10 minute read

LA MÚSICA TRADICIONAL DE ZAMORA MIRA AL FUTURO

Next Article
SPIDERMAN

SPIDERMAN

Eva Garrido

Martes, 30 de noviembre de 2021. Miguel Manzano tiene una cita en el Teatro Ramos Carrión de Zamora. Un concierto un tanto especial. Le espera un asiento exclusivo en la primera fila de un patio de butacas abarrotado como nunca y, por delante, una hora y media de música que conoce muy bien: su propia música.

Advertisement

Después de treinta años dedicado en cuerpo y alma a su mayor pasión, la sociedad zamorana le rinde homenaje en un concierto en el que escuchará sus propias obras. Una cita que abre las puertas a un reconocimiento de un trabajo invisible que pretende hacerse visible. Y es que, a partir de esta noche, su nombre pasará a ser mucho más que un nombre. El Conservatorio, el centro de música más importante de la ciudad, pasará a llamarse Conservatorio Profesional de Música Miguel Folklorista apasionado, compositor, investigador, catedrático superior de música que ha dedicado toda su carrera a poner sobre el papel lo que hasta entonces sólo era transmisión oral, Miguel Manzano es uno de los músicos zamoranos con mayor trayectoria por su incansable labor en un terreno pocas veces reconocido: el ámbito de la música tradicional.

¿Por qué él y por qué ahora? ¿Ha llegado el momento del reconocimiento? ¿Vive la música tradicional un revival? ¿Tiene cabida el folkore dentro de la música reglada que tanto se aferra a los patrones clásicos? ¿La tiene también dentro de la música popular que nos encontramos en la radio o en las salas de concierto?

Frente a estas preguntas subyace una eterna pelea entre las raíces y la modernidad que nos sitúa en el presente y en el que, como ocurre

prácticamente siempre, se tiñe de blancos y negros para dibujar grises que se entremezclan haciendo un retrato en el que constantemente se cuelan historias (y sonidos) de antes y de ahora.

“En Zamora el folk es una moneda de dos caras: una mira hacia atrás, buscando viejas canciones en peligro de extinción, mientras la otra mira hacia adelante pidiendo reinvención”. Ariel Rot

DOS MIRADAS

Decía Ariel Rot en el programa de Un país para escucharlo que dedicaron a la música zamorana que aquí “el folk es una moneda de dos caras: una mira hacia atrás, buscando viejas canciones en peligro de extinción, mientras la otra mira hacia adelante pidiendo reinvención”.

¿Es Zamora un terreno fértil para la música tradicional? Los músicos que participaron entonces en aquel reportaje (El lado oscuro de la broca y Luis Pedraza) lo tenían claro. En esta tierra, la tradición está presente.

A modo de símil con la naturaleza, Luis Pedraza defendía que, si la tradición musical fuera una planta, podríamos encontrar a quien escarba más hacia las raíces y a quien prefiere moverse más arriba, entre el verdor de las hojas. Pero que todos, al fin y al cabo, forman parte de ella.

¿Dónde se encuentran esas raíces? ¿A dónde habría que ir a buscarlas? Trabajos como el que realizó precisamente Miguel Manzano durante casi toda su ca-

Luis Pedraza, luisantoniopedraza.com

EL TRABAJO DE CAMPO DE LA ETNOMUSICOLOGÍA

Hubo un tiempo donde los pueblos eran pura fuente de cultura, se narraban historias, se cantaban canciones y todo ese bagaje cultural era volcado de padres a hijos, de generación en generación a través, única y exclusivamente, de la tradición oral.

Miguel Manzano ante el conservatorio que

lleva su nombre, laopiniondezamora.es

Cuando empezaron a utilizarse los primeros aparatos de grabación a finales del siglo XIX y principios del XX, los etnomusicólogos (especialistas en estudiar la antropología de la música) comenzaron a recopilar fuentes y fuentes inmensas de cultura popular que quedó grabada, primero en cilindros de cera, más tarde en cintas de casete, hasta llegar a día de hoy a las grabaciones digitales tanto de vídeo como de audio. Toda esa música sirvió para estudiar, sobre todo, la cultura de los pueblos que poco a poco parecía tender a desaparecer. Miguel Manzano es uno de esos osados que se atrevió a adentrarse en la historia de su propia cultura para registrar las canciones populares que la tradición había ido creando por pura necesidad. Canciones que unas veces hablaban del trabajo en el campo, otras de las fiestas, las bodas o las rondas, de los cantos religiosos o de la vida cotidiana. Canciones llenas de información para descubrir también cómo era el día a día de nuestros antepasados porque en ellas apenas había pasado el tiempo, se transmitían casi intactas entre generaciones.

Miguel Manzano es uno de esos osados que se atrevió a adentrarse en la historia de su propia cultura para registrar las canciones populares que la tradición había ido creando por pura necesidad.

Fue en el verano de 1972 en el pueblo de Carbajales de Alba cuando, por pura casualidad, magnetófono en mano, Miguel Manzano inició esta labor a la que terminó dedicando casi treinta años de su vida y con la que consiguió registrar cientos de canciones de tradición oral de toda la geografía de Castilla y León. Estas vieron la luz en importantes publicaciones como el Cancionero de folklore zamorano (Manzano 1982), Cancionero popular de Castilla y León (Díaz, Manzano 1989) Cancionero básico de Castilla y León (Manzano 2011), Cancionero leonés (Manzano, Barja 1988) o Cancionero popular de Burgos (Manzano 2001), entre otras. Todas estas obras (y algunas más) dejaron a su vez un fondo sonoro tan amplio que sus cifras pueden resultar abrumadoras. Por anotar un dato, solo la Biblioteca

Nacional de España conserva un archivo con documentos musicales que contiene 398 casetes y 25 cintas abiertas que se pueden consultar de forma gratuita.

Esos cancioneros fueron, sin duda, una importante fotografía de una cultura ahora relegada al mundo rural pero que no hace tanto latían en las vidas de muchos, de casi todos. ¿Desde dónde contemplamos ahora ese retrato? ¿Lo seguimos considerando como nuestro o nos es ajeno en parte o en su totalidad?

ESCUELAS DE FOLKLORE FUENTE DE INSPIRACIÓN PARA LA MÚSICA POP

La tradición está en la vida de los zamoranos. Y prueba de ello son la decena de Escuelas de Folklore que se esparcen por toda la provincia y que ponen de manifiesto el interés por mantener viva la cultura popular, no sólo a través del boca a boca, sino también permitiendo una institucionalización, un método de trabajo y cierta categorización.

Aliste, Benavente, Fermoselle, Fuentesaúco, Sanabria, Sayago, Tierras de Tábara, Toro, Valles del Tera y Zamora cuentan con su propia escuela de Folklore y en ellas se imparten asignaturas de gaita, dulzaina, percusión, pandereta y pandero, flauta y tamboril, lenguaje musical y folklore infantil.

Estas escuelas están gestionadas por el Consorcio de Fomento Musical de Zamora, una institución que desde 1988 trabaja con el objetivo de difundir la música tradicional de la provincia. “Hablar de música tradicional no es hablar de algo estático. Una parte de la música tradicional se está resignificando atendiendo a la idea de reciclaje musical”. Pablo Madrid

La formación es, sin duda, la mejor difusión. Pero cabe destacar que a estas escuelas de música y baile también se suman otra serie de iniciativas, como la edición de discos, publicaciones y la programación de conciertos.

Los amantes del folk tendrán, sin ir más lejos, una cita este 2022 con el festival del reciclaje musical Son de Raíz. Esta propuesta, que rescata una primera edición celebrada en 2014, pretende apostar por la música tradicional desde el prisma de la modernidad, trayendo a escena a grupos como Mayalde, Odaiko, Primitive Grooves o Raúl Rodríguez.

Grupo Mayalde, facebook.com

“Hablar de música tradicional no es hablar de algo estático”, defendía el director del Consorcio de Fomento Musical de Zamora Pablo Madrid en la presentación del festival. Y es que “una parte de la música tradicional se está resignificando atendiendo a la idea de reciclaje musical que parten de los elementos que la música de raíz nos ha aportada a través de la tradición, pero no son los mismos ritmos ni se hacen como se hacían”. Considerando su reflexión, ¿cómo se refleja este intercambio de unas músicas a otras? ¿De qué forma bebe la música actual de la tradición y el folklore? ¿Dónde y cómo escuchamos esta fusión?

En pleno siglo XXI, cuando el mainstream musical se mueve del reggaeton al trap, pasando por el pop y la música indie, el folk ha ido apareciendo sigilosamente colándose en los ritmos y las melodías de muchas de sus canciones.

Por un lado, la música tradicional mira hacia adelante con propuestas fusión como la que propone el propio Luis Pedraza, todo un referente de la música tradicional zamorana, en su nuevo disco ‘Folk elements’ que veía la luz el pasado mes de enero. En él, la flauta pastoril de tres agujeros y el tamboril se abren a las sonoridades de la música clásica con un repertorio más virtuosístico y un lenguaje musical más formal, que ponen a instrumento e instrumentista al límite de la ejecución.

Pero también ocurre al contrario. Y es quizás este punto el más significativo en ese viaje de ida y vuelta en el que conversan ambos mundos. Cada vez encontramos más ejemplos de músicas que beben de la tradición para nutrirse. Ejemplos que suenan en la radio, se presentan en televisión y que reciben miles de visitas en internet cada día.

Desde Rodrigo Cuevas con su folk electrónico a C. Tangana con un

viaje a las subculturas de barrio a veces denostadas, hasta Vestusta Morla abrazando la copla o el trío de pandereteiras aspirantes a Eurovisión Tanxugueiras, todos ellos tienen mucho que contar desde la raíz pero con el lenguaje del siglo XXI.

Rodrigo Cuevas, lacosta.cat

“La música tradicional está hecha para compartirla. La gente humilde cantaba por compartir un canto, algo tan etéreo pero tan necesario, y es lo que seguimos predicando cada día”. Eusebio Martin, grupo Mayalde

¿Por qué triunfa ahora este mensaje? El propio Rodrigo Cuevas aseguraba en una entrevista a InfoLibre que quizás esto venga “por un interés de la memoria no contada desde la versión oficial de la historia, sino desde la versiones personales, locales. […]Las verdaderas historias, que son las de la vivencia de la gente, no se contaron. Lo que tiene el folklore es que es una descripción en tiempo real de las vidas, de los sentimientos, de las costumbres, de las tradiciones de un tiempo pasado. Una descripción de la cosmovisión de un pueblo”. MÚSICA QUE DEJA HUELLA

Si algo queda claro es que la reinvención es sinónimo de buena salud. Y, como defendía Eusebio Martín, uno de los fundadores del grupo Mayalde, en una entrevista en La Opinión de Zamora “la música tradicional está hecha para compartirla [..] La gente humilde cantaba por compartir un canto, algo tan etéreo pero tan necesario, y es lo que seguimos predicando cada día”. Cómo la compartimos, cómo la vivimos y cómo la sentimos es lo que ha podido cambiar a lo largo de todos estos años. Pero, mientras siga emocionando, seguirá viva. ¿Lo sienten así las nuevas generaciones? ¿Hay un hueco para ellas en su memoria? Baste este ejemplo como respuesta: Unos días antes de la celebración del homenaje a Miguel Manzano, en el Conservatorio de Zamora se respiraba cierto aire de nerviosismo, de emoción, de ensayos… Los preparativos iban viento en popa para la inauguración de su nuevo nombre: Conservatorio Profesional de Música Miguel Manzano de Zamora.

Aquella tarde Jorge Rafael Gómez Cáceres, su director, se encontró con una alumna en los pasillos del centro que, sin dudarlo, le preguntó: “Oye, Rafa, ¿y quién es Miguel Manzano?” Después de pensarlo un poco, se puso a tararear una canción que pensaba que ella podía conocer (“Qué alegría cuando me dijeron”). Rápidamente le dijo: “Ah! Ya sé quién es”. Si ella, con apenas diez años, tenía esa canción guardada en su archivo musical, era porque sí, de alguna manera, la música de Miguel Manzano había dejado huella.

This article is from: