Revista Un Caño - Número 46 - Abril 2012

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la pelota” en la foto del gol donde faltaba la pelota, era para Gayoso un juego de niños. El truco consistía en buscar en otro negativo una pelota (aquella inolvidable Pintier blanca) e imprimirla adecuadamente, cuidando las proporciones y la dirección de la luz en la foto donde faltaba la pelota. Nadie se daba cuenta de la trampa y la foto quedaba un kilo y dos pancitos. Pero se presentaba un pequeño inconveniente: en El Gráfico estaba terminantemente prohibido “pegar la pelota”. De modo que Gayoso sólo ejecutaba su destreza a pedido de la concurrencia y para cancherear. El Gráfico jamás publicó una foto manipulada, recurso que, sin embargo, era muy común en los diarios de aquella época. A mí, que ciertamente era un “pichi”, esa ética me llenaba de orgullo. En abril del ‘82, yo ya estaba bastante canchero con mi trabajo de amanuense dispuesto a todo con tal de ser fotógrafo, pero era consciente de que faltaba bastante para que me nombraran en el staff. Atlántida tenía una numerosa plantilla de grandes fotógrafos y yo era un pibe en proceso de formación. De todos modos, de vez en cuando me asignaban alguna foto sin mucho riesgo para La Chacra o el Billiken. Un acontecimiento trágico iba a ser decisivo para que el tiempo que yo calculaba debía pasar para ser ascendido a fotógrafo se acortara: la Guerra de Malvinas. La cobertura del conflicto para las revistas Gente, Somos y Para Ti demandó la movilización de un montón de fotógrafos al sur. Partían hacia Comodoro, Río Gallegos, Bahía Blanca, Chile, etc. No se sabía cuándo volverían. Teóricamente, mientras durara la guerra tendrían que permanecer allí. Además, se aproximaba el Mundial de España, y El Gráfico había previsto que viajaran ocho fotógrafos y dos laboratoristas, que partieron hacia Europa casi dos meses antes del comienzo del campeonato. Mientras tanto, en Buenos Aires no se suspendió el torneo local, y se seguía cubriendo todo tipo de notas como si el hecho de estar en guerra fuera un detalle. En esa coyuntura, uno de mis jefes me notificó que, ante la emergencia, yo pasaba a ser fotógrafo y que me preparara para cubrir la inminente visita del Papa a la Argentina. Fue una gran noticia en un muy mal momento. Una tarde, volviendo de cubrir un entrenamiento en la cancha de Ferro (había escuchado con preocupación noticias de

la guerra en la radio del remís), al traspasar la trampa de luz del laboratorio para mandar mi rollo a revelado, noté demasiado movimiento para ser un día de semana. Había incluso cuadros jerárquicos de la redacción, que nunca bajaban al laboratorio. Estaban reunidos alrededor de una ampliadora, atentos a los pases de magia de Jorge Gayoso, que trabajaba sobre una foto. “¿Qué pasa?”, le pregunté a mi colega Guillermo Rondini, mientras mis ojos se acostumbraban a la oscuridad del cuarto oscuro. “Parece que Sombra se está cargando a la flota inglesa”, me contestó con ironía. El tema es que el material fotográfico que llegaba de las islas era poco, y encima pasaba por la censura militar. A Gente le había ido muy bien en su edición de la semana anterior con una tapa de soldaditos argentinos posando en una trinchera y con

el título “Estamos ganando”. Así que para el número siguiente la idea era rizar el rizo. Pero estaba muy complicado encontrar una foto para tapa. Se nota que alguien recordó la habilidad de Sombra de ñoqui y le encargó que desarrollara su alquimia con el pobre material con el que contaban. Le encargó que “pegara la pelota”. Tenían una foto real aunque no muy espectacular del destructor inglés Coventry (finalmente hundido) impactado por bombas de la Fuerza Aérea Argentina. A partir de esa foto, que no mostraba demasiado, Gayoso logró una imagen ciertamente bélica. Agregó un poco de humo sobre la cubierta del barco. A alguien no le pareció que aquel humo fuera suficiente y le pidió a Sombra que agregara más, bastante más. La “foto” quedó fenómena. Salió en la tapa con el título “Seguimos ganando”.

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