Revista Un Caño - Número 47 - Mayo 2012

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CORTEMOS CON...

“Me rompe las bolas la desorganización” El Coco Basile duró poco. Los vientos fuertes y rápidos que ahora azotan al fútbol argentino lo arrastraron a situaciones enloquecedoras. Peleas, desplantes, desesperaciones. Hoy, cuando por la cabeza se le cruzan imágenes de la que pudo ser su despedida, opina de una realidad que mezcla crueldades y barbaridades. Por ARIEL SENOSIAIN Fotos PHOTOGAMMA.COM

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eses antes de que Teófilo Gutiérrez sacara un arma en el vestuario, antes de las grietas internas en el plantel y antes también de ponerse plazos, Alfio Basile llamó aparte a Sebastián Saja, el capitán de Racing. Lo hizo recordando un hecho del que fue protagonista cuatro décadas atrás: “En el ‘73, el Flaco Menotti nos citó a los cuatro jugadores de más experiencia de aquel Huracán. Quería hablar de Houseman, del gran René. Mamita, qué jugador… El tema era que a veces el Flaco tenía que hacer diferencias con él. Y necesitaba escuchar a los compañeros. Nos preguntó si lo bancábamos. ‘Yo no puedo exigirles a ustedes si no le exijo a él’, nos dijo. Nosotros no lo dudamos, le respondimos que hiciera lo que quisiera. Que sí, claro, que lo bancábamos a muerte”. El Coco se suelta con el pasado y se traba con el presente. Famosos códigos. Deja más detalles de lo de Houseman que de lo de Gutiérrez. Pero reconoce que actuó como había actuado Menotti: “es una manera de hacer psicología grupal. Lo toqué por arriba, pero quería saber qué pensaban los jugadores”. –Suele suceder que los jugadores toleran la falta de conducta de algún compañero mientras éste los salva en la cancha. –Y sí… René nos hacía ganar. Jugaba un piso de siete puntos, que eran esos

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partidos donde se quedaba a un costado comiendo pastito. –¿Pero Teo es lo que era Houseman? –No, no. Teo es muy buen jugador, René era recontra crack. Eso sí, los dos tienen la misma cuna. Me imagino, en realidad, porque no conozco tanto Barranquilla como puedo conocer el Bajo Belgrano. Ojo, Teo es un animal entrenándose. En eso se diferencia de los díscolos. Y hablando no parece lo que por momentos es. Una vez me presentó a un pastor que había traído desde Colombia. Él mismo parece un pastor. Pero a veces se nubla. –¿Existen los líderes negativos o es una contradicción? –Si es negativo, no es líder. Es una contradicción. Los jugadores pueden ser arrastrados un tiempo por un egoísta o un tipo complicado, pero terminan dándose cuenta. A Teo, igualmente, no le interesa ser líder. No lo lleva en la sangre. –¿Por qué desaparecieron los líderes? –No tengo las razones. Debe tener que ver con la época. El liderazgo es

genético. No son líderes los mejores jugadores sino los de personalidad más fuerte. Sirven para enfrentar a la barra, discutir con los dirigentes, hablar con la prensa. Antes todos los equipos tenían uno o dos caudillos, así les llamábamos. Llegaban a la Selección por cómo eran más que por cómo jugaban. Hoy algún equipo tiene alguno, pero lo más común es que falten. –¿La Selección lo tiene hoy? –Desde afuera no lo veo. Mientras estuve, viví claramente el cambio de época. Entre el ‘90 y el ‘94 estaba Ruggeri, además de Maradona, claro. Y en la segunda etapa teníamos a… Dejame pensar… Si tengo que pensarlo es que no lo tenía. Se perfilaba Gabriel Milito: presencia, seriedad, educado, no hablaba pelotudeces… Pero se lesionó. Y por más que no sean figuras, es fundamental que los líderes jueguen. –Tu amigo Mostaza Merlo dijo en la Copa América que veía liderazgo en Burdisso. –Puede ser, pero pasa lo mismo: las

“Los técnicos jóvenes están obligados a aguantar como aguantaba yo de joven. Ellos tienen que seguir trabajando, bancarse puteadas y darle para adelante. A mí ya no me interesa”.


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