impresiones de la reciente edición de the european fine art fair en maastricht; un encuentro obligado para Marchands y coleccionistas de alto vuelo. el próximo paso será conquistar nueva york, el mayor mercado del mundo. Por AliciA de ArteAgA. fotogrAfíAs: AfP.
Desde Montevideo llegó a Maastricht Martín Castillo, de Galería Sur, con una pieza fuera de serie. Es el corset de yeso usado por Frida Kahlo después del terrible accidente que la mantuvo postrada e inmóvil en una cama, pintándose a sí misma en un espejo. Está ilustrado con la hoz y el martillo y, en el regazo, la cabeza del niño que Frida siempre soñó tener. Castillo asume haber seguido el rastro por más de cuatro años hasta localizar la pieza, que ya tenía dos interesados antes de que abriera la feria. No quedan en manos privadas autorretratos de la mujer de Rivera, amiga de Trotsky, que vivió un romance apasionado con Chavela Vargas, cantante de boleros y rancheras. Un acierto del coleccionista y developer Eduardo Costantini fue haber comprado en los años 90', a precio récord, Autorretrato con chango y loro, emblemática pintura del Malba. Una feria con más de 2000 obras seleccionadas con lupa, aseguradas en 3000 millones de euros, es también la oportunidad para reecontrarse con artistas que estuvieron en el chorus line y hoy son figuras centrales. Es el caso de Kees Van Dongen, retratista exquisito; Alexej von Jawlensky, un expresionista de paleta furiosa que fue el pintor favorito de Greta Garbo, y Constant, un holandés genial, autor de mundos utópicos a quien le dedica una retrospectiva el Reina Sofía de Madrid. Vale una mención aparte para las joyas, que son un must de este encuentro, con nombres de diseñadores de la talla de Verdura, Wallace Chan, Chopard y Van Cleef, y para la obra sobre papel, ahora con un espacio propio en la planta alta de los pabellones feriales. Una señal del lugar que ocupa el dibujo entre los coleccionistas actuales. Como siempre, fieles a la convocatoria de Maastricht desde la primera hora, llegaron de Buenos Aires Javier y Jaime Eguiguren, con piezas criollas, imaginería, muebles, atalajes soberbios y platería ornamental, seleccionada con la colaboración de Eduardo Cohen, especialista de larga data. Más minimalista, TEFAF cerró su 29a. edición con la voluntad de ser una feria internacional sin perder el charme europeo y la calidad de museo. Lo que sigue es aventurarse en las arenas del mayor mercado del mundo: Nueva York. El desembarco de la feria holandesa en la Big Apple ya tiene fecha. Será el 22 de octubre de 2016 en el Park Avenue Armory de Nueva York. La feria estará consagrada al arte desde la Antigüedad hasta el siglo XX. La segunda entrega neoyorquina tendrá lugar en mayo de 2017 y estará dedicada exclusivamente al arte moderno y contemporáneo. La línea se corre hacia el mercado boyante, que es el de la posguerra y el arte actual, según el Art Market Report presentado en Maastricht. Mucho han tenido que ver con la estrategia de expansión a Estados Unidos el exitoso modelo establecido por Art Basel Miami Beach y el nuevo director de TEFAF, el holandés Patrick van Maris, formado en la filas de Sotheby’s. (Derechos exclusivos, La Nación).
casa i 2016 i paula
Marca de exportación
91
que en los años 80' se puso en marcha The Rembrandt Research Project; ese scanner erudito que dejó fuera de combate a varios Rembrandts con pedigree, entre ellos algunos colgados en el Metropolitan Museum de Nueva York. Sin embargo, su director, el francés Philippe de Montebello, no los descolgó. Simplemente cambió el cartelito y donde decía Obra de Rembrandt, colocó Atribuido a Rembrandt. Y aunque el cuadro de TEFAF, descubierto por el dúo de marchands parisinos Talabardon y Gautier, pasó la prueba, no aparece en el segundo volumen del catálogo, quizás porque simplemente fue encontrado después de impreso. El paciente inconsciente, así se llama la pintura, es una escena intimista con tres personajes y fondo oscuro, en el más puro estilo del autor de La ronda nocturna. Fue pintado cuando Rembrandt tenía 18 años y es la primera obra que lleva sus iniciales. Por los pasillos de la feria decorados con rosas y lirios blancos encapsulados en pipetas de laboratorio, diseño del arquitecto Tom Postma, habían tesoros de la historia del arte. Se podía, como en una línea de tiempo, reconstruir la narrativa visual que va desde el Antiguo Egipto hasta los clásicos de Grecia, Roma, los antiguos maestros, los vedutistas venecianos, simbolistas, expresionistas e impresionistas, arte moderno en todo su esplendor y contemporáneo: Basquiat, Beuys, Burri, Kounellis, Fontana, Boetti y Anish Kapoor, figurita difícil de las colecciones contemporáneas. Entre los highlights estaba la divina vista del Gran Canal firmada por Bernardo Bellotto (1722-1780), exhibida por la italiana Moretti y cotizada arriba de los cinco millones de euros. Un cuadro de siete cifras, como dicen los enterados. Metros más allá, el galerista Richard Green reunió una selección de paisajes y escenas costumbristas de Eugène Boudin (1824-1898), artista fetiche de la Escuela de Honfleur, a quien Manet miró, sin duda, con atención. En sus pinturas plenas del ambiente festivo de la belle époque, como La Promenade, Manet respira la atmósfera de la playa de Trouville. Esas figuras resueltas apenas con dos pinceladas anticipan la revolución impresionista: están un paso adelante de los mandatos de la Academia. Del mismo modo, resultó fascinante asociar el rostro del bailarín ceremonial Rapa Nui, ex Colección André Breton, original de la Polinesia, realizado en madera de Toromiro circa 1600 a.C., con la Cabeza de mujer de Matisse. La misma simplicidad minimalista en la talla y en el dibujo, apenas con un trazo, una línea expresiva que lo dice todo. La obra estuvo por años en la casa de Breton, 42 de la rue Fointaine, París. Y volvió a ver la luz en TEFAF con una cotización reservada. Hammer Galleries mostró un celebrado contrapunto entre la obra de Picasso y la de Matisse, incluida la Suite Vollard del malagueño. Sabida es la competencia que tiñó la relación entre estos dos genios que amaron a los gitanos y a los toreros, y hasta qué punto Picasso sufrió el talento innovador del gran Matisse.