REGATAS | Edición 297|CULTURA DE PAZ

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SOLIDARIDAD

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TIEMPO DE ESPERA, TIEMPO DE ESPERANZA Escribe: Mariana Valle-Riestra

Foto: Sanyin Wu

CON SU PROGRAMA APRENDO CONTIGO, CARLA CAVASSA DEVUELVE A UN GRUPO DE NIÑOS HOSPITALIZADOS LA OPORTUNIDAD DE ESTUDIAR Y JUGAR.

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inicios del año 2000, Carla Cavassa, maestra y asociada del club, recibió la llamada de Ana Gaveglio, una madre de familia del nido Caritas Felices, del cual es directora. Ana, que recientemente había perdido a su hijo menor tras una larga batalla contra el cáncer, le proponía crear juntas un programa solidario que acercara los contenidos escolares a niños hospitalizados. De esa manera no perderían clases y, vencida la enfermedad, les sería más fácil retomar los estudios en sus colegios de origen. Ambas pusieron manos a la obra. Carla diseñó la estructura pedagógica del proyecto y Ana se ocupó de la parte administrativa. En agosto de ese año lograron abrir, junto con diez voluntarias, la primera aula de Aprendo Contigo en el Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN). Hoy ya son 230 los asistentes educativos que diariamente atienden a más de 200 niños en tres distintos centros de salud: el Instituto Nacional de Salud del Niño, el INEN y el Hospital de Emergencias Pediátricas. «Lo que hace Aprendo Contigo es devolverle al niño lo que la enfermedad le ha quitado. Es decir, la posibilidad de ir a la escuela y de cumplir con las tareas propias de su edad: estudiar y jugar», explica Carla. «En estos diecinueve años, 50 mil niños han pasado por nuestro programa, que abarca desde estimulación temprana hasta secundaria». Con los voluntarios —que permanentemente reciben capacitación en pedagogía hospitalaria—, los niños participan en clases grupales y juegos educativos; hacen manualidades y se relacionan con sus pares. Además, se les ofrecen actividades complementarias, como narración de cuentos, funciones de teatro y títeres, biblioteca, videoteca, taller de arte y música. Así logran olvidarse de sus enfermedades durante algunas horas. Cuenta Cavassa que el ochenta por ciento de los niños que atienden provienen de diversos lugares del interior del país, donde viven en condiciones de extrema pobreza. «Las familias hacen un esfuerzo enorme a nivel económico y emocional», comenta la cofundadora. «Muchos pertenecen a entornos de naturaleza plena, con idiomas o costumbres distintas, y llegar al caos de Lima para recibir un tratamiento invasivo en el hospital les resulta muy chocante. Nosotros

buscamos que se sientan acogidos, valorados y evitar que la enfermedad se convierta en el centro de sus vidas». Cuando es dado de alta, cada niño recibe un certificado de asistencia al programa Aprendo Contigo, que tiene validez para el Ministerio de Educación. «Según los testimonios de muchísimos padres, gracias a este programa sus niños no solo han podido reintegrarse con éxito a sus escuelas de origen, sino que tienen una seguridad y autoestima mayor que la de sus compañeros», afirma Carla. La seriedad del programa incluso llamó la atención del Ministerio de Educación, que en el 2016 solicitó a las fundadoras su modelo educativo para estudiar su aplicación a nivel nacional. Aprendo Contigo, que se lleva a cabo sin apoyo del Estado —reciben donaciones a través de su página web—, ha coleccionado asimismo prestigiosos reconocimientos internacionales, como el Premio Fundación Vidanta y el Premio Esteban Campodónico. «Queremos desterrar la idea de que la enfermedad es sinónimo de muerte», dice Cavassa. «Creemos que es más bien una oportunidad para luchar, para incorporar experiencias enriquecedoras y para trascender a través del servicio y la solidaridad». REGATAS 49


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