REGATAS | Edición 267 | ALESSIO BOTTERI

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M DEPORTES EN EL CLUB

aría Beatriz Acurio, la madre de Ignacio, tuvo una duda. Muchas veces, asomaba la misma pregunta. «¿Juega porque le gusta o por seguir una tradición familiar?». Eso dice una voz dentro de Acurio. Su esposo, Hans Buse, tiene una academia de tenis; y su suegro, Eduardo “Gringo” Buse, fue un recordado tenista que ganó varios campeonatos nacionales e internacionales durante los sesenta. Con una casa llena de trofeos y medallas, podríamos decir que su hijo fue convocado por hilos invisibles a ser el heredero de una dinastía. Pero esto no se trata de una imposición divina o de una complacencia terrenal. A Ignacio de verdad le divierte jugar tenis. Y a su madre, María Beatriz, después de verlo entrenar durante horas, a la par con sus estudios, le queda una certeza: es la pasión más concreta de su hijo.

— ¿Qué te hace un buen jugador de tenis? —le pregunto. — Mi derecha, mi volea y mi drop —responde seguro de sí. — ¿Y tus puntos débiles? — No puedo decirlo —aguanta la risa. — ¿Tus rivales pueden darse cuenta? — ¡Claro que sí! —estalla la risa. Algunos días llega a Villa Deportiva para practicar junto a otros chicos de su edad, durante cuatro horas de la tarde. Otros días entrena en la academia de su papá en San Isidro. Gracias a él tuvo su primer contacto con el tenis, cuando le regaló su primera raqueta a los tres años. Hasta el día de hoy juegan partidos casi todos los fines de semana. Su rival en esas contiendas familiares se expresa así de Ignacio: «Es muy inteligente para jugar. Tiene mucha concentración. Esa es su mejor virtud por ahora. Además sus golpes están bien. Son todos homogéneos y esa es una de sus fortalezas», dice Hans Buse. Quizás uno de sus principales retos fue trazar una línea divisoria entre sus roles como padre y entrenador. A pesar de que ese tipo de relación puede generar ventajas, como

conocer de manera más real al jugador, también propicia inestabilidad en el lado emocional. «A pesar de su edad, y que alguna vez ha cruzado esa línea, Ignacio ha ido mejorando y lo seguirá haciendo con el tiempo». Sin embargo, durante el torneo mundial Coupe Le Blanc U12, realizado en agosto de este año, los nervios le jugaron una mala pasada. Su primer rival, el número uno de Canadá, Jaden Weekes, mostró un juego impecable para su edad. A pesar de la derrota, no se desanimó y siguió jugando hasta conseguir la tercera ubicación en el podio. Debido a su trayectoria reciente, los padres de Buse han llegado a un acuerdo. «Así sea el número uno,

«Es muy inteligente para jugar. Tiene mucha concentración», dice Hans buse, su padre y entrenador. debe encontrar un equilibrio con los estudios. Y luego, si desea, después de la universidad, puede continuar como profesional», afirma su mamá, que piensa que una beca deportiva en el extranjero podría ser una posibilidad viable para su carrera. Lo cierto es que por ahora Ignacio Buse solo quiere jugar y divertirse sobre la arcilla.

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