vivo en una
Le Corbusier El proyEcto artístico dEl italiano cristian chironi Es habitar cada una dE las crEacionEs dEl arquitEcto suizo-francés En El mundo. soy un pErEgrino dE viviEndas, dijo En su paso por la casa curutchEt, En la plata, provincia dE buEnos airEs. Por José suPera. FoToGraFÍas: MarTÍn LucesoLe.
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l hombre mira por el ventanal hacia la luz. Está ofuscado. La casa está llena de gente que viene a conocerla. Gente que desfila vestida con ropa africana, con telas de colores, las caras pintadas. Hay música de tambores en la casa. No le gusta este tipo de visitas. Le rompieron una obra de acrílico y papel que había hecho. No lo registran ni lo saludan. De alguna forma, en este momento prefiere la soledad de las paredes. La oscuridad pegándosele en el cuerpo como ventosas de sombra, de nada. Como la noche anterior. Como todas las noches anteriores desde hace casi un mes. Con ese silencio de las casas que habita. En uno de los cuartitos más pequeños tiene un colchón con unas sábanas blancas y una almohada. Nada más que eso. Ah, y un bolsito de cuero, en una de las esquinas de la habitación. Después, no tiene nada más, salvo su historia. Cuando se cierren las puertas, otra vez se quedará solo. Será él y la casa. Pero ahora está toda esta gente invadiendo. Y entonces les cierra la puerta en la cara a unos estudiantes de arquitectura. “Acá vamos a estar mejor”, me dice en italiano. Mi casa es una Le Corbusier, es el nombre de un proyecto creado en enero de 2015, y cuenta con el apoyo y la financiación de la Fundación Le Corbusier en París, aunque también colaboran otras instituciones, como el Museo de Arte de Italia (MAN,
MAMbo) y otras (XING; NERO). Es muy simple. El artista plástico italiano Cristian Chironi, impulsor de la idea, vive durante un mes en una casa de Le Corbusier. La que le toque en suerte. Son 30 obras habitables, en 12 naciones diferentes. Una performance más allá del tiempo y el espacio, de casa en casa, un peregrino de viviendas, como Chironi se define, pero también de vivencias, porque en ese ir y venir, interceden y lo redefinen las diferentes geografías y culturas con las que va conviviendo. “Cuando llego a una casa, tengo que procurarme las necesidades básicas, ya que la mayoría, al ser museos, no están en funcionamiento. Me consigo una cocina eléctrica, un colchón, son pocas cosas. Uno tiene que crearse el hábitat, el espacio donde va a estar durante un mes. Y ahí empieza mi verdadero trabajo, que es el de poblar el lugar, y a partir de ahí dar una resignificación; la gente viene a visitarme, se produce el intercambio cultural, yo no entiendo bien en qué tiempo vivo, si el tiempo lo conceden los espacios estos que me rodean, quizás sea yo el atemporal.” El momento exacto en el que nació esta idea de Cristian Chironi, a partir de un episodio, o como él dice, un successo, fue a finales de 1960. La situación: dos hombres que tomaban unas copas en un balconcito mágico de Cerdeña, con el mar azul de fondo. Ellos: el reconocido artista plástico Costantino Nivola y su