Nos SUR abril 2011

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bargo, ese molino fue arrasado por las inundaciones, pero un año más tarde levantó uno nuevo en el sector de Collico, lugar del que tomó su nombre, sitio en el que permanece hasta hoy. Hermann Kunstmann se casó en 1855 con Wilhelmine Jakobine Ana Ohde, cuya familia también de colonos inmigrantes se instaló en el sector de Las Ánimas. Tuvieron 12 hijos y él falleció en Valdivia el 3 de octubre de 1909. Sus restos descansan en el Cementerio Alemán. Previo a concentrar sus esfuerzos en la molinería, se dedicó a actividades agrícolas y de curtiduría. En 1914 construyó una destilería de alcoholes que fue el primer peldaño para crear la única fábrica de levaduras en el país, fundada ocho años después. Levaduras Collico se asoció con la transnacional Burns Philp que en 2004 fue adquirida por el grupo inglés ABF que administra 32 plantas en más de 20 países. Pero, con la industria harinera llegó a abastecer casi todo el territorio nacional e incluso a exportar a países americanos de la costa del Pacífico, hasta California en los Estados Unidos.

Buenas y malas cosechas Los 158 años de exitoso funcionamiento de Molinos Collico tuvo, sin embargo, algunos inconvenientes durante la Primera Guerra Mundial, pues la comunidad alemana residente en el país fue hostigada por representantes de los países aliados. A los empresarios integrantes de “listas negras” las fábricas aliadas no les vendían repuestos ni insumos. “Fue una época difícil y lo mismo pasó en la Segunda Guerra Mundial sólo porque teníamos nombre alemán”, cuenta Roberto, quien fuera directivo de la industria por muchos años. Guillermo Schwarzenberg, actual gerente de Collico por 25 años, casado con una las integrantes de la familia Kunstmann enfatiza: “Logramos sobrevivir a esas crisis con mucho esfuerzo y tesón. Por eso tenemos una muy fuerte conciencia social, ya que estamos agradecidos por lo que esta ciudad y sus habitantes nos han contribuido para desarrollar este proyecto empresarial”. Otros momentos difíciles fueron los desastres naturales, algunos con mayor repercusión. El terremoto de 1960 que sacudió a Valdivia y sus alrededores, impresionó a los dueños de la empresa, pero más por la reacción de sus trabajadores que por los daños materiales. Don Roberto recuerda que al día siguiente de la catástrofe era lunes y fue temprano a la fábrica; allí estaban todos los obreros esperando en el patio para trabajar. “Les dije: ustedes seguramente han tenido daños en sus casas, y me contestaron que sí; les ordené que se fueran a arreglarlos y a estar das. Además, el desarrollo industrial estaba en su primera fase, y daba luces respecto de que podía competir con grandes potenciales como Inglaterra, su gran rival”, agrega Molina.

con sus familias y que volvieran al día siguiente”, expresa. El impacto del terremoto fue menor en las instalaciones molineras, y en tres días reanudó la marcha. No así en la fá-

Los inmigrantes que pisaron tierra valdiviana traían algunos re-

brica de alcoholes. No obstante, lo más perjudicial para la

cursos, producto de la venta de sus pertenencias, lo que les permitió

empresa fueron los efectos posterremoto como el “riñihuazo”

invertir. Así, tres años después de su llegada a Valdivia, frente a la

(22 de mayo de 1960) que inundó las industrias: los motores

Isla Teja, Kunstmann instaló un pequeño molino de piedra movido

eléctricos y otros equipos fueron llevados a las plantas más

por agua, y selló el inicio empresarial de la familia. En 1862, sin em-

altas para salvarlos, porque el agua alcanzó a un metro de | ABRIL 2011 | REVISTA NOS |

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