Revista Signature

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El último dardo del año

Diciembre siempre trae un aire particular. No es solo el cierre del calendario, es un espejo que nos obliga a revisar qué se construyó en los últimos doce meses y qué dejamos pendiente. En el universo del lifestyle, donde la estética suele hablar antes que las palabras, diciembre se convierte en una invitación a reflexionar si detrás de la forma también hubo propósito. El periodismo lifestyle ha evolucionado. O, mejor dicho, ha tenido que hacerlo. Ya no basta con mostrar tendencias, recomendar destinos o describir experiencias sensoriales como si fueran cuadros colgados en una galería. El lector actual exige más: quiere profundidad, autenticidad, una narrativa que conecte con su propia búsqueda personal. Hoy, la audiencia ya no quiere saber únicamente qué está “de moda”, sino qué aporta valor a su vida. Y este año, en particular, lo dejó más claro que nunca. El 2025 reafirmó que el lujo ya no reside en lo material, sino en lo significativo. Viajar dejó de ser una carrera por sumar países y se volvió una forma de expandir perspectivas. La gastronomía se entendió como un ritual de cultura y bienestar. El wellness pasó de ser tendencia a necesidad. La moda se convirtió en un lenguaje de identidad. Y la tecnología consolidó su papel como herramienta que puede elevar o distorsionar nuestra experiencia cotidiana dependiendo de cómo la usamos. Sin embargo, mientras el estilo de vida se transformaba, también lo hacía el periodismo. Este año nos enfrentó a una verdad incómoda: nunca hubo tanto ruido. Entre la saturación de contenido, la presión de lo inmediato, los discursos superficiales y la obsesión por las métricas, el periodismo lifestyle se vio en la obligación de defender un espacio que no puede perder: el de la curaduría. La abundancia de información no potenció la consciencia colectiva, sino que la dispersó. En medio de este escenario, ejercer periodismo lifestyle se convirtió casi en un acto de resistencia. Resistencia a lo efímero, a la repetición, a la prisa. Resistencia a la tentación de caer en el contenido fácil. Resistencia a la narrativa vacía que solo busca atención y no aporta reflexión. Hoy, ejercer el periodismo de lifestyle implica depurar, interpretar y elevar. Implica encontrar historias que inspiren, que aporten significado, que conecten con la esencia de quienes leen. Por eso diciembre no es solo un cierre, es un reinicio. Es el momento en que quienes hacemos periodismo lifestyle nos preguntamos si realmente ofrecimos contenido que sumó valor, si honramos la confianza de nuestra audiencia y si fuimos capaces de reflejar un estilo de vida más consciente, más humano y más verdadero. La pregunta no es cómo termina el año, sino qué tipo de historias queremos construir en el siguiente. El año concluye, sí. Pero es ahora cuando empieza la verdadera reflexión: qué merece contar el periodismo lifestyle en un mundo donde todo se mueve rápido, pero no siempre hacia adelante. En esa respuesta se define no solo el futuro de este oficio, sino también nuestra responsabilidad con quienes nos leen.

CONTENIDO

Luana Barron:
upgrade de la brand builder
Luana Barron: el upgrade de la brand builder
stream que revoluciona latam
stream que revoluciona latam
La excelencia del Ashiatsu

Un

Alessandra Sala: debut literario estelar
Chicken & drinks by Pollizos
Crecer con sello de autenticidad
Alessandra Sala: debut literario estelar
Chicken & drinks by Pollizos
La excelencia de redefinir San Isidro con estilo
La excelencia de redefinir San Isidro con estilo

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Nuestra Portada

COMODIDAD SIN LÍMITES

LUJO SEGÚN MESSI

Meliá Hotels International asumió la gestión de los hoteles MiM, propiedad de Leo Messi, incorporándolos a su exclusiva marca The Meliá Collection. La alianza integra seis establecimientos boutique de lujo ubicados en destinos emblemáticos de España y Andorra, incluyendo Mallorca, Ibiza, Sotogrande, Sitges y Baqueira Beret, cada uno diseñado para ofrecer experiencias únicas inspiradas en la personalidad del futbolista, con suites temáticas como la Suite Messi y detalles exclusivos como réplicas del Balón de Oro firmado por el jugador. Los hoteles mantienen su estilo propio gracias al modelo de Meliá, que combina independencia con respaldo global en reservas, marketing y estándares de calidad. La propuesta incluye gastronomía de autor a cargo de Nandu Jubany, espacios de bienestar y actividades deportivas como golf, esquí y senderismo. Con certificación LEED y atención personalizada, los hoteles MiM refuerzan el posicionamiento de Meliá en el segmento de lujo, ofreciendo sofisticación, exclusividad y sostenibilidad a los viajeros más exigentes.

New Balance lanzó las renovadas 1080v15, la zapatilla de running diseñada para quienes corren todos los días y buscan confort duradero. Este modelo incorpora la nueva entresuela Infinion Foam, que ofrece amortiguación superior y rendimiento de larga duración, combinando soporte y ligereza en cada paso. Su diseño más transpirable y contornos moldeados aseguran un ajuste preciso, mientras que su estética renovada redefine el estilo del running moderno. Las 1080v15 prometen acompañar desde la primera carrera hasta la número cien, garantizando comodidad premium durante toda la jornada. Este lanzamiento reafirma el compromiso de New Balance con la innovación y el rendimiento diario, consolidando a las 1080v15 como el calzado ideal para corredores exigentes que buscan unir funcionalidad y estilo en cada entrenamiento. Estarán disponibles a partir del 15 de enero de 2026 en newbalance.com.pe, a S/699.90.

ELEGANCIA ANDINA

HOTELES A CONCIENCIA

El turismo peruano se encuentra en un punto de inflexión, donde la sostenibilidad dejó de ser un valor agregado para convertirse en eje estratégico de la experiencia hotelera. Aranwa Hotels, con presencia en Cusco, Valle Sagrado, Colca, Paracas y Vichayito, lidera esta transformación implementando medidas que van más allá de paneles solares o iluminación LED: gestión eficiente de recursos, consumo responsable de productos locales, biohuertos, reciclaje, amenities recargables y alianzas con comunidades cercanas. Iniciativas como Sabores Aranwa, la posta de Urquillos y programas Dog Friendly reflejan el compromiso social y ambiental de la cadena, generando impacto positivo en población y ecosistemas. La sostenibilidad redefine la relación entre huésped y destino, ofreciendo experiencias auténticas, responsables y de alto valor cultural. Frente a un turista más consciente, ser sostenible ya no es opcional: es la clave para la competitividad, la excelencia operativa y la construcción de un turismo responsable y memorable en el Perú.

El Peruvian Fashion Showcase Toronto reunió lo mejor del diseño peruano en la ARTA Gallery, destacando marcas como Alexandra Temple, Galera, Pangea, Incalpaca, Andes Connection, Vanessa Osorio, Alwa Perú y Ama Alpaca, y proyectando la riqueza artesanal del país en la escena canadiense. La reconocida diseñadora de joyas Alexandra Temple deslumbró con una colección que combina arte, sostenibilidad y herencia cultural, logrando gran acogida del público local. “Representar al Perú con mis joyas fue una experiencia profundamente significativa”, comentó tras el evento, reflejando la emoción que generó su propuesta. Organizado por la Embajada del Perú en Canadá y la Cámara de Comercio Peruano-Canadiense, el desfile consolidó al Perú como un referente de talento, innovación y elegancia internacional, reafirmando que la creatividad nacional trasciende fronteras y que su moda contemporánea tiene un espacio cada vez más sólido en escenarios globales.

GEOMETRÍA SENSIBLE

La Galería Martín Yépez presentó la primera exposición individual de la artista peruano-venezolana Jenny Murray, curada por Karol Roots, que ofreció un recorrido inmersivo por más de veinte años de investigación y producción artística donde el cinetismo latinoamericano se reinterpretó desde una perspectiva contemporánea, femenina y humanista; la muestra combinó color, forma y movimiento para generar un lenguaje visual emocional, transformando la galería en un espacio multisensorial donde las piezas no solo eran contempladas, sino vividas, y donde instalaciones, cuadros, objetos de diseño y elementos interactivos invitaban al espectador a participar activamente; Murray exploró la relación entre arte, diseño y comunicación, reivindicando la dimensión afectiva y social de la abstracción geométrica, mientras su legado del taller de Carlos Cruz-Diez se fusionó con una propuesta personal que humaniza la geometría y el color, convirtiendo cada obra en un vehículo de empatía y transformación, cerrando así un capítulo que confirmó su lugar en la escena contemporánea latinoamericana.

AFTER OFFICE PERFECTO

Salir de la oficina y cambiar de ambiente se convirtió en un plan obligatorio para quienes buscan desconectarse y disfrutar después del trabajo; en Lima, se destacaron tres propuestas ideales para combinar diversión y estilo: un happy hour con amigas permitió relajarse con cócteles y risas, donde la Iconic Long Skirt de Levi’s combinada con camisa abierta, botines y blazer neutro demostró que se puede pasar del trabajo al bar sin perder elegancia; un escape room con el equipo fomentó la complicidad y la adrenalina, para lo cual los Cinch Barrel Jeans de Levi’s fueron la elección perfecta, brindando comodidad y libertad de movimiento mientras se resolvían acertijos; finalmente, probar un restaurante nuevo ofreció la oportunidad de disfrutar buena comida y conversación, complementado con un look de denim en capas, camisa o polo sobrio y la clásica casaca Levi’s de cuello en punta, logrando así que cada plan after office se viviera con actitud, confort y estilo.

BURBUJEANTE STREET STYLE

Converse y Coca-Cola se unieron esta temporada en una colaboración vibrante que celebró el amor, la creatividad y la alegría de conectar. La colección Converse x Coca-Cola fusionó el legado de expresión auténtica de Converse con la historia de unión de Coca-Cola, dando vida a una serie global de zapatillas, ropa y accesorios pensados para compartir historias tanto como estilo. Inspirada en la icónica onda blanca, los rojos y blancos clásicos y el brillo verde de las botellas vintage, la colección reimaginó las Chuck Taylor y, en especial, las Chuck 70 en edición limitada, confeccionadas con materiales premium y detalles gráficos de culto. A ellas se sumaron cuatro modelos de Chuck Taylor All Star en tonos que evocaron distintos “sabores” de Coca-Cola, junto con poleras y polos de inspiración vintage. Con pasadores, parches y placas personalizables, la serie invitó a los fans en Perú a hacer suyo este encuentro entre dos gigantes de la cultura pop desde inicios de noviembre.

PASAPORTE SOLIDARIO

Entre balcones virreinales y plazas encendidas, la Juan Chipoco Foundation lideró desde Miami una delegación filantrópica que convirtió a Lima, del 31 de octubre al 2 de noviembre, en escenario de una misión donde arte, cultura y solidaridad caminaron de la mano. Encabezados por Juan Chipoco y Luis Hoyos, los representantes de la fundación se unieron a organizaciones como Supreme Twins Foundation y The Luminous Advocacy Project para tejer alianzas en torno a la niñez vulnerable, la salud y la inclusión. El punto culminante fue la gala “Te Quiero Bien, Perú” en el Teatro Municipal, co-presidida por Ingrid Yrivarren y Andrés Roca Rey, a beneficio de AVOLDINSN, donde la diseñadora Ani Álvarez Calderón presentó una colección inspirada en la memoria textil del país. Como Media Partner Oficial, S Revista documentó este fin de semana histórico, reforzando un puente emocional y operativo que ahora conecta Miami y Lima a través de un mismo idioma: la filantropía en acción.

ELEGANCIA SILENCIOSA

BYD presentó en Perú el Sealion, un SUV 100% eléctrico que redefinió el lujo desde el silencio. Más que un auto, se propuso como arquitectura en movimiento: líneas aerodinámicas, aros bitono de 20”, techo panorámico y manijas ocultas que dialogaron con la ciudad como si fuera un set arquitectónico. En el interior, cuero, superficies limpias, iluminación sutil y una pantalla táctil rotatoria de 15.6” con Apple CarPlay, Android Auto y comandos de voz crearon una cabina tipo lounge tecnológico, amplificada por 12 parlantes Dynaudio y la función VToL, capaz de alimentar dispositivos y escenarios al aire libre. Con 522 HP combinados, tracción AWD y 0–100 km/h en 4.5 segundos, el Sealion ofreció potencia sin estridencia, respaldada por una batería Blade de hasta 456 km de autonomía y una completa suite de asistencias ADAS. Disponible en cuatro tonos, llegó como manifiesto: menos ruido, menos emisiones, más conciencia.

SASTRERÍA EN CLAVE ITALIANA

La nueva boutique de Boggi Milano llegó a San Isidro trayendo la tradición sartorial europea al corazón del Boulevard El Bosque. Entre madera cálida, líneas minimalistas y una luz que entra como si hubiera sido cuidadosamente diseñada, el nuevo espacio no solo exhibió prendas: propuso un ritual de elegancia para el hombre contemporáneo. Trajes y camisas confeccionados con fibras orgánicas y textiles certificados se presentaron como piezas de una narrativa que une innovación, sostenibilidad y sofisticación, pensadas para acompañar la agenda completa, desde la primera reunión hasta la última cena. Más que una apertura comercial, la llegada de Boggi Milano estableció un diálogo silencioso entre su herencia italiana y la sensibilidad cosmopolita de San Isidro, reafirmando que la verdadera elegancia no responde a modas fugaces, sino a la suma de gestos precisos, materiales nobles y una actitud que entiende al estilo como forma de estar en el mundo.

SUTILEZA EN MOVIMIENTO

Flabelus inauguró su primera tienda en Lima, convirtiendo el Jockey Plaza en un escenario donde la artesanía española contemporánea se encontró con la sensibilidad local. La apertura, curada por CBT Creative Studio, reunió a prensa, artistas y referentes de estilo para un preview íntimo donde cada par de zapatos contó su historia, entre texturas suaves, luces cálidas y acentos de terciopelo. La fundadora, Beatriz de los Mozos, viajó desde España para celebrar junto a Camila Basurco, directora creativa de la agencia, mientras colaboraciones locales como Lima Cakery, Sophie Crown y Oh Rose Studio, junto a cócteles de Johnnie Walker y un DJ set, transformaron la velada en una experiencia multisensorial. Más que una tienda, Flabelus se consolidó como un manifiesto de lujo consciente: combina tradición artesanal y diseño contemporáneo, celebrando la individualidad y la elegancia silenciosa que sus icónicas bailarinas ya habían empezado a conquistar en la escena limeña.

RITMO Y CAFÉ

San Isidro vivió una noche que combinó café, música y elegancia en una inauguración que marcó la agenda social limeña. La velada transformó el espacio en un escenario sensorial donde violines flotaban sobre conversaciones, risas se suspendían en cristales y la voz de Amy Gutiérrez conectaba emociones compartidas. El café se presentó como un punto de encuentro cultural y social, reuniendo a personalidades del arte, la gastronomía y el mundo digital, creando un collage de estilos y expresiones mientras cada sorbo contaba historias de creatividad y sofisticación. La iluminación cálida, los postres de autor y la complicidad de invitados como Adolfo Aguilar y Verónica Linares reforzaron la sensación de ritual urbano. Al cierre, quedó la certeza de que aquel espacio no solo ofrecía café, sino una experiencia donde memoria, deseo y sensaciones se entrelazaban, invitando a disfrutar la vida con todos los sentidos.

El Resveratrol: Un secreto guardado bajo las pieles de la uva

Escribe: Claudia Moquillaza Robatty

En el mundo del vino abundan historias, creencias y por qué no algunos mitos. Uno de los protagonistas más mencionados es el resveratrol, ese compuesto antioxidante que ha sido asociado con longevidad, salud cardiovascular y hasta con el famoso “French Paradox”. Pero, ¿cuánto de esto es ciencia y cuánto es narrativa romántica alrededor de la copa? ¿Han escuchado que una copa de vino tinto al día hace bien al corazón? otros dicen que el resveratrol es casi un elixir anti edad, cuyo poder proviene directamente de la piel de la uva, como si se tratara de un tesoro natural escondido. Sin embargo, entre estudios, titulares y exageraciones, la pregunta real es: ¿Qué sabemos realmente sobre el resveratrol… y qué creemos saber? Para entender y transmitirles de manera más clara que es el resveratrol, me reuní con una de mis máximas referentes en el mundo de la sumillería; escogí en esta oportunidad a Mirtha Noceda, no sólo por haber tenido el honor de ser su alumna en el IDVIP, también por la frescura, facilidad y dinamismo con el que comparte su conocimiento con los amantes del buen beber. Entonces para comprender el verdadero poder del resveratrol, primero debemos acercarnos a su origen como la uva misma. ¡Y desde ahí empieza el viaje! Para Mirtha, el resveratrol es un polifenol, compuesto bioquímico natural que también encontramos en el té, el cacao, el maíz morado, la granada y varias frutas y verduras. En el mundo vegetal su función es vital: protege a la planta del sol, los hongos, las bacterias y del estrés climático. En la uva, sobre todo en su piel, actúa como un auténtico escudo natural. ¿Y qué hace en nuestro organismo? Mirtha nos explica los maravillosos beneficios de este componente. Como antioxidante, el resveratrol ayuda a neutralizar los temidos radicales libres. No detiene el envejecimiento, ningún compuesto natural puede hacerlo, pero sí contribuye a que este proceso sea más gradual, ayudando a que ocurra bajo mejores condiciones celulares. Es decir: apoya, no promete milagros. Entre las ventajas más estudiadas del resveratrol, destacan sus propiedades antiinflamatorias, su apoyo a la salud car-

diovascular, la función cognitiva, el control glucémico y el alivio frente a molestias articulares, incluida la artritis. Una joya discreta, pero sorprendente. El resveratrol en el vino: donde la naturaleza y la técnica se abrazan Si hay un lugar donde el resveratrol brilla, es en el vino tinto. ¿La razón? La maceración con pieles. Durante este proceso, el jugo de la uva permanece en contacto con la piel, que es donde el resveratrol se concentra. En el caso de los vinos blancos, contiene menores niveles de polifenoles. Y aquí un punto fascinante: sin polifenoles, simplemente no existiría el vino tinto tal como lo conocemos. La estructura, la capacidad de guarda, el color profundo, la textura tánica y parte de los aromas, provienen justamente de estos compuestos. El resveratrol forma parte de ese corazón químico que permite que un vino envejezca décadas manteniendo su elegancia. Las uvas con mayor concentración: protagonismo para el Tannat Cuando pensamos en resveratrol, las variedades tintas toman el protagonismo. Entre las más destacadas se encuentra la Tannat, una uva intensa, de carácter profundo, muy presente en los vinos del sur de nuestro país y considerada una de las cepas con más alto contenido de polifenoles. Le siguen la Syrah, la Malbec y la Cabernet Sauvignon. Entre las uvas blancas, su presencia es naturalmente menor, dado que contienen menos polifenoles. Incluso variedades tintas de escasa maceración pueden mostrar niveles bajos. El resveratrol más allá de la copa: belleza, ciencia y estilo Su fama no termina en la botella. En cosmética, el resveratrol se ha convertido en un ingrediente estrella gracias a su capacidad antioxidante. Cremas, sueros y líneas de cuidado facial elaboradas con subproductos de la uva lo utilizan para apoyar la luminosidad y protección de la piel. Incluso el reconocido ingeniero peruano, Karl Mendoza, especialista en agricultura, señala que el resveratrol puede incorporarse a través de uva fresca, jugo de uva, vino, o incluso mediante productos cosméticos derivados del viñedo. Es un compuesto versátil que trasciende fronteras: del campo a la copa, y de la copa al tocador. Al final, el resveratrol no es un mito ni un milagro: es una pieza clave en el equilibrio de la uva, un aliado discreto en nuestra salud y uno de los responsables de la magia del vino tinto. ¿Hasta dónde llega el poder de este pequeño, pero fascinante polifenol?

Luana Barron: el upgrade de la brand builder

La joven modelo, creadora de contenido y empresaria peruana, suma más de 1,2 millones de seguidores en Instagram —una comunidad que sigue su estilo, su mirada estética, su vulnerabilidad auténtica. Pero, más allá de los números, ella ha convertido sus redes en una plataforma de identidad, empoderamiento femenino y creación consciente. Esta es la historia íntima —y a la vez universal— de una creadora que dejó de temerle a la soledad y entendió que su influencia solo tiene sentido cuando nace desde la verdad.

Escribe: Nataly Vásquez

La verdad cuando se apaga la cámara

Cuando la luz se apaga y el set se desarma, a Luana no la acompaña el personaje: la acompaña su esencia. Esa parte que no se publica, que no se graba, que no exige métricas ni validaciones. “Lo que me queda a mí es mi esencia —cuenta—. Mi familia, mis amigas de siempre, mis rituales, mis momentos de silencio, mi lado creativo cuando no estoy pensando en likes, sino en crear por pasión”.

Habla de la influencia como un privilegio que a veces pesa. No por el trabajo, sino por la exposición emocional: “Todos ven lo que haces, pero pocos entienden quién eres. Cuando todos opinan, pero pocos acompañan”. Y en esa intersección —entre la masividad y la intimidad—

emerge su reto más importante: aprender a apagar el ruido, volver al centro y reconectar con lo auténtico. Hoy, asegura, su influencia vale solo si está alineada con quien realmente es.

Una búsqueda que trasciende la pantalla

Luana ya vivió los años del vértigo: atención global, belleza elevada a categoría estética, validación inmediata, contratos con marcas internacionales. Lo tuvo todo, pero entendió que no era todo. “El éxito verdadero ya no se mide en números —dice—. Lo siento cuando genero conexión, inspiración, impacto real”.

Ahí, en un mensaje de alguien que la leyó y se sintió vista, reconoce un tipo de triunfo que no desaparece. También

lo siente cuando sus proyectos dejan de ser digitales y toman cuerpo: su marca, su equipo, sus productos, sus experiencias.

Trabajar con marcas que admira es un acto de coherencia, no de exhibición: “No es mostrar un producto, es ser parte de su narrativa y aportar mi visión”. El éxito, para ella, es construir algo con alma, que tenga sentido y propósito.

El poder entendido desde adentro

Ella forma parte de una nueva generación de mujeres latinoamericanas que no solo posan: dirigen, crean, negocian, proponen. El poder, para Luana, ya no es un escenario brillante; es una mesa de trabajo donde su voz tiene peso. “Poder es tomar decisiones, crear proyectos propios, negociar con marcas desde un rol de creadora y no solo de imagen”.

La libertad comienza cuando una mujer puede ser auténtica sin pedir permiso. Pero también nace una responsabilidad: inspirar desde la verdad, no desde la perfección.

“Muchas chicas miran y piensan: ‘si ella pudo, yo también puedo’. Inspirar no es mostrar una vida ideal; es mostrar el trabajo, el esfuerzo, las decisiones.” En un ecosistema competitivo, su mensaje es claro: las mujeres latinas no solo participan en la industria; la lideran y la reinventan.

Un legado que no cabe en un feed

En una era donde la vida digital deja rastros, Luana piensa en un legado que no dependa del algoritmo. Si alguien hablara de ella dentro de veinte años, quiere que mencionen algo más profundo que su estética o sus campañas.

“Me gustaría que digan que ayudé a muchas mujeres a creer en ellas mismas”, confiesa.

No por cómo se veía, sino por cómo hizo sentir a los demás. Porque la belleza cambia, las métricas fluctúan, pero el impacto humano permanece.

Si logró que una mujer confíe en su voz, en su idea, en su proyecto, entonces, su historia habrá valido la pena. ”

El 2026: una evolución con propósito Luana entra a 2026 con un plan claro: crecer, sí, pero crecer con intención.“No solo mostrar contenido —explica—, sino crear proyectos que conecten más con mi comunidad, entender lo que necesitamos y construir algo con impacto real”.

Habla de nuevos formatos, de mezclas entre arte, moda, negocio y emociones. De arriesgarse, mutar, salir de lo que ya funciona para crear algo más honesto.

Quiere desarrollar su marca desde adentro, trabajar con marcas desde un rol más estratégico y creativo, y mostrar el proceso, no solo la foto final. Pero sobre todo, quiere que más mujeres se atrevan. “No porque todo esté resuelto, sino porque empezaron. Si mi trabajo hace que una mujer se sienta capaz, eso ya es dejar huella.”

Una mujer que vuelve al centro Luana Barrón no está construyendo una carrera: está construyendo un mensaje. Uno que mezcla estética con raíz, estrategia con intuición, influencia con introspección. Uno que recuerda algo esencial: no se trata de mostrarse, sino de trascender. Y en esa búsqueda —valiente, vulnerable, profundamente humana— reside su mayor poder.

Entrevista

Nataly Vásquez

Fotografía

Carlos Salazar: @cs.weddings

Make Up Artist

Leslie: @les__lie

Hair

Fio Makeup: @byfioremakeupstar

Styling / Dirección de Arte Mafer: @_styledbyaqua

Asistente de Producción

Vanessa Villena: @vanessavillenaa

Locación

Contraluz Studio: @contraluz.studio

Dirección General & Stylist

Irla Yabar: @irlayabarpa

Talent: @thebrandedsociety

El stream que revoluciona latam

En una era donde las pantallas sustituyeron al aula y los algoritmos dictan lo que aprendemos, Daniel Bonifaz y Oscar Labbe crearon Hablemos de Negocios. Su stream emerge como una respuesta cultural a la dispersión. No es un canal más: es un punto de encuentro entre el pensamiento y la inmediatez, donde la educación se presenta con la energía visual y narrativa del streaming. Su propósito es claro y ambicioso: convertir la educación financiera y de negocios en una experiencia masiva, entretenida y profundamente transformadora.

Escribe: Nataly Vásquez

El aprendizaje que se ve, se oye y se siente

Todo comenzó con una observación: la atención del mundo se desplazó de los medios tradicionales hacia los creadores. Mientras la televisión cede terreno al formato streaming, las nuevas generaciones consumen conocimiento como quien navega por una playlist: buscando ritmo, conexión y verdad. En ese escenario, Daniel Bonifaz, creador de contenido, autor y especialista en liderazgo y transformación personal, y Oscar Labbe, y @ oscarlabbe.a, emprendedor y profesional

en estrategia de negocio y desarrollo comercial, decidieron crear un espacio donde los temas complejos —finanzas, productividad, emprendimiento— pudieran contarse con el mismo magnetismo que una serie o un documental. La combinación de su visión estratégica y su experiencia práctica imprime credibilidad y energía a cada proyecto de Hablemos de Negocios.

El resultado es un ecosistema que rompe las jerarquías del conocimiento. Desde un celular, cualquier persona puede

acceder a información que antes se reservaba a los expertos. Pero aquí el lenguaje no es académico: es humano. Cada conversación, cada episodio, cada dato está atravesado por una voluntad de cercanía. Porque en el fondo, aprender de negocios es aprender de vida: tomar decisiones, asumir riesgos, entender el valor del tiempo y del propósito.

De la teoría a la acción

En Hablemos de Negocios, la credibilidad se construye desde la práctica. Oscar, Daniel y su equipo no hablan desde la distancia, sino desde la experiencia de quienes también emprenden, fallan y corrigen. Esa autenticidad se traduce en un formato que inspira acción: contenido que no se queda en la reflexión, sino que invita a ejecutar.

Su narrativa rehúye del tecnicismo para encontrar un punto medio entre la inspiración y la estrategia. En cada episodio hay una pedagogía implícita: aprender haciendo, entender probando. Y es precisamente esa mezcla —de intelecto y emoción, de rigor y espontaneidad— la que redefine la manera en que América Latina consume conocimiento digital.

Una nueva arquitectura del saber

Lo que comenzó como un canal hoy es un sistema interconectado: contenido, academia y consultoría. Desde BIZZ, su escuela de emprendedores, hasta ZLab, la consultora que acompaña el crecimiento de los negocios, el modelo de Hablemos de Negocios se despliega como un circuito virtuoso. El contenido inspira, la academia forma y la consultora ejecuta. Un ciclo que transforma la información en acción, y el aprendizaje en impacto real.

El futuro no será de quienes más hablen, sino de quienes logren enseñar mientras inspiran. En esa frontera —entre lo educativo y lo emocional, lo técnico y lo visual— Hablemos de Negocios dibuja una nueva pedagogía para la era del streaming: una educación que no se impone, sino que seduce; que no dicta, sino que acompaña. Aprender, aquí, se parece más a mirar hacia adelante que a mirar atrás.

La excelencia del Ashiatsu

En una calle de Lima donde los turistas entran y salen entre reservas de restaurante y mapas en el celular, Montreal Spa se sostiene como un pequeño proyecto familiar levantado a pulso por Geraldine Mejía y Christian Calderón, esposos y socios. Juntos han diseñado un lugar que no busca deslumbrar por escala, sino por algo más difícil de construir: la confianza de quienes llegan, muchas veces de paso, y deciden volver.

Escribe: Nataly Vásquez

Del salón de belleza al refugio de masajes

Montreal Spa no nació siendo un spa de masajes. En sus primeros borradores, el proyecto estaba concebido como un salón de belleza para mujeres: manicure, pedicure, cabello, pestañas, cejas, una propuesta pensada para acompañar la rutina estética de un público local. Sin embargo, la realidad operativa fue marcando otros caminos. Encontrar personal especializado para ese mundo resultaba complejo, mientras que Geraldine llevaba ya 15 años de experiencia como terapeuta de masajes.

La pregunta que lo cambia todo aparece casi como una intuición: “¿Por qué no hacemos un spa de masajes?”. En lugar de insistir en un modelo saturado, Geraldine se apoya en lo que mejor sabe hacer. Deja de imaginar estaciones de uñas y espejos,

y empieza a pensar en camillas, técnicas, anatomía. Decide formar ella misma al equipo, combinando teoría y práctica. Y descubre, además, que en esa zona de la ciudad muchos viajeros buscan exactamente eso: un servicio eficiente, profesional y reparador, capaz de encajar en una agenda donde el tiempo siempre es contado.

Turistas, reseñas y el idioma de la hospitalidad

La clientela de Montreal Spa tiene una estadística clara: 90% extranjera, 10% peruana. No se trata de una estrategia calculada desde un tablero de marketing, sino de una consecuencia casi natural de su ubicación y de su manera de trabajar. A pocos pasos, un restaurante muy famoso concentra reservas y listas de espera. Mientras algunos viajeros aguardan su

mesa, otros deciden aprovechar el tiempo para un corte de cabello, un masaje, un momento breve de descanso.

El efecto dominó vino después. Las primeras visitas derivaron en reviews en inglés que comenzaron a posicionar a Montreal Spa y Montreal Barber Shop en las búsquedas de barberías y spas en Lima. Cada comentario, cada reseña satisfecha, fue trazando un pequeño mapa global que conectaba ese espacio familiar con viajeros de distintas ciudades.

La hospitalidad se sostiene, en parte, en un detalle clave: todo el equipo habla inglés. Desde la recepcionista hasta Geraldine, pasando por las terapeutas y los barberos. En un negocio pequeño, ese gesto marca una diferencia profunda. Permite escuchar y entender con precisión las ne-

cesidades de cada visitante, ajustar la presión del masaje, explicar las técnicas, desmontar dudas. El resultado es una atención más cálida, casi personalizada, que se aleja de la lógica industrial del servicio rápido y anónimo.

El cuerpo como territorio que se respeta

Construir un spa de masajes ético en un contexto donde el masaje suele estar sexualizado no ha sido sencillo. Geraldine lo dice sin rodeos: trabajar con cuerpos implica enfrentarse a malentendidos, prejuicios y expectativas que no corresponden a su propuesta. Al inicio, posicionarse como un espacio profesional fue un ejercicio de resistencia.

La respuesta fue clara: reglas visibles, pautas estrictas, códigos de conducta. Las terapeutas visten uniforme, se presentan como profesionales, explican con calma cada técnica y lo que el cliente va a sentir. Antes de empezar, preguntan si la persona se ha hecho masajes antes, si le gusta una presión suave o más intensa, si hay molestias específicas. No se trata solo de ofrecer un masaje, sino de diseñar una experiencia acorde al cuerpo y la historia de cada cliente.

Ashiatsu: la técnica que cambió el guion

El corazón técnico de Montreal Spa tiene nombre propio: Ashiatsu, una técnica japonesa en la que la terapeuta trabaja con los pies, sosteniendo parte de su peso en tubos instalados sobre la camilla. Geraldine la aprendió antes de llegar a Lima, en su país, de la mano de una maestra japonesa que le advirtió que esa técnica, poco conocida en su entorno, podría convertirse en algo único.

Al principio, la idea de hacer masajes con los pies le parecía casi imposible. Sin embargo, un año de práctica constante le demostró lo contrario. La planta del pie, más amplia que la mano, permite una presión profunda y uniforme, llegando a puntos donde la técnica tradicional tiene límites. Cuando ella y Christian deciden reorientar el negocio y apostar por los masajes, el Ashiatsu se vuelve pieza clave.

Adaptan las cabinas, instalan los tubos, ajustan la infraestructura. Lo que siguió fue un crecimiento impulsado por el boca a boca y las redes sociales. Los videos de la técnica, compartidos en sus plataformas, empezaron a despertar curiosidad. Más y más personas llegaban preguntando específicamente por el Ashiatsu. Viajero tras viajero, reseña tras reseña, el masaje se consolidó como el servicio estrella del spa.

Para Geraldine, el Ashiatsu es algo que “todo el mundo debería probar al menos una vez en la vida”. No lo presenta como un gesto extravagante, sino como una experiencia distinta, capaz de reorganizar cómo se percibe el propio cuerpo. La presión del pie no solo libera tensión: ofrece una sensación de renovación que muchos clientes describen como sorprendente. Algunos, habituados a probar spas en distintos lugares del mundo, han colocado su experiencia en Montreal dentro de su top cinco personal, un reconocimiento íntimo pero elocuente.

Un spa pequeño, amistades que se expanden

Ser un negocio pequeño tiene una consecuencia inesperada: la cercanía se vuelve inevitable. En Montreal Spa, los clientes no son una estadística abstracta, sino rostros que se repiten, historias que regresan. Muchos de ellos han pasado de ser visitantes ocasionales a amigos que vuelven cada vez que pisan Lima. Vienen solos y, con los años, traen a sus esposas, hijas, sobrinas, hermanos. A veces, en un mismo sábado, una familia entera rota entre la barbería y las cabinas del spa.

La relación no termina en la camilla. Geraldine y su equipo suelen recomendar lugares para visitar, restaurantes, rutas. En más de una ocasión, esa orientación turística se convierte en un almuerzo compartido, en una comida que extiende la experiencia del spa hacia la ciudad. Montreal no solo alivia músculos: también funciona como un pequeño punto de encuentro para viajeros que buscan algo más que un servicio eficiente.

En esa trama cotidiana aparece incluso el perro de Geraldine, que la acompaña al trabajo y forma parte silenciosa del ambiente. No es un elemento de marketing, es simplemente parte de la vida diaria del lugar. Ese tipo de detalles, aparentemente mínimos, termina construyendo una atmósfera de confianza que difícilmente podría replicarse en una operación masiva.

Crecer sin perder la escala humana Cuando piensa en el futuro, Geraldine mira hacia la barbería. La idea de ampliar Montreal Barber Shop está sobre la mesa, quizá en otro local, quizá bajo el liderazgo de su hija mayor. La meta sería extender el negocio manteniendo la línea familiar, esa forma de atención en la que es posible que un día atienda el padre, otro la madre y otro los hijos.

Pero también está la inquietud: crecer suele implicar el riesgo de perder la calidez que da la escala pequeña. La identidad de Montreal Spa está anclada en la presencia de los dueños, en la ética transparente, en la capacidad de decir que no cuando una solicitud rompe el marco profesional, en sostener una práctica de masajes seria en un contexto donde el cuerpo, muchas veces, se mira desde el fetiche y no desde el cuidado. Que dentro de unos años un viajero recuerde, desde cualquier ciudad del mundo, aquel spa en Lima donde probó por primera vez un Ashiatsu y salió con la sensación de haber recuperado su cuerpo después de un largo trayecto, quizá sea la mejor medida de lo que Geraldine y Christian han construido.

Montreal Spa no aspira a ser un imperio del bienestar. Aspira a algo más íntimo y, tal vez, más difícil: seguir siendo un espacio familiar donde la técnica, la ética y la hospitalidad conviven en equilibrio. Afuera, la ciudad continuará moviéndose al ritmo de reservas, aviones y check-outs. Adentro, mientras una terapeuta se sostiene en los tubos y deja caer la presión exacta sobre la espalda de un viajero, el tiempo parece acomodarse a otra lógica: la de quienes han entendido que cuidar el cuerpo es también una forma de habitar mejor el mundo.

Hay lugares que se sienten más como una pausa que como un espacio. En San Isidro, detrás de una fachada sobria, Infinia Wellness Studio propone precisamente eso: un paréntesis elegante donde el pilates, la estética avanzada y una nueva tecnología de rejuvenecimiento facial conviven bajo una misma premisa —el bienestar como un lenguaje coherente entre cuerpo, mente y piel. No hay ruido, no hay estridencias: solo luz medida, líneas limpias y una atmósfera que invita a bajar un cambio antes incluso de cruzar la recepción.

Escribe: Nataly Vásquez

Autocuidado consciente delux

De la fragmentación al ecosistema del bienestar

Alexandra Bottger, fundadora de Infinia, parte de una observación muy simple, casi cotidiana: el bienestar contemporáneo se había vuelto una agenda partida en tres. Un lugar para entrenar, otro para la piel, otro para “desconectarse”. Mucho traslado, poca integración. Infinia nace para corregir esa disonancia. Aquí, el pilates no es solo un método de entrenamiento, es la base de una postura más consciente; la estética avanzada no persigue la perfección, sino la armonía; y cada protocolo se diseña como si fuera una partitura en la que cada gesto suma, pero ninguno sobra. En lugar de prometer transformaciones dramáticas, el estudio se obsesiona con algo más sutil: la coherencia entre lo que se ve y lo que se siente.

La estética del lugar responde a esa

misma lógica. Nada en Infinia grita; todo susurra. Tonos neutros, texturas cálidas, camillas que parecen piezas de diseño y máquinas que conviven con plantas y silencios. No se trata de una clínica ni de un gimnasio, sino de un estudio de bienestar boutique donde la experiencia es tan importante como el resultado. Cada sesión parece decirle al cuerpo: puedes entrenar con precisión, tratar tu piel con tecnología de vanguardia y, al mismo tiempo, sostener una sensación de calma sostenida en el fondo.

La piel como espejo de una coreografía interna

En Infinia, el rostro no se trabaja aislado del resto. La lectura es integral: un cuerpo alineado respira mejor, un sistema nervioso más regulado duerme mejor, una piel descansada refleja un bienestar que no se finge. El pilates hace su trabajo en profundidad —fortalece, estiliza, libera— mientras la cabina de estética se ocupa de otra dimensión del mismo relato: regenerar, iluminar, afinar sin bo-

rrar la expresión. No se busca un rostro nuevo, se busca devolverle al propio su mejor versión posible.

Es en este contexto donde Alexandra introduce una de las tecnologías que más la entusiasma: Reverso para el rostro, una propuesta que encaja con la filosofía del estudio. Más que una promesa de efecto inmediato, se concibe como un aliado silencioso en el tiempo: un tratamiento pensado para revertir signos de envejecimiento desde una lógica inteligente, respetuosa y gradual. En un mercado saturado de soluciones rápidas, Reverso se integra como una herramienta que suma profundidad al discurso de Infinia: tecnología sí, pero al servicio de la naturalidad, de la textura real, de la luz propia.

Cada tratamiento se ejecuta como un ritual contemporáneo: diagnóstico preciso, protocolo hecho a la medida, manos expertas que conocen tanto la musculatura como el lenguaje de la piel. La experiencia final no es solo una cara más lisa frente al espejo, sino la sensación de haber afinado algo interno. Menos cansancio en la mirada, más claridad en el gesto, una forma distinta de habitar el propio rostro.

Un lujo silencioso: tiempo, calma y elección consciente

Infinia Wellness Studio conversa con una generación de mujeres (y hombres) que ya no entienden el lujo solo como objeto, sino como tiempo de calidad, atención personalizada y espacios donde se las invite a bajar la guardia. El mensaje es sutil pero firme: invertir en el cuerpo, la piel y la serenidad no es un capricho, es

una decisión estratégica sobre cómo se quiere vivir. Aquí, el autocuidado deja de ser una cita pendiente para convertirse en agenda prioritaria.

En un distrito acostumbrado a la eficiencia y al ritmo acelerado, Infinia propone un cambio de velocidad. Entrar, entrenar, respirar, tratar la piel, salir con otra postura externa… y también interna. Como si el estudio recordara, con cada sesión, que el bienestar auténtico no se negocia en la superficie: se construye en capas, se sostiene en el tiempo y se refleja en silencios tan elocuentes como una buena conversación. Al final, la tecnología, el pilates y la estética avanzada funcionan como tres voces de un mismo coro. Y el resultado —físico, emocional, estético— se parece mucho a eso que Alexandra Bottger se propuso desde el inicio: un bienestar que no solo se ve, sino que, sobre todo, se habita.

Bienestar integral

Hay salones donde uno entra a “arreglarse” y hay lugares donde el tiempo parece bajar la voz. En Alva Beauty Salon, el espejo no funciona como un juez frontal, sino como un espacio de reconocimiento íntimo: la luz es cálida, la música respira en segundo plano, los aromas acompañan sin imponerse y el cabello —ese mapa personalísimo de cada historia— se convierte en el punto de partida de algo más hondo que un simple cambio de look. Allí, la belleza no se declama: se construye en silencio, entre pinceles de color, manos atentas y una filosofía que mira tanto la fibra capilar como la energía con la que cada persona decide presentarse ante el mundo.

Escribe: Nataly Vásquez

Conversar para entenderse

Para Alessandra Polo, fundadora de Alva Beauty Salon, la belleza nunca ha sido solo lo que se ve en el espejo. En su visión, la belleza trasciende lo físico: implica la energía que transmite una persona y la forma en que proyecta su esencia hacia los demás.

En Alva, esta convicción se traduce en una experiencia que se vive casi como un ritual. No se trata únicamente de un cambio de color, de un corte o de un diseño atractivo. El equipo trabaja sobre algo mucho más profundo: la conexión, la confianza, la autoestima que se eleva cuando el exterior acompaña el interior y le permite a cada cliente irradiar la mejor versión de sí mismo.

Por eso, cada visita se concibe como un proceso de renovación integral. El sonido, la luz, los aromas y el trato personalizado se alinean para que quien entra al salón no solo salga con una imagen transformada, sino con una sensación de bienestar y seguridad personal que permanece más allá de la cita. Técnica, arte, innovación y energía se mezclan para configurar un espacio donde la belleza adquiere un enfoque físico y espiritual, fiel a la filosofía de excelencia en el servicio, atención personalizada y conexión real que define a la marca.

Color, naturalidad y el arte de interpretar historias

En un contexto donde las tendencias cambian con rapidez, Alva se distingue por su dominio del color y una naturalidad que no es casual, sino resultado de una lectura minuciosa de cada caso. La premisa es clara: la creatividad comienza con la personalización del servicio.

Cada cabello, cada rostro y cada mano cuentan una historia. La textura, la energía, el entorno, los hábitos de quien se sienta en la silla: todo entrega información. Antes de aplicar cualquier técnica, el equipo escucha, observa y evalúa. Solo entonces entra en juego el conocimiento técnico.

Las tendencias no se siguen como una pauta rígida, se interpretan. Alva toma lo que viene marcando el ritmo en el mundo de la belleza y lo adapta a la realidad de cada cliente, buscando siempre lo que es ideal para esa persona sin perder de vista sus deseos. En ese diálogo se decide el matiz de un color, la estructura de un corte, el tipo de terapia capilar que acompañará mejor su estilo de vida.

En un rubro donde la moda es estacional y la actualización es indispensable, la capacitación constante no es un gesto opcional, sino una obligación declarada. El equipo de Alva se forma continuamente,

tanto en la parte operativa como en la administrativa, con el objetivo de que cada profesional cuente con las herramientas creativas y técnicas necesarias para lograr resultados excepcionales, sostenibles y coherentes con la promesa de la marca.

Innovación que se siente, no solo se ve La innovación es parte del ADN de Alva, pero no se limita a incorporar un tratamiento de moda o a exhibir tecnología avanzada. Es una filosofía transversal que se aplica tanto a los servicios como a la gestión y a la atmósfera del lugar. En el plano técnico, el salón trabaja para integrar las últimas tendencias internacionales en colorimetría y biotecnología capilar y corporal. Antes de incluir cualquier marca o línea de tratamientos en su portafolio, el equipo realiza pruebas para comprobar la eficiencia y la calidad de cada producto. La colaboración directa con proveedores líderes del rubro permite garantizar resultados altos y consistentes, respaldados por nombres reconocidos que también apuestan por la excelencia.

Pero la innovación no se agota en el material que se aplica sobre el cabello o la piel. También vive en los procesos de gestión que han ido afinándose con el tiempo. La lógica es la de una mejora continua: repensar, ajustar, evolucionar. Hoy, el ADN de Alva se sostiene en la creación de un entorno donde la energía, la música, los

aromas, los insumos de calidad y una atención diferenciada conforman un estado de calma, confort y conexión.

En un sector tan competitivo como el de la belleza en Lima, la combinación de técnica, actitud y empatía se convierte en una clave silenciosa para mantenerse un paso adelante. Esa esencia —una mezcla de precisión profesional y calidez humana— es lo que permite a Alva posicionarse en la parte alta del rubro, sosteniendo una propuesta que se reconoce más por cómo se siente que por lo que se muestra.

Una comunidad que se mira sin filtros

Con el tiempo, Alva Beauty Salon ha trascendido su condición de salón para convertirse en una comunidad. Cada persona que cruza la puerta se integra a un tejido vivo donde se comparten valores: bienestar, respeto, confianza, evolución. La belleza se vive desde la autenticidad, sin imposiciones ni estereotipos rígidos.

Construir un legado en la belleza consciente implica elevar el estándar del sector demostrando que se puede ser sofisticado sin perder humanidad, que la estética puede empoderar, que el lujo verdadero reside en cómo te sientes contigo mismo más que en lo que llevas puesto. Esa mirada ha permitido

a Alva consolidar una relación de fidelidad profunda con sus clientes, que encuentran en el salón no solo un lugar para verse mejor, sino un entorno donde sentirse reconocidos.

El futuro se observa con entusiasmo. El Perú ha crecido de manera notable en el sector de la belleza y tiene el potencial de convertirse en un referente en Latinoamérica. Desde su espacio, Alva apuesta por seguir construyendo una empresa responsable, con locales acogedores, procesos innovadores y una gestión del talento humano que entiende que las personas son el verdadero motor de cualquier marca.

El equipo se expande año a año, no solo en número, sino en fortalezas individuales. Esa sumatoria de talentos, alineados en una misma visión, fortalece a la marca en el tiempo. Ser parte de Alva implica integrarse a una cultura donde la excelencia técnica convive con la humildad, el compromiso y el deseo de seguir aprendiendo.

Al final, la propuesta se condensa en una idea aparentemente sencilla, pero poderosa: sentirse bien para verse aún mejor. En ese eje se organiza todo lo demás. En cada sesión, en cada conversación frente al espejo, en cada gesto de cuidado, Alva acompaña a las personas a reconocerse de nuevo. Y en ese instante íntimo y silencioso, la belleza deja de ser un adorno y se transforma en una forma de estar en el mundo.

Tradición Argentina que reinventa Perú

La mañana limeña entra a través de los escaparates como una luz suave, casi porteña. El letrero de Havanna brilla hacia la calle, pero adentro el tiempo parece ir a otro ritmo: huele a café recién molido, a mantequilla tibia sobre medialunas gourmet, a dulce de leche que no renuncia a su carácter. Rodrigo Benites camina entre mesas como quien recorre su propia casa; saluda, acomoda una silla, pregunta si el café está a punto. No parece un gerente, parece un anfitrión obsesivo. Desde esta escena mínima –un café en Lima con alma marplatense– se entiende que no llegaron al Perú solo a vender alfajores icónicos, sino a ensayar algo más complejo: una coreografía de afectos entre dos países que se reconocen en los mismos gestos cotidianos.

Escribe: Nataly Vásquez / Fotos: Sebastián Portocarrero

Entre aeropuertos y afectos compartidos

SPara entender la experiencia Havanna en Perú hay que empezar en otro lugar: en un aeropuerto argentino. Rodrigo recuerda ese guion no escrito que se repite desde hace décadas. “Vos llegás a Argentina y lo primero que ves es un local de Havanna. Cuando te vas, lo último que ves también es Havanna”. La marca funciona como un rito de paso: entrar y salir de un país con una caja de alfajores bajo el brazo. Antes de la globalización, ese cartón amarillo era más que un souvenir; era una promesa de regreso, un pedazo de infancia comprimido en discos de masa y dulce de leche intenso.

Ese mismo símbolo, ahora, cambió de escenario. Lima –capital gastronómica, público exigente, paladar educado– los recibe con otra lógica. Ya no se trata solo de reafirmar la tradición argentina, sino de peruanizar la experiencia sin diluir el ADN original. Una operación delicada: ajustar sin traicionar, traducir sin perder acento.

Hay también un trasfondo afectivo que sostiene esta historia. Rodrigo lo dice sin cálculo: entre Argentina y Perú hay una cercanía que no responde a mapas. No se trata de países limítrofes, pero sí de países que se han acompañado en momentos duros, que comparten una pasión casi desmedida por el fútbol y una migración cruzada que habita ambos territorios. “Somos países hermanos”, resume. Y en esa hermandad, Havanna se mueve como un puente: une a la comunidad peruano-argentina, pero también a quienes solo buscan un café serio, un panini recién hecho o un lugar amable para trabajar dos horas en silencio.

No solo alfajores: la carta como manifiesto

Quizá el dato que mejor explica el presente de la marca en Perú es numérico, pero su lectura es cultural: apenas el 20% de la carta son productos Havanna. El otro 80% es Perú. No en un sentido superficial, sino en la materia misma de los platos. El café es de un productor local de larga data, grano peruano de especialidad trabajado en conjunto hasta lograr un blend exclusivo. El lomo saltado se vuelve lomo de milanesa de pollo con salsa huancaína. La sandwichería se afina: panini de pollo, croissant “power”, propuestas que buscan la categoría de delicatessen sin perder cercanía.

Rodrigo habla de “peruanizar la marca” con naturalidad, pero en realidad lo que hace es más complejo: adaptar códigos, entender el paladar local, negociar el dulzor. El dulce de leche argentino, denso e intenso, se enfrenta al gusto limeño, que prefiere matices menos empalagosos. El manjar peruano es más suave, menos invasivo. Allí surge un reto silencioso: ¿cómo mantener la identidad de un alfajor pensado para un país dulcero en un mercado donde el azúcar convive con otros equilibrios de sabor? La respuesta no fue bajar la intensidad, sino educar el paladar desde la experiencia: degustaciones, pruebas, observación directa de ese primer bocado que delata si el producto conectó o no.

Havanna se posiciona así como una cafetería aspiracional, pero no distante. Una marca que puede convivir con otras cafeterías internacionales en la misma ciudad y, sin embargo, jugar otro partido: menos vaso con nombre escrito a marcador grueso, más conversación a la mesa, más servicio que se detiene un minuto extra a explicar la carta. “No soy solo alfajores”, insiste Rodrigo. Y en

esa frase hay un giro estratégico: vender un mundo de café, panadería y momentos más que un único producto fetiche.

Diseñar atmósferas, no solo locales

Con 14 sedes operativas en Perú, la marca podría haberse conformado con replicar un modelo. Sin embargo, la evolución de los espacios habla de otra obsesión: que cada local se sienta igual en esencia, pero único en atmósfera. La nueva generación de tiendas apuesta por lugares abiertos, líneas limpias, mucha luz y una presencia de verde que sorprende. No son plantas decorativas de plástico; son vivas, regadas, cuidadas. El mensaje es sutil: en un universo de cafeterías genéricas, aquí se cultiva algo.

En sus letreros se escriben frases como “sabores de infancia”, “ideas propias” y “sabores nuestros”. Falta –admite Rodrigo– una imagen que él considera central: las manos amasando, esa primera foto que

Havanna coloca en sus locales de Argentina para recordar que, aun siendo una empresa internacional, hay un hilo artesanal que no se debe cortar. En la fábrica, todavía hay alfajores de dulce de leche con merengue italiano que se pintan a mano. Podrían tecnificarse, pero eligen no hacerlo del todo. La tradición no se presenta como nostalgia, sino como atadura deliberada a un ritmo humano de producción.

La estética acogedora no es un accidente; responde a una pregunta insistente: ¿qué tipo de momentos queremos que se creen aquí? Amigas conversando durante la tarde, estudiantes con laptops enchufadas a un Wi-Fi estable, ejecutivos que hacen una reunión corta con un café bien hecho, alguien que entra solo y sale con la sensación de haber sido atendido por su nombre, aunque nunca lo haya dicho. El diseño del espacio es una invitación silenciosa a quedarse un poco más.

El rigor invisible: procesos, personas, cultura interna

Detrás de esta postal amable hay una ingeniería que no se ve. Cuando la nueva administración tomó el control hace unos cuatro años, lo primero fue un recambio operacional profundo. La meta: que entrar a un Havanna de Puruchuco sea, en esencia, la misma experiencia que entrar a uno de Begoña, Juan de Arona o Pueblo Libre.

La estandarización no se limita a recetas y gramajes; se extiende al gesto, al saludo, al brillo de las tazas y al orden silencioso en cocina. Auditoras recorren los locales dos o tres veces por semana, armadas de checklists que van desde la limpieza del microondas hasta la textura del café en taza. La supervisión no se vive como castigo, sino como sistema de aprendizaje continuo. Hay bonos por calidad, felicitaciones públicas, validación concreta: el buen servicio se

recompensa, no se asume como una obligación muda.

Pero la apuesta más fuerte está en recursos humanos. La mayor parte de los colaboradores son jóvenes estudiantes. Los horarios se adaptan a sus clases, a sus vidas. Rodrigo participa personalmente en las entrevistas de los lunes, junto con su gerente administrativo-financiero. No es una formalidad: quiere ver cómo entra la persona, cómo mira, cómo responde. Pregunta de dónde viene, quién la refirió y qué le contó sobre trabajar en Havanna. La respuesta suele repetirse: “Me dijeron que hay muy buen ambiente de trabajo”.

Ese clima interno se traslada a la experiencia del cliente. No se trata solo de ser “amable” en el sentido más básico, sino de construir una cultura de respeto, pertenencia y orgullo. Los jefes que se van para emprender tienen las puertas abiertas para regresar si lo necesitan. Quienes dejan la empresa lo hacen agradecidos. La idea de “volver” no es solo un eslogan para el consumidor; también lo es para quienes han trabajado detrás de barra o en cocina.

El gesto que no se olvida

Hay momentos que explican una filosofía mejor que cualquier manual de marca. Rodrigo recuerda a una pareja de europeos que entró a un local de Salaverry buscando un producto que no era de Havanna. Él podría haberlos derivado a otra tienda y seguir su día. En cambio, se detuvo. Les explicó la carta, eligió dos alfajores para cada uno, los invitó a probar. No insistió en venderles nada más. “Capaz nunca vuelven a Latinoamérica”, piensa. Pero se fueron con el recuerdo de un dulce que no esperaban y una atención que tampoco.

Lo extraordinario vino después. Una profesora de marketing, sentada en la mesa de al lado, observó toda la escena. Días más tarde, escribió un post en LinkedIn sobre lo que había visto: un gerente que no actúa como gerente, sino como embajador apasionado de su producto; un servicio que no se limita a ejecutar un protocolo, sino que se permite la generosidad del regalo. Ese episodio, que él vivió como algo natural, se convirtió en caso de estudio.

En su relato hay algo clave para entender la relación entre Havanna y sus clientes: vender un alfajor más o menos no le cambia el “amperímetro”, pero cambiar la experiencia de alguien sí. Ver la reacción de quien prueba por primera vez un alfajor de fruta o uno de Mar de Plata cubierto de chocolate es, para él, una especie de termómetro emocional de la marca. Esa convicción –que una buena experiencia

vale más que una venta rápida– es la que termina fidelizando sin necesidad de decir la palabra fidelización.

Un café que se toma en serio

En un mercado donde el café se ha convertido en un accesorio fotográfico más que en una obsesión sensorial, Havanna apuesta por lo contrario. El grano es peruano, el tostado está pensado al detalle, el blend es exclusivo. Las máquinas son buenas, sí, pero Rodrigo resalta algo que revela una ética del oficio: “Puedo tener el mejor grano y la mejor máquina, pero si el barista aprieta mal la carga, el café se quema y la experiencia es horrible”.

Por eso la capacitación es permanente. Se revisa la presión, el molido, la temperatura. Se corrige, se vuelve a intentar. La calidad de café no se negocia, y el resultado comienza a notarse en algo sencillo: cada vez más clientes le dicen que, para ellos, ese es uno de los mejores cafés del Perú. Él responde con pudor, no se la termina de creer. Pero escucha, anota, ajusta. Mientras tanto, el mercado avanza hacia el café de especialidad, todavía

de a poco, y Havanna se coloca en ese punto intermedio intrigante: lo suficientemente técnico para satisfacer a un paladar entrenado, pero lo bastante amigable como para no intimidar a quien solo quiere una taza bien hecha.

La próxima etapa, dice, será salir a mostrarlo con más fuerza. No competir con otras marcas en su propio terreno, sino presentar otra experiencia de café: menos pose, más producto; menos foto de vaso, más ritual de mesa.

Havanna en Perú no es solo la historia de una marca extranjera que se adapta a un nuevo mercado. Es, sobre todo, el relato de cómo dos países se reconocen en un mismo idioma afectivo hecho de café, medialunas, dulces y conversaciones que se alargan. De cómo un gerente decide seguir siendo anfitrión. Y de cómo, en una ciudad saturada de estímulos, todavía hay lugares donde uno entra por un alfajor y termina recordando algo mucho más simple: el placer de sentirse bienvenido.

DEl ecosistema invisible del influencer marketing

urante mucho tiempo, cuando se hablaba de influencer, la imagen era simple: una persona frente a una cámara, compartiendo su día a día y conectando con una comunidad. Pero con el paso de los años, esa figura ha ido evolucionando. Hoy, el influencer marketing no es solo una tendencia: es una industria creativa que ha generado miles de empleos, especialidades y nuevas formas de comunicación. Porque detrás de cada video, sesión de fotos o historia, hay un equipo — grande o pequeño— que hace posible que las ideas se vuelvan experiencias. La mayoría de los generadores de contenido comienzan haciendo todo por sí mismos: graban, editan, escriben, publican y gestionan sus redes. Ese inicio autodidacta es lo que da autenticidad y frescura a las redes sociales. Sin embargo, a medida que crecen, las demandas también crecen. Y es ahí donde el creador deja de ser solo una persona y se convierte en un ecosistema en movimiento. Surgen los editores de video, los fotógrafos especializados en contenido digital, los directores creativos, los community managers personales, asistentes, los creativos, las agencias, etc. Todos ellos contribuyen a que el mensaje se mantenga fiel al estilo del influencer, pero con una calidad y consistencia que responden a las exigencias de las marcas y las audiencias. Al mismo tiempo, las agencias de representación y estrategia se han consolidado como un nuevo tipo de intermediario

que combina visión comercial, análisis y creatividad. Son quienes conectan marcas con perfiles auténticos, gestionan contratos, planifican campañas y construyen relaciones a largo plazo. A su alrededor, han surgido productoras especializadas, agencias de PR digital, plataformas tecnológicas, analistas de performance y equipos de inteligencia artificial que miden impacto y afinidad de audiencias. Todos forman parte de un engranaje que hace posible que el influencer marketing sea hoy una industria profesional y medible, capaz de generar resultados concretos para las marcas. Esta industria no solo ha transformado la forma en que las marcas comunican, sino también la manera en que miles de profesionales encuentran nuevas oportunidades de desarrollo. Diseñadores, filmmakers, fotógrafos y creativos independientes han encontrado en este ecosistema un espacio para reinventarse y pertenecer sin estar frente a las cámaras. Incluso universidades y escuelas de negocios en distintas partes del mundo incluyen el influencer marketing dentro de sus programas, entendiendo que esta industria requiere estrategia, análisis y creatividad tanto como cualquier otra disciplina del marketing. Hoy, el influencer marketing es mucho más que una persona generando contenido frente a un espejo con su celular, es una red que une talento, estrategia y tecnología.

Y cuando todo ese universo se sincroniza, ocurre la magia: el contenido deja de ser una simple publicación para convertirse en una historia que inspira, conecta y construye comunidad. Porque detrás de un gran contenido hay una industria que no deja de crecer.

Escribe: Melissa Valencia

Al cruzar el umbral de Inprov Gym Boutique en La Planicie, el ruido del mundo parece filtrarse, disiparse, dejando solo un pulso uniforme: el latido de la disciplina convertido en experiencia. Cada línea arquitectónica, cada luz suave sobre el parquet impecable, parece narrar un mismo mensaje: aquí, el movimiento se conjuga con la estética y la ciencia, y el cuerpo se transforma mientras la mente se aquieta. Daniel Saavedra, gerente general y artífice de este refugio fitness, no buscó solo abrir un gimnasio; concibió un espacio donde la técnica, la atención humana y el diseño minimalista convergen en un ritual cotidiano de cuidado y superación.

Escribe: Nataly Vásquez

Gym Boutique de Vanguardia

“El entrenamiento no puede ser únicamente funcional; debe emocionar, motivar, acompañar”, dice Saavedra. Inprov redefine la noción de boutique en Perú: no es un lugar para ejercitarse, sino un escenario donde la comunidad se entreteje con la ciencia del rendimiento. La verdadera disrupción, explica, reside en la coherencia de cada elemento: estética, metodología y cultura fitness se funden para que cada miembro sienta que su progreso es celebrado, que su esfuerzo tiene un ecosistema que lo respalda. Es un lujo invisible: sutil, preciso y profundamente humano.

Comunidad que trasciende el sudor

La singularidad de Inprov se sostiene sobre principios que trascienden lo físico. Cada coach es custodio de un vínculo genuino; cada interacción está impregnada de respeto y atención. Eventos exclusivos, seguimiento personalizado, y la intención de crear un “sentido de familia” hacen que

La disrupción como forma y filosofía

pertenecer aquí sea más que un contrato o una membresía: es formar parte de una narrativa compartida donde cada logro resuena en la comunidad. Saavedra subraya que la autenticidad se cultiva en la consistencia: coherencia entre palabra, gesto y experiencia.

Horizontes medidos, esencia intacta Mirando hacia adelante, Inprov planea crecer sin diluir su identidad. La expansión no será una copia industrial; será un mapa donde la metodología, el diseño y la sensibilidad humana se replican con rigor. Cada detalle –la disposición de las máquinas, la iluminación, el trato del equipo– mantiene su filosofía original, preservando esa sensación de exclusividad emocional y profesional que distingue a la marca. Para Saavedra, la verdadera ambición no reside en llenar espacios, sino en transportar la misma atmósfera de inspiración y pertenencia a cada nuevo rincón que Inprov habite.

En Inprov, entrenar es un acto estético tanto como físico. Cada respiración, cada gesto, se convierte en parte de un ritual donde la geometría de la luz, la precisión de la técnica y la calidez humana dialogan sin interrupciones. Y al final del día, cuando el eco de los pasos se apaga, queda la certeza de que aquí no solo se esculpe el cuerpo: se cultiva un lugar donde pertenecer es un arte.

Hoy el bienestar tiene marca, estética y hasta color de feed. Nos dicen que para “estar bien” necesitamos la nueva botella viral, el matcha perfecto servido en vaso de vidrio, el mat de yoga de edición limitada, el journaling impecable, el detox de moda, el retiro de fin de semana, la aplicación premium de meditación… Y entre tanta tendencia wellness friendly, nos hemos acostumbrado a creer que el autocuidado es algo que se compra, se programa o se postea. Pero, paradójicamente, en esta obsesión por optimizarnos, estamos olvidando lo más simple y lo más poderoso: escucharnos. El nuevo lujo no es el accesorio de moda ni la rutina perfecta. El nuevo lujo es ir más lento. Es tener tiempo. Es respirar sin necesidad de un recordatorio. Es darte permiso de sentir sin corregirte. Porque el cuerpo habla. Y cuando no lo escuchamos, lo hace cada vez más fuerte: dolor de cabeza, gastritis, ansiedad, irritabilidad, cansancio emocional. Señales claras de un cuerpo que pide pausa… pero que no entra en nuestra agenda porque “no toca”. Como profesora de yoga, somática y mindfulness, veo a diario cómo buscamos “la herramienta exacta” cuando realmente lo que necesitamos es volver a lo más básico: preguntarnos qué necesitamos hoy, sin moldes externos. Y esa respuesta puede ser tan diversa como nuestras vidas: Aveces tu cuerpo te pedirá una práctica suave de yoga. A veces será una caminata en el malecón.

El nuevo lujo: ir más lento

Escribe: Ornella Puccio

Otras, unos minutos de respiración, un té tomado con calma , una meditación corta. Pero muchas veces —y esto casi nadie lo dice— el autocuidado será ver tu serie favorita comiendo pizza, hablar con una amiga que te sostiene, ir por un café y conversar sin prisa, pasar la tarde con tu familia, o simplemente descansar. Eso también es bienestar. Y es tan válido como cualquier tendencia. Porque cada persona vive un contexto distinto. Una mamá con tres hijos quizá no puede meditar 20 minutos al amanecer. Una persona que trabaja 12 horas no puede seguir la “that girl routine” que vemos en Instagram. Una estudiante con poco tiempo no tiene acceso a talleres o productos de wellness. Y sin embargo, todas pueden autocuidarse a su manera. Hace poco estuve en Buenos Aires y me sorprendió su relación con el disfrute simple: gente tomando sol en plazas —un lujo gratuito— compartiendo mate, conversando, caminando lento. Ese bienestar accesible debería ser algo que más ciudades promuevan. No desde el consumo, sino desde el espacio público, la comunidad y el ritmo humano. Porque el autocuidado, el real, no es un checklist. No se mide por hábitos perfectos. Y no tiene la obligación de verse “saludable”. El autocuidado es una brújula personal. Lo que a mí me sostiene quizás a ti no te funciona. Lo que hoy me calma, mañana puede cambiar. El lujo del bienestar no está en hacer más. Está en escucharte. En elegir desde adentro lo que tu cuerpo, tu mente y tu corazón necesitan hoy. Y en darte permiso de que ese “bienestar” no siempre se vea perfecto… pero siempre se sienta verdadero.

Brand trip con Vélez en Arequipa

La reconocida firma colombiana Vélez inauguró oficialmente su nueva tienda en el primer nivel del Mall Aventura Arequipa, consolidando así su presencia en el mercado peruano con un espacio que rinde tributo al arte del cuero, la tradición artesanal y la sofisticación contemporánea.

Escribe: Nataly Vásquez

El evento marcó un nuevo capítulo en la historia de expansión de la marca, que continúa fortaleciendo su conexión con el público latinoamericano a través de experiencias únicas y de una propuesta de lujo sustentada en la nobleza de los materiales, la sostenibilidad y la autenticidad.

En un ambiente que reflejó el equilibrio entre tradición y modernidad, la inauguración reunió a destacadas personalidades del mundo del lifestyle y la moda peruana, entre ellas Alondra García Miró, Luana Barrón, Solange Casis, Noelia Castro, Marcelo Frisancho, Lorena Delgado,

Gianella Neyra y Cristian Rivero, quienes participaron de esta celebración junto al equipo directivo de Vélez y a Revista Signature.

Desde Colombia, el propio Raúl Vélez, fundador de la marca, llegó junto a su equipo para compartir con los invitados una velada que reafirmó la esencia de

Vélez: un lujo con propósito, que honra el trabajo manual, el tiempo y la calidad.

“En Vélez estamos convencidos de la solidez de nuestra propuesta de valor para la moda latinoamericana y global. Cada colección refleja nuestro sello de autor, la maestría del trabajo artesanal del cuero y una visión de diseño que trasciende fronte-

ras. Llegar a Arequipa representa un logro muy especial dentro de nuestro proceso de expansión en el continente, no solo por lo que significa para la marca, sino por la conexión emocional que compartimos con su esencia artesanal, su historia y su legado. Si algo define a Vélez es nuestra capacidad de adaptarnos y de llegar a cada mercado con una propuesta auténtica que conecte

con el estilo de vida y la identidad de cada consumidor”, expresó Juan Raúl Vélez, CEO de la marca.

Con una atmósfera que evocó la calidez del sur peruano y la maestría del oficio, la nueva boutique se presenta como un destino donde convergen el diseño atemporal, la innovación y la herencia cultural del cuero trabajado con excelencia.

La apertura formó parte del Brand Trip Signature x Vélez, una experiencia de tres días en la Ciudad Blanca que combinó arte, gastronomía, naturaleza y moda consciente, con la participación de destacados creadores de contenido y figuras del lifestyle peruano.

Para Revista Signature, este encuentro

reafirma su compromiso de seguir narrando las historias que definen el nuevo lujo en América Latina: aquel que celebra la coherencia, la autenticidad y la conexión humana detrás de cada creación.

Invitados:

Fotos: Mihael Flowers
Cobertura exclusiva: Revista Signature
Producción y Viaje: Vélez Latinoamérica
Alondra García Miró, Luana Barrón, Solange Casis, Noelia Castro, Marcelo Frisancho, Lorena Delgado, Gianella Neyra, Cristian Rivero
Evento:
Inauguración de tienda Vélez – Mall
Aventura Arequipa
Presencia especial: Juan Raúl Vélez y equipo Vélez Colombia

Un espectáculo de alta cocina

En Bogotá, hay puertas que no se cruzan —se atraviesan como si fueran telones. La de Arrogante, el escenario gastronómico ideado por el futbolista James Rodríguez, es una de ellas. Basta un paso para que el murmullo de la ciudad quede atrás y la penumbra dorada anuncie que aquí no se viene a comer: se viene a presenciar. El aire huele a albahaca recién rota y a cuero curtido; las copas tintinean como preludio de una ópera invisible. Todo parece coreografiado, pero nada luce impostado. En este lugar, la teatralidad no es exceso: es lenguaje.

Escribe: Nataly Vásquez

La tradición italiana, reinterpretada como gesto contemporáneo

La carta no recita recetas, propone escenas. Sabores clásicos —carbonaras sedosas, tomates que saben a verano— conviven con técnicas precisas y guiños locales, como si Roma se hubiese permitido un romance con Colombia. Nada pretende ser más sofisticado de lo necesario. Hay respeto por lo ancestral, pero también apetito de futuro. Cada plato se ofrece como un diálogo entre épocas: lo que fue, lo que es, lo que podría ser.

Un restaurante que se comporta como un escenario

La estética no es complemento: es el argumento principal. La luz acaricia las superficies como si supiera dónde detenerse. Los camareros se mueven con solemnidad casi ceremonial, atentos pero nunca invasivos. El sonido del ambiente está milimétricamente equilibrado; se escucha risa, pero nunca ruido. Más que hospitalidad, hay una forma de elegancia silenciosa que conquista sin anunciarlo.

Más que un destino gastronómico, un ritual que pide ser contado

Bogotá vive un momento de efervescencia culinaria, pero Arrogante no compite —provoca. No busca ser el mejor restaurante, sino el más recordado. Aquí, los comensales no hablan solamente de lo que probaron, sino de lo que sintieron. Porque en este lugar, la experiencia no termina con el último bocado. Se queda adherida a la memoria, como esos perfumes intensos que no se olvidan aunque solo hayan rozado la piel.

En una ciudad que aprende a celebrar sus propias noches, Arrogante no es un lugar para comer: es un recordatorio de que, cuando el ritual está bien ejecutado, la cena puede ser, también, una obra.

Alessandra Sala: debut literario estelar

A veces, los relojes marcan algo más que la hora. El espacio de DSala Café, en Alberto del Campo, se transformó en un refugio sensorial para celebrar “3:33”, el primer libro de Alessandra Sala, editado por Editorial Planeta en colaboración con Jockey Plaza. En medio del aroma a café recién molido y de una luz que parecía filtrarse con intención, la mañana propuso algo inusual en tiempos de prisa: detenerse para escuchar el propio silencio.

Escribe: Nataly Vásquez

CCada detalle del encuentro replicó la atmósfera íntima del libro —una obra hecha de pausas, pensamientos y frases que se desprenden como hojas de calma—. Entre tazas humeantes y miradas curiosas, la autora invitó a los presentes a reconectar-

se con lo esencial, ese lugar interior donde las señales aparecen cuando uno está listo para verlas.

Palabras que se encuentran El corazón del evento fue un mural que parecía latir: “Take a letter, leave a letter”.

En él, cada visitante podía llevarse una frase escrita e intercambiarla por una palabra propia. Lo que comenzó como un gesto simple se convirtió en una red silenciosa de emociones compartidas, un espejo colectivo donde cada letra hablaba del deseo de dejar huella.

Días antes, la ciudad ya había sido cómplice. Con la activación urbana “Encuentra tu 3:33”, Alessandra y su equipo escondieron mensajes y premios alrededor del café. Fue una forma de extender el libro más allá de sus páginas, transformando la búsqueda de sentido en un juego poético entre calles, esquinas y coincidencias.

La belleza de lo que no se apura 3:33 no pretende ser leído de corrido. Es un libro que se hojea al azar, como quien abre una ventana en mitad del día y deja que entre el aire. Cada página invita a hacer una pausa, a mirar hacia adentro y reconocer en el papel lo que muchas veces se calla. No hay moralejas ni promesas, solo fragmentos que se encienden en el momento justo —cuando el alma, como el reloj, marca su propia hora exacta.

Con esta publicación, Alessandra Sala consolida su universo creativo: uno donde el café, la introspección y la estética convergen en una misma experiencia. Su obra no solo se lee, se habita. Es una extensión natural del ritual cotidiano que DSala propone: un recordatorio de que el bienestar comienza cuando uno se permite detener el ruido.

Y así, a las 3:33, cuando el mundo parece suspender su respiración por un instante, hay quienes descubren que el verdadero mensaje nunca llega tarde. Solo aparece cuando uno está dispuesto a mirar.

En el corazón de San Isidro, donde las fachadas modernas se entrelazan con el verdor urbano, una nueva experiencia sensorial despierta los sentidos. Café del Bosque presentó “Origen de cada sabor”, un concepto que trasciende la idea de una simple cafetería boutique para convertirse en un ritual contemporáneo: una celebración del café como arte, del espacio como lenguaje y del instante como estética.

Escribe: Nataly Vásquez

Un manifiesto en aroma y diseño

E La excelencia de redefinir San Isidro con estilo

l pasado jueves 6 de noviembre, la avenida Daniel Hernández 285 se transformó en un escenario donde el arte, la música y la gastronomía dialogaron con naturalidad. Un muralista intervino el espacio en vivo, trazando con pigmentos y silencios la metáfora de un renacer; mientras tanto, un DJ set envolvía la ve-

lada en una atmósfera elegante y etérea.

En colaboración con Aperol Spritz, los invitados —entre ellos empresarios, creadores, periodistas y referentes del circuito cultural limeño— descubrieron signature bites, activaciones sensoriales y detalles de lujo que consolidaron la esencia del nuevo Café del Bosque: la armonía entre naturaleza, diseño y sabor.

El arte de volver al origena

El proyecto, impulsado por los creadores de Boulevard Del Bosque y el Hotel DoubleTree by Hilton, reafirma una visión que entiende la hospitalidad como experiencia estética. Cada rincón del café respira una curaduría precisa, donde la madera conversa con la luz y el aroma del café se convierte en gesto y memoria. Es un espacio que invita a reconectarse con lo esencial, a mirar el café no como consumo, sino como contemplación.

Lima, entre el bosque y la ciudad

En tiempos donde la velocidad define el pulso urbano, Café del Bosque propone una pausa con significado. Redefine el lifestyle contemporáneo limeño, convirtiendo cada sorbo en un viaje hacia

los orígenes: del grano al aroma, del diseño a la emoción, del presente a la raíz. No es una inauguración más, sino una declaración de estilo —una oda a los sentidos que se descubren al ritmo de una melodía suave y de un espresso perfecto.

Al final, cuando el último aroma se disuelve en la tarde, queda una certeza: el bosque no está afuera, sino dentro de cada sabor.

Chicken & drinks by Pollizos

El viernes 14 de noviembre , la ciudad pareció suspenderse entre burbujas y aroma a pollo dorado. Pollizos presentó Chicken & Drinks, un concepto que fusiona música en vivo con maridaje de pollo y champagne, y que reunió a jóvenes entre 25 y 35 años en un ritual de sabor y sofisticación discreta. La propuesta convirtió una noche cualquiera en una experiencia sensorial donde cada detalle, desde el crujido de la piel hasta el brillo efervescente de la copa, fue un gesto medido de lujo contemporáneo.

Escribe: Nataly Vásquez

Entre mesas compartidas y luces cálidas, el pollo dorado se convirtió en narrador silencioso de la velada. Las burbujas del champagne acompañaban cada bocado, equilibrando textura y sabor, mientras la música en vivo componía un hilo invisible que atravesaba el salón. La atención a los detalles —platos servidos con precisión, copas alzadas al ritmo de conversaciones animadas, y un ambiente donde la ciudad se percibía desde la intimidad de cada

mesa— transformó el maridaje en experiencia estética. En ese diálogo de texturas y sonidos, el lujo dejó de ser ostentación y se convirtió en sensación, casi cinematográfica.

Presencias que añaden identidad Los hermanos Braedt se sumaron a la noche, añadiendo un guiño discreto a la cultura local y recordando que Lima también se escribe desde rituales contemporáneos que combinan gastronomía y música. Entre risas contenidas, brindis prolonga-

dos y sorbos que brillaban bajo las luces del salón, los invitados compartieron más que un plato: compartieron un instante donde la ciudad se siente cercana y el placer de la mesa se convierte en memoria. La velada demostró que Pollizos entiende su concepto: no se trata solo de comer, sino de habitar un espacio donde cada gesto, cada sabor y cada sonido se entrelazan.

Entre copas y el murmullo de la música, Chicken & Drinks consolidó un nuevo formato de encuentro nocturno para la ciudad. En un espacio donde la gastronomía y la comunidad dialogan, Pollizos confirmó que el lujo discreto se construye en los detalles y que, a veces, la perfección de una noche reside en lo simple: pollo dorado, champagne y la compañía precisa para que cada bocado se vuelva recuerdo.

Legado en código especialidad

En una finca envuelta por neblinas y memorias, un hombre decidió volver al origen. No buscaba rentabilidad ni prestigio, sino recuperar un pulso: el del café que respiró su infancia. En Villa Rica, entre los ecos de los cafetos y la voz ausente de su padre, Arturo Marín Salazar empezó a reconstruir una historia que había dormido en la tierra. De esa búsqueda nació Don Salazar Coffee, una marca que no solo sirve café, sino que honra la herencia de un linaje, el deseo de trascender y la belleza de un oficio paciente.

El origen en una taza

“Don Salazar nace de dos motivos muy personales”, recuerda Arturo, con esa serenidad que solo tienen quienes hablan desde la raíz. “Por un lado, mi deseo de emprender y generar un impacto positivo; por otro, una motivación profundamente emocional: mi padre y el legado cafetalero de mi familia.”

La historia empieza en 1942, cuando su abuelo fundó la finca Marín, en Villa Rica. Décadas más tarde, la tierra quedaría en silencio. El fallecimiento de su padre marcó un punto de quiebre y el campo se detuvo, como si el tiempo hubiese olvidado respirar. Hasta que, en 2016, Arturo decidió volver.

Regresó no por negocio, sino por amor. Quería recuperar el lugar donde había sido feliz, donde el olor del café recién tostado se mezclaba con la luz de las mañanas. “Siempre lo vi como recuperar mi hogar”, confiesa. Así nació Don Salazar, con el

Escribe: Nataly Vásquez

rostro de su padre en el logo y el apellido de su madre como bandera. Una marca concebida como un homenaje: a la familia, al origen y al café peruano.

Elegancia que no excluye

En un país donde el café ha sido, durante años, una rutina más que una experiencia, Don Salazar apostó por la educación y la sensibilidad. “Sabía que se venía una ola mundial del café de especialidad, y quise subirme a ella educando al consumidor no experto”, dice Arturo.

Así nacieron innovaciones que redefinieron el consumo local —Coffee2Go, Press2Go y los filtros de café que se convirtieron en tendencia—. Pero más allá de los formatos, lo que distingue a Don Salazar es una idea clara: la elegancia no debe ser excluyente, sino inspiradora.

“El lujo no está en el precio ni en la apariencia, sino en la experiencia”, afirma. En el respeto por el origen, en el ritual cotidia-

no de una taza que lleva consigo la historia de un campo.

Buscamos que cada persona sienta orgullo por el café peruano, como lo siente por nuestra gastronomía

En esa misión, la educación no es un discurso, sino un acto. Los baristas son narradores de una cadena invisible que va del cafeto al corazón, del campo a la ciudad. “Una vez que alguien prueba un buen café por primera vez —dice Arturo— ya no hay vuelta atrás.”

Tradición con mirada contemporánea Don Salazar vive en ese punto exacto donde el pasado se encuentra con la mo-

dernidad. Su propuesta reinterpreta los rituales latinoamericanos —ese café con leche de las mañanas familiares, el pan con pollo que evoca la infancia— con un lenguaje nuevo. “Todo el mundo recuerda con felicidad su niñez, y cuando logras conectar esa emoción con el presente, el resultado es mágico.”

Así nacen los Black Cappuccino, Green Cappuccino o el Cappuccino de Turrón, que mezclan nostalgia con creatividad. Detrás de la carta y el diseño, hay una narrativa que une mundos: el alma de Villa Rica y la precisión de Lima.

“Traemos el campo a la ciudad —explica Arturo—, pero sin perder la calidez de sus manos.” Esa tensión entre tradición y vanguardia es lo que da forma al universo visual de Don Salazar: una estética limpia, pero profundamente emocional.

El café, dice él, también enseña a esperar. Desde que se planta el cafeto hasta que produce, pasan años. “Nada realmente bueno nace de la prisa.” Esa frase podría ser el mantra de toda su filosofía.

El eco del legado

El éxito, para Arturo Marín Salazar, no se mide en cifras ni en locales abiertos.

“Es hacer lo que amo, honrando el legado de mi familia.” Lo que empezó como una finca recuperada se ha convertido en una marca reconocida en todo el país, pero también en una comunidad que comparte propósito: elevar el café peruano al nivel que merece.

Hoy, Don Salazar Coffee ocupa el puesto 41 entre las 100 mejores cafeterías de Latinoamérica, un logro que llegó antes de lo previsto, pero que confirma una certeza: cuando el propósito es genuino, el reconocimiento llega como consecuencia.

“Más que un punto de llegada, es un punto de partida”, asegura. Los próximos pasos incluyen una nueva carta, una app de recompensas y más proyectos que buscan perfeccionar la experiencia de cada cliente. Pero su visión va más allá del negocio. Sueña con crear un centro de investigación cafetalera en el Perú, un espacio que profesionalice y potencie la industria desde su raíz.

Entre los aromas del tostado y el rumor de la molienda, Arturo Marín Salazar ha construido más que una marca: ha reencendido una historia dormida en la tierra. En cada taza de Don Salazar hay una promesa silenciosa —la de que el café peruano puede ser arte, memoria y orgullo a la vez. Y que, a veces, basta una taza para volver a casa.

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El streetwear como identidad

La luz de la mañana cae sobre la ciudad y, entre cafés y esquinas, Marcelo Frisansho observa el mundo con la calma de quien entiende que cada gesto comunica. Su estilo, dice, nació entre risas y comedia, pero siempre con la moda como hilo invisible que lo ha acompañado. Hoy, entre streetwear y sofisticación, su mirada revela un código personal: la autenticidad como lenguaje universal.

Escribe: Nataly Vásquez

Un estilo que respira coherencia

Para Marcelo, cada publicación, cada colaboración, es una extensión de sí mismo. No hay artificios ni concesiones: solo alianzas con marcas que reflejan su vida y valores. La credibilidad, afirma, no se compra; se construye en el tiempo, en la consistencia de mostrar quién se es realmente. Desde la elección de un outfit hasta la forma de compartir sus viajes, todo se convierte en una narrativa que define su marca personal.

El lifestyle como lenguaje global

Más allá del contenido, Frisansho sostiene que el verdadero eje está en los hábitos: disciplina, alimentación, deporte y mentalidad. Este equilibrio cotidiano proyecta la versión más consciente de sí mismo y permite que su comunicación trascienda la estética. Observa el panorama local con ojo internacional: Perú alberga talento y creatividad; lo que diferencia a cada creador es la capacidad de conectar de manera auténtica con su comunidad, y allí reside el potencial de crecimiento y la llegada de marcas globales.

Ser reconocido no es un destino, sino un proceso que se construye con coherencia y constancia. En la voz de Marcelo Frisansho, el estilo no es solo lo que se viste, sino lo que se vive, lo que se respira, lo que deja huella.

Crecer con sello de autenticidad

Hay voces que no buscan eco, sino encuentro. En la era del ruido, Emilio C. Bulos elige la pausa: un espacio de conversación que no pretende entretener, sino revelar. Desde la intimidad visual de Conectadoz hasta la elegancia contenida de Lucano, su universo profesional fluye entre la palabra y la presencia, entre lo intangible y lo que se viste. En cada gesto, una coherencia; en cada proyecto, una extensión de su mirada hacia lo esencial: la autenticidad como forma de sofisticación.

Escribe: Nataly Vásquez

Conversar para entenderse

Conectadoz nació, dice, como un sueño personal. Pero la idea pronto se volvió espejo. Lo que empezó como un podcast terminó siendo un espacio coral donde las historias de otros reflejan también la suya. Bulos no entrevista, conversa. Desde la mirada de jovenes emprendedores, sus oyentes aprenden desde la experiencia. No indaga desde el juicio, sino desde la curiosidad: “Cada persona tiene algo que compartir, una fuerza interna que la llevó hasta ahí”, confiesa. Esa fuerza, más que el dato o la anécdota, es lo que busca revelar frente a la cámara.

En tiempos donde la comunicación suele disfrazarse de espectáculo, Conectadoz rescata la vulnerabilidad como una forma de belleza. Bulos entiende que mostrar fragilidad es también un acto de poder. Por eso, cada episodio respira con la calma de lo honesto: el emprendedor que confiesa sus miedos, el creativo que habla del fracaso como parte del viaje, el líder que recuerda por qué empezó. El resultado no es una entrevista, sino un retrato emocional en movimiento.

Lucano: la elegancia como propósito

La segunda piel de Emilio —literal y simbólica— se llama Lucano. No es solo una marca de ropa; es un manifiesto de estilo y respeto. “Estar bien vestido es una forma de respeto hacia ti mismo y hacia los demás”, dice, y en esa frase se condensa toda una filosofía estética.

Cada camisa, cada textura, responde a una idea de modernidad serena, donde el vestir no es un gesto superficial, sino una declaración silenciosa de identidad.

Lucano traduce su manera de estar en el mundo: sofisticación sin estridencia, elegancia con intención. La marca no busca imponer tendencia, sino invitar al hombre contemporáneo a elevar su cotidianidad. En ese gesto, la moda deja de ser consumo para volverse cultura; una cultura del cuidado, del detalle y del autocontrol.

El peso de la coherencia

Construir una marca personal sólida, coherente y humana en redes sociales es hoy casi un acto

de resistencia. Bulos lo ha hecho con una mezcla de estrategia y convicción. Tres años, más de 150 mil seguidores, y una sola línea editorial: contenido de valor. En un océano digital de inmediatez, su brújula ha sido la perseverancia.

“Crecí lento, pero fuerte”, dice. Y en ese ritmo hay una ética: la de no ceder al algoritmo, la de sostener una estética que privilegia el fondo sobre la forma.

Su universo digital es un cruce entre la comunicación corporativa y la aventura sensorial. Lo hemos visto en helicópteros de la Fuerza Aérea, en naves de la Marina de Guerra, en eventos empresariales y culturales de alta relevancia. Pero más allá del escenario, su narrativa persiste: inspirar desde la posibilidad, mostrar que lo extraordinario es alcanzable cuando se actúa con propósito.

En el fondo, lo que une a Conectadoz, Lucano y a la figura de Emilio C. Bulos es

una misma convicción: la elegancia como lenguaje del alma. Conversar, crear, vestir, comunicar —todo responde a un mismo código invisible.

Su voz no busca convencer; busca resonar. Y en esa resonancia silenciosa, donde la forma abraza al fondo, la comunicación se vuelve arte: el arte de conectar, con otros, pero sobre todo, consigo mismo.

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