resuelve en forma acertada el programa de segunda vivienda y la integración con su entorno.

+ Arquitectos (2004). Su propuesta considera de manera acertada la percepción que se tiene desde la carretera, y resuelve una obra simple y al mismo tiempo de gran pregnancia.

TERMAS GEOMÉTRICAS. Germán

del Sol (2003). Encarna una visión sensible y al mismo tiempo contemporánea hacia el paisaje.

CASA VIEJO. Mathias Klotz

(2002). La casa Viejo es un salto importante en la obra de Klotz, y crea un lenguaje apropiado para el hormigón visto que a la vez resuelve un programa en una estrecha relación interior / exterior.

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paíspaisaje/Abrir el espacio

CAJA DE COMPENSACIÓN LA ARAUCANA. Alvano & Riquelme, Diego Romero, Anita Puig (2006). Obra que aporta a la arquitectura para el

trabajo fluidez, flexibilidad, luz y relaciones espaciales intensas y variadas.

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NUEVA SEDE TVN. Gubbins

MUSEO DE ARTES VISUALES.

Undurraga Devés (2001). Proyecto de gran simplicidad que aporta en la fluidez de las relaciones y en el protagonismo que cobra la circulación como conectora.

Arquitectos, MSGSSS Arquitectos (2002). La propuesta soluciona un programa de gran complejidad y su inserción en la falda del cerro San Cristóbal con simplicidad y de manera rotunda.

CASA SCHMITZ. Felipe Assadi y

COLEGIO ALTAMIRA. Mathias Klotz

Francisca Pulido (2001). Sintetiza con manejo de la estructura y materialidad una propuesta espacial y volumétrica.

(2000). Obra destacable por su resolución del programa que además de plantear situaciones espaciales dinámicas, da cuenta de su condición de mirador sobre la ciudad.

UNIVERSIDAD ADOLFO IBÁÑEZSEDE PEÑALOLÉN. José Cruz

DUOC-UC SEDE ALAMEDA.

Sabbagh Arquitectos (2000). Este edificio da cuenta de la relación entre un barrio tradicional y edificación preexistente y la operación arquitectónica medida y acotada.

Ovalle (2000). Se encarnan en este proyecto una noción del lugar en el que se encuentra, una resolución espacial fluida y un buen uso del material.

EDIFICIO MANANTIALES. Luis

MUSEO INTERACTIVO MIRADOR.

Enrique del Río, José Ignacio Baixas (1999). Una espacialidad interior fluida y luminosa se une a un trabajo interesante del material.

CASA REUTTER. Mathias Klotz

Izquierdo, Antonia Lehman, Raimundo Lira y José Domingo Peñafiel (1999). Solución estructural que se transforma en la resolución de fachada, para un edificio que evita los lugares comunes habituales y redefine el barrio en el que se inserta.

EDIFICIO PROLAM. Baixas y Del

y Liliana Silva (1998). Esta casa cambia en forma radical la comprensión de la segunda vivienda en el litoral central, abriendo el camino para la sensibilidad contemporánea en ella. Es además ejemplo de una comprensión especial del paisaje.

Río (1997). Un trabajo espacial interior que se une a la madera para general una suerte de paisaje dinámico e inesperado.

BIBLIOTECA FADEU UC. Teodoro

Fernández, Cecilia Puga, Smiljan Radic (1997). Una obra que se inserta en un entorno complejo y denso, y que convive armoniosamente con la casona patrimonial. Buen manejo de la luz natural.

CASA BOZA EN LOS VILOS.

Cristián Boza y Paola Durruty (1996). La Casa Los Vilos plantea una relación indisociable con su lugar, y genera un cuerpo firmemente vinculado al suelo tanto en volumetría como en materialidad.

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paíspaisaje/

EDIFICIO DE POSTGRADO, FACULTAD DE DERECHO DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE. Humberto Eliash, Claudio Santander, Jorge Marsino (2008).

El edificio resuelve con sobriedad la difícil tarea de integrarse a una obra de valor patrimonial, aceptando el lenguaje y proporciones de ella y al mismo tiempo dando cuenta de su época. CENTRO CULTURAL ESTACIÓN MAPOCHO. Teodoro Fernández,

HOTEL EXPLORA PATAGONIA.

Germán del Sol y José Cruz (1994). Otro reflejo de la relación que parece tan obvia mirada desde el extranjero (aunque tal vez no tanto desde Chile) entre nuestra arquitectura y el entorno natural.

Monserrat Palmer, Rodrigo Pérez de Arce, Ramón López (1994). Renovación respetuosa del valor patrimonial del edificio, que le devolvió nueva vida y le permitió posicionarse como un centro cultural y de eventos a escala nacional.

CASA ERRÁZURIZ. Cristián de

Groote (1990). La casa plantea una manera, que para la época resultaba innovadora, de entender la relación con el terreno a través de un patio de acceso. Resulta de gran impacto para toda una generaciónde arquitectos.

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MUSEO DE ARTE MODERNO DE CHILOÉ. Edward Rojas y Eduardo

Feuerhake (1988). Inaugura un reingreso de la arquitectura regional en el debate y abre las puertas para una nueva lectura de la tradición y arquitectura patrimonial desde una sensibilidad contemporánea.


COLEGIO CREACIÓN. Céspedes e Izquierdo (2006). Edificio que incorpora variedad y el aspecto lúdico en base a materiales estandarizados,

permitiendo una comprensión diferente de la arquitectura educacional en nuestro país.

CASA DEL CERRO. Undurraga

EDIFICIO CONSORCIO NACIONAL DE SEGUROS-VIDA.

Devés Arquitectos (1990). Esta casa anuncia un nuevo momento para la arquitectura chilena, en la que los valores de la modernidad se encuentran con una especial sensibilidad hacia el lugar, dejando fuera la influencia formal y tipológica de la postmodernidad.

Borja Huidobro y Enrique Browne (1993). Este edificio plantea un salto significativo en la calidad de los edificios de oficinas en Chile, y propone una serie de tratamientos, como la fachada verde y la llegada al suelo, que luego se volverán símbolos de su barrio y comuna. PLAZA LYON. Ricardo Contreras,

Pedro Murtinho, Humberto Eliash, Santiago Raby y José Larraín (1982). Este edificio plantea estrategias innovadoras en su momento, como la Plaza interior, la mixtura programática y la integración con el metro. Al mismo tiempo construye un espacio urbano de gran calidad en su perímetro.

CASA PEÑA. Miguel Eyquem

(1982). Vivienda que escapa a los estereotipos de su década y resuelve una espacialidad interior combinada con una comprensión del lugar único en el que se emplaza.

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AL RESCATE DEL FUTURO A D I Ó S A L A C U LT U R A P R E C I S A Y E X A C TA 26


dossie r

Con motivo de la edición número 100 de nuestra revista, hemos reunido seis miradas que, indagando en los signos de las décadas recientes y asomándose a las más próximas, aceptaron el desafío de pensar/imaginar de dónde venimos y hacia dónde vamos. El análisis de los tiempos recientes no nos hunde en el desconsuelo. Más bien, luego de dos siglos de un ser humano autorreferente, hiperquinético y muy contaminante, tras el cruce de un oscuro túnel que se abre a fines de los años 60, un horizonte todavía algo lejano se ilumina con el nacimiento de un tiempo en que retornan presencias que parecían haber desaparecido para siempre. Tampoco es deprimente el futuro posible, en las décadas que ya se acercan. El racionalismo y el mecanicismo, luego de un siglo XX en que sobreviven, a pesar de tantas fuerzas contrarias, se debilitan. Finalmente, en su largo y ardiente combate contra Descartes y Newton, el poeta Goethe emerge ahora como el triunfador: el visionario del tiempo nuevo. Optimismo. Aunque Chile no encuentre, todavía, el lugar desde donde contemplarlo o el modo de comenzar a construirlo.

AURORA CAÑERO / GALERÍA ANIMAL

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dossier

Fredy Parra Carrasco es Doctor en Teología de la Pontificia Facultad de Teología del Centro de Estudios Superiores de la Compañía de Jesús (Belo Horizonte, Brasil) y actualmente es vicedecano de la Facultad de Teología de la UC.

ALGUIEN PUSO A LA HISTORIA EN PAUSA La historia continúa siendo el «reino de lo inexacto», una mezcla de luz y sombra, de dolor y alegría, pero, pienso, sigue siendo el lugar de la espera, en tanto la conciencia humana no renuncie a imaginar el futuro y a diseñar días mejores para todos. Hombres y mujeres necesitamos creer que el mundo no sólo puede ser dominado o contemplado, no sólo comprendido, sino también, y sobre todo, humanamente habitable. por Fredy Parra

Vivimos un tiempo en que esperar es difícil. Con razón se ha caracterizado la condición postmoderna como una época en que se pierde progresivamente el sentido de la historia y crece la incapacidad para percibir el cambio mismo. Se ha modificado nuestra temporalidad. Nos preguntamos por las razones de lo que ocurre. Siempre es un riesgo pretender establecer los rasgos que definen el presente. El sólo propósito de ensayar una interpretación ya es parte de la cuestión y del problema. También es razonable pensar que estamos en tiempos de crisis del sentido

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de positividad de la historia, y, en consecuencia, todos, cual más, cual menos, experimentamos serias dificultades a la hora de identificar y pensar ciertos sucesos significativos en la textura de la historia. Lo significativo de la hora presente parece ser su propia indescriptibilidad, de hecho, es más evidente una cierta opacidad de la historia. No obstante, es insoslayable asumir el riesgo de la interpretación a fin de orientarnos en el tiempo y en el espacio. Es propio de la esencia humana preguntarse por su presente y hacer consciente el pasar del tiempo por la vida personal y por la de los otros.


AURORA CAÑERO / GALERÍA ANIMAL

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dossier/Alguien puso la historia en pausa En una época de repliegue de la conciencia histórica, donde, al parecer, la concepción moderna del devenir ha entrado en una crisis profunda, ha ido perdiendo fuerza la idea de una historia única de la humanidad. Las fuerzas que unificaban a la historia humana en torno a la idea de progreso se han visto quebrantadas. A comienzos de la década de los ochenta, se nos advertía sobre una época caracterizada por un «milenarismo invertido» (Fredric Jameson) en el que las premoniciones del futuro, ya sean catastróficas o redentoras, han sido sustituidas por la convicción del final de esto o aquello: el fin de la ideología, del arte o de las clases sociales, del Estado de bienestar, de las utopías o de los grandes relatos, de los socialismos reales, del hombre histórico y de la historia misma, etc. En el mismo sentido y en los mismos años otros autores hablaban de un «milenarismo negativo» (Augusto del Noce) o «milenarismo devaluado» (K. Kumar) intentando describir una época que no espera positivamente anticipar signos de plenitud, sino que más bien declara su resignación ante el fin inminente de sus propios proyectos e ideales y sin vislumbrar principios de algo nuevo. Se trata –o trataba entonces– de un apocalipsis sin visión, como ha dicho acertadamente Jacques Derrida. Y hay, más allá de las emociones, ciertamente, mucho de verdad en la declaración de estos «finales» y mucho de verdad interesada y, en consecuencia, de parcialidad y desmesura, también. De lo que ya nadie duda es que se ha transformado nuestra visión de la historia y de lo que es posible esperar «de» ella y «en» ella. La historia está «quebrada, herida, alterada, pero no abolida» (M. Haar) y se halla en una situación de sufrimiento, a la espera.

Volver al presente No se puede desconocer que en la actualidad siguen coexistiendo diversas miradas sobre el complejo tiempo presente que nos toca vivir e interpretar. Me parece observar una corriente de desesperanza, resignación y escepticismo en grandes capas de nuestra sociedad, el que alcanza también a los intelectuales de diverso signo. Se asume sin más que la conciencia prometeica típica de hace algunos decenios está siendo reemplazada por una conciencia narcisista que otorga significado casi exclusivo al presente. Prometeo da paso a un Narciso deslumbrado por su propia imagen. Más allá de la metáfora, tal paso significa la sustitución de una «lógica utópica», de carácter más social e histórico,

En mi opinión, además de cierto escepticismo, estamos ante un esteticismo presentista que invade los campos del saber y de la acción. 30

por una «lógica de la individualización», muchas veces a-social, lo que trae como consecuencia un serio descrédito de valores que hasta hace algunos años parecían inconmovibles y seguros: responsabilidad social, sociabilidad y compromiso histórico, cambio, progreso, justicia social, libertad compartida, sueños colectivos o comunes, etc. Los partidarios más conscientes de esta postura se apoyan a veces, y tal vez sin comprenderlo bien, en Gianni Vattimo, quien ya en 1985 presentaba El fin de la modernidad, y vinculaba este fin con la crisis final de la noción de historia unitaria, considerada por él como «última ilusión metafísica». El mismo autor al caracterizar el pensamiento postmoderno señala que uno de los rasgos de este pensar emergente es la «fruición», lo que supone el abandono de la concepción funcionalista típica de la razón instrumental moderna, ya que en la fruición no se trata de vivir preparando otra cosa, o en función de metas futuras, sino que tiene un efecto emancipador en sí misma. En un nuevo libro, La sociedad transparente (1994), Vattimo insiste en que la modernidad va concluyendo en la misma medida que entra en crisis la idea de historia, sobre todo, de historia única, dada la irrupción de la diversidad en la cultura actual, tanto de culturas asociadas a sus propias y particulares historias, como de racionalidades diferentes. Se trata, en su opinión, del «advenimiento de la sociedad de la comunicación», lo que a su juicio redundaría en mayor transparencia. Con todo, «las utopías han muerto». En este punto Vattimo coincide con Jean François Lyotard, quien expresa los mismos conceptos cuando habla del «fin de los grandes relatos» que ofrecían visiones globales de sentido y prometían la emancipación. En los escritos de estos pensadores no se oculta un diagnóstico muy concreto: las promesas de la modernidad no se han cumplido, el progreso no es tal para las grandes mayorías del mundo. Sólo cabe volver al presente y abandonar el pensar utópico y de paso toda racionalidad prospectiva.

Más que desesperanza Razones históricas no faltan para sostenerse en esta nueva conciencia y/o sensibilidad. Las tragedias de pasados no muy lejanos siguen golpeando los análisis y diagnósticos de diversa índole. Se piensa que agotadas las posibilidades de «transformar el mundo» ha llegado el tiempo de volver a «comprenderlo» (Michel Serres), es decir, todo lo contrario de lo que se pensaba en importantes sectores desde mediados del siglo XIX hasta mediados de la década del 70, o tal vez más, en el siglo XX recién terminado. En mi opinión, además de cierto escepticismo, estamos ante un esteticismo presentista que inva-


[Raquel, 48 años]

¡En nomb re que crea de Aquél que se c la r Que en su fe, / Confianza, a eó a sí mismo! / De sd m esencia s iempre pe or, actividad y fue e la eternidad pro fe rz rmaneció desconoc a: / En nombre de sando la creación ;/ ido… [GOE Aquél, ta THE] ntas vece En su nombre, s nombra do… /

EL CHILE DE AYER

Ahora mi vida es mejor que antes. Para los hijos ya es diferente. Antiguamente nosotros no teníamos los medios. Mi mamá no podía hacer lo que yo hago, tenía menos estudios Yo terminé la enseñanza media y después hice un curso de enseñanza superior de secretariado ejecutivo. Trabajé unos años y, por la ley de la vida, llegué acá al negocio que no era mi idea tampoco, pero ya después me tuve que quedar porque es difícil trabajar y cuidar a los niños. Mi marido es agricultor. Todo ha cambiado mucho. Lo que más me ayuda es la lavadora automática que me cambió la vida hace unos cinco años. Tengo una hija y un hijo. Mi hija ha sido más cómoda, yo le he dado todo hecho a ella. Yo no. Yo a los 11 años ya cocinaba, hacía las cosas en mi casa y ella recién a los 25 está aprendiendo. Ella no se ha casado y no es de la idea todavía de casarse. Y si ella tiene la idea de no tener hijos todavía, mejor porque aprovecha su juventud. Uno se amarra con niños. La sociedad ha cambiado... ahora somos más liberales y eso es bueno, porque antiguamente eran muy machistas: los hombres las tenían a todas amarradas. No me gustaría que mi hija tuviera un marido dominante.

de los campos del saber y de la acción. Como se estima que no hay futuro, la «salvación» –la emancipación– acontece y tiene lugar en el presente. Se observa que al parecer vivimos en la omnipotencia y primacía del presente, donde pasado y futuro tienden a desvanecerse. Las tendencias culturales más significativas, a saber, la simultaneidad creada por la globalización, la mediatización de las comunicaciones, la satisfacción inmediata en medio de una cultura del consumo, etc., debilitan las bases de la historicidad, el tiempo largo y el tiempo de las instituciones. Sin horizontes de futuro, es decir, sin proyectos claros y compartidos, es muy difícil percibir sentido en los esfuerzos sociales y políticos preocupados del desarrollo humano en la región. A mi modo de ver las cosas, hay razones poderosas para evitar esta reducción del tiempo humano a un puro y solitario presente: hay demasiada tragedia acumulada, demasiada muerte temprana e injusta, y la violencia continuada de la historia conspira contra el espíritu sistemático de los vencedores, y los logros parciales no consiguen satisfacer a los vencidos. En realidad, la historia continúa siendo el «reino de lo inexacto» (Paul Ricoeur), una mezcla de luz y sombra, de dolor y alegría. Y, a pesar de todo, pienso que sigue siendo el lugar de la espera, en tanto la conciencia humana no renuncia a imaginar el futuro y a diseñar días mejores para todos. Sin negar la temporal y justificada crisis de la utopía, la pregunta por una sociedad sana, fraterna y justa es hoy más actual que nunca. Y la respuesta a esta pregunta se hace cada vez más urgente en la medida que constatamos que junto a los serios problemas y desequilibrios de todo orden, se experimentan y se anuncian signos de realización humana más auténtica. El espíritu no puede evitar la poderosa pasión que germina ante la visión de lo bueno y lo bello y que difusamente toma forma en la semioscuridad de la aurora. El hombre-mujer no renuncia, no puede hacerlo, a la espera de algo nuevo y mejor. Y, por lo mismo, tampoco renuncia a la utopía, o al intento por superar la distancia entre lo real y lo deseado: esfuerzo por cristalizar las ansias de emancipación exigidas por el sufrimiento, anhelo de anticipar la alegría que brota junto a la esperanza. Hombres y mujeres necesitamos creer que el mundo no sólo puede ser dominado o contemplado, no sólo comprendido, sino también y, sobre todo, humanamente habitable, y esta necesidad pertenece a lo más íntimo del ser. En consecuencia, no hay sólo desesperanza. En medio de sus contradicciones, el mundo del tiempo presente continúa expresando una preocupación por la historia de la humanidad en su conjunto y cree que es posible construir un mundo mejor para todos, con bienestar material y moral, y paulatina-

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dossier/Alguien puso la historia en pausa Poco a poco, se comienza a valorar una naturaleza libre de contaminación y la necesidad de trabajar por una relación más armónica con el cosmos, recuperando el asombro por su constante e indescriptible belleza. mente retorna y se desarrolla una gran preocupación por la emancipación política y social: con la revaloración de la democracia surge la posibilidad de una participación de todos a nivel político, social y económico, en condiciones más justas, junto a un desarrollo humano que supere toda exclusión. En diversas latitudes y circunstancias, se hace presente el amor humano junto al deseo de justicia y libertad universal. A pesar de la crisis y de no ocupar el primer espacio en los medios de comunicación de masas, una profunda protesta ética, en general silenciosa, vive y revive en medio de la actual sociedad moderna. Ya no resulta tan evidente que el continuo desarrollo económico y tecnológico sea un valor en sí. Poco a poco, se comienza a valorar una naturaleza libre de contaminación y la necesidad de trabajar por una relación más armónica con el cosmos, recuperando el asombro por su constante e indescriptible belleza. De un modo renovado se valoran relaciones sociales auténticas y un adecuado desarrollo interpersonal.

Recobrar la memoria De todos modos, pienso que se hace necesario escuchar el planteamiento postmoderno –sea el de los intelectuales, sea el que brota de la difusa conciencia desencantada de la gente común– como una crítica y un llamado a rescatar la importancia del presente con nuevos ojos, sin caer, por cierto, en una ideología presentista y renunciar al futuro. No olvidemos que la dificultad para asumir el tiempo en su integridad no es sólo un problema de la emergente mentalidad postmoderna, sino que también concierne al progresismo moderno que acaba, contra sus propias intenciones, construyendo un presente de identidad, una verdadera «ontología del presente» que al no esperar nada de la historia se resigna a la sucesión ininterrumpida de las irracionalidades del sistema. Como es sabido, una de las contradicciones fundamentales de la modernidad –y que repercute tanto en el ejercicio del poder como en el ámbito socio-económico– es la que surge de la tensión no resuelta entre razón instrumental y razón comunicativa de acuerdo al análisis de Jürgen Habermas. Conocemos el predominio de la razón instrumental, monológica, basada en la relación sujeto-objeto y su tendencia al cálculo, la cosificación y el funcionalismo, donde la ley de la eficacia y el rendimiento

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es lo central, cuestiones claramente planteadas en su oportunidad por Max Weber. Ahora bien, presenciamos el resurgimiento de un nuevo horizonte: el de una razón comunicativa que parte de la interacción entre los sujetos preocupados por un diálogo efectivo y plural, libre de toda presión y coacción que pretende anticipar una comunidad de comunicación, ideal y futura, a escala universal, donde cada persona, hombre y mujer, es un interlocutor válido, legítimo sujeto de derechos. Valorando críticamente estos planteamientos, veo la necesidad de complementar la racionalidad comunicativa con la racionalidad anamnética (Johannes Baptist Metz). Debemos superar el prejuicio contra la memoria y recuperar la racionalidad anamnética. Ésta se orienta por una memoria definida, por la memoria del sufrimiento, y, además, no como memoria de sufrimiento egocéntrica, sino como memoria del sufrimiento de los otros, como recuerdo del sufrimiento ajeno. El sufrimiento de los que sufren injusta e inocentemente nos interpela profundamente. La memoria nos permite discernir la experiencia de la historia y delimitar el futuro: es preciso hacerse cargo de los gritos que vienen del pasado, de los sueños frustrados y postergados, de las esperanzas insatisfechas de tantas generaciones sufrientes, de lo que debió ser y no pudo ser. Asimismo, sólo la memoria nos permite reconocer con dolor que no todo es posible, y en diversas latitudes se escucha (y se escuchará muchas veces) decir «nunca más», no repitamos la tragedia; no todo camino es dable de ser recorrido de nuevo. La memoria, en fin, orienta las trayectorias personales y sociales. Es más, sólo la buena memoria puede reabrir el pasado y extender la mirada hacia las raíces, hacia lo que sí se ha logrado parcialmente en cada historia, hacia las tradiciones experienciales que nos siguen regalando sentido y revelando potencialidades humanas descubiertas y acariciadas universalmente a lo largo del tiempo; tradiciones que tienen mucho que entregar al presente-futuro. En síntesis, ciertamente, me parece que es atendible el llamado a rescatar el presente, pero sin descuidar el futuro. Es más, rescatar el presente y el futuro sin dejar de lado el pasado. El desafío es asumir la temporalidad en toda su plenitud, asumir al ser humano como existencia tempórea. Es decir, se trata de que toda proyección sea capaz de considerar a la vez el pasado, el presente y el futuro. Un futuro sólo es auténtico cuando integra el pasado, cuando se reconcilia con él. El futuro no debe ser aparente ni mera repetición de un presente indeseado, sino realmente abierto y nuevo, y esto no es sólo asunto que concierne a la razón utópica, sino también a la razón anamnética, es decir, a la memoria.


Esperanza cristiana Finalmente, no puedo dejar de pensar desde mi fe cristiana. Heredera de una paradoja primordial y fundante, aquélla que afirma la unidad de lo humano y lo divino en Jesucristo, la unidad en la diferencia, la esperanza cristiana no puede sino criticar todo devenir histórico que pretenda explicarse en sí mismo y por sí mismo. Esto es precisamente lo que diferencia al pensamiento cristiano de toda teoría totalizadora y segura de haber alcanzado los principios últimos de la historia. Por ello, no caben, responsablemente, ni el derrotismo que acompaña toda visión irremediablemente pesimista, ni tampoco el triunfalismo de la mentalidad vencedora que en algunas ocasiones de extremo exitismo ha tenido la osadía de afirmar «un fin de la historia». Ambas actitudes acaban negando la historia y la posibilidad de nuevos horizontes a la esperanza. En realidad, no podemos renunciar, por lo menos, a la búsqueda de la novedad. El don de la libertad y la experiencia del sufrimiento engendran inevitablemente una humana creatividad que, consciente de sus límites, intenta plasmar los proyectos deseados, que no pretenden otra cosa que negar la negatividad. Cualquier esbozo de teología de la historia habrá de renovar el primado del futuro que respeta el pasado y el presente y, a la vez, cometer la osadía de aguardar lo inesperado. Su programa no será otro que liberar siempre y en toda circunstancia la libertad; por lo mismo, no podrá inspirar soluciones exclusivamente propias y totales. Esa paradoja esencial, la de armonizar contrarios, perceptible ya en la Encarnación y en la Pascua, traducida a la experiencia existencial de la Esperanza, implicará en toda circunstancia una renuncia a la pretensión de una síntesis definitiva y su discurso llevará siempre consigo la marca de lo provisorio y de lo inacabado. Aquí la esperanza es memoria de la promesa y conjuga el futuro con todo pasado. Por ello, la esperanza cristiana es, en definitiva, la confianza del reino regalado por Dios en Jesucristo, es la certeza de su plenitud futura y de su misteriosa presencia en el hoy de nuestras vidas. Jesús mismo ha enseñado que el sencillo y pequeño comienzo contiene ya las promesas de un futuro diverso y mejor. La historia no acabará en el vacío. La consumación es positiva, un don de Dios que supera toda representación. Esta misma confianza nos permite un esperar activo. Y en este camino no estamos solos. El Espíritu que acompañó y animó a Jesús en su misión es un constante don divino que acompaña el devenir personal y comunitario del pueblo creyente. Sirviendo a la soberanía de Dios participamos de la filiación del mismo Jesucristo y contribuimos a la transformación de nosotros

El insoslayable desafío de ser creativos en la búsqueda de la paz va estrechamente unido a la fe en la resurrección de todos los muertos. Sólo la resurrección puede dar sentido definitivo a la historia y reparar finalmente la miseria de todo pasado. mismos y del mundo dentro de sus propias posibilidades. La acción esperanzada y responsable del ser humano se sabe fundada, condicionada y sostenida por el mismo Espíritu de Dios que impulsó a Jesús. Es el mismo Espíritu que se une a nuestro espíritu y nos permite reconocer a Dios como Padre y dar testimonio de que somos hijos de Dios (Romanos 8, 14-16) y seguir haciendo memoria de Jesús (Juan 14, 26) comunitariamente. De este modo, participamos en la formación del mundo que viene. Y esta participación toma forma concreta en el presente, que es el trozo de historia que se ofrece a nuestra libertad. El presente es, sin duda, el espacio posible del tiempo común donde nos encontramos con los otros y liberamos la libertad. A los creyentes en el Crucificado-Resucitado-que-ha-de-venir se nos llama a vivir la esperanza en medio de esta historia presente, reinventando siempre los caminos que logran anticipar, limitada y parcialmente, la paz mesiánica. Y precisamente a los creyentes nos corresponde orar y pedir sabiduría para reconciliar el presente con el pasado y asimismo con el futuro y evitar que se confunda lo penúltimo con lo último. El seguimiento histórico del Resucitado es inseparable de la esperanza en la vida nueva que trae consigo la manifestación última de Jesucristo. El insoslayable desafío de ser creativos en la búsqueda de la paz va estrechamente unido a la fe en la resurrección de todos los muertos. Sólo la resurrección puede dar sentido definitivo a la historia y reparar finalmente la miseria de todo pasado. Sólo el don de la resurrección libera, en fin, de la inconsistencia y del sin-sentido de toda existencia, salva plenamente, y abre las puertas a la comunión definitiva con Dios y los bienaventurados, en una alegría para siempre y sin límites. Jesús, el Viviente, es signo y anticipo pleno de esta plenitud prometida. En Jesucristo resucitado contemplamos el término consumador hacia el que se encamina la historia y la vida de cada peregrino del tiempo. Entonces, todas las realizaciones creadoras que ya en el presente han sido capaces de alegrar la vida, encontrarán su sentido en ese futuro encuentro con Dios, fuente de toda vida. Entonces «no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado» (Ap 21, 4).

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dossier

Darío Rodríguez Mansilla es sociólogo de la UC y Doctor en Sociología de la Universidad de Bielefeld, Alemania. Se desempeña como profesor titular del Instituto de Sociología y profesor de la Facultad de Ingeniería, ambos de la UC. Francisco Mujica Coopman es sociólogo de la UC y coordinador de estudios del Portal Educarchile de la Fundación Chile.

CIENCIA Y RELIGIÓN: FUNCIONES SEPARADAS La próxima celebración de un congreso internacional en Chile, en torno a la figura de Niklas Luhmann, es una oportunidad para recordar que este sociólogo alemán, pensador clave de estos tiempos, aclara el carácter inevitable de la religión en la historia humana, y también el problema fundamental de la paradoja del mundo, el que sólo puede ser resuelto por la religión –es su función– y no por la ciencia que se autoexcluye. por Darío Rodríguez y Francisco Mujica

El destacado sociólogo alemán Niklas Luhmann fue invitado en octubre del año 1988 a la celebración del centenario de la UC, ocasión en la que se le solicitó que dictara una conferencia sobre Ciencia y religión. A veinte años de aquello y transcurridos diez desde la muerte de Luhmann, tendrá lugar en nuestro país un congreso internacional sobre su obra. En el presente artículo recordaremos algunos aspectos de esa conferencia, tratando de integrarlos en el marco de la célebre

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teoría de la sociedad elaborada por este autor. Mucho se ha discutido en la modernidad sobre la supuesta tensión entre fe y ciencia: verdad científica y religión parecerían confrontarse. No obstante, al analizar el proceso de diferenciación funcional de la sociedad, vemos que, si bien ciencia y fe han seguido derroteros distintos y hoy entregan diferentes prestaciones a la sociedad, no por eso es la marca de su destino el ser rivales; no operan bajo la fórmula de «la una o la otra».


El cenotafio de Newton, homenaje del arquitecto francés Étienne-Louis Boullée al físico Isaac Newton, es un ícono del siglo XVIII; imagen de una ciencia fría y abstracta, poderosa, que ya se siente capaz de explicar todo cuanto existe en el universo. El proyecto, de una esfera de 150 metros, nunca fue construido, pero sedujo a toda una época.

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CLAUDIA MACHUCA

dossier/Alguien puso la historia en pausa

EL CHILE DE MAÑANA [Manuela, 11 años]

Yo creo que en treinta años más en Chile los autos van a andar flotando por la calle. Algunos policías van a ser robots. Y yo cacho que ya van a haber inventado algo para no seguir destruyendo la capa de ozono. Lo más probable es que la gente que esté enferma se ponga una cápsula sobre su cabeza para poder seguir yendo al colegio sin contagiar a los demás. En el futuro se van a seguir eligiendo por mayoría a los presidentes, pero a ellos se les van a ocurrir mejores ideas. Se van a dar cuenta de que tienen que cuidar mejor las comunas, porque, por ejemplo, en la vereda de mi casa hace falta más pasto y más plantas. En treinta años más yo voy a tener el pelo largo y voy a estar como del porte de mi mamá. Voy a tener una familia, con dos hijos, un perro y un gato. Mi vida va a ser feliz y voy a ser periodista o doctora pediatra. En esa época todas las casas van a tener piscina y muchos más árboles, no van a haber tantos edificios porque en su lugar van a poner cosas más importantes como comisarías, refugios, colegios o algo así. Los niños van a salir a jugar mucho más en la calle y van a haber juegos más entretenidos que ahora, sin tanta televisión, computador o play station. Los días van a estar más lindos sin tanto smog y van a dar ganas de salir a jugar con las mascotas.

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En las sociedades arcaicas la religión daba cuenta de todos los problemas que importan a la sociedad. Así, entregaba una protección básica en todas las áreas funcionales, ofreciendo a éstas un ámbito protegido de variación. Gracias a esta protección, estas esferas funcionales podían diferenciarse incrementando progresivamente su autonomía. En dichas sociedades toda autoridad política se legitima religiosamente, lo que implica que sus acciones se encuentren limitadas por normas que no han sido de su creación. La escasez –que conduce a desigualdades en la satisfacción de necesidades– también encuentra explicación y legitimidad en creencias religiosas y lo mismo sucede en las demás esferas de la vida social.

Mundos humanizados En esos primeros agrupamientos humanos, las relaciones sociales son proyectadas sobre todo el mundo. Las dicotomías básicas, de bien y mal, cercano y lejano, amigo y enemigo, conocido y desconocido, familiar y no familiar, son todas de naturaleza social –el mundo no está hecho de cosas familiares y no familiares, conocidas y desconocidas, buenas y malas, etc.–, pero se aplican a todas las cosas. La constitución del mundo es social, lo que se manifiesta en que se pueden establecer relaciones sociales con un amplio espectro de objetos: animales totémicos, espíritus de los muertos, vegetales o minerales varios. Los límites del mundo social no son todavía idénticos a los del sistema humano. De esta manera, como demostró Émile Durkheim, se usaban modelos copiados de la organización social para dar un orden comprensible al mundo no social. Posteriormente, el mundo deja de ser comprendido socialmente y lo social se restringe a las relaciones humanas. Para que este desarrollo tenga lugar, es preciso que se entienda que toda acción es producto de una selección y que dicha selección se puede atribuir a los individuos. A su vez, esto sólo puede ocurrir si las estructuras del sistema social y sus horizontes de sentido ofrecen un abanico de posibilidades a partir del cual toda acción pueda aparecer como contingente. Sólo cuando es absolutamente claro que actuar implica escoger entre una multitud de posibilidades, se necesita preguntar por los motivos. Con esto, continúa Luhmann, también se individualiza la ansiedad y se hace necesario generalizar el medio religioso para absorberla, de modo que pueda acoger diferentes tipos de individuos con ansiedades referidas a distintas circunstancias de vida y de proyectos vitales.


NIKLAS LUHMANN Niklas Luhmann (1927-1998) es un sociólogo alemán cuya influencia no ha dejado de crecer, aunque la redacción de sus textos, difíciles de leer y traducir, ha conspirado en su contra. Radicado en Estados Unidos, donde fue alumno y discípulo de Talcott Parsons en la Universidad de Harvard –a la sazón el pensador sociológico más importante de Estados Unidos–, Luhmann retornó a Alemania donde sus debates teóricos con Jurgen Habermas hicieron historia. Su pensamiento personal se vuelve original por dos vertientes. Aunque mantiene la visión de sistemas de Parsons, tomando conceptos del cálculo matemático y la cibernética, logra dinamizar tales sistemas y, novedosamente, incluye la posición del observador. La forma de hacerlo proviene de los chilenos Humberto Maturana y Francisco Varela, a quienes descubrió en los años 70. A partir de la autopoiesis planteada por estos científicos, Luhmann renueva el pensamiento sociológico, al dejar de ver la sociedad como compuesta por hombres y mujeres, y postularla como el nivel en que se reproducen las comunicaciones sociales. En 1984 publica el libro Sistemas sociales, en el cual expone de forma extensa, y por primera vez, su pensamiento.

Retorno a casa La Ilustración, con su confianza extrema en la razón, llegó a postular que la ciencia podría reemplazar a la religión. El ideal mismo de la Ilustración, Sapere aude, es propuesto como desafío a las creencias legitimadas por la religión. Doscientos años después, es evidente que la religión no ha desaparecido y que la sociedad mundial es un único sistema diferenciado funcionalmente. No puede sustituirse la religión por la ciencia ni la ciencia por la religión, así como no sería pensable reemplazar la economía por la política ni la educación por el derecho. La diferenciación funcional experimentada por la sociedad mundial desmiente las predicciones de la tradición ilustrada y del racionalismo europeo. Han conducido más bien a la especialización de sistemas en funciones distintas que no pueden ser reducidas entre sí. Si bien en el curso de la historia ha habido dificultades entre ambos sistemas y es probable que se continúen produciendo discrepancias referidas a la ética de la investigación científica, en su funcionamiento cotidiano cada uno de estos sistemas opera de acuerdo a sus propios códigos y tiene sus propios problemas y tareas. Por otra parte, la religión –y específicamente la institución del monacato– dio origen a lo primero que podríamos denominar como universidad. La actividad incesante del copismo medieval (Ora et labora) y la exegética de las obras de Platón y Aristóteles dan cuenta de aquello. Este hecho determinante en el desarrollo de la ciencia es frecuentemente olvidado por quienes hacen la crítica de la cultura y también por quienes tras el escudo de la objetividad ocultan posturas ideológicas. La Escuela de Artes y Oficios Medievales, inaugurada

por Carlomagno, certifica el nacimiento social de la universidad, que se perpetúa con la escolástica y la filosofía tomista.

Pensamiento autónomo Sin los procesos de propensión a la duda y subjetivización derivados de la reforma protestante, el Concilio de Trento y la contrarreforma católica, sin la metodicidad y la entrega de la doctrina jesuita, poco sabríamos de razón pura, teorías, hipótesis y método científico. Si bien es cierto que religión y ciencia no son lo mismo, también es cierto que sin la diferenciación funcional de la religión, no contaríamos hoy con un subsistema científico socialmente autónomo: la religión fue un gran catalizador para la posibilidad de buscar la verdad científicamente definida. Los cambios religiosos derivados de la Reforma y la Contrarreforma llevan a que se vuelva a plantear la pregunta por la salvación. Esta angustiante incertidumbre decanta en necesidades sociales inéditas. La generación de Goethe es la primera en institucionalizar socialmente la introspección como método de autoanálisis para alcanzar la garantía de la salvación. Independientemente de los resultados religiosos de tal proceso, la filosofía ilustrada y el psicoaná-

No puede sustituirse la religión por la ciencia ni la ciencia por la religión así como no sería pensable reemplazar la economía por la política ni la educación por el derecho.

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dossier/Alguien puso la historia en pausa Sin los procesos de propensión a la duda y subjetivización derivados de la reforma protestante, el Concilio de Trento y la contrarreforma católica, sin la metodicidad y la entrega de la doctrina jesuita, poco sabríamos de razón pura, teorías, hipótesis y método científico.

lisis son herederos directos de la actividad de revisión introspectiva: desde ahora el hombre tiene una mirada escrutadora tanto de sí mismo como del mundo circundante. Esa nueva forma de observación será una piedra angular de la ciencia contemporánea. La conformación católico-pietista se estructuró de acuerdo a las nuevas necesidades de la sociedad para dar cabida a la incipiente individualidad. La formación de la personalidad exige la incorporación de elementos culturales y la universidad juega un papel incuestionable en este proceso. Las formas de presentación individual ante el mundo que hoy nos parecen normales (sensibilidad, expresividad, discurso, vulnerabilidad, sensación de dignidad personal, etc.) existen sólo por la estabilización social del sistema educativo y, en particular, por la universalización y especialización de la institución universitaria. Desde ahora en adelante el hombre es arrojado al mundo y, en virtud de la comunicación social, debe formar su personalidad y su destino: en libertad y de forma contingente lucha por la autenticidad y la autodeterminación. La ciencia colabora en esto con la religión. En la medida en que la ciencia concibe al hombre como un ser finito, empírico y concreto, ¿cómo puede aspirar a la trascendencia? La religión es la solución a esta ambigüedad entre lo inmanente y lo trascendente, el sistema religioso ofrece la posibilidad de acceder a lo trascendente desde nuestra inmanencia.

Unidad y universidad La universidad acepta este principio de diferenciación y lo seculariza desde la enseñanza, mediante la idea de formación moral. Junto con impartir métodos, conocimientos, dotar espacio para el debate, la argumentación y la crítica, la universidad se autoimpone como misión de carácter universal la formación moral de los individuos y de incorporar ese elemento a las comunicaciones que reproduce.

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Hay individuos que viven sin religión; se manifiestan como descreídos o simplemente viven su vida sin una preocupación de índole religiosa. Sin embargo, situándose en el nivel individual no es posible extraer conclusiones acerca de la sociedad. Por eso se requiere una teoría capaz de diferenciar entre el nivel de los sistemas psíquicos y el nivel de los sistemas sociales. Desde ella se ve claro que aunque haya individuos que puedan vivir sin religión, no existe sociedad alguna sin religión. A toda distinción se le puede hacer la pregunta por su unidad, lo que en la teología fue discutido con toda claridad por Nicolás de Cusa. Si, por ejemplo, se tiene la distinción entre bien y mal, ¿cuál es la unidad de bien y mal? La pregunta por la unidad última, por la coincidentia oppositorum, es la que propiamente se hace la religión. Desde un punto de vista funcionalista, la pregunta acerca de la necesidad de la religión adquiere otro cariz. El método funcionalista opera indagando por otras soluciones funcionalmente equivalentes. En esta línea de investigación, sin embargo, no es posible contentarse con respuestas superficiales que creen poder demostrar, por ejemplo, que ideologías seculares como el marxismo, mecanismos simbólicos como el dinero o, incluso, formas de escapismo como las drogas podrían ser un equivalente funcional de la religión. Si se entiende mejor lo que es una función, estos malentendidos se disipan. Si se comprende, por ejemplo, que la función de la religión consiste en la respuesta a preguntas últimas o a la solución de la paradoja, entonces queda en claro que no es posible definir la función de la religión sin considerar la interpretación religiosa de esa función. En la medida que la religión se dedica al problema de la simultaneidad de lo indeterminable y lo determinable, o de la trascendencia y la inmanencia, no hay para ella ningún equivalente funcional posible. En otras palabras, la religión constituye un sistema autosustitutivo. La sociedad, dice Luhmann, sólo puede existir como sistema autorreferencial. Está compuesta de comunicaciones que remiten a otras comunicaciones. Esta condición hace que la religión sea inevitable y, agrega, la vida social tiene una calidad religiosa. La constitución paradójica de la autorreferencia impregna toda la vida social y es, al mismo tiempo, un problema particular de la vida humana. La pregunta por el sentido último puede ser hecha en cualquier momento, aunque no todo el tiempo. Si se traduce todo esto en términos del análisis funcional, se puede afirmar que el problema fundamental de la paradoja del mundo sólo puede ser resuelto por la religión, porque ésa es su función.


dossier

María Teresa Viviani Richard, tras cursar estudios de Arquitectura de Jardines en la Universidad de Manchen, obtuvo en la UC su Licenciatura en Estética y siguió el Magíster en Filosofía; actualmente cursa el doctorado en Filosofía y es docente en el Instituto de Estética de la Facultad de Filosofía UC.

ARTE PARA EVITAR LA EXTINCIÓN DE LA ESPECIE Motivado por tesis biologistas y evolucionistas originadas en las teorías de Darwin, Nietzsche cree que la especie humana también puede degenerar y extinguirse. Le confiere al arte, a la creatividad, un rol tan destacado en la historia del hombre y de la cultura, que atribuye al artista, con su capacidad de intuición y extrema sensibilidad, la función primordial de ir abriendo el Caos, de transformarlo en metáforas, en sentido, para reencantar y recrear cada vez el objetivo de la historia. por María Teresa Viviani

En la filosofía de Nietzsche no existe un único fundamento a partir del que se pueda articular todo su pensamiento. Un hecho se puede considerar desde distintos puntos de vista y perspectivas, lo que significa asumir diferentes interpretaciones. La perspectiva se asocia con una realidad inestable, insegura, de poca consistencia. Es el resultado de poder ver distinto cada vez, de un ver más o un ver menos, de un ver a través. Su metodología perspec-

tivista impide realizar una interpretación unidireccional de la historia, el progreso, los valores, el arte, la cultura.1 Considerando este pluralismo interpretativo, el término Caos (Chaos), se puede entender también desde distintos puntos de vista. Se podría asociar con la sobreabundancia y vitalidad extrema, con lo propio del arte, del artista y la embriaguez creativa (Rausch), con un mundo con carencia de orden,

1 Sobre el «pluralismo perspectivista» en Nietzsche ver: Schhrift, Aland D., Nietzsche and the question of interpretation, Routledge, New York, London, 1990.

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dossier/Arte para evitar la extinción de la especie categorías, estructuras y sabiduría, con las metáforas originarias, con el ámbito del lenguaje y del pensar conceptual; también con el desorden en la historia y en la cultura. Nietzsche relaciona el término Caos con la sobreabundancia de vida aún no dominada, con la profundidad de la existencia, con el mundo aún no dicho. Es como un embrollo confuso (Gewühl), un flujo oculto y persistente que sale al encuentro de la sensibilidad, de la voluntad de orden, de esquematización, de regularización, que mueve tanto al científico como al artista. «La gran ambición es dominar el caos, obligar al caos a hacerse forma; hacerse necesidad en la forma: hacerse lógico, sencillo, inequívoco, matemático, hacerse ley».2* El Caos es el hogar de la obra de arte y tiene el más alto valor; es el mundo sensible innominado, la tierra incógnita, la fuente inagotable de sentido y nuevas perspectivas. El poder artístico y creador es una fuerza vital, orgánica, de carácter fisiológico, que surge de la totalidad de la corporalidad (Leiblichkeit) con sus pulsiones, de una especial excitabilidad del cuerpo, de una acrecentada sensibilidad frente a los estímulos, de un amor e intuición capaz de ir al encuentro del Caos. La belleza del arte no surge de una fuerza abstracta, sino de los excedentes de fuerzas vitales, de la sobreabundancia del Caos. El arte para Nietzsche es persuasivo, apela a los instintos, a las intuiciones primarias, produce un efecto de curación y alegría en el cuerpo, aumenta la fuerza, estimula los recuerdos y la imaginación. Surge de un estado estético fundamental que tiene que ver con lo que el autor llama embriaguez; surge de la sensibilidad llevada a su extremo, capaz de sacar al hombre hacia las cosas, hacia el mundo, hacia lo que está afuera, permitiéndole transfigurar la vida.3 Según Nietzsche, son el arte y el artista, con su capacidad de intuición y su extrema sensibilidad, quienes cumplen la función primordial de ir abriendo el Caos, de transformar el Caos en metáforas, en sentido, y de poder reinterpretar y recrear cada vez el lenguaje, los conceptos, la historia y la cultura. El autor le confiere al arte, a la creatividad, un rol sobredestacado y privilegiado en la historia del hombre, función que sigue cumpliendo en importantes corrientes del pensamiento contemporáneo.4 Para Nietzsche, el arte, a diferencia de los argumentos de la razón y de los conceptos, impone al Caos, cada vez, sus propias reglas, su propia legislación, lo que hace posible ir entregando a la cultura nuevos espacios de sentido, necesarios para asumir y renovar el tiempo de crisis que le toca vivir al propio autor. Percibe la cultura europea de su tiempo como una cultura enferma, dominada por el pesimismo, por valores destructivos, nihilistas, oscuros y débiles y son las formas reguladoras del arte las que pueden encontrar soluciones para la vida y configurar horizontes, para lo que está aún por establecerse y por delimitarse. 2 Nietzsche, Friedrich, Nietzsche Werke. Kritische Gesamtausgabe, VIII 3, «Nachgelassene Fragmente Anfang 1888 bis Anfang Januar 1889», Früjahr 1888 14 (61), Edit. Giorgio Colli und Mazzino Montinari, Walter de Gruyter, Berlin, New York, 1972. * Todas las citas de este estudio han sido traducidas directamente de la versión alemana por la autora. 3 Alguna información sobre el arte y el Caos en Nietzsche, se puede ver en: Viviani, María Teresa, «El Arte en Nietszche como el más alto estímulo de la vida», Aisthesis, Revista Chilena de Investigaciones Estéticas 33 (2000), Instituto de Estética, Pontificia Universidad Católica de Chile, pp.176-184. 4 Sobre la importancia del arte en la cultura, en el lenguaje y en el pensamiento de Martin Heidegger, se puede revisar: Heidegger, Martin, Nietzsche, Günther Neske Pfullingen, 1961.

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dossier/Arte para evitar la extinción de la especie Percibe la cultura europea de su tiempo como una cultura enferma, dominada por el pesimismo, por valores destructivos, nihilistas, oscuros y débiles, y son las formas reguladoras del arte las que pueden encontrar soluciones para la vida y configurar horizontes, para lo que está aún por establecerse y por delimitarse.

Esperanza en el arte Motivado por tesis biologistas y criterios fisiológicos originados de las teorías de Darwin, Nietzsche cree que si el organismo no provee su autoconservación, la especie humana también puede degenerar y correr el riesgo de extinguirse. Su pensamiento es una apuesta por la vida y, de manera consecuente, los valores morales se identifican con valores vitalistas, con lo fuerte y lo sano. Desde esta perspectiva, el Caos se puede entender como la totalidad del mundo y de la corporalidad de la vida, que espera ser comprendida e instalada en su real y verdadera dimensión, para redimir una cultura en crisis. «Tras sentimientos y pensamientos está el cuerpo y su mismidad en el cuerpo: la tierra incógnita (el Caos)».5 Nietzsche cree que es tarea del arte, como el mayor estímulo de la vida (Stimulans des Lebens), abrir una nueva comprensión del mundo, renovar las agotadas metáforas y conceptos de la modernidad, iluminar los tiempos y espacios oscuros y tenebrosos de los románticos. El arte es lo único que puede encontrar el sentido y explicación del mundo y luchar contra el nihilismo y la ciencia de su tiempo. El arte es lo más propio de la vida, templa el estado del hombre, fija los nuevos valores y perspectivas. Es la tarea más propia de lo humano. El hombre actual, dice Nietzsche, es el hombre de la felicidad media, del desamparo, que debe superar el nihilismo y transformarse en un Superhombre (Übermensch). Este Superhombre es el hombre del gran estilo (Grosser Stil), poeta, filósofo y artista, es su héroe Zaratustra, quien puede redimir su tiempo, llevando la creación, la pasión y embriaguez a su máxima potencia, llevando al arte a sus máximas posibilidades. Nietzsche mismo es filósofo y poeta y se identifica con Zaratustra, su más querido personaje. Se pregunta si podrá entregar esta «perla» (su querido Zaratustra) a la cultura alemana de su tiempo.6

La belleza requiere del Caos Zaratustra, identificándose con su autor, dice que es necesario el Caos para reinterpretar la cultura: «Yo os digo: es preciso tener todavía caos dentro de sí para poder dar a luz una estrella danzante. Yo os digo: vosotros tenéis todavía caos dentro de vosotros».7 El Caos, según lo entiende el héroe, es como un pozo profundo, atractivo y desafiante a la vez, misterioso y oculto, desde donde se nutre la intuición del hombre sensible y creador, para poder renovar cada vez el mundo. Junto con descubrir el Caos entre las estrellas luminosas de la Vía Láctea, lo encuentra también en el suelo profundo de la tierra. Dice Zaratustra: «Éste es el tiempo de que el hombre fije su propia meta. Éste es el tiempo de que el hombre plante la semilla de su más alta esperanza. Todavía está su suelo bastante fértil para ello. Pero este suelo alguna vez llegará a ser pobre e inerte y ningún árbol alto podrá crecer más en él. ¡Ay! ¡Llegará el tiempo en que el hombre ya no lance la flecha de su nostalgia sobre el hombre y olvide hacer vibrar la cuerda de su arco!».8 El Caos se encuentra también, según Nietzsche, en el origen del lenguaje, del razonar, de los sonidos y de las imágenes. El artista, a través de la exaltación de la embriaguez, del amor por la vida, sale al encuentro del Caos, de la realidad sin nombre, disolviéndola y reemplazándola por algo distinto, transfigurándola en metáfora. Las metáforas surgen como copias, en sonidos o en imágenes, de una excitación nerviosa, de una percepción. Son el resultado de una voluntad que desea señorear sobre el Caos, para acrecentar y embellecer la realidad, para poetizar una nueva vida. Nietzsche, discutiendo con la racionalidad y la ciencia de su tiempo, destaca que no existe una lógica en la génesis del lenguaje, que el lenguaje no proviene de la esencia de las cosas y que su origen está en el poder metafórico y poetizante de los artistas. «Nosotros creemos saber algo de las cosas mismas, cuando hablamos de árboles, colores, de nieve y de flores, y solo poseemos no más que metáforas de las cosas, que no corresponden en nada con las identidades originarias».9 Escuchamos decir a Zaratustra: «Donde se parlotea, allí el mundo se extiende ante mí como un jardín. Qué agradable es que existan palabras y sonidos: ¿palabras y sonidos no son acaso arco iris y puentes ilusorios tendidos entre lo eternamente separado?… ¿No se les han regalado acaso a las

5 Nietzsche, Friedrich, Sämtliche Werke,. Kritische Studienausgabe, 10, 1882-1884, November 1882-Februar 1883, 5 (31), Edit. Giorgio Colli und Mazzino Montinari, Deutscher Taschenbuch Verlag de Gruyter, München, 1988. 6 Nietzsche, Friedrich, Nietzsche Werke. Kritische Gesamtausgabe, VIII 3, «Nachgelassene Fragmente Anfang 1888 bis Anfang Januar 1889», Juli-August 1888, 18 (5), Edit. Giorgio Colli und Mazzino Montinari, Walter de Gruyter, Berlin, New York, 1972. 7 Nietzsche, Friedrich, Also Sprach Zaratustra, I Teil, 5, Walter de Gruyter, Berlin, 1968. 8 Nietzsche, Friedrich, Also Sprach Zaratustra, I Teil, 5, Walter de Gruyter, Berlin, 1968. 9 Nietzsche, Friedrich, Werke in Drei Bänden, Dritter Band, «Über Wahrheit und Lüge im aussemoralischen Sinn», 1, Carl Hanser Verlag, München, 1966, pp. 312-313. 42


CÉSAR CO RTÉS

EL CHILE DE HOY con ojos de niña [Manuela, 6 años] Hoy cuando venía para mi casa con mi mamá vi el río Mapocho. Es lindo. El agua corre y no sé cómo corre. Me gustan los transportes. Me gusta el tren, el Transantiago y los autos. Cuando salimos con mi mamá tomamos cualquier transporte, incluso taxi. Pero a mí lo que más me gusta es caminar porque es un ejercicio y le hace bien a mis piernas. Cuando caminamos con mi mamá, miro a la gente que va en la calle. Algunos son cafés, algunos blancos. La gente más grande va a fiestas en la noche, les hace la comida a los niños, les compran cosas, ropa y juguetes. En la calle hay gente que vende cosas. He visto a la presidenta Michelle Bachelet por la televisión, pero nunca en persona. Me parece que es linda. En este minuto debe estar escribiendo comentarios para decirles a las personas. Algunas veces veo que hay personas que tiran piedras, que hay incendios, pero no me da miedo porque nunca he soñado con ellas. Las cosas demasiado malas las sueñan las personas. He soñado que me han robado mis cosas cuando voy por la calle. Por eso mi mamá me dice que tengo que ir siempre de la mano con ella. Al frente de mi casa hay un zoológico y un cerro y un edificio tan alto y tan gordo que nos tapó la mitad de lo que veíamos del cerro. Pero igual me gustan los edificios.

cosas nombres y sonidos para que el hombre se reconforte en las cosas?… al hablar, el hombre baila sobre todas las cosas».10 Si una palabra deviene concepto, es porque trata de igualar lo desigual, porque le debe convenir a un sinnúmero de casos semejantes, omitiendo las diversidades individuales, pero en la naturaleza, en el mundo, en el Caos, no existen la abstracción, las totalidades, las generalidades, las formas ni los conceptos y, por lo tanto, tampoco los géneros ni las categorías. El autor se pregunta si coinciden las designaciones del lenguaje con las cosas. ¿Cómo se pueden dividir las cosas en género y hablar de una planta femenina y de un árbol masculino? ¿Puede el lenguaje expresar toda la realidad? ¿Cómo se puede hablar de certezas y categorías?11 Solo a través de una relación estética, de una fuerza poética y creativa, el hombre sale al encuentro del Caos y del mundo, pero con el tiempo, olvida que él es el sujeto creador. Tiene capacidad de transformar las metáforas intuitivas e individuales en esquemas, de disolver una imagen en conceptos, de construir un orden y crear un mundo de nuevas leyes y subordinaciones, pero no recuerda que el concepto «solo resta como residuo de una metáfora y que la ilusión de la traducción artística, de una excitación nerviosa en imágenes, si no es la madre, es al menos la abuela de todo concepto».12 Según el autor, la función creativa del artista y del arte, con su sensibilidad y capacidad de sobrepasar cada vez lo ya hecho y antiguo, es señorear sobre la materia en busca de la verdad, abrir nuevas interpretaciones del mundo, fundar y traer nueva luz a la cultura, conjurar el mal, renovar las agotadas metáforas y conceptos. El artista debe dominar la vida con la pasión del héroe y estar seducido por desentrañar el Caos informe y misterioso; debe unir las contradicciones bajo un mismo yugo. Este es el gran estilo, capaz de sobreponerse al nihilismo. Me gustaría terminar este breve estudio sobre el Caos, invitándolos a reflexionar sobre algunas palabras muy sugerentes de Nietzsche: «Aquellos pensadores, para los cuales todas las estrellas se mueven en esferas cíclicas, no son los más profundos; pero aquéllos que ven dentro de sí mismos un enorme universo y llevan toda la Vía Láctea consigo, saben también sobre sus irregularidades, y son ellos los que viajan hasta el Caos y hasta el interior del laberinto de la existencia (Dasein)».13 10 Nietzsche, Friedrich, Así habló Zaratustra, un libro para todos y para nadie, Tercera Parte, «El convaleciente» 2, Alianza, Madrid, 1980. 11Nietzsche, Friedrich, Werke in Drei Bänden, Dritter Band, «Über Wahrheit und Lüge im aussemoralischen Sinn», 1, Carl Hanser Verlag, München, 1966, p. 312. 12Nietzsche, Friedrich, Werke in Drei Bänden, Dritter Band, «Über Wahrheit und Lüge im aussemoralischen Sinn», 1, Carl Hanser Verlag, München, 1966, p. 315. 13Nietzsche, Friedrich, Werke in Drei Bänden, Zweiter Band, «Die Fröliche Wissenschaft», Viertes Buch Sanctus Januarius 322, Carl Hanser Verlag, München, 1966, p. 187.

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dossier

JUAN DE DIOS VIAL CORREA

«HAY UN ESPÍRITU DE UNIDAD TRAS TODO LO CREADO» El mundo positivista, el que se fundamentara en la filosofía de Descartes y en la física de Newton, tambaleante a lo largo del siglo XX, parece que finalmente ha llegado a su fin. El poeta Goethe, que lo vio nacer, dedicó parte de su tiempo a la ciencia intentando refutarlo. Juan de Dios Vial Correa lo celebra por su lúcida sabiduría, la que lo llevó a oponerse a los grandes científicos de su época. No le importó «perder» años en ese tema; de no haberlo hecho, le escribió a Eckermann en 1828, «habría escrito tal vez otra media docena de tragedias y eso sería todo». por Miguel Laborde / Revista Universitaria

Aunque es más conocido por su rectorado de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Juan de Dios Vial Correa, médico cirujano de formación, nunca ha abandonado la investigación en torno a las preguntas fundamentales de la cultura humana. Desde su campo del conocimiento, que lo llevó a presidir la vaticana Pontificia Academia para la Vida, ser miembro de número de la Academia Latinoamericana de Ciencia y presidir

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la Sociedad de Biología de Chile, siempre ha tenido tales temas sobre la mesa. Por lo mismo, S.S. Juan Pablo II lo ordenó Caballero de la Orden de San Gregorio Magno. Muy joven, en 1952, fue uno de los médicos que promovieron la creación de la escuela de Ciencias Biológicas, para el desarrollo de la ciencia en Chile, idea extraña en el ambiente conservador de la época. Para Vial Correa, era un


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OSVALDO PEÑA / GALERÍA ANIMAL

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dossier/«Hay un espíritu de unidad tras todo lo creado»

compromiso, de partida, con la propia profesión de médico. Como rector (1985-2000) es uno de los protagonistas de lo que el sitio memoriachilena. cl describe así: «Durante los últimos 30 años, la Universidad Católica de Chile, ha vivido una transformación importante: de ser una pequeña universidad católica elitista, se convirtió en una universidad moderna, con un reconocimiento académico internacional…» (11/08/08). —Hay algo radical que está sucediendo en el mundo de la cultura y de la ciencia, en todos los ámbitos. En parte, se reconoce hoy que el hombre se equivocó en algún momento, gravemente; ahora se añora y evoca el mundo preilustrado, incluso el prerrenacentista… ¿Dónde situaría usted ese punto de quiebre, esa salida del camino? —Yo pienso que en el siglo XX se revivió una pregunta, la de qué es el hombre, con un sentido de urgencia. Qué hacemos aquí, qué sentido tiene todo esto, qué soy yo… Algo que ya formulara el mismo Kant en el siglo XVIII y que luego reformulara Martin Buber. Esas preguntas pueden hacerse fríamente, pero también angustiosamente, en cuanto parece que no tengo definición ni sentido, a que tal vez soy sólo una casualidad. Es una pregunta que se hizo muy real en la Primera Guerra Mundial, cuando millones de jóvenes europeos murieron en una carnicería ignominiosa. Ahí se quebró algo. El siglo de Raskolnikov, el personaje de Crimen y castigo, había comenzado. Con un hombre que parecía capaz de modelar el mundo y a los otros, el del Dios ha muerto, el de lo hemos matado nosotros.

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—¿Cuándo termina ese ciclo? —Siguió y sigue, siguió en la entreguerra, en la Segunda Guerra Mundial. Ese nivel de urgencia distingue a cualquier actividad intelectual en el siglo XX, y el que ignora esa pregunta tendrá una mala conciencia porque es la más importante. La forma de existencia más notable que conocemos es la humana, hasta las fantasías extraterrestres son fantasías humanas. Hemos contestado muchas preguntas y ésa ha quedado suelta, lo que produce un malestar cultural importante. Eso marca un poco la relación con la ciencia; hay un libro breve y hermoso, el Tratado de la luz de Descartes, donde él le dice abiertamente al lector que quiere llevarlo a un mundo imaginario, donde no hay incertidumbre, mundo de ideas claras y distintas, un modelo científico donde las cosas son cognoscibles con certeza… y para ello hay que eliminar la acción humana y el milagro –las intervenciones libres, impredecibles–. De ello resulta un mundo sin Dios y sin libertad, y en él se basó la ciencia mucho tiempo, insatisfactoriamente. —Una ciencia que sólo piensa en la ciencia… —Es que el modelo de Descartes era un modelo nada más, y como tal fue uno muy útil para formular leyes de la naturaleza, pero en el siglo XIX se hizo fuerte la idea de que eso era la realidad misma. Algo que era legítimo intelectualmente se distorsionó. El mundo se hizo dudoso y la propia ciencia se alejó del hombre. Ahí surge la urgencia, la angustia. Se la puede ahogar en frivolidad, pero ahí está y siempre vuelve. Para los cristianos tiene un sentido muy especial, que a veces se olvida; cuando Dios qui-


GOETHE Y LA CREACIÓN Con una sabiduría conmovedora, Goethe, el poeta y sabio alemán, estuvo dispuesto a interrumpir su creación poética por varios años, al advertir que los nuevos caminos de la ciencia, aunque muy efectivos para sus fines propios, abrían paso a ciertas ideas altamente riesgosas para el sentido trascendente del hombre y del mundo. En un afán de entender y catalogar la Creación, se estaba perdiendo de vista la Armonía de ella; su trascendencia.

Retrato de Goethe, dibujado y grabado por Shcwerdgeburth en la época en que el poeta dio término a su escrito sobre la polémica entre Cuvier y Geoffroy Saint-Hilaire.

so hacerse entre los hombres no entregó un discurso, una teoría, un mensaje. Hubo un hombre que habló con nuestras palabras, entre hombres estuvo, planteó su destino en relación al hombre y no sólo en relación a Dios. Para los cristianos no es del todo sorprendente que la ciencia, ahora, haya tenido que reformular algunas afirmaciones muy categóricas. —Se decía que los progresos de la ciencia descartaban la presencia de Dios. —Pero no es así. Se descartó la presencia de Dios en el siglo XVII porque era incompatible con la forma de hacer ciencia escogida entonces, pero Descartes era un creyente. —A propósito de las pretensiones de varios científicos del siglo XVII, del XVIII, usted ha celebrado al poeta Goethe, su interés en las disputas científicas de la época, advirtiendo que había ahí mucho en juego tras ese deseo de explicarlo todo como mecanismo, sin causa final. ¿Cree que él actuó por intuición o realmente tuvo una visión clara y consciente de que la cultura humana entraba ahí en una zona de riesgo? —Cuando Goethe aparece está en pleno florecimiento el espíritu de la ciencia moderna, el mecanicismo. Para un hombre de su sensibilidad, ése era un espíritu insuficiente, suponía una división, el mundo conocido y el que lo conoce quedan separados; otros ya se habían dado cuenta, como Spinoza. La tradición clásica –Aristóteles, Aquino…–, había dicho que la cosa inteligible, en el acto de ser entendida, es exactamente igual al inteligente que entiende No había un mundo dicotomizado.

Somos en cierta forma lo que concebimos, hay una unidad profunda. Él era un poeta, no era abstracto, pensaba en imágenes, en ideas poéticas… —Lo que lo lleva a pensar en los colores… —Para los físicos mecanicistas hay factores medibles en ellos, longitudes de onda, pero, para Goethe, en la visión del color está el espíritu humano. Va a una pregunta fundamental: ¿Dónde está el color? Las clasificaciones de Linneo, de Buffon, de las especies animales, vistas como entidades completamente distintas unas de otras, poniendo el foco en la diferencia, llevan a Goethe a interesarse profundamente en el os intermaxillare, el que supuestamente faltaba en el hombre y hacía visible la diferencia entre él y todas las demás especies. Y eso le parecía muy extraño, ajeno a la unidad de la Creación. Por eso se interesa y estudia minuciosamente el tema de la planta originaria, la hoja que le da su unidad a toda la planta y que permite entender todas las plantas que existen e incluso imaginar otras. Para Goethe, la naturaleza unitaria, interactiva, dinámica, bullente de vida, era la realidad, una realidad muy diferente a la naturaleza clasificada y un poco aséptica de los cartesianos. —En estas incursiones científicas, ¿cómo lo percibió su época? —Lo que Goethe plantea queda como una exigencia, como un desafío, para todos. El metafísico teme en ese momento quedarse fuera de la nueva realidad, sin participación, y Goethe le abre una oportunidad, una posibilidad de ejercer

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dossier/«Hay un espíritu de unidad tras todo lo creado»

EL HUESO PERDIDO El os intermaxillare es aquel hueso en el que se insertan los incisivos superiores en todos los mamíferos, y se ubica entre los dos maxilares superiores. Varios naturalistas, al creer que no existía, encontraron en ella una diferencia entre el hombre y todos los demás mamíferos, incluso los simios. Enorme fue la alegría de Goethe al comprobarse que, aunque fusionado en el ser humano, está presente. La unidad de lo creado quedaba así, nuevamente, a salvo.

la crítica. Por otra parte, sin el esfuerzo que hace un Galileo, un Descartes, para actuar sobre la realidad o cierta realidad, nos privaríamos de una manera de relacionarnos con ella. Desde el Renacimiento para adelante, el conocimiento de la naturaleza se relaciona con su uso, manejo, aprovechamiento, se buscan los aspectos predecibles para así aprovechar el recurso, hacer algo con él, pero Goethe advierte que ello impide vivir la unidad del hombre con la naturaleza, el fundamento que lo instala en el mundo siendo parte de ella. Él inaugura la pregunta de los límites, en relación a la acción del hombre sobre la naturaleza. —Si quisiéramos encontrar al culpable número uno de ese racionalismo tan funcionalista, ¿quién cree que fue más perjudicial? ¿Descartes, Linneo o Newton? ¿Hubo más «culpa» personal o fueron los discípulos que utilizaron sus teorías simplificándolas o deformándolas en el siglo XIX? —Recuerdo una idea de Étienne Gilson, historiador francés de la filosofía medieval, quien dice que en el siglo XV se produce una crisis de la filosofía. Las explicaciones clásicas habían perdido su vitalidad y se advierte una decadencia de ella. No es que la ciencia la desplace, pero le ocupa huecos. En los últimos años se han estudiado mucho los Apuntes de Galileo y ahí se ve cómo, con una enorme buena voluntad, él intentó explicar la realidad utilizando conceptos seudo aristotélicos tardíos que circulaban en su tiempo. Poco a poco, por deficiencia de ese cuerpo filosófico, se va alejando y toma un camino distinto. De Descartes podemos decir lo mismo, así es que la falla no estuvo en ellos, sino en quienes, anteriores, no supieron mantener las tradiciones vivas, renovarlas, actualizarlas. Por ejemplo, el uso de instrumentos en lugares universitarios era muy secundario. No se concebía fácilmente que un instrumento resolviera algo que la mente humana no pudiera develar por sí misma.

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Galileo, que era astrónomo, perfecciona con un ánimo un poco comercial un artefacto que se vendía en las ferias para vigilar las costas… pero lo dirigió de noche al cielo y quedó emocionado por varios días. Vio algunas cosas que ponían un poco en cuestión a Copérnico, algo inquietante, que no podía comunicar a los pensadores de su época. Logró que los jesuitas del Colegio Romano miraran por el artefacto, pero el célebre Cremonini no quiso para no confundirse. Falló entonces el pensamiento integral, que no supo acoger a la ciencia experimental, la que se apoderó de los espacios vacíos y quedó como única forma de entender la naturaleza. La culpa es entonces de los que se apegaron al sistema y abandonaron el barco de la exploración de la realidad. —¿Cuándo llega a su fin ese éxito de las ciencias experimentales, que se apropian de tal manera del centro del escenario con esos pioneros especialmente desde el siglo XVII? ¿Cómo se produce el quiebre de una visión de mundo que parecía tan objetiva, tan «científica»? —Alrededor del 1900 la ciencia del Renacimiento llega a su fin y se inicia otro tiempo, el de la relatividad, la física cuántica, las que no surgen de la anterior; son de una visión diferente. Al propio Einstein, tan honesto, uno de los iniciadores por cierto de la física cuántica, le costó admitir sus postulados. La gente creía en los descubrimientos y los vivía con alegría, en tanto él seguía complicado, le parecía inconcebible la ruptura con lo anterior, se daba cuenta que se trataba de una nueva física, que todo cambiaba, y efectivamente la computación, las telecomunicaciones actuales, serían impensables sin esa física. —Humberto Maturana y Francisco Varela han pasado a ser un símbolo, a su vez, del inicio de otro período más, en que nuevamente nos encontramos con una


Dibujo hecho bajo la dirección de Goethe. Cráneo de mono con el os maxillare visto de frente (a) y desde abajo (b).

«nueva» física. ¿Qué posturas, experimentos, los llevan a ese reconocimiento hoy bastante mundial y transversal? —De Varela es interesante y admirable su trabajo del sistema nervioso central, pero no sobrepasa la herramienta matemática que usa. De ambos, destaco dos tipos de conceptos, relacionados con lo anterior, de lo que ya conversábamos. Lo que es bellísimo, en el libro De máquinas y seres vivos, es que se plantea la noción de la autopoiesis, noción marginal, no confirmable por métodos científicos y que, sin embargo, abre un espacio nuevo. Al caracterizar los seres vivos como seres discretos, lo que se nos había olvidado, al hablar de ellos en concreto y no en abstracto, muchos hemos podido aplicar esa mirada, yo mismo en fisiología y biología celular. Como toda idea muy creativa ha tenido repercusiones en ámbitos muy distintos, incluso en ciencias sociales, hay cosas que se han recibido acríticamente, aspectos que se han trasladado a otros campos un poco irreflexivamente, lo que no resta importancia a su contribución. Lo otro que me parece fundamental son los estudios sobre la visión, los que cuestionan la división entre un supuesto mundo objetivo exterior y otro interior que simplemente procesa los datos del mundo exterior. Y con experimentos muy elegantes, muy bonitos incluso. Siguieron caminos diferentes. Varela al irse de Chile alcanza una repercusión internacional, Maturana al quedarse adquiere una influencia personal, como pensador, más allá de la ciencia. —En general, ¿la ciencia en Chile se está abriendo a «la metafísica» o ello sólo ocurre en centros de vanguardia? —No se puede eludir ese problema. Si uno entra en las ciencias de la cognición, por ejemplo, uno hace impacto en la metafísica. Hay jóvenes muy interesados en ello, pero no creo que se pueda decir que es una característica de la ciencia como se trabaja hoy en Chile.

—Parece que las universidades aquí tienden todavía a posicionarse ante el mundo como custodias de la lógica racional, ubicadas en una posición más elevada que la cotidiana. En los países desarrollados, en cambio, parece no ser así. —Ése es un tema permanente ya desde el siglo XIII cuando nacen las universidades. En América Latina han tenido un rol político y social muy fuerte, como un lugar de juventudes que se pueden aprovechar, porque están entrenadas para concebir y desarrollar políticas. Eso ha sido más fuerte que la búsqueda del conocimiento, salvo excepciones, y por eso creo que el gran pensamiento no sé si ha hecho en las universidades o en los escritorios de los literatos. Borges o la Mistral han contribuido más al pensamiento de nuestros países que la mayor parte de nuestras universidades, de ahí la enorme confusión de una intelectualidad desorientada, que no sabe qué quiere ser o hacer. —Félix Schwarzmann ha hecho notar notables puentes en ese sentido, entre ciencia y arte, los que parecen menos transitados hoy; que Einstein destacara a Dostoievski como su maestro, Niels Bohr al novelista Moller y a Kierkegaard, el físico cuántico Scrödinger a Edgar Allan Poe… ¿Estaríamos retomando esos diálogos? —Hay un enriquecimiento en ese sentido, con la crisis de las grandes ideologías. El mundo de la ciencia ya no es el cómodo refugio ideológico que fue en el siglo XIX, con el materialismo, que permitía ser poco crítico. Ahora hay más búsquedas, más inquietud… ¿Quién puede desconocer que los cuadros de Matta serían inconcebibles sin ciertos conceptos de la ciencia? Hay menos sistematicidad, el arte está más polifacético, qué es arte, tal vez todo es arte, se integran ciencia y arte en la acción…Esto es interesante porque había penetrado la noción de que no hay más verdad que la científica, lo que muchas veces lo decía gente incapaz de enunciar ninguna verdad científica derechamente, lo que llevaba a vivir la acción por la acción, el tener que hacer algo… Ahora, nuevamente, reaparece el espacio, tan necesario, de la contemplación. Lo otro era limitado. Darwin no podía explicarlo todo, le faltaba lo fortuito. Si algún meteorito hubiera caído sobre el centro de África cuando sólo había unos pocos homínidos, no estaríamos aquí: ¿Era necesario que existiera el hombre? Aquí estamos: ¿Por qué? —Lo que le interesaba a Goethe… —Volvemos a Goethe.

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Pablo Hermansen Ulibarri es diseñador UC y Doctor (c) en Arquitectura y Estudios Urbanos en la misma universidad. Académico de la Escuela de Diseño de la UC, se dedica también profesionalmente a la fotografía y al diseño de interacción. Álvaro Sylleros Ellmen es diseñador industrial de la Universidad de Chile y Master of Arts en la Ohio State University. Es académico de la Escuela de Diseño de la UC y coordinador del Magíster en Innovación, diseño y emprendimiento.

MÁS CERCA DEL INDIVIDUO Si en los años setenta todavía era posible hablar de un ciudadano promedio, y, por tanto, producir en grandes cantidades orientadas hacia ese abstracto personaje estándar, la revolución digital ahora permite diseñar para nichos cada vez menores y, en última instancia, para un individuo de cuya identidad, también digitalmente, se nutre el diseñador. por Pablo Hermansen y Álvaro Sylleros

Durante los últimos 50 años, el diseño ha cambiado de manera fundamental. A pesar de que las señales más evidentes son el desenfrenado ritmo en la producción y la diversidad de los productos y servicios proyectados, el diseño como actividad también es impactado por vectores que provienen de la tecnología, la cultura, la identidad y la interacción social. El presente artículo se propone dar cuenta de ciertos aspectos de estos cambios al comparar dos metodologías de diseño, la usada por Henry Dreyfuss entre 1940 y 1960 y la que desde la década de 1990 usa la firma Ideo. Tomamos como

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ejemplo de estas dos oficinas el diseño de teléfonos, e incluimos el trabajo de la empresa Vertu, especializada en móviles de lujo. Si bien como pivote de esta transformación señalamos a la revolución digital, consideramos la atomización de la cultura hasta el individuo –y más allá– como el motor de fondo, movido por la interacción entre la voluntad individual y las estructuras sociales.

Diseño, un concepto polisémico Al escribir la palabra design en Google.com, al 21 de junio de 2008, se obtienen 1.730 millones de vínculos relacionados. Para dimensionar el tama-


AURORA CAÑERO / GALERÍA ANIMAL

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dossier/Más cerca del individuo Al escribir la palabra design en Google.com, al 21 de junio de 2008, se obtienen 1.730 millones de vínculos relacionados. Para dimensionar el tamaño de esta trama de vínculos basta mencionar que la palabra sex obtuvo 864 millones –aproximadamente la mitad– y architecture 279 millones –más o menos un sexto–. ño de esta trama de vínculos basta mencionar que la palabra sex obtuvo 864 millones –aproximadamente la mitad– y architecture 279 millones –más o menos un sexto– (Peter Lunefeld, 2004). La red que insinúa esta constelación de relaciones incluye una innumerable cantidad de actividades, en donde se diseña desde una turbina hasta una estrategia política o un proyecto de investigación. Si bien creemos que todas estas actividades tienen algo en común, en el presente artículo entenderemos este concepto a partir de la definición propuesta por Serges Gagnon, quien se ha referido al diseño como «la apropiación de la tecnología por parte de la cultura» (Koen de Winter, 2002). Como buena provocación, la definición de Gagnon usa a su vez otra palabra tan abierta como diseño: cultura. Pero ¿qué es cultura? Sin intentar una definición, tomaremos la idea de sociólogo Max Weber de que la cultura es la red de significados (malla de sentido) aglutinadora de un grupo humano. Estos significados –puestos en juego a través del lenguaje tácito y explícito, de la cultura material, de los usos y las costumbres, entre otras acciones– son los que, en parte importante, nos facilitan cotidianamente la coordinación y la interacción social y personal. Y este es el asunto del diseño. Entendemos nuestra disciplina como un proceso que incorpora arte y ciencia para mejorar la calidad de vida al promover una interacción significativa de las personas con su mundo. Ahora ¿qué es significativo? El psicólogo italiano Giampiero Arciero nos sugiere que lo significativo está en todas aquellas interacciones que se relacionan con la sensación de continuidad del sentido de sí mismo. Un ejemplo simple y cotidiano de interacción significativa es el acceso eficaz, a través de un artefacto telefónico, a una red de comunicaciones que nos permita coordinarnos con otros miembros de nuestra comunidad. ¿Podría explicar mi rol en la sociedad de la misma forma que ahora si, por alguna razón, nunca más pudiese acceder a un aparato telefónico? La manera de habitar las redes cotidianas de sociabilidad muy probablemente se modificaría y, consecuentemente, también la forma como me explico frente al otro.

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Este proceso de coordinación de significados, con foco en la construcción del sentido de sí mismo, es el foco de interés del tipo de diseño al que nos referimos. Nuestro trabajo como diseñadores está en el proceso de designar los significados que la tecnología puede tener para una determinada forma de vida.

De la masa al grupo Si bien el designar las cosas del mundo y darle forma a artefactos y espacios es una actividad presente en la humanidad desde las primeras manifestaciones de civilización, hoy entendemos el diseño como una disciplina que, a diferencia de la artesanía, nace en y para los procesos de producción modernos. Desde su origen y hasta la década de 1930, el diseño de productos se preocupaba preferentemente de hacer disponible prestaciones y de dar forma agradable a los productos ya terminados –y determinados– por innovadores, orientados centralmente hacia el aparato productivo industrial que los sustentaba o hacia la moda y las tendencias de consumo, motores de industrias consolidadas, como la de la indumentaria. Los primeros operaban desde una lógica industrial, subsidiaria de la idea positivista de que el progreso tecnocientífico en sí llevaría a la humanidad a un futuro esplendor. Esta perspectiva, centrada en la optimización de los procesos de producción y orientada a lo que se consideraba como un mercado maleable por las grandes estructuras –en este caso productivas– y con necesidades funcionales, tendía a obviar la consideración de sus destinatarios. La primacía de la reflexión fordista y taylorista sobre la industria ilustra este punto. Pero, a partir de la década de 1930, en una de las crisis económicas más drásticas del siglo XX, la industria se ve en la necesidad de dinamizar el consumo de su producción, para lo cual implementa nuevas estrategias de diseño, promoción y renovación para sus productos, que posicionan a los destinatarios en un lugar gravitante.

Dreyfuss Usando el libro de Henry Dreyfuss Designing for People (1955), visitemos el trabajo de este diseñador norteamericano. A diferencia de muchos de sus contemporáneos, Dreyfuss proyectaba sus diseños no desde una perspectiva hegemónicamente estilista, sino como el encuentro entre el proceso de producción, los mecanismos internos de funcionamiento de los objetos, las tendencias de consumo imperantes y los factores físicos y perceptuales de sus destinatarios, matriz de una variedad alucinante de objetos diseñados que incluye, entre otras cosas, lápices, misiles, barcos, neumáticos, casas prefabricadas, cámaras fotográficas, aviones y teléfonos. Impactó la realidad cotidiana de millones de personas.


DREYFUSS

IDEO

La visión prospectiva del diseñador es complementaria con la del ingeniero, que materializa industrialmente los sueños del diseñador.

Diseñadores e ingenieros trabajan en grupos interdisciplinarios en donde ambos apuestan y materializan las ideas creadas grupalmente.

Como agente externo al mandante, tiene una mirada más objetiva, lo que se asume como una perspectiva aventajada para enfrentar la solución de problemas.

No solo es un agente del proceso de producción, sino que se asume la posición del destinatario, mandante y productor. El proceso es un continuo.

Posicionado en un punto de vista estratégico, el diseñador actúa como un catalizador empático de la visión de los otros agentes del proceso.

Inmerso en el proceso y no solo empático, es capaz de vivir el producto desde varias dimensiones simultáneamente.

Un nuevo producto sobrevive al incorporar una forma ya familiar. «Intuimos que las personas aceptarán más fácilmente algo nuevo si reconocen algo que ya han visto en el pasado». Dreyfuss lo ve en la forma de nostalgia por lo antiguo.

La innovación no debe hacer eco formal de los objetos que la anteceden, sino responder a los usos y costumbres de quienes son sus destinatarios, con propuestas que se distingan claramente de sus antecesores.

La capacidad del diseñador de resolver acorde la psicología del consumidor, con meses o años de anticipación, y producir un objeto que permanecerá años en el mercado se puede resumir en una frase: la corazonada del diseñador.

La capacidad del diseñador de resolver acorde a la emoción y usos de los diversos consumidores, con meses o años de anticipación, y producir un objeto que permanecerá años en la memoria se resume en una frase: trabajo en equipos interdisciplinarios.

Esta perspectiva, definida por el mismo Dreyfuss como científica, buscaba trascender a las tendencias de la moda y generar productos atemporales, como una suerte de adaptación al diseño del ideal de las leyes generales de la naturaleza propio de la ciencia positiva. Si bien el ideal de la atemporalidad inevitablemente se deshace con el paso del tiempo, sus diseños tuvieron una marcada presencia en el mundo. Entre 1930 y 1970 aún era posible hablar del ciudadano promedio. La clase media era el estándar de la buena vida y las buenas costumbres. The american way of life democratizaba la calidad de vida a través de la tipificación de sus cualidades e incentivaba la movilidad social ofreciendo como premio el acceso a bienes de consumo, que no solo facilitaban las tareas de la vida privada sino que además se convertirían en símbolos de pertenencia a un determinado grupo y de éxito social. Al mismo tiempo y consistentemente, la esfera productiva se sustentaba principalmente sobre grandes series de productos. Tanto las maquinarias, sus matrices y las tecnologías, como también las formas de planificación y organización de las empresas, estaban orientadas a la expansión estable por sobre la innovación radical, siendo vista esta última como una irrupción, un recurso contra la crisis. Los casos de empresas que integran dinámicas de innovación constante en el corazón de sus estructuras, como 3M, son los menos.

Entre 1930 y 1970 aún era posible hablar del ciudadano promedio. La clase media era el estándar de la buena vida y las buenas costumbres. The american way of life democratizaba la calidad de vida a través de la tipificación de sus cualidades. En este contexto, la continuidad del sentido de sí mismo para los consumidores estaba dada por la pertenencia a alguno de los grandes segmentos socioeconómicos dentro del estado nación, que a su vez sirve como esfera protectora y unificadora. Sin desconocer las particularidades que podrían tener, por ejemplo, el grupo de las mujeres jóvenes católicas de clase media que habitaban en un barrio residencial de una ciudad en particular, su consumo de bienes no se distinguía fundamentalmente de, digamos, las mujeres jóvenes protestantes de clase media que habitaban en un suburbio de una ciudad vecina a la anterior.

Método de diseño ¿Cómo diseñaba Dreyfuss sus exitosos productos en la sociedad de masas? Él reconoce cinco etapas en el proceso de diseño: (1) evaluación e inmersión en el encargo, (2) estudio en profundidad del nicho

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dossier/Más cerca del individuo

EL CHILE DE HOY con ojos de adulto [Nelson, 45 años] Cuando uno va caminando por la calle hoy en día ve a la gente muy acelerada, corre mucho para todos lados. Sólo percibo que corre, que se exige más. En las calles la naturaleza se ve en los árboles, sobre todo en provincia, porque en Santiago se ha ido liquidando un poco. Está cada vez más lleno de edificios lo que para mí significa que hay progreso, como ocurre en todas las ciudades de los países más avanzados. Estamos creciendo. Somos un país que está prosperando. Yo no soy quién para decir en qué estamos fallando. Hay organismos que se dedican a eso. Pero de todas maneras creo que uno de los mayores problemas es el asunto del smog, el tema ambiental, que es molesto e incómodo para todos porque afecta nuestra salud. Yo creo que los chilenos nos relacionamos muy poco entre nosotros, por lo mismo que decía antes: andamos muy apurados, no tenemos mucho tiempo para conversar, no nos detenemos porque siempre hay algo que hacer. La verdad de las cosas es que yo no sé si los chilenos somos felices... debemos tener en el corazoncito algo de felicidad.

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de mercado, (3) conocimiento detallado del proceso de producción, (4) diseño del producto y (5) producción e implementación de éste. Su metodología de diseño no es, vista esquemáticamente, muy distinta de la que pregonan hoy como de vanguardia oficinas transnacionales de diseño, como es el caso de Ideo. Si bien Ideo no detalla, como Dreyfuss, un procedimiento general y absoluto, ya que éste se termina de definir en cada caso, destaca cuatro grandes etapas –observación, tormenta de ideas, prototipado e implementación- y una serie de diez perfiles profesionales complementarios e indispensables para obtener la mayor aspiración del diseño contemporáneo, la innovación, que contrasta con la empatía que destacaba en Dreyfuss. Este cambio en los propósitos que traccionan una similar estructura metodológica, propuestos en dos épocas distintas, nos da interesantes claves respecto de las variaciones en las conductas colectivas y en los referentes de construcción identitaria que impactan y modifican la práctica del diseño. La diferencia entre innovar y empatizar no es la respuesta a una evolución de las tecnologías de producción y comunicación disponibles, sino el resultado de la atomización de los referentes formales válidos para las personas. Por ejemplo, si en 1940 en Chile una pareja católica de clase media alta se casaba, las posibilidades de personalización del rito de matrimonio eran más bien escasas. Si hoy el mismo perfil de jóvenes contrae matrimonio, su ceremonia puede variar en diversas dimensiones, como la música, el que dirijan un discurso a los asistentes, que lleven a cabo la ceremonia en un lugar distinto de una iglesia, etc. La personalización es hoy un valor que no necesita ser justificado, que demuestra preocupación y cariño. Lo mismo se extiende a los artefactos cotidianos. No nos causa alegría espontánea el que nos encontremos con un amigo que esté usando la misma ropa, sino más bien una sensación de identidad vulnerada. Para Dreyfuss, los héroes declarados de su método son Joe y Josephine, los nombres de los dibujos esquemáticos con que representa la antropometría humana y que, en palabras de él mismo, «(nos) recuerdan que todo lo que diseñamos será usado por personas, y que las personas vienen en muchos tamaños y varían en sus atributos físicos» (Designing for People, p. 26; 1955). En cambio Tom Kelly, gerente general de Ideo, declara que «si tuviese que escoger solo un perfil profesional, este sería el antropólogo» (The Ten Faces of Innovation, p. 16; 2005). Ideo, que al igual que la oficina de Dreyfuss desarrolla proyectos de múltiple índole, que van desde el diseño del primer mouse para Apple al coaching empresarial, ha puesto en el mercado entre los años 1997 y 2006 diez modelos de teléfonos


de mesa para oficina y 16 modelos de teléfonos móviles, además de dos decenas de aplicaciones de software para éstos aparatos. Y para eso es el antropólogo, para describir los usos y costumbres de segmentos de mercado cada vez más pequeños, que son posibles de abordar por la flexibilidad productiva que presenta la industria. Los modelos de teléfonos diseñados por Dreyfuss no son tantos en número, aunque superan en permanencia a la suma de todos los diseñados por Ideo. Los casos del WE 302 y del WE 500, diseñados por Dreyfuss e introducidos al mercado en 1937 y 1949 respectivamente por Western Electric, se impusieron en el mercado mundial por alrededor de 50 años como los aparatos estándar para los suscriptores. Con remembranzas art deco el primero y líneas más simples de corte funcional el segundo, se codearon con la atemporalidad mientras las redes de comunicaciones mantuvieron su estructura tecnológica. Este nivel de ubicuidad en el tiempo y en la geografía es simplemente impensable para la actual industria telefónica y casi para cualquier otra. Finalmente, en esta progresión hacia la personalización, emerge la compañía más exitosa en el diseño y producción de teléfonos celulares de lujo: Vertu. Su fundador, el diseñador Frank Nuovo decide en 1998 que el celular es un producto susceptible de ser llevado a otro nivel de valor en cuanto a su funcionalidad como en los materiales que lo componen, mezclando de manera audaz artesanía refinada con tecnología de última generación. La idea encuentra un nicho de mercado muy acotado pero con gran poder adquisitivo. Nuovo logra convencer y asociarse a Nokia para instalar en Inglaterra una sofisticada planta de producción cuyo concepto es la obsesión por diseño y construcción de productos que integran materiales diferenciados del resto de la oferta de celulares, tales como el zafiro, oro, diamantes, cerámica, cuero, rubí, etc. Pero también la diferencia es en funcionamiento, lo que se refleja en detalles como el tipo de parlantes usados en los auriculares, el sistema de teclado e inclusive la afinación precisa del sonido que el celular emite al cerrarlo. A partir del primer diseño de Frank Nuovo, llamado Vertu Constellation, hoy la compañía ofrece algunas variaciones de este modelo, ediciones especiales y ediciones limitadas. Además entrega un servicio exclusivo que consiste en una red de otros productos y servicios mundiales, como restoranes, joyas, hoteles, automóviles, etc. que se suponen están al mismo nivel de calidad lujosa que Vertu. Esta compañía mantiene un estrecho contacto con sus clientes incluyéndolos en el proceso de creación de las nuevas líneas, regalando productos a personajes marcadores de tendencias, convirtiéndose así en la máxima cima aspiracional en los teléfonos celulares de lujo.

No es de extrañar que la identidad de cada persona se construya integrando varios sub-grupos culturales, ya no definidos necesariamente por su proximidad topográfica ni socioeconómica, y que cada uno de éstos grupos exija que sus ceremonias, artefactos y lugares estén marcados por sus propios símbolos y ritmos.

Períodos del diseño Podemos distinguir tres grandes períodos en la historia del diseño. En el primero los profesionales se encargaron de dar un aspecto socialmente aceptable a productos determinados por la industria y configurados para su propia lógica, en donde la satisfacción de necesidades básicas a través de productos escasos era el principal motor de producción. El segundo período está marcado por una industria que necesita de grandes volúmenes de consumo para poder subsistir, por lo que orienta sus estrategias a la promoción masiva de bienes y servicios anclada en las grandes tendencias de consumo. El tercero es el determinado por la revolución digital, que instala una capacidad tecnológica capaz de producir de manera económicamente sustentable pequeñas series de productos, dirigidos para conseguir la fidelidad de grupos de personas cada vez más pequeños y finamente acotados. Al mismo tiempo, las tecnologías digitales de interacción y comunicación permiten detectar y mantener relacionados a estos pequeños grupos de personas sin trabas geográficas y, gracias al lenguaje audiovisual, con cada vez menos obstáculos de lenguaje. Pero al contrario de lo que se podría pensar, estos cambios no son gatillados por la tecnología sino solo acogidos por ésta. El ascenso de la importancia del individuo y el impacto del dominio privado en la estructura social es una de las características de la modernidad desde sus orígenes, que llega a explotar sobre la plataforma digital, pero que se venía demostrando en un creciente proceso de informalización de la cultura, es decir de pérdida de las formalidades consensuadas por toda la sociedad. En este contexto no es de extrañar que la identidad de cada persona se construya integrando varios subgrupos culturales, ya no definidos necesariamente por su proximidad topográfica ni socioeconómica, y que cada uno de éstos grupos exija que sus ceremonias, artefactos y lugares estén marcados por sus propios símbolos y ritmos. Junto con la aproximación al individuo de los ámbitos que aportan sentido de pertenencia, el diseño busca en el sensación de continuidad del sí mismo individual la materia prima para alimentar su propio trabajo.

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dossier

Roberto Vega Massó es profesor de Historia de la Universidad de Santiago de Chile, magíster en Historia en la misma universidad y Doctor (c) en Liderazgo y Dirección de Instituciones de Educación Superior (Universidad de Anáhuac, México). Actualmente es Director Académico y de Desarrollo de la Universidad Finis Terrae.

CHILE EN EL DESIERTO DE LO REAL Cuando parecía que los índices económicos y los avances tecnológicos nos tenían ya casi golpeando las puertas del mundo desarrollado, nos han dejado fuera con un portazo. No podemos ingresar sin hacer dos revoluciones previas, una en lo educacional y otra en lo cultural. No somos los únicos. Ciertas posiciones de Europa y Estados Unidos también se ven menoscabadas por el avance de quienes sí están haciendo grandes cambios: las naciones del sudeste asiático. por Roberto Vega

Intentar leer el alma de una nación en cualquier momento de su historia no es tarea fácil, sobre todo si se hace desde una perspectiva contemporánea. Por prudencia, de alguna forma debemos enlazar ese análisis con el pasado más cercano. Entender el Chile de hoy nos obliga a mirar, al menos, a la década de los setenta, período en el cual y producto de los acontecimientos políticos ocurridos se habría generado un quiebre o un

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punto de inflexión en el alma nacional, de signo positivo para algunos y negativo para otros. Entonces, cabría preguntarse: ¿Chile efectivamente cambió después de la década de los setenta? ¿Las utopías de los setenta fueron reemplazadas? ¿La imagen de un Chile que lideraba la educación en América Latina aún está vigente? ¿La modernidad terminó aplastando nuestra identidad, si pensamos que alguna vez la tuvi-


HERMANOS CAMPANA / EDRA

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dossier/Chile en el desierto de lo real mos? ¿Este inicio del nuevo siglo se parece en algo al comienzo del siglo XX, cuando nuestros historiadores y literatos hablaban de decadencia moral y que la patria estaba en crisis? Los hechos –los porfiados hechos–, nos señalan que después de la década de los setenta efectivamente estaríamos en presencia de otro Chile. Un Chile que se muestra incapaz de superar las divisiones de su pasado político reciente, al que le gustó el modelo de mercado, que en lo más íntimo reemplazó el rito familiar del paseo por la plaza por las seducciones del mall, adoptando rápidamente el consumismo y demostrando una particular adecuación a los hábitos de vida de la sociedad norteamericana, apartándose consciente o inconscientemente de su propia identidad. Es un Chile que muestra notables cifras en el uso de nuevas tecnologías; con una juventud particularmente diestra en el uso de internet, en la creación de blogs y en su incorporación masiva a las redes de facebook y a la telefonía celular. En lo cotidiano, después de más diez años de difusión de la revolución informática, los consumidores chilenos comienzan a acostumbrarse no sólo a la presencia creciente de computadores y controles remotos, cajeros automáticos, e-mail e internet, sino también a la extrema variedad de elección de productos y servicios. El mercado y la demanda se han hecho más sofisticados y se ha igualado el acceso a la oferta a través del crédito. Sin embargo, esa misma sociedad que responde notablemente a los nuevos avances tecnológicos, presenta grandes carencias que se vinculan con un retroceso en la educación y soportes culturales. En este último punto es necesario detenerse un momento para dar cuenta de este nuevo Chile. Por cierto, al dar una mirada al Chile contemporáneo desde un ángulo educacional y cultural, surgen algunas variables muy interesantes que no debemos perder de vista. La primera, es un hecho meritorio que el país haya decidido someterse voluntariamente a pruebas estandarizadas

Por su parte los numerosos diagnósticos de analistas internacionales que hablan del cambio de época generado por la tecnología y el advenimiento de mega economías como China e India, señalan que países como el nuestro podrían quedar definitivamente en el balcón y no en medio de la autopista del desarrollo.

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de nivel internacional (Simce, Pisa, Timss y la International Adult Literacy Survey); lo negativo han sido los resultados, los cuales, por decir lo menos, son desalentadores, especialmente los referidos al nivel de alfabetización adulta, donde un 57 por ciento de la población chilena no entiende lo que lee o no es capaz de hacer más que inferencias muy básicas, llegándose a un «nivel de insuficiencia para las demandas de la sociedad contemporánea» según sostiene el informe de la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (Oecd). La segunda variable se refiere a la Encuesta de consumo cultural aplicada y dada a conocer por el Instituto Nacional de Estadísticas en el año 2006, la cual indica que el 60 por ciento de los santiaguinos no ha leído un libro el último año y que el 15,4 por ciento de los hogares no posee ningún libro.

Más ricos, pero incultos Por otra parte, ese mismo Chile postsetenta alcanza un notable crecimiento macroeconómico, que llevó al World Economic Forum a decir que «Chile parece haber migrado definitivamente de la región», en tanto otros comentarios señalaban que nuestra situación económica sobresaliente nos ponía a la altura de los «tigres del Asia». En palabras de Álvaro Vargas Llosa, somos un país que dado su notable crecimiento debe acostumbrarse a vivir en una «insoportable soledad en el continente». A fin de cuentas, Chile había descubierto, en la década de los ochenta y a través del modelo de mercado, un talento oculto por tantos años. No obstante, la década de los noventa no fue tan auspiciosa como la anterior y por ende vuelven a surgir dudas; tal vez el avance logrado fue sólo una situación singular o un accidente de la historia y, por tanto, nuestro verdadero ritmo de crecimiento es el que vivimos actualmente. Aparece el pesimismo, una sensación de fracaso, de agotamiento, además de signos de corrupción. Un estancamiento que podría ser la antesala de una crisis. Lo cierto es que este Chile, exitoso en lo económico y deficitario en sus soportes culturales y educacionales, ahora en el inicio del nuevo siglo debe empezar a navegar en medio de una realidad de rápida transformación. Especialmente en las dos últimas décadas, vivimos en una vorágine de modernidad que resulta abrumadora. Lo preocupante es la falta de profundidad e indiferencia que se observa en nuestra sociedad, incluyendo al mundo político, a los líderes empresariales y a los medios de comunicación, ante los cambios que están operando en el mundo.


A lo más, dichos cambios son observados con asombro y no como parte de la agenda y la discusión. Por su parte, los numerosos diagnósticos de analistas internacionales que hablan del cambio de época generado por la tecnología y el advenimiento de mega economías como China e India, señalan que países como el nuestro podrían quedar definitivamente en el balcón y no en medio de la autopista del desarrollo. Uno de esos análisis es el de Thomas Friedman, en El mundo es plano, el que a pesar de su trascendencia y de las numerosas discusiones que generó en los medios internacionales, sorpresivamente no fue comentado por ninguno de nuestros líderes. Vanos han sido los esfuerzos de destacados economistas chilenos que residen en el exterior (entre otros Sebastián Edwards, Ricardo Caballero y Eduardo Engel), de sugerir que los políticos de izquierda y derecha deben realizar un rápido aggiornamento de sus ideas que les permita comprender el mundo en que nos tocará vivir. Probablemente la lectura del trabajo de Roberto Fogel, Capitalismo y democracia en el 2040: Proyecciones y especulaciones, sea aún más dramática para nuestra realidad, puesto que en sus pronósticos acerca de quién dominará la economía y participará del desarrollo hacia mediados del siglo XXI, lamentablemente no aparece América Latina. Si, leyó bien, América Latina en su conjunto, ni siquiera un país en particular. Por tanto, señala Fogel, «el continente estará condenado a aparecer en el ítem otros». En ese mismo escenario, sugiere el Premio Nobel, serán las economías del sudeste asiático las que liderarán el mundo e incluso, algunas de ellas, serán, para ese tiempo, las encargadas de promover la democracia liberal. Se entiende entonces el desplazamiento de Estados Unidos y de la propia Europa en este nuevo liderazgo mundial. La clave sugerida por el autor, para poder ser parte de ese nuevo escenario, es la consistencia de los países en la aplicación de políticas de privatización, de liberalización económica y particularmente la promoción de una educación de calidad que dé sustento a dichos avances. ¿Qué queremos decir con todo esto? Que nuestro país ha debido enfrentar numerosos desafíos, no obstante, creemos que el escenario que le depara el siglo XXI es el más complejo que le haya tocado vivir. Resulta ineludible observar que el escenario regional y mundial es distinto y esto por los múltiples cambios que se están gestando en todos los campos de la vida humana; en el desarrollo de la ciencia y de la tecnología, que han revolucionado

Vanos han sido los esfuerzos de destacados economistas chilenos que residen en el exterior (entre otros Sebastián Edwards, Ricardo Caballero y Eduardo Engel), de sugerir que los políticos de izquierda y derecha deben realizar un rápido aggiornamento de sus ideas. la organización de los procesos productivos como nunca antes se había visto en la historia; por el acceso y distribución de la información a través del uso de medios informáticos; por los cambios en la formas de organización de las economías de los países, que se han agrupado en bloques regionales para obtener mayor ventaja en la competencia internacional; por las dinámicas sociales con efectos paradójicos, como es la coexistencia de la aldea global con la reaparición de etnocentrismos, racismos y actitudes de intolerancia; por la velocidad con que se producen los cambios en los conocimientos de la ciencia, y cómo estos impactan en la educación y la vida cotidiana de las personas... En palabras de Peter Druker: «Estamos en uno de esos períodos históricos que ocurren cada 200 ó 300 años, cuando la gente ya no entiende el mundo y el pasado es insuficiente para explicar el futuro». Para el siglo XXI, una de las exigencias para nuestra sociedad, ya inmersa en un proceso de cambio acelerado en todas las esferas de la vida humana, será la transformación profunda de la organización y operación de su educación, en general, y la educación universitaria, en particular. A lo que debemos aspirar, para ser una «sociedad del conocimiento» (si aceptamos esta denominación cada vez más en boga), será al acceso universal a los conocimientos existentes y a los que se van generando. En síntesis, si deseamos competir globalmente necesitamos una sociedad más educada y dotada de las competencias necesarias que nos permitan un desarrollo sustentable. Tal vez sea tiempo de una nueva utopía. Finalmente, el desafío que nos impone la modernidad es avanzar en la transformación educacional y cultural más radical que jamás se haya efectuado en Chile. De otro modo, el camino está trazado para nuestro país y vecinos de la región: ser modestos clientes-consumidores de la tecnología, la música y las modas de turno. Para los chilenos más inquietos, se configura un futuro de observadores impotentes de cómo avanza la humanidad, sin poder ser actores de esta gran revolución.

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letra fresca

Como Goethe o Nietzsche, el inglés Lewis Carroll desconfía del mundo racional y exacto que ofrecen Descartes y Newton. Su protagonista, Alice, impecablemente educada, resulta patética con su mente pragmática y ordenada al asomarse a un mundo irracional y a veces violento, donde la lógica no es lo que impera. Carroll socava la lógica del lenguaje –otro corsé de la alta civilización-, lo que le permite abrirse a un humor irónico algo difícil de traducir. por Luis Vargas Saavedra

¿Cómo son Alice y Wonderland? Alice, She is foolish («ella es tonta»). Olvida, ofende, no atina. Además, es curiosa, imprudente, esquizofrénica (se desdobla). Wonderland: el ámbito donde nada es usual, suceden alteraciones de tamaño y de rango: Alice se vuelve enorme y diminuta, diminuta y enorme; y los animales la mandonean: «Everybody says ‘come on’ here... I never was so ordered in all my life, never». («Todo el mundo dice ‘ya pues’… Nunca me manda-

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ron tanto en mi vida»). Como buena niña bien educada, les obedece. Los torpes experimentos de crecer o empequeñecerse (mediante bebidas, queques, abanicos, guantes, setas) culminarían en la solución diametral que le ofrece la Oruga: comer de un lado de la seta, agranda; y comer del otro, empequeñece. Ofrece una especie de salomónico relativismo, ya que la circular seta no tiene «lado» sino una infinita sucesión de lados en ronda. De allí el desafío.

Todo es cuestión de dosis, de correctas cantidades. Conste en ello un irónico comentario al regludo mundo inglés de su época. El tamaño es la resultante de un más, equilibrado con un menos. Lo antes ingerido (causa) ha generado (efecto) o gigantismo o enanismo, debido a que Alice no ha sabido nutrirse con la correcta dosis que el sistema de Wonderland requiere. Debido a tales desajustes, Alice ya no es quien solía ser (se es, repitamos, según precisas causas


Mundo de miedo externas). Por lo tanto, una paloma la ataca creyéndola serpiente (y tiene razón porque A. come huevos). De modo que Wonderland funciona revocando la realidad corriente y su «lógica». Wonderland relativiza y deconstruye la realidad usual, normal, convencional. ¿Anti England? Las niñas que le escuchaban relatar la primera versión del cuento deben haber sentido un escalofrío de espanto y una oleada de placer ante ese mundo que funcionaba contra todas las reglas y expectativas victorianas en que ellas habían sido criadas. Ese susto agradable, ese inofensivo amago de revolución de lo establecido, debe haberlas fascinado y Lewis Carroll sabía cómo seguirlas fascinando con una secuencia de percances y personajes inusitados.

Además tiene un ingrediente muy del gusto de todo niño (y de adultos niños): la violencia implícita, tácita o sugerida. Por ejemplo, el final de la tortuosa historia de la laucha es «death». El poema de You are Old Father William acaba con un rechazo brutal: «or I’ll kick you downstairs» («o te echo a patadas escalera abajo»). El miedo que la Duquesa provoca en el Conejo, nos prepara para el despliegue de su ira: la canción de cuna y las órdenes de descabezamiento. Y a su vez, la ferocidad de la Duquesa nos prepara para la crueldad de la Reina. Si las oyentes disfrutaban del relato, dentro de él Alice no disfruta de Wonderland: «It’s really dreadful… the way all the creatures argue. It’s enough to drive you crazy» («Es realmente espantosa… La manera en que las criaturas disputan. Es para volverse loco»).

Luis Vargas Saavedra es profesor de Castellano egresado de la Universidad de Chile y Doctor en Filología Románica de la Universidad Central de Madrid. Especialista en literatura chilena, la confianza de Doris Atkinson en su trayectoria le permitió acceder a los materiales inéditos de Gabriela Mistral. Es académico de la Facultad de Letras de la UC.

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letra fresca/ Alicia en un mundo no tan maravilloso Al Footman lo considera «perfectly idiotic». ¿Cómo va a gozar de Wonderland si es un manicomio libre? Lo afirma el Chessire Cat: «We are mad here. I am mad. You’re mad». «How do you know I am mad? Said Alice. «You must be, said the Cat, or you wouldn’t have come here.» («Estamos locos aquí. Yo estoy loco. Usted está loca. «¿Cómo sabe que yo estoy loca? «Tiene que estarlo, dijo el Gato, o usted no habría venido»). Preámbulo a la locura rampante del Mad Tea Party, para el cual Alice no está invitada –es una intrusa– y tampoco está suficientemente loca o asimilada al comportamiento en Wonderland. Trae el protocolo de su casa inglesa que no calza con el desbarajuste de esa mesa.

Loca hora del té Relativismos verbales, vía retruécano: «I mean what I say – that’s the same thing, you know» («Significo lo que digo –es lo mismo, usted sabe»). «Not the same thing, a bit, said the Hatter. You might as well say that I see what I eat is the same thing as I eat what I see» («Ni una pizca lo mismo, dijo el Sombrero. Usted podría salir con que veo lo que como es lo mismo que como lo que veo»). El calambour o juego de palabras para descalificar modismos, frases y conceptos: «Alice beats time –Time hates being beaten» (Alice marca el tiempo –al Tiempo le carga que lo marquen»). Relativismo temporal o nueva dimensión del Tiempo: «If you knew Time as well as I do, said the Hatter, you wouldn’t talk about wasting it. It’s him». («Si usted conociera el Tiempo tan bien como yo, dijo el Sombrero, no hablaría de perder eso. Eso es un él»). Triste historia: Hatter inducía, con buenas maneras a que el Tiempo avanzara o se detuviera, pero el salvajismo de la Reina («Off with his head», «Córtenle la cabeza») lo

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¿Es que se pretende que Alice, y las Alice del mundo, se contenten con el hábitat normal y cabal en que ya viven, el statu quo del United Kingdom, con sus leyes y sus rangos?

ha anonadado: «And ever since that, the Hatter went on in a mournful tone, he won’t do a thing I ask. It’s always six o’clock now… it’s always tea time» («Y desde entonces, el Sombrero continuó con un tono doliente, rehúsa hacer lo que le diga. Son siempre las seis de la tarde ahora… siempre es hora de té»). De esta manera la pérdida de las «buenas relaciones» entre Hatter y el Tiempo, se deben a la brutalidad insana de la Reina: a su censura estúpida. Es decir, dentro de Wonderland hay elementos pacifistas y elementos feroces –punto en común con el burdo mundo corriente– y por ello Wonderland ha sufrido un malentendido con el Tiempo a causa de la Reina. ¿Alusión a la Reina Victoria? Alice no se adapta, no se aclimata en el relativismo o en la antilógica. Y no puede hacerlo, según la estrategia de la narración, porque los contrastes y absurdos cesarían de serlo y se acabaría el relato si ella se plegara a las idiosincracias de Wonderland. Para que las locuras de Wonderland estallen ante el lector, se necesita que esta niña sea tontonamente pragmática, un epítome de buena crianza. Y debido a esa buena educación y a su intransigente sentido común, Alice resulta cargante, en tanto que las criaturas, menos la Reina, son simpáticas o consolables. Ella viaja de percance en percance, sin contagiarse de Wonderland, sin enloquecer como sus criaturas. Aportilla el relato de la Dormouse porque lo halla absurdo, siendo que está en el reino de lo absurdo. Por interrumpir («Why not?» («¿Por qué no?»), «That’s very curious» («Eso es muy curioso») o «queer» («raro») y por no comportarse locamente (wonderlandly) Alice es hostilizada por Hatter y acaba yéndose. El Mad Tea Party, clímax del libro, sirve de prueba para una Alice que se descalifica opinando al revés de lo que se espera. O que sirve de confirmación de cuán Alice es dentro de tal contexto. No capta nada. No puede. No disfruta.


Pero ¿están gozando de sus circunstancias las criaturas de Wonderland? Ninguna parece feliz; muchas, desventuradas y hasta en zozobra. Todo el recorrido es una pesadilla absurda, cómicamente absurda, puerilmente sádica, con relámpagos geniales (para quien lee, no para Alice víctima de su propia curiosidad). ¿Es que «the moral of the story»* («la moraleja de la historia») es: «nunca ceda a la curiosidad de averiguar a dónde va tan apurado un conejo con chalequillo y leontina?» ¿Es que se pretende que Alice, y las Alice del mundo, se contenten con el hábitat normal y cabal en que ya viven, el status quo del United Kingdom, con sus leyes y sus rangos? O, más sutil, ¿es que se busca abrirle los ojos a la cándida Alice para que captando las absurdeces del idioma inglés, lo asuma en su inevitable absurdez, dado el hecho de que todo idioma es imperfecto desde el rigor de la Lógica y, por extensión, que toda sociedad adolece de fallas, y así Alice se resigne a tolerar las del Establishment? O se rebele y bregue por corregirlas. ¿Es que se pretende que Alice llegue a cambiar y gozar con sus aventuras (y desventuras)? ¿Puede hacerlo una Alice confundida, asombrada y maltrecha? ¿Se volverá Alice una criatura cien por ciento «loca?» ¿Podrá gozar la locura sin enloquecerse? ¿Qué capacidad de disfrute podría haber en una niña victoriana, moldeada en normas estrictas? Lewis Carroll no lleva sus desquiciamientos hasta el derribo total. Se contenta con insinuar esa posibilidad en los lectores, no en las niñas que lo escuchaban. Y así, otra vez, surge la inquietante pregunta: ¿el relato socava las bases mismas de una sociedad lógica, moral y autoritaria? El reglamentado autor, semi preste en claustro universitario, ¿se amotina, a través de su relato, contra su propio hábitat cultural? ¿Wonderland es Oxford University? ¿Lewis Carroll es La Oruga?

Creo que sin pretenderlo a ultranza Lewis Carroll dispara contra el Logos de Occidente y va en la misma dirección que Nietszche y que el siglo veinte: socavamiento de valores, desconfianza del lenguaje, Dios dado de alta. En el «Preface» a Silvie and Bruno, obra posterior, refiere cómo se gestó ese libro (que prosigue en la línea del absurdo lúcido). Cuenta que anotaba «all shorts of odd ideas, and fragments of dialogue, that ocurred to me –who knows how– with a transitory suddenness that left me no choice but either record them then and there, or to abandon them to oblivion» («toda suerte de ideas raras, y fragmentos de diálogos que se me ocurrían –quien sabe cómo– con un transitorio impacto que solo me dejaba apuntarlos entonces y allí o abandonarlos al olvido»). Antes de seguir citándolo, subrayar que allí está describiendo la clásica irrupción inspirada, el soplo inesperado de la musa surrealista. Continúa: «they had a way of their own, of occurring, a propos of nothing – specimens of that hopelessly illogical phenomenon, ‘an effect without a cause’» («Tenían un modo propio de ocurrir a propósito de nada, especímenes de ese fenómeno desesperanzadamente ilógico: «un efecto carente de causa»). Hay en esas palabras un reconocimiento de que dentro de él, dentro de su extraordinaria mente matemático-verbal, algo obra y se manifiesta sin que su razón y su control lúcido, lo haya suscitado. Y una vez aparecido «el efecto sin causa», se apresura a anotarlo, sospechándole calidad de pensamiento y acaso de estilo. Por lo tanto, creo que Alice in Wonderland es un oculto (¿cuán oculto?) ataque, o, mejor, una ácida corrosión a las rejas del status quo. O, usando sus palabras, una fiesta «de efectos sin causas». El subconsciente freudiano-bretoniano permitido y bienvenido. Volviendo al comienzo mismo del libro, Alice debe ajustar su tamaño físico para poder entrar al

lindo jardín de Wonderland. Y lo efectúa a yerros y a correcciones, ganando así una experiencia iniciática y gastronómica: la exacta dosis de nutriente obtenido en la exacta ubicación otorga el tamaño de acceso. Implica toda una sátira a la etiqueta, al protocolo, a la estrategia misma del sistema inglés: «the right components in the right place». Si Wonderland es un sitio literalmente de maravillas, entrar en él supone un ansia natural y a la vez digna. Para ello, en vez de iniciaciones ascéticas (ayuno y penitencia), tenemos el juego de comer sí, beber no, comer esto, rechazar esto otro, hasta dar con la sustancia precisa. Y es mediante boca y estómago como Alice logra entrar en ese supuesto Edén. Parece una mofa a la dieta requerida para los niños y una burla de la ascesis e incluso de la eucaristía. Una burla de la salud a lo humano y de la salud a lo divino.

La cancha de croquet de la Reina Lewis Carroll en un artículo titulado «Alice on the Stage» («Alice sobre las tablas») cuenta que se imaginó a la Reina de Corazones «as a sort of embodiment of ungovernable pasión – a blind and aimless Fury» («una especie de encarnación de pasión ingobernable –una Furia ciega y sin motivo»). De modo que este capítulo se tensa de una atmósfera de monarquía descontrolada que manda decapitar y decapitar por pura rabia. Se presiente desde las respuestas osadas de Alice que ha de suceder un choque acaso fatal entre ella y la feroz Reina, lo cual le da al breve capítulo un delicioso suspenso de terror. El juego de croquet, ese loco juego con flamencos en vez de palos y con erizos en vez de pelotas es uno de los veintitantos juegos que Carroll hizo imprimir como panfletos proponiendo nuevas e inusuales formas de jugar juegos conocidos. Uno de ellos se llama «Lanrik» y da las reglas para usar de otra manera los componentes del ajedrez. Lamentablemente el más

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Y así, otra vez, surge la inquietante pregunta: ¿el relato socava las bases mismas de una sociedad lógica, moral y autoritaria?

original, «Billares circulares», no ha sido reimpreso. Todo ello demuestra el sentido lúdico y subversivo de Carroll, entretenido en darle vueltas de carnero a las reglas, a todas las reglas, en tanto que él vivía ceñido por todo el reglamento de Oxford. Alice se fastidia con la carencia de reglas y el caos del juego de croquet a la Wonderland. Así se lo dice al Cheshire Cat: «and they don’t seem to have any rules in particular: at least, if there are, nobody attends to them…» («y no parecen tener ninguna regla específica: al menos, si las hay, nadie les hace caso…»). El Gato cuestiona la monarquía al no querer besarle la mano al Rey y plantea un dilema bizantino ante la orden de decapitación vociferada por la Reina. ¿Es decapitable una cabeza sin cuerpo? El Rey arguye que precisamente si hay cabeza hay decapitación. La Reina amenaza con decapitación universal si no decapitan al Gato. Alice salva el impasse al señalar que se debe averiguar con su dueña, la Duquesa, cuál puede ser la suerte de su felino. ¿Habrá injusticia o perdón? Y así el capítulo se desvanece tal como se desvanece la cabeza del Gato.

La historia de la falsa tortuga Lewis Carroll nos sitúa de inmediato en un diálogo entre Alice y la Duquesa, omitiendo sagazmente cómo se han reunido. Allí están y lo que importa es que se han hallado. Tras el ambiente caótico del juego de croquet ahora contrasta la rotunda afirmación de la Duquesa: «Everything’s got a moral, if only you can find it» («Todo tiene una moraleja si se la puedes encontrar»). Parece un revocamiento de la absurda carencia de reglas. Y en cambio, sugiere la presencia de escondidos sentidos en lo que parece absurdo. Sentidos que confieren trascendencia a lo nimio, como el pensar olvidándose de hablar, que la Duquesa le reprocha. Pero de inmediato esa sugerencia de oculto sentido es desvirtuada mediante un absurdo cómico:

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«The game’s going on rather better now, she said, by way of keeping up the conversation a little. «’Tis so, said the Duchess: «and the moral of that is – ‘Oh, ‘tis love, that makes the world go round!» («El juego va mejor ahora,» dijo como para mantener un poco la conversación. «Así es,» dijo la Duquesa: «y la moraleja de eso es - ¡Oh, es el amor que hace girar el mundo!»). Y luego viene una secuencia de ingeniosas absurdeces (Ionesco antes de Ionesco) o si se quiere, de genialidades, como por ejemplo: «Take care of the sense, and the sounds will take care of themselves» («Cuidar el sentido, y los sonidos se cuidarán solos»). Detrás se escucha la subversión hábil del proverbio británico: «Take care of the pence and the pounds will take care of themselves» («Cuidar los peniques y las libras se cuidarán solas»). En cuanto al título y personaje de este capítulo, La falsa tortuga, contiene un juego cómico. Hay una sopa que se llama «mock turtle soup» y que es una imitación parda hecha con ternera, de la genuina sopa de color verde. La Reina le pregunta: «Have you seen the Mock Turtle yet?» «No,» said Alice. «I don’t even know what a Mock Turtle is.» «It’s the thing Mock Turtle Soup is made from,» said the Queen.» («¿Ha visto ya a la falsa tortuga?» «No,» dijo Alice. «Ni siquiera sé qué es una falsa tortuga.» «Es la cosa de la cual se hace la sopa de falsa tortuga»). Se adivina el humor sarcástico de Lewis Carroll ante la posible lesera lingüística que deriva de la sopa. Debe haber por lógica una falsa tortuga que permita confeccionar tal sopa. Bueno, toda la conversación de Alice con el Grifo y la Falsa Tortuga se vuelve un delirio verbal, una suite de calembours, mechados con conocidas canciones deformadas o transfiguradas. Se trata de desqui-


LEWIS CARROLL es el seudónimo literario de Charles Lutwidge Dodgson (1832-1898). Bastante tartamudo y algo sordo, con diagnóstico de epiléptico y fuertes dolores por su artritis, de gran sensibilidad estética y talento matemático, alcanzaría la fama como escritor con Alicia en el País de las Maravillas (1865) y Alicia a través del Espejo (1872). Con el tiempo se le ha reconocido como uno de los mejores fotógrafos de la época victoriana además de autor de textos matemáticos de particular interés. Sintiéndose diferente y sufriendo por ello, rechaza la sociedad inflexible en la que vive y añora un tiempo de pureza e inocencia del hombre cuando, supuestamente, vivía no acosado por la culpa y el pecado.

ciar los parámetros de Alice. Casi con brusca metodología zen, quebrando lo usual, lo consabido, lo «unánime.» Y así se mina el idioma. El lector niño o el adulto aun algo niño gozarán con los juegos de palabras (intraducibles por desgracia) que implican un triunfo y una derrota: triunfa quien dice y explica el vocablo arrevesado; queda vencido y mofado quien no pudo entenderlo a tiempo. Así se le va haciendo un test de insensatez a la sensata Alice, incapaz de sintonizarse con el absurdismo de Wonderland. El truco del calembour es algo tramposo porque no se trastrueca de veras la realidad sino el significado sonoro de una palabra. Esto no basta en nuestro mundo, pero basta en Wonderland donde las palabras tienen un poderío propio como el de los conjuros mágicos. Lewis Carroll bombardea verbalmente la realidad consabida, con una estretegia de escritor dueño de su idioma inglés y por ello mismo capacitado para burlarse del idioma, de las limitaciones o protocolos del significado de las palabras con que denotamos el mundo. ¿De qué otra manera podría hacerlo si no es mediante las palabras? Bien sabe que nuestra comunicación se efectúa mediante ellas y que pensamos o expresamos vía el lenguaje. Y tal vez según el lenguaje. Por muy abstrac-

Creo que sin pretenderlo a ultranza Lewis Carroll dispara contra el Logos de Occidente y va en la misma dirección que Nietszche y que el siglo veinte.

to o matemático o plástico que sea nuestro pensamiento, si lo queremos dar a conocer tendremos que acotarlo a palabras. Alice al contemplar la corte de justicia se enorgullece de poder nombrar uno por uno a sus componentes. Diciendo sus nombres, ellos son y se jerarquizan. Ahí la oímos aplicando palabra a realidad, a una realidad que obra gracias a poder ser nombrada con la palabra exacta: «juez», «jurado», «estrado». Lewis Carroll malignamente desvirtúa esa relación cuando Alice adquiere el errado significado del verbo «suprimir.» Ha visto cómo un cuye ruidoso ha sido «suprimido» dentro de una bolsa sobre la cual se sientan sus suprimidores, y deduce que eso significa la supresión de aplausos (que ha leído); o sea que los aplaudidores fueron embutidos en bolsas sobre las cuales se sentaron los guardias. «La moraleja de esto» (como diría la Duquesa) ha de ser: cuidado con la aplicación de significado; más aun, cuidado con aplicar la realidad de Wonderland a la realidad de Inglaterra. ¿Es que Lewis Carroll quiso que al final del libro se reestableciera el modus operandi del Status Quo del Reino Unido? Así pareciera porque Alice comienza a recuperar su estatura y a refutar las incon-

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letra fresca/ Alicia en un mundo no tan maravilloso secuencias del juicio. Se atreve a refutar al Rey y finalmente ningunea a todo Wonderland: «Who cares for you?» said Alice (she had grown to her full size by this time). «You are nothing but a pack of cards!» («¿Y a quien le importan ustedes?» dijo Alice (ya había comenzado a crecer hasta su verdadero porte). «Ustedes no son más que un paquete de naipes!») Con esta frase destruye la realidad de Wonderland que ha venido aceptando, creyendo, viviendo. La suspensión de la incredulidad ha cesado. Su modo de ver el mundo ya no le permite tolerar el contra-mundo de Wonderland. Tiene que rechazarlo. Lo contrario hubiera sido residir en él, someterse a sus «leyes» y ser acaso sentenciada por Rey y Reina a una decapitación que como todas allí no sería llevada a cabo. Imposible que Alice abandonara su hogar y se quedara vagando en ese ámbito desprovisto de madres y padres, habitado por una mayoría de animales y pájaros. Ya despierta o «repatriada», cuando estamos de regreso al campo inglés, florido y cálido, la hermana de Alice comienza a repasar lo que su hermana le ha relatado –de modo que hemos leído el relato de Alice a su hermana– y en ese repaso ella se desliza a un sueño: «she began dreaming after a fashion…» («ella comenzó una especie de sueño») y luego pasa a una ensoñación lúcida que asigna desde el sueño sus causales en la realidad, pero lo inicia con la realidad escuchada en torno: la brisa en el pasto y en el agua. Después va relacionando Wonderland con la campiña inglesa o tornando reales o dándoles su equivalencia o su origen en los ruidos verdaderos: el tintineo de las tazas de té se trueca en ruido de cencerros; los chillidos de la Reina, en la voz de un pastorcillo; el estornudo de la guagua, el chillido del Grifo y todos los otros ruidos raros, en el «confuso clamor de una granja laboriosa, en tanto que los mugidos de la vacada

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Todo ello demuestra el sentido lúdico y subversivo de Carroll, entretenido en darle vueltas de carnero a las reglas, a todas las reglas, en tanto que él vivía ceñido por todo el reglamento de Oxford.

distante, en los recios sollozos de la Falsa Tortuga». Todo esto ha creado un sueño tras un sueño, y soñar lo ya soñado por otra persona detectándole sus causas en la sonora realidad dentro de la cual se sueña. Pues la hermana oye a Wonderland. Lo resume con audición más que con visión: el pasto abierto por los pies apurados del Conejo Blanco, el chasquido en el agua cuando la Laucha asustada intenta salvarse, el escalofriante raspado del lápiz sobre la pizarra del Lagarto, la asfixia de los cuyes suprimidos y, a lo lejos, los sollozos de la Falsa Tortuga. Contrasta esto con la memoria verbal, el recuerdo de lo que se ha conversado, el absurdismo enervante o humillante que ha fastidiado a la sesuda Alice. Su hermana, en cambio, retiene y repasa los ruidos extraños. Hay un leve detalle crucial en esta secuencia de sueños. La hermana primero se duerme y la hermana después sueña despierta, pues «se sentó con los ojos cerrados y a medias se creyó de veras en Wonderland, a pesar de que ella sabía que con solo abrir los ojos estaría de nuevo en la sosa realidad». Tiene, así, poder conjurador, puede acceder a la sonoridad de Wonderland. Pero, aun más importante que ese poder es el borroneo entre sueño y ensoñación, entre soñar sin gobierno de lo soñado y ensoñar gobernándolo. Y este si-es-no-es sutil vuelve a darnos la ambigüedad de la visión de la realidad de Lewis Carroll: realidad aceptada, realidad rechazada. Un bosquejo de rechazo total o de cuestionamiento a fondo, que no se atreve a ir de la sugerencia al acto, llegando a la revolución cabal. Parece una timidez cautelosa. Podría ser una cortesía. Una maniobra diplomática que nos convida a injertar «lo Wonderland» en «lo real». Incluso con la opción que ha ejercido la hermana de Alice: soñar despiertos esa infiltración de lo maravilloso en lo consuetudinario.


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reseña Centros desde el exterior Joseph L. Scarpaci Plazas and barrios. Heritage and globalization in the Latin American centro histórico. Society, environment, and place. Tucson, USA, The University of Arizona Press, 2005.

Como se señala en la reseña que figura en el libro, muchos centros históricos de América Latina han conservado sus rasgos coloniales en términos urbanos, físico-morfológicos y funcionales. De acuerdo a dicho texto, en los últimos años, la industria turística ha promovido su recuperación, respondiendo a una demanda global que apunta a la preservación de distritos históricos «auténticos». Lo anterior, asociado con las ventajas que presenta la centralidad, ha potenciado el desarrollo de estas áreas, el cual a su vez plantea, entre otros desafíos, el dilema de cómo y qué restaurar y conservar, en función de los nuevos imperativos y requerimientos de orden económico que derivan de este proceso de reconversión. El autor explora nueve centros históricos: Bogotá y Cartagena en Colombia; Quito y Cuenca en Ecuador; La Habana y Trinidad en Cuba; Puebla en México; Buenos Aires en Argentina y Montevideo en Uruguay. El autor define tres categorías de análisis: los usos de suelo, la calidad de las edificaciones y las siluetas del centro histórico, para lo cual se elabora una metodología flexible, fácil de aplicar, de bajo costo y relativamente objetiva. En la mayoría de los casos seleccionados, se basa fundamentalmente en las observaciones registradas por el propio autor en terreno, con el

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concurso de algunas entrevistas específicas a algún usuario o residente, para aclarar o completar alguna información. En el caso de la primera categoría de análisis, el autor aclara que el término «usos de suelo» está empleado en el sentido convencional; esto es, el uso o destino que tiene el inmueble, definiendo como unidad de análisis el uso observable a nivel del primer piso desde el espacio público, asumiendo que un inmueble puede presentar diversos usos de suelo, legales o no, en las diversas plantas que posee. Cada inmueble emplazado dentro de los límites del centro histórico fue registrado. Metodológicamente, para efecto del registro, se establecen siete tipos de destino: la vivienda, se trate de inquilinos, propietarios o ilegales; comercio, fundamentalmente restaurantes y pequeños negocios; equipamientos públicos, referidos a actividades sin fines de lucro, entre los cuales se pueden encontrar, las instituciones y organismos públicos propiamente tales; las

instituciones de carácter político, social, religioso, como templos, iglesias, sinagogas; los equipamientos educacionales públicos y privados, tanto escuelas como sedes universitarias; el comercio tipo retail de mayor envergadura, incluyendo tiendas, farmacias, cuero y calzado; los parques, espacios abiertos, las plazas y plazoletas; los estacionamientos y las áreas o zonas de parqueo, públicos o privados; y las construcciones abandonadas, en construcción o en demolición. La segunda categoría de análisis se refiere a la calidad de la construcción a partir de la percepción del estado de conservación en el que se encuentra la fachada. Se definen tres niveles: en mal estado, en regular estado y en buen estado de conservación. Mal estado responde a edificaciones perceptualmente deterioradas, con balcones o elementos de fachadas faltantes, agrietamientos, e implican trabajos de restauración de mayor envergadura. Regular estado corresponde a fachadas que presentan deterioros menores, solucionables mediante reparaciones relativamente sencillas. Y buen estado, como su nombre lo indica, a inmuebles cuyas fachadas se ven sólidas, bien mantenidas, recién pintadas. La tercera categoría de análisis registra la silueta del centro histórico, para lo cual se da cuenta del número de plantas que cada inmueble presenta. Resulta interesante observar que las menores alturas se encuentran en los casos de Trinidad y Cartagena de Indias y las más altas en Buenos Aires y Montevideo. La utilización de estas tres categorías permite a un observa-


dor, que no requiere necesariamente ser arquitecto, formarse una cierta idea de un centro histórico y posibilita un ejercicio comparativo entre centros históricos con alcances relativamente objetivos. Sin embargo, surgen algunas interrogantes en términos de este tipo de comparaciones. Por una parte, la distinta naturaleza y escala de los centros históricos analizados, así como su relación y peso con el contexto urbano que los rodea y, por consiguiente, con la ciudad o la metrópolis de la cual forman parte. El centro histórico no es una pieza urbana aislada del resto de la ciudad. En su origen la ciudad y el denominado centro histórico eran un solo y mismo espacio urbano. Con el crecimiento y expansión urbana, esas áreas centrales que concentraron en su origen los grandes centros del poder político civil y del religioso, así como los grandes equipamientos educacionales, los clubes y centros sociales de alcurnia, amén de sedes de casas matrices de instituciones y corporaciones privadas, fueron declinando, con mayores o menores niveles de deterioro producto de la obsolescencia física, funcional y económica. En tiempos recientes, la actividad turística en ciertos casos se ha transformado, efectivamente, en un notable motor económico, atrayendo nuevas inversiones privadas a dichos centros, particularmente a aquéllos que han conservado su impronta colonial. Este proceso, sin embargo, no necesariamente reconstituye el tejido urbano social pre-existente, propio de una centralidad. Transforma dichos lugares, más

bien, en una suerte de piezas museológicas para el denominado turismo «cultural», carentes de población residente local así como de todo el repertorio variado y diverso de actividades que permite reconocer efectivamente al corazón de la ciudad. En cuanto a los usos de suelo, surge la curiosidad respecto del comercio informal que no aparece mencionado en el listado que figura en el texto. Lo anterior considerando que, precisamente, un rasgo bastante recurrente en los centros históricos antiguos de América Latina, por las condiciones de precariedad económica de la mayoría de la población, es la práctica de esta forma de actividad comercial, ocupando para el efecto todo el espacio público posible, lo que además se entronca con tradiciones indígenas ancestrales. La excepción, quizá, corresponde a los centros históricos del Cono Sur, donde si bien también existe, tiene un carácter más limitado y acotado y, por ende, es menos masivo e invasivo que en el resto de la región. El libro permite a través de sus distintos capítulos, abordar de un modo atractivo la temática de los centros históricos en ciudades de América Latina, contribuyendo a ampliar horizontes y perspectivas en esta materia, aportando precisamente una visión externa, con lo cual contribuye a enriquecer la producción interna, generada tanto por investigadores individuales como por distintos centros universitarios y de investigación presentes en la región. Gustavo Carrasco Pérez Arquitecto

Cuando Chile descubrió Japón César Ross Chile y Japón 1973-1989. De la incertidumbre a la alianza estratégica. Santiago, LOM, Usach, 2007, 231 páginas

Al igual que Alemania, como estado nacional Japón fue la gran novedad política de la segunda mitad del siglo XX. En el caso del país asiático, asombró la rápida «europeización» de una sociedad tan alejada de su círculo cultural. En la historia del último siglo y medio, el «fenómeno japonés» no se reduce simplemente a las batallas de la Segunda Guerra Mundial o al «milagro japonés» de post-guerra, por importantes que hayan sido. Japón no sólo se constituye como gran Estado y como potencia, sino que es el primer país desarrollado en lo económico y social que no pertenece a la tradición europea, aunque pueda ser discutible el momento en que lo alcanzó, si antes o después de la guerra. Medido en el metro de los estados nacionales –quizás todavía el patrón comparativo más realista–, Japón sigue siendo lo que ha sido por más de tres décadas:

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reseña la segunda economía del mundo. Sin embargo, su influencia política y su peso en el debate de ideas del mundo no tienen que ver con ese rango. Es una muestra más de que la riqueza material no se transforma automáticamente en influencia política o cultural. Ciertamente, artistas y escritores japoneses son parte de «las artes» en el siglo XX y también ahora en el siglo XXI, sólo que los debates japoneses no han sido parte de las discusiones públicas en el mundo. Japón ha ejercido un atractivo en Chile desde fines del siglo XIX. Las relaciones entre ambos países, no sólo diplomáticas, han pasado por varias etapas, aunque hay un punto de inflexión entre 1970 y 1980. El libro de César Ross estudia ese momento clave en que Japón y luego Asia Oriental se constituyen en una contraparte de gran magnitud en la economía chilena y una puerta de entrada a la incorporación del país austral en el área del Pacífico. Basado en fuentes chilenas y norteamericanas, como en la literatura de relaciones internacionales, constituye el primer estudio monográfico dedicado a este tema. Cita con justicia a Mauricio Jara y un libro pionero sobre otro período, Chile y el imperio del Japón, 1897-1911: inicios de la expansión diplomática y salitrera en el Asia (1998). ¿Por qué César Ross se concentra en los años del gobierno militar? Él lo explica diciendo que entre 1973 y 1989 las relaciones entre Chile y Japón «fueron el resultado de un mundo que tendía gradualmente al multipolarismo». El aislamiento diplomático de Chile, producto del régimen militar, fue compensado en parte con una apertura en dirección Asia Pacífico, en la cual Japón jugaría un papel central. Si bien no se logra todo de la noche a la mañana y se aprende que en la historia los procesos son de duración más

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larga que lo que pensaban los que los escogen, la estrategia dio resultado si se miran los últimos 30 años. Hubo accidentes, como el «filipinazo» de marzo de 1980, cuando a Pinochet se le retira una invitación en medio del vuelo. Tras esto estaba el esfuerzo de su entorno por acceder a una invitación a Japón. Como bien explica César Ross, Japón no estaba interesado en tomar una posición política que confrontara a Chile, como sucedía con Europa Occidental y, en cierta manera, Estados Unidos. Pero ello no implicaba acoger a Santiago dentro de una concertación informal. Reproduce las reveladoras palabras del embajador Carlos Besa Lyon en 1975, de que en el país oriental «no se van a sumar a los ataques en contra nuestra, pero tampoco se van a jugar en nuestro favor». Ello no quita que el comercio tuvo un gran desarrollo y se establecieron relaciones empresariales que se han continuado y consolidado hasta el presente, si bien en las inversiones japonesas en Chile no se pueda notar la misma intensidad. Para el autor, el tema de los derechos humanos le era indiferente a Tokio y ello posibilitaba un acercamiento, aunque limitado. Incluso el Partido Socialista japonés no fue muy enfático en criticar al régimen chileno, a pesar de ser en ese entonces un grupo antisistémico, alejado del espíritu socialdemócrata de sus contrapartes europeas. Esto es una gran sorpresa para los que estudiamos estos fenómenos. Sin embargo, me permito añadir dos observaciones a estas tesis. La primera, como se dijo, es que sólo las democracias occidentales poseen un celo universalista en su posición política, y ello no siempre. Japón no posee una cultura política ni un debate de ideas que influya de manera planetaria, o que recoja de manera destacada temas del momento.

La política interna y externa japonesa ha estado muy inmersa en dos grandes desafíos. Primero, responder a su historia que culminó con Hiroshima y Nagasaki, un problema de pasado que tiene un peso algo comparable al caso de Alemania. Segundo, que Japón sigue estrechamente las conductas norteamericanas desde 1945, lo que le es cómodo, pero le resta presencia política. Esto es inseparable del hecho de que después de 1945 su historia produce recelo en Asia Oriental, como que después de la Guerra Fría la silenciosa amenaza de China crea una situación de temor para el futuro, lo que no ha hecho más que acentuar su dependencia de Washington. Durante la Guerra Fría, esto tenía que manifestarse en un menor grado de protagonismo en causas políticas globales, como era el caso chileno. Una segunda observación tiene más que ver con Chile. Japón representa un desafío original para nosotros y también para América Latina, como la primera sociedad no occidental que alcanzó de manera notoria el grado de «desarrollo» en lo social y económico, siendo un estado de derecho. Rompió el hechizo que nos puede llevar a pensar que el desarrollo sea algo culturalmente condicionado. Sin embargo, el desarrollo sigue confinado en dos círculos en el planeta, en el occidental y en el confuciano. No hay más. La prueba para la cultura de Chile y sus países hermanos está en que pueda añadir un tercer círculo, tal como España lo ha logrado en la segunda mitad del siglo XX, con todos los problemas que ello entraña. Los resultados hasta ahora son mixtos. El ejemplo japonés nos puede enseñar, por añadidura, acerca de los fundamentos no económicos del desarrollo económico. Joaquín Fermandois Historiador


Ángel Rama y la crítica latinoamericana Ángel Rama La novela en América Latina: Panoramas 1920-1980 Ediciones Universidad Alberto Hurtado, 2008

Los ensayos que aquí se presentan los escribió el crítico uruguayo Ángel Rama en su mayoría en los años sesenta, setenta y principios de los ochenta. Algunos han circulado ampliamente desde la desaparición de Rama en un accidente aéreo ocurrido en Madrid el 27 de noviembre de 1983. El hecho que se vuelvan a publicar hoy está justificado por la evidente calidad de éstos, los que constituyen una propuesta vigente de lectura, una mirada certera sobre lo que fue y sigue siendo la literatura latinoamericana. Dos cosas principales hay que destacar en Rama: el cambio de lenguaje con que abordó la tarea crítica y su irrenunciable vocación latinoamericanista. Dejando atrás las décadas de predominio de estrechas ideologías nacionalistas, intentó articular una versión de Latinoamérica producto de una cultura variada, pero de fuertes rasgos comunes. Podríamos decir que, con Henríquez Ureña, Rama es uno de los inventores de nuestra América literaria. Pero su visión no es homogenizadora, no ve él esa América regida por un orden único, generador de una cultura única hispanoamericana sujeta a un espíritu eterno productor de una visión de mundo compartida y estable. Rama ve el desarrollo de la literatura y el arte como inseparable del desarrollo de una cultura afectada por las diferen-

cias regionales, por la acción de grupos sociales emergentes que propician órdenes alternativos, que resisten las transacciones tradicionales, que cuestionan la legitimidad de un proyecto histórico resquebrajado. El investigar esta relación se convertirá en la preocupación central de su hacer crítico. La modernización literaria latinoamericana (1870-1910),1 examinada por Rama como el momento crucial de nuestra afirmación literaria, es el efecto de una compleja red de factores, entre los que distingue: la conquista de la especialización, la formación de un público creado por la educación y el crecimiento de la cultura urbana –además de las «profundas influencias extranjeras»–, la motivación para «competir en un mercado internacional», el proceso de autonomización cultural respecto de España y Portugal, el reconocimiento de la singularidad americana, etc. La selección de este grupo de factores que, según Rama, determinan el surgimiento de la literatura moderna en nuestro continente, es

un ejemplo palpable de cómo se articula su pensamiento crítico. En su reflexión, se eliminan los factores únicos, los desarrollos ahistóricos, las aproximaciones inmanentes a la obra literaria. Si bien podemos rastrear sus orígenes en las discusiones filosófico-literarias de los años sesenta, hay una gran sinceridad intelectual en la declaración de Rama en el prólogo de este volumen: «…nunca me han interesado los autores, sus pequeñas historias y sus glorias efímeras, que oscurecen su yo profundo, sino la belleza, la verdad, el placer de las obras de arte, como si no tuvieran autor…». Esta postura básica obliga a una revisión importante del lenguaje con que la crítica se expresaba en Latinoamérica. Además de encerrada mayormente en los límites de las literaturas nacionales, mucha de esta crítica se expresaba desde una perspectiva impresionista, dada a la digresión y a las opiniones no justificadas, y vinculada con fuerza al biografismo. Rama es de la generación crítica que enfatiza la relación de la obra con lo social, pero que la examina con métodos mucho más sofisticados. Incluso su tendencia a leer el libro de un autor con relación al resto de su obra, adelanta en cierta medida los métodos de los críticos anglosajones de la corriente del Materialismo cultural, inspirados por Raymond Williams y cuyo trabajo emerge con fuerza en la década de los ochenta, y sus métodos de trabajo intersecan con algunos de los planteamientos de S. Greenblatt en «Hacia una poética de la cultura». Es, sin duda, la compleja situación política de los sesenta y setenta, y sus consecuencias

1 Título de un prólogo de Rama a Clásicos Hispanoamericanos, Volumen II: Modernismo. Barcelona, Círculo de Lectores, 1983.

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reseña en el terreno de la cultura y el trabajo literario, un marcador consistente en la obra de Rama. Ya sea cuando examina problemas históricos como el de «la formación de la novela latinoamericana», o cuando está abocado a dilucidar los «diez problemas para el novelista latinoamericano»,2 la cuestión política es parte crucial de su horizonte intelectual. Este último artículo lo abre señalando: «El título –es sabido– parafrasea un decálogo que escribiera Bertold Brecht para explicar de cuántos modos podía decirse la verdad en tiempos de opresión». De la identificación de este vínculo surge su concepción de la literatura como práctica social. La contextualización obligatoria de los productos literarios, con sus reconocidas peculiaridades, reestablecen su lugar en la cultura y la historia; es decir, en los varios contextos de acción de las fuerzas históricas que contribuyeron a su nacimiento. Sólo en ese marco se puede realizar un análisis textual relevante. Dicho esto, hay que agregar que esta edición está motivada por la firme convicción de que el trabajo de Rama sigue manteniendo gran parte de su fuerza intelectual, fuerza generada por su pasión por la cultura, sus indudables preocupaciones éticas, su intento de desentrañar el sentido de nuestras identidades y comprender el proyecto inacabado que representaba para él América Latina. Mientras otros proyectos críticos han desaparecido con el pasar de ciertas modas o se han desvanecido en su propia vacuidad, el proyecto de Rama sigue siendo inspirador. Los artículos de este libro pueden atestiguarlo. José Leandro Urbina Escritor 2 Títulos de dos de sus artículos incluidos en el volumen.

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El Instituto de Historia participa en cómics sobre la Historia de Chile Un equipo de académicos se preocupa de velar por aspectos como el que los indígenas aparezcan con los atuendos que corresponden y que los españoles hablen como se hacía en la época de la conquista, en las historietas de 16 páginas que abordan desde la época precolombina a 1891.

Desde el 10 de mayo han aparecido junto al diario Las Últimas Noticias cómics de Historia de Chile. Las historietas de 16 páginas que circulan cada semana son el resultado de más de un año de trabajo conjunto del diario, Publicaciones Lo Castillo y el Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Para la coordinadora general del proyecto, María Olga Delpiano, la propuesta fue todo un desafío: «Teníamos que contar con el respaldo de una institución de prestigio, ubicar artistas del cómic de gran talento y lograr un equipo de trabajo que se sumara a nuestros guionistas, que era lo único que teníamos al comienzo». «El gran objetivo es lograr que la historia llegue a un público más masivo y asumir que se trata de un tema identitario. Los chilenos no sólo nos merecemos saber todo, sino que debemos saber todo sobre nuestro país», explica la profesora del Instituto de Historia UC y jefa del equipo de académicos, Olaya Sanfuentes. Serán 76 historietas que cubrirán desde la época

Rigurosidad. Guionistas y académicos conversan sobre los episodios de la Historia de Chile. Con ese material, los guionistas escriben un texto, que a su vez es revisado por los historiadores UC.

precolombina hasta 1891 y en las que participarán los historiadores Olaya Sanfuentes, Hugo Rosati, Lucrecia Enríquez, Fernando Purcell y Pablo Whipple. El proceso es acucioso. Guionistas y académicos conversan sobre aquellos episodios de la historia de Chile que son fundacionales, pero que a la vez siguen teniendo repercusiones en el siglo XXI (como el Cristo de Mayo). Los historiadores entregan datos cronológicos, pero además fuentes primarias: «Cuando hablamos de Pedro de Valdivia, por ejemplo, facilitamos las cartas que él envió a Carlos V. Pedro de Valdivia no habla según cómo creemos nosotros que hablaba. Sus frases son reales». Con ese material, los guionistas de Publica–ciones Lo Castillo escriben un guión, que a su vez es revisado por los historiadores UC: «Los conquistadores no se referían a los indígenas como ‘mal nacidos’, ésa no es una palabra propia del siglo XVI, más bien hablaban de ‘salvajes’, ‘bárbaros’ o ‘infieles’», detalla la profesora Sanfuentes.


Crean robot submarino que limpia las jaulas de salmones Aunque falta perfeccionarlo para que sea un producto comercializable, es el inicio para desarrollar otros vehículos con estas funciones. El profesor Luciano Chiang les pidió a sus alumnos del último año de la carrera de Ingeniería construir un vehículo submarino, como parte de los trabajos del curso ‘Diseño mecatrónico’. A poco andar, surgió el requerimiento de una empresa fabricante de mallas y estructuras metálicas para jaulas de salmones que necesitaba un proceso de limpieza para solucionar uno de los mayores problemas que enfrenta la industria del salmón en Chile: la capa de crustáceos, algas y variada fauna marina que se adhiere a las mallas con el riesgo de hundirlas, además de frenar el crecimiento de los peces. Iniciaron el proyecto en 2005, con un grupo de alumnos de la Escuela de Ingeniería, y capital semilla de sólo 4 millones de pesos. Un año y medio después probaron

un prototipo de robot que logró hacer el trabajo. Lo que ahora tienen es un vehículo submarino que opera remotamente, y que sirve para limpiar estructuras sumergidas, como muelles, barcos o jaulas de salmones, hasta 50 metros de profundidad. Con aproximadamente 50 kilos de peso y 50 centímetros de diámetro, su estructura es de plástico y tiene dos propulsores con hélices que le permiten desplazar-

AMPLIAS PERSPECTIVAS El desarrollo del robot submarino significó el trabajo de dos alumnos tesistas, Cristián Reichert y Gabriel Aulestia, durante 8 horas diarias por más de un año, y de otros 10 estu–diantes durante todo un semestre. La capacidad de trabajo del robot es enorme. Dependiendo de las condiciones climáticas, marítimas y del trabajo del operador, podría funcionar unas 200 horas mensua–les, y en ese lapso limpiar entre 50 y 100 jaulas. En cada jaula demoraría entre 2 y 4 horas, todo un récord, ya que un buzo experimentado podría hacer el trabajo en una semana. El consumo de energía eléctrica del vehículo es bajo, similar a lo que gasta una máquina de cortar pasto.

se en el agua. En el interior de ella guarda dos motores que impulsan el movimiento de una ristra de escobillas sobre la malla de las jaulas, una cámara de video y un cable por donde recibe la energía eléctrica que le trasmite un generador desde la superficie. «Este robot es la semilla para desarrollar la tecnología de los vehículos submarinos, pero todavía falta perfeccionarlo para que sea un producto comercializable», dice Chiang. La próxima etapa es me–jorar el sistema con mecanismos más sofisticados y explorar otras funciones para el vehículo, pero todo eso requiere de financiamiento. Para ello, la Escuela de Ingeniería postuló el año pasado a un concurso de proyectos Fondef junto con la Armada de Chile y la empresa Inchalam. Por el momento esperan los resultados del certamen, una posibilidad que les permitiría avanzar en el desarro–llo de una innovación tecnológica que puede ser un aporte importante para la industria del salmón en Chile.

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«Cuando decimos ‘formación’ [Bildung] nos referimos a algo más elevado y más interior, al modo de percibir que procede del conocimiento y del sentimiento de toda la vida espiritual y ética, y se derrama armoniosamente sobre la sensibilidad y el carácter». Wilhelm von Humboldt, Gesammelte Schriften VII, 1, 30.

JUAN RIVERA LETELIER

Tiempo de plantar

La aridez del desierto no fue un impedimento para que Juan Rivera Letelier, académico de la Facultad de Matemáticas UC, sembrara con rigor y disciplina la semilla de su vocación. La infinitud de la arena de Chuquicamata abrió caminos a su entendimiento y a los 14 años, al encontrarse en Antofagasta, comenzó el éxito. Ganó todo tipo de olimpíadas matemáticas, se fue a Brasil e hizo un magíster, a París por el doctorado y a Nueva York por el postdoctorado. A los 27 años ya no le quedaban más grados académicos que adquirir, pero sí mucha investigación que hacer. Hoy, cuando ya tiene 33 y se encuentra enfrascado en los estrechos espacios de Santiago, se dedica de lleno a los Sistemas Dinámicos y a su familia, dispuesto a seguir plantando. Por Daniela Jorquera Gastelo / Revista Universitaria

CHUQUICAMATA

Nací en Chuquicamata, que ya no existe. Mi papá era ingeniero y trabajó en la mina durante mucho tiempo. Es un lugar bastante solitario, con mucho espacio –que es lo que me hace mucha falta ahora–, podías salir a caminar y tenías casi todo el desierto para ti. Caminar y caminar horas sin encontrar a nadie, sin que hubiera nada. En esa época me gustaba el ajedrez, las matemáticas y también hacía origami. El colegio Chuquicamata en la época en que yo estuve

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era uno de los más exigentes de Chile y destinaba espacios enormes para sus cursos: una manzana completa para la educación media y otra para básica. Vivimos ahí hasta que cumplí 14 años y nos fuimos a Antofagasta. El cambio fue fuerte: me chocó la falta de espacio y de exigencia en el colegio. También significó descubrir con asombro la realidad. En Chuqui era muy particular la división de las clases soc iales. Había tres roles entre los trabajadores de la mina: el


CÉSAR CORTÉS

rol A, B y C. Y todos sabían qué rol era tu papá. El Colegio Chuquicamata era exclusivo para el Rol A. Entonces para mí fue sorprendente encontrarme con que la mamá de uno de mis compañeros antofagastinos era soltera y trabajaba de secretaria. Y eso para mí fue de otro mundo. Porque eso no se daba en Chuqui: Todos mis amigos tenían a su papá con una buena situación porque todos trabajaban en la misma empresa.

EL MATEMÁTICO

Siempre tuve interés por las matemáticas y lo que jugó un rol fundamental fue mi papá. Él siempre me ayudó a interesarme más, siempre me contaba las cosas que estaban un poquito más allá de lo que yo sabía y eso me generó mucha curiosidad por aprender. Pero lo que me hizo realmente descubrir esta área fueron las Olimpíadas de Matemáticas que empezaron justo cuando yo estaba en primero medio. Me fue bien desde el comienzo. Ahí descubrí que existían los matemáticos, porque no sabía que existían antes. En segundo medio la decisión ya estaba tomada: me dedicaría a eso. Lo que me fascina de las matemáticas es entender. Es todo súper coherente: hay teorías o áreas que en principio no tienen

nada que ver una con la otra, pero que se vinculan y en el fondo son lo mismo. Siempre me he mantenido en la matemática pura, y en ella mi área principal se llama Sistemas Dinámicos, que busca entender sistemas que cambian con el tiempo, como el sistema solar o el clima. El desafío es poder predecir qué es lo que va suceder con este tipo de sistemas cuando pasen muchos años.

EL EGO

Estando en el colegio gané tres veces las Olimpíadas Nacionales de Matemáticas con medalla de oro, la Olimpíada Iberoamericana, la del Cono Sur y también la Internacional –en la que participan 90 países– en la que saqué una medalla de plata. Al salir del colegio, estudié un magíster en el Instituto Matemática pura y Aplicada (Impa) de Brasil. Estuve dos años en Brasil y luego volví a la Universidad Católica del Norte donde me convalidaron todos los ramos para que obtuviera la licenciatura que me permitía que me entregaran mi diploma del magíster. A los 21 años ya tenía los dos títulos. Y a los 25 terminé mi doctorado en Sistemas Dinámicos en la Universidad de París II. A los 27 estaba finalizando mi postdoctorado en el Instituto de Ciencias Matemáti-

cas de la Universidad estatal de Stony Brook de Nueva York. Con esta carrera tan rápida, para manejar el ego siempre pienso que existe alguien más exitoso y más joven que yo. Por ejemplo, alguien que me ha influenciado enormemente es Terence Tao. Lo que me impacta de él es que nació dos días antes que yo y es realmente un genio. El ganó las Olimpíadas Internacionales a los 13 años. Ese es un récord que todavía sigue vigente y hace dos años le dieron la medalla Fields, que es una distinción que concede la Unión Matemática Internacional cada cuatro años y es el mayor honor al que los matemáticos pueden aspirar. Es inevitable compararme con él. Y me doy cuenta de que ha hecho mucho más en el mismo tiempo.

EL LIBRO DE ECLESIASTÉS

Soy evangélico, me gusta leer la Biblia y de ella hay muchos extractos que me quedan dando vueltas. En este tiempo el que más ha girado por mi mente es el capítulo 3 del libro de Eclesiastés: «Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del sol tiene su hora», y luego enumera ejemplos: «Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar, y tiempo de curar […] tiempo de llorar, y tiempo de reír […] tiempo de guardar, y tiempo de desechar […] t iempo de callar, y t iempo de hablar; tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de hacer guerra, y tiempo de paz». Eso me dice mucho porque te habla de tener una visión no tan local de la vida, no estar tan obsesionado con las pequeñas cosas, sino que darse cuenta de que van a ver otros momentos. Puede ser que hoy sea el momento de hacer algo y más delante de hacer lo contrario. Para mí hoy es el tiempo de dedicarme a la investigación, a mis dos niños que están chicos. Ayer fue el tiempo de la consolidación, de establecerme, de tomar una posición en mi carrera, de entender bien lo que hago. Más adelante… bueno, es difícil decir de qué será tiempo.

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Artistas participantes de este número

Patrick Hamilton nacido en Bélgica, se formó en Chile donde obtuvo su licenciatura en Artes el año 1997, en la Universidad de Chile, para luego cursar estudios de Filosofía en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Su obra se caracteriza por el uso de los más diversos materiales que, irónicamente, reúne y mezcla en un entorno artificial, pop, que evoca el mundo cotidiano del hombre contemporáneo. Sus originales instalaciones le han llevado a exponer en museos, galerías y bienales de América Latina y Francia, representado por la Galería Animal.

Osvaldo Peña, nacido en Santiago (1950), con formación en Chile y España, pero básicamente autodidacta –escogiendo maestros y lugares que le resultan significativos en su búsqueda–, se expresó por años en un acero contemporáneo y urbano que, en años recientes, fue reemplazado por un encantamiento con la naturaleza –presentado en la Galería Animal– donde encontró, especialmente en los árboles, un registro de vida que es también un registro de lo que el hombre provoca en la naturaleza y, finalmente, en sí mismo.

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Aurora Cañero es una artista española de amplio reconocimiento en Europa y las Américas, presente también en Chile a través de la Galería Animal. Escultora de momentos, de instantes en los que sorprende a sus personajes, éstos transmiten una misteriosa y sobria serenidad, interiorista, que se mantiene inalterable en medio de las convulsiones de la época. Algo intrínsecamente humano, insobornable, sobrevive siempre en la especie, a pesar de todo.

David Cofré, artista santiaguino (1940), estudió en la Escuela Experimental Artística de Santiago y en la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, donde se licenció el año 1992. Fuerte y expresivo, de colores intensos y bullentes, en un mundo orgánico y naturalista que su obra exalta, ha innovado recurriendo a la fotografía, el dibujo, la escultura, todo cuanto le permita advertir que el viaje hacia el futuro conlleva un riesgo alarmante para el medio natural; en el futuro, la naturaleza puede ser un espacio nostálgico, de evocación, más presente en la memoria del hombre, y en el arte, que en el entorno.



DAVID COFRÉ / GALERÍA ANIMAL


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