Revista Stakeholders - edición n° 38

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OPINIÓN

(21%). Mientras, las energías renovables no convencionales, ERNC, alcanzan altos porcentajes en países como Alemania (12%), España (12%) o Dinamarca (30%), a diferencia de lo que ocurre en Chile (2%)2. En el contexto internacional, se discute la sustentabilidad de la matriz energética de los países, es decir, si las fuentes de energía son o no contaminantes. Hoy constituye una variable que se ha unido a las decisiones de inversión, pues en dicho proceso importará cada vez más si se privilegian, o no, fuentes energéticas que producen gases de efecto invernadero, GEI, que contribuyen al cambio climático. En el contexto local de cada país de la región, se instala la preocupación por la protección y cuidado de la biodiversidad, y el respecto a colectivos indígenas y su cultura, entre otros temas, y se traspasa a las políticas de sustentabilidad de las empresas. Por otro lado, en países con alta actividad sísmica, el debate sobre la alternativa de la energía nuclear en la ME, luego del desastre de Fukushima ocurrido en 2011, está suspendido en el corto plazo. Mientras, las empresas han sido invitadas a sumarse desde distintos ámbitos internacionales y locales a la mitigación de los GEI y al uso de ERNC, ante el desafío del cambio climático y el calentamiento global. En el desarrollo de prácticas sustentables, se observa en el sector minero chileno la exploración de alternativas de ERNC y esfuerzos por reducir el consumo de energía. Las principales mineras del país (CODELCO, Collahuasi y BHP Billiton) cuentan con planes de desarrollo de ERNC, por un lado, y eficiencia energética, por el otro. En todos prima los costos de la energía hidroeléctrica. Por otra parte, se había propuesto desarrollar un proyecto hidroeléctrico en el sur del país, en la región de Aysén, HidroAysén, que consta de 5 centrales. Más que en ningún otro proyecto energético han confluido diversas críticas, no solo por el impacto ambiental que genera, sino también, al modelo de desarrollo del país, la composición de su

matriz energética, y el respeto a la biodiversidad de la flora y fauna. Además, se sumó un movimiento social regional que reclamaba por el costo de la vida en una región extrema, con problemas de conectividad, y un alto costo de la energía. El gobierno no ha dado señales claras de las políticas regulatorias para el desarrollo hidroeléctrico, y ha recibido críticas ya no sólo desde el movimiento ambientalista y regionalista sino, también, de la clase empresarial. El inicio del proyecto ha sido “virtualmente” suspendido. Y la nueva estrategia nacional de energía, presentada en febrero, no ha calado en todos los actores. Es de vital importancia que los esfuerzos de las empresas por la sustentabilidad ambiental en los negocios, como el caso de la minería, estén en sintonía con las políticas públicas. En el caso chileno, es posible que las empresas deban acelerar sus esfuerzos de eficiencia energética, pero quizás, el clima de incertidumbre política y de inversiones visible a partir de HidroAysén, retrase los esfuerzos para impulsar ERNC que contrarresten los efectos GEI, y sólo se avance en la eficiencia energética, sin considerar planes más globales de las responsabilidades sociales de las empresas.

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