MARCA MUJER EMPRENDEDORA
Revista One Magazine distinguió en la Región del Maule a 7 mujeres comprometidas con el desarrollo sustentable y el cultivo orgánico. Mujeres que trazan sus historias y decisiones de vida a través de sus oficios. Una producción en colaboración con el Ministerio Secretaría General de Gobierno y el Fondo de Fomento de Medios de Comunicación Social Regionales, Provinciales y Comunales.
POR MARÍA PAZ TOLEDO FOTOS HERBERT LANDSBERGER
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O PORTADILLA
PRODUCTORA DE VERDURAS Y FRUTAS
Tiene 36 años y es Ingeniero en Alimentos, en 2016 comenzó una pequeña industria de congelados infantiles.
Todo iba bien, su papá pronto jubilaría y trabajarían juntos, pero no fue así, antes de eso su papá enfermó y falleció. Desolada Miriam no siguió adelante. Terminó su emprendimiento y acompañó a su mamá, quien necesitaba de su compañía. Juntas iban a la vega a comprar verduras y frutas; Miriam observó lo desgastante que era andar con el carrito comprando lo necesario. Y comunicó a su mamá que haría gestiones para iniciar un delivery y ofrecer productos frescos y de calidad.
Y lo hizo, lo llamó Limón & Más y los ofreció online. Inició comprando a los huertos y productores de la zona, pero supo que no podía tener el control de calidad que ella requería para sus clientes. En el proceso, recibía la producción, sanitizaba y envasaba. Y empezó a crecer,
luego a sus pedidos debió aumentar frutas, legumbres y huevos de campo. Pero llegó el invierno y sus clientes querían seguir recibiendo productos frescos. Lo próximo era hacer un invernadero y un curso para aprender a trabajar la tierra de manera orgánica. De su marido, Ingeniero Agrónomo, recibió ideas e inició semilleros y plantaciones orgánicas.
Al poco tiempo la producción se hizo poca, entonces decidió construir un segundo invernadero. Hoy tiene dos y produce toda clase de verduras lechugas, acelgas, espinacas, rúcula, brócoli, betarragas, zanahorias, puerros, apio, perejil, ají verde, etc. Y cuenta que también envasa pasta de ají, salsa de tomate y pimentón caramelizado. Comenta que cada año intercambia las plantaciones en las hileras.“Tiene el sentido de no cansar los nutrientes de la tierra para obtener mejores productos”, explica. Por ahora tiene almácigos de diferentes semillas, mientras ya tranplantó a la tierra los tomates, tomates cherry y zapallos italianos. Sobre el agua tan necesaria para
sus huertos, dice que lo hace con agua de pozo que extrae con motobomba y riega por sistema por goteo.
Para el delivery dispone de un furgón que compró parte con ahorros y capital Semilla de Sercotec. En este, todos los días reparte a domicilio, pero todo lo que produce se hace poco. Sus planes son construir un tercer invernadero, pero está en espera, “por ahora los insumos de semillas orgánicas están muy caros”, dice. Hace 4 años atrás en una parte de su parcela plantó cerezas lapins y santina. Lo que cosechó se terminó en dos días. Este año espera cosechar mayor cantidad. Pero también tiene otro proyecto en carpeta. Esto es, ensaladas mixtas envasadas de todo tipo de verduras listas para aliñar. Espera reunir todos sus ahorros porque, “necesito otra línea de trabajo, no sólo sanitizado sino también atmósfera modificada”. Dice que trabajar la tierra es pesado, “pero cuando todo empieza a brotar, me siento compensada”, expresa. O
Miriam Herrera
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Viviana Yañez
PRODUCTORA DE CHARQUI ARTESANAL DE VACUNO
La carnicería junto a su casa de niña era para Viviana un lugar fascinante. “Con el carnicero aprendí desde afilar cuchillos hasta cada corte de carne, mientras que con la señora del carnicero hacía chicharrones. Y a la hora de almuerzo llegaba a mi casa ‘mira mamá me regalaron unos chunchules y un bistec’”. De ahí, cuenta divertida viene su gusto por el charqui. Por cierto en su casa siempre había carne y la tradición eran los asados. Tiene 33 años, egresada de Derecho; pero hace tres años dice que sintió ganas de iniciar un emprendimiento, y cuenta. “En Santiago, abajo del edificio que vivimos hay un local que vende charqui. No era tan rico pero algunas veces íbamos a comprar y se había terminado. Luego de pensarlo decidí, que mi emprendimiento sería hacer un muy buen charqui”. Coincidió luego que su hermana se casó con el hijo del dueño del matadero y carnicerías Guerra de Curicó. “Y le empecé a comprar, que por cierto me escogían la mejor, y partí
probando. Al principio todo era prueba y error y muy artesanalmente”. Lo suyo era hacer el mejor charqui artesanal del Maule y para conocer experiencias se juntó con charqueros y arrieros.
Para Viviana lo primero era sacar resolución sanitaria y preguntó las exigencias, desde la instalación en adelante todo era complejo, “mi suegro me prestó una salita chica en su casa que está a las afueras de Curicó, y allí acondicioné mi sala de producción”. Entre tanta prueba y error ya había aprendido que necesitaba un horno deshidratador, con la ayuda de su marido importó entonces la maquinaria necesaria. Al principio, cuenta, todo era a pequeña escala. “Para ello me asesoraba con una ingeniero en alimentos y con una nutrióloga, para conocer cómo agregar en los envases la información nutricional porque había que analizar microbiológicamente” y agrega. “Yo también quería hacer un producto que fuera muy sano, que conservara todas las propiedades de la proteína de
la carne, y además que rescatara 100% la receta artesanal”. En este reto cuenta que además aprendió cómo deshidratar manteniendo el sabor de la carne”.
Su charqui “La Leonera”, sólo contiene posta negra y sal del Himalaya “porque es más baja en sodio”, explica. Sus puntos de ventas los situó en Curicó y Santiago. Está feliz con los resultados. Los pedidos y las ventas son cada día más crecientes y su alegría es que cuando un punto de venta ya vendió todo, el próximo pedido es mayor. Ahora tiene la intención de diversificar con diversos snacks ”A las puntitas que quedan del charqui añadir frutos secos: nueces, avellanas, pasas, arándanos, etc. También quiere terminar el sitio web con carrito de compras. Y como no, empezar a probar charqui de cerdo como el jerky americano, o charqui de pavo y pollo. Su emprendimiento, dice, le ha dado muchas alegrías pero el mayor quizás sea que el carnicero de mi niñez compra mi charqui, sin saber que era mío”. O
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María Teresa Gómez
EMPRENDEDORA EN PANADERÍA
María Teresa trabajaba en Santiago como secretaria en una impresora de timbres de goma, de metal, etc, pero la rutina del trabajo los agotó, a ella y a su marido. Ambos de familias de Curicó. Lo pensaron, lo planificaron y partieron a su ciudad con la intención confusa aún de qué harían. La intención era iniciar algún emprendimiento que no tuviera dependencia laboral. “Aquí cuenta teníamos nuestra casa propia. Vendieron su auto, más un crédito y finiquitos. Con ese capital compraron la revolvedora, la sobadora, el horno, e iniciaron la panadería “Don Tuto”. María Teresa confiesa que el inicio fue difícil. “Una panadería de barrio chiquita, sin tradición ninguna, fueron días complejos”. Pero al fin su sueño de independencia se cumplía. En un inicio, ella tenía la delicada tarea de hornear el pan, “aún hacíamos poquitos kilos de harina”, dice; pero
poco a poco, fue corriéndose la voz y con su pan empezaron a ganarse la confianza de los vecinos del barrio.
Ahora las marraquetas, dobladitas, colizas y hallullas bien hechas de su panadería empezaban a hacerse pocas y empezaron a hornear dos veces al día.
Y la voz se fue corriendo y llegando más mucho más allá del barrio, porque hoy son varios los negocios, de distintas puntos de Curicó y alrededor también a los que hace entregas diarias de pan. Y más allá de su pan, los dueños de mismos negocios empezaron a pedirle si tenía empanadas de pino. Sin darse cuenta su panadería ahora empezaba a diversificar la producción.
“Yo hago el pino, ósea pico la carne, las cebollas, etc, Mi marido hace la masa y luego voy rellenándolas. “Al principio eran poquitas las que hacíamos, hoy, cuenta que un día pueden llegar a hacer entre 150 a 200 empanadas. Y como no podía ser de otra manera los negocios empezaron a pedirles pan amasado y tortillas. Mientras tanto los estudiantes empezaron a pedirle
“colegiales”. Los que entonces también empezó a hacer. “Se trata de una masa dulce cubierta de caramelo”, señala. “Hay negocios que les hacemos de todas las variedades de pan, casi 75 kilos de harina, en tres entregas al día. María Teresa me dice. “Los fines de semana no se imagina, cuánto trabajo tenemos”.
Es muy cierto “que trabaja harto”, pero también está contenta con los resultados que en apenas 6 meses, desde que inició su emprendimiento ha logrado. Su responsabilidad dice es hacer un muy buen pan a diario. Por supuesto que en el barrio hay más panaderías, pero su alegría es haberle dado en el gusto a los clientes.
Sus planes a corto plazo son no dejar su panadería actual, sino que tener también un segundo local, “que sea más grande y que tenga mayor exposición hacia el público en general”, explica. Siente la alegría de ver su emprendimiento crecer y haber logrado la independencia laboral esperada. O
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Paulina Gajardo TALLERES DE BORDADOS A MANO
Durante el embarazo de “La Esperancita”, dice Paulina para referirse a su hija de 5 años, “y a manera de entretenerme empecé a hacer unos muñequitos tejidos a crochet. Un hobby que luego cambió al bordado. “Un día vi algo en internet que me llamó la atención y empecé a bordar. De ahí en adelante ya no paré más”, confiesa. Tanto le gustó que tomó talleres de distintas técnicas. “Después aprendí a dibujar con hilos y me enamoré de esto y de las cosas que se pueden hacer”. Y no paró ahí. ”Luego aprendí combinación de colores y uso de los materiales. Lo más complejo sea tal vez la combinación de colores”, asegura. “Pasa que los colores tienen una paleta y un significado”, dice. Paulina admite que le gusta bordar muy colorido. “El color me provoca sensaciones de alegría, de felicidad, de verano”, cuenta. Aunque también le gustan mucho los bordados monocromáticos. Sobre el tema revela haber aprendido harto con el libro de Karen
Valdés. “Ahí aprendí la técnica para hacer paletas de colores. Aunque esa es la teoría del color, admite. Pero yo tengo casi como en mi adn, colores que me gustan más, como magenta, rosas, lilas”.
Fue a su tía Mariana y amigas a quien dio sus primer taller. “Ella me juntó unas amigas de ella que también querían aprender a bordar”. Esa fue su primera clase de bordado, pero Paulina, 44 años, es profesora de inglés con horario completo en un colegio. Pero se da tiempo para llevar adelante su hobby. Desde aquella primera clase, se corrió la voz y empezaron a llamarla para pedirle talleres. También de Talca, y allá partió. Hoy en su taller Tejeborda, dicta 4 talleres: técnicas de bordado personalizado; bordado mexicano; bordado de corona de flores y de multipunto donde enseña pedrería y bordado. Bordar, confiesa, ha sido una experiencia “que aunque pueda sonar cliché ha cambiado mi vida. “Bordar es una terapia. Es como una práctica de meditación, o como el yoga. Momentos que una se da para sí misma, de concentración
profunda, de sacar emociones a través del bordado”, profundiza. “Además la gente que borda, que hace manualidades es muy buena onda. Tiene una energía linda”. Ha hecho talleres para niñas desde 5 años a señoras de 88.
Paulina está cautivada por su afición. Con su hermana Constanza, en Navidad participa en la feria de Avda España junto a la Alianza Francesa. Revela que durante la pandemia fue el boom de los bordados, pero también las tiendas para comprar los materiales estaban cerradas. Fue cuando comenzó con la venta de materiales. Hoy de todo tipo desde un enhebrador de agujas hasta kits, proyectos para bordar: cojines, delantales, pieceras, etc. Su proyección es dedicarse 100% a su emprendimiento. “Tener una casa donde dar talleres y que haya más emprendedores, mujeres y hombres que enseñen otras técnicas. Pintura, telares, etc. También hacer tutoriales de bordado y que cada uno aprenda a su ritmo. “El bordado es un oficio que tiene que ser agradable para cada uno”, admite. O
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Lena Bro
PRODUCTORA DE SNACKS DULCES DE FRUTAS DESHIDRATADAS
Lena Bro, 41 años, Ingeniero Bioquímico, productora de dulces de frutas deshidratadas cuenta que esta es una herencia de hábitos de su madre Mamijeh Khomasi, iraní radicada en Chile. “Estos son los dulces que fascinan a los niños iraníes”, afirma. Se trata de láminas deshidratadas de frutas hechas rollitos a los que no se agrega azúcar” . Hoy junto a su madre tiene un emprendimiento familiar de crecientes resultados. La empresa se llama El Recodo y los productos “Rollitos de Sol”. El éxito cuenta, “es adquirir a los productores la fruta más sana y madurada en el árbol para que alcance máxima concentración de dulzor”, y me nombra rollitos de producción estacional como ahora los membrillos o peras.
Lena está contenta, la temporada de mayor producción de frutas ya está próxima: cerezas, duraznos, damascos,
ciruelas, etc, y recuerda “mi mamá acá en Chile, siempre nos hizo con esta receta y estilo para la familia. Un día ideamos vender a los amigos y los hacíamos artesanalmente”. Era verano así que tenía frutas a escoger. Primero empezaron a secar la fruta en el techo de la casa. Muy pronto empezó a crecer en la demanda. Pero también se terminaba la temporada de calor, entonces inventó una especie de invernadero cerrado con plásticos para deshidratar la fruta. “Nos decíamos que con una máquina deshidratadora podríamos industrializar el proceso y llegar a más personas”. Pero cuenta que no tenía los recursos suficientes para las necesidades. Pronto Lena percibió también que crecían y ya no cabían en la cocina de su casa. Entonces además necesitaba un área de procesamiento. Aquella motivación de tener algo más permanente pensando en la educación de sus tres hijos y sostenimiento familiar tenía problemas de crecimiento. Hasta eso,“en enero 2020 sacamos resolución sanitaria y empezamos a hacer etiquetas
y poner en nuestros dulces”. Entonces llegó la pandemia y en marzo hubo que cerrar todo.
Durante el tiempo de cuarentena, Lena se dedicó a elaborar un proyecto para acceder a fondos públicos. Y cuando llegó la vuelta a actividades, lo presentó a Sercotec y un proyecto de desarrollo a Corfo. Con ello instaló lo que necesitaba en maquinaria para incrementar su afán. Hoy nos cuenta que produce rollitos, calugas y barritas de frutas deshidratas que distribuye en puntos de venta de Curicó y Santiago; y está en la etapa dar variedad de sabores a sus productos, “mezclar sabores como pera con cardamomo o pera con jengibre”, ejemplifica.
Su intención es vender masivamente sus productos en cualquier punto del país, “porque son dulces muy sanos y cumplen con elevados standard de calidad”, y agrega, “también estoy evaluando diversificar nuestra producción y producir moldes de membrillo, o jaleas de frutas en diferentes formatos”, dice con optimismo. O
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Ana Quitral
FLORICULTORA, VERDURAS ORGÁNICAS Y CRIANZA DE ANIMALES
Ana Quitral, 65 años, cuenta que hace 25 años quedó viuda de agricultor hortalicero. Desde ahí, dice que fue la necesidad económica lo que la convirtió en floricultora y productora de verduras. “Quedé sola con dos hijos chicos a los que debía criar y dar educación. Entonces me reinventé. En la hectárea de terreno que teníamos en Isla de Marchant, empecé a cultivar”. Ana admite que su trabajo es súper intenso, “se hace todos los días y todo el año”. Aunque es un tema que la atrajo desde siempre. “Cuando niña me gustaba jugar con tierra, con barro”, dice y se ríe.
Hoy sus días los dedica a la producción orgánica de flores y verduras de hoja, muchas de ellas asiáticas como kale, mizuna o rúcula. Pero su alegría es el cultivo de flores. En su huerto por estos días florecen los tulipanes rojos, amarillos, blancos, fucsia, rosados,
morados y naranja. Mientras más allá, esperando su floración crecen las astromelias, crisantemos, lilium, las muy delicadas lisianthus, gladiolos y calas moradas y amarillas. Revela que la floración este año está tardía, “por las heladas tan grandes que hubo en junio y julio. Tuve que cortar, limpiar y echar más abono ecológico para fortalecerlas. Espero tener flores desde octubre y noviembre”.
Y cuando nos lleva más atrás de los invernaderos de flores y vegetales, y nos encontramos con una extensa granja ecológica de animales de distintas especies y colores. Aquí nos maravilla con sus fabulosos faisanes dorados, pavos reales, distintas aves desde agapornis, cardenal rojo, jilgueros, hasta 4 o 5 tipos de gallinas. Animales como llamas, cabritos, corderos, etc, hasta tortugas. De allí dice sustrae el guano ecológico con que elabora compost con lombriz roja californiana que luego utiliza como fertilizante para abono de sus cultivos.
Cuenta que en su trabajo todo iba muy bien hasta que vino el estallido social y luego la pandemia, un tiempo que para ella se transformó en una situación muy difícil. ”Dos meses antes del estallido, Indap me había concedido un préstamo para comprar maquinaria e insumos. Gracias a Dios pude repactar la deuda y he ido pagando con la venta de mi producción. Se muestra agradecida de haber sobrevivido y dado educación a sus hijos. Y recuerda que sus ventas las inició en un furgón que se ganó en el proyecto Emprende, de Banco Estado. “Con un permiso municipal me estacionaba en la plaza de Curicó y hacía entrega de pedidos y vendía mis flores”. Hoy vende en importantes florerías de Curicó y hace entregas a restaurantes. Cuando le pregunto por proyecciones, suspira y dice divertida. “Ya cumplí 65 años y estoy medio deshuesada, descaderada. Me llegó el viejazo de huesos… el cansancio de tanto trabajar””, dice valiente. O
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Maria Cecilia Rojas
EMPRENDEDORA DE MERMELADAS Y CONSERVAS DE FRUTAS
ive en el sector de La Nogalada, camino a Sagrada Familia.
Fueron las grandes cantidades de frutas que se producen en la zona las que la condujeron a empezar el emprendimiento familiar de hacer y envasar mermeladas Doña Cata, el nombre de su hija Catalina. Con gran entusiasmo María Cecilia, 61 años, dice que hace 5 años todo partió en la cocina de su casa, mermeladas de frutillas, arándanos, frambuesas, cerezas, duraznos, cerezas, ciruelas, adquiridas frescas en los huertos cercanos, y también moras silvestres, las que encargan a lugareños recolectores.
Luego agregaron duraznos y damascos en conserva sin azúcar añadida, mientras planean pronto agregar mermeladas diet. Lo primero fue la resolución sanitaria y código de barras.
El tema de las etiquetas lo tenían resuelto, hasta ahí era el trabajo de su marido con una pequeña imprenta en casa y así todo comenzó.
En un inicio dice María Cecilia, se mantuvo atenta a los gustos de los clientes para ir cada vez creciendo según favoritas. Cuenta que en el sector están rodeados de viñedos que realizan enoturismo y la visita de los turistas a su casa empezó a ser cada vez más frecuente, por lo que se agregó un punto de venta que denominaron Punto Gourmet. Y para dar mayores servicios a su oferta añadieron la vinoteca con vinos de la zona. Luego se agregó aceite de oliva de la zona y productos lácteos de viña Requingua. Hasta eso ya se habían dado cuenta que los turistas que venían a hacer enoturismo habían empezado a pedirles baño prestado y ellos les prestaban el de su casa, entonces para dar solución, en su punto de venta agregaron un lindo baño higiénico. Ahora María Cecilia, se ríe porque dice, “pero ahora los turistas querían tomar un café o comer algo”. Entonces instalaron una cafetería. Una cafetería que de nuevo los ha llenado de alegrías porque se ha transformado en una parada que atrae y disfrutan los
visitantes y vecinos.
Hoy es cierto que todo ha sido crecimiento, pero recuerda que en un principio todo era sólo deseos de emprender. Fue entonces que con la ayuda de su marido armaron un proyecto y lo presentaron a capital Semilla, luego postularon a capital Abeja y cuando se presentó la posibilidad de crecer hacía la cafetería postularon a capital Crecer, tres proyectos de Sercotec. Y están prontos a postular a capital Crecer para automatizar el envasado con dosificador y cinta transportadora. Y hay más, porque ya saben que turistas empresarios, altos ejecutivos, profesionales necesitan un espacio para trabajar. Y me muestra, junto a la cafetería ya están las cerchas o estructura de lo que pronto será una terraza work café. Admite que el trabajo ha sido agotador, “pero me ha dado grandes satisfacciones: trabajar en familia y en casa, sin dependencia laboral es lindo. Trabajo a mi ritmo y eso es revitalizante para mí”, confiesa.
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