Revista Un Caño - Número 35 - Abril 2011

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EL INFIERNO ESTÁ ENCANTADOR

Peloteando en la cubierta del Titanic Entre la furia y el encanto, los hinchas del Rojo ven pasar uno de los otoños más raros de su vida. El equipo, en la bipolaridad. La institución, agitada por los fantasmas del descontrol, los malos manejos y las mil manos que se meten en la masa para conseguir más y más espacios de poder. Por PABLO DE BIASE

L

a Copa Sudamericana crece en importancia, es un título valorado en sí mismo porque ofrece la chance de ocupar una plaza en la Copa Libertadores. Cuando el Goias, ya descendido –había dejado en el camino al Palmeiras e Independiente, último en la tabla de posiciones del Apertura 2010–, se imponía a la Liga de Quito, la desesperación de los héroes raídos, que pueden manotear fragmentos de gloria, fugacidades rutilantes que no anulan los fantasmas de la quiebra, la miseria y el espanto, ocupó el centro del escenario. Un descendido y un promocionable, un ignoto y un decadente se enfrentaban en una final esquizofrénica, en el todo o nada de un póker final: el que ganaba, compraba la posibilidad de, al menos, unos meses más de gloria, de codearse con los más grandes del continente; el que perdía, al descenso, o a la lucha miserable y cruel de intentar evitarlo.

IFC (Irremediablemente Fuera de Control) Independiente compró tiempo. Le ganó a Deportivo Quito y, al cierre de esta nota, sus chances de clasificar a la siguiente ronda de la Libertadores estaban intactas. Puede aspirar a más tiempo de sueño con la gloria, la que le arrebató a Racing casi como un atracador que tira un ladrillo en una vidriera. La Academia, cuarto clasificado en la general del año 2010, tenía la chance de jugar con Deportivo Quito por un lugar en la Libertadores si un equipo argentino no ganaba la Sudamericana. Independiente -con un técnico al que encontró de casualidad, un manager que se fue por la puerta chica llevándose a Garnero, un entrenador

de saldo, y habiendo dejado un plantel incoherente, diezmado y con unas cuantas adquisiciones poco utilizables, la magia y un pacto fáustico con su satánica majestad, salió último en el torneo, con un solo triunfo en su haber, pero ganó la Sudamericana. De este modo, hizo delirar a su gente cuando la lucha por no descender parecía todo (pero estaba más lejos): conquistó un nuevo trofeo internacional, clasificó a la Libertadores y le quitó así la plaza ¡a Racing! Y en el torneo, aunque último, el único triunfo que obtuvo fue… ¡contra Racing! Todo muy adrenalínico: estar en el fútbol grande y reírse a moco tendido del eterno rival al que se suele humillar. Pero mientras esto sucede y la participación en la Copa es mediocre y endeble, en el

Moyano es “el hombre más respetable y responsable con el que se puede hablar de Independiente”, según Grondona.


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