Metapolitica 70

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Por Waldo Matus

“Irrita y fascina por la provocación y deslumbra por el talento, alarma por la conducta y tranquiliza con el ingenio, perturba por su don para el escándalo y divierte al añadir el escándalo al show de la personalidad única. Y sólo después de su muerte se advierte la calidad del conjunto.” Con esta entrañable semblanza de su maestro Salvador Novo (Lo marginal en el centro, Era, 2000), Metapolítica rinde tributo —con sus propias palabras— al omnipresente y nunca desaparecido cronista de la vida nacional.

Carlos Monsiváis 1938-2010






SUMARIO Vol. 14, núm. 70, julio-septiembre de 2010

www.metapolitica.com.mx D I R E C T O R G E N E R A L : Ricardo Moreno Botello F U N D A D O R : César Cansino D I R E C T O R E D I T O R I A L : Israel Covarrubias E D I T O R L I T E R A R I O : Hugo Diego J E F E D E R E D A C C I Ó N : Enrique de Jesús Pimentel CONSEJO EDITORIAL José Antonio Aguilar Rivera, Roderic Ai Camp, Alejandro Anaya, Antonio Annino, Álvaro Aragón, Israel Arrollo, María Luisa Barcalett Pérez, Miguel Carbonell, Sergio Cortés, José Antonio Crespo, Jaime del Arenal Fenochio, Rafael Estrada Michel, Nestor García Canclini, Juan Sebastián Gatti, Aurora Gómez-Galvarriato Freer, Armando González Torres, Conrado Hernández López (+), José Lazcarro Toquero, Ismael Ledesma Mateos, María de los Ángeles Mascott Sánchez, Alfio Mastropaolo, Beatriz Meyer, Jean Meyer, Edgar Morales, Leonardo Morlino, José Luis Orozco, Juan Pablo Pampillo Baliño, Will G. Pansters, Mario Perniola, Ugo Pipitone, Juan Manuel Ramírez Saíz, Gerardo Ramos Brito, Víctor Reynoso, Xavier Rodríguez Ledesma, Roberto Sánchez, Antolín Sánchez Cuervo, María Eugenia Sánchez Díaz de Rivera, Ilán Semo, Ángel Sermeño, Enrique Soto Eguíbar, Federico Vázquez Calero, Silvestre Villegas Revueltas, Danilo Zolo C O O R D I N A D O R D E D E B AT E S D E L P R E S E N T E Germán Álvarez Mendiola DISEÑO,

NÚMERO:

COMPOSICIÓN TIPOGRÁFICA Y DIAGRAMACIÓN:

Armando Hatzacorsian VERSIÓN

ELECTRÓNICA:

PORTAFOLIO 8

SOCIEDAD ABIERTA 17

EL RUIDO Y EL LLANTO. VIVIR EN MÉXICO EN TIEMPOS DE “GUERRA FALLIDA” por Luis Farías Mackey

22

VACÍOS E INEPTITUDES DE LOS ORGANISMOS PÚBLICOS DE DERECHOS HUMANOS EN MÉXICO por Pilar Noriega García

28

Jaime Labastida: “EN LA CULTURA MEXICANA, LO REVOLUCIONARIO ES NO CAMBIAR” Entrevista realizada por Israel Covarrubias

37

LA INVENCIÓN DE LA PRIVACIDAD EN LA ERA DE LA TRANSPARENCIA por José Luis Arriaga Ornelas

DEBATES Viaje al fondo de la Educación Superior 46

UNIVERSITARIOS por Adrián Acosta Silva

51

¿LA DÉCADA GANADA? EDUCACIÓN SUPERIOR MEXICANA ENTRE 1995 Y 2005 por Juan Carlos Silas

56

¿PARA QUIÉN SON PERTINENTES LAS UNIVERSIDADES TECNOLÓGICAS Y LAS UNIVERSIDADES POLITÉCNICAS? por Pedro Flores Crespo

61

FINANCIAMIENTO Y DESARROLLO DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR 2000-2009. ENTRE LA INERCIA Y EL MERCADO por Ciro Murayama

66

PRESUPUESTO FEDERAL EN EDUCACIÓN SUPERIOR: NUEVOS ACTORES por Javier Mendoza Rojas

73

ENSEÑANZAS DE LAS POLÍTICAS PARA PROFESORES por Germán Álvarez Mendiola y Wietse de Vries

79

MITOS, EXPECTATIVAS Y REALIDADES DE LA MOVILIDAD ESTUDIANTIL por Sylvie Didou Aupetit

84

MÉXICO Y LA ECONOMÍA BASADA EN EL CONOCIMIENTO: ¿JUGAMOS COMO NUNCA, PERDIMOS COMO SIEMPRE? por Alma Maldonado Maldonado

90

DE LA EQUIDAD A LA INTERNACIONALIZACIÓN: UN BREVE RECUENTO DE ILUSIONES FALLIDAS por Germán Álvarez Mendiola

México.com

METAPOLÍTICA es una publicación trimestral (julio-septiembre de 2010) editada por Cangato, S. A. de C. V. Editor responsable: José Ricardo Moreno Botello. Número de reserva al titulo en derecho de autor: 04-2008-120313370700102. Número de certificado de licitud de título: 14466. Número de certificado de licitud de contenido: 12039. Domicilio: Campeche 351-101, Col. Hipódromo Condesa, Deleg. Cuauhtémoc, México, 06100, D.F., MÉXICO, tels. (55) 91 50 10 36 y (55) 91 50 10 38, fax: 91 50 10 38. Correo-e: metapolitica@gmail.com Suscripciones: Gabriela Oropeza, tel. (55) 91 50 10 38. Correo-e: suscripciones@metapolitica.com.mx. Todos los derechos de reproducción de los textos aquí publicados están reservados por METAPOLÍTICA. ISSN 1405-4558. ISSN (versión electrónica) 1605-0576. Publicación periódica autorizada por SEPOMEX. Registro postal IM09-0058 y PP090463. Impresión CAMSA Impresores, S.A. de C.V., Calle San Juan, Lote 15, Manzana 10, Col. Bellavista, Cuautitlán Izcalli, C.P. 54720, Estado de México. Distribución: CITEM, S.A. de C.V., Av. Del Cristo 101, Col. Xocoyahualco, C.P. 54080, Tlalnepantla, Estado de México, Teléfono 52 38 02 00 y ARIELI Municipio Libre 141, interior 1, Col. Portales, C.P. 03650, México D.F. El tiraje de este número es de 10 mil ejemplares. METAPOLÍTICA aparece en los siguientes índices: CLASE, CITAS LATINOAMERICANAS EN CIENCIAS SOCIALES (Centro de Información Científica y Humanística, UNAM); INIST (Institute de L Information Scientifique et Tecnique); Sociological Abstract, Inc.; PAIS (Public Affairs Information Service); IBSS (Internacional Political Science Abstract); URLICH S (Internacional Periodicals Directory) y EBSCO Information Services. METAPOLÍTICA no se hace responsable por materiales no solicitados. Títulos y subtítulos de la redacción.

JOSÉ LUIS VELÁZQUEZ: EL ARTE Y OFICIO DE PINTAR


SOCIEDAD SECRETA 97

HUNDIR EL CLUTCH por Camila Krauss

98

TUMBLING por Zazil Alaíde Collins

99

ASTRÓNOMO CON CANDELERO IMPOSIBLE por Teresa Avedoy

100

LUGARES COMUNES por Askari Mateos

102

UNA VEZ MÁS, SOBRE EL TRAZO DE UN LIBRO DE SALVADOR ELIZONDO por Jorge Pérez Escamilla

104

LAS DICHAS DE LA FINITUD por Victor Hugo Malfavón

106

DOS DISCURSOS PARA XV AÑOS por Lobsang Castañeda

109

UNA TEMPORADA FLOTANTE

111

LA JAULA DE LOS CUYOS

PERDIDOS DESPUÉS DE LOST por Luigi Amara EL PEDERASTA Y SU CEREBRO por Enrique Soto Eguibar

IMPRENTA PÚBLICA 116

Sobre MIS DÍAS EN SHANGHAI de AURA ESTRADA, por Luis Jorge Boone

117

Sobre CRATILISMO. DE LA PESADILLA MIMÉTICA EN LITERATURA Y DISCURSO de ANDREAS KURZ, por Anuar Jalife

119

Sobre EL SUEÑO DE EICHMANN de MICHEL ONFRAY, por Paola Martínez Hernández

SOCIEDAD Y PATRIMONIO 121

PUEBLA Y SU MUSEO BELLO por Hugo Diego

Portada: José Luis Velázquez, Sin título, 2008, mixta sobre tela, 90 x 70 cm. (detalle).


EL ARTE Y OFICIO DE PINTAR DE

P O R TA F O L I O

José Luis Velázquez

C

on una trayectoria artística que comienza a consolidarse en los años noventa, José Luis Velázquez ha cursado muy diversas experiencias tanto estéticas como laborales, desde las tareas de ilustración de libros y revistas, hasta las propias de un pintor maduro como son las de la docencia. Su producción pictórica ha generado también variadas expresiones: se le conocen, por ejemplo, obras formales tempranas derivadas del clasicismo, donde ha mostrado su extraordinario dominio del dibujo del cuerpo humano; retratista consumado, ha producido también cuadros concebidos desde perspectivas simbolistas o figurativas y actualmente más orientadas a la pintura abstracta. Velázquez ha participado desde 1992 en diversas exposiciones colectivas e individuales en el país y en el extranjero, recibiendo, desde 1981, distintos premios y reconocimientos. Metapolítica presenta en este número una muestra de la más reciente producción de este notable pintor poblano.  gprietosa@hotmail.com

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JOSÉ LUIS VELÁZQUEZ | PORTAFOLIO

Sin título 2008 Mixta sobre tela 65 x 50 cm.

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PORTAFOLIO | JOSÉ LUIS VELÁZQUEZ

Sin título 2008 Mixta sobre tela 65 x 50 cm.

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JOSÉ LUIS VELÁZQUEZ | PORTAFOLIO

Sin título 2008 Mixta sobre tela 65 x 50 cm.

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PORTAFOLIO | JOSÉ LUIS VELÁZQUEZ

De la serie Enredando el tiempo 2006 Mixta sobre tela 150 x 130 cm.

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JOSÉ LUIS VELÁZQUEZ | PORTAFOLIO

De la serie Enredando el tiempo 2006 Mixta sobre tela 150 x 130 cm.

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PORTAFOLIO | JOSÉ LUIS VELÁZQUEZ

Sin título 2008 Mixta sobre tela 65 x 50 cm.

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JOSÉ LUIS VELÁZQUEZ | PORTAFOLIO

De la serie Enredando el tiempo 2006 Mixta sobre tela 70 x 50 cm.

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PORTAFOLIO | JOSÉ LUIS VELÁZQUEZ

Sin título 2008 Mixta sobre tela 90 x 70 cm.

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EL RUIDO Y EL

llanto.

VIVIR EN MÉXICO EN TIEMPOS DE “GUERRA FALLIDA” Luis Farías Mackey*

E

n México la cultura de la barbarie se ha enraizado con acelerada consistencia. Atacar un problema de seguridad pública, como lo es el narcotráfico, con el ejército y no con la policía, declarando una guerra en forma y no la procuración e impartición de justicia, implica condenar nuestras vidas, nuestras familias y nuestras calles al campo de batalla en una guerra atípica en todo, excepto en su salvajismo y violencia. Las fuerzas armadas no combaten a un ejército reconocido, ubicado territorialmente e identificable por banderas y uniformes. Lo hacen, en efecto, en una guerra urbana con alto costo para la población civil y frente a un enemigo mimetizado y escudado en la propia comunidad. El presidente Calderón, en lugar de atender el problema del narcotráfico con acciones policiales, sociales, económicas, educativas, financieras y de salud pública, de forma inconsulta e inopinadamente declaró una guerra al narcotráfico con el uso de nuestras fuerzas armadas. Es probable que él mismo utilizara el término “guerra” de manera figurativa, quizá emulando a Richard Nixon, quien en 1969 usó el concepto “War on drugs” (Payan, 2006, p. 23). Pero como buen aprendiz de brujo lo que logró fue desatar una cruenta guerra en nuestras calles y ciudades. Y como suele suceder en toda conflagración, unos son los que la declaran y otros los que se mueren. En Europa, durante la Segunda Guerra Mundial, el 63 por ciento de las víctimas fueron civiles inocentes, *

Analista político.

casi dos terceras partes de los 26 millones de muertos fueron personas que no portaban armas, ni vestían uniforme, ni piloteaban tanques, aviones o submarinos: niños, mujeres y ancianos por cuya vida y derechos, supuestamente, peleaban sus gobiernos y ejércitos. Ese es el absurdo de la guerra, sus costos, y su barbarie. En esa dinámica nos ha metido Calderón.

EJÉRCITO EN GUERRA

Combatir al crimen organizado con una guerra y ejército en forma, orilla a la delincuencia a abandonar sus estrategias y tácticas criminales, para adoptar una lógica de guerra y una organización militar. Es así como la persecución del delito se transmuta en guerra sin cuartel. En ella, sostiene el narcotraficante “Mayo” Zambada, los soldados, “encuentran inmediata respuesta a sus acometidas” (Proceso, 4 de abril de 2010). El problema es que “los éxitos militares sólo se logran al precio de una violencia, un miedo y un dolor insensatos, sin regateos posibles” (Fussell, 2003, p. 14). Los cárteles, en esa lógica de guerra y con una estructura propia de ejército, toman territorios, imponen su ley y autoridad y cobran impuestos. Al respecto, el presidente Calderón (2010) ha dicho que: “[…] ellos están asumiendo que son una autoridad distinta, porque ellos cobran impuestos, no es cierto; ponen sus leyes, tienen fuerza pública, que son, por cierto, las definiciones del Estado: el monopolio de la autoridad, el monoMETAPOLÍTICA

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SOCIEDAD ABIERTA | LUIS FARÍAS MACKEY polio de la ley, el monopolio de la fuerza pública y el monopolio de la recaudación”. Con el agravante de que lo que ahora requieren los narcotraficantes (estrategia, táctica, entrenamiento y disciplina militar), lo tienen a su disposición en el ejército que los combate a cuyos integrantes tientan con sus ilimitadas capacidades de corrupción y recursos. De las personas capturadas y sujetas a proceso judicial se estima que más del 25 por ciento son ex militares. Entre otros costos de esta guerra, uno muy grave es haber sometido a las fuerzas armadas a una tarea ajena a su naturaleza y función constitucional, para la que no están entrenadas y sin un enemigo visible e identificable. Un enemigo con alianzas globalizadas, recursos infinitos, capacidad ilimitada de fuego, de corrupción e infiltración. Esta guerra condena al ejército a la derrota, desgaste suicida, rechazo social y, finalmente, pérdida de soberanía de cara a la siempre expedita y aviesa descalificación injerencista del imperio mundial (entre otras cosas del mercado de drogas). La colombianización de México no está lejos. En Colombia, nuestros vecinos del norte, bajo la excusa del combate al narco-terrorismo, han instalado siete bases militares con alcance balístico hasta la Antártica. La guerra de Calderón además de ser un error y una torpeza, obedece a un plan y tiene un propósito entreguista: doblegar las últimas salvaguardas de México, instituciones públicas y armas nacionales, de cara a los intereses del gran capital estadounidense. No es gratuita ni marginal la declaración de Janet Napolitano, secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, acerca de que la decisión de desplegar al ejército en Ciudad Juárez “no ha ayudado en nada” para contener la violencia.1 Si bien puede parecer que coincidimos en que la guerra desplegada por el presidente es errónea, no es así, toda vez que nosotros la descalificamos por sus altos daños colaterales, en tanto que Napolitano no descalifica la guerra sino la eficacia. Acusar al ejército mexicano de ineficaz y violador de derechos humanos, resulta oportuno para beneficio y control de su cártel que los mexicanos arrasemos con los nuestros. Por ello, en un país donde lo críptico rige el discurso político, no pudo ser más claro y directo el secretario de la Defensa Nacional el Día del Ejército y de cara a los tres poderes de la Unión, cuando sugirió que: 1

Véase: eleconomista.com.mx/seguridad-publica/2010/03/16/ presencia-ejercito-juarez-%E2%80%9Cno-ha-ayudado%E2%80 %9D-napolitano METAPOLÍTICA

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“México merece que hagamos todo lo que esté a nuestro alcance, civiles y militares, para que la patología del narcotráfico y sus irradiaciones sanguinarias se reduzcan a su mínima expresión lo más pronto posible. Nadie desea que esta lucha se prolongue indefinidamente… a nadie conviene” (Galván Galván, 2010). Y nuevamente el Secretario de la Defensa alerta: “Si se extiende en demasía [esta guerra], si se alarga en exceso el trayecto de la confrontación, no sólo se incrementará el número de víctimas inocentes, también se causará un daño adicional a la población porque podría terminar habituándose a la cultura de la violencia. Ésta genera distorsión en las percepciones colectivas y produce mitos y fantasías en donde la ausencia de respeto a las vidas humanas y la insensibilidad absoluta frente al dolor, son expresiones lamentablemente recurrentes” (Galván Galván, 2010). En la conjugación de los tiempos, no es que podamos terminar por habituarnos a la cultura de la violencia, ésta se ha enraizado de tiempo atrás en nuestras vidas. La sección central del “noticiero número uno de la radio en México” se llama “Parte de Guerra, sálvese quien pueda” y se presenta por frentes que compiten por la nota más espeluznante y sangrienta: “Desde el frente de Michoacán 25 decapitados, 14 descuartizados y un número indeterminado…”. La disciplina y consistencia de las fuerzas armadas se sacude, no sólo por los tentáculos del crimen organizado, sino por un combate entre hermanos. El enemigo no es un invasor extraño en idioma, facciones, historia e intereses, es otro mexicano, quizá pariente, tal vez conocido, no extraño al paisaje y paisanaje. Las armas y equipos tecnológicos, por lo demás, los tienen a su alcance, al norte de la frontera, en el mayor tianguis de armamento pesado del mundo. De nada sirve acabar con una “ridícula minoría” (Calderón, 2010) de malosos oferentes si nada se hace para contener y reducir el crecimiento exponencial de consumidores; porque éste no es un problema de malos y buenos, ni de muchos y pocos, sino de mercado y capitalismo salvaje.

L AS VÍCTIMAS

Los muertos de esta inconsulta y sesgada guerra son efímera y lucrativa nota mediática, estadística y bandera de uno y otro lado; muertos despojados del drama y duelo que encierra su deceso, de la descomposición so-


EL RUIDO Y EL LLANTO | SOCIEDAD ABIERTA cial que acusan, de la generalización y normalización de la violencia como algo consustancial a la convivencia humana, de la cosificación del hombre, de la degradación de la vida y convivencia humanas, de la pérdida de la idea de humanidad. Los narcotraficantes tienen a 50 millones de pobres para agregar a sus filas. A la juventud se le ha condenado al vacío de la desesperanza, sin opciones, horizontes, ni futuro. Presa fácil de las redes del narcotráfico, ya como consumidores, ya como integrantes de sus redes de distribución. Toda guerra impacta a la economía, la política, la cultura y cualquier otra manifestación de lo social. Un país en guerra no puede tener más que una economía de guerra. Las inversiones privadas para el desarrollo son las primeras en huir y las del Estado privilegian las belicistas. El empleo, por consecuencia, se concentra en esas áreas. Nuestros jóvenes tienen, dentro del país, tres opciones: o ingresan al ejército, con una vida de privaciones y riesgo de muerte, o engrosan las filas del crimen organizado, también con riesgo de muerte pero en una fácil e inmediata abundancia, o se van. La primera víctima de esta guerra es la juventud: o la mata el fuego cruzado o la mata la falta de opciones y esperanzas o la mata la droga. ¿Cómo pedirle a un joven que estudie y se titule como profesionista para luego emplearse como taxista?, ¿cómo exigirle que trabaje muy duro, toda una vida —si tiene la suerte de encontrar trabajo—, para quizá en treinta años hacerse de una casita de interés social y un coche destartalado a cambio de una deuda impagable?, ¿cómo pedirle que se inserte en una economía fallida y sin expectativas reales de crecimiento cuando la ruta del narcotráfico ofrece ganancias inmediatas, copiosas y fáciles? Existen otros efectos económicos que aún no hemos alcanzado a dimensionar, la guerra ha desatado, como el propio presidente lo reconoce, la venta de protección; indefensos, los pequeños y medianos empresarios optan por cerrar sus negocios con pérdida de empleos y de actividad económica. La inseguridad ahuyenta la clientela de comercios y calles, teniendo un alto impacto en el consumo. La economía se contrae y con ella las opciones de generación y distribución de la riqueza. Lo mismo podemos decir de la política. En un principio los capos empezaron por pedir permiso a los políticos para operar, hoy otorgan autorización y dinero a estos. Pronto se preguntarán para qué utilizar políticos si tienen la capacidad de poner y quitar. Ni qué decir

de la justicia: siendo la venalidad, corrupción e impunidad materias extensamente exploradas y controladas por sus redes, el crimen organizado amplía sus perspectivas a servicios conexos: en México cobrar una deuda debidamente documentada lleva de cinco a diez años y muchísimos juicios; hoy, los titulares de derechos litigiosos prefieren acudir a la “minoría ridícula” quien ejecuta la cobranza de manera eficaz, pronta y expedita. Los narcocorridos, que ahora quieren penar nuestros eméticos diputados, expresan una realidad sociológica donde las más de las veces el narco es percibido como el bueno de la trama y las autoridades como nefandas. Y no es porque los grupos musicales y compositores sean parte del crimen organizado, éstos sólo expresan un sentir popular que responde a la falta de oportunidades y seguridades que como sociedad organizada no hemos sido capaces de garantizar. En lo que va de este sexenio y hasta los primeros días de abril de 2010, según cifras oficiales, han muerto más de 22 700 personas en México por violencia vinculada al crimen organizado. Primero nos los vendieron como integrantes de los cárteles en conflicto. Así, resulta que hoy en México decir sicario es razón más que suficiente para que las instancias e instrumentos de la procuración de justicia se allanen ante decesos por arma de fuego, como si matarlos fuera lo normal y no sujetarlos a proceso ante la ley. Silenciosamente se ha implantado en nuestro suelo una nueva especie de ley fuga que permite matar sin alegar evasión alguna, basta con encasillar al difunto en el género sicario. Hay que recordar que la Constitución protege sin distinción la vida y derechos de todos en México; hoy, sin embargo, parece que la vida de los sicarios ha quedado excluida del régimen constitucional y pueden ser exterminados sin que nadie se sorprenda; sus vidas son prescindibles y sus muertes justificadas. Forman parte de “la otra especie”, objetos de guerra, sin rostro ni nombre, cuando mucho apodos. Fortalece al falso maniqueísmo entre vida prescindible y vida conservable, el hecho de que la contabilidad gubernamental ponga más acento en el número de caídos en el campo de batalla, en las armas y las drogas decomisadas, que en el de sometidos a juicio y condenados con sentencia definitiva. Las grandes aprehensiones saturan la publicidad y el orgullo oficial, pero ninguna nota, por insignificante que sea, nos aporta datos de cuántos de ellos han obtenido resolución que cause estado y cuántos recuperan su libertad al día siguiente de su cacareada aprehensión por falta de méritos o probanzas. No METAPOLÍTICA

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SOCIEDAD ABIERTA | LUIS FARÍAS MACKEY hay, pues, correspondencia entre las armas de fuego y el número de muertos, con la procuración de justicia. Por su parte, la estrategia publicitaria gubernamental ha probado su fracaso en innumerables ocasiones y tiende a revertirse. Los decomisos y aprehensiones se multiplican sin que redunden en una percepción de avance y mejoría: no se sabe de espacios liberados del crimen y recuperados para la seguridad; ni se conoce de daños estratégicos a las células delictivas. Al contrario, se enraíza socialmente la impresión de un efecto medusa que amenaza con rebasar las posibilidades reales del Estado mexicano. De igual manera, las experiencias mundiales exitosas contra el narcotráfico no han sido en el combate cuerpo a cuerpo, sino en el control de los flujos financieros de sus personajes. Es por ello que alarma que a más de un año de haberse aprobado la Ley de Extinción de Dominio, la cual permite al Estado incautar propiedades y cuentas del crimen organizado, el Ejecutivo Federal no la haya aplicado en una sola ocasión y, en contrapartida, reclame diariamente al Congreso su falta de apoyo con legislaciones acordes al problema que enfrentamos. Aquí no sólo hay ausencia de correspondencia, sino una abierta contradicción que pone en duda los objetivos reales de la guerra calderonista. Hoy sabemos que un número indeterminado de muertos, presumiblemente alto, han sido víctimas ajenas al conflicto. Por otro lado, diariamente caen mexicanos, inocentes unos, y policías y militares en el cumplimiento de su deber otros, y lo más que reciben son disculpas por las molestias causadas, justificaciones de ser costos marginales, daños colaterales e inevitables, cuando no acusaciones de ser corruptos, sicarios o pandilleros. Es de entender que sobre el titular del Ejecutivo federal pesen los afectos personales y sus duelos, pero de cara a la nación está obligado a velar sin distinción por la vida de todo mexicano, incluso de sus enemigos personales y de los propios delincuentes. Y la razón es la misma: no podemos hacer diferencias de valor entre una y otra vida sin atentar directamente contra la idea de lo humano.

E L USO DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y SU PROPIA RESPONSABILIDAD

En materia de comunicación, pasamos del principio mercadológico de “sin escándalo no hay noticia” a “si no es sanguinaria no es nota”. La diaria carnicería huMETAPOLÍTICA

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mana ha tomado carta de naturalización entre nosotros, y el valor de la vida se ha desdibujado hasta su insignificancia y desechabilidad. Por ejemplo, un comando mata a más de una decena de muchachos en una fiesta privada en Ciudad Juárez, y lo primero que se le ocurre al presidente de la República es decir que eran pandilleros. ¿Y qué si lo fueran?, ¿eso le quita a su muerte y número lo terrible, bestial y alarmante del caso?, ¿desde cuándo el pandillerismo mexicano dejó de batirse a puños y patadas afuera del futbol y empezó a matarse en fiestas con armas largas?, ¿no acusa ello un grave problema social? Nuestra juventud, ya lo hemos apuntado, carece de opciones y esperanza. Condenada al lumpen o a la migración, es presa fácil de cooptación por parte del crimen organizado. Lo grave no es que fueran pandilleros -que hoy sabemos no lo eran-, sino que tiempo y circunstancia condenen a nuestra juventud a una realidad de guerra y muerte. Ello es tan grave que el jefe de las instituciones nacionales, primer responsable de mantener la paz, el orden, la ley y las libertades en México, así como garantizar la seguridad a todos, campantemente considera que, tratándose de pandillas, la muerte de 16 muchachos en una fiesta es normal y, además, razón suficiente para depreciar y despreciar las vidas así segadas, así como la brutalidad y descomposición implícitas. Un día el bullicio mediático enardece nuestra indignación por la muerte de dos estudiantes “de excelencia” acribillados “del flanco de los militares”, originalmente señalados como sicarios, otro, un afamado periodista enmascara en entrevista el panegírico de uno de los capos más buscados. Tenemos tema de conversación, columnas y comentarios periodísticos que se aderezan con detalles a cual más temerarios y alarmistas, hasta que la bulla se desinfla y otra atrocidad distrae nuestra atención. Hemos reducido las muertes que pueblan el diario acontecer, a distractores que nos mantienen, atrapados en el miedo y la paranoia, extraviados en detalles embaucadores y descabellados. No se informa, ni se forma opinión, se manosean vidas, honras y muertes, en manipulación de nuestros temores y odios, y en pos de pingües ganancias. La vida y la muerte de los caídos son para los medios “nota”, un “parte de guerra” efímero y explotable. En la ecuación comunicacional la veracidad y capacidad de asombro e indignación han cedido su centralidad al lucro, morbo e indiferencia. Para que una nota sea lucrativa debe estar impregnada y revestida de sensacionalismo y montada en un espectáculo de escándalo y alarmismo. Los me-


EL RUIDO Y EL LLANTO | SOCIEDAD ABIERTA dios, sostiene Gil Calvo (2003, p. 283), desean impresionar a fuerza de escándalos, pero ello “sólo puede hacerse en detrimento del objeto mismo de la interacción comunicativa, que desaparece anulado por la espectacularidad de su puesta en escena, pues el escenógrafo sólo se interesa por la revelación pública de sus productos, y no por los productos mismos que han de ser revelados”. En la puesta en escena mediática de las muertes violentas que nos rodean hay abuso y corrupción de la vida humana, a ésta se le desacraliza hasta convertirla en instrumento mercadológico, en gancho publicitario. Su trivialización la convierte en espectáculo, diversión y medro. Vida y muerte son rebajadas a notas equiparables al tipo de cambio o al índice Nasdaq, menos importantes y atendibles que el marcador de un partido de futbol o el último retozón de la artistilla del momento. Siendo la opinión pública un fenómeno socialmente construido con y por las interacciones de opiniones privadas, los agentes institucionales que intervienen en ella son tan sensibles al clima de opinión pública, al que buscan condicionar o interferir, como los ciudadanos que la conforman. En consecuencia, “quienes más temen a la opinión pública no son tanto los miembros del público que la construyen y comparten, consintiendo o resistiendo su presión, como los miembros de las instituciones interesadas en beneficiarse de aquella —o al menos en no ser perjudicados por ella—: el poder, el capital y la prensa” (Gil Calvo, 2003, p. 41). Esta interacción de miedos, entre el que producen los medios en la opinión pública y el que aquellos tienen de ella, termina por generar un clima de temor generalizado mutuo. Cada noticiero requiere saciar la adicción por lo violento y lo macabro en que tienen esclavizada a sus audiencias; ante ello, la vida y dignidad humanas se ven arrasadas por la dictadura del rating. Lo importante no es ya la muerte de tal o cual sujeto, ni siquiera su número; lo relevante es exaltar sus detalles de violencia, asombrar con su brutalidad, atrapar en su horror. Pero como estos instrumentos —muertes humanasestán condenados a la fugacidad noticiosa, los medios requieren producir cada vez más hechos de violencia que sean, más brutales y sanguinarios. Mientras más temeraria la nota, en tanto más descabellada y terrorífica, más sangrienta e inhumana, mejor y mayor negocio. Por otro lado, como el manejo lucro-mediático requiere de villanos favoritos, si éstos no surgen a tiempo para su puesta escena, es menester producirlo, ya reviviendo añejos miedos u odios, ya creándolos a modo.

En cualquier caso, la exigencia de un ente de imputación de la maldad absoluta termina nuevamente por deslavar el valor de la vida y honra humanas; lo importante es tener un villano. Los malvados deben ser exterminados sin contemplación, ni derechos; los bites de televisión no dan para largos argumentos ni pruebas de descargo, menos para la terrible posibilidad de errores en acusación, juicios y condenas. Ninguna injusticia, tortura o cárcel es superior en México a caer en desgracia con una televisora. No hay justicia humana capaz de rescatar y resarcir a sus víctimas, ni poder para defenderlas de su autocracia. Sus hechos son contundentes, aunque no sean verdaderos, sus sentencias irrevocables, aunque no justas. Si mañana el asesino no lo era, el muerto no existió, o no hubo corrupción alguna o el fraude jamás se dio, peor para la realidad: la noticia cumplió su cometido mercantilista aunque haya traicionado a la verdad. Y cuando en una sociedad no existen instancias para garantizar vida, honra y derechos, la vida pierde su valor y su sentido en sociedad. Un sujeto industrializa la desaparición de sus víctimas en tambos de ácido y el gobierno utiliza la “nota” como propaganda. Los “pozoleados” (a eso quedaron reducidas las más de 300 víctimas, a ocurrencia mediática) carecen de rostro, nombre, historia e importancia. Nadie se abruma ni acongoja. La violencia y la barbarie forman parte del paisaje. El otro, el prójimo y la idea de humanidad han dejado de significar algo para nosotros, el ruido de la guerra no permite escuchar su llanto. 

REFERENCIAS

Payan, T. (2006), The Three U.S.-Mexico Border Wars, Westport, Praeger Security International. Fussell, P. (2003), Tiempo de guerra. Conciencia y engaño en la Segunda Guerra Mundial, México, Oceano/Turner. Calderón, F. (2010), Entrevista de prensa al término de la Comida de Clausura del XXIV Encuentro Nacional de Vivienda, México, 24 de marzo (www. presidencia. gob.mx/prensa/?contenido=54690). Galván Galván, G. (2010), Discurso con motivo al “Día del Ejército”; México, 19 febrero (www.sedena. gob.mx/index.php?id_art=3804). Gil Calvo, E. (2003), El miedo es el mensaje. Riesgo, incertidumbre y medios de comunicación, Madrid, Alianza. METAPOLÍTICA

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VACÍOS E

ineptitudes

DE LOS ORGANISMOS PÚBLICOS DE DERECHOS HUMANOS EN MÉXICO Pilar Noriega García*

L

a creación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) fue motivada por la necesidad de legitimar al Estado mexicano, tras un proceso electoral fuertemente cuestionado, que llevó a Carlos Salinas a la presidencia de la República en 1988, junto a la tradición autoritaria y represiva en materia de derechos humanos que el país arrastraba y que distaba de la imagen activa y progresista proyectada por la política exterior, en la que no se dudaba de participar activamente en la lucha contra la proliferación de armas nucleares (lo que le valió al jurista y diplomático Alfonso García Robles, el premio Nobel de la Paz de 1982), apoyar medidas de presión en contra del apartheid en Sudáfrica o tomar el liderazgo, durante las décadas de los setenta y ochenta, del Grupo de los 77 en tareas encaminadas al progreso de los países en vías de desarrollo, así como respaldar la adopción de la Convención de Ottawa que prohíbe la producción, almacenamiento, empleo y transferencia de minas terrestres. Importante y trascendental en esta materia fue el hecho de que México sirviera de refugio a españoles, centro y suramericanos que huían de las dictaduras mi*

Abogada y promotora de derechos humanos.

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litares; también que junto con Venezuela y Francia reconociera al Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) de El Salvador como fuerza beligerante legítima y que la ciudad de México fuera el marco para la firma de los Acuerdos de Paz de Chapultepec entre el gobierno salvadoreño y el FMLN. Ese activismo internacional del Estado mexicano contrastaba con la represión ejercida contra las luchas sociales o de simple reivindicación de derechos que se daban en el interior del país. La solidaridad del gobierno con las personas que escapaban de las dictaduras militares tuvo como consecuencia que se dificultara que las organizaciones mexicanas pudieran denunciar las violaciones a los derechos humanos en México ante los foros internacionales; por ejemplo, a principios de los ochenta, en un Congreso de la Asociación Americana de Juristas en Nicaragua, a compañeras y compañeros del Frente Nacional de Abogados Democráticos se les pidió acotar su participación o no participar porque consideraban que un pronunciamiento contra el gobierno mexicano pondría en dificultades a las diferentes delegaciones ahí presentes. En una ocasión hice un comentario en este sentido a una colega argentina cuya respuesta fue: “México es nuestra retaguardia”. El pro-


INEPTITUDES DE LOS ORGANISMOS DE DERECHOS HUMANOS | SOCIEDAD ABIERTA blema era que los mexicanos no teníamos retaguardia ni apoyo alguno. A pesar del autoritarismo y cerrazón del gobierno, a partir de los años setenta inició el surgimiento de organizaciones sociales, en especial de derechos humanos, que aglutinaron esfuerzos y lograron pasar del activismo político a la denuncia formal ante mecanismos internacionales de defensa y protección de los derechos humanos lo que a la postre tuvo buenos resultados. La crisis política y económica del sexenio de José López Portillo como marco de la reforma política de 1977 dio lugar a la participación abierta y legal de partidos progresistas y de izquierda, lo que provoca el surgimiento, fortalecimiento y proliferación de las organizaciones no gubernamentales de derechos humanos.1 Por lo que no debe extrañar que en ese sexenio, el Estado mexicano ratificara —el 23 y 24 de marzo de 1981— el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, y la Convención Americana sobre Derechos Humanos, que a nivel internacional habían entrado en vigor algunos años antes. Durante el gobierno de Salinas de Gortari se producen reformas como las de octubre de 1989 cuando el Congreso facultó al presidente para conceder el indulto a personas presas por motivos políticos o sociales, cuya cifra que oficial fue de 631. Es necesario destacar que un hecho detonante para la creación de la CNDH fue el homicidio de la abogada Norma Corona en mayo 1990, activista de los derechos humanos que, además de ser pionera de la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa, A.C., destacó por el impulso que dio a la creación de la Fundación de Colegios y Organismos Defensores de Abogados y al Patronato de Reos Liberados. Previamente, en febrero de 1989, se había creado la Dirección General de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación que por el empuje de las organizaciones civiles y políticas fue transformada, en junio de 1990, en la Comisión Nacional de Derechos Humanos como órgano desconcentrado de la misma Secretaría con atribuciones en materia de derechos humanos, 1 Se debe hacer una mención y reconocimiento especial al Centro Nacional de Comunicación Social (Cencos) creado en la década de los sesenta ya con una clara visión de reivindicación de la justicia social al denunciar y difundir desde sus inicios la represión a los sectores marginados de la sociedad.

tomando en consideración que a esa secretaría le corresponde conducir la política interior que compete al Ejecutivo Federal, incluyendo la coordinación y ejecución de acciones dirigidas a promover la salvaguarda de las garantías individuales. En el decreto de creación de la CNDH se tomó en cuenta que: El Estado democrático moderno es aquel que garantiza la seguridad de sus ciudadanos y los extranjeros que se encuentren en su territorio, respeta y hace respetar las leyes, reconoce la pluralidad política, recoge las críticas, alienta a la sociedad civil, evita que se exacerben los conflictos entre grupos y promueve la eficacia en sus relaciones con las diversas organizaciones sociales y políticas (Diario Oficial de la Federación, 6 de junio de 1990).

Para entonces, el Partido Acción Nacional (PAN) había logrado que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) emitiera la Resolución I/90 relativa a varios casos en los que se reclamaba la falta de recursos idóneos para la protección contra violaciones a los derechos políticos, pues estos últimos, según el criterio reiterado de la Suprema Corte de Justicia, al no encontrarse contenidos dentro de las categorías de garantías individuales no estaban protegidos por el amparo, ya que éste solamente protegía contra actos de autoridad que violaran las garantías individuales. En el párrafo 102 de la resolución de la CIDH señalaba: 102. La Comisión debe hacer presente al Gobierno de

México en esta oportunidad que debe cumplir a cabalidad con la obligación de garantizar el libre y pleno ejercicio de los derechos políticos y a la protección judicial, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 1.1 de la Convención Americana. En este sentido, la Comisión debe señalar que ha sido informada sobre la existencia de un activo proceso de reforma de la legislación electoral. La Comisión espera que tales reformas conduzcan a la adopción de normas que protejan adecuadamente el ejercicio de los derechos políticos y a instituir un recurso efectivo y rápido para la protección de los mismos.2

En enero de 1992 se reformó el artículo 102 constitucional “a fin de elevar a rango constitucional a la Comisión Nacional de Derechos Humanos” y se crearon los 2

Véase: www.cidh.oas.org/annualrep/89.90span/Cap3d.htm# RESOLUCION%20Nº%2001/90 METAPOLÍTICA

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SOCIEDAD ABIERTA | PILAR NORIEGA GARCÍA organismos públicos de protección de los derechos humanos tanto a nivel federal como local para conocer quejas y realizar denuncias en contra de actos u omisiones de naturaleza administrativa provenientes de cualquier autoridad o servidor público, con capacidad de emitir recomendaciones públicas no vinculatorias, excepto en asuntos electorales, laborales y jurisdiccionales (Diario Oficial de la Federación, 28 de enero de 1992). La exposición de motivos de la iniciativa del presidente de la República expresamente señalaba que “la creación de la comisión se inscribe, además, en el marco de la cooperación entre los estados para enfrentar asuntos de interés recíproco de la comunidad internacional. En efecto, México se ha comprometido internacionalmente en la protección de los derechos humanos…”3 y es en junio de ese mismo año que se publica la Ley de la Comisión Nacional de Derechos Humanos en la que se establece que ARTICULO 2º. La Comisión Nacional de Derechos Humanos es un organismo descentralizado, con personalidad jurídica y patrimonio propios que tiene por objeto esencial la protección, observancia, promoción, estudio y divulgación de los derechos humanos previstos por el orden jurídico mexicano (Diario Oficial de la Federación, 29 junio de 1992).

El hecho de que tanto Jorge Carpizo, primer presidente de la Comisión, como Jorge Madrazo (su sucesor) renunciaran a su cargo —cuyo nombramiento correspondía al Ejecutivo nacional— para ocupar el puesto de Procurador General de la República, debilitó la imagen de la Comisión, ya que la evidenció como coto de poder y como trampolín político en el que, por lo tanto, se deben cultivar y cuidar las buenas relaciones con la administración pública. Estas dudas sobre su autonomía traspasaron el nivel nacional. En 1995 en la audiencia ante la CIDH sobre la situación general de México, en particular la situación de Chiapas, para sorpresa de los comisionados (de la CIDH) la CNDH era parte integrante de los representantes del gobierno mexicano. Uno de los comisionados preguntó al representante de la CNDH cómo era posible que un organismo autónomo fuera en representación del gobierno mexicano.4 3 Véase, Suprema Corte de Justicia, recursos jurídicos, en: http://www2.scjn.gob.mx/leyes/Default.htm 4 Testimonio de Víctor Brenes Berho, en ese entonces abogado del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez.

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A esto hay que añadir que a partir de la aparición del Ejército Zapatista de Liberación Nacional el país se encontraba ante una ebullición política y social, que tuvo una respuesta más bien represiva tanto a nivel federal como de los gobiernos de los estados involucrados, lo que no dejó de tener repercusiones a nivel internacional. En 1997 diversos mecanismos de la ONU emitieron sus respectivos informes: el Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias, el Relator Especial sobre Tortura, así como el Relator Especial sobre Ejecuciones sumarias y arbitrarias. Para 1998 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos dio a conocer su Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en México, dos años después de que por primera vez en sus 37 años de existencia visitara el país. La CIDH había recibido los testimonios de cientos de personas y de múltiples organizaciones no gubernamentales sobre la violación de los derechos humanos por parte del ejército y los cuerpos de seguridad pública, la falta de independencia del poder judicial, la situación de los pueblos indígenas, los derechos de la mujer, entre otros. Esto puede explicar que en 1999 se desempolvara la iniciativa del grupo parlamentario del Partido del Trabajo para la reforma al artículo 102 constitucional a fin de “dar autonomía e independencia a la CNDH”5 y es precisamente durante ese año que se modificó el proceso de nombramiento de su titular. En el 2001 se reforma la Ley de la CNDH para cambiar el nombre de la Comisión y su consejo. En la exposición de motivos de esa reforma se señala A fin de adecuar el texto de la Ley a las modificaciones como es el cambio en la denominación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, para ajustar el nombre de la Ley misma; de igual manera se ajusta la denominación del Consejo Consultivo con el mismo fin; al carácter autónomo en la gestión de la Comisión, ya que desde el año de 1999 es una institución de derecho público dotada de autonomía por disposición constitucional.6 5 Dicha iniciativa se había presentado desde 1997. Véase, Suprema Corte de Justicia, recursos jurídicos, reforma 13 septiembre 1999, cámara de origen, exposición de motivos, en: www2.scjn. gob.mx/leyes/Default.htm. 6 Ley de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos —antes Ley de la Comisión Nacional de Derechos Humanos—, proceso legislativo completo, dictamen/origen exposición de motivos en Suprema Corte de Justicia, recursos jurídicos, en: www2.scjn.gob.mx /leyes/Default.htm


INEPTITUDES DE LOS ORGANISMOS DE DERECHOS HUMANOS | SOCIEDAD ABIERTA Por lo que el artículo 2 de la ley de la CNDH quedó de la siguiente manera Artículo 2: La Comisión Nacional de los Derechos Humanos es un organismo que cuenta con autonomía de gestión y presupuestaria, personalidad jurídica y patrimonio propios, y tiene por objeto esencial la protección, observancia, promoción, estudio y divulgación de los derechos humanos que ampara el orden jurídico mexicano (“Reforma a la Ley de la CNDH”, Diario Oficial de la Federación, 26 de noviembre de 2001).

Sin embargo, suprimir o no el término “descentralizado” no la volvía automáticamente un organismo auténticamente independiente del poder público. Exento a las múltiples interpretaciones de estas reformas, se encuentra un hecho problemático surgido en 1999: Mireille Roccatti (quien había substituido a Jorge Madrazo) no cumplía todavía los cuatro años que por ley le correspondían al frente de la CNDH pero en el artículo tercero transitorio del decreto de reforma y adición al artículo 102 constitucional, que se publicó en el Diario Oficial de la Federación el 13 de septiembre de 1999 y que entraba en vigor al día siguiente, se determinaba que la Cámara de Senadores o en su caso la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, debería elegir a la persona que ocupara la Presidencia de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos conforme al procedimiento dispuesto por el apartado B de dicho artículo, lo que implicaba realizar una amplia auscultación entre las organizaciones sociales representativas de los distintos sectores de la sociedad, entre los organismos públicos y privados promotores o defensores de los derechos humanos ya fuera para proponer la ratificación de la titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos o, en su caso, integrar una terna de candidatos . Esta situación abrió un debate sobre la sucesión de la presidencia de la CNDH entre quienes pensaban ratificar a Mireille Rocatti para que cumpliera su término, y quienes sostenían que debía integrarse la terna para elegir nuevo titular de la Comisión (http://www.uia.mx/actividades/ nuestracom/99/nc42/3.html). Un amplio sector de organizaciones sociales de derechos humanos se mantuvo al margen, ya que estimaba que el proceso propuesto por el Senado era confuso y no transparente. En el largo plazo fue un error, ya que ese momento se dieron las condiciones necesarias para lograr que llegara a la presidencia de la Comisión al-

guien con trayectoria en la promoción y defensa de los derechos humanos en lugar de facilitar la llegada del doctor José Luis Soberanes Fernández, quien teniendo una indiscutible trayectoria como jurista carecía de experiencia en el campo de los derechos humanos o de defensa de las luchas sociales. En el pasado proceso del 2009 para elegir al sucesor de Soberanes7 existió mayor difusión, interés y controversia pública que en 1999, pero los hilos del poder y cabildeo permanecieron cerrados a la auténtica participación social. Cada vez más los órganos legislativos, tanto a nivel federal como los locales, realizan consultas públicas que devienen un simple trámite a fin de que los legisladores puedan ufanarse de haber tomado en cuenta el sentir o la posición de las organizaciones sociales; sin embargo, en realidad todo está “amarrado” entre los partidos. No importa si son de derecha, izquierda, centro o cualquier denominación o color, en el momento de decidir, los intereses políticos partidarios prevalecen sobre el auténtico sentido de representación de la sociedad. De acuerdo con Ricardo Ravelo, esto fue lo sucedido en la elección de Raúl Plascencia Villanueva como titular de la CNDH maniobrada por el senador del PRI Fernando Castro Trenti, ex coordinador de campaña de Hank Rohn a la gubernatura de Baja California, (Proceso 1727, 6 de diciembre de 2009). Este hecho implica no solamente un retroceso para las organizaciones civiles en la lucha por la defensa y promoción de los derechos humanos, también evidencia el entretejido de las fuerzas de poder en nuestro país. La situación de los organismos públicos de derechos humanos en las entidades federativas, por lo general han seguido la trayectoria de la CNDH: transitaron de organismos desconcentrados a descentralizados o autónomos y son prueba palpable que una cosa es la formalidad legal y otra la operatividad del poder. Un recuento realizado hace unos años por Miguel Ángel Granados Chapa advertía que En Baja California, por ejemplo, el ombudsman era anteriormente el jefe de la escolta de un gobernador. En Oaxaca, era el oficial mayor de la Cámara de Diputados. En Veracruz, la presidenta de la Comisión es la ex secretaria de Gobierno. Y en Aguascalientes era el líder de la 7

Debe notarse que el doctor José Luis Soberanes Fernández fue el primer titular de la CNDH en concluir su periodo normalmente pues en 2005 había sido reelegido para un segundo periodo. METAPOLÍTICA

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SOCIEDAD ABIERTA | PILAR NORIEGA GARCÍA bancada panista en el Congreso local. En Baja California Sur y en Puebla los titulares eran inmediatamente antes subprocuradores. En Querétaro, los miembros del consejo son nombrados por el gobernador y en Chiapas los designa el Congreso, que dejó vacantes durante mucho tiempo lugares a que incorporó a ex funcionarios públicos (Reforma, 10 de diciembre de 2003).

De lo anterior resulta explicable la inquietud de organizaciones civiles que, a principios de octubre de 2009 (estando en puerta el relevo en la CNDH, Baja California Sur y el Estado de México), se pronunciaron bajo la llamada “Declaración de San Ángel” (http: //www.cencos. org/es/node/21801) para que los procesos de selección de los titulares de los organismos públicos de derechos humanos se realizaran con transparencia e independencia de los intereses del poder, que existiera la participación de organizaciones de la sociedad civil y se contara con criterios de selección y parámetros de evaluación a partir del compromiso con las causas sociales, la difusión y enseñanza de los Derechos Humanos. A finales de septiembre, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) había elegido como presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) a Luis González Placencia, quien hasta poco antes ocupaba el cargo de tercer visitador general de la misma Comisión. Este proceso fue considerado transparente por muchos, como Raúl Aznar, presidente de la Comisión de derechos humanos de la ALDF, quien calificó el proceso como transparente, con equidad y abierto a la sociedad.8 Sin embargo, esta designación causó sorpresa porque González Plasencia no era mencionado entre los candidatos con mayores posibilidades para ocupar la presidencia de la CDHDF, pero la “falta de consensos entre las bancadas” lo colocó como “el candidato al que menos veto pusieron los legisladores”.9 No se puede omitir que existió insatisfacción por parte de algunas organizaciones y personas en lo individual, como John Ackerman, quien clara y abiertamente sostuvo que se había tratado de otra gran simulación al más puro estilo priista, pues a pesar de que se nombró a una persona con altas credenciales profesio8 Véase, http://www.cimacnoticias.com/site/09093008-LuisGonzalez-Plasc.39502.0.html. 9 Véase, http://www.inacipe.gob.mx/htm/comunicadosPrensa/ pdf/Septiembre09/DesignaALDF.pdf

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nales no hubo transparencia en los criterios de evaluación de los candidatos ni información sobre la deliberación de los diputados locales (La Jornada, 5 de octubre de 2009). También se realizaron comentarios en torno a la falta de equidad de género, como el de Jacqueline L Hoist representante de Relevos 2009, organización coyuntural conformada por 7 organizaciones, quien calificó el proceso como transparente y abierto pero lamentó que solamente la terna del PRI había tomado en cuenta a las mujeres.10 En noviembre de 2009, el Congreso del Estado de México designó como nuevo comisionado de los Derechos Humanos del estado a Marco Antonio Morales Gómez, quien se desempeñaba como vocal electoral (Diario de Toluca, 29 de octubre 2009), lo que motivó, sin repercusión alguna, la oposición de la fracción panista que argumentó que el Código Electoral del Estado de México imposibilita a los consejeros electorales a ocupar un cargo en los poderes públicos, al menos durante el año siguiente que abandonen el cargo, y “no hay duda de que los órganos constitucionales autónomos son parte integrante de los poderes públicos del estado”(Teotihuacan en Línea, 2 de noviembre de 2009). El proceso más reciente del que se tuvo conocimiento fue el de Baja California Sur, donde, en diciembre de 2009, el Congreso local nombró como presidente de la Comisión de Derechos Humanos a un ex funcionario municipal de Los Cabos y ex director del Registro Civil en el estado, además, compadre del coordinador de la fracción parlamentaria que tuvo la mayoría calificada en el Congreso, la del PRD (La Jornada, 16 de diciembre de 2009.) De estos eventos resultan varias reflexiones. La oportunidad que se presentó con la CNDH en 1999, tardará en regresar. Me pregunto si esa era la ocasión favorable para empujar a un candidato comprometido e independiente pues, como se señaló antes, no estaban muy lejos los informes de los Relatores de la ONU, aún más fresco el informe de la CIDH y acababa de reformarse la Ley de la Comisión justo por el tema de su autonomía. En retrospectiva podemos concluir que dejar que el Senado “se hiciera bolas”, no tuvo buenos resultados. Aún así, no podemos pasar por alto la coyuntura en la que se creó la Comisión Nacional, no hay duda sobre la repercusión que tuvo la fuerza impulsora de 10

Véase, http://www.cimacnoticias.com/site/09093008-LuisGonzalez-Plasc.39502.0.html


INEPTITUDES DE LOS ORGANISMOS DE DERECHOS HUMANOS | SOCIEDAD ABIERTA las organizaciones civiles, sin olvidar la presión que representaron los mecanismos y organizaciones internacionales de derechos humanos, y son esas mismas fuerzas las que en la actualidad pueden lograr que la administración de Raúl Plascencia al frente de la CNDH tenga que tomar posiciones efectivas de respeto, definición y apoyo decidido a la promoción, defensa y protección de los derechos humanos. Las convocatorias a la sociedad civil deben ser reales y eficaces, no simplemente un trámite para legitimar un determinado proceso político. En el caso específico de los organismos públicos de derechos humanos se puede decir que ese proceso pretendería ajustarse con los Principios Relativos al Estatuto y Funcionamiento de las Instituciones Nacionales de Protección y Promoción de los Derechos Humanos o Principios de París (ONU, Asamblea General A/RES/48/134, 4 de marzo 1994), que determinan que en la composición y el nombramiento de sus miembros deberán ajustarse a un procedimiento que ofrezca todas las garantías necesarias para asegurar la representación pluralista de las fuerzas sociales interesadas en la promoción y protección de los derechos humanos, en particular mediante facultades que permitan lograr la cooperación eficaz o la participación de las organizaciones civiles de derechos humanos. Nunca será suficiente insistir en que en nuestro país se debe empezar a debatir sobre la naturaleza y función de los organismos públicos de derechos humanos, ya que desde la mirada de algunos sectores dentro de la administración pública y la clase política, su naturaleza de entes públicos los limita en su actuación. No podemos aceptar que las comisiones de derechos humanos queden atrapadas en los intereses o negociaciones entre los grupos o partidos políticos en lugar de lograr desempeñar su función con la debida independencia, seriedad e intensidad. Esto ha quedado claro en la resolu-

ción A/RES/48/134 de la Asamblea General de las Naciones Unidas que específicamente indica que las instituciones públicas deben mantener su independencia y el pluralismo de su representación. Por último, hay que recordar que hace más de una década surgió una falsa dicotomía entre los derechos elementales y la inseguridad pública que se percibe en el ámbito interno en lo que respecta a la delincuencia común y al narcotráfico, a nivel internacional en lo que se refiere a la lucha contra el terrorismo. La indudable necesidad de una mayor seguridad pública y la eliminación del temor causado por el aumento de la delincuencia ha sido un elemento desfavorable y de constante presión para la promoción y protección de los derechos humanos que ha puesto contra la pared tanto a las organizaciones sociales como a las Comisiones de Derechos Humanos al ser señaladas como defensoras de delincuentes. Este costo ha llegado a tal grado que la entonces Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas11 estimó necesario nombrar un Relator Especial sobre la promoción y protección de las libertades y los derechos fundamentales en la lucha contra el terrorismo. En consecuencia, se puede concluir que los organismos públicos de derechos humanos solamente tendrán fuerza e independencia a través de su vinculación con las organizaciones de la sociedad civil, las que, a su vez, deben mantener una posición crítica y autocrítica, a pesar de que las fuerzas políticas con las que se vinculen sean aquellas que se encuentren en el poder. No podemos avalar y guardar silencio ante la mediocridad en la actuación de los organismos públicos de derechos humanos, o de plano su contubernio con las autoridades, pero tampoco podemos dejarlos solos cuando hacen un esfuerzo por realizar su labor con eficacia y honestidad.  11

Hoy Consejo de Derechos Humanos.

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Jaime Labastida: “EN LA CULTURA MEXICANA LO REVOLUCIONARIO ES NO CAMBIAR” Entrevista realizada por Israel Covarrubias*

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ilósofo, poeta y ensayista, Jaime Labastida es una de las figuras más sugerentes de la vida cultural en nuestro país. Como editor, ha expandido uno de los proyectos independientes más ambiciosos en lengua española. No es fortuito que en más de cuarenta años, Siglo XXI editores sea uno de los puntos de referencia obligados para conocer el pulso y las transformaciones de las distintas realidades sociales, políticas, económicas y culturales de toda América Latina y España. Jaime Labastida realizó sus estudios profesionales y de posgrado en la Universidad Nacional Autónoma de México, donde ha ejercido como profesor en la Facultad de Filosofía y Letras. Además, fue Subdirector General de Administración y Difusión del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), director de la revista Plural y articulista del periódico Excélsior. *

Es miembro de la Asociación Filosófica de México, de la Fundación UNAM, del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República, miembro numerario de la Academia Mexicana de la Lengua y de El Colegio de Sonora, entre otras. Algunas de sus obras son: El edificio de la razón; Producción, ciencia y sociedad: de Descartes a Marx; La palabra enemiga; Cuerpo, territorio, mito; Humboldt, ciudadano universal. El Estado francés lo ha distinguido como Caballero de la Orden de las Artes y las Letras y el Estado Alemán con la Cruz al Mérito. En 2008 obtuvo el Premio Nacional de Ciencias y Artes en la categoría de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía; y en 2009 la Medalla de Oro de Bellas Artes, otorgada por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y el INBA. Actualmente es el Director General de Siglo XXI editores.

Director editorial de Metapolítica. METAPOLÍTICA

Foto: Fernando Espinosa de los Monteros

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SOCIEDAD ABIERTA | ISRAEL COVARRUBIAS —Siglo XXI editores se ha vuelto, como se dice en la jerga académica, una referencia obligada, no solo para la cultura que se produce en el interior de las universidades, sino para la cultura en su sentido amplio, y no únicamente en México, antes bien, en toda Hispanoamérica. En este sentido, usted cumple una doble función: la de autor y la de editor; es decir, es aquel que produce y aquel que decide. De aquí, pues, quisiera comenzar con lo siguiente: ¿qué proyectos habría que organizar para proponer un lugar distinto al representado por el “desierto” de la cultura que precisamente enarbola en la actualidad el Estado mexicano? —Mira, yo creo que la función de una editorial como la nuestra estriba en proponer problemas. Es muy difícil que uno intente ofrecer soluciones. Hay que generar dudas y críticas; hay que hacer que la gente piense para que pueda avanzar. Debemos estar muy atentos y evitar la idea de que las cosas están resueltas cuando se edita. En alguna ocasión, un gran intelectual latinoamericano me dijo —y lo decía con asombro, casi como forma de crítica— que había encontrado en los muros de la Universidad de San Marcos, en Lima, Perú, un grafitti que decía, después de la caída del Muro de Berlín: “cuando sabía todas las respuestas, cambiaron todas las preguntas”. Él se dio cuenta de que algo grave había sucedido. Era cierto, cambiaron los paradigmas. Entonces, hay que volver a pensar las cosas. Qué bueno que nos cambiaron las preguntas, qué bueno que nos obliguen a pensar. Qué bueno que creamos que no todo está resuelto, que es más importante lo que está por delante que lo que sucede en el momento actual o atrás de nosotros. Entonces, no estoy en contra de que cambien las preguntas, ya que lo que siempre hace la historia es cambiar de modelos y de paradigmas. Cuando se resuelve un problema político, económico o social, surgen otros, o son generados por la forma en como aquellos se resolvieron. ¿Quién sabe todas las respuestas? Por ejemplo, una de las críticas que hago a los modelos utópicos que tanto se pregonan en la época del Renacimiento (la Utopía de Moro, la Ciudad del Sol de Campanella, la Nueva Atlántida de Bacon) es que en ellos todo está ya resuelto. Es una organización perfecta. Generalmente, las utopías se sitúan en una isla; en la Ciudad del Sol de Campanella se dice que en un muro están todas las estrellas, todas las aves, todos los animales, todas las plantas… Ya está todo resuelto. Es la idea del paraíso. En él, todo está resuelto, por eso es el lugar más aburrido del mundo, donde ya no se puede METAPOLÍTICA

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hacer nada nuevo. Lo importante de la mentalidad occidental, a diferencia de las mentalidades orientales, es que nosotros no solo nos basamos en usos y costumbres, lo que hacemos es cambiar los usos y cambiar las costumbres, modificar el pensamiento. Esto es lo revolucionario. Aquí, en México, con la revolución pasa exactamente lo inverso, lo revolucionario es no cambiar. Tomemos el libro de John Womack, el cual empieza con una afirmación verdaderamente escandalosa: “Esta es la historia de unos hombres que no querían cambiar, y por eso hicieron una revolución”. Sin embargo, hicimos la Revolución para cambiar, no para que las cosas permanezcan estáticas. Por eso, hoy, en México parece que la ley de la revolución fuera la ley de la inercia, exactamente lo inverso a lo que se piensa que es una revolución. Entonces, qué bueno que nos cambiaron las preguntas, qué bueno que tenemos que interrogarnos, qué bueno que tenemos que hacer cosas nuevas. —¿No es precisamente la necesidad y la posibilidad de hacer cosas nuevas lo que está en los orígenes de Siglo XXI editores? Es decir, ¿no es la apuesta por quebrar el paradigma ascendente del desarrollo mexicano uno de los motivos de la salida de Arnaldo Orfila Reynal del Fondo de Cultura Económica (FCE) después de la publicación de Los Hijos de Sánchez de Oscar Lewis y que dinamitarían la fundación de Siglo XXI editores? —El incidente de Orfila, o lo que motivó su salida del FCE es ampliamente conocido. Fueron dos libros. No solo la publicación de Los Hijos de Sánchez de Oscar Lewis, sino también la publicación de ¡Escucha Yanki! de Wright Mills. Lo asombroso es que se trataba de dos autores norteamericanos y la publicación de esos dos títulos en Estados Unidos no causó ningún problema. Incluso, el de Wright Mills, que se refería específicamente a las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, y que afectaba en manera directa más a Estados Unidos que a México, no tuvo ningún problema. Pero, en ocasiones, se es más papista que el Papa. Por otro lado, la publicación del libro de Lewis generó un malestar en la clase dirigente de nuestro país, ya que se suponía que en aquella época México había resuelto en lo fundamental sus grandes problemas, que la Revolución se había hecho para acabar con todos los malestares generados en la época de la dictadura de Porfirio Díaz. Por consecuencia, si había un avance económico en la época de Díaz era porque este había sido posible a las es-


ENTREVISTA A JAIME LABASTIDA | SOCIEDAD ABIERTA paldas de los trabajadores, provocando una profunda injusticia social. Y la revolución había acabado con todo eso. Al cabo de los años, vemos que no fue así. Que los problemas que enfrentábamos eran mucho más graves que los que había en la época de Porfirio Díaz. Incluso sostengo que la Revolución no se hizo contra Porfirio Díaz, ya que la primera fase de la Revolución fue de carácter meramente formal: ampliar los limites electorales, ni siquiera podemos decir democráticos, y que concluyó —esa primera fase— en 1911, con la renuncia de Díaz, no con el vencimiento del régimen de Díaz, ni habiendo sido vencido el ejército federal. Es decir, si uno compara lo sucedido entre 1910 y 1911, en el momento de la renuncia del general Díaz, pues se advierte que fueron escaramuzas militares, unos pequeños incidentes, en comparación con lo que sucedió después: alzamientos aquí y allá, pero sin mayor importancia. El ejército de Díaz, entonces, permaneció intacto. La verdadera Revolución se produjo en el momento en que fue asesinado Madero, entonces surge una lucha en contra de un usurpador, que fue Victoriano Huerta. Pero el régimen de Díaz fue un régimen políticamente bien fundado, contrario a lo que se quiera decir. Y desde el punto de vista jurídico, no fue una dictadura; es decir, fue un régimen continuado pero siempre con el respeto a las formas jurídicas establecidas. Ahora bien, yo me pregunto qué habría sucedido si en lugar de haber luchado en contra de Victoriano Huerta se hubiera tenido que luchar contra Porfirio Díaz, que era un presidente legítimo, al que el ejército apoyaba, y que había sido el gran triunfador de la lucha contra la intervención francesa… Quizá no hubiera ocurrido lo que pasó. En fin, el hubiera siempre es una cuestión hipotética en el caso de la historia. ¿Qué es lo que pasa? Orfila publica esos dos libros, y se considera que es un atentado en contra de lo que se suponía era el milagro mexicano; se le pide la renuncia; Orfila se niega, entonces es defenestrado, y ante este hecho, que muchos consideramos injusto, una gran cantidad de intelectuales y empresarios aportamos dinero para fundar Siglo XXI editores y ponerlo en las manos de Orfila en 1965. Quiero decirte que este fue el primer gran movimiento de ruptura de la intelectualidad nacional con el régimen priista, porque inmediatamente después de esto, en 1966 el ejército entró en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. En ese momento, yo era el presidente de la Federación de Profesores de dicha Universidad. Era catedrático en

Michoacán y tuve —así como te tengo a ti de cerca— al general Hernández Toledo vestido con sus arreos de campaña y con un fusil en la mano. En 1967, el mismo Hernández Toledo entró junto con el ejército en la Universidad de Sonora, y en 1968, entró en la Universidad Nacional. Entonces, fueron cuatro movimientos sucesivos de represión y ruptura con la cultura y con la intelectualidad universitaria nacional. Esto es muy sintomático. Entonces, ¿qué es lo que sucede con Siglo XXI? La editorial se adelanta en una buena medida, incluso en el nombre, a lo que debe suceder. Pretende ser, por consecuencia, una editorial de avanzada, una editorial que quiere estar situada en el futuro. Ahora ya estamos en el presente, ya que estamos en el siglo XXI, podríamos entonces nombrarla “Tercer Milenio”, o Siglo XXII. —Este polo de ruptura con la oficialidad —desde el punto de vista cultural— con el priismo, supuso, incluso en el nombre de la editorial, una idea de lanzarse hacia el porvenir… —Treinta y cinco años antes de que finalizara el siglo… —Entonces, ¿cómo olfatear esos autores, esos libros que hoy nos están permitiendo pensar precisamente el presente? —Tú dices olfatear. En alguna ocasión, le pregunté a Orfila Reynal cómo hacía él para decidir qué libro se publicaba. Y la respuesta tuvo que ver con lo que tú acabas de decir. Él dijo “olfato”. ¿Por qué? Si hubiera una fórmula para saber qué libro no solo es bueno, sino que se va a vender, entonces todo mundo seguiría esa fórmula, solamente se publicarían los buenos libros y los de buen éxito comercial. No obstante, uno se equivoca. Entonces, es un problema de sensibilidad. Finalmente es un arte, no hay una fórmula, no se puede establecer mediante un algoritmo qué libro va a funcionar y qué libro no va a funcionar. ¿Qué es lo que sí pretendió y pretende Siglo XXI? Utilizaré una expresión que está al final de El Laberinto de la soledad, de Octavio Paz, donde dice que, por primera vez, los mexicanos somos contemporáneos de los demás hombres. Ve, por ejemplo, lo que ocurre a lo largo del virreinato y en el siglo XIX. Siempre hemos tratado de poner al día, de modernizar, de actualizar el país. “Estamos en retraso con…” Se llama ilustrados a los jesuitas y a los METAPOLÍTICA

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SOCIEDAD ABIERTA | ISRAEL COVARRUBIAS criollos del siglo XVIII, pero la realidad es que no eran ilustrados. Luego se dice: “ilustrados pero moderados”. Lo que ellos querían era renovar la escolástica, pero dentro de la propia escolástica. En un momento en el que en Europa florecen pensadores de la talla de Denis Diderot con la Enciclopedia, o de Kant, aquí se está discutiendo cómo renovar la escolástica. Se habla mucho de Clavijero como el gran ilustrado, como el que renovó el pensamiento. Sin embargo, en sus clases de física era enemigo de Newton: sostenía que la Tierra estaba en el centro del universo, que no se podía sostener ni siquiera como hipótesis que la Tierra se moviera; estaba en contra de la teoría copernicana. Le dedica la Historia antigua de México a la Real y Pontificia Universidad de México, que en ese momento era el reducto de la reacción y de todas las ideas caducas. Cuando Humboldt llega a la Nueva España, dice que hay instituciones modernas, científicas, verdaderamente de avanzada. No se refiere a la Real Pontificia Universidad; se refiere al Real Jardín Botánico, al Real Seminario de Minas y a la Real Academia de San Carlos, instituciones fundadas por Carlos III, el déspota ilustrado, el magnífico rey ilustrado que expulsó a los jesuitas. Hay que romper con esas ideas incorrectas, de cómo se hizo la historia de México. También esa idea falsa de que los jesuitas y los llamados “ilustrados” eran modernos y que emanciparon políticamente a la nación desde el punto de vista intelectual primero, y político después, y que de ahí vino la Independencia. En realidad, los modernos y los ilustrados no eran partidarios de la Independencia. —Haciendo una paráfrasis de Kant, podemos decir que no hay modernidad si no hay crítica. Es clave la función de la crítica en el sentido de poner en crisis un régimen. De aquí, se justifican históricamente los fenómenos revolucionarios modernos, cuya acta de nacimiento está estrechamente relacionada con la socialización y producción de ideas de corte democrático. En este sentido, existe un elemento que me llama poderosamente la atención, y que tiene que ver con las dinámicas de certificación intelectual. Por ejemplo, la revisión —pero sobre todo la aceptación— de la producción intelectual por los pares académicos en tanto formas de legitimación de la reflexión e investigación; el cuidado excesivo que en la actualidad se pone para publicar con determinadas editoriales y en determinadas revistas, desvalorizando el lugar que juega el libro y el debate precisamente en la socialización de las ideas y las investigaciones; la opacidad al decir o no decir públicamente METAPOLÍTICA

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para quién se escribe y para quién se habla, produciendo con ello un “lugar acrítico de la crítica” en la conjunción de las ideas. Al respecto, ¿qué tanto afecta o no a una editorial como Siglo XXI cuando pensamos en el hecho de la aceptación o no por las instituciones de certificación de muchos de los trabajos editados por Siglo XXI como productos “originales” y “serios”, especializados, de investigación y reflexión?, ¿cuál es su posición editorial frente a ello? —¿Cómo nació la cibernética? La cibernética nació precisamente porque dos grandes investigadores, Norbert Wiener y el mexicano Arturo Rosenblueth, quisieron poner en contacto ciencias que no tenían aparentemente nada que ver. Es decir, “coser” o “suturar” las fronteras. Romper paradigmas. Hacer preguntas audaces, para que una ciencia se conecte con la otra. Esto es lo importante. Lo contrario es pensar que la ciencia está en compartimientos estancos. Yo estoy de acuerdo con que existan las especializaciones, y la especialización no sustituye el carácter enciclopédico o amplio de una forma de pensamiento. Pero habría que combinar ambas cosas. Por ejemplo, si me hicieran una intervención quirúrgica, yo no me pondría en las manos de un sociólogo. Sin embargo, determinados aspectos de la medicina sí podrían ser evaluados por un sociólogo y por un economista, aun por un administrador. Claro está, no los aspectos específicos que asumen los modos de proceder en una intervención quirúrgica, pero otros aspectos, ¿por qué no? Esta ha sido una de las grandes funciones de la filosofía: la de hacer preguntas y conectar ciencias que aparentemente no tienen conexión entre sí. —Usted estará de acuerdo con que la gran diferencia histórica entre el contexto de hace poco más de cuarenta años —cuando se funda Siglo XXI editores como polo cultural— y el contexto actual, es precisamente el haber transitado de un contexto abiertamente autoritario a un contexto abiertamente democrático. —Todos los gobiernos son autoritarios. Por esencia son autoritarios. Eso de que no son autoritarios, no es verdad. Los elegimos para que ejerzan la autoridad. Lo que pasa es que muchos de los gobiernos evaden el ejercicio de su responsabilidad. Siempre nos dicen: “esto lo hice por consenso”. Entonces, yo como enfermo, le tengo que preguntar al médico ¡qué voy hacer conmigo mismo! El experto se supone que es para eso. “Someto a referéndum”; “someto a consenso”, “hago esto”…


ENTREVISTA A JAIME LABASTIDA | SOCIEDAD ABIERTA ¿Por qué? Porque no quieren ejercer la autoridad. Otro ejemplo: el ejercicio de la democracia. También se ha confundido el ejercicio de la democracia. La democracia no es darle gusto a todos. La palabra democracia tiene un origen muy claro: demos es pueblo asentado en territorio, y kratos es poder. En las sociedades tradicionales no se vota en sentido estricto. En las sociedades tradicionales, con usos y costumbres, en los pueblos amerindios, se discute hasta la saciedad un tema, se adopta una decisión común, por consenso, y todo el mundo la acata. Si se decide que todos son católicos, todos son católicos. Si se decide que son protestantes, todos son protestantes. Y expulsan a los que no lo son. Ahí no hay voto, no hay derecho de minoría. El invento de la democracia es el invento de los derechos de la minoría, que pone a salvo sus puntos de vista frente a los demás. Entonces, el voto, la decisión por medio de una votación, quiere decir que la sociedad se ha escindido en dos partidos. De este modo, un partido ejerce el poder y la fuerza sobre el otro. Eso es kratos que, en su sentido griego, es la fuerza bruta. Miremos, por ejemplo, las elecciones. Finalmente, examina el país que quieras, salvo los llamados socialistas, donde el 99 por ciento de la población vota y el 99 por ciento vota por el secretario general del Partido Comunista o el jefe de gobierno, de manera casi unánime. En cambio, en Estados Unidos, en Inglaterra, en Francia, en México, vota una porción pequeña de la población. Los presidentes son elegidos por una minoría de votos. Incluso, si tú empiezas a sacar la cifra de los votos posibles reales acaba siendo electo por un 22-25 por ciento de la población con derecho a votar, no digo la población total. ¿Eso es democracia? Por ello, algunos politólogos dicen que en las democracias son las minorías duras las que se imponen a las mayorías blandas, porque estas últimas no participan. Pero esto ha sido común en toda democracia. Los analistas más sutiles de la democracia ateniense decían, en efecto, que había 50 mil ciudadanos en Atenas. Pero en el ágora no cabían, y no asistían 50 mil ciudadanos a las reuniones; asistían, en el mejor de los casos cuando había un problema grave, de cuatro a cinco mil; y los asiduos eran 600 o 700. Eso ha sido siempre. Hoy se habla mucho de apatía… pues también podríamos hablar de la apatía ateniense… —Esto no tiene que ver con la idea de que en el momento en que se respetan, por ejemplo pongamos el caso mexicano, las elecciones, estas terminan siendo certifica-

das como aquel mecanismo o forma de acceder al poder “bueno” por sí mismo, y en modo análogo a la función de certificación intelectual… —O se califica a los miembros del Sistema Nacional de Investigadores, por los pares. En lo personal, quiero decirte que nunca he participado en el Sistema Nacional de Investigadores, nunca solicité una beca. Lo digo de manera expresa: nunca solicité una beca del Sistema Nacional de Creadores, estoy al margen de eso… Así que puedo darme el lujo de criticarlo con entera libertad. No porque no me lo hayan dado, sino porque nunca lo pedí. Deliberadamente, por decisión propia, me puse al margen. ¿Por qué? Bueno, una beca te da una forma de vida durante tres años, ¿y después? —Conectando su comentario sobre la apatía ciudadana, pareciera que el ciudadano es aquel sacado del sueño rousseauniano, es decir, el ciudadano es bueno per se… —¡Ciudadanizar la política! ¡Ciudadanizar las instituciones! ¡Ciudadanizar…! Esos son mitos. Bueno, la política está hecha de mitos. Fíjate, un gran poeta, Paul Valery, decía que los mundos de las finanzas, de la religión y de la política, eran mundos contiguos, y todos tenían que ver con la fe. Él lo llamaba el mundo de la fiducia. ¡Piénsalo! ¿Qué es un fideicomiso?, ¿qué es un sistema financiero? Las palabras vienen de fides, de fe: tú tienes confianza; se emite una fianza, hay un fideicomitente… ¡Crédito! La palabra es credo, creo, tengo confianza en ti, te abro crédito… ¿Y la política?, ¿no es finalmente un asunto de credibilidad? ¿Y voto, de dónde viene? Es una palabra de la religión. Sufragio es una palabra religiosa. Candidato viene de cándido, que es “la luz blanca, la más blanca de todas”; de ahí viene la palabra candela, el fuego blanco que se consideraba el más puro; ¿y por qué el candidato? Porque el que ingresaba a una religión, el que hacía los votos, se vestía con una túnica blanca para mostrar que era puro. Entonces, el mundo de la religión, de la política y de las finanzas son mundos contiguos. Ve lo que está pasando en las bolsas de valores en este momento: ¡suben y bajan por problemas de credibilidad! —Al final, es un juicio abiertamente subjetivo en el cual está fundada la política… —Así es. Otro ejemplo. Ahora nos decimos ciudadanos mexicanos… Las sociedades tradicionales se METAPOLÍTICA

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SOCIEDAD ABIERTA | ISRAEL COVARRUBIAS consideraban unidas por mecanismos de consanguineidad. Se consideraban todos hijos del mismo tótem: “el clan de la tortuga o del águila”. A ellos no los unía el territorio. Los unía un vínculo de carácter mítico… Hoy, muchos se preguntan: ¿cómo nos podemos considerar hijos de un águila? Pero, ¿no dice nuestro himno “Patria, patria, tus hijos te juran”?, ¿la patria tiene hijos?, ¿cómo que la patria tiene hijos?, ¿la patria es una madre? Fíjate, qué palabra tan extraña: “patria”. El término del que viene es un sustantivo masculino (pater), pero se convierte en femenino: “la patria”, es muy confuso. Pero además, aquí tienes el vínculo con la tierra, el vínculo con el suelo. Por eso hablamos en derecho de ius sanguinis y de ius soli, derecho de sangre y derecho del suelo, respectivamente. Tú puedes ser mexicano porque eres hijo de padres mexicanos, aunque hayas nacido en Israel —supongamos, así como te llamas. O bien, eres mexicano porque naciste en el territorio mexicano a pesar de ser hijo de padres extranjeros. Luego entonces, tenemos una vinculación mítica con el suelo. Eres mexicano por esa razón. ¿Extraño, no? Tan mítica es la relación de los antiguos con un tótem, como tan extraña y mítica es nuestra relación con la tierra: un territorio que está dibujado en un mapa; la extraña relación con un himno, con una bandera, con una tradición cultural. Por eso, habla un gran pensador contemporáneo, que seguramente tú conoces, Benedict Anderson, de que las naciones son comunidades imaginarias. —Así como se piensa a un ciudadano imaginado, un ciudadano ficticio —término que problematiza en un reciente libro, El edificio de la razón—, también podríamos pensar en un lector ficticio, es decir, un lector inventado, que se encuentra en abierto entredicho con el lector real, aquel que Umberto Eco definía como un “contenedor de sus propias pasiones”. ¿Qué pasa en el caso de los lectores?, ¿cuáles son los nichos y cuál es el público hacia el cual se dirige Siglo XXI editores? —El lector ideal es ficticio; el ciudadano ideal es ficticio. Uno se inventa tanto al lector como al ciudadano ideal. ¿Qué ocurre? El libro y la producción intelectual son hoy un fruto de las formas industriales. Tú ya no estás en contacto directo con tus consumidores. El rapsoda griego o el cantante veracruzano tienen al público frente a ellos, saben la reacción del mismo; pero aquí, el editor sirve como instrumento que une ambas partes METAPOLÍTICA

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(el autor y el público). Entonces, el vínculo entre el autor, el editor y el público lector es muy tenue. No sabemos exactamente quién nos lee. De vez en vez, tenemos alguna crítica que aparece en algún periódico, algún comentario que se nos envía por correo electrónico, un comentario directo que se nos hace, “radio rumor”, pero aquel vínculo que existía de manera directa, por ejemplo, cuando ibas al teatro —ya el cine también te pone una distancia—, donde la relación es viva, donde el cantante tiene la relación viva con el público, no está presente, por ejemplo, en un disco: “se vendió un millón de copias”, ahí ya tienes una reacción del público, pero, ¿quiénes fueron? Ahora bien, en el caso de los libros, la situación es muy distinta. Hace muchos años se hizo una encuesta, cuando apareció el libro de Stephen Hawking, Historia del tiempo, libro que hizo época. El autor es inglés, está en silla de ruedas, tiene problemas de habla, se comunica a través de una serie de mecanismos que él mismo inventó, y ha escrito libros que son muy sólidos; puedes tener dudas sobre ellos (yo critico algunas de las tesis de Hawking), pero, en fin, es un libro de una solidez impresionante. En pocos meses se vendió en Estados Unidos un millón de ejemplares. No había alto ejecutivo que no tuviera en su oficina, presumiéndolo, un ejemplar del libro de Hawking. Entonces, la encuesta fue preguntar quién lo había leído. De un millón de ejemplares vendidos, ni el 1 por ciento de la población lo había leído. Cuando uno hace un libro trata que todo mundo lo lea; bueno, no solamente que lo lea, sino que lo comprenda, no solo que lo comprenda, sino que lo critique, no solamente que lo critique y lo haya comprendido, sino que lo ponga en acto, pero eso no se sabe si sucede o no sucede. —Vivimos en una época de una creciente comunicación autorreferencial y quizá confesional. Es un fenómeno que no solo impacta directamente a las generaciones más jóvenes, sino a un número cada vez más creciente de usuarios de las tecnologías de la comunicación. Algunas manifestaciones van del blog, pasando por el chat hasta llegar a las redes sociales y formas análogas e inmediatas de comunicación y que, junto a la autorreferencialidad de la certificación intelectual de la cual hablábamos hace un momento, hacen que el libro y la escritura en general se vean obligados a tener y a inventar un nuevo valor simbólico. ¿Qué problemas generan estos fenómenos para la formación de nuevos lectores?


ENTREVISTA A JAIME LABASTIDA | SOCIEDAD ABIERTA —Mucha gente habla de la muerte del libro y del cambio en ciertos paradigmas de lectura, y cómo el internet constantemente ha innovado y transformado la mente de muchas personas. Yo no lo pongo en duda, las técnicas son fundamentales. Pero, habría que preguntarnos: ¿hoy se lee más o se lee menos?, ¿se lee mejor o se lee peor?, ¿cuánta gente leía, ya que hablábamos hace un momento sobre ello, en Atenas?, ¿cuántos sabían escribir en Atenas? Hay no sé si 2 mil lenguas o un poco más en la actualidad en el mundo, no, quizá más, unas 3 mil; por ejemplo, en África hay centenares. ¿Cuántas de esas lenguas tienen escritura? Hay 80 lenguas en el mundo que tienen escritura, y de esas 80, las que tienen una alta literatura y una alta reflexión en el pensamiento serán quizá 20 o 30. ¿Cuánta gente leía en Atenas? Una minoría… Hablemos de la Biblioteca de Alejandría, ¿qué era? La biblioteca era lo que hoy llamaríamos un archivo, porque eran manuscritos, no se podían reproducir en serie; eran copias que se enrollaban. Las técnicas de reproducción eran increíblemente rudimentarias. Frente a las técnicas de la cultura de piedra, era mucho más avanzado hacer las copias en papiro o en piel de borrego, en pergaminos, pero era una técnica muy rudimentaria. Un ejemplo, Carlo Magno, el gran emperador carolingio, era ágrafo, no sabía ni leer ni escribir. Entonces, ¿dónde se escribía? Se escribía y se leía en los conventos. La invención de la imprenta democratiza y populariza el libro al reproducirlo de una manera mucho mayor. Ahora bien, frente a lo que se conoce hoy (con las técnicas de reproducción de 50 mil, 100 mil ejemplares, 1 millón de ejemplares), reproducir 300 o 500 ejemplares era un triunfo que evitaba, incluso, las malas copias y las erratas gravísimas entre un monje y otro al copiar un texto. Sin embargo, vuelvo a la pregunta, ¿cuántos ejemplares había? Eran costosísimos, pero salieron de los conventos, empezaron a entrar en las casas de todos los que tenían dinero para comprarlos, ya que los libros eran muy caros en ese entonces. A partir del siglo XIX la educación se masifica, se democratiza la razón, la imprenta contribuye a esto. Ahora la gente lee mucho más. Pero siempre es una minoría. Quizá se ha ampliado el número de lectores, ojalá se ampliara el número de los buenos lectores y de los lectores que leen y releen, que piensan y que dudan sobre aquello que leen, y que no aceptan de manera acrítica lo que están leyendo, ya que son capaces de hacer preguntas al libro que leen. Esto es lo importante. ¿A

qué apuesta Siglo XXI editores? Le apuesta precisamente a eso; a hacer reflexionar, a sembrar dudas, a volvernos, como decía hace un momento, contemporáneos de todos los hombres. A veces tenemos retrasos, pero nuestro retraso ya no es como en el siglo XVIII, donde había un siglo de retraso. La filosofía existencialista llegó, por ejemplo, a México treinta años después; hoy, con el internet y con las formas que tenemos de impresión y reimpresión, publicamos libros que se publicaron en Europa el año pasado. Basta nada más el proceso de contratación de derechos y la traducción. Entonces queremos estar al día. También, queremos producir de manera novedosa. —Quisiera hacerle una pregunta impertinente, y más por el lugar que ocupa en Siglo XXI editores. Más que hablar de libros emblemáticos, si se tuviese que quedar con cinco o seis títulos de su editorial, ¿cuáles han marcado no solo su persona, sino al proyecto de la editorial? Es decir, ¿cuáles autores y cuáles obras han dinamitado el lugar de la cultura mexicana y no solo ella, sino que más allá de nuestro país? —Es muy difícil responder. Desde luego, hay un libro emblemático por encima de muchos otros, porque lleva una enorme cantidad de ediciones, porque la gente sigue demandándolo, que es Las venas abiertas de América Latina de Eduardo Galeano, no cabe duda, es un libro fundamental. Igual sucedió con el libro de Martha Harnecker, Los conceptos elementales del materialismo histórico; son dos libros que marcaron camino y le dieron un perfil a la editorial. Pero hay otros libros, te puedo decir, por ejemplo, El capital de Marx, en una gran traducción y que es una obra de primera línea. La publicación de La consagración de la primavera de Alejo Carpentier es también una obra que marcó en definitiva a Siglo XXI; Postdata de Octavio Paz; Poesía en movimiento se ha convertido en una edición canónica de la poesía mexicana; los Escritos de Jacques Lacan descubrieron una nueva perspectiva; la publicación de los textos de Foucault aportó en toda la lengua española una nueva forma de pensar; los textos de Roland Barthes inauguraron el campo de la crítica literaria; los libros de Lévi-Strauss fueron emblemáticos en el campo de la antropología e influyeron en otra serie de campos; los libros de Émile Benveniste sobre lingüística general son libros fundamentales. Más recientemente, los libros de la colección “América Nuestra”, el libro de Felipe Guamán Poma de Ayala es METAPOLÍTICA

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SOCIEDAD ABIERTA | ISRAEL COVARRUBIAS un libro que debe llenar de orgullo a cualquier editorial; la edición del Códice Borbónico es otro libro importantísimo; las obras de Alejandro de Humboldt, en la serie mayor que estamos haciendo, es un proyecto que pocas editoriales pueden hacer; la edición de Encuentros con Diego Rivera no es solo un corte para entender la personalidad artística de Diego, sino para entender una etapa entera de la cultura y de las artes plásticas en el país. Estamos ahora por publicar, en 12 volúmenes, La real expedición botánica al reino de Nueva España de José Mariano Mociño, que fue el científico y el filósofo verdaderamente moderno de la Nueva España, que nadie conoce y que está preterido por todos. Todas estas son obras fundamentales. Dentro de eso, hay muchísimas otras más, pero estoy haciendo una selección muy arbitraria, si bien no son todos los que deberían estar, los que te he mencionado sí son. Hay muchos otros más, igualmente fundamentales. Por ejemplo Yo el supremo de Roa Bastos; La vuelta al día en ochenta mundos y Último round de Cortázar, que se volvieron decisivos en la cultura latinoamericana, el Diccionario de política, el Diccionario de la lengua náhuatl o mexicana de Rémi Siméon, y del que ahora vamos a publicar la contraparte, porque el libro de Siméon es náhuatl-español, pero si tú no sabes como se dice la palabra en náhuatl, no tienes la referencia para buscarla. Entonces, le hemos pedido a un nahuatlato que haga la versión inversa (español-náhuatl), que será publicado en breve. —Para terminar, ¿cómo se cruzan su biografía y la editorial? —El primer libro que publiqué en mi vida, lo publiqué en el FCE en 1960, cuando Orfila era el director. Lo mismo sucedió con mi segundo libro en 1965. Por lo tanto, mi vínculo con Orfila empieza desde poco antes de 1960. Cuando se funda la editorial, me retiro del FCE y acudo a donde está mi amigo y maestro. Al poco tiempo yo tuve que salir a Michoacán y cuando regresé al D.F., le propuse la publicación de un libro sobre Aníbal Ponce (en la Colección mínima, que ya desapareció), me lo aceptó y apareció publicado en 1967. Luego,

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mi primer ensayo, ya más formal, más serio, más extenso, también se lo propuse. Se publicó con el título de Producción, ciencia y sociedad. De Descartes a Marx, en 1969. Fue de los primeros cien libros que se hicieron en Siglo XXI editores, ya que la editorial se funda en 1965, pero los primeros títulos empezaron a aparecer hacia finales de 1966. Yo me vinculé a la editorial porque Orfila me lo pidió. Primero, fui miembro suplente del consejo y a la muerte de don Jesús Silva Herzog me incorporé como titular del propio consejo. Yo había sido profesor en la Universidad Nacional y desde el año de 1983 ocupé un cargo en el Instituto Nacional de Bellas Artes, fui alrededor de ocho años subdirector general del Instituto. Primero, en el área de educación e investigación, que organicé y a la que di una cierta coherencia, y luego en el área de administración. Sin embargo, por motivos del orden personal y por discrepancias con mis superiores jerárquicos, me vi obligado a salir. Presenté mi renuncia y a pesar de que me ofrecieron la posibilidad de ocupar otros cargos, dentro y fuera del país, como embajador, etcétera, no quise aceptar nada. De este modo, el Consejo de Administración de la editorial me pidió que me hiciera cargo de la editorial, y desde 1990 soy su director general. Así pues, mi vinculación con la editorial fue desde muy temprano. Sea como autor, sea como lector de las obras que Orfila pedía que le diera opinión, por la amistad con él y con Laurette Séjourné, y con otros miembros de la editorial que, digamos, se hicieron cargo de ella, como Martí Soler. Seguí publicando en la editorial, aun sin ser su director. Desde 1990, tengo esta responsabilidad, que no ha sido nada fácil. En aquel momento, la editorial atravesaba por problemas financieros muy severos. Estábamos prácticamente en quiebra. ¿Por qué? Orfila ya se había retirado de la misma, se jubiló a los noventa años, ya no tenía el mismo empuje de antes; ciertos libros que habían tenido mucho éxito dejaron de tenerlo, por ejemplo, el libro de Martha Harnecker se vino abajo. Tuvimos que tomar una serie de medidas muy severas para sacar a flote a la editorial. Hoy, puedo decir que se encuentra en buenas condiciones. En muy buenas condiciones. 


LA INVENCIÓN DE LA

privacidad

EN LA ERA DE LA TRANSPARENCIA José Luis Arriaga Ornelas*

U

no de los pilares de la modernidad es la división del mundo social en dos ámbitos: el público y el privado. El sentido de esta bipolaridad es la existencia de cuestiones que conciernen únicamente a cada individuo y cuestiones que corresponden al interés de la colectividad en la que vive. Esta perspectiva tiene un planteamiento jurídico: la garantía que otorga la ley para gozar de un espacio en el que nadie tiene derecho a introducirse legalmente. Sin embargo, la sociedad actual cuenta con múltiples posibilidades técnicas para invadir la vida privada de las personas, aun legalmente. Ese ámbito, el de lo privado, puede ser puesto en jaque por el desarrollo de instrumentos que permiten transparentar en grado máximo la vida de un individuo. Más allá del planteamiento jurídico es posible establecer que la escisión del mundo social en lo privado y lo público es un problema del pensamiento, relativo a la concepción de lo que significa el ser humano. A lo largo del artículo plantearemos que en el hombre no hay cosas esencialmente privadas o esencialmente públicas; que los espacios de lo priva*

Profesor-investigador de la Facultad de Antropología en la Universidad Autónoma del Estado de México.

do y lo público quedarían vacíos sino se miran en sus dimensiones históricas concretas. Los límites y obstáculos reales frente a los que se puede definir en nuestros días la privacidad no son los mismos que animaron las primeras reivindicaciones del derecho a la vida privada. El planteamiento básico es que aquella “verdad” sostenida por el pensamiento moderno de que el hombre es el centro del universo, que es por naturaleza libre y está capacitado para construir un orden social a su medida, encontró en los hechos una forma específica de ejercitarse, dividiendo no solo teórica sino también técnicamente la realidad en un fuero privado y otro público. Originalmente, dentro del primero se pusieron aquellas cosas que no cabían en un mundo totalmente racionalizado (producto de la acción racional del individuo), en tanto que en el otro —el público— se colocaron los logros más acabados de su actitud racional, es decir el nuevo orden social donde la figura central es el binomio ciudadano-Estado. Hoy, cuando se ha consolidado esa “verdad” y no hay resabios de un antiguo régimen al que combatir, las cosas que se pueden poner en lo público y en lo privado no son tan claras. ¿Cuál es el criterio que se utiliza, entonces, para mantener vigente ese pensamiento? O lo que es lo mismo, ¿bajo METAPOLÍTICA

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SOCIEDAD ABIERTA | JOSÉ LUIS ARRIAGA ORNELAS qué criterio clasificamos las cosas que son públicas y las que caben en el ámbito de la privacidad? Lo privado y lo público no son sustancias que puedan ser definidas en lo abstracto, necesariamente deben tener en la práctica “cosas” que poner en su interior; se ejercitan en relación con ciertos límites específicos. Hoy que las posibilidades técnicas han ampliado los límites que había hasta hace medio siglo para ocultar cosas o mantenerlas en el fuero privado, es necesario replantear qué es lo que podría corresponder a la esfera de la privacidad.

NUEVOS ESPACIOS DE ANALOGÍA

A mediados del siglo pasado, la Declaración Universal de Derechos Humanos proclama en su artículo 12 que “nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada (y que) toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques”. Ante esta declaración, ¿quién puede sostener argumento en contra? Sólo aquel que no esté convencido de que todo hombre tiene una vida privada y una vida pública, que deben mantenerse separadas para salvaguardar la integridad individual. La base sobre la cual se levanta esta certeza es precisamente el sistema de pensamiento moderno. Dice Alain Touraine (2000, p. 7): “lo que ha definido la modernidad es la separación entre el orden del mundo, su sentido [...] y la conciencia humana. La modernidad se define a partir de la separación entre la racionalización, como modalidad de acción sobre la naturaleza, y el individualismo moral”. La convicción de que el orden social es producido, creado por la soberanía popular (y no transmitido o subordinado a un orden superior) aparece ya en el siglo XVII, en la Bill of Rights, en la Declaración de Derechos de Virginia de 1776, o en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789. En México queda afirmada por la Constitución de 1857, en la cual se señala por vez primera que “el pueblo mexicano reconoce que los derechos del hombre son la base y el objeto de las instituciones sociales”; y que la “soberanía nacional reside originalmente en el pueblo, todo poder público dimana del pueblo y se instituye para su beneficio”, añadiendo que es “voluntad del pueblo mexicano constituirse en una república representativa, democrática, federal, compuesta de estados libres y soberanos”. METAPOLÍTICA

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Partiendo del a priori de que el hombre es soberano se puede argumentar en favor de los derechos naturales o de los poderes originarios que residen en el individuo; se puede dar cuenta de la génesis ideal del Estado y de la ley como pacto entre individuos libres; o incluso se puede armar una nueva teoría del ejercicio del poder legítimo. Esta idea deviene fundamental para entender por qué surge una reivindicación acerca de la existencia de una esfera pública y otra privada para cada individuo. La reivindicación de la existencia del hombre soberano, dotado de libre albedrío es subversiva y seductora, ya que ofrece ampliar los confines de la definición de hombre permitiéndole escapar a la sujeción de un orden férreamente jerarquizado. En este sentido, Aguilar Villanueva (1982) agrega que: el montaje de la nueva sociedad se realiza de lo natural (lo presocial) a lo social; y de lo social (lo prepolítico) a lo político: de lo natural a lo artificial [...] Los derechos y libertades naturales, que son verdades de razón, encuentran su realización práctica y acabada en la economía de mercado y en el Estado constitucional [...] Racionalidad, laicismo, juridicidad, liberalismo, democracia, constituyen el principio y la verdad de la modernidad.

Por su parte, José Martí lo expresaba de la siguiente forma: El primer deber de un hombre es pensar por sí mismo. Por eso no quiero que quieras al cura; porque él no te deja pensar [...] no vayas a enseñar este libro al cura de tu pueblo: porque a él le interesa mantenerte en la oscuridad; para que todo tengas que ir a preguntárselo a él [...] él no querrá que sepas que todo lo que has hecho hasta aquí es innecesario, porque ese día dejará él de cobrar dinero por todo eso.1

El hombre libre de ataduras con regímenes que le trascienden, expropia para sí el ámbito de decisión de cómo quiere ser: lo privado, lugar de ejercicio de la soberanía individual. Pero este hombre “emancipado” es al mismo tiempo un huérfano que requiere sustituir con “algo” el orden del que se ha desprendido. Si, ya 1

Este pasaje forma parte de un texto que Martí preparó como introducción para un libro que a la postre no alcanzó a escribir. Se titula “Hombre de campo” y podría corresponder al periodo de 1875-1878.


LA PRIVACIDAD EN LA ERA DE LA TRANSPARENCIA | SOCIEDAD ABIERTA no es al cura al que correrá a preguntarle, como propone Martí, ¿a quién será? A un orden social que él mismo va a crear: Como el gobierno no se instituye por honra o interés particular de ninguna familia, de ningún hombre ni clase de hombres, sino para la protección y seguridad general de todos los ciudadanos, unidos voluntariamente en sociedad, éstos tienen derecho incontestable a establecer el gobierno que más les convenga, alterarlo, modificarlo y abolirlo totalmente cuando su felicidad lo requiera.2

La historia testificó el nacimiento del Estado moderno como una estructura de poder creada para conducir a la sociedad y gobernar intereses individuales, que recién eran asumidos como legítimos. El consentimiento de cada uno de los ciudadanos dio sustento a la sociedad y al Estado, donde la primera era el espacio de desarrollo de lo individual y los intereses personales; el segundo, su organización política, que consigue obediencia generalizada al poder legítimamente constituido. La reivindicación de la autoría del orden social reconoce al hombre una voluntad política. De este modo, el sujeto moderno se debe al sistema de pensamiento que lo está convocando, en él solo tiene lugar en su carácter de individuo racional y social: un particular (con privacidad), pero también un agente social (capaz de mantener lo público), un ciudadano. La separación entre público y privado es producto de una división teórica, que tiene como fondo la creencia de que la praxis política se lleva a cabo por la autodeterminación y la autorrealización del hombre. La separación entre lo público y lo privado es una construcción ideal. La positividad en la que se funda hace tabla rasa de la forma en que se clasifican los actos del individuo en la “premodernidad” (donde, por ejemplo, es delito ser homosexual o profesar una religión distinta a la “oficial”) y los ubica en una condición de “neutros”, pero tomando sentido de ser privados o públicos gracias a la clasificación que de ella hace la soberanía, que recae en el individuo. La sociedad y su interés se vuelven principio adecuado para la valoración moral de los comportamientos. El “bien” y el “mal” ya no son defi2 Artículo 4 del Decreto para la libertad de la América Mexicana, signado por los miembros del Supremo Congreso Mexicano reunido en la iglesia de Chilpancingo desde el 11 de septiembre hasta el 6 de noviembre de 1813.

nidos por la tradición o por un mensaje divino, sino por los efectos de los comportamientos sobre el interés general, sobre el funcionamiento del cuerpo social (Touraine, 2000, p. 9). Así, el derecho de guardar ciertos actos para en el ámbito privado (en el que se tiene dominio absoluto de las cosas) se ejerce desde el momento en que se comparten otros actos con los demás. El Estado político como entidad artificial “configurada por la voluntad soberana de los individuos”, expropia para sí el espacio de lo público, ese sitio donde se garantizan las condiciones que permiten al individuo desarrollarse en su esfera particular.

EL CRITERIO DE L AS COSAS PRIVADAS

¿Qué fue lo depositado en el ámbito de “lo privado” al refundarse la sociedad bajo las premisas del pensamiento moderno? La diferenciación entre el orden del mundo y la conciencia humana es una abstracción. En la práctica, esa abstracción se resuelve a partir de un sistema de clasificación de las cosas. En tanto que las cosas se vuelven “clasificables”, sus espacios de semejanza y distinción necesariamente deben ser “resultado de una operación precisa y de aplicación de un criterio previo” (Foucault 1999, p. 18). El criterio para acercar entre sí las cosas que pueden ser puestas en lo privado o en lo público fue el ejercicio de la racionalidad, es decir, de la habilidad para pensar de forma lógica y analítica: instituir un umbral por encima del cual habrá diferencia y por debajo del cual habrá similitud. Entonces, si pensamos en que el individuo que se asume soberano tiene como máxima creación un nuevo orden social, todo lo “nuevo” que en él se geste será puesto en el ámbito de lo público. No puede ser de otra forma, ya que el nuevo orden social busca asegurar las condiciones que propicien su desarrollo integral como ser humano. Por su parte, por debajo de este criterio de semejanza, todos los resabios del antiguo régimen, que tienen en común ser una expresión más bien burda de las capacidades del hombre, tendrán que permanecer en el fuero privado de cada individuo. Norbert Elias, en su obra El proceso de la civilización, sugiere que el concepto de “civilización” sirve para describir y entender el proceso de “transformación específica de la conducta humana” hacia finales del Medioevo, donde inicia la privatización de algunos aspecMETAPOLÍTICA

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SOCIEDAD ABIERTA | JOSÉ LUIS ARRIAGA ORNELAS tos de la vida que paulatinamente desaparecen de la escena pública. Describe, por una parte, el cambio en la sensibilidad y, por otro, vincula estos cambios con transformaciones en la organización social y las formas de interacción. Para este autor, la “conducta” incluye el comportamiento individual, así como los tipos de conducta colectiva que se manifiestan en prácticas culturales e instituciones. Reconstruye las conductas que prevalecieron a partir de la Edad Media, siguiendo la pista de los modales en la mesa, actitudes hacia las funciones corporales, conducta en la alcoba, hábitos de higiene personal y limpieza, manifestaciones de agresión, relaciones entre adultos y niños, actuación de los hombres en presencia de las mujeres y formas adecuadas para dirigirse a superiores o extraños, etcétera. De este modo, el autor nos guía en el proceso de sensibilización del individuo moderno. Un rasgo clave que Elias define es “el proceso de privatización” mediante el cual ciertos aspectos de la vida comienzan a ocultarse tras bambalinas en la vida social. Poco a poco el sexo, la violencia, las funciones corporales, la enfermedad, el sufrimiento y la muerte, se convierten en fuente de vergüenza y malestar; se retiran hacia los “dominios privados”; la familia nuclear domesticada, los baños, las alcobas, las celdas de la prisión y los pabellones de los hospitales, por citar algunos. En la raíz de este proceso se encuentra la tendencia a suprimir los aspectos más “animales” de la conducta humana, aquellos signos de crudeza, incultura o incivilización. Encerrar ciertas conductas y reprimir el disfrute de los deseos instintivos son procesos que se desarrollan paralelamente al redefinirse los umbrales de la delicadeza y repugnancia con lo que algunas conductas o actividades se vuelven perturbadoras para la nueva sensibilidad, misma que, al volverse “común”, las expulsa de su ámbito de desarrollo (es decir, del ámbito público). Esta represión y privatización de emociones requiere de ciertas posibilidades instrumentales para consolidarse: espacios arquitectónicos, reglas de comportamiento, conocimientos para desarrollar todo tipo de tareas cotidianas, disposiciones para la observancia de las normas. Sancionar física o moralmente el comportamiento con arreglo a la sensibilidad moderna no sólo implica la erección de un poder —reticular, a la manera de Foucault (1995)— que dé respaldo jurídico a lo privatizado, consagrándolo como una esfera inviolable, impenetrable, sino también la acción de ese mismo poder METAPOLÍTICA

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institucionalizando las actividades que “adiestran” al individuo para comportarse “adecuadamente”. Los manuales de etiqueta, textos pedagógicos y demás obras instructivas analizadas por Elias son la expresión de una tecnología dispuesta para cristalizar en la realidad la separación ideal entre la esfera pública y la privada. El ejercicio de este poder no es ya un problema, pues los argumentos para su práctica se han vuelto “verdades” comunes.3 Con el uso de esta tecnología, los individuos desarrollan nuevas formas de relacionarse consigo mismos, con sus semejantes y con el entorno físico y social. Se educa al individuo para utilizar mayores medidas de autocontrol sobre su propia conducta y la de los demás. Este autocontrol exigido por los nuevos códigos de conducta con el tiempo se vuelve automático hasta ser asumido como algo inherente a la persona; incluso, puede llegar a convertirse en objeto de un reclamo para tener “derecho legítimo” a guardar en la privacidad esa serie de actos donde se expresa el lado “menos racional” del individuo. Lo que hace el pensamiento de la modernidad no es “revelar” la existencia de dos órdenes separados en la vida del individuo (el público y el privado); más bien el modelo de sociedad sugerido por su sistema de pensamiento, al ser llevado a la práctica, es el que ha producido sujetos que piensan al conjunto de sus actos como susceptibles de dividirse en públicos y privados, aunque éstos no estén natural o esencialmente dotados de un carácter específico. Los sujetos terminan interiorizando las inhibiciones impuestas por la costumbre y el entorno social, desarrollando un superyo que, en forma más o menos eficaz, inhibe la expresión de motivaciones instintivas de acuerdo con las exigencias de la vida cultural (Garland, 1999). Este camino lleva a la reivindicación de una vida privada que se reclama inviolable y a 3 El rasgo particular del poder consiste, efectivamente, en que determinados hombres puedan decidir sobre la conducta de otros, pero no sólo de manera exhaustiva o coercitiva, porque eso sería un acto de fuerza. Aquí, estamos entendiendo que entre los participantes en una relación de poder se expresa su voluntad; por lo tanto, no sólo aquel que ejerce el poder, sino también quien se somete a él, necesitan argumentos para justificar que ello esté ocurriendo así. Una relación de poder sólo es posible cuando se consigue que el sometido por el poder también actúe (diga, haga o acepte algo, por ejemplo). La relación de poder implica ida y vuelta, a ambos actores en acto de voluntad. Sobre esta idea y sus consecuencias para la subjetividad en nuestro tiempo, véase Arriaga Ornelas (2002).


LA PRIVACIDAD EN LA ERA DE LA TRANSPARENCIA | SOCIEDAD ABIERTA la exigencia de reconocimiento del derecho para acceder a los beneficios de la vida pública. Esta clasificación incrustada en el pensamiento del hombre gestado por la sociedad moderna no es del todo producto de la reflexión o la filosofía de cada uno de ellos (lo cual podría suponerse cuando se declara al individuo soberano y dotado de razón), sino de la aplicación general de una técnica: la ley. Esta solución técnica se inscribe, por supuesto, en un sistema más amplio (que incluye instrumentos, valores, creencias y fines, así como a los individuos que lo implementan) que podríamos englobar en el término “razón de Estado”. En un escrito de 1787 titulado Enfermedades políticas que padece la capital de esta Nueva España, el alcalde mayor de la ciudad de México, Hipólito Villarroel describió a la ciudad como un “bosque impenetrable lleno de malezas cuyos inmundos habitantes ocupaban ‘zahurdas antes que [...] casas de habitación de racionales”.4 Se vuelve necesario “corregir” (racionalizar) el conjunto de los actos del individuo. Cuando el Estado asume la responsabilidad de dotar a la sociedad de las mejores condiciones de vida, se incluye el desarrollo pleno del ser humano. Florece entonces la ciencia de la policía, con la cual la dominación estatal se ejerce sin violentar las relaciones de poder que él mismo tiene que salvaguardar en su favor. Para ilustrar este proceso de “saneamiento” de la conducta individual valgan dos ejemplos: Luis XIV, bajo su gobierno absolutista, ya entrado el siglo XVIII, designó con el nombre de Capitularios las disposiciones reglamentarias que los súbditos debían seguir sobre sanidad, arreglo, ornato, seguridad, urbanismo, limpieza, circulación, alumbrado, alimentación, vigilancia nocturna; o en construcciones, precios, matanza de animales, celebraciones públicas; y las infracciones en caso de incumplimiento son conocidas como bandos o providencias de policía (Yánez Romero, 1999). Un segundo ejemplo: “La falta de secreto” es considerada como una “falta a la disciplina” por la Ley de la Guardia de 4 Este texto de Villarroel fue en realidad un informe presumiblemente hecho para presentarlo a instancias reformistas borbónicas. Por eso el título completo de su texto es “Enfermedades políticas que padece la capital de esta Nueva España en casi todos los cuerpos de que se compone y remedios que se le deben aplicar para su curación si se requiere que sea útil al rey y al público”. Hay una edición preparada por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes en 1994. Véase específicamente su apartado “Ciudad de México considerada como pueblo”.

Seguridad (Yánez Romero, 1999, p. 263), misma que tuvo vigencia en la ciudad de México a mediados del siglo XIX. Resulta aquí clara la labor de la policía, encargada de conducir la buena conducta de los ciudadanos, al tiempo que vigila la observancia de disposiciones en materia de sanidad, orden, iluminación, etcétera, requiere también de guardar en “secreto” (en lo privado) su labor. Tenemos, entonces, una clasificación de los actos del hombre en públicos y privados que cumple la función de tener en lugares separados ciertas conductas mientras estas pasan de lo “animal” (por parte de aquellos que “viven en zahúrdas”) a lo racional; de lo presocial a lo social, de lo premoderno a lo moderno.

L A ERA DE L A TRANSPARENCIA

Como es evidente, el espacio de la privacidad necesariamente se vacía gradualmente de contenidos al momento en que la racionalidad penetra en todos los órdenes de la vida. Cuando se van gestando disposiciones y normas de aplicación general para comer, vestir, procurarse la salud, educarse, formar una familia, construir y organizar una casa, divertirse, profesar un culto, no queda espacio donde poseer algo en el plano estrictamente individual: todo es compartido, ergo, público. El grado máximo de disolución de lo estrictamente privado llegará con el Proyecto Genoma Humano. El acopio de la información genética del hombre vuelve a los individuos literalmente seres transparentes, pero también esa transparencia deviene una fuente de legitimidad en el pensamiento social. Si recordamos la forma en que la penetración en el átomo (cuando se creía que no había componente menor de la materia que él) o la teoría de la relatividad revolucionaron en su tiempo no sólo las ciencias físicas sino las ciencias sociales, tras la posibilidad técnica de diseñar un mapa genético se consolida como acertada la creencia de que la indagación en los niveles más intrincados, más secretos, antes ocultos, constituye una poderosa manera de plantear soluciones a los problemas no sólo en el nivel biológico, sino también en el social. Hoy es conocido que el acceso al mapa genético permite saber no sólo el estado de salud de una persona, sino también el de su historia pasada, e incluso predecir con cierto grado de seguridad sus posibilidades futuras. Con tecnología de este tipo somos seres sin secretos no sólo biológicos, sino —cada vez más— socialmente. METAPOLÍTICA

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SOCIEDAD ABIERTA | JOSÉ LUIS ARRIAGA ORNELAS Los seres sin secretos son los que viven en la sociedad de las cámaras de circuito cerrado, de los Reality show, de las pruebas de ADN, de los paparazzi, de las escuchas telefónicas, de los piratas cibernéticos, de las fotografías satelitales, y toda esa serie de instrumentos creados para acopiar información y ejercer control. Estamos en una nueva era: la de la transparencia, en la que los límites puestos a la vida privada son los del funcionamiento del sistema-mundo, los del bien colectivo, los de la seguridad pública, los de la vida democrática. Frente a ellos se define hoy la privacidad. Lo que puede caber en ese ámbito hoy es el ejercicio de la individualidad en términos de responsabilidad. La ecuación no es sencilla, por una parte tenemos como primer elemento el hecho indiscutible de que en la actualidad parecen haberse cancelado los caminos para pensar la organización política de la sociedad apartada de la democracia. Por la otra, resalta el hecho de que cada vez más la gente se retrae a su espacio individual preocupada sólo por su bienestar y delega o se desentiende de los asuntos “públicos” (los de interés colectivo). La aspiración a ser ciudadano hoy implica la nada fácil tarea de conciliar esos dos elementos de la ecuación: vida democrática e individualidad. Si la modernidad definió la separación entre el orden del mundo y la conciencia humana, esa separación hoy se da efectivamente entre la racionalización, como modalidad de acción sobre la naturaleza, y el individualismo moral. La solución técnica en la que desembocó la escisión original fue la de poner en lugares distintos los elementos “no racionalizados” y los nuevos logros de la conciencia humana (camino al que fatalmente debían dirigirse todas las cosas). La transparencia, como nueva dimensión en la que puede realizarse la relación entre los ciudadanos y la organización social y política a la que dan vida, autoriza a hablar de un campo de acción donde cada uno ejercita su individualidad a la par de su capacidad de vivir en sociedad, dando seguridad a un proyecto público común. Las formas en que interactuamos los seres humanos necesitan algunos criterios de verdad que las animen y legitimen. Es decir, argumentos que las mantengan funcionando. Esas verdades que le dan sustento a una relación entre individuos (al nivel que sea) fundamentalmente son producto de una maquinación intelectual, en la que se ponderan diferentes opciones de acción y se elige una. De modo tal que siempre —ya sea detrás de la relación entre los hombres y las mujeres, de METAPOLÍTICA

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un padre y sus hijos o de un partido político con otro— habrá una cierta forma de racionalidad. La racionalidad de las relaciones es el conjunto de argumentos tomados por válidos en un tiempo, lugar y circunstancia determinados, que permiten la acción de unos hombres frente a otros. Hoy, cuando el poder legítimo nos parece inteligible sólo si está acompañado del consenso, la alteridad, las razones públicas, la transparencia y la tolerancia, es impensable la existencia de sistemas de gobierno rígidos y de poderes jerárquicos; ya no hay lugar para el autoritarismo. Que todo hombre responda por sus actos frente a los otros es lo que hace falta a la actual racionalización de las relaciones entre los individuos. Eso implica llenar de sentido nuevamente al vínculo social que hizo posible la vida comunitaria, misma que ha sido vaciada por la mercantilización generalizada de las relaciones. Los derechos universales de igualdad y libertad que tanta sangre han reclamado en nuestra historia no pueden sobrevivir a la disolución de la esfera social. Por eso creo que el llamado debe ser a asumir que mientras nos fortificamos en nuestra individualidad de bienestar, lo público se desaparece o se convierte en simple lugar de tránsito, sin arraigo, sin identidad, sin sociabilidad. Su existencia depende de la actitud que asumimos frente a los demás: podemos ocuparnos simplemente de nuestros asuntos, o podemos actuar pensando en que se es capaz de responder frente a los otros por los actos propios. Una cosa es clara: el conjunto de derechos y libertades que hemos encomendado a la democracia de hoy no son un paquete de prerrogativas personalísimas, autosostenibles. Significan algo solamente cuando las tenemos dentro de una vida comunitaria; y ese tipo de vida sólo es posible si asumimos que frente a nosotros hay congéneres a los que tengo la responsabilidad de explicar mis actos y de, en su caso, convencerles de algo que yo considero útil para la vida en común. Según Novak, las tres dimensiones básicas de la democracia de nuestro tiempo son: a) Estado de derecho; b) gobierno limitado; y c) transparencia y rendición de cuentas. El fin de la democracia debe ser la fortaleza de lo público: el espacio que tengo en común con mis semejantes; eso es lo que debemos proteger. Todos debemos ser capaces de responder por nuestra actitud, dialogar y acordar con base en la razón pública. No importa cuál sea mi campo de acción, puedo ser un empresario, un


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periodista, un estudiante, un político o un obrero; desde cualquiera de esos espacios debo asumir mi responsabilidad para con los demás. Hoy más que nunca lo que debe ser salvaguardado a través de la democracia es la común-acción entre los hombres, esa que se pone en jaque cuando alguien omite responsabilizarse por sus actos, sea en un asalto, en un fraude, en un acto de corrupción, en la contaminación del ambiente o en cualquier otro caso. Sólo lo que seamos capaces de hacer de frente a nuestros conciudadanos será lo democráticamente válido. En eso consiste fundamentalmente la transparencia y representa, nada menos, que la nueva dimensión histórica en la que se define eso que seguimos llamando privacidad. 

REFERENCIAS

Aguilar Villanueva, L. (1982), Política y racionalidad administrativa, México, Instituto Nacional de Administración Pública. Arriaga Ornelas, J. L. (2002), “En la búsqueda del ser humano universal”, en Derechos humanos de las personas con discapacidad, México, CNDH.

Elias, N. (1982), El proceso de la civilización, México, FCE. Foucault, M. (1995), Microfísica del poder, Barcelona, Planeta-Agostini. Foucault, M. (1999), Las palabras y las cosas, México, Siglo XXI Editores. Foucault, M. (2003), Arqueología del saber, México, Siglo XXI Editores. Garland, D. (1999), Castigo y sociedad moderna, México, Siglo XXI Editores. Locke, J. (1998), Ensayo sobre el gobierno civil, México, FCE. Martí, J. (1985), “Hombre de campo”, en: http://spin. com.mx/-hvelarde/Cuba/jose.marti / home.html Roitman Rosenmann, M. (2003), El pensamiento sistémico, México, Siglo XXI Editores/UNAM. Touraine, A. (2000), Igualdad y diversidad. Las nuevas tareas de la democracia, México, FCE. Yáñez Romero, J. A. (1999), Policía Mexicana. Cultura política, (In)seguridad y orden público en el Gobierno del Distrito Federal, 1821-1876, México, UAM-X/Plaza y Valdés. Vázquez, R. (comp.), (1999), Bioética y derecho, México, ITAM/FCE.

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DEBATES VIAJE AL FONDO DE LA

Educación Superior Tiene el lector un ramillete de textos sobre la educación superior en México. Quiso el director de Metapolítica reunir este dossier para poner a debate, y por tanto cuestionar, la importancia que tiene este nivel educativo, el estado en el que se encuentra y los pasos que desde la política educativa y de las instituciones se dan para desarrollarla. ¿Estamos haciendo lo correcto para que la educación superior sea buena, adecuada y acorde a las necesidades educativas de nuestra población y a los requerimientos que el país tiene para su desarrollo e inserción competitiva en el mundo?, ¿qué cambios se perciben en las formas en que se toman decisiones financieras y de política pública, así como decisiones en el seno de las instituciones?, ¿qué implicaciones tienen el crecimiento del sector privado y la proliferación de ofertas de corte profesional intermedio?, ¿nuestra educación superior se ha internacionalizado como lo suponen las nuevas dinámicas globales? Los textos aquí reunidos ofrecen algunas respuestas. Nuestro deseo es que el lector encuentre ideas para participar en un debate inteligente sobre los problemas y, acaso, las partes luminosas de la educación superior mexicana. Adrián Acosta sostiene que la educación superior mexicana en el presente siglo va a contracorriente de una de sus promesas modernizadoras del siglo pasado: impulsar la formación de las clases medias. Según el autor, la educación superior se ha convertido en un bien privado, no ha incrementado sustancialmente su

cobertura y la posesión de un título no garantiza la movilidad social ni la prosperidad económica de los individuos. Juan Carlos Silas camina por una línea argumental diferente. Para él, con una visión optimista que no niega los claroscuros, los años comprendidos entre 1995 y 2005 constituyen una década ganada: la educación superior creció de forma dinámica; surgieron instituciones de diverso tipo con ofertas diferenciadas; el sector privado tuvo un crecimiento importante; y se han buscado caminos para ampliar el financiamiento público. Por su parte, Pedro Flores Crespo discute la pertinencia de las universidades tecnológicas y politécnicas. Los jóvenes que asisten a estas instituciones provienen de sectores sociales bajos, pero el modelo educativo genera exigencias que se relacionan con las altas tasas de reprobación y abandono. Por otro lado, los patrones de demanda que se buscó alterar con estas opciones se modificaron en escasa medida. La apertura de programas de licenciatura reforzará la tendencia de los estudiantes a demandar este nivel y no sólo el de técnicos profesionales. Con un enfoque crítico sostenido en el análisis de datos cuantitativos, Ciro Murayama traza una crítica pincelada general: sostiene que el gasto en educación se ha rezagado, que el crecimiento de la educación superior recae en el sector privado, que las carreras científicas y del agro están descuidadas por su baja matrícula y que el sector privado ha tomado la delantera en el posgrado.


Javier Mendoza Rojas se detiene en un tema de gran interés: la emergencia de un nuevo escenario con múltiples actores en los procesos de elaboración, negociación, aprobación y seguimiento del presupuesto para la educación superior. Parece lejana la época presidencialista cuando las cámaras aprobaban sin chistar las iniciativas del Ejecutivo. Ahora hay intensos procesos de cabildeo, intervención de actores externos, y luchas abiertas por incluir en los presupuestos los diversos intereses involucrados. Si bien se han logrado incrementos en el presupuesto para educación superior, ello ha implicado un fuerte desgaste de las universidades y ha puesto de manifiesto la necesidad de contar con certeza jurídica para el financiamiento. Álvarez y De Vries concentran sus baterías en las políticas hacia los profesores. Su blanco principal es la idea, insostenible a su juicio, de que a mayor número de profesores con doctorado y con contratos de tiempo completo se tendrán mejores resultados educativos. Para estos autores, se ha hecho a un lado el fomento a la buena enseñanza y a la generación de condiciones para los aprendizajes de los estudiantes, que debería ser lo central de la política educativa. Sylvie Didou escribe sobre la internacionalización de la educación superior mexicana. Su conclusión es que los esfuerzos han aumentado pero se carece de una sólida base de coordinación y de información para poder potenciarlos y conocerlos mejor. Encuentra que las becas del CONACYT al extranjero han disminuido co-

mo proporción de las becas totales, que los estudiantes buscan otras agencias financiadoras, que la movilidad estudiantil parece orientarse hacia experiencias cortas, y que la presencia de estudiantes extranjeros en México es escasa debido a la baja competitividad de nuestros programas, largos y de calidad no reconocida. Nuestra última colaboradora, Alma Maldonado, se pregunta en qué medida la educación superior mexicana contribuye a la economía basada en el conocimiento. Con base en algunos indicadores de actividad científica, muestra que muy poco. Adicionalmente, la escasa presencia de México en diversos rankings internacionales de universidades, el desinterés por la creación de universidades de “clase mundial”, y la baja internacionalización indican, según la autora, que no existe una apuesta clara para que la educación superior mexicana aporte a la economía basada en el conocimiento y, con ello, a la disminución de las brechas entre los países desarrollados y en desarrollo. Es claro que estos textos no agotan la enorme agenda que está implicada en la educación superior, pero confío en que ayuden a infundir entre los lectores la idea de que este nivel educativo y sus problemas son de gran complejidad y que se resisten a análisis y propuestas simplistas. Germán Álvarez Mendiola Investigador del Departamento de Investigaciones Educativas del Cinvestav


Universitarios Adrián Acosta Silva*

H

ay una fotografía fechada el 24 de mayo de 1929 en la que aparece un puñado de estudiantes universitarios en el D.F. Son los goliardos 1 mexicanos, muchachos de actitud alegre y desinhibida, saludando desde el palco del edificio de rectoría de la entonces Universidad Nacional de México. Dos rasgos sobresalen de la imagen: son sólo hombres, y todos están vestidos con traje de época, de corbata, algunos con moño, de sombrero, varios con bombín. Otra fotografía, de los años sesenta, muestra a un nutrido grupo de estudiantes universitarios formados a las afueras de la Casa del Lago de la UNAM. Aquí, dos rasgos importantes destacan: un tercio de ellos son mujeres, con zapatos de tacón y faldas a la pantorrilla. Entre los hombres, las indumentarias van de los pantalones de casimir y camisas de vestir a individuos con camisas de manga corta y suéter a la espalda. Una fotografía más, de 1999, muestra a una multitud franca: la mitad son mujeres, todos vestidos con mezclillas y camisetas, pelo largo, aretes en los hombres, darke-

* Profesor-investigador de tiempo completo en la Universidad de Guadalajara. 1 Así se les denominaba en Europa a los estudiantes universitarios de los siglos XVIII y XIX, jóvenes de familias acomodadas que viajaban por diversas universidades europeas, bohemios, alegres, despreocupados. METAPOLÍTICA

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tas, rastas, neo-hippies, una colección variopinta de tribus urbanas universitarias. Estas imágenes revelan de algún modo las épocas de la universidad mexicana.2 Son postales del paso de la universidad de élite a la universidad de masas, que pasa por una transformación del perfil de los universitarios que ingresan a los diversos campus de la educación superior en diferentes momentos y contextos. Pero las postales, como se sabe, sólo congelan un momento. Quiénes son, por qué están ahí, qué está pasando, son cuestiones que necesitan ser resueltas para comprender el significado de la distribución por género, el lugar de la escena, o las prendas de vestir de los personajes de la ocasión. Sin embargo, justamente el carácter fugaz de los registros fotográficos muestra el rostro de una sociedad en movimiento, en este caso, de la universidad y de sus habitantes, los universitarios. Un cambio en la composición de clase, una alteración del per2 Las fotografías de referencia son las siguientes: “Estudiantes en el edificio de rectoría”, 24 de mayo de 1929, CESU-AHUNAM, Col. Universitaria, incluida en el libro La universidad en la autonomía, UNAM, México, 2004, pp. 36-37; “La Casa del Lago fue sede de obras como Landrú”, Fotografía de Ricardo Salazar, op. cit., pp. 154-155; “Votación de cegeacheros, profesores y trabajadores universitarios”, fotografía de Israel Rosas, en María Rosas, Plebeyas batallas. La huelga en la universidad, México, ERA, 2001, p. 11.


UNIVERSITARIOS | DEBATES fil de los universitarios, su ubicación en un espacio físico preciso, la incorporación de las mujeres a la educación superior, son algunas de las señales que pueden interpretarse de manera impresionista con la observación de las imágenes, y que muestran que los tiempos estaban cambiando en la educación superior mexicana. Estas impresiones parecen ser consistentes con una idea interpretativa general: la educación superior es un dispositivo central en la reconstrucción de las jerarquías sociales de la población mexicana en los últimos 100 años. Mecanismo amortiguador de las disparidades sociales, palanca de movilidad social, formadora de capital humano para el desarrollo económico y la creación del funcionariado público, institución formadora de ciudadanía política, la institución universitaria ha cubierto varios de los papeles y funciones asignadas formalmente a la educación. Distintas generaciones han pasado por las aulas universitarias desde los años treinta del siglo pasado, y lograron acumular capitales sociales, simbólicos, económicos y políticos que no hubieran alcanzado de no ser por la educación ligada a la universidad. Ello no obstante, existen funciones latentes, —“no declaradas” como señalaba el sociólogo Robert K. Merton—, que paradójicamente han propiciado o consolidado desigualdades significativas en varias zonas y territorios sociales. La estructura de acceso a la universidad ha permanecido fuertemente limitada por condiciones sociales y económicas que han favorecido la exclusión o la marginación de la mayor parte de los jóvenes que debería haber llegado o permanecido en la educación superior. Hoy que las reformas del Estado y del mercado impulsadas desde los años ochenta en México han mostrado sus limitaciones y efectos contrarios o perversos en los niveles de bienestar de la sociedad mexicana, la educación superior —en especial, la universidad pública— experimenta los efectos cruzados de intervenciones públicas variables con expectativas sociales constantes. Este texto explora libremente el papel de la universidad en la configuración de algunas de esas disparidades sociales y culturales de la sociedad mexicana. Se ensaya un argumento general: desde los primeros años del siglo XXI, la universidad experimenta un conjunto de logros, déficits y exigencias por los efectos de la transición de dos modernidades constitutivas de su identidad y contribuciones socioeconómicas y culturales. La primera modernidad se constituyó como el referente socio-institucional que alimentó las expectativas de las primeras generaciones de estudiantes que se incorporaron al

mundo de la universidad en el contexto de una economía en crecimiento, la construcción de una versión criolla, no democrática ni universalista del Estado del bienestar, y sobre todo la configuración de una poderosa y extendida clase media urbana que imprimió estabilidad y sentido de futuro a la sociedad de masas surgida de la Revolución Mexicana. Esta primera modernidad colocó en el centro varias ideas, creencias y valores que estructuraron prácticas y expectativas entre los sectores medios: la posibilidad de convertir a la educación universitaria en una palanca de movilidad social y de participación política; la universidad como proveedora de un bien público que permitiría a sus poseedores mejoramiento económico y prestigio social; la certeza de que la mejor inversión que podían hacer los padres era la formación universitaria de sus hijos; la creencia de que un título universitario significaba la conquista de un futuro de éxito y prosperidad individual y familiar. La segunda modernidad se construyó justamente sobre las desestructuración de las bases mismas de la primera, y en cierto sentido en su negación. A principios del siglo XXI la educación superior se ha convertido en los hechos en un bien privado, no público, que explica la emergencia de un conjunto de nuevos proveedores locales e internacionales de carácter privado, que han desplazado o disminuido significativamente el papel de la universidad pública en el sistema. Las exigencias de evaluación, calidad, excelencia, certificaciones y acreditaciones no han logrado incrementar de manera importante la cobertura de la educación superior, y cada vez más la han sobrerregulado por el mercado o por el Estado. Poseer un título profesional ya no es garantía de movilidad social ni de prosperidad económica para el individuo y su familia. La “modernidad líquida”, como señala Bauman, “ha abandonado el modelo de justicia social como horizonte último de ensayo y error, sustituyéndolo por una norma/estándar/medida de “derechos humanos” concebida para guiar la inacabable experimentación con formas de cohabitación satisfactorias, o al menos aceptables” (Bauman, Z. 2008, p. 69)

DOS MODERNIDADES, UNA UNIVERSIDAD

Una forma de analizar el peso de la universidad en el imaginario de las clases medias tiene que ver con el tipo de modernidad que se asocia a la figura de la univerMETAPOLÍTICA

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DEBATES | ADRIÁN ACOSTA SILVA sidad. Y México ha experimentado dos grandes modernidades, cuyos rasgos alimentaron poderosamente la imaginación de los sectores medios y las élites del país. La primera es la modernidad sólida, la segunda, una modernidad líquida, para emplear la terminología de Bauman (op. cit.). Una estaría asociada a la construcción de un esquema de bienestar y justicia social, de legitimación de la diferenciación y la construcción de una economía de mercado, conjuntamente con una democracia política de partidos y ciudadanos. En este esquema, la universidad ocupa un espacio central en la construcción de identidades basadas en la diferenciación por méritos, la culminación de una larga marcha individual, familiar y social que empieza por la educación básica y culmina con un título universitario. Esta “modernidad sólida” se desarrolló en México sobre todo a partir del alemanismo (1946-1952) y se alargó hasta finales de los años sesenta. Fue un período de crecimiento económico sostenido (el “milagro mexicano”) que produjo y consolidó la gran cruzada alfabetizadora iniciada en el período del cardenismo, que disminuyó la brecha entre las élites ilustradas y el pueblo analfabeta. La urbanización e industrialización constituyó el eje del crecimiento económico, la política de sustitución de importaciones generó un incentivo a la creación de industrias manufactureras locales capaces de absorber mando de obra que emigraba del campo a la ciudad, y el Estado educador funcionó también como un Estado empleador, capaz de absorber los técnicos y profesionistas (médico, abogado, ingeniero, contador) que egresaban de las universidades públicas. Nuevos sectores medios colonizaban las franjas medias de la estructura social de la capital del país y otras ciudades (Guadalajara, Monterrey, Puebla), demandando nuevos bienes de consumo y aspirando a diferenciarse con claridad de los sectores populares, empobrecidos, pero también reconociendo la dificultad de convertirse en las élites del poder económico y político del país. Quizá quedaba claro para muchos de ellos la definición de élite que gustaba emplear el sociólogo Charles Wright Mills: “Son todo lo que nosotros nunca podremos ser”. La universidad pública mexicana se expandía con lentitud en ese contexto de crecimiento económico y optimismo nacionalista. Reinventada de las cenizas de la universidad colonial, la Universidad Nacional de México fue inaugurada por el presidente Porfirio Díaz como parte de los festejos del centenario de la Independencia, METAPOLÍTICA

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a instancias del grupo de los científicos, en particular, de Justo Sierra. Era reabierta como una señal de modernidad, de incorporación de la ciencia y de la cultura en la formación de hombres cultos, ilustrados, privilegiados. La universidad aristocrática había nacido justo cuando el régimen oligárquico se desmoronaba, y su estructura y composición social reforzaban el carácter elitista de la educación superior de la época. Años después, el reclamo por la autonomía universitaria que surgió en 1929 evidenció, entre otras cosas, que algo había cambiado en el proceso de rebelión, pacificación y estabilización de la vida social y política del país. El conflicto entre las élites revolucionarias y los grupos intelectuales se había concentrado en las universidades, y la exigencia por la autonomía significaba la resistencia de los universitarios a ser instrumentos de un Estado que crecía sobre la configuración de un poder “despótico” e “infraestructural” (Mann, 1993), es decir, un poder autónomo de grupos y clases sociales, pero que a la vez era capaz de penetrar y controlar a la sociedad mediante la construcción de un régimen político centrado en el Presidente y en un partido político. La lógica corporativa y clientelar del Estado de la Revolución, enfrentó la resistencia de varios sectores universitarios para proteger la libertad de cátedra y de investigación mediante la autonomía universitaria. En ese contexto, la lucha autonomista configuró dos trayectorias político-institucionales en el conjunto de las nuevas universidades públicas del país, que poco a poco abrían sus puertas y aulas en distintas regiones. Una, representada por la UNAM, en la que las libertades académicas fueron el centro de la autonomía política y de gobierno universitario. Otras, representadas por universidades como la de Guadalajara o la de Veracruz, en las que la orientación académica, funciones sociales y formas de gobierno estarían ligadas al Estado de la Revolución. Un ciclo de tensiones caracterizaría la etapa post-autonómica de la universidad. Sin embargo, esas tensiones no impedirían un lento pero constante crecimiento institucional y social de la universidad. Si en el año de 1930 se estimaba que existía una matrícula total de menos de 10 mil estudiantes de educación superior, 20 años después, en 1950, esa cantidad había llegado a casi 30 mil, y para 1960 había alcanzado ya la cantidad de 76 mil estudiantes. El combustible de ese crecimiento fue una mezcla de política, de políticas gubernamentales y crecimiento demográfico de la población, cuyo re-


UNIVERSITARIOS | DEBATES

sultado duro fue la legitimación de la universidad pública como una expectativa razonable para los estratos medios de la población. Y una de las claves culturales, simbólicas de esa expansión, se había incubado con toda claridad en la racionalidad de esas clases medias mexicanas. Forjarse un nombre, construir una reputación individual y familiar, mejorar el bienestar de los hijos respecto de los padres y abuelos, se constituyeron en el centro ordenador de buena parte de sus aspiraciones vitales. Ubicadas en la disputa económica y política del país entre las élites representativas (revolucionarias) y las élites de privilegio (económicas) con las que nació el siglo XX mexicano, las capas medias de la población construyeron buena parte de sus expectativas de movilidad y diferenciación social a partir del acceso a la educación universitaria (Loaeza, Soledad, 2001). La universidad se convirtió entonces en uno de los espacios más apreciados por los pujantes estratos medios del país. “Espacio” en el sentido de lugar físico, pero también simbólico. Por varias razones, “llegar a la universidad”, ser licenciado, o médico, contador o arquitecto, se convirtió desde los años 50 y hasta finales del siglo XX en una aspiración central de las nacientes clases medias urbanizadas y educadas del México postrevolucionario. Urbanización acelerada, politización corporativa, industrialización y educación básica masiva fueron las fuerzas principales del proceso de modernización que experimentó el país luego de la Revolución mexicana, y se constituyeron como las bases estructurales de la expansión de los sectores medios de la población (Loaeza, S. 1999). Pero 1968 se convirtió en un año axial en la transformación de los modos en que operaba y se concebía el funcionamiento de la universidad. Para fines de los años sesenta, la matrícula universitaria se había triplica-

do, el profesorado que vivía exclusivamente de sus ingresos de la universidad se había consolidado, y miles de trabajadores manuales y administrativos se habían convertido ya en parte de la comunidad universitaria del país. La crisis política del régimen autoritario derivada de la rebelión estudiantil se había mostrado como una crisis de legitimidad frente a los sectores medios ilustrados que habían crecido justamente en los años de la prosperidad económica y el modelo autoritario de la dominación política posrevolucionaria. La modernidad sólida que colonizaba el imaginario y muchas de las prácticas de las clases medias había encontrado un límite en las prácticas autoritarias de un régimen enmohecido por la simulación, el hiper-presidencialismo y la demagogia. Los años setenta significaron el fin de las ilusiones de una modernidad sin democracia, una sociedad fracturada por la desigualdad económica, y un conflicto inter-elitista entre quienes reclamaban un cambio en la orientación del Estado y el modelo económico, y entre quienes se empeñaban en reformarlo.

CRISIS Y MODERNIDAD: ¿TODO LO SÓLIDO SE DISUELVE EN EL AIRE?

Los años de las sucesivas crisis que comenzaron en la década de los ochenta tomaron a la educación superior en un período de expansión sin precedentes… y sin políticas públicas. En 1980, 800 mil estudiantes poblaban ya el campo universitario mexicano, y llegarían a la vuelta del siglo a casi dos millones de estudiantes. El posgrado, que en 1970 sólo contaba con casi 6 mil estudiantes, en el año 2000 alcanzaría la cifra de 129 mil, y en el 2008 la de 175 mil. Esta expansión, sin embarMETAPOLÍTICA

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DEBATES | ADRIÁN ACOSTA SILVA go, palidece frente a la persistencia de una baja cobertura de la matrícula en relación al grupo de edad correspondiente. Si en 1950 la cobertura era sólo del 1.3% (es decir, sólo 1 de cada 100 jóvenes ubicados entre los 19 y 23 años de edad —rango en el que teóricamente estarían cursando estudios superiores los jóvenes mexicanos—, estaban inscritos en alguna modalidad de estudios universitarios), para 1970 apenas había alcanzado a 6 de cada 100. Al finalizar el siglo, sólo 18 de cada 100 estaban cursando estudios superiores, y para el 2008 lo hacen 28 de cada 100, una cifra que nos coloca como país en los últimos lugares de cobertura en educación superior de América Latina. Las universidades públicas se mantienen aún en el corazón del sistema de educación superior, pero su peso específico ha disminuido de manera significativa en los últimas tres décadas. Así, mientras que en 1980 5 de cada 10 estudiantes pertenecían a alguna universidad pública, sólo 1 de cada 10 estaba inscrito en alguna opción privada. Hoy, sólo 4 de cada 10 estudiantes de educación superior están matriculados en alguna universidad pública del país. 3 de cada 10 lo hacen en universidades privadas, la mayoría en universidades de bajo costo. El resto (3 de 10) están matriculados en instituciones de educación superior no universitarias (institutos tecnológicos, por ejemplo). Estos datos sólo intentan mostrar que la expansión del sistema no ha logrado revertir el problema central de la educación superior mexicana: su bajísima cobertura. En un contexto donde casi dos tercios de los jóvenes están excluidos o no integrados a la educación superior en cualquiera de sus modalidades (pública o privada, tecnológica o universitaria, federal o estatal), la tendencia hacia el desperdicio del “bono demográfico” mexicano se ha consolidado como realidad ominosa, miserable. Los jóvenes aparecen deambulando entre el comercio informal, la migración hacia el país del norte, la delincuencia organizada y desorganizada, o en la difícil costumbre de vivir una vida sin demasiadas expectativas.

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En estas circunstancias, la modernidad líquida mexicana de los últimos treinta años se ha construido azarosamente sobre la base de una modernidad que nunca se solidificó, o lo hizo a pedazos sobre los archipiélagos preexistentes. Las clases medias son hoy más educadas que hace 4 o 5 décadas; en buena medida imprimieron estabilidad política y social a un proyecto de país que intentaba atenuar las diferencias entre élites y populachos, y jugó un papel decisivo en el proceso de democratización política que arrancó en Tlatelolco un 2 de octubre y se consolidó con la alternancia política en Palacio Nacional en el año 2000. Hoy, la modernidad imaginaria de nuestras clase medias se traduce en afinidades electivas y prácticas educativas que ya no tienen a la universidad pública en el centro de sus expectativas y oportunidades vitales. A pesar del cambio en el oficialismo político de hace una década, y con la música de fondo de la crisis económica y las sucesivas políticas de ajuste y reformas estructurales, la educación superior es un campo dominado por programas y no por políticas, por afanes de control y supervisión de la calidad y no por ideas nuevas, capaces de responder al desafío central de nuestro tiempo: el crecimiento de la cobertura y las contribuciones al empleo, al desarrollo económico sostenido y el incremento del bienestar de la mayoría de la población. 

REFERENCIAS

Bauman, Z. (2008), Comunidad. En busca de seguridad en un mundo hostil, Madrid, Siglo XXI editores [tercera ed.] Loaeza, S. (1999), Clases medias y política en México, México, El Colegio de México, [segunda reimpr.] Loaeza, S. (2001) “México: La rebelión de las élites”, Estudios sociológicos, vol. XIX, núm. 56, mayo-agosto. Mann, M. (1993), The Sources of Social Power, vol. II., Cambridge, Cambridge University Press,.


¿La década ganada? EDUCACIÓN SUPERIOR EN MÉXICO ENTRE 1995 Y 2005 Juan Carlos Silas*

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os 10 años comprendidos entre 1980 y 1989 fueron catalogados en México y otras partes del mundo como la “década perdida”. Este tiempo se caracterizó por una disminución importante en el bienestar general de la población, así como por malos resultados en materia de economía y finanzas públicas que marcaron un retroceso social importante. Con el deseo de jugar con la idea de grupos de diez años, se propone revisar el tiempo comprendido entre 1995 y 2005. En esta década nuestro país transitó varios caminos al mismo tiempo ya que ha pasado a ser una sociedad consistentemente urbana; a ser una nación tecnificada e industrializada (aunque no en los niveles deseados); de ser una sociedad con alto crecimiento demográfico a una que ha disminuido notablemente su incremento poblacional; de una con alta migración a la ciudad capital a una que ha diversificado la migración interna a otros polos como las zonas metropolitanas de Guadalajara y Monterrey, localidades fronterizas o los destinos turísticos que ofrecen oportunidades de empleo que rivalizan en atractivo con las planteadas anteriormente por la capital. *

Profesor-investigador en el ITESO.

En el ámbito educativo, México ha ampliado la cobertura en todos los niveles y modalidades de atención. Es actualmente prácticamente imposible pensar en comunidades que, por pequeñas que sean, no cuenten con un establecimiento educativo. Esto refleja el importante esfuerzo en términos de cobertura que se ha hecho por años y que parece haber rendido frutos; es sin embargo también notorio que el aspecto cualitativo requiere mucho esfuerzo aún, pues son incontables los señalamientos con relación a la pobre calidad general que tiene el sistema educativo mexicano. Durante la década 95-05, la educación superior mexicana ha presentado tres tendencias básicas (Silas, 2005): a) un muy dinámico crecimiento en la matrícula total del sistema de educación superior, b) el surgimiento de diversos tipos de instituciones con propuestas formativas distintas y c) un importante crecimiento cuantitativo en el subsector particular. Por otro lado, durante esta década, se han implementado nuevas normas relativas a la educación privada, se han buscado caminos para incrementar el financiamiento público, se han creado instituciones como las universidades tecnológicas, politécnicas e interculturales, se ha ampliado la absorción en las instituciones públicas existentes, se METAPOLÍTICA

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DEBATES | JUAN CARLOS SILAS han creado programas que buscan mejorar la capacidad docente y de investigación de los profesionales académicos, ha aumentado el número de académicos en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), se ha puesto énfasis en acreditar programas que muestran alta calidad y se han creado mecanismos para ello. Sin embargo, a pesar de que la lista de logros durante la década de 1995-2005 es, al menos nominalmente, importante, los académicos, analistas, tomadores de decisiones y público en general tenemos serias dudas de que estemos en el camino correcto. Dicho de otra forma: Si hemos logrado tanto ¿por qué no estamos contentos?, ¿han sido 10 años de logros reales?, ¿son sólo logros cosméticos o al menos no los que queremos? Las próximas páginas ofrecen elementos para que el lector formule sus respuestas a las preguntas.

EL ESTADO DE L A EDUCACIÓN SUPERIOR MEXICANA

La matrícula en licenciatura, nivel emblemático de la educación superior ha crecido sustancialmente. Poniendo la afirmación en un contexto amplio se ve que pasó de 252,236 estudiantes en el ciclo escolar 1970-1971 a 2 387,911 en el año 2008-2009. Este crecimiento de más de dos millones de jóvenes significa crear espacios y atender 57,720 nuevos alumnos cada año durante 37 años. En la década referida, se incrementó en 792,652 estudiantes lo que significa casi 80 mil nuevos lugares anuales al pasar de 1 295,046 a 2 087,698 estudiantes. Este crecimiento es difícil de encontrar en otros países. La diversificación en tipos de instituciones, modelos y programas está obviamente relacionada con el crecimiento pero también influida por un cambio de paradigma acerca de la utilidad y funciones de la educación superior. Las transformaciones del sistema educativo superior en el México de fines del siglo XX y lo que va del XXI son fundamentalmente dos: 1) la orientación “profesionalizante” de los programas de estudio en instituciones públicas y privadas y una adecuación a las necesidades del mercado y 2) la instauración de nuevos tipos de instituciones que atiendan directamente las necesidades de formación de los profesionales en el mercado laboral. A finales del siglo XX instituciones públicas y privadas hicieron adecuaciones a sus programas académicos y diseñaron nuevos programas de licenciatura acordes a las necesidades profesionales que marcaba el mercado. METAPOLÍTICA

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Las instituciones de educación superior (IES) incorporaron nuevas disciplinas, especialmente relacionadas con la informática, la comunicación y la producción industrial mientras que programas como agronomía, ciencias del mar, forestales y pesqueras, así como programas relativos al sector primario de la economía han tenido un marcado descenso (ANUIES, 2003). Adicionalmente se da la aparición y consolidación de instituciones no universitarias de educación superior, tanto públicas como privadas. Este tipo de instituciones muestra un enfoque disciplinar especializado y no busca funcionar de manera análoga a las instituciones universitarias ni la denominación de universidad. En este grupo se pueden señalar instituciones con financiamiento público como centros de investigación o institutos promotores de la cultura y las artes cuyo interés principal no es la docencia pero que sí ofrecen algún programa de licenciatura o posgrado. Por el lado de las instituciones particulares se puede hablar de dos grupos de instituciones: a) las que centran su oferta en un área del conocimiento, como algunos enfoques particulares de la psicología y psicoterapia, la odontología o la gastronomía, y b) las instituciones de tamaño pequeño surgidas del emprendimiento de particulares. En este segundo caso, la oferta académica es tradicional y limitada a programas que no requieran fuertes inversiones, regularmente relacionadas con el sector terciario de la economía. La matrícula en estas instituciones ha crecido exponencialmente y, de acuerdo a los datos estadísticos disponibles, la tendencia parece que no perderá vigor en los próximos años. La diversificación es también evidente en la aparición de otros tipos de educación superior en la figura de Profesional Asociado (PA) o Técnico Superior Universitario (TSU). La creación de estos tipos de educación superior, especialmente del TSU, fue otro mecanismo de adecuación profesionalizante que siguió el sistema de educación superior mexicano bajo la expectativa de que las universidades tecnológicas podrán: a) contribuir a la conformación del capital humano nacional, b) diversificar cuantitativa y cualitativamente la oferta de estudios superiores y c) ampliar las posibilidades laborales a los pobladores de regiones económicamente desfavorecidas (Villa y Flores-Crespo, 2002). El crecimiento en el número de instituciones particulares y en la matrícula que atienden es un tema importante. Datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP, 2010) muestran el ritmo de expansión de las institucio-


¿LA DÉCADA GANADA? | DEBATES nes particulares en el nivel licenciatura que pasó de una matrícula total de 35,160 alumnos a 767,255 en el año escolar 2008-2009, lo que representa que tuvo un incremento del 2,182% en 34 años. Por su parte las IES públicas tuvieron un incremento en términos proporcionales de 747% al pasar de 217,086 a 1 620,656 estudiantes. Para tener una idea clara de lo que significa el crecimiento particular es preciso tomar otro punto de referencia pues el crecimiento en términos porcentuales de la matrícula en las IES particulares, aunque impresionante, puede ser engañoso por partir de un número de inicio más pequeño. Si se toman los datos de los años comprendidos entre 1995-1996 (año particularmente difícil por la crisis económica) y el año 2004-2005, se puede ver que el crecimiento neto privado fue de 363,949 alumnos mientras que el público fue de 428,703 estudiantes. Entre ambos sectores se logró un incremento de 792,652 jóvenes. Este crecimiento “casi parejo” se explica por múltiples factores entre los que sobresalen: a) limitaciones estructurales de las IES públicas pues, a pesar de una política pública orientada a incrementar la absorción y el titánico esfuerzo realizado en los años escolares recientes, las IES públicas han enfrentado inevitables límites físicos y presupuestales que no les han permitido ampliar la matrícula como lo desean, y b) el “emprendimiento educativo” evidente en el surgimiento de IES privadas que ofrecen servicios educativos para satisfacer una fuerte demanda social que no ha podido ser cubierta por las instituciones en operación. Kinser y Levy (2005) explican que en las décadas recientes, la creación de instituciones no-universitarias de educación superior ha sido la forma más común de crecimiento en la educación particular en el mundo. Este crecimiento parece haber sido conocido y, de alguna forma consentido, por los gobiernos nacionales y los sistemas educativos pues está relacionado con la atención a estudiantes que de otra forma no ingresarían a la educación superior formal (Levy, 2002). En este entorno se percibe cómo las IES de México y de muchos otros países enfrentan una suerte de “jaloneo” entre dos extremos aparentemente contrapuestos: a) La irrenunciable obligación que tienen las IES de atender las necesidades nacionales, regionales y locales en términos de desarrollo y el compromiso con los individuos en términos de fomentar su crecimiento personal y profesional y b) la multiplicidad de expectativas socio-económicas-comunitarias que deben de atender en un contexto de limitación de recursos disponibles.

Las instituciones educativas de nivel superior, públicas y privadas han debido incrementar su nivel de complejidad y ampliar sus funciones, lo que irremediablemente las hace mover su foco de atención y separarse de los imaginarios tradicionales sobre la educación superior y los esquemas usuales de interacción de las IES. Esto genera, por un lado un “reduccionismo economicista” que asigna un valor más elevado al conocimiento técnico-administrativo y devalúa al social, humanístico e incluso el científico; esto en virtud de que el primero tiene mayor valor de transacción en la sociedad. Por el otro lado, se observa un “nuevo darwinismo social” que privilegia a los poseedores del entrenamiento técnico y orientado profesionalmente, reflejado en las credenciales adecuadas. Estos dos elementos, plantean retos importantes a las IES al tiempo que limitan su capacidad de maniobra. Esta forma de entender la educación superior no es exclusiva de México ni ha aparecido de la noche a la mañana; ha sido consecuencia de presiones por parte de actores sociales que a través de su interacción durante lustros han generado un escenario que requiere máxima competitividad a las IES. La educación superior mexicana ha pasado por varios momentos que tienen su fundamento y origen en fuerzas e intereses divergentes. Autores como Kent (1998) y Díaz Barriga (1995) han ofrecido marcos cronológicos para el análisis de estos desarrollos. Rollin Kent caracteriza tres periodos: a) hasta finales de los 60, b) entre 1970 y 1988 y c) de 1988 hasta la fecha. Díaz Barriga por su parte, propone que existen tres etapas que caracterizan la tendencia profesionalizante de la educación superior mexicana: a) El lapso de tiempo llamado “el proyecto desarrollista” entre 1950 y 1970, especialmente vinculado al desarrollo industrial, b) el llamado “desarrollo compartido”, entre 1970 y 1982 y c) la etapa de la “modernización” que inicia en 1982 y se mantiene en nuestros días. Las tres etapas propuestas en las cronologías de ambos autores pueden de alguna forma asumirse como equivalentes pues, las dos primeras son prácticamente iguales mientras que la tercera tiene una única diferencia en la fecha de inicio. Díaz Barriga propone que la tercera etapa arranca con el inicio de los gobiernos neoliberales (vinculada también a la crisis del petróleo) y establece el sexenio de Miguel de la Madrid en 1982 como el inicio; Rollin Kent asume que “el banderazo de salida” se da con el Programa Nacional de Modernización Educativa 1988-1994 de Carlos Salinas de Gortari. En todo caso, es claro que la educación superior mexicana ha sufrido transformaciones funcionales para METAPOLÍTICA

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DEBATES | JUAN CARLOS SILAS acoplarse a las necesidades “profesionalizantes” que la sociedad y el mercado laboral están marcando. Las transformaciones han consistido fundamentalmente en una adecuación a las necesidades del mercado tras dar un enfoque técnico-profesionalizante a los programas de estudio y en la instauración de nuevos tipos de instituciones que atiendan directamente las necesidades de formación de los profesionales en el mercado laboral. Se privilegia la formación de los individuos orientada hacia el mercado laboral lo que implica consonancia con éste y mayor flexibilidad curricular; también se incluyen nuevas formas de vinculación universidad-mercado, se busca dar flexibilidad a los sistemas para adaptar cambios administrativos y académicos y se inicia un énfasis muy marcado en la cultura de calidad. Lo que en otras palabras significa que el modelo educativo predominante es uno más centrado en la eficiencia, magro y ágil que asume la capacidad de los egresados de conseguir un puesto laboral como uno de los indicadores directos de la calidad de la educación recibida. De esta manera se establece una especie de ecuación que postula que una formación de buena calidad y cuyo perfil de egreso está acorde a las necesidades del mercado laboral tendrá como resultado un puesto de trabajo. Esta lógica, que se atribuye con mucha frecuencia a las IES privadas, ha logrado permear en todo el sistema de educación superior. Güemes (2004) ha comentado cómo el paradigma actual en la educación superior es uno que da soporte a iniciativas que “privilegian orientar la articulación de la educación y la sociedad en una transformación y aumento de la productividad” (Güemes, 2004 p. 291-292) y que su propósito central se centra “en la esfera de los cambios económicos más que en la necesidad de buscar formar ciudadanos que estén en posibilidades de transferir sus conocimientos hacia un fin social y productivo” (Güemes, 2004 p. 292). Didrikson señala cómo la existencia de esta perspectiva sobre la educación superior está inserta en una lógica de competitividad comercial y relacionada con “políticas económicas a nivel nacional e internacional e ideas civilizatorias de modernidad y progreso” (Didriksson, 2000 p. 11). En esta lógica, señala Didriksson, los conocimientos y la aplicación que se haga de ellos parece restringirse a “los procesos de innovación tecnológica y producción industrial, competitividad y liderazgo en el mercado y que se ubican en las unidades productivas más dinámicas” (Didriksson, 2000 p. 12). Dos corolarios a esta afirmación serían, por un lado METAPOLÍTICA

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que el conocimiento parece ser valorado a partir de su uso comercial o de transacción sufriendo un proceso de “commoditization” (del concepto inglés commodity que hace referencia a materias que se pueden comerciar), como lo han llamado Slaughter y Rhoades (2004) al advertir que se convierten en una unidad de uso comercial. Por otro lado, parece ser que la mayor plusvalía del conocimiento adquirido se refleja en la empresa privada, lo que en la práctica deja de lado a la empresa pública en las preferencias de los estudiantes y de las IES pues se concentran en formar profesionales con una mentalidad más acorde la empresa privada que la pública. Las transformaciones que se han bosquejado hasta este momento tienen muchos elementos comunes con el fenómeno que Slaughter y Leslie (1997) y Slaughter y Rhoades (2004) han dado en llamar el “capitalismo académico”. Este concepto y sus elementos de base intentan explicar el proceso mediante el cual las IES se integran con la economía imperante y presenta a profesores, alumnos y administradores como los formadores y usuarios de redes de generación y uso del conocimiento dentro del marco de la nueva economía que privilegia al capital sobre otros elementos. En este sentido, no es extraño que los estudiantes elijan su ingreso a las instituciones de educación superior y los programas específicos con base en cálculos del “retorno” a su inversión educativa en términos del costo directo de estudiar, los costos indirectos y los costos de oportunidad al destinar tiempos a conducir estas actividades y no insertarse directamente al mercado laboral o hacer otras cosas. Es también entendible que con frecuencia elijan programas de estudio ligados a los sectores más dinámicos de la economía como los negocios, comunicación y los servicios en general. Para terminar, la educación superior mexicana enfrenta una seria transformación hacia un esquema de operación que entiende a las IES como organismos que deben responder al mercado con la misma determinación con que anteriormente respondían a la sociedad en su conjunto. Este factor provoca que los marcos de análisis e interpretación usados comúnmente en la academia ya no tengan un asidero firme para la formación de opiniones y la toma de decisiones. Dicho de otra forma, lo que los académicos valoramos de la educación superior parece estar cada vez más lejos de lo que valora el resto de la sociedad y es por ello urgente encontrar un nuevo “punto de encuentro” que contribuya a encontrar nuevos acuerdos sociales. Un avance significativo, aunque unilateral pues los artífices fueron


¿LA DÉCADA GANADA? | DEBATES mayoritariamente funcionarios universitarios de alto nivel, se dio en la reunión de Universia desarrollada hace algunos días en Guadalajara en la que más de mil rectores bosquejaron elementos interesantes en lo que se llamó la “Agenda de Guadalajara” a la que habrá que darle seguimiento y esperar que no quede en retórica. Las iniciativas para el desarrollo de la educación superior en lo cualitativo y cuantitativo deberán encontrar mecanismos que permitan el diálogo informado entre las expectativas de todos los actores pues la actual conversación es en ocasiones un diálogo de sordos en el que resulta vencedor “el sordo que grita más”. Lo que queda claro es que dentro de este desajuste de expectativas sí existen elementos que están en la agenda de todos. Algunos de estos elementos son: a) la necesidad de fomentar la equidad en el acceso, para que jóvenes de todos los estratos sociales cuenten con mecanismos que les permitan aprovechar sus capacidades en los estudios superiores; b) incrementar la calidad de la formación

que se oferta a los estudiantes. Entendiendo calidad no sólo como hacer las cosas bien, que se trataría de un eficientismo, sino hacer bien las cosas que se deben de hacer; c) afinar la correspondencia entre la formación que se ofrece con las necesidades regionales y nacionales; d) fomentar la conducción de proyectos de investigación en las IES de acuerdo a sus capacidades e intereses disciplinares; y fundamentalmente e) encontrar mecanismos para que la formación no sólo corresponda a aspectos técnico-profesionales sino que abarque aspectos de integración socio-comunitaria e individual. La tarea será seguramente, larga, exhaustiva y dolorosa, sin embargo, lograr un mejor perfil del sistema educativo superior nacional y del subsector particular en específico que catapulte a nuestro país hacia otros niveles de desarrollo bien vale la pena. Ahora bien, con relación a la pregunta inicial, usted, amable lector, tiene la última palabra en establecer si el periodo que inició en 1995 ha sido la década ganada o perdida. 

REFERENCIAS ANUIES (2008),

Anuario estadístico 2007, México, Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior. Díaz, A. (1995), Empleadores de universitarios. Un estudio de sus opiniones, México, Miguel Ángel Porrúa. Didriksson, A. (2000), La universidad de la innovación. Una estrategia de transformación para la construcción de universidades del futuro, México, Centro de Estudios Sobre la Universidad/Plaza y Valdés Editores. Güemes, C. R. (2004), “Educación superior y sociedad: Hacia la configuración de un nuevo escenario”, en A. Didriksson, C. Arteaga y G. Campos (eds.), El futuro de la educación superior en México, México, Centro de Estudios Sobre la Universidad/Plaza y Valdés Editores. Kent, R. y R. Ramírez (1999), “Private Higher Education in Mexico: Growth and Differentiation”, en Philip Altbach (ed.), Private Prometheus: Private Higher Education and Development in the 21st Century, West Port, Conn., Greenwood Press. Kinser, K. y D. C. Levy (2005), “The For-Profit Sector: U.S. Patterns and International Echoes in Higher Education”, PROPHE Working Paper núm. 5., en: http:// www.albany.edu/dept/eaps/prophe/publication/paper/PROPHEWP05_files/PROPHEWP05.htm.

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METAPOLÍTICA

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¿Para quién SON PERTINENTES LAS UNIVERSIDADES TECNOLÓGICAS Y LAS UNIVERSIDADES POLITÉCNICAS? Pedro Flores Crespo*

L

as universidades tecnológicas y politécnicas tendrían que recibir una mayor atención pública, pues su creación y continuo crecimiento constituyen una de las principales estrategias para ampliar la cobertura en la educación superior de México. Mientras en 1991 existían sólo tres universidades tecnológicas, en el ciclo escolar 2008-2009 este número se incrementó hasta 66. Asimismo, con el primer gobierno de la transición (2000-2006), se refrendó la apuesta por la educación superior de corte tecnológico y nació la primera universidad politécnica (UP) en San Luis Potosí. Actualmente, hay 39 UP esparcidas en 24 estados de la república. La considerable expansión de esta modalidad de educación superior nos lleva a formular distintas preguntas. Por ejemplo, ¿están las opciones de educación superior tecnológica respondiendo a las aspiraciones de los jóvenes más pobres? ¿Logró la oferta educativa modificar los patrones de la demanda de estudiantes y de sus familias? ¿Qué perspectivas de desarrollo se vislumbran en el futuro para las UT y las UP? Este artículo tratará de dar respuesta a estas preguntas en virtud de la *

Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación de la UIA-Ciudad de México. METAPOLÍTICA

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considerable inversión pública en estas opciones de educación superior y de las repercusiones sociales y económicas que tienen las elecciones de los estudiantes cuando optan por la educación superior tecnológica. Es importante mencionar que a pesar de que ha habido análisis independientes y estudios internacionales contratados por el gobierno mexicano para valorar la pertinencia de los recientes subsistemas de educación superior tecnológica, aún falta mayor información para poder hacer una evaluación más justa de estas opciones educativas. Estos vacíos también tratarán de ser identificados aquí con el propósito de abrir un espacio de diálogo e interlocución con las distintas audiencias interesadas en la educación superior.

¿ESTÁN L AS OPCIONES DE EDUCACIÓN SUPERIOR TECNOLÓGICA RESPONDIENDO A L AS ASPIRACIONES DE LOS JÓVENES MÁS POBRES?

Las universidades tecnológicas, en mayor grado que las politécnicas, fueron creadas para responder a la demanda de jóvenes en zonas relativamente empobrecidas.


¿UNIVERSIDADES TECNOLÓGICAS Y UNIVERSIDADES POLITÉCNICAS? | DEBATES Con ello, se quería “democratizar la educación superior” y que sus beneficios llegaran a un mayor número de personas pero sobre todo, a los de menores recursos. Algo que han hecho bien las UT es ofrecer oportunidades educativas en regiones en donde antes no había oferta universitaria. Sin las UT, el riesgo de exclusión escolar y social podría haber sido mayor (Flores-Crespo, 2009). Julio Rubio (2006) complementa esta observación y afirma que nueve de cada diez estudiantes de las UT representan la primera generación en su familia en tener la oportunidad de realizar estudios superiores y agrega: Se trata de una proporción significativamente mayor en comparación con las universidades públicas autónomas e incluso con los institutos tecnológicos públicos, lo que da cuenta de que el objetivo gubernamental de ampliar la equidad educativa mediante el subsistema de universidades tecnológicas se está cumpliendo (Rubio, 2006, p. 165).

Sin duda alguna, la creación de las nuevas opciones educativas es un camino seguro hacia la equidad, sin embargo, también es importante resaltar tres puntos para contar con una opinión mejor informada en relación con la equidad. El primero: al no haber otra opción universitaria en sus regiones, los jóvenes en mayor desventaja se ven forzados a elegir una determinada opción de educación pública universitaria y esto cuestiona el criterio de la equidad. Elegir una universidad “porque no hay de otra” o porque la posición socio-económica y cultural así lo determinan, nos hace ver la necesidad de revisar el actual concepto de equidad en la educación superior. Ligado con este primer punto, lo segundo que se debería tomar en cuenta cuando se habla de equidad y educación superior es que la movilidad intergeneracional no sólo es importante, como lo hace notar Rubio en el caso de las UT (2006), también habrá que cerciorarse si existe una movilidad intrageneracional, es decir, si se registra un movimiento ascendente de los técnicos o ingenieros dentro de su mismo grupo y no sólo en relación con la generación pasada. Desafortunadamente, no se han construido datos para acercarse a este fenómeno y saber cómo cambia la clase y estatus social de los jóvenes por estudiar en una opción de educación superior tecnológica de reciente creación. El tercer punto es que tendríamos que ser más exigentes con la noción de equidad en la educación superior pues la mera la ampliación de oportunidades educativas no garantiza que un joven adquiera aprendizajes

significativos y que se desenvuelva libre y responsablemente en el mundo complejo de estos días. Ya la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES 2006) ha hecho notar que el solo aumento de la oferta de plazas escolares, si no está acompañado de enfoques de equidad distributiva y de políticas de calidad académica, corre el riesgo de reproducir, a mayor escala, las deficiencias del sistema [de educación superior], debilitando consecuentemente su eficacia como palanca para el desarrollo y como instancia que propicia la movilidad social de las generaciones (ANUIES, 2006, p. 48)

¿Cómo se está dando el binomio equidad-calidad en las UT y en las UP? De acuerdo con datos de la Coordinación de Universidades Politécnicas, en 2001, cuando se abrió la primera UP se registró una tasa de deserción de 15 por ciento y en los dos años siguientes esta cifra descendió en un punto porcentual para luego incrementarse hasta llegar a 24 por ciento en 2004. En 2002, disminuyó dos puntos y para 2008, volvió al nivel de 2001 (15 por ciento). Esta oscilación en las tasas de deserción merece un análisis más profundo para poder desarrollar políticas de “calidad” y así no reproducir las inequidades que ciertos grupos de estudiantes enfrentan. Llama la atención que en los años en que se registraron las tasas de deserción más altas en las UP, también repuntaron las tasas de reprobación. En el año 2004 y en 2006, las tasas de reprobación fueron de 27 por ciento y de 30 por ciento, respectivamente. En el año 2008, dicho indicador alcanzó el 30 por ciento para todo el subsistema de universidades politécnicas. El círculo vicioso entre reprobación, deserción e inequidad parece que no ha podido romperse. Requerimos mejores estrategias institucionales. En un caso similar están las UT. Como ya se señaló, el subsistema de universidades tecnológicas ha operado relativamente bien para ampliar oportunidades educativas a jóvenes en relativa desventaja social y económica. Además, se ha otorgado un número considerable de becas a estudiantes de escasos recursos. Entre 2004 y 2005, el Programa Nacional de Becas para la Educación Superior (PRONABES) otorgó 13,579 apoyos (CGUT et al., 2006). Pese a éste u otros destacados esfuerzos, se siguen presentando graves dificultades para retener a los estudiantes. Con datos de la CGUT, los evaluadores externos afirman que la tasa de deserción global “sigue en un alto nivel” pues es de 35 por ciento, es decir, uno de cada tres alumnos abandona esta opción educativa lo que afecta lógicamente la maMETAPOLÍTICA

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DEBATES | PEDRO FLORES CRESPO trícula y la “imagen en la comunidad” (Mazeran et al. 2006, p. 32). La deserción, en este caso, se explica en mayor grado por acciones propias del subsistema que por adversidades sociales de carácter estructural (e.g. pobreza económica). Como muestra la Tabla 1, sólo seis jóvenes de cada cien abandonaron sus estudios por problemas económicos mientras que 32 lo hicieron por haber reprobado.

TABLA 1 Principales causas de deserción en las UT, 2007

Reprobación Deserción sin causa conocida Motivos personales Otras causas Problemas económicos Problemas de trabajo Incumplimiento de expectativas Distancia de la UT Cambio de carrera Cambio de UT Faltas al reglamento escolar Total

Porcentaje 32.49 21.03 17.32 9.21 6.24 5.46 3.25 1.57 1.30 1.21 0.93 100

Fuente: Dirección de Planeación, Evaluación e Informática-CGUT, 2008

Pienso que uno de los retos más grandes que tienen las dos opciones de educación superior aquí comentadas es cómo combinar exigencia académica con la equidad. Este no es un asunto fácil, ni teórico ni prácticamente pero el joven que desea ingresar a estas opciones de educación superior debería saber que el modelo académico es exigente en la parte de evaluación y muy intensivo y escolarizado. Los propios evaluadores contratados por la SEP han señalado que “el modelo académico [de las UT] genera mucha presión sobre los alumnos” (Mazeran, 2006, p. 32). En el caso de las UP, evidencia anecdótica ha apuntado que la intensidad es una característica que se repite en estas instituciones de educación superior. Los alumnos deben pasar largas jornadas escolares en la UP aparte del trabajo. Curiosamente, esto es positivamente valorado por los jóvenes a quienes nos les importa que les llamen compañeros de otras instituciones los “prisioneros de las politécnicas”. METAPOLÍTICA

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Habrá que profundizar en este punto y preguntarse si el culto a la escolaridad rinde buenos frutos en términos de formación integral y sobre todo, si es compatible con una noción de equidad amplia. Si los estudiantes que ingresan en estas opciones reprueban recurrentemente, la posibilidad de abandonar los estudios es mayor. Además, tampoco es claro cómo los modelos universitarios intensivos pueden hacer compatible la necesidad de trabajar. Recordemos que las UT, y en cierto grado también las UP, están orientadas a captar jóvenes de una posición social en mayor desventaja.

¿LOGRÓ L A CREACIÓN DE L AS NUEVAS OPCIONES DE EDUCACIÓN SUPERIOR TECNOLÓGICAS QUE SE MODIFICARAN LOS PATRONES DE L A DEMANDA DE ESTUDIANTES Y DE SUS FAMILIAS?

Como se recordará, las UT ofrecieron, hasta 2009, sólo el nivel de Técnico Superior Universitario que según la Clasificación Internacional Normalizada de la Educación (ISCED, por sus siglas en inglés) desarrollado de la UNESCO, es un nivel de educación cuya formación es generalmente práctica y técnica desde el punto de vista ocupacional. Este nivel de educación era necesario pues en México sólo se formaban licenciados, especialistas, maestros y doctores. Había, hasta 1991, escasez de profesionales técnicamente calificados cuyos puestos de trabajo estaban siendo ocupados por licenciados. El entonces subsecretario de educación superior, Daniel Reséndiz, expresó que “existe un vacío de profesionales en cursos de corta duración y de ahí que el carácter estratégico de las universidades tecnológicas es llenarlo” (La Jornada 09/02/99). En septiembre de 2009, las UT empezaron a ofrecer no sólo el nivel de TSU, sino también licenciatura e ingenierías. ¿A qué respondió este cambio? Es necesario echar una mirada al pasado para poder comprender la oferta educativa de las UT en el momento actual. En primer lugar, es importante reconocer que el número de estudiantes matriculados en el subsistema de las universidades tecnológicas ha mostrado un importante crecimiento en estos diecinueve años de vida. Mientras en 1991, año de creación de las UT, había sólo 426 jóvenes, para el ciclo escolar 2008-2009 estaban registrados 79,841. Esto en parte se explica por la constante apertura de este tipo de establecimientos universitarios a lo lar-


¿UNIVERSIDADES TECNOLÓGICAS Y UNIVERSIDADES POLITÉCNICAS? | DEBATES go de cuatro sexenios1. Sin embargo, a pesar de este significativo incremento, las metas de cobertura nunca se cumplieron. Por ejemplo, el Programa Nacional de Educación 2001-2006 señalaba tener 120 mil2 jóvenes matriculados en este nivel de educación superior para finales del sexenio y sólo se llegó a 66,660. Un poco más de la mitad de lo programado. Desafortunadamente, el Programa Sectorial de Educación 2007-2012 no cuantifica metas, por eso nos remitimos al programa anterior. Segundo, la proporción de estudiantes registrados en el subsistema de UT representa apenas tres por ciento de la matrícula total de educación superior. La gráfica 1 permite observar el área que ocupa esta proporción a lo largo del tiempo y en comparación con el nivel de licenciatura y posgrado. Pese a la introducción del sistema de universidades tecnológicas en México, la tendencia de composición del subsistema de educación superior no experimentó una variación notable. El nivel de técnico superior universitario (TSU) parece haberse estacionado y sin indicios de alterar profundamente el tradicional nivel de licenciatura.

GRÁFICA 1. Proporción de matrícula por nivel de educación superior, 1997-2004

Es muy probable que la baja proporción de estudiantes en el nivel TSU permanezca ahora que las UT empezaron a impartir el nivel licenciatura. Al ofrecer este nivel de estudios, la Secretaría de Educación Pública (SEP) reconoce implícitamente que no sólo se necesitaba formar técnicos, como lo afirmó en 1991, sino también licenciados. ¿O es que ya cambió tanto la estructura laboral del país como para impulsar más decididamente la formación de ingenieros y licenciados en lugar de los técnicos? Se espera que la SEP responda a estas cuestiones para disipar cualquier suspicacia de que el ofrecimiento del nivel de licenciatura en las UT es una respuesta apresurada ante la baja aceptación y reconocimiento social de estas instituciones universitarias. A diferencia del modelo educativo de las UT —que en sus inicios era terminal por sólo ofrecer el nivel de TSU y no permitir la continuidad hacia la licenciatura— las universidades politécnicas ofrecen salidas laterales en tres ciclos de formación dependiendo del tiempo de estudio. Además, las UP parecen ser más claras en fomentar la investigación y desarrollo tecnológico (IDT) que, según la Coordinación de Universidades Politécnicas, se orienta a “la asimilación, transferencia y mejora de tecnologías existentes y pertinentes, que contribuyan principalmente a mejorar la competitividad de las organizaciones de los sectores productivo, público y social, del estado y de la región de influencia de cada universidad” (CUP, 2009). En relación con su matrícula, es notable el crecimiento. Mientras en 2001 había sólo 465 alumnos para el ciclo escolar 2008-2009 el número de jóvenes matriculados rebasó los 18 mil. Aún se carece de información para saber quién está llegando a estas universidades y cuáles son las diferencias en términos de formación ahora que las UT ya ofrecen licenciaturas.

Fuente: Elaboración propia con base en Rubio, J. (coord.) (2006) La política educativa y la educación superior en México 1995-2006: Un balance, México: SEP-OCDE. 1 Es importante señalar que algunas UT cuentan con una “unidad académica” en alguna otra región. Contabilizando 12 de ellas en el ciclo escolar 2008-2009. (1) Calvillo en Aguascalientes; (2) Parras, Coahuila; (3) Victoria, (4) San Miguel de Allende, (5)Acámabaro, Guanajuato; (6) Montaña, Guerrero; (7) Chapulhuacan y (8) Huehuetla, Hidalgo; (9) Sierra Negra, Estado de México; (10)Tulcingo del Valle, Puebla; (11) Jalpan, Querétaro; (12) Pinos, Zacatecas. 2 Esta meta fue ajustada al inicio del sexenio 2001-2006, originalmente, eran 150,000.

¿QUÉ PERSPECTIVAS DE DESARROLLO SE VISLUMBRAN EN EL FUTURO PARA L AS OPCIONES DE EDUCACIÓN SUPERIOR TECNOLÓGICA DE RECIENTE CREACIÓN?

Las universidades tecnológicas fueron pioneras en varios sentidos y han mostrado importantes lecciones que podrían ser aprendidas por las politécnicas. Una de estas lecciones es lo difícil que resulta generar prestigio y reconocimiento social. Esto no es sólo una cuestión intrínseca de las universidades, es un fenómeno social que METAPOLÍTICA

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DEBATES | PEDRO FLORES CRESPO revela, por un lado, patrones de elección escolar complejos. ¿Por qué se elige tal o cual opción educativa? ¿Qué hay detrás de la elección familiar e individual? Una de las razones por la cuales los jóvenes prefieren estudiar una licenciatura y no sólo el nivel técnico superior universitario es la significativa disparidad salarial entre un TSU y un licenciado (véase Rubio, 2006; Flores-Crespo, 2009). La cultura del estatus —“todos queremos ser licenciados”— puede también influir esta decisión pero contrario a lo que manifiestan algunos funcionarios públicos, no pienso que sea una tontería. Vivimos en una sociedad en la que los códigos de estatus social cuentan para desempeñarnos y desenvolvernos. Si esto está mal, no es culpa de los jóvenes universitarios, sino de las formas premodernas que hemos construido como sociedad para valorar las cosas. Revertir estas formas premodernas de valoración social requiere la competencia de todos y en especial, de las empresas para que basen sus procesos de selección, contratación y promoción en las habilidades de las personas y no en la universidad de origen, sexo, edad, o en la “palanca”. Otra lección que podría ser la base para un desarrollo institucional más sólido y pertinente de las recientes opciones de educación superior tecnológica es cómo combinar una formación técnica-práctica sólida con el desarrollo sostenido de habilidades de pensamiento abstracto y reflexión crítica. La formación integral ha sido una clara deficiencia del modelo académico de las UT, tal como lo han señalado varios autores (CGUTUTHH, 2004; Flores Crespo, 2007 [2005]; Silva 2006; de Garay, 2006) y esto no puede repetirse en las UP, si es que se desea ampliar las posibilidades de vida de los jóvenes a través de la educación superior tecnológica. Renovar la concepción de lo “tecnológico” en la educación superior de México —para que no se conciba como una formación meramente práctica— es una urgencia tanto pedagógica como política. ¿Para quiénes deben ser entonces pertinentes las nuevas opciones de educación superior? Para todos los jóvenes que, por distintas razones, no han tenido la oportunidad de recibir una educación de calidad y que van a enfrentar un mer-

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cado laboral competitivo, desigual y una sociedad compleja en la cual las ideas y no las cosas van a ser las generadoras de la riqueza material y, sobre todo, del engrandecimiento humano. 

REFERENCIAS ANUIES (2006),

Consolidación y avance de la educación superior en México. Elementos de diagnóstico y propuestas, México, ANUIES. CGUT, et. al (2006), 15 años 1991-2006. Universidades Tecnológicas. Impulsando el desarrollo de México, Libro conmemorativo, México, CGUT/SEP. CUP, (2009), Modelo de gestión por competencias de las Universidades Politécnicas. México, SEP De Garay, A. (2006), Las trayectorias educativas en las universidades tecnológicas. Un acercamiento al modelo educativo desde las prácticas escolares de los jóvenes universitarios, Colombia, CGUT/SEP/Universidad Tecnológica de la Sierra Hidalguense. Flores-Crespo, P. (2007 [2005]), Educación superior y desarrollo humano. El caso de tres universidades tecnológicas, México, ANUIES [primera impr.] Flores-Crespo, P. (2009), Trayectoria del modelo de universidades tecnológicas en México (1991-2009), Cuaderno de trabajo 3, México, DGEI/UNAM. CGUT-UTHH (2004), La evaluación externa en las universidades tecnológicas. Un medio eficaz para la rendición de cuentas. Informes y recomendaciones 1996, 1999 y 2002, México, LIMUSA/UTTHH/CGUT. Mazeran J., J. Mallea, J. Travert, C. Greuin y P. Lafleur (2006), Las Universidades Tecnológicas Mexicanas: Un modelo eficaz, una inversión pública exitosa, un sistema a fortalecer, México, CGUT/SEP. Rubio, J. (coord.), (2006), La política educativa y la educación superior en México 1995-2006: Un balance, México, SEP/FCE. Silva, M. (2006), La calidad educativa de las universidades tecnológicas. Su relevancia, su proceso de formación y sus resultados, México, ANUIES.


FINANCIAMIENTO Y

desarrollo

DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR 2000-2009. ENTRE LA INERCIA Y EL MERCADO Ciro Murayama* ECONOMÍA ESTANCADA Y GASTO PÚBLICO PETROLIZ ADO

A

lo largo de la primera década del siglo XXI la economía mexicana vivió una etapa de franco estancamiento. Cifras que ofrece la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (CEPAL) permiten establecer que, aun sin considerar el año 2009, a partir del 2000 el crecimiento promedio per cápita fue de uno por ciento al año. El estancamiento económico se traduce en imposibilidad de captar mayores recursos fiscales para impulsar el desarrollo económico y social. En el caso de México la fragilidad fiscal del Estado hace aún más difícil la ampliación de la recaudación que soporte el gasto pero, a la vez, una eventual recuperación de otras fuentes de ingreso permite que los egresos públicos puedan ampliarse incluso cuando la economía no crece. Esa parece ser la expe*

Profesor de la Facultad de Economía de la UNAM. Su más reciente libro es: La economía política de la educación superior en México (México, ANUIES, 2009).

riencia de México en el periodo que va de 2000 a 2009, donde el incremento de los precios internacionales del petróleo, conjugado con la decisión política de canalizar ingresos de ese recurso finito al gasto programable, dio lugar a un aumento del gasto por encima del crecimiento económico —aunque aun así México tiene un rezago en materia de gasto de entre 15 y 20 puntos porcentuales del PIB frente a la media de la OCDE—. El gasto programable del gobierno federal, entre 2000 y 2009 aumentó en términos reales en 82 por ciento; el gasto social lo hizo en 66.7 por ciento; el gasto federal en educación en 52.7 por ciento y el gasto en educación superior en 73.1 por ciento. Además, en ese periodo, el gasto programable pasó de ser el 15.6 por ciento al 19.6 por ciento del PIB; el gasto social bajó del 60 por ciento al 55 por ciento del gasto programable; el gasto en educación pasó de representar el 43 por ciento al 39 por ciento del gasto social y, finalmente, el gasto en educación superior pasó del 18 al 20 por ciento del gasto federal en educación. Las cifras anteriores revelan tendencias claras: un aumento no menor del gasto programable que no tiene un correlato similar en la amMETAPOLÍTICA

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DEBATES | CIRO MURAYAMA pliación del gasto social, lo que sugiere que hay otras partidas de gasto, como la operación de las administraciones públicas y el gasto en desarrollo económico que han sido prioritarias para los gobiernos federales encabezados por el Partido Acción Nacional. Asimismo, el gasto en educación tiende a perder importancia dentro del gasto social, que puede estarse dirigiendo a, por ejemplo, la salud y la asistencia social. Los recursos a la educación superior crecen a mayor ritmo que los fondos federales para la educación, lo que puede explicarse en buena medida, como se podrá ver más adelante, por el cambio en la importancia relativa de los distintos niveles educativos en el total —la enseñanza básica pesa menos que en el pasado y en cambio crecen en términos relativos y absolutos la enseñanza media superior y superior—, pero los recursos a las instituciones de educación superior no crecen a la misma velocidad que el gasto programable total, de tal suerte que tampoco es un campo prioritario de recursos, pues si ese fuera el caso sus fondos deberían haberse extendido a una velocidad por encima del promedio.

CUADRO 1 Evolución de indicadores de gasto público en México de 2000 a 2009 PIB

Gasto programable 11% 82.6%

Gasto social 66.7%

Gasto Gasto en educación en educación superior 52.7% 73.1%

portancia del gasto educativo dentro del gasto social, y del gasto social dentro del gasto programable, hacen que se esté alcanzando un tope financiero público para la educación superior que sólo podría superarse a través de una ampliación sensible en los ingresos disponibles para el Estado, situación que resulta poco factible en el corto y mediano plazos de mantenerse la política fiscal prevaleciente. En un análisis de largo plazo (1970-2009) puede afirmarse que México ha carecido de una política de financiamiento a la educación superior acorde con las necesidades de desarrollo de este nivel y que, en cambio, han sido prioridades de tipo político y de control nominal de las finanzas públicas las que determinan el volumen y la intensidad de la canalización de recursos. Así, entre 1970 y 1982 se dio una expansión acelerada, insostenible a la larga, de los presupuestos públicos a educación superior (crecieron en esos años en 1166 por ciento); en la crisis de la deuda, la educación superior resultó castigada sobre cualquier otro rubro de gasto (entre 1983 y 1989 sus recursos descendieron en términos reales en 32 por ciento); a partir de 1990 inicia una recuperación del financiamiento a la educación superior por encima del aumento del gasto programable (7.9 vs. 2.7 por ciento al año) y, en lo que va del siglo los fondos federales a la educación superior crecen a un ritmo inferior a la expansión del gasto agregado. La conclusión es que la educación, y la educación superior en particular, pierden peso como renglón prioritario de gasto durante las administraciones de Acción Nacional.

Fuente: Elaboración propia a partir de Banco de México y de 3er Informe de Gobierno de Felipe Calderón.

La política de gasto público en el periodo analizado tiene algunas características que la distinguen de periodos previos. Desde 1970, por lo menos, el gasto social aumentaba con mayor dinamismo que el gasto programable o, en su caso, disminuía menos el social cuando se reducía el monto total de egresos federales, tal como ocurrió de 1983 a 1989. También había sido usual que el gasto en educación creciera más rápido que el gasto social, lo cual dejó de ocurrir prácticamente con el inicio de este siglo. Si bien la educación superior recibe ampliaciones en sus recursos públicos federales por encima de la media de la educación, en los últimos años la pérdida de imMETAPOLÍTICA

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L A MATRÍCUL A EN EDUCACIÓN

En México hay 32 millones 742 mil estudiantes en los niveles de educación básica, media superior y superior (cuadro 2). Del total de alumnos, el 79 por ciento está inscrito en la enseñanza básica —de preescolar a tercero de secundaria—, 12.4 por ciento en la enseñanza media superior o bachillerato y un 8.6 por ciento en educación superior —incluyendo licenciaturas universitarias y tecnológicas así como el postgrado—. A lo largo de la primera década del siglo la matrícula educativa en México se extendió en cuatro millones 172 mil alumnos, lo que significa un incremento del 15 por ciento. No obstante, esa incorporación recayó en un 55 por ciento en la educación básica, en 27 por ciento en la educación media superior y en 19 por ciento en la


FINANCIAMIENTO Y DESARROLLO DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR | DEBATES educación superior. De esta forma, igual que ocurre con la pirámide demográfica, la distribución de los alumnos por niveles educativos tiende a concentrarse hacia los niveles medios al tiempo que se reduce la base de la pirámide, o bien, que decae en términos relativos la importancia de la población de menor edad. Si se toma en cuenta el crecimiento porcentual de la matrícula, por cada alumno de educación básica que había al inicio del siglo, hay uno adicional para el ciclo escolar 2009-2010, mientras que para la educación media superior y superior el aumento es de casi cuatro alumnos por cada 10 matriculados en 2000-2001. De ahí que sea natural que los recursos hacia la educación superior crezcan más que para la educación básica, aunque cabe hacer notar que la diferencia en la canalización presupuestal no se corresponde con los distintos ritmos de expansión de uno y otro nivel. Si bien ha crecido el gasto por alumno en México, ello ocurre de manera más intensa con la educación básica.

Cuadro 2 Matrícula educativa en México, 2000-2009. Miles de alumnos Ciclos escolares

Total

2000-2001 28,569.4 2009-2010 32,741.4 Incremento absoluto 4,172.0 Incremento relativo 15%

Básica 23,565.8 25,857.7 2,291.9 10%

Media superior 2,955.7 4,063.9 1,108.2 37%

educación de tipo particular, en detrimento de la pública, pues en términos absolutos la matrícula del sector privado crece más que la oferta federal, estatal o autónoma respectivamente.

Cuadro 3 Expansión de la matrícula en licenciatura, 2000-01 a 2009-10 Total

Federal

Estatal

Particular Autónomo

2000-2001

1,718,017 296,755 100,286

525,058

795,918

2009-2010

2,493,213 372,636 305,300

797,367

1,017,910

Distribución matrícula 2009-10 Total

Federal

Estatal

100%

16%

13%

Particular Autónomo 33%

43%

Aumento matrícula 2000-2009 Total

Federal

Estatal

775,196

75,881

205,014

Particular Autónomo 272,309

221,992

Distribución de la expansión 2000 a 2009 Total

Federal

Estatal

100%

10%

26%

Particular Autónomo 35%

29%

Superior Fuente: Elaboración propia a partir de 3er Informe de Gobierno de Felipe

2,047.9 2,819.8 771.9 38%

Fuente: Elaboración propia a partir de 3er Informe de Gobierno de Felipe Calderón

MATRÍCUL A DE LICENCIATURA POR ÁREA Y TIPO DE SECTOR

En lo que se refiere a la educación superior de licenciatura, entre los ciclos 2000-2001 y 2009-2010 se amplió el número de estudiantes en 775 mil personas, que representa un importante incremento del 45 por ciento. Ahora bien, al atender al tipo de instituciones educativas a la que acuden los jóvenes, se aprecia que más de una tercera parte de la expansión de la educación superior a nivel licenciatura recae en el sector privado (Cuadro 3). Lo anterior acentúa una tendencia, iniciada en los años noventa, de una ampliación sesgada hacia la

Calderón

Desde otro ángulo de visión, resulta interesante apreciar la distribución de la matrícula de licenciatura universitaria y tecnológica por áreas de estudio (cuadro 4). Como puede apreciarse, las ciencias exactas tienen una presencia muy escasa dentro de la formación a nivel licenciatura, lo cual puede ser fruto de la débil formación en matemáticas y ciencias naturales en la enseñanza básica y media superior, de tal suerte que son pocos los alumnos que deseen incursionar en esas áreas, pero que también puede estarse combinando con un fenómeno surgido desde el lado de la oferta educativa: la expansión del sector privado que no suele ofrecer carreras que implican altos costos de operación —infraestructura y material de laboratorios, por ejemplo- y que tienen poca demanda en el mercado (alumnos). Las licenciaturas ligadas a las ciencias agropecuarias muestran también una escasa presencia, de apenas 2 de cada cien alumnos, y una ampliación de sólo 15 mil 700 alumnos en una década, lo cual puede resultar indicatiMETAPOLÍTICA

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DEBATES | CIRO MURAYAMA vo de una escasa conexión de la enseñanza de la educación superior con los relevantes problemas que caracterizan al agro mexicano. En contraste, los alumnos inscritos en las carreras de ingenierías y tecnologías, junto con las ciencias sociales y administrativas representan el grueso de la matrícula, pues en ellas se ubican ocho de cada diez estudiantes. En el primer caso, el dinamismo puede ser explicado por carreras como las ingenierías de la computación, en boga en los años recientes, y en el segundo se mantienen pautas de atracción de demanda y ampliación de la oferta de carreras tradicionales con alta participación en la formación de profesionistas en México, como derecho, contaduría y administración. La ampliación de las carreras ligadas a la educación y las humanidades, así como a disciplinas médicas son las que muestran el mayor crecimiento en términos relativos, pero lo hacen tras partir de una base acotada.

Cuadro 4 Evolución de la matrícula en licenciatura por áreas de estudio (miles de alumnos). 2000-2001 Total

Exactas Médicas

Agro-

Ingenierías y

Sociales

Educ.

admin.

y human.

541.2

83.7

pecuarias tecnologías 1,718.1

53.5

154.4

46.3

839.0

2009-2010 Total

Exactas Médicas

Agro-

Ingenierías y

Sociales

Educ.

admin.

y human.

842.3

158.3

Sociales

Educ.

admin.

y human.

34%

6%

pecuarias tecnologías 2,493.2

57.3

259.6

62.0

1,113.6

Distribución 2009 Total

Exactas Médicas

Agro-

Ingenierías y

pecuarias tecnologías 100%

2%

10%

2%

45%

Incremento porcentual 2000-2009 Total

Exactas Médicas

Agro-

Ingenierías y

pecuarias tecnologías 45%

7%

68%

34%

33%

Sociales

Educ.

admin.

y human.

56%

89%

Fuente: Elaboración propia a partir de 3er Informe de Gobierno de Felipe Calderón

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Este perfil de concentración de alumnos en las carreras de ciencias sociales y administrativas, combinado con el descuido hacia la educación en áreas científicas se construyó al calor de la expansión acelerada y sin planeación adecuada de la educación superior en los años setenta del siglo pasado, y bajo el influjo del crecimiento de la oferta privada en los años noventa. No hay, en ese sentido, una política explícita de redistribución de la matrícula de educación superior por áreas de estudio. Puede decirse que la inercia de la expansión de la oferta pública, combinada con el resultado del juego de la oferta y la demanda de educación superior en una lógica de mercado, son las que están determinando la configuración por áreas de la matrícula de licenciatura.

MATRÍCUL A EN POSTGRADO

Los estudios de postgrado vienen creciendo de forma importante en México, sobre todo en lo que a número de estudiantes se refiere. En la década de análisis, la ampliación fue de 65 mil alumnos (un crecimiento del 53 por ciento), de los cuales 41.2 mil corresponden a maestría (el aumento es del 47 por ciento), 10 mil 600 a doctorado (que creció en 124 por ciento) y trece mil a especializaciones (una expansión del 52 por ciento). En el postgrado se agudizan algunas de las tendencias de la licenciatura, pues los alumnos inscritos en escuelas privadas representan a la mitad del total (son 96 mil 200 de 197 mil, el 49 por ciento). La privatización del postgrado se acentúa en la última década, ya que de la ampliación total en el número de estudiantes, el 67 por ciento (43 mil 800 alumnos), corresponden al sector privado (que creció en 84 por ciento). En cambio, la oferta de estudios de postgrado de las instituciones federales se mantuvo estancada a lo largo de la década (recibieron a mil doscientos alumnos más, el 7 por ciento adicional). Las instituciones de educación superior estatales ampliaron su matrícula de postgrado en 3.4 mil alumnos —un aumento del 78 por ciento, pues habían partido de 4.4 mil alumnos—, lo que puede indicar, ahí sí, la presencia de una política explícita para ampliar el peso de los estudios de maestría, doctorado y especializaciones en las instituciones locales que operan con recursos de sus entidades federativas. Las instituciones autónomas, por su parte, ampliaron su matrícula en 20 mil alumnos (37 por ciento) y reciben a casi cuatro alumnos (38 por ciento) de cada 10 estudiantes


FINANCIAMIENTO Y DESARROLLO DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR | DEBATES de postgrado en el país. La predominancia del sector privado en los estudios de postgrado puede significar problemas asociados a la calidad —por la insuficiencia de una adecuada regulación pública en la materia—, lo que, junto con la lógica de mercado en la determinación de los campos de conocimiento en los que se extiende el postgrado, podría suponer un aumento en este tipo de titulaciones o certificaciones académicas que se aleje, una vez más, de una genuina política de desarrollo de la educación superior.

L A PL ANTA DOCENTE

En México 286 mil personas trabajan como académicos en las universidades y tecnológicos, de tal suerte que el país cuenta con un auténtico mercado de trabajo en la educación superior; de ellos el 15 por ciento tiene su adscripción en el postgrado. Entre los ciclos 2000-2001 y 2009-2010 el número de maestros de las licenciaturas universitarias y tecnológicas se amplió en 72.6 mil personas (42 por ciento), alcanzando una cifra de 247.3 mil. De ese total, las instituciones particulares contratan al 40 por ciento, las autónomas al 39 por ciento, las federales al 12 por ciento y las estatales al restante 9 por ciento. Ahora bien, de los nuevos maestros en la licenciatura durante la última década, 36.1 mil corresponden a instituciones particulares, que protagonizaron el 57 por ciento de la ampliación total. El menor crecimiento relativo ocurrió en las instituciones autónomas —sumaron 14.4 mil nuevos maestros, con una ampliación del 18 por ciento—, seguidas por las federales —incorporaron a 6.87 mil docentes, un aumento del 31 por ciento para este tipo de establecimientos—. Las instituciones estatales, por su parte, pasaron de tener 7.9 por mil profesores a 23.2 mil, es decir, 15.2 mil adicionales, que significan una ampliación del 191 por ciento. Estas cifras ponen de manifiesto que se registra cierta descentralización de la educación superior —en este caso en la planta docente— a favor de las instituciones estatales, lo que a su vez permite inferir un mayor peso en el gasto educativo de

este nivel por parte de las entidades federativas —porque creció el volumen total de los recursos de los que disponen, que provienen en buena medida de la federación, aunque el ejercicio les corresponda a ellas—. La planta docente del postgrado (con 21.9 mil profesores, de los que el 17 por ciento corresponden a instituciones federales, el 4 por ciento a estatales, el 40 por ciento a particulares y el 38 por ciento a autónomas), registró una expansión del 132 por ciento en la década. Una vez más, el dinamismo se concentró en el sector privado (165 por ciento de expansión), de tal suerte que en términos absolutos, por primera vez en la historia, a partir del ciclo 2008-2009, hay más docentes de postgrado en instituciones particulares que en las autónomas. Los datos de la distribución de docentes por tipo de sector —público y privado— en la educación superior indica no sólo una mejor relación maestro-alumno en el sector privado, sino que sugiere una presencia significativamente menor de profesores de tiempo completo en las escuelas particulares y un uso más intensivo, en las mismas, de la figura del profesor de hora clase, sobre todo en el postgrado. Para terminar, el análisis ofrecido en estas líneas da cuenta de que el gasto social y en educación se han rezagado frente a otras prioridades del gasto federal; que la expansión de la educación superior está recayendo de manera significativa en el sector privado; que hay un descuido de la ampliación de las carreras científicas y de las ligadas al agro; que en los estudios de postgrado la oferta privada avanza a ritmos acelerados, aunque también se extienden estos estudios en las instituciones estatales; y que la ampliación de la planta docente se caracteriza, asimismo, por una fuerte concentración en el sector privado. El desarrollo de la educación superior en México está acotado por un insuficiente nivel de recaudación y, por consiguiente, por una débil capacidad de gasto público. La educación superior reproduce en sus indicadores gruesos las inercias del proceso de masificación al tiempo que responde, en su configuración reciente, cada vez más a una lógica de mercado. 

METAPOLÍTICA

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Presupuesto FEDERAL EN EDUCACIÓN SUPERIOR: NUEVOS ACTORES Javier Mendoza Rojas*

E

ste artículo trata de los procesos de negociación para el presupuesto federal en educación superior. Se revisa la dinámica de negociaciones emergente a partir del nuevo escenario político en el cual el Congreso ha adquirido mayor protagonismo en la determinación del gasto público, con la participación de diversos actores en la escena legislativa. El presupuesto federal para las universidades públicas está comprendido en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) que cada año es aprobado por la Cámara de Diputados. De acuerdo con las disposiciones establecidas en la Constitución y en la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria, el Ejecutivo presenta cada año al Congreso de la Unión —Cámara de Diputados y Cámara de Senadores— lo que se conoce como paquete económico, que está integrado por la iniciativa de Ley de Ingreso y el Proyecto de PEF, junto con diversas disposiciones de carácter fiscal. Ambas cámaras aprueban la Ley de Ingresos, en la cual se establece el monto de ingresos que el gobierno federal prevé obtener para el siguiente ejercicio fiscal, principalmente a través de la recaudación fiscal, los ingresos por la exportación de petróleo y el endeudamiento público. Una vez aprobada la Ley de Ingresos, la Cámara de Di*

Investigador del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la UNAM. METAPOLÍTICA

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putados aprueba el PEF, cuyo gasto total tiene que coincidir con el monto de ingresos esperados. A partir de 1997 se instauró una nueva dinámica en la discusión del paquete económico al interior de la Cámara de Diputados y desde el año 2000 también en el Senado. La razón fue la pérdida de mayoría del PRI. La LVII Legislatura de la Cámara de Diputados (19972000) no tuvo mayoría de ningún partido político, si bien en el senado el PRI continuó siendo el partido mayoritario, situación que cambió en la LVIII Legislatura (2000-2003). A ello se aunó el triunfo de Vicente Fox a la Presidencia de la República, pero sin que el PAN obtuviera la mayoría en el Congreso. ¿Qué repercusiones tuvo este cambio en el trabajo legislativo? Sin duda fueron múltiples y variadas, pues lo que se conoció como la aplanadora del PRI dio paso a la dinámica de alianzas políticas para desahogar la agenda legislativa. Como ocurre en toda democracia, cuando ningún grupo parlamentario tiene la mayoría para aprobar por sí mismo las leyes, tiene que recurrir a las negociaciones, a las alianzas y a los pactos con otros grupos parlamentarios, y esta nueva dinámica se ha hecho evidente en la materia que nos ocupa: la aprobación del presupuesto. El presupuesto para educación superior se aprueba dentro del PEF de manera anual y sigue el mismo proceso presupuestal de toda la administración pública federal. De manera resumida, este proceso tiene cuatro


PRESUPUESTO FEDERAL EN EDUCACIÓN SUPERIOR | DEBATES fases: 1. Formulación-programación; 2. Discusiónaprobación; 3. Ejecución-ejercicio y 4. Control-auditoría. La primera de ellas es realizada por las secretarías de Educación Pública (SEP) y de Hacienda y Crédito Público (SHCP). El proceso cuenta con una reglamentación minuciosa, y a partir de 2008 se enmarca en el presupuesto con base en resultados y el sistema de evaluación del desempeño, para homologar el proceso presupuestal al predominante en los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). La SHCP es la instancia que establece los techos presupuestales a la SEP. Ésta tiene que realizar una programación presupuestal con la “metodología del marco lógico”, que exige alinear las acciones a realizar y la asignación de recursos con el Plan Nacional de Desarrollo, con el Programa Sectorial Educativo y con los demás instrumentos de planeación de la SEP. En esta fase, los anteproyectos iniciales presentados por la SEP sufren recortes por parte de Hacienda, que es la secretaría encargada de integrar el proyecto de PEF de toda la administración pública federal, de los poderes legislativo y judicial y de los órganos autónomos como el Instituto Federal Electoral y la Comisión Nacional de Derechos Humanos. La SHCP es la que fija los techos presupuestales para cada secretaría y entidad. En las negociaciones entre ambas secretarías de hecho se practican los primeros recortes a los montos que de acuerdo con la SEP requieren los distintos programas presupuestarios. A ello hay que sumar las negociaciones que se establecen entre las distintas dependencias de la SEP (subsecretarías, direcciones generales y organismos) para ajustarse a los recursos globales determinados por las autoridades hacendarias. Así, la distribución del pastel presupuestal que en el proyecto del Ejecutivo corresponde a la SEP, se negocia internamente en esta secretaría para atender el conjunto de programas a cargo de las distintas unidades responsables. Y por supuesto, los funcionarios de las distintas áreas de la SEP van a pugnar por mayores apoyos financieros para los programas bajo su responsabilidad. El ámbito de la educación superior no ha estado exento de estas negociaciones en la fase de integración del proyecto de presupuesto. Ante la Oficialía Mayor, la unidad responsable de la programación y presupuestación y el propio titular de la SEP, cada subsecretaría pugna por salir beneficiada o, al menos, no tan afectada en el proyecto educativo a presentar en el marco del PEF. Los requerimientos en educación superior compi-

ten con los correspondientes a los otros niveles educativos, al igual que las necesidades en educación compiten con otros sectores (salud, desarrollo social, etc.). Si bien se trata de un asunto de prioridades, también está presente el peso de los actores políticos. En un proceso de suyo difícil para integrar el proyecto presupuestal por parte del Ejecutivo, se determinan los montos del presupuesto que corresponden a las diversas instituciones de educación superior. El proyecto de PEF que reciben los diputados para su análisis y aprobación especifica los programas presupuestarios, el destino y las partidas para cada una de las instituciones federales de educación superior en lo individual (UNAM, UAM, IPN, UPN, etc.), para el conjunto de institutos tecnológicos centralizados y para los diversos subsistemas conformados por organismos públicos descentralizados de los estados (universidades públicas estatales, con apoyo solidario y universidades tecnológicas). Se especifica además el monto de recursos que se prevé asignar a cada uno de los programas y fondos de financiamiento que tienen carácter extraordinario (Programa de Mejoramiento del Profesorado, Fondo para la Modernización de la Educación Superior, Fondo para Ampliación de la Oferta, etcétera) La segunda fase del proceso presupuestal, que es la más conocida por la amplia difusión que se da en los medios de comunicación, es la de discusión-aprobación por parte de la Cámara de Diputados. A diferencia de los años de hegemonía del PRI cuando los partidos políticos minoritarios tenían poca incidencia en la orientación del gasto, desde hace más de una década asistimos a un Congreso en donde las tres principales fuerzas políticas, PRI, PAN y PRD, mantienen un inestable equilibrio político que exige de una nueva dinámica de alianzas, acuerdos y negociaciones. La discusión del PEF, con mucho, es una de las tareas legislativas que demanda de mayor capacidad de negociación y acuerdo político entre los diferentes grupos parlamentarios y las autoridades del Ejecutivo. Revisemos algunos de los aspectos más relevantes de esta nueva dinámica en lo tocante al ámbito de la educación superior. En primer lugar hay que considerar los tiempos que existen en esta discusión. Salvo cuando inicia un período presidencial, el 8 de septiembre de cada año el Ejecutivo presenta al Congreso el paquete económico; el 31 de octubre ambas cámaras deben tener aprobada la Ley de Ingresos, y el 15 de noviembre el PEF solamente por la Cámara de Diputados. Cada seis años los tiemMETAPOLÍTICA

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DEBATES | JAVIER MENDOZA ROJAS pos se acortan mucho, pues a los pocos días de haber tomado posesión el nuevo presidente, se presenta el paquete económico. Durante las cerca de diez semanas que tiene el Congreso para aprobarlo se realizan diversas acciones con la participación de múltiples actores. En el proceso intervienen tanto actores internos al Congreso como externos. Internamente, las iniciativas se turnan a las comisiones legislativas encargadas de su dictaminación: la Comisión de Hacienda y Crédito Público para la Ley de Ingresos, y la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública para el PEF. Si bien lo primero que se desahoga en la Cámara de Diputados es lo relativo a la Ley de Ingresos (en su caso con reformas a la legislación fiscal) para turnar la minuta al Senado y proceder a la discusión del PEF, desde el mes de septiembre comienzan a realizarse los análisis del proyecto de PEF para cada uno de los sectores. Las 44 comisiones ordinarias de la Cámara de Diputados revisan el proyecto presupuestal en la parte correspondiente a su objeto de trabajo. Para el correspondiente a educación, la Comisión de Educación Púbica y Servicios Educativos es la encargada de realizar un análisis detallado y emitir un dictamen razonado sobre las características del proyecto y, en su caso, las reasignaciones y ampliaciones presupuestales que se consideran necesarias. Todas las comisiones se ajustan a las disposiciones que establece la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública, misma que establece tiempos y disposiciones de procedimiento. Además de las comisiones ordinarias, los distintos grupos parlamentarios realizan el estudio del proyecto de PEF, para lo cual se apoyan en asesores especializados en materia presupuestal y en la sistematización que realiza el Centro de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados. Con esta información, los diputados cuentan con los elementos básicos para participar en los trabajos de las distintas comisiones. En la discusión del proyecto de presupuesto participan diversos actores externos al Congreso, muchos de los cuales conforman grupos de interés o de presión. El gasto público anual que se aprueba en el PEF es un asunto que concentra la atención de múltiples grupos de la sociedad organizada, toda vez que los afecta de manera directa o indirecta. Se trata nada más y nada menos que de la repartición del dinero público de carácter federal. En el PEF se consideran los recursos de gasto e inversión en desarrollo social, en obras de infraestructura, en salud, en educación, en desarrollo ecoMETAPOLÍTICA

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nómico, en ciencia y tecnología, en seguridad pública, etcétera. Ningún sector de la actividad pública, social y económica está al margen de las políticas y los instrumentos de asignación presupuestal. Es precisamente por ello que el conjunto de actores muestra un gran interés por el destino del presupuesto. Pero no todos los interesados pueden incidir del mismo modo en la orientación del voto de los diputados. De acuerdo con la experiencia de la década que corre, sin lugar a dudas los gobernadores están entre los actores que tienen mayor fuerza en la discusión del presupuesto. Cada año prácticamente todos ellos desfilan por San Lázaro ya sea de manera formal o informal. Es usual que la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública establezca un período para recibir propuestas específicas en materia de presupuesto por parte de diversas personas y grupos, entre ellos en primerísimo lugar los gobernadores. Cabe señalar también que muchos de ellos son los “jefes” de los diputados federales de los distritos de su estado, y son quienes dan la “línea” para su actuación en el Congreso, situación que se ha acentuado ante la fuerza política que han adquirido los gobernadores priistas tras la pérdida de la presidencia en 2000. Junto al desfile de los 31 gobernadores —y en algunos años el jefe de gobierno del Distrito Federal— se da la presencia de rectores de universidades y sus asociaciones, de organizaciones campesinas y sindicatos, de agrupaciones ciudadanas y asociaciones civiles, además de un sinnúmero de “peticionarios” de recursos para proyectos específicos. En los meses de octubre y noviembre de cada año es cuando se acentúa lo que en la jerga política se conoce como el cabildeo legislativo. Cabildear, o hacer lobby, no es otra cosa que hacerse presente ante los tomadores de decisiones y tratar de influir en sus decisiones. En el nuevo escenario de pluralismo político y de inexistencia de mayorías políticas en el Congreso, la sociedad ha percibido que puede incidir con mayor peso en las decisiones de los legisladores. Si anteriormente se cabildeaba fundamentalmente con el Ejecutivo para obtener mayores recursos —cosa que sin duda sigue haciéndose—, ahora la sociedad ve al Congreso como el lugar donde se toman las decisiones, sean acertadas o no. El presidencialismo de viejo cuño se ha roto y, como dijera el ex presidente Fox desde el inicio de su gobierno, “el presidente propone y el Congreso dispone”. En el campo educativo tres son los principales actores que tienen incidencia en las negociaciones presu-


PRESUPUESTO FEDERAL EN EDUCACIÓN SUPERIOR | DEBATES puestales: el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) para el nivel de la educación básica, y la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) y la UNAM para la educación superior. El SNTE es un actor que tras la ruptura de Elba Esther Gordillo con el PRI logró reposicionarse en la escena política nacional, tanto a través de la creación del Partido Nueva Alianza (PANAL), como de su presencia en el Congreso a través de diputados del sindicato postulados por diversos partidos políticos, no solo el PANAL, sino también el PRI, el PAN y el PRD. Hasta la LVIII Legislatura (2000-2003) la presidencia de la Comisión de Educación Pública y Servicios Educativos de la Cámara de Diputados estuvo en manos de un miembro del SNTE. Hasta entonces se consideraba “natural” que un representante del sindicato magisterial presidiera los trabajos de la comisión, cuando en la SEP misma o en las secretarías de educación de los estados no existían fronteras claras entre las autoridades educativas y los representantes sindicales. El poder del sindicato era tal en los tiempos de su afiliación corporativa al PRI, que los maestros organizados eran los principales movilizadores para la votación a nivel local que arrojaban como resultado el “carro completo” para este partido, y lo sigue siendo pero ahora con otra bandera política. Su alianza con el presidente Calderón, desde las elecciones de 2006, ha sostenido su papel negociador del presupuesto educativo en el seno del Congreso y con las autoridades hacendarias. Sin embargo, el cambio en la correlación de fuerzas, la ruptura de la “líder vitalicia” del sindicato con el PRI y la participación minoritaria del nuevo partido creado, llevó a que a partir de 2003 perdieran la presidencia de la Comisión de Educación, que pasó a manos de universitarios. Por su parte la ANUIES y la UNAM han sido los actores con mayor incidencia en la determinación de los presupuestos para la educación superior. La primera en representación del conjunto de universidades e instituciones públicas de educación superior; la segunda por su peso político y presencia nacional. La ANUIES comenzó a realizar incipientes acciones de cabildeo presupuestal en el Congreso a partir de 1997, con la presentación de solicitudes de ampliación presupuestal. A partir de 2001, ya en el gobierno de Vicente Fox, esta asociación fue adquiriendo mayor presencia en el Congreso. Sin duda fue en la LX Legislatura (2006-2009) cuando la ANUIES logró una mayor interlocución, particularmente con la Comisión de Educación, misma

que ha continuado en la LXI Legislatura, a lo que hay que agregar una estrecha comunicación con los presidentes de los tres principales partidos políticos y los coordinadores de los grupos parlamentarios. Por su parte, la UNAM ha sido un interlocutor de los poderes públicos desde la época del partido hegemónico. Con razón se decía que mientras los rectores de las universidades públicas estatales acudían a las calles de Brasil (SEP) a negociar su presupuesto, el rector de la UNAM acudía directamente a los Pinos. Ahora bien, el distanciamiento de la Universidad Nacional con la presidencia de la República a partir del 2000 se compensó con el fortalecimiento de su presencia en el Congreso, que tuvo como momento emblemático la inscripción de sus siglas, con letras de oro, en el muro de honor de la Cámara de Diputados con motivo de los 450 años de su fundación, (octubre de 2003). La eficacia que han tenido la ANUIES y la UNAM en el seno del Congreso se debe también a la relación que han mantenido con los presidentes de la Comisión de Educación de extracción universitaria. En las tres últimas legislaturas, la Comisión ha estado presidida por un académico de la UNAM y líder estudiantil del movimiento estudiantil del 68, Salvador Martínez Della Rocca (PRD), por un profesor de la Universidad de Guadalajara y ex Vicerrector General, Tonatiúh Bravo Padilla (PRD) y por un profesor de esta misma universidad y ex Rector General, Trinidad Padilla López (PRI). En la integración de la Comisión se ha tenido la participación de diputados provenientes del magisterio, de la dirigencia del SNTE, del sindicalismo universitario, de las universidades públicas y de la educación privada. Sin embargo, en los últimos siete años el sector universitario se ha visto apoyado por las comisiones de Educación Pública y de Presupuesto y Cuenta Pública, así como por la Junta de Coordinación Política, que es el órgano colegiado de concertación en el que participan los coordinadores de los grupos parlamentarios. Dicho lo anterior, retomemos el proceso de discusión del proyecto de presupuesto al interior de la Cámara de Diputados. Una vez que la Comisión de Educación cuenta con la información del proyecto de PEF para los ramos educativos, comienza a recibir peticiones de muy diversas personas, grupos e instituciones, sea de manera directa o a través de la Comisión de Presupuesto. Año con año aumenta el número de solicitudes de ampliación de recursos, como si la Cámara de Diputados fuera la instancia que procesa todo tipo de petiMETAPOLÍTICA

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DEBATES | JAVIER MENDOZA ROJAS ciones: desde construir un aula, un laboratorio o una cancha deportiva en una escuela, hasta resolver los pasivos financieros que enfrentan algunas universidades. En los dos últimos años, a las comisiones de Educación y de Presupuesto han llegado cientos de solicitudes específicas por parte de gobernadores, presidentes municipales, directivos de instituciones educativas, asociaciones de estudiantes, sindicatos, secretarios de educación de los estados, asociaciones de padres de familia, asociaciones de universidades, etc. Junto a estas peticiones, en el pleno de la Cámara de Diputados se presentan diversas proposiciones con punto de acuerdo sobre temas presupuestales en el sector educativo, bien sea para el apoyo particular a una institución, o para el fortalecimiento presupuestal de determinado nivel o modalidad educativa. La Comisión de Educación toma nota de las diversas solicitudes para la elaboración del dictamen que emite a la Comisión de Presupuesto, pero no todas son consideradas de la misma manera. No tiene el mismo peso la petición del Consejo Nacional de Autoridades Educativas, que agrupa a los secretarios de educación de los estados, que la solicitud individual de una escuela. Del mismo modo, no es igual la solicitud de ampliación presupuestal que presenta la ANUIES, en representación del conjunto de universidades públicas, que la que hace llegar el rector de una universidad en particular. Cabe señalar que desde 2003 la ANUIES ha integrado en su propuesta las solicitudes de las universidades e instituciones federales, entre ellas la UNAM, la UAM, el IPN y la UPN, de acuerdo con las necesidades que identifica cada uno de ellas a través de sus titulares. Las solicitudes de presupuesto regular o subsidio ordinario se presentan de manera agregada para cada uno de los subsistemas (universidades públicas estatales, institutos tecnológicos o universidades tecnológicas), y las correspondientes a los programas y fondos de financiamiento extraordinario se presentan con base en las necesidades de apoyos adicionales para las universidades. Una vez presentada formalmente la solicitud de la ANUIES (usualmente a las comisiones de Educación Pública y de Presupuesto, y a los coordinadores de los grupos parlamentarios), varios rectores de las universidades realizan acciones de cabildeo, sea para reforzar la solicitud de conjunto de esta asociación, sea para pugnar por mayores recursos para su institución en lo particular. Desde 2005, la solicitud de la ANUIES ha conformado la base para que la Comisión de Educación formule METAPOLÍTICA

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su dictamen en la parte correspondiente a educación superior. Adicionalmente, se han considerado las peticiones formuladas por otros actores como la Asociación Nacional de Universidades Tecnológicas y los directores de las universidades interculturales y, por supuesto, las presentadas por los mismos diputados integrantes de la comisión. En este punto cabe observar que la lógica predominante en las negociaciones por parte de los legisladores es la de obtener los mayores recursos posibles para sus correspondientes entidades federativas. En su carácter de representantes populares, por la vía uninominal o plurinominal, tienen que rendir cuentas a sus representados. La función de gestoría que realiza todo diputado lleva a procesar las diversas peticiones que le son formuladas en su distrito, muchas de ellas de carácter presupuestal (construcción de una escuela, mejoramiento salarial, más recursos para operación, etc.). También cabildea al interior de la Cámara y de la Comisión como miembro del grupo de diputados de un estado con el propósito de obtener recursos para el desarrollo de determinados proyectos que impulsa el gobernador, el municipio o el propio diputado (construcción de una universidad, un hospital, una carretera, una presa, etc.). Es por ello que los diputados se ven envueltos en una dinámica que contrapone el interés local a un planteamiento de orden general: el interés local lo lleva a cabildear recursos para proyectos específicos de su estado (por ejemplo, aprobar mayores recursos para su universidad pública); el planteamiento general le exige pensar sin particularismos (por ejemplo, aprobar incrementos equitativos y proporcionales para todas las universidades del país). En las negociaciones finas lo que orienta el cabildeo de los legisladores es el interés local, por lo que son fuertes las presiones a que se ve sometida las comisiones de Educación y de Presupuesto, por parte de sus integrantes provenientes de las 31 entidades federativas y del Distrito Federal. Pero a ello se agregan otro elemento: el ámbito laboral de procedencia de de los legisladores. El SNTE, al igual que otras corporaciones y agrupaciones (sindicatos, organizaciones sociales y sectores partidistas (CTM, CNC, CNOP en el caso del PRI, corrientes políticas en el seno del PRD y grupos en el PAN), reclaman una cuota de poder y representación al interior de los partidos. Dependiendo de la fuerza política de los grupos es que obtienen más o menos lugares en las candidaturas uninominales o bien en las listas plurinominales. Quienes llegan al Congreso han pa-


PRESUPUESTO FEDERAL EN EDUCACIÓN SUPERIOR | DEBATES sado por un proceso de negociación al interior de cada instituto político. Es por ello que la representación política de muchos diputados es dual: tienen la representación de los ciudadanos de su distrito electoral a la vez que impulsan los intereses de las organizaciones a las que pertenecen. Así, los múltiples intereses que se hacen presentes en la Comisión de Educación Pública de la Cámara de Diputados conducen a una ardua negociación del presupuesto educativo. Una vez presentadas las solicitudes de grupos sociales, abiertas las cartas particulares de los diputados, y establecido el posicionamiento de los grupos parlamentarios en torno al proyecto de presupuesto (sectores prioritarios a impulsar por cada bancada), da inicio la negociación presupuestal fina, que se da de manera intensiva durante el último tramo de aprobación del presupuesto. El proceso pasa por diversas fases formales y por un sinnúmero de acciones de cabildeo entre los actores políticos. Como ya señalamos, la Comisión de Educación, al igual que todas las comisiones ordinarias, presenta a la Comisión de Presupuesto su dictamen y sus solicitudes de ampliación presupuestal. Ante las peticiones de ampliaciones del proyecto de presupuesto para los diferentes niveles educativos (con presiones del SNTE por mayores recursos para educación básica, salarios, retabulaciones y nivelaciones salariales, así como de las universidades públicas y la ANUIES para resarcir disminuciones y ampliar recursos a las instituciones de educación superior), en algunos años el acuerdo en el seno de la comisión ha sido de sumar y de apoyar a todos los niveles educativos, razón por la cual los montos adicionales solicitados formalmente en el dictamen de algunos años, a todas luces han estado fuera de realidad (para 2009 se pidieron más de 40 mil millones de pesos adicionales y para 2010 más de 20 millones), situación que se repitió en las demás comisiones ordinarias. Un solo dato muestra lo anterior: al cierre de la recepción de todos los dictámenes por parte de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública para el PEF de 2009, su presidente dio a conocer que el total de recursos solicitados ascendía a más de 300 mil millones de pesos, cuando los cambios en la Ley de Ingresos solamente habían logrado ampliar la bolsa en cincuenta mil pesos. Las presiones de gasto, año con año, exceden con mucho la disponibilidad de recursos con que se cuenta. A lo que se recurre es a las reasignaciones, es decir, disminuir recursos a algunos programas y ramos presupues-

tales e incrementarlos a otros. En los dos últimos años se ha disminuido el presupuesto, por ejemplo, de los poderes legislativo y judicial y de los organismos autónomos como el IFE, y se han realizado ampliaciones a los sectores considerados prioritarios, entre ellos la educación y el campo. Una vez presentado el dictamen de la Comisión de Educación se pasa, como señalamos, a la fase de negociaciones entre los actores que realmente tienen incidencia en la distribución presupuestal: los coordinadores de los grupos parlamentarios del PAN, del PRI y del PRD, la Comisión de Presupuesto y las autoridades de la Secretaría de Hacienda. Con apoyo en los equipos económicos de cada bancada, se verifica la clásica “encerrona” para negociar con las comisiones cuyo sector tiene un elevado gasto —entre ellas la de educación— y para llegar a acuerdos entre los grupos parlamentarios y con la Secretaría de Hacienda, misma que interviene en esta fase para que el paquete presupuestal no sufra desbalances, si bien es atribución de la Cámara de Diputados su aprobación. Las cifras para cada sector y programa nunca son definitivas hasta que la Comisión de Presupuesto aprueba el dictamen que someterá al pleno, e incluso en éste se han dado cambios, en algunos años por medio de la figura de “fe de erratas” que no han sido tales, sino modificaciones de última hora en algunas asignaciones como resultado de las presiones políticas. Así, las ampliaciones presupuestales para las instituciones de educación superior y para los programas de financiamiento son una resultante de este proceso de negociación política. Las universidades compiten por recursos dentro del ramo educativo de la SEP, del mismo modo que éste compite con los demás ramos presupuestales. Los recursos disponibles nunca son suficientes para atender las diversas necesidades, y cada sector busca jalar la cobija presupuestal para su lado. Por supuesto que en este rejuego se cruzan necesidades legítimas de gasto para cada ramo y programa presupuestario con los intereses políticos de muy diversos actores; es decir, se entrelaza la búsqueda de racionalidad presupuestal establecida en las leyes y el jaloneo político. A lo largo de la década, en una Cámara de Diputados sin mayoría de ningún grupo parlamentario, el Presupuesto de Egresos de la Federación ha sido aprobado como resultado de esta negociación política. Las más de las veces se ha logrado el voto favorable de la mayoría de los diputados del PRI, del PAN y del PRD como resultado de los acuerdos obtenidos entre los tres grupos METAPOLÍTICA

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DEBATES | JAVIER MENDOZA ROJAS parlamentarios, a los que también se han sumado el de las fracciones pequeñas ya sea en su totalidad o en parte. Sin embargo, en algunos años el presupuesto ha sido votado a favor por dos de tres de las principales fuerzas políticas, como fue en el PEF para 2005, en el que se aliaron el PRI y el PRD con la oposición del PAN, y se interpuso una controversia constitucional por el entonces presidente Fox, o en 2006, cuando las alianzas se dieron entre el PRI y el PAN, con el voto en contra del PRD. En los últimos cuatro años se ha buscado que el presupuesto se apruebe con el consenso de todos los grupos parlamentarios y van cuatro años en que se ha contado con el apoyo mayoritario de los legisladores. ¿Cuál ha sido el resultado para la educación superior en materia presupuestal en esta nueva dinámica de negociación? En una década no le ha ido nada mal, pues se han obtenido ampliaciones de recursos por más de cincuenta mil millones de pesos respecto a los proyectos del Ejecutivo, como se puede observar en el cuadro 1. Estas ampliaciones han conducido a que a lo largo de diez años se haya tenido un crecimiento real del gasto federal en educación superior, si bien no de manera sostenida, ya que pese a las ampliaciones logradas, en unos años se han tenido disminuciones, lo que hace ver la necesidad de que el financiamiento de la educación superior no esté sujeto a los vaivenes económicos y políticos. Si bien el cabildeo en el Congreso ha representado beneficios financieros, ello ha conllevado un desgaste de las universidades. Los rectores tienen que dedicar gran parte de su tiempo a negociar recursos para el desarrollo de proyectos académicos y para la resolución de problemas de carácter estructural, como son los pasivos derivados de los sistemas de pensiones y jubilaciones de sus trabajadores. La carencia de certeza jurídica en el financiamiento a la educación superior y la nueva correlación política en el Congreso han llevado a las universidades a constituirse en interlocutores con mayor presencia pública ante los legisladores. Pero la anualidad del presupuesto, la insuficiencia de la normatividad existente en materia de financiamiento educativo, y el constante incumplimiento por parte del Estado de la propia ley en materia de financiamiento educativo, hace necesario buscar nuevas políticas públicas que aseguren el quehacer académico, científico y cultural de las instituciones públicas de educación superior. Cerremos este artículo con el contraste

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entre lo que mandata la ley y la realidad: la Ley General de Educación en su artículo 25 establece lo siguiente: “…El monto anual que el Estado —Federación, entidades federativas y municipios—-, destine al gasto en educación pública y en los servicios educativos, no podrá ser menor a ocho por ciento del producto interno bruto del país, destinado de este monto, al menos el 1 por ciento del producto interno bruto a la investigación científica y al desarrollo tecnológico en las Instituciones de Educación Superior Públicas”. El incumplimiento es tal que lo que se destinó a educación en 2009 equivalió al 5.3 por ciento del PIB (4.3 por ciento federal y uno por ciento estatal y municipal), mientras que a educación superior (en las subfunciones presupuestales de educación suprior y de posgrado) se destinó el 0.88 por ciento del PIB (0.69 por ciento federal y 0.19 por ciento estatal). El cumplimiento de la ley hubiera implicado destinar a educación el 50 por ciento más de recursos por parte de los tres órdenes de gobierno (más de 300 mil millones de pesos), mientras que para alcanzar el uno por ciento del PIB en educación superior, meta reiteradamente planteada por las universidades, se habrían requerido alrededor el 14 por ciento más (cerca de 15 mil millones). De este tamaño son las brechas a cerrar en materia de financiamiento educativo. 

CUADRO 1 Ampliaciones a Educación Superior aprobadas por la Cámara de Diputados, 2001-2010 (Millones de pesos)

2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010

Porcentaje 1,305 4,054 2,029 2,709 7,568 6,581 8,206 6,738 7,087 9,401

Fuente: Dictamen aprobado de Presupuesto de Egresos de la Federación, 2001 a 2010.


ENSEÑANZAS DE LAS POLÍTICAS PARA

profesores Germán Álvarez Mendiola* y Wietse de Vries**

D

esde inicios de los años noventa, el gobierno federal mexicano ha destinado una creciente cantidad de recursos a la formación de los profesores de la educación superior pública. Esta inversión partió de una doble premisa: los profesores son los sujetos fundamentales de las labores universitarias y, gracias a la obtención de una maestría o un doctorado y a su contratación como personal de tiempo completo, pondrán mejor empeño en sus tareas docentes y de investigación. El resultado de esta política, se supone, sería una notable mejora en el proceso de la enseñanzaaprendizaje y en la producción científica. Sería necio negar que en dos décadas no haya habido cambios contundentes. Podemos tomar con cierta benevolencia el hecho de que las metas iniciales de algunas políticas, como el Programa del Mejoramiento de Profesores (PROMEP), no se cumplieron a pie de la letra. Al final de cuentas, el excesivo optimismo con que fueron formuladas puede verse también como un recurso político. Prometer no empobrece y es, con frecuencia, el objetivo final de la política. Pero llegar a esas metas era *

Investigador del Departamento de Investigaciones Educativos del Cinvestav. ** Profesor de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

muy difícil pues implicaban proveer a una enorme cantidad de profesores de una formación sólida de posgrado y de generar cuantiosas plazas de tiempo completo en las instituciones públicas. Pese a que estas metas no se alcanzaron cabalmente, no cabe duda que hoy tenemos más doctores y más tiempos completos. Lo que queda mucho menos claro es si la posesión de un posgrado o un cambio de contrato se traducen ipso facto en una mejor calidad académica. Este cuestionamiento puede parecer, en un inicio, un contrasentido, dado que el diagnóstico inicial —hace veinte años— fue que el problema central de la educación superior mexicana era la escasa formación de su profesorado y sus inadecuadas condiciones de contratación. En esos años, fue moneda común atribuir a los profesores la centralidad de las reformas y de los cambios, pero en el caso de México durante mucho tiempo se hizo caso omiso de la responsabilidad que las instituciones en su conjunto tenían para producirlos. Esto es, no surgieron ideas desde la política pública ni desde los propios establecimientos que generaran condiciones y climas propicios para que los procesos educativos y de investigación brindaran resultados de mejor calidad. En ese entonces, cualquier comparación con países desarrollados revelaba que éstos producían mejores METAPOLÍTICA

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DEBATES | GERMÁN ÁLVAREZ MENDIOLA Y WIETSE DE VRIES resultados educativos, pero que también contaban con más doctores y tiempos completos. A la luz de estas comparaciones, ¿no resultaba lógico que más años de formación y estudio, así como mejores contratos, estímulos y prestaciones, iban a tener un impacto positivo sobre el trabajo y, en consecuencia, sobre el aprendizaje de los estudiantes? Las premisas políticas raras veces se traducen en los efectos esperados. La evidencia que surge de la práctica cotidiana de cientos de profesores y de un creciente número de investigaciones académicas, muestra una imagen muy diferente a los propósitos de calidad enunciados en las políticas educativas. Hay serias dudas de que el aprendizaje de los alumnos haya mejorado significativamente en la generalidad de los casos, y más aún de que las mejoras en el aprendizaje guarden una relación directa con el incremento en los posgrados y tiempos completos entre el profesorado. ¿Significa eso que ha sido una política errada y un uso equivocado de los recursos? Mucho tememos que sí, aunque cabe cierta cautela: desde la óptica de los profesores, haber mejorado su titulación puede significar mayor satisfacción intelectual y un mejor dominio o conocimiento de las materias que impartan. Además, dentro de la lógica política mexicana, no cabe duda que, gracias a los títulos y a los contratos de tiempo completo, muchos profesores han logrado una mejor posición en los puestos académicos y, con ello, han logrado una importante mejoría en sus ingresos. En efecto, durante las dos últimas décadas surgió un estrato totalmente nuevo dentro del profesorado: el de quienes aprovecharon las nuevas políticas al máximo y que ahora reciben un ingreso bastante digno. Si bien el salario base sigue siendo un problema crítico, hoy por hoy se puede complementar con una serie de becas, estímulos y otros reconocimientos, para conseguir un ingreso por encima de los 50 mil pesos mensuales. Así, la política hacia los académicos ha tenido claros beneficios para los profesores o, por lo menos, para una parte de ellos. Ha habido también beneficios para los funcionarios de distintos niveles, puesto que los indicadores señalan que la política que diseñaron e implementaron fue acertada. Pero lamentablemente, lo que es positivo para los profesores y los hacedores de políticas no siempre lo es para el sistema o para los estudiantes. Señalaremos aquí tres conjuntos de dudas: la calidad del posgrado, el incremento en la investigación y el impacto en la práctica docente. METAPOLÍTICA

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L A PROPAGACIÓN DEL POSGRADO

Hay muchas razones por las cuales es imposible concluir sencillamente que la formación de posgrado prepara a los profesores para una mejor docencia y para la investigación. En primer lugar, la formación de posgrado en México ha sido muy desigual. Hay un sinfín de programas, ofrecidos por instituciones de distinto plumaje, con disímiles procedimientos de selección de los estudiantes, diferentes profesores y heterogéneos requisitos para la titulación. Coexisten programas muy buenos al lado de muy malos, sin que esto importe para el reconocimiento del título. Lo que destaca es que la inmensa mayoría de los posgraduados de hoy obtuvo su título en posgrados que no están en el Programa Nacional de Posgrado de Calidad (PNPC) del CONACYT. Desde los 1990s, el sistema mexicano se ha caracterizado por el crecimiento de pequeñas instituciones, que por simplismo en la jerga de quienes se ocupan de la educación superior han sido bautizadas de “garaje”. Y una buena parte de la formación de posgrado se ha dado en el mismo garaje, pero durante el fin de semana. En segundo lugar, el currículo de un posgrado puede guardar relación con los planes y programas de enseñanza en las licenciaturas y, como tal, eso podría ser, al menos teóricamente, de provecho directo para todos los actores. Se traduciría en una suerte de actualización disciplinaria que da a los profesores la oportunidad de renovar sus programas y la bibliografía. Pero no es nada excepcional que se trata más bien de una formación alejada del trabajo cotidiano del profesor. Además, tener más conocimientos disciplinares o actualizarse en ciertos dominios no significa automáticamente que los alumnos aprenderán mejor, ni que los profesores demuestren una mejor dedicación a la docencia. En tercer lugar, muchos programas que sí fueron reconocidos por el PNPC suelen enfatizar la formación de investigadores, y estar más preocupados porque sus estudiantes formulen con cierto rigor un protocolo de investigación, hagan trabajo de campo o laboratorio y presenten una tesis como requisito de titulación. Estos programas tienen la pretensión de formar buenos investigadores, pero no todos han generado la capacidad para lograrlo en el sentido estricto del término. En cualquier caso, ya sea de posgrados que forman con solvencia en la investigación científica o de los que aún no pueden hacerlo adecuadamente, estos programas están muy poco preocupados por dotar a los profesores de


ENSEÑANZAS DE LAS POLÍTICAS PARA PROFESORES | DEBATES mayores elementos para su trabajo docente. En realidad, no necesariamente las habilidades de investigación son sinónimo de capacidad para ejercer una buena docencia. Ese ha sido uno de los grandes prejuicios que ha comandado la política pública: ser buen investigador es ser buen profesor. Gran equívoco. En cuarto lugar, una considerable cantidad de profesores, de todas las disciplinas, se dirigió a posgrados en “educación”. En la actualidad, de acuerdo con datos de ANUIES, en todo el país existen más de 500 programas de maestría y más de 80 de doctorado en temas directamente relacionados con la educación. En las maestrías hay más de 33 mil alumnos y en los doctorados más de 3,800, que representan al 27.5 por ciento de todos los estudiantes de maestría y al 23 por ciento de doctorado. Según datos del PROMEP, entre 1998 y 2004 cerca del 18 por ciento de los profesores becados por ese programa para cursar estudios de maestría y cerca del 15 por ciento para doctorado estuvieron en programas del área de humanidades y educación. En otras palabras, una gran cantidad de personas está teniendo formación de posgrado en materias educativas, lo cual, desprevenidamente, nos podría hacer creer que las plantas académicas contarán con personal bien calificado en la enseñanza. No obstante, una revisión de los currículos de estos posgrados revela que se trata en muchas ocasiones de programas que conjuntan una alegre combinación de chile, dulce y manteca de temas educativos, como si de esta manera se generaran en cualquier profesor-estudiante las capacidades de ser un buen maestro. Así, han proliferado programas sobre administración o gestión educativa, el 90 por ciento de ellos de “calidad desconocida”. El área profesional de la educación, en vez de convertirse en una disciplina sólida, paradójicamente se ha convertido en un simple rito de paso para obtener el posgrado y, además, convertirse en especialista en temas educativos. De poco sirve que los programas estén acreditados o sean del PNPC, pues esas formalidades pueden garantizar el cumplimiento de ciertos indicadores pero nunca de una buena calidad en términos formativos y mucho menos en términos de las consecuencias que pueden tener en el desempeño posterior como profesores de quienes los cursaron. Así, el principal resultado de que más y más profesores tengan posgrado es una mejora en los indicadores instaurados por el gobierno federal. Dentro de la lógica política, mejores indicadores son considerados sinó-

nimos de mejor calidad y éxito. Hay, en ese terreno, una gran coincidencia o complacencia entre profesores y funcionarios, pues el esquema conviene a ambos. Pero cabe preguntarse si estos cambios se han traducido en mejoras en los dos aspectos principales del trabajo académico: la investigación y la docencia.

L A INVESTIGACIÓN

En comparación con 1990, hay más miembros del SNI y perfiles PROMEP. La membrecía del SNI aumentó de 5,704 en 1990 a 15,481 en 2009. Ante ese crecimiento casi por triplicado, cabe preguntarse cuál ha sido el avance real, ya que el desarrollo de este indicador suele ser autorreferencial y, por lo tanto, autocomplaciente. Es decir, para ser miembro del SNI se requiere tener un doctorado y un nombramiento de tiempo completo (y alguna producción de artículos), lo cual implica que la política de mejoramiento de las plantas académicas se traduce en más premiados. Ser miembro del SNI, a su vez, se traduce casi automáticamente en ser perfil PROMEP y recibir estímulos adicionales al salario. Así, muchos doctores buscan demostrar resultados de investigación aunque ésta no sea su vocación principal, dado que las políticas de estímulos a final de cuentas son gobernadas por criterios de la actividad científica, más fácil de convertir en indicadores y, por lo tanto, de medir que la docencia u otras actividades académicas como la difusión y la extensión. Estos profesores, para poder dedicarse a publicar y cumplir otros requisitos de esa ruta, tratarán de evitar dar clases, sobre todo en las licenciaturas. Como el ingreso al SNI es una tentación económica y de prestigio, los profesores con doctorado preferirán concentrarse en las publicaciones y en graduar alumnos de maestría y de doctorado, que son básicamente los asuntos que más interesan al SNI. El crecimiento de la membrecía del SNI puede ser interpretado como un gran avance en el terreno de la investigación. Una mirada más crítica, sin embargo, revela que México no ha mejorado su posición en la lista global de producción científica. Si bien es cierto que producimos más que hace dos décadas, los demás países también incrementaron su producción, dejando a todos más o menos en la misma posición. Y eso que los otros han carecido de las políticas de mejoramiento del profesorado. El tema se presta a muchas especulaciones (el mundo académico produce cada vez más, pero de METAPOLÍTICA

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DEBATES | GERMÁN ÁLVAREZ MENDIOLA Y WIETSE DE VRIES una calidad decreciente) pero una cosa parece estar clara: a pesar de las políticas, no se ha logrado cerrar la brecha en producción científica entre México y los demás países. Así, solamente nos queda la esperanza de que las políticas hayan mejorado la docencia o las prácticas educativas. Pero una mirada a este aspecto lleva a concluir que las cosas no son tan sencillas.

PRÁCTICAS DOCENTES

Postulan algunos profesores que enseñar es un arte que se ha perdido. Con el riesgo de parecer anacrónicos, hay que retomar las viejas nociones de la enseñanza como una labor que se nutre de la inspiración, el buen gusto y el cultivo del saber. Algo más: como una práctica que exige dedicación, disciplina, reconocimiento, tiempo de maduración y aprecio por los procesos formativos de los alumnos. Es decir, un proceso que requiere de la empatía intelectual con las necesidades de aprendizaje, conocimiento sobre quiénes son los alumnos y pasión por el saber. Es evidente que no todas estas cualidades se adquieren con el título del posgrado o con el nombramiento de tiempo completo, mucho menos que se reflejan en los actuales indicadores de calidad. Empezaremos por la contratación de tiempo completo. En teoría —una teoría doctamente defendida por todos los académicos— este tipo de contratación permite tener plantas académicas más sólidas, estables y profesionales. El académico en cuestión puede dedicarse de pleno a la docencia y la investigación, amén de la tutoría y la gestión. Pero la práctica mexicana es otra: los profesores por hora siguen representando alrededor del 70 por ciento del total de profesorado y los profesores con contratos de tiempo completo solamente el 30. Y no sólo se trata del tamaño de cada grupo: una revisión de las cargas docentes en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla reveló que el 80 por ciento de los cursos de licenciatura corría a cuenta de profesores de tiempo parcial. Los tiempos completos con doctorado tienden a desplazar sus actividades hacia los últimos semestres de la licenciatura o hacia el posgrado. Además, los tiempos completos suelen impartir unas cuantas horas por semana (para poder calificar para los estímulos), mientras que no es excepcional que un profesor de asignatura imparta 18 horas frente al pizarrón (o, en tiempos modernos, al lado del cañón) por semana. Los doctores mexicanos parecen seguir así la regla METAPOLÍTICA

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de oro internacionalmente reconocida: cualquier universidad de calidad premia la investigación y la enseñanza de posgrado, pero da poco reconocimiento a la enseñanza en la licenciatura. Adicionalmente, algunos estudios han mostrado que los profesores con doctorado, con tiempo completo y miembros del SNI y/o con perfil PROMEP reconocido no gozan de una mejor reputación entre los estudiantes. En realidad, los estudiantes parecen preferir a sus maestros no por tener doctorado o ser del SNI, sino por la cercanía que tienen con ellos, es decir, por las experiencias directas, cara a cara. Eso, a su vez, parece ser más bien un tema generacional: es más probable que un profesor joven, con sólo licenciatura pero de 30 años de edad, entienda la cultura juvenil, que aquellos doctores de más de 50 años. Y un estudio reciente revela que la edad promedio de los tiempos completos rodea alrededor de los 55 años, lo que tal vez esté produciendo un mayor distanciamiento entre los profesores y sus alumnos. Encontramos aquí una triste realidad: los programas de posgrado, el nombramiento de tiempo completo e incluso los cursos de formación docente, no han logrado modificar la práctica docente. Por parte de muchos profesores, ésta se sigue viendo como una “carga”. Pero no es sólo un problema de percepción del profesor: a pesar de muchas reformas curriculares, la organización académica sigue siendo sumamente tradicional, definida por un gran número de materias que hay que “impartir” frente al grupo. La práctica docente se presenta como la principal área de no cambio. A pesar de que muchas, si no es que la mayoría, de las instituciones públicas han emprendido reformas curriculares o han diseñado su “nuevo modelo educativo”, casi siempre centrado en el estudiante y de organización flexible, los contenidos curriculares siguen sin grandes cambios, las formas de enseñanza son las tradicionales, y los profesores son casi los mismos que antes, sólo que ahora algunos tienen algún posgrado. Por alguna extraña razón, la forma de organización y operación práctica de las licenciaturas ha sido un tema cuidadosamente esquivado por la política nacional e institucional. Mucho se ha invertido en fomentar que los programas académicos sean acreditados por diversas agencias, en una nueva economía que ha generado al parecer buenos negocios pero no necesariamente buena calidad. El gobierno federal, para demostrar que su po-


ENSEÑANZAS DE LAS POLÍTICAS PARA PROFESORES | DEBATES lítica acreditadora ha resultado un éxito, anuncia que más de la mitad de los estudiantes de licenciatura en todo el país cursa en programas de buena calidad y que el 75 por ciento o más de los estudiantes de 100 instituciones públicas está inscrito en programas acreditados. Sin embargo, nadie puede creer honestamente que la acreditación de programas los haga mejores ni que produzca mejores aprendizajes. Así, a pesar de tener más doctores y tiempos completos, “nuevos modelos académicos” y cientos de programas “acreditados”, los problemas de hace veinte años siguen plenamente vigentes: alrededor de la mitad de los estudiantes que logran ingresar a una universidad no termina su carrera. Los que sobreviven y cursan todas las materias necesitan alrededor de cinco años de insistencia. La titulación sigue siendo un proceso divorciado de la aprobación de las materias. Y nadie puede garantizar que quienes consiguen concluir con éxito la licenciatura posean los conocimientos y habilidades adecuados a ese nivel, ni siquiera otros básicos, como una solvente capacidad para la expresión oral y escrita. En resumen, la obtención del doctorado no parece cambiar las formas de trabajo, mucho menos si se trata de personas con muchos años de experiencia. Debería hacernos pensar el hecho de que, después de 20 años de políticas de mejoramiento de lo existente, el problema resulta ser la jubilación. Muchos recursos, energía y tiempo se han destinado entonces a mejorar una planta académica que no parece haber contribuido demasiado al objetivo fundamental de mejorar la calidad de la enseñanza y de la investigación. Como esa planta ha envejecido, naturalmente el problema que se presenta ahora es reunir los recursos, que serán también cuantiosos, para ofrecerles la jubilación digna. Pero muchos profesores saben que no es un buen negocio retirarse bajo las actuales condiciones: pasarían a percibir mucho menos dinero y perderían varias prestaciones, como, en algunos casos, seguros médicos ya sea privados o provistos por la propia institución. Como ni las instituciones ni el gobierno federal ni los gobiernos estatales tienen el dinero suficiente para fondear el retiro de todos los que pueden o podrían hacerlo dentro de pocos años, realmente al gobierno federal no le corre ninguna prisa por promover que los viejos profesores dejen su lugar a jóvenes académicos. Como tampoco hay recursos para nuevas contrataciones —las plazas están prácticamente congeladas—el resultado es que las plantas siguen envejeciendo, obte-

niendo doctorados, becas y estímulos, formando parte de cuerpos académicos y… mejorando los indicadores. Entonces, por lo pronto, que los aprendizajes y la investigación académica sean mejores vuelve a quedar en manos de las generaciones de académicos que no han podido hacerlo. Para terminar, muchas consecuencias se desprenden de esta política obsesivamente concentrada en la elevación de los títulos que ostenta el profesorado, que se combina perversamente con la idea fija de que la calidad y el prestigio académico deben medirse con valores e indicadores de la actividad científica (publicar y formar doctores), haciendo a un lado el fomento a la buena enseñanza y la generación de condiciones de muy diverso tipo para que los estudiantes tengan mejores posibilidades de aprendizaje. Hay que tener en cuenta que, en general, los estudiantes que llegan a la educación superior son supervivientes de un sistema escolar que se ha encargado de anular la creatividad, el placer por la lectura y el conocimiento, la curiosidad por los fenómenos de la vida y la naturaleza. Un pesado formalismo ritualista y repetitivo, vaciado de contenido y de sentido se ha adueñado de la experiencia escolar. La rigidez, el cumplimiento de rutinas y tareas aburridas y, por tanto, carentes de interés atentan contra las posibilidades cognitivas de los estudiantes. Estos problemas de la experiencia escolar se imbrican con el bajo capital cultural (escolar y social) que, por lo general, tienen los estudiantes y con las pobres condiciones familiares de origen que un país con severos rezagos educativos y con bajo nivel educativo no ha podido mejorar sustancialmente. La docencia no puede ser la repetición en el aula de contenidos programáticos, no una mera “transmisión” de contenidos donde un emisor transfiere a un receptor una carga informativa dada. Cualquier lector puede confirmar que aún es demasiado extendida la práctica del dictado, del verbalismo del profesor, de la pasividad de los estudiantes, donde es casi inexistente la retroalimentación del maestro alrededor de las actividades de los alumnos. En suma, donde no hay actos comunicativos no puede haber procesos educativos genuinos. Entonces el reto es despertar, promover, desarrollar la pasión por el saber, la creatividad, la seguridad en los estudiantes para usar y compartir los conocimientos que van adquiriendo. Es fomentar la lectura y las capacidades comunicativas, escritas y verbales de los estudiantes. Y es hacerlo con estudiantes que están muy METAPOLÍTICA

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DEBATES | GERMÁN ÁLVAREZ MENDIOLA Y WIETSE DE VRIES poco formados para hacerlo con naturalidad. Con estudiantes, además, que tienen enormes desventajas formativas. En ese contexto, ¿alguien puede seriamente pensar que los mejores títulos y los tiempos completos resolverán esas necesidades de la enseñanza y del aprendizaje de los estudiantes? ¿Por qué el gobierno federal se ha empeñado con tanto ahínco en esa visión? Una es que es más fácil promover títulos y tiempos completos que perseverar en una reforma a la enseñanza, comprometerse con ella y buscar constantemente la mejoría de las condiciones de aprendizaje de los alumnos. Es más difícil, pero más importante, cambiar el enfoque, los esquemas mentales, para dar prioridad a los estudiantes, sus aprendizajes y sus formaciones. Esto supone un enfoque más complejo y menos inmediatista, una aproximación menos prescriptiva y atada a los indicadores, y una posición más educativa. Supone hacer a un lado el esquema conductista de estímulos-respuestas a que se han reducido las políticas de reforma y las formas de evaluación. ¿Qué podemos concluir entonces? Ante todo, resulta claro que se trata de una política poco educativa, que ha favorecido a un estrato pequeño, pero influyente. En ese sentido, ha sido una política segregacionista que ha alejado el fantasma corporativo sindical, pero sin traducirse en mejores resultados educativos. Pero también implica que ha sido una política cosmética y elusiva: no va al fondo de la cuestión educativa. Más bien, se guía por cómodos indicadores fácilmente medibles, derivados de un modelo “ideal” de una universidad de investigación. El resultado ha sido una política escasamente interesada en los estudiantes y sus aprendizajes, (por mu-

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cho que se diga que hay nuevos modelos educativos). Ahora bien, hasta aquí podemos haber dejado la impresión de que los profesores son responsables de la escasa eficacia en términos de la calidad deseada de las políticas hacia ellos. No queremos que se nos malinterprete. Los profesores, en realidad una fracción de ellos, quienes han logrado becas para cursar posgrados y han conseguido plazas de tiempo completo y otras prerrogativas, han sabido hacer uso de las oportunidades de la política pública y tal vez algunos de ellos hayan mejorado no sólo su prestigio y sus ingresos económicos sino también la calidad de su trabajo. Enhorabuena, están haciendo bien lo que por obligación deben hacer bien. El problema es que la calidad del trabajo, de sus procesos y resultados no puede ser responsabilidad de un sujeto, el académico de tiempo completo con doctorado, sino de las instituciones en su conjunto, y no sólo de las del nivel superior sino también de los niveles previos, las cuales no parecen estar preparando adecuadamente a los estudiantes que llegan a la educación superior. Bajo este supuesto, las políticas hacia los académicos se han orientado a mejorar condiciones formativas y contractuales de una porción del profesorado pero no han contribuido a mejorar realmente la calidad de los aprendizajes y de la investigación. Como esta política se mide por indicadores sobre lo que financia, fácilmente se incurre en el error de suponer que la mejora de los indicadores (más de todo, pero también más de lo mismo) es sinónimo de mejor calidad. Es una política tautológica y, por lo tanto, autocomplaciente. La enseñanza de veinte años de políticas hacia los académicos, es que el problema sigue siendo el aprendizaje de los estudiantes. 


MITOS, EXPECTATIVAS Y REALIDADES DE LA MOVILIDAD

estudiantil Sylvie Didou Aupetit*

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principios de los noventa, las autoridades educativas anunciaron con bombo y platillo que, habida cuenta de los convenios de integración económica con países extranjeros suscritos por el gobierno de México durante la década anterior, era tiempo de sistematizar los procesos sueltos de internacionalización de la educación superior, mejorando las condiciones para la circulación de talentos mexicanos en el exterior. Los organismos de cooperación internacional, la SEP y las instituciones lanzaron programas de becas estudiantiles desde y hacia México para propiciar una mejor inserción de los científicos y posgraduados en redes de conocimiento. Los tiempos eran de optimismo: en los albores del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, los especialistas auguraban incluso la constitución de un mercado norteamericano de la educación superior, pese a las asimetrías entre el sistema de educación superior en México y los de Estados Unidos y de Canadá. *

Investigadora de tiempo completo en el Departamento de Investigaciones Educativas (DIE) del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (CINVESTAV). Es titular de la Cátedra UNESCO sobre Educación Superior, Nuevos proveedores y aseguramiento de calidad y coordinadora del Observatorio sobre Movilidades Académicas (OBSMAC), IESALC-UNESCO. correo electrónico didou@cinvestav.mx

El escenario soñado se fue diluyendo ante el peso de las barreras proteccionistas, la discontinuidad de los financiamientos y la inexperiencia de los gestores; la internacionalización y la movilidad siguieron siendo actividades de prestigio pero prescindibles en vez de fungir como insumos para mejorar la calidad de los procesos de investigación y enseñanza. Ante ello y con 20 años de distancia, conviene preguntarse si han servido para pensar en forma innovadora y a la luz de prácticas exitosas la resolución de problemas que aquejan el sistema de educación superior nacional o bien si han sido parte de una cosmética del cambio, cacareada pero superficial. Lo que es más, bajo sus fórmulas actuales, ¿han sustentado una democratización de oportunidades en función del mérito o han contribuido a que se cierre todavía más el proceso de integración de las élites con base en la transmisión intrafamiliar de un capital social más que escolar?

L A MOVILIDAD ESTUDIANTIL INTERNACIONAL: INERCIAS Y CAMBIOS

La movilidad estudiantil, en México, representa el principal eje de los procesos de internacionalización de la educación superior, por lo que su consolidación ha METAPOLÍTICA

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DEBATES | SYLVIE DIDOU AUPETIT sido un objeto central de las políticas públicas, asociativas e institucionales. Tanto la ANUIES como el CONACYT, tanto la Fundación Ford como el COMEXUS o el CONAHEC, tanto los gobiernos involucrados en relaciones bilaterales como la SEP propusieron apoyos para la realización de estancias afuera o para la obtención de grado. Las instituciones nacionales por su parte buscaron atraer a estudiantes extranjeros. No obstante su voluntarismo, la movilidad estudiantil se ha incrementado esencialmente hacia fuera: entre 1990 y 2007, el número de mexicanos en el extranjero fue multiplicado por 3.5, subiendo de 7,576 a 24,950 (UNESCO/UIS, 2009). México es, en consecuencia, uno de los 4 países de América Latina y el Caribe en donde la matrícula en el extranjero ha aumentado más de lo que lo ha hecho la nacional, junto con El Salvador, Uruguay y Colombia. Pero ese auge cuantitativo no ha acarreado su redistribución geográfica, aun cuando es notoria una ligera erosión de Estados Unidos1 como lugar dominante de atracción de estudiantes mexicanos. En contraste, el número de estudiantes extranjeros interesados en adquirir un grado en México se ha mantenido constantemente bajo, como en toda la región, con excepción de Cuba: ANUIES en 2003 registraba sólo a 1,335 de ellos entre 473,565 primoingresantes a licenciatura es decir el 0.28 por ciento del conjunto; en posgrado, en 2006-7, detectaba a 620 extranjeros entre los 62,780 recién inscritos (0.98 por ciento del total). Esos proceden en más del 60 por ciento de América Latina (Bolivia, Perú, Ecuador y Argentina) (ANUIES, 2007): esos datos recalcan la heterogeneidad de los flujos de ingreso y egreso y confirman que México sigue representando lo que siempre fue, a saber, un polo de atracción para los estudiantes hispanófonos de América Latina. En términos comparativos, México es, para Estados Unidos, mucho menos atractivo que España y compite con otros países latinoamericanos, con sistemas universitarios menos desarrollados pero niveles mayores de calidad de vida y seguridad (Chile, Costa Rica). Esos primeros elementos de diagnóstico llevan a interrogarse sobre la efectividad de programas de movilidad, que se multiplicaron en las últimas dos décadas, a costa de una atomización creciente en cuanto a promotores y a contribuciones a las políticas públicas orientadas al refor1

En 2007, Estados Unidos concentraba 56.7 por ciento de los estudiantes internacionales procedentes de México (UNESCOUIS: 2009). METAPOLÍTICA

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zamiento de capacidades endógenas de formación de calidad y a la consolidación de dispositivos de evaluación y acreditación. En ese contexto, es ineludible preguntarse: ¿por qué siguen yéndose afuera nuestros estudiantes para obtener un grado, en el posgrado y también en licenciatura? ¿Por qué es tan poco atractivo el país para quienes buscan un título extranjero, en un mercado competido de atracción de los estudiantes internacionales? Las causas son múltiples. Entre las más evidentes, destaca el que se ha pretendido internacionalizar el sistema de educación sin modificar el perfil de los programas: no es racionalmente interesante, para un estudiante internacional, un recorrido de formación cuya duración rebasa en dos o tres años la estándar en el marco de Bolonia. A ello, se añade el que los procedimientos de transferencia de créditos y convalidación mutua de grados son eminentemente burocráticos, opacos y sesgados al tener México convenios con muchos países con los cuales mantiene débiles intercambios y al carecer de ellos con sus principales contrapartes. Incide finalmente el que la calidad de las carreras e instituciones raras veces sea acreditada internacionalmente, salvo en áreas como gestión, vía asociaciones disciplinarias extranjeras o rankings. Mientras esos problemas no puedan ser superados, debido a los cotos de poder político de los docentes, a la falta de voluntad política y a las inercias de las burocracias, la movilidad seguirá siendo un objeto de retórica más que una realidad, pese al buen funcionamiento de algunas prácticas institucionales de reclutamiento de estudiantes extranjeros, por ejemplo en la o en El Colegio de México.

DESCONOCIDOS: ¿QUIÉNES SON LOS ESTUDIANTES MÓVILES, HOY?

Hoy día, se desconoce quiénes son los casi 25000 estudiantes mexicanos en el extranjero, salvo para una minoría de ellos, becados por el CONACYT y algunos organismos de cooperación bilateral e internacional. Para el resto del universo, se ignora cuáles son las características de aspirantes y seleccionados. Peor todavía: los estudiantes que se desplazan sin becas están en un absoluto limbo. En esa circunstancia, es imposible establecer las lógicas de la movilidad o medir la demanda de apoyos en función de cuántos estudiantes móviles tienen becas, de qué organismos, cuántos reciben apoyos familiares, cuántos combinan en el extranjero tra-


MITOS, EXPECTATIVAS Y REALIDADES DE LA MOVILIDAD ESTUDIANTIL | DEBATES bajo y estudios; en suma, saber cuántos disfrutan de una movilidad dorada y cuántos sufren la precariedad. El desconocimiento sobre quiénes son los becarios y cuáles han sido los resultados de las inversiones públicas y privadas en la movilidad internacional es tal que el CONACYT sólo tiene datos exploratorios sobre los antecedentes socioeconómicos y familiares de sus becarios, sobre cuántos de ellos obtuvieron su grado, sobre cuántos regresaron al país y cuántos no y dónde fueron empleados (Luchilo, 2009). Sólo podemos conjeturar, con base en estudios, evaluaciones y estadísticas, que esa población tiene los siguientes rasgos: — Los becarios del CONACYT (el grupo mejor conocido) representan una proporción decreciente del total, debido a la especialización del organismo en el posgrado, al despunte de las estancias cortas en el extranjero y a la decisión de CONACYT de reducir el número de becas al exterior. Recordemos al respecto que los porcentajes de ésas en el total bajaron de más del 40 por ciento del total en la década de los 70 a menos del 15 por ciento en la actual. — Es entonces un argumento razonable decir que la política de becas al exterior es cada vez más dependiente de los organismos de cooperación internacional en los países receptores. — Lo anterior, además de dejar vislumbrar posibles conflictos de intereses, implica que, para quien tiene el empeño suficiente para ubicarlos, existan numerosos programas, a cargo de las instituciones de educación superior o de las fundaciones e instancias gubernamentales mexicanas,2 de las agencias externas de cooperación y de los organismos internacionales. Así, la ausencia de un organismo que centralice la información no es sinónimo de una falta de apoyos sino de un disfuncionamiento en los procesos de orientación estudiantil: ese es a su vez susceptible de repercutir negativamente en el acceso a la información, habida cuenta de las profundas desigualdades entre los capitales culturales de los distintos grupos poblacionales. 2 El Programa de Mejoramiento del Profesorado (PROMEP), bajo la gestión de la Subsecretaría de Educación Superior (SES), beca a profesores del sistema universitario para que obtengan un posgrado. 477 de ellos obtuvieron así un título en el extranjero entre 1998 y 2004 (SES, 2006).

— Una proporción creciente de los estudiantes internacionales, sean procedentes o atraídos por México, está en situación de movilidad corta. Aunque no conozcamos ni sus características ni su número, salvo en forma puntual3, sería importante incorporar esas modalidades emergentes en un análisis coherente del fenómeno; los datos disponibles dejan sospechar que México, un país no atractivo para conseguir un grado, lo deviene más si se trata de realizar estancias cortas, relacionadas con la adquisición de una experiencia lingüística y saberes no formales. A la luz de esas constataciones, el balance de lo logrado es más bien decepcionante. Es cierto que se ha recrudecido la movilidad internacional y se han multiplicado los programas de soporte pero el dispositivo de conjunto es confuso. Todavía peor: un repaso a las instancias promotoras (en un país en el cual más de 50 por ciento de la población vive en situación de pobreza y carece de recursos para financiar la movilidad estudiantil) confirma que el Estado, respecto de la movilidad internacional, ha pasado de asumir un rol de stakeholder a uno de shareholder, conforme con el cual ha traspasado atribuciones y funciones suyas a grupos de interés y a organizaciones diversas. La oferta de apoyos a la movilidad internacional se ha fracturado, volviéndose casi ilegible para los usuarios, los especialistas y los gestores. Siendo la rendición de cuentas un proceso eminentemente formal, se vuelve infinitamente difícil establecer con un grado aceptable de certidumbre si los programas de becas funcionan, con base en criterios meritocráticos y socialmente compensatorios o bien si refuerzan el conocido efecto Mateo de dar más a quien más tiene. Es igualmente complicado calcular si las inversiones al respecto han sido redituables en cuanto a formación de graduados, en una situación en la cual se ignora cuántos de los estudiantes mexicanos en el extranjero se han titulado y cuántos han retornado al país, con o sin grados. 3 Durante 2009, 9 928 estudiantes estadounidenses realizaron estancias académicas cortas o muy cortas en México. Su número total aumentó en un 5 por ciento en relación al año anterior y representó el 4 por ciento del total de estudiantes móviles estadounidenses, siendo el país su primer destino en América Latina http://opendoors.iienetwork.org/. En forma coincidente, la Embajada de Francia, durante la epidemia del virus AH1/N1 en mayo 2009, registró a unos 1100 estudiantes en modalidades cortas de intercambio, cifra superior a los 67 inscritos formalmente en las IES nacionales en 2007.

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DEBATES | SYLVIE DIDOU AUPETIT MOVILIDAD INTERNACIONAL Y AUSTERIDAD EN UNA SITUACIÓN DE CRISIS

Reflexionar sobre los alcances de la movilidad internacional permite evidenciar algunos límites de la acción gubernamental en cuanto a consecución de prioridades, a efectividad de dispositivos administrativos hipertrofiados pero desarticulados, a producción de datos para el seguimiento, la toma de decisión y la rendición de cuentas y a continuidad de los financiamientos otorgados. Muchos de esos rasgos, heredados de tiempo atrás, se han vuelto hoy problemáticos, debido a las repercusiones de la crisis global del 2008-9 en las prioridades del gasto público. Si antes la movilidad estudiantil internacional era objeto de “mucho ruido, pocas nueces”, ahora representa un rubro de actividades que se considera fácil de dejar de financiar, en beneficio de otros, más significativos socialmente. Lo demuestra el derrumbe en el número de las becas internacionales, principalmente de las de CONACYT, provocado por el costo relativo de la formación en el extranjero versus el de la adquisición de un grado en el país y por el alza de su costo intrínseco, ante la devaluación de 20% del peso en relación al dólar y al euro (Didou, 2010). Esa elección de financiamiento es sintomática de una situación en la cual la movilidad internacional no ha logrado transformarse en un ámbito de redistribución de oportunidades e identificación de prácticas referencias para orientar a los procesos de cambio en la educación superior. Es todavía concebida como un objeto de gasto suntuario, con beneficios restringidos, y con toda probabilidad, socialmente sesgados hacia quienes tienen las habilidades lingüísticas y los ingresos necesarios para sufragar los sobrecostos vinculados con una residencia en el extranjero. Mientras las políticas de becas al extranjero no sean explícita y abiertamente meritocráticas, es improbable que la situación cambie y que su relevancia se acentúe. Reconozcamos, como prueba fehaciente del estatuto marginal de las políticas de internacionalización en general, y en particular de los programas de becas en el marco de la acción gubernamental en pro de la reorganización del sistema de educación superior que, aun cuando el gobierno obliga al monitoreo de resultados y a la rendición de cuentas, la normatividad relativa a los deberes, derechos y obligaciones de los becarios es extremadamente laxa en México, a diferencia de lo que METAPOLÍTICA

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ocurre, por ejemplo, en Brasil. El sistema de seguimiento del CONACYT es esencialmente burocrático, estructurado en torno a la verificación de criterios reglamentarios de supervisión más que a mediciones de eficacia. Aun cuando el programa de becas existe desde hace 40 años, y la modernización tecnológica del organismo es evidente, los servicios de estadísticas no producen sistemáticamente indicadores de resultados sobre las tasas de obtención del título, según si los beneficiarios estudian en el país o afuera, el área disciplinaria o el ciclo de estudios. En ausencia de información sobre tasas de logro, los únicos datos disponibles dependen de contratos específicos de evaluación, pero no están continuados como actividad rutinaria. Los programas se multiplican, bajo el signo del descontrol.

TENDENCIAS EMERGENTES EN L A MOVILIDAD INTERNACIONAL ASISTIDA

Pese a las ignorancias que inhiben cualquier posibilidad concreta de avanzar en un análisis serio de la movilidad internacional en México, es de señalar que el CONACYT, en años recientes y después de tres décadas de hacer lo mismo, echó a andar un programa innovador, de movilidad corta, reservado a sus becarios nacionales inscritos en un programa acreditado por el Programa Nacional de Posgrados de Calidad. Complementa, mediante las becas mixtas, una política de becas al extranjero de larga duración, en franco declive desde 2002 y más después del 2008, articulando las estancias afuera con su política de construcción de polos de calidad a escala nacional. Entre 2000 y 2007, dicho programa apoyó, por seis meses máximo en maestría y doce en doctorado, a 1163 estudiantes, conforme a una dinámica de crecimiento fuerte a partir de 2006 y según un principio de doble selección de estudiantes entre los ya seleccionados por los programas de calidad: en 2007, por ejemplo, atendió a 593 estudiantes sobre 20165 becarios nacionales, es decir al 2.94% de ellos, una élite reducida [Gil Cisneros L. (2008)]. Podríamos señalar muchos otros cambios en una reflexión exhaustiva sobre la movilidad internacional, apoyada o espontánea, por su significancia en relación al escenario real de la educación superior en México. En ese tenor, indíquese que, aunque se haya repetido hasta la saciedad hace 20 años que el futuro de México se ci-


MITOS, EXPECTATIVAS Y REALIDADES DE LA MOVILIDAD ESTUDIANTIL | DEBATES

fraba en América del Norte, hoy la movilidad internacional se dirige cada vez menos a Estados Unidos y cada vez más a España, dadas las todavía débiles proporciones de académicos/estudiantes competentes en inglés. La disyuntiva entre lo esperado y lo ocurrido indica que, si México pretende consolidar la movilidad internacional, es indispensable que defina umbrales de financiamiento y resultados esperados, elecciones estratégicas en cuanto a destinos preferentes por áreas disciplinarias y exigencias de resultados. De no hacerlo, nos mantendremos en un escenario en el cual 20 años no fueron (realmente) nada, en el cual la movilidad creció por ímpetu de la demanda y en condiciones de extrema fragilidad, más de lo que fue planeado como un eje de cambio sistémico. 

REFE RE N CIAS

Didou, S. (2010), México: políticas gubernamentales para la salida y el retorno de personal altamente calificado, Caracas, IESALC/UNESCO/ENLACES, en: http://www.iesalc.unesco.org.ve/dmdocuments/ obsmac.pdf D Onofrio M.G y J. Gelfman (2009), “Fuentes de infor-

mación para el análisis de resultados e impactos de los programas de becas de posgrado en ciencias e ingenierías en Iberoamérica”, Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Sociedad, vol. 5, núm. 13, en: http://www.revistacts.net/files/Volumen%205%20%20n%C3%BAmero%2013/Donofrio_Gelfman.pdf Gil Cisneros, L. (2008), “La mejora de la accesibilidad de los estudiantes latinoamericanos a la ES europea. La experiencia del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología”, México, en: http://www.obreal.org /obreal/ download/eventos/presentacion_conacyt.pdf Luchilo L. (2009), “Los impactos del programa de becas de posgrado del CONACYT mexicano: un análisis sobre la trayectoria ocupacional de los becarios 1997-2006”, Revista Iberoamericana de Ciencia, tecnología y sociedad, vol. 5, núm. 13, en: http:// www.revistacts.net/files/Volumen% 205 % 20 %20n%C3%BAmero%2013/Luchilo(1).pdf SES (Subsecretaria de Educación Superior), (2006), Programa de Mejoramiento del Profesorado: un primer análisis de su operación e impactos en el proceso de fortalecimiento académico de las universidades públicas, México, SES. UNESCO/UIS (2009), Comparing Education Statistics Across the World, Paris, UNESCO/Institute of Statistics.

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MÉXICO Y LA ECONOMÍA BASADA EN EL

conocimiento

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¿JUGAMOS COMO NUNCA, PERDIMOS COMO SIEMPRE? Alma Maldonado Maldonado*

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quí no hay vuelta de hoja, México está lejos del selecto grupo de países cuyas economías están centradas en la producción de conocimientos. En este grupo destacan, primero, Estados Unidos; después, un grupo de países europeos como Inglaterra, Alemania, Finlandia, y asiáticos como Japón y Corea del Sur. Para dar una idea de las dimensiones del integrante más fuerte de este grupo, el gasto que realiza Estados Unidos en materia de investigación científica y de desarrollo representa 40 por ciento del gasto total mundial. Así mismo, 70 por ciento de los ganadores del premio Nobel trabajan en Estados Unidos, que también es sede de tres cuartas partes de las 40 universidades más importantes a nivel mundial e invierte el 2.6 de su producto interno bruto en educación superior, en comparación con 1.1 de Japón o 1.2 por ciento promedio de Europa (UK/US Study Group, 2009, p. 6). Detrás de este primer grupo de países se encuentran las naciones cuya participación radica en ser los consumidores del conocimiento generado por los primeros. El grupo lo conforman, sobre todo, las llamadas economías emergentes como China, India, Brasil o México. *

Investigadora del Departamento de Investigaciones Educativas (DIE) del CINVESTAV. METAPOLÍTICA

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En este segundo grupo destacan los dos primeros. Por un lado, China que se consolida como centro de manufactura. Y por el otro, la India que es un importante proveedor de servicios; es, por ejemplo, sede de múltiples centros de atención telefónica para países de lengua inglesa (OECD, 2006). Luego viene un tercer grupo de naciones que se encuentran más bien desconectadas y alejadas de las dinámicas globales que conforman la economía basada en el conocimiento. Este grupo lo forman sobre todo países en desarrollo de África, Asia y América Latina.

¿QUÉ ENTENDER POR ECONOMÍA BASADA EN EL CONOCIMIENTO?

Se habla de economía basada en el conocimiento cuando la producción de saberes adquiere un papel central en el desarrollo económico de una región o un país. Concretamente cuando existe una relación estrecha entre la producción de conocimientos y el desarrollo industrial y comercial; por ejemplo, a través de la generación de patentes útiles para las industrias o la creación de compañías a partir de la transferencia de conocimiento. Sin embargo, la importancia de la producción


MÉXICO Y LA ECONOMÍA BASADA EN EL CONOCIMIENTO | DEBATES de conocimientos va más allá de los beneficios económicos directos. Los espacios donde se construyen estos conocimientos, que son mayoritaria pero no exclusivamente las universidades, se convierten en espacios idóneos para la innovación y creación de nuevo conocimiento. Una característica de estos espacios es la atracción de talentos (y/o personal altamente calificado) que conllevan distintos beneficios; de ahí que se hable de ciudades, regiones o corredores del conocimiento. Para Carlos Martínez Vela, director de Política de Innovación del John Adams Innovation Institute de Massachusetts, una razón de peso para que muchas compañías se establezcan alrededor de la ciudad de Boston es el acceso que se tiene a personal altamente calificado, la gran mayoría de los cuales son graduados de las universidades de prestigio que ahí se ubican. El flujo de gente, ideas, tecnología y compañías son cuatro aspectos básicos que definen a un espacio de economía basada en el conocimiento (O’Connor, 2010). De hecho, para algunos autores, la relevancia de las universidades, dentro de la economía basada en el conocimiento radica mucho más en la atracción de sujetos altamente capacitados que en la propia transferencia de conocimiento (Florida, et.al., 2006). Saxenian (2006), por su parte, señala que se trata más de los flujos de talentos que los lugares en sí, pero en todo caso es importante considerar que las dinámicas dentro de la economía del conocimiento trascienden los indicadores meramente económicos, hacia beneficios sociales, culturales y políticos. No se debe perder de vista que el papel y difusión del conocimiento así como el despliegue de las redes globales y especialmente el uso de las tecnologías de la información, es uno de los aspectos centrales que caracterizan a la globalización. Algunos otros elementos son la rápida y creciente internacionalización de los mercados y la intensificación de la competencia basada en la desregulación, privatización y liberalización dentro de los estados nacionales (Mills y Blossfeld, 2005). Pero, ¿cómo saber cuál es el lugar de México en la economía del conocimiento? Algunos de los principales indicadores usados por organismos internacionales, como la OECD, el Banco Mundial o la UNESCO, tienen que ver con: gasto en ciencia y tecnología, número de estudiantes internacionales que atrae el país, número de patentes, artículos publicados, número de investigadores por cierto número de habitantes, gasto educativo y usuarios de Internet, entre otros.

En todos estos indicadores, el panorama de México no sólo parece complicado, sino poco optimista. Al revisar la situación del sector científico y tecnológico mexicano, observamos que los avances presentados en los últimos años son muy reducidos, por no decir nulos. Con base en datos provenientes de la OECD y del Institute for Scientific Information sobre un grupo selecto de países, las posiciones de México reportadas en 1997 en cuanto a gasto en investigación y desarrollo experimental per cápita, artículos científicos publicados anualmente, total de investigadores por cada mil integrantes de la población económicamente activa y solicitudes de patentes de residentes por país, no han tenido ninguna mejora a lo reportado casi diez años después, en 2006. Lo mismo sucede con otros indicadores como número de investigadores por cada mil habitantes (económicamente activos) en donde se observó un crecimiento de 49 por ciento entre 1995 y 2007, pero este crecimiento comparado al de otros países (por ejemplo Turquía creció 211 por ciento o China 141 por ciento) más parece responder al crecimiento demográfico que al acierto de las políticas mexicanas en esta materia (Álvarez Mendiola, et. al. 2010). El papel de las TIC es también muy importante en el proceso de producción del conocimiento. Al respecto, la OECD reporta que 22 por ciento de hogares mexicanos tienen acceso a una computadora (no necesariamente conectada a Internet), dicho porcentaje es el menor dentro de los países de la OECD con excepción de Turquía; países como Grecia o República Checa cuentan con 40 por ciento y otros como Suecia, Dinamarca, Japón y Holanda tienen más del 82 por ciento (OECD, 2010). En materia de conexión a Internet, el dato más reciente con el que se cuenta dice que México tiene 7.6 suscripciones a Internet por cada 100 habitantes, lo cual lo ubica en la media mundial; lo mismo sucede en cuanto a usuarios de Internet por cada 100 habitantes con cerca de 21.7 (cuando el promedio mundial es 23.4). Sin embargo, en temas tan importantes vinculados con el conocimiento, como lo es la conectividad escolar, México se encontraba, en 2007, con apenas 47 por ciento de las computadoras escolares con acceso a Internet, cifra que es prácticamente la mitad del promedio de los países de la OCDE o lejos del 65 por ciento de Brasil por citar un ejemplo (Peres y Hilbert, 2009, p. 231). Todavía en el año 2009, el gobierno federal reportó que 10 por ciento de las bibliotecas universitarias no contaban con acceso a Internet y la meta es METAPOLÍTICA

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DEBATES | ALMA MALDONADO MALDONADO llegar a 100 por ciento hasta el 2012 (Gobierno Federal de los Estados Unidos Mexicanos, 2009).

L A EDUCACIÓN SUPERIOR Y L A ECONOMÍA BASADA EN EL CONOCIMIENTO

Si bien parece lógico relacionar el papel de la educación superior con la producción de conocimiento, ¿hasta qué punto todas las modalidades de educación superior tienen que ver con la generación de conocimientos que impactan a las economías locales, regionales o nacionales? Si se toma el caso de Estados Unidos, la respuesta sería afirmativa. En este país existe un grupo diverso de instituciones de educación superior que soporta al sistema y a las instituciones que se encuentran en la cúspide de la pirámide, es decir, las universidades de mayor prestigio como Harvard, Princeton, MIT, Yale, Stanford, CalTech, Cornell, Berkeley, entre muchas otras. Ello hace suponer que, en efecto, todas las instituciones de educación superior son importantes, en una u otra medida, para que cumplan con otro tipo de responsabilidades, formen a ciertos profesionistas y técnicos necesarios y, con ello, permitan que sólo un puñado de instituciones destaque en la producción de saberes mientras el resto de las necesidades de formación están siendo cubiertas. Desde otra perspectiva, menos sistémica, el análisis se basaría mucho más en las características propias de cada universidad y aquí un término como el de “universidad de clase mundial” cobra relevancia. De acuerdo a Jamil Salmi (2009), especialista de educación superior en el Banco Mundial, una universidad de clase mundial es aquella que produce graduados altamente calificados que cuentan con una fuerte demanda en el mercado laboral, realizan investigación de punta que se publica en las revistas de mayor prestigio internacional, y en el caso de las instituciones de perfil científico-tecnológico, contribuyen con innovaciones tecnológicas a través de la producción de patentes y licencias. Y si bien no todo el conocimiento se produce en las universidades (ahí están por ejemplo los laboratorios privados de investigación), es verdad que las instituciones de educación superior siguen siendo los espacios naturales para la producción, transmisión y difusión de conocimientos. La idea de universidades de “clase mundial” remite a la estratificación entre instituciones de educación suMETAPOLÍTICA

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perior porque mientras este grupo es reducido y privilegiado, las instituciones fuera de este circuito son la gran mayoría.¿Se debería de pensar también en una clasificación del tipo universidades de clase regional, nacional, local? Quizás la idea básica de Wallerstein ayudaría a reflexionar sobre la división de universidades: instituciones de educación superior centrales, semi-periféricas y periféricas.

DIME EN QUÉ LUGAR DEL RANKING TE ENCUENTRAS Y TE DIRÉ QUIÉN ERES

Pocos espacios han tenido tanto éxito en clasificar internacionalmente a las universidades como los rankings mundiales. Hace 7 años, en 2003, surgió el ranking mundial de universidades producido por el Instituto de Educación Superior de la Universidad de Shanghai Jiao Tong. Al siguiente año apareció otro ranking importante, el elaborado por el suplemento inglés Times Higher Education. El más reciente a nivel internacional es el ranking desarrollado por el U.S. News and World Report. Es importante mencionar que además de estos rankings, cada país cuenta con sus propias clasificaciones, comenzado con Estados Unidos que tiene una larga tradición al respecto. Si bien, los tres rankings, especialmente los dos primeros, han sido fuertemente cuestionados por su metodología, al mismo tiempo, han sido ampliamente utilizados por expertos en el campo de la educación superior, así como por tomadores de decisiones en las universidades o agencias nacionales o internacionales (como aquellas que otorgan becas para la realización de estudios en el extranjero). De aquí que sí representen un indicador, limitado si se quiere, pero con una notoria importancia en la actualidad. En cuanto a la ubicación más reciente de universidades mexicanas en estos rankings, en el primero, el producido por la Universidad de Shanghai Jiao Tong, aparece sólo la UNAM, entre los lugares 152-200, mientras que encontramos a 6 universidades brasileñas, siendo la Universidad de Sao Paulo la mejor ubicada entre los lugares 101-151. Una universidad argentina y otra chilena también aparecen en este ranking. En cuando al ranking del Times, la UNAM está ubicada en el lugar 190. No hay ninguna otra universidad latinoamericana entre las primeras 200 de este ranking. Finalmente, en el tercer ranking, del U.S. News, aparecen dos universidades mexicanas, la UNAM en el lugar 190 y el Tecno-


MÉXICO Y LA ECONOMÍA BASADA EN EL CONOCIMIENTO | DEBATES lógico de Monterrey en el 339. Este ranking reporta 3 universidades de Brasil y 2 universidades de Argentina y Chile respectivamente. Estas ubicaciones en los rankings reflejan que México no cuenta con un sistema competitivo, apenas se menciona una sola institución mexicana que podría competir con las primeras 200 universidades en el mundo, pero ninguna otra. Por lo tanto es muy difícil afirmar que en materia de educación superior y generación de conocimiento México se encuentra en una posición aceptable para competir, al menos desde el punto de vista de las universidades de clase mundial rankeadas. Así, una pregunta importante que surge es si México ha buscado tener una universidad de clase mundial. O, pensando a futuro, si debería de buscar contar con una universidad de clase mundial, quizás como lo hizo en 2006 un grupo de presidentes de universidades árabes reunidos en la ciudad de Kuwait, quienes decidieron que necesitaban posicionar al menos una institución de educación superior árabe dentro de las 100 primeras universidades en los rankings de la Jiao Tong y el Times Higher Education (Cantwell y Maldonado, 2009, p. 269), ¿será que los rectores de las universidades mexicanas, los gobiernos federal o locales, o los grupos interesados deberían de plantearse la misma interrogante?, ¿a qué costo una región o un país debería apostar por la inclusión de más instituciones de educación superior en los primeros lugares de estos rankings? Las respuestas a estas preguntas están directamente relacionadas con la situación de la educación superior en términos de acceso, calidad y relevancia social en el país. Por ejemplo, la reciente discusión en la prensa mexicana sobre los “ni-nis” (ni estudian ni trabajan), revela un problema por demás urgente en México. Se estima que hay 7 millones de jóvenes en esta situación (Avilés, 2010). En América Latina, la cifra podría llegar a 42,865,000 (Maldonado, 2009). Y si estos jóvenes no estudian ni trabajan ¿entonces qué hacen? No sólo es una cuestión de falta de oportunidades para los jóvenes y desaprovechamiento de su potencial para la sociedad, sino es un tema preocupante desde los puntos de vista económico, social y político. El gobierno mexicano señala que, entre 2008 y 2009, aproximadamente 27.6 por ciento del total de la población en edad de asistir a la educación superior (entre 19 y 23 años) estaban inscritos en alguna institución de educación superior (Gobierno Federal de los Estados Unidos Mexicanos, 2009). En cuanto el desem-

pleo, según cifras del INEGI (2010), el grupo que registra mayor desempleo es entre los jóvenes de 20 y 24 años. Es posible suponer que una buena parte de los jóvenes que no estudian y trabajan se encuentran involucrados en sectores como el comercio informal, o peor aún, en actividades relacionadas con el narcotráfico. Otra parte de estos jóvenes están emigrando a otros países, donde Estados Unidos es el principal destino pero no el único. Ante el panorama de pocas oportunidades, la pérdida es no sólo para los jóvenes individualmente, sino del bono demográfico, que dicho sea de paso no durará por siempre. Si bien, el gobierno federal, los gobiernos estatales y las propias instituciones de educación superior han realizado esfuerzos importantes para responder a la demanda y mejora de la educación superior, estas medidas han sido insuficientes. Además, no sólo se requieren más y mejores instituciones de educación superior, más estudiantes, más jóvenes que logren terminar satisfactoriamente sus estudios sino además un campo laboral que los pueda absorber. Seguramente este contexto ayuda a entender por qué México se encuentra en el grupo de países consumidores de conocimiento y las razones por las que el país no cuenta con más instituciones compitiendo al nivel de las universidades de “clase mundial”.

L A INTERNACIONALIZ ACIÓN DE L AS UNIVERSIDADES MEXICANAS ¿MEDIO O FIN?

Las instituciones de educación superior alrededor del mundo se están enfrentando a una fiebre de internacionalización y las mexicanas no son una excepción. Las universidades se encuentran en búsqueda de establecer colaboraciones, asociaciones y conexiones de distintos tipos con universidades de otros países. Uno de los principales problemas con respecto a la internacionalización es que parece una meta establecida para la gran mayoría de instituciones de educación superior, sin importar su misión, tamaño, ubicación y por lo mismo parece discutirse poco los alcances, procesos y limitaciones de esta internacionalización. Es difícil tener una idea precisa sobre que tan internacionalizadas se encuentran las instituciones mexicanas de educación superior. En una revisión de los informes institucionales de 25 universidades mexicanas (21 METAPOLÍTICA

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DEBATES | ALMA MALDONADO MALDONADO públicas y 4 privadas), sobre los datos que reportan sus actividades de internacionalización tenemos que en promedio, apenas .51 por ciento de los estudiantes inscritos en 9 universidades públicas mexicanas han tenido una experiencia internacional en otra institución de educación superior, como estudiantes de intercambio aunque no se precisa la duración de dichas experiencias (Maldonado, 2010). Cabe aclarar que esas universidades fueron las únicas con datos disponibles de las 25 revisadas. En cuanto a profesores que han contado con alguna experiencia académica en otro país, los datos son aún más limitados, sólo 4 instituciones proveen información: aquí el promedio de profesores que han contado con una experiencia internacional, estancia o intercambio académico, pero no necesariamente estudios en el extranjero, es de solo .65 por ciento. Debería entenderse que la internacionalización va mucho más allá de intercambios y convenios firmados, que esos son, quizás, únicamente el primer paso. El tema aquí es cómo insertarse en las dinámicas de producción de conocimiento a escala global, en proyectos de investigación a nivel internacional con propuestas muy concretas; cómo formar parte de redes de expertos y académicos produciendo conocimiento. Desafortunadamente parece que en las instituciones de educación superior mexicanas se piensa que la meta es la internacionalización per se, entendida básicamente como el intercambio académico y la firma de convenios, por cierto con resultados muy limitados. Ni siquiera ha sido considerada con seriedad la atracción de estudiantes internacionales a instituciones mexicanas que busquen obtener un grado en el país, mucho menos los otros aspectos que tienen que ver con la producción de conocimientos.

¿CUÁL DEBE RÍA DE SE R L A APUESTA MEXICANA?

Una pregunta crítica en este debate es ¿por qué México debería de formar parte de la economía del conocimiento? Se intuye que la educación superior es importante y que el país debería proponerse ser parte de las naciones que se encuentran jugando en el terreno de la economía basada en el conocimiento. Una razón clave es que si la apuesta es reducir la brecha entre los países en desarrollo y desarrollados, la inserción en la economía basada en el conocimiento parece uno de los caminos más concretos y claros para lograrlo. METAPOLÍTICA

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A partir de la publicación conjunta entre el Banco Mundial y la UNESCO, en el año 2000, del documento La educación superior en los países en desarrollo. Peligro y promesa; los organismos internacionales, y muchos de sus países miembros, cambiaron su discurso respecto a la importancia de la educación superior, aceptando que ésta representa una posibilidad de desarrollo para este grupo de naciones y dejando de lado el viejo dilema: apoyo a la educación básica versus apoyo a la educación superior. El debate entonces no tiene que ver tanto con aceptar que la inserción en la economía del conocimiento es una vía para un país como México, eso parece más o menos estar aceptado discursivamente, el asunto tiene mucho más que ver con la definición de cuál es la mejor manera de llegar a esa meta. Una vez más parece que son la visión, las políticas y las estrategias las que se quedan cortas. Ya en las secuelas del Mundial de Sudáfrica, resulta ilustrativa la popular frase del medio futbolístico mexicano (de origen desconocido): “jugamos como nunca y perdimos como siempre”. Dicha frase refleja muy bien la frustración del seguidor de la selección mexicana, cuando a pesar de todo (aún jugando bien), ve caer a su equipo. Y es útil porque vale la pena preguntarse: ¿cómo está jugando México en el terreno de la economía basada en el conocimiento y qué expectativas de éxito se vislumbran? El problema es que no parece que el país, o el Estado mexicano, se encuentren realizando un verdadero esfuerzo al respecto. Por lo tanto, en 15 o 20 años, cuando veamos el resultado e impacto de las acciones que se están realizando ahora, que no se diga que se hizo el máximo esfuerzo y que se jugó lo mejor que se pudo y que aún así se perdió. Tristemente ni siquiera se podrá decir que se agotaron todos los recursos porque será faltar a la verdad. Ni siquiera quedará ese consuelo, que a veces algo alivia. Por supuesto que lo ideal sería rectificar el rumbo desde ahora. 

REFERENCIAS

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DE LA

equidad

A LA INTERNACIONALIZACIÓN: UN BREVE RECUENTO DE ILUSIONES FALLIDAS Germán Álvarez Mendiola

E

n los últimos 40 años la educación superior (ES) mexicana ha mostrado importantes avances. De ser un reducido conjunto de instituciones que en 1970 no sobrepasaba los 111 establecimientos con una matrícula de cerca de 220 mil estudiantes hemos llegado a tener más de 2 mil establecimientos con una inscripción de 2 millones 400 mil estudiantes. Pero ¿estas cifras deberían dejarnos satisfechos?, ¿la educación superior ha cumplido sus promesas de progreso social y económico de sus egresados y ha estado a la altura de las necesidades de desarrollo del país?, ¿la calidad de los procesos formativos y de los resultados de investigación guarda correspondencia con esos avances? A contrapunto con las ideas que los autores de este dossier exponen, en este ensayo me propongo discutir algunos de los asuntos que, a mi juicio, son de los más importantes en la educación superior mexicana.

L A E DUCACIÓN SUPERIOR: CL ASES MEDIAS Y DESIGUALDAD SOCIAL

Adrián Acosta nos recuerda en su colaboración que la educación superior ha cumplido varias funciones, como participar en la reconstrucción de las jerarquías sociales, amortiguar las disparidades sociales, impulsar la movilidad social, formar el capital humano para la economía y la administración pública, y contribuir a la generación de la ciudadanía política. La ES, en efecto, es un mecanismo importante en la formación de las clases medias. Pero ya desMETAPOLÍTICA

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de el siglo pasado, a pesar de la acelerada expansión de la década setenta, este nivel educativo fue un factor más de la desigualdad social. La entrada de miles de jóvenes de los sectores bajos a este nivel, eso que en su momento Olac Fuentes llamó el “tono plebeyo” de la universidad mexicana, no fue suficiente para convertirla en un mecanismo de igualación de oportunidades educativas y sociales. La ES mexicana es un conjunto complejo pero insuficiente y desigual. Pese a su gran tamaño, en 2006-2007 no incluía a más del 24 por ciento del grupo de edad de 19 a 23 años, lo que técnicamente se conoce como tasa bruta de cobertura educativa superior. Pero si usamos como medida la tasa neta de cobertura, la que considera sólo a los alumnos de ese grupo de edad, descontando los que la sobrepasan o están por debajo, la educación superior realmente congregaba en ese años al 16.4 por ciento del grupo etario (Gil, et al, 2009). Ambas medidas son preocupantes, pues nos colocan en un rango inferior con respecto a otros países con los que comparamos nuestros indicadores educativos. En los países desarrollados, los problemas de acceso y equidad a la educación terciaria se sitúan no sobre la base de la masificación sino de su universalización, fase que se logra cuando más de la mitad del grupo de edad está representado en la educación superior. Por ejemplo, según datos de la OCDE, en Australia el 84 por ciento de los jóvenes está matriculado en algún programa del tipo 5A (equivalentes al nivel licenciatura en México); en Finlandia el 76; en Estados Unidos el 64; y en Portugal el 53 por ciento, por mencionar sólo al-


DE LA EQUIDAD A LA INTERNACIONALIZACIÓN | DEBATES gunos (OCDE, 2008). Como se ve, la ES mexicana es comparativamente pequeña, incluso frente a países como Chile que tiene tasas del 43 por ciento. Es motivo de alarma, por tanto, que el 84 por ciento de los jóvenes de la edad referida esté en cualquier parte menos en los centros educativos superiores. No hace falta argumentar demasiado sobre la gravedad de que tantos jóvenes no tengan acceso a la educación en un contexto en el que la escasa formación de los jóvenes tiene impactos directos sobre la calificación de la fuerza de trabajo y, por consiguiente, sobre la calidad de los empleos, la productividad y el bienestar.

L A DIFERENCIACIÓN Y SEGMENTACIÓN DE L A EDUCACIÓN SUPERIOR

Los estudiantes mexicanos se distribuyen en un conjunto segmentado de instituciones, donde sobresalen en su cúspide el sector privado de alto consumo y, presumiblemente, de mejor calidad, y el sector público en algunas de sus zonas prestigiosas y de selecto reclutamiento estudiantil. En las zonas intermedias y de bajo consumo, los estudiantes se sitúan en centenas de instituciones de heterogénea calidad, generalmente baja, que ofrecen programas de reducido costo en áreas de alta demanda. A falta de espacios en instituciones públicas, muchos estudiantes y sus familias optan por pagar un servicio que puede proporcionar un título de bajo valor en el mercado. En las últimas décadas la ES mexicana ha experimentado una notable diversificación de tipos de instituciones y de programas. La creación de universidades tecnológicas y politécnicas así como la ampliación en el número de tecnológicos no universitarios es una muestra de una orientación de la política educativa por ampliar la atención de la demanda en ofertas que, al menos en teoría, vinculan a los egresados con lo que se supone son las necesidades de los mercados laborales. En su colaboración, Juan Carlos Silas menciona que esa “adecuación profesionalizante” es un cambio de paradigma sobre la utilidad y funciones de la educación superior que explicaría el surgimiento de la figura del técnico profesional universitario. En su entrega Pedro Flores Crespo señala que las más de 100 universidades tecnológicas y politécnicas constituyen una de las estrategias para extender la cobertura en la ES y ampliar la equidad educativa. En ciertos contextos locales estas instituciones son una opción importante para una demanda desatendida, pero, vistas en su conjunto, no representan una proporción significativa de la matrícula

total (sólo el 3.3% se concentra en universidades tecnológicas y politécnicas) y no han constituido un aporte revelador para ensanchar la equidad educativa ni han alterado sustancialmente las tradicionales orientaciones de la demanda. Las universidades tecnológicas han comenzado a ofrecer también licenciaturas, siguiendo el gusto que tiene la demanda estudiantil por formaciones en este nivel. Ser “licenciado” es altamente valorado por los estudiantes, sus familias y el mercado laboral. Vista en su conjunto, en gran medida la demanda se orienta hacia carreras como derecho, administración y contaduría. Un caso diferente es, no obstante, el de las ingenierías, que constituyen un área de crecimiento sostenido gracias a una política de fomento que se remonta a mediados de la década ochenta y a la proliferación, nos recuerda Ciro Murayama, de ingenierías en áreas de sistemas e informática. Salvo este caso, lo cierto es que no hay un cambio destacado en las preferencias estudiantiles, de manera que la tendencia profesionalizante de aparente nuevo cuño no es sino una expresión acotada de una tendencia antigua. Pero no es necesariamente desacertado que los estudiantes prefieran programas profesionalizantes, por más que anhelemos que una mayor cantidad de estudiantes se matricule en áreas científicas o humanísticas. La demanda no se bate a ciegas y sigue con sensatez práctica los pasos del mercado: las mal llamadas carreras “saturadas” siguen ofreciendo ventajas competitivas a los egresados cuando se enfrentan al reto de obtener empleo en una economía ampliamente terciarizada. Por estas razones, una porción significativa del crecimiento en el sector público se ha dado en universidades tradicionales, lo cual contrarresta la idea de un crecimiento orientado hacia el mercado laboral en áreas tecnológicas. Los negociadores de las universidades, sabedores de cómo se comportan los flujos de la demanda y de los dineros, también se han alineado a las predilecciones estudiantiles.

EL SECTOR PRIVADO: NUEVAS CONFIGURACIONES, NEGOCIOS Y OLIGOPOLIZ ACIÓN

En un marco en el que los recursos públicos crecieron a un ritmo menor que la demanda por educación superior, el sector privado encontró una fácil oportunidad para extender sus negocios. En 1990 el sector privado tenía alrededor de 200 mil estudiantes y el público 900 mil, es decir, el 18 y el 81 por ciento respectivamente. Pero en la actualidad el METAPOLÍTICA

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DEBATES | GERMÁN ÁLVAREZ MENDIOLA sector privado reúne a 781 mil y el público a 1.627 millones de estudiantes, el 32 y el 68 por ciento. El débil marco regulatorio, es decir, los burocráticos Registros de Validez Oficial (federal y estatales), las incorporaciones a una de las 13 universidades públicas que pueden reconocer estudios, y la adscripción a la Federación de Instituciones Mexicanas Particulares de Educación Superior (FIMPES) dio soporte a la expansión privada en los noventa. El mercado sobre el Estado y sobre la academia. Alrededor del sector privado hay muchas incógnitas. Generalmente se asume que las instituciones grandes y caras son de buena calidad y, con razón, se piensa que son inaccesibles salvo para las élites de la sociedad. También se piensa que las instituciones restantes son de baja calidad. En general, se cree que a todas las guía el afán de lucro y que eso no es legítimo dado que el saber es un bien público en sí mismo que no debería estar gobernado por el mercado y la competencia. Sin embargo, aún en las instituciones caras hay zonas cuya calidad no es mejor que la de varias instituciones públicas. Y no necesariamente ser una institución privada de consumo medio o bajo la hace de mala calidad. Es verdad que cientos de instituciones ofrecen servicios deficientes a un precio bajo, que es lo que cuesta a ciertos sectores sociales su aspiración a obtener un título universitario. Aquí hay engaño, más que por el precio, por la insuficiente calidad del servicio. Pero también es cierto que otras instituciones, aunque siguen los dictados del mercado para competir por clientelas, ofrecen servicios de calidad razonable siguiendo lógicas de superación en aras de ofrecer buenos servicios profesionales. La idea de que las empresas educativas generan abultadas ganancias debería ser matizada, pues muchas son micro, pequeñas o medianas empresas que no enriquecen ostensiva o deshonestamente a sus propietarios. Caso contrario a las que el precio en relación con la calidad de los servicios es muy alto. Hay instituciones baratas de razonable calidad y otras del mismo precio pero de pésima calidad. Sin embargo, debe considerarse que las condiciones fiscales favorecen a los empresarios educativos, dado que la ley del IETU, por ejemplo, permitió concesiones tributarias a las instituciones que invierten sus ganancias en activos para su operación. Además del dinero de las cuotas estudiantiles, las empresas se convierten en negocios inmobiliarios. Si la calidad no les importa, contratarán profesores con muy bajos sueldos, tendrán escaso interés en el proceso educativo y las instalaciones no serán adecuadas para dar un buen servicio. Y si el negocio educativo no prospera… quedan los edificios. METAPOLÍTICA

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El mapa de la ES privada ha cambiado. La gran mayoría de instituciones son pequeñas y dispersas, pero rápidamente han surgido empresas educativas que se organizan en red o en sistemas regionales o nacionales, varias con estrategias para segmentar sus ofertas y precios según los públicos que están en su mira. Algunas empresas diversifican el tipo de instituciones que les pertenecen, algo así como su segunda división (piénsese en el Tec Milenio del Tec de Monterrey o en la UNITEC, propiedad del grupo internacional que posee la Universidad del Valle de México). Roberto Rodríguez (2008) calcula que al menos una tercera parte de los establecimientos privados forman parte de redes o sistemas más amplios, y que este conjunto congrega alrededor de la mitad de los estudiantes del sector. Estas instituciones muestran mayor solidez que las pequeñas y posiblemente desplacen al segmento de baja calidad. A mi juicio, este panorama indica una oligopolización de la ES privada, es decir, la formación de un reducido grupo de instituciones que logran el control de los mercados en escalas urbanas, estatales, regionales y, algunas, nacionales. El nuevo panorama es más complejo y, concuerdo con Rodríguez, se requiere un sistema de regulación que atienda a los cambios ocurridos.

FINANCIAMIENTO

A algunos lectores podría parecerles que bastaría con voluntad política, honestidad y habilidad técnica para tener mejores formas de presupuestación, mayores recursos, mejores esquemas de distribución y vigilancia de su uso. Pero la racionalidad teórica no opera directamente sobre procesos cada vez más complejos. Como bien lo analiza Javier Mendoza en su entrega, se observa desde 1997 una progresiva complejización de los procedimientos, tiempos y actores que intervienen desde la formulación hasta la aprobación y vigilancia del presupuesto educativo. La intensidad de las negociaciones es una muestra del amplio abanico de intereses que los actores representan. En esas negociaciones, hay actores internos pero también externos que tienen importancia en los procesos de “cabildeo” en favor de sus intereses. Este proceso es en sí una novedad producida por la democracia, dado que los proyectos de presupuestos enviados por el poder federal carecen de la fuerza que anteriormente les daba el presidencialismo, debido a que hoy en día el partido del presidente no cuenta con mayoría dentro de las cámaras. En ese con-


DE LA EQUIDAD A LA INTERNACIONALIZACIÓN | DEBATES texto, los gobernadores adquieren gran presencia en las negociaciones del Congreso, dentro del cual suelen contar con el apoyo de las bancadas estatales. Es común escuchar que la educación requiere mayores recursos, aunque no es claro de dónde habrán de obtenerse ni que el simple incremento produciría mejores resultados. Pero como todos los actores reclaman incrementos, los diputados a menudo sólo agregan las peticiones, generando propuestas insostenibles y negociando las reasignaciones en otros rubros del presupuesto. Lo que gana el sector educativo lo pierde cualquier otro. En el fondo, se carece de un sistema de recaudación fiscal eficiente que logre aumentar el flujo de recursos hacia el fisco. Ciro Murayama en su colaboración para este número, menciona que se está “alcanzando un tope financiero público para la educación superior que sólo podría superarse a través de una ampliación sensible en los ingresos disponibles para el Estado, situación que resulta poco factible en el corto y mediano plazos de mantenerse la política fiscal prevaleciente”. Ha habido un importante aumento en el gasto programable pero la ampliación en el gasto social no es similar debido a que otras partidas del gasto han sido prioritarias. Así, el gasto educativo perdió importancia frente a salud y asistencia social. Aunque el gasto en ES creció a mayor velocidad que el de educación en su conjunto, tuvo un ritmo menor que el gasto programable, lo que muestra que no constituye un campo prioritario. Murayama señala que en un análisis de largo plazo “México ha carecido de una política de financiamiento a la educación superior acorde con las necesidades de desarrollo de este nivel” y que “el volumen y la intensidad de la canalización de recursos” son fijadas por “prioridades de tipo político y de control nominal de las finanzas”. Pero consideremos incluso que tuviéramos más recursos. Es cierto que el flujo de dinero en las últimas dos décadas logró mejoras notables en una infraestructura que no pasó indemne por la astringente década de los ochentas y que los salarios tuvieron cierta recuperación. Muchas universidades que habían sufrido un deterioro severo dignificaron varias zonas de su actividad. Asimismo, se nota un esfuerzo, todavía disparejo, de parte de las universidades públicas por desarrollar políticas de transparencia y acceso a la información. Sin embargo, pese a algunos rasgos positivos, no hay garantía de que un flujo mayor de dinero se distribuiría y usaría mejor, ni de que tendría impacto directo en mejoras educativas. La distribución y el uso de los recursos

están sujetos al bamboleo político, a la lucha entre grupos, a la ineficiencia y el desperdicio, y a las canonjías. La incipiente transparencia y rendición de cuentas no puede contra todo eso.

EL PROFESORADO

A casi 15 años de políticas federales destinadas a ampliar la planta académica de tiempo completo y a elevar sus niveles formativos sabemos que los objetivos que establecieron no se cumplieron y que no hay evidencia de que los resultados hayan logrado elevar la calidad. El gobierno federal previó con infundado optimismo que en 2006 tendríamos 15 mil profesores de tiempo completo con doctorado, 39 mil tiempos completos con maestría y un total de 68 mil académicos de tiempo completo (De Vries y Álvarez, 1998). Los datos de 2005 mostraron que esas metas estaban fuera de órbita: en total, el número de doctores llegó a 4,863, el de maestros a 12,276 y los académicos de tiempo completo sumaron 25,428 (SESIC, 2005). Por otro lado, se sabe que los profesores con posgrado tienden a eludir las clases en licenciatura, lo que anula las supuestas ventajas para la docencia que su formación traería. Pero incluso si dan clases en ese nivel, no hay relación causal entre tener un posgrado y ser un buen maestro. Lo más grave, sin embargo, es que el énfasis en la posgraduación sólo benefició a un reducido sector del profesorado nacional, dejando en el olvido a miles de profesores de horas clase, quienes son los encargados de la mayor parte de la docencia. Aunque su proporción ha disminuido, estos profesores representan alrededor del 70 por ciento del profesorado, el cual tiene pésimas condiciones laborales y carece de posibilidades para una genuina carrera académica. Si ampliar los tiempos completos no ha sido la solución para mejorar la calidad y profesionalizar a la mayoría de los académicos, se requiere idear un sistema de carrera para profesores de hora clase que dignifique su actividad mediante nuevas formas de profesionalización. Este es un problema no resuelto que ya cumplió 40 años. Como es bien sabido, en muchas universidades la presencia de profesores de tiempo completo representa un problema financiero crónico por el elevado costo de la nómina y por la carencia de recursos para financiar la jubilación de quienes ya pueden retirarse. Como no hay dinero para las jubilaciones, se ha optado por posMETAPOLÍTICA

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DEBATES | GERMÁN ÁLVAREZ MENDIOLA tergar el problema, con lo cual se pospone la solución de otro problema crucial: la renovación de la planta académica mediante la incorporación de profesores jóvenes bien formados.

L A SOCIEDAD Y L A ECONOMÍA BASADA EN CONOCIMIENTOS Y L A COMPETENCIA GLOBALIZ ADA

Ha pasado a ser un lugar común la idea de que nos encaminamos hacia una economía y una sociedad basadas en el conocimiento, pero esta idea genérica es imperfecta. La economía y la sociedad del conocimiento en México están presentes tan sólo en segmentos acotados, como los dirigidos al sector exportador, el cual ha perdido dinamismo en los últimos años dado que la productividad tiende a ser menor que la de países asiáticos. Este sector emplea una fracción pequeña de la fuerza laboral mexicana, la cual se ubica mayoritariamente en el sector informal. Por otro lado, pese a algunas mejoras marginales, la pobreza y la desigualdad continúan siendo enormes (World Bank Institute, 2004; Maloney, 2001; INEGI, 2004; ONU, 2004b). Diversas estadísticas muestran, por otro lado, que los niveles de uso de las tecnologías de la información y la comunicación, la práctica de la lectura y otros consumos culturales son sumamente bajos y que están intensamente segmentados. La brecha digital interna en México es una brecha educativa. Atrás de todo esto se exhibe un país con un rezago educativo enorme en medio de enormes desigualdades de acceso a la educación. No es extraño entonces que México esté situado en el 54º lugar entre 128 países según el Índice de Economía del Conocimiento del Banco Mundial, debajo de Argentina (50º lugar) y de Chile (38º lugar) (World Bank Institute, 2005). Como sentencia Alma Maldonado en su artículo, “aquí no hay vuelta de hoja, México está lejos del selecto grupo de países cuyas economías están centradas en la producción de conocimientos”. Para que la educación superior sea relevante dentro de la economía basada en el conocimiento se requiere, comenta Alma Maldonado, de “la atracción de sujetos altamente capacitados que en la propia transferencia de conocimiento”, es decir, “se trata más de los flujos de talentos que los lugares en sí”. En suma, “las dinámicas dentro de la economía del conocimiento trascienden los indicadores meramente económicos, hacia benefiMETAPOLÍTICA

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cios sociales, culturales y políticos”. Una rápida revisión a ciertos indicadores que suelen usarse para conocer los aportes de los países a la economía basada en el conocimiento, como los referidos a la actividad científica y tecnológica, muestra que los avances de México son limitados al ser comparados con los de otros países: “las posiciones de México reportadas en 1997 en cuanto a gasto en investigación y desarrollo experimental per cápita, artículos científicos publicados anualmente, total de investigadores por cada mil integrantes de la población económicamente activa y solicitudes de patentes de residentes por país, no han tenido ninguna mejora a lo reportado casi diez años después, en 2006”, dice Alma Maldonado. En las universidades contemporáneas la competencia por estudiantes, recursos y prestigios es materia global. En muchos países, señaladamente los europeos, las universidades compiten con intensidad por atraer a estudiantes que en forma cada vez más numerosa se enrolan en los programas de intercambio estudiantil. Las universidades estadounidenses y canadienses traban una feroz competencia por captar estudiantes de todo el orbe, especialmente asiáticos. Los principales centros universitarios del mundo compiten por contratar a los mejores académicos y la migración de talentos con frecuencia arroja una balanza negativa para países en desarrollo debido a las escasas oportunidades profesionales que ofrecen. El mercado global de fondos para la investigación científica y tecnológica ha crecido pero también se ha hecho más competitivo. Y la cuestionada importancia de los rankings internacionales presiona a las universidades a buscar mejorar sus posiciones, especialmente por los beneficios simbólicos que acarrean. En ese contexto, Sylvie Didou explica en su entrega que los convenios de integración económica suscritos por México en los años noventa generaron entre los organismos internacionales, la SEP y las instituciones universitarias un optimismo sobre el futuro de la internacionalización de la ES mexicana. Pero el proteccionismo, la discontinuidad de los financiamientos y la inexperiencia han sido barreras para el escenario soñado. La internacionalización y la movilidad son prestigiosas pero no son insumos para elevar la calidad de la investigación y la enseñanza y, al parecer, constituyen mecanismos que favorecen más la ya de por sí cerrada la integración de las élites. En forma creciente estudiantes mexicanos salen a otros países, primordialmente a España, desplazando el


DE LA EQUIDAD A LA INTERNACIONALIZACIÓN | DEBATES lugar que ocupaba Estados Unidos. Se calcula que a mediados de la década había alrededor de 25 mil estudiantes mexicanos en el exterior, pero no se tienen buenos datos para saber en qué proporción dependen de programas interinstitucionales de intercambio, cuántos gozan de becas o cuántos se encuentran en condiciones precarias. Mientras tanto, las becas del CONACYT al extranjero decrecen como proporción del total. En cambio, México no es opción para los estudiantes internacionales, salvo para una cantidad reducida de hispanoparlantes debido, entre otras cosas, a que los programas no son competitivos: son largos, la transferencia de créditos y revalidación de estudios son burocráticos y opacos, y, salvo excepciones, no están acreditados internacionalmente. Los datos sobre los estudiantes extranjeros en México son poco consistentes. La OCDE en 2004 reportó una cifra de 1890 estudiantes extranjeros en instituciones mexicanas (Rozental y Smith, 2005). Podemos suponer que esa cifra es mayor y que ha aumentado, pero a final de cuentas el balance entre los estudiantes que salen del país y los que vienen del extranjero es negativo para México. Didou menciona que una proporción en crecimiento de los estudiantes internacionales, tanto los que vienen como los que salen de México, procura una movilidad corta, es decir, no un programa formativo completo sino experiencias lingüísticas y saberes no formales. Son más o menos evidentes los esfuerzos institucionales para poner en marcha programas de intercambio, señaladamente en el sector privado, y el número de agencias que apoyan a los estudiantes ha aumentado, pero la falta de coordinación y de estadísticas confiables impide tener una noción adecuada de la magnitud e importancia de tales esfuerzos. No obstante, si miramos las experiencias de Europa, de Norteamérica y de algunos países asiáticos, podemos concluir que México no ha tomado las oportunidades que ofrece la movilidad estudiantil. Los pocos datos que se tienen sobre la internacionalización y el intercambio académicos revelan que seguimos teniendo instituciones volcadas en sí mismas. Sólo pequeños segmentos ligados a la investigación de alto nivel están plenamente internacionalizados y participan activamente en el mundo global de la ciencia y la tecnología. La forma como las universidades han encarado en la práctica la globalización nos enseña que día a día se pierden oportunidades de diverso tipo y, con ello, posibilidades de desarrollo institucional. En suma, di-

ría Sylvie Didou, lo logrado en cuanto a movilidad internacional de estudiantes por México es decepcionante. Si no resolvemos concomitantemente cuestiones básicas de la coordinación sistémica, como la homologación de créditos y títulos, de la docencia y la gestión o de la calidad y la pertinencia, cualquier esfuerzo por insertarnos en los procesos de la globalización será pequeño, débil y poco trascendente para el conjunto de la vida institucional. 

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SOCIEDAD SECRETA

“El hallazgo no es el construir una novela a partir de una anécdota mínima. Radica en el manejo de las perspectivas, en la exploración de los espacios y tiempos narrativos.” Jorge Pérez Escamilla


HUNDIR EL

clutch

Camila Krauss* suenan firmes los tacones Sandra lleva bolsa y carpetas contra su pecho ella aprieta el paso, la ciudad se hunde en silencio

en el parabrisas hay algo no es propaganda ni una flor u otra cursilería

de un portazo se encierra en el auto (su interior vacío, asoleado y ahora, oscurecido) sin querer Sandra ve sus ojos en el espejo sonríe y bufa (típico gesto femenino)

Sandra entra al casino caliente de su cabeza: adivina, no adivina acierta, entorpece desea, abandona

todo va lento cuando quieres que todo concluya como un lunes que empezó como el peor viernes o un [viernes como lunes o el lunes que es y seguirá siendo lunes

ve por los espejos, atrás y adelante y adrede juega —coqueta y boba— Destino, Destíname ¿será en tu casa o en la mía?

Sandra maneja sola en el periférico hunde su pie en el clutch como a veces hay que hundirlo en la mesa de juntas, en el comedor familiar, en la butaca de un cine donde la película cimbra Sandra al volante da golpecitos, suaves y exasperados [ciegan los faros en el tráfico desespera la cháchara de los topógrafos y el motor [gastando combustible Sandra hace un esfuerzo porque la música en la radio [la entusiasme, por no anticipar más noticias sin terror al terror se esfuerza, hace memoria: ¿Cómo era la luz en la mañana… el vapor atrapado en el baño, el peso de la taza de té?

*

Poeta. Actualmente becaria de FONCA segundo periodo 20092010. Su más reciente libro es El ábaco de acentos (México, Fundación para las Letras Mexicanas/Ediciones Sin Nombre, 2008) y colaboradora del periódico Performance, Xalapa, Ver.

¿Y si sólo se tratara de una broma macabra —delibera cuando cambian a verde todos los [semáforos— …el patán de la esquina o la arpía de recursos humanos? un enfrenón, un silbato, una ráfaga de viento, un [volantazo y ya no sabría qué dejaron en el cofre de su auto no importa que el azar robe secretos pero duele que prometa y decepcione al mismo tiempo ¿Debería tener miedo…? y Sandra entonces cruza las manos en su regazo en el estacionamiento subterráneo de un edificio sin grietas está un coche estacionado y en el parabrisas duerme un pichón blanco.  METAPOLÍTICA

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Tumbling Zazil Alaíde Collins* La fiera bonza se me lanza con colmillos de alcanfor. Toma mis manos. Amanece con la tonada callejera de una añorada ninfómana que levanta el anhelo de la paloma temblorosa por su canción infantil. Heme, bajo el búnker con un desdén de fantasías. Soledad de lupanar. Y por el tracto, la náusea en brasas. Bajo el brassiere, la tentación del mordisco de un guillotinado san Martín de Porres o un lechero en engorda en los pechos de la poliandria; las mieles de la gesta, en la imaginación del retraso, en la espera y el rechazo de una vida. Mi vientre se acomoda. Impávido y ufano quiere parir en la náusea. No, que no. No al filo del acantilado del cronotopo sin hambre; de frente a frente al oficio por sexo no amor primero en la tripa, vámonos *

Poeta, ensayista y locutora. Su más reciente libro es Junkie de nada (México, Lenguaraz, 2009). METAPOLÍTICA

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antes de preferir el escozor, lo movedizo del cielo que miramos, desde los estambres, degustando la sutil ventisca al pronunciar los soplos. Somos el germen del no o el éxito de todos los fracasos. —No llores, Ángel González— Vámonos, vámonos, como putillos, al diablo. Cojamos entre las piernas lo que deba sostenerse, con el ahínco, en el acorde y sus veintiún consonantes. 


Astrónomo CON CANDELERO IMPOSIBLE Teresa Avedoy* Toda esta semana en el periódico leí sobre las estrellas imposibles. Demasiada inmateria para cualquier cálculo, para cualquier tabla de números o teoría. Imposible, declararon, sobre estas estrellas, porque tienen una luz, una inmensidad que los científicos no quieren (o no pueden) concebir. En el universo existen cosas así. A mí me gustan las estrellas y los museos y la ilustración del separador de libros que tú me regalaste (Astronomer by Candelelight) me gustó porque es de esa escuela europea del siglo XVII de interiores oscuros, y en todo interior (tú te burlarías llamándolo profundidad) siempre hay algo algo incalculable, difícil de concebir, como esta pequeña llama que no cede. 

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Guamuchil, 1979. Vive en Tijuana. En 2006 publicó el periódico de poesía El Habitual (Sitiohabitable/CNCA). METAPOLÍTICA

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LUGARES

comunes

Askari Mateos*

V

anesa alarga la mano para coger la copa que le dejara poco antes el mesero. —¡Salud! —dice. —¡Salud! —responde Bustamante. —Entonces, eres escritor —insiste ella. —Sí, así es, soy un obrero de las letras —dice sarcástico y ríe. —¿Y se gana bien siendo escritor? —Bueno, si eres Fuentes, García Márquez o Vargas Llosa, sí. Tengo fe en que algún día ganaré lo suficiente para vivir muy bien haciendo lo que hago. Viajaré por el mundo, llegaré hasta donde mis libros me lleven. Turismo de escritor le llaman. —Qué interesante. ¿Y qué escribes? ¿Acerca de qué? —Bueno, pues estoy por terminar una novela que se llama Lugares Comunes. Es un libro donde abordo de forma peculiar el desasosiego, la frustración y la soledad. La idea es que los lectores se identifiquen con mis personajes, con sus patologías. Todos tenemos patologías. Además propongo una búsqueda estilística. Hay que innovar. Hoy la novela parece todo menos una novela. La verdad es que no espero ganar ningún premio con ella. Los premios nunca los ganamos los verdaderos escritores. Son cosas pactadas de antemano. Si no tienes cuates, debes cogerte a alguna vaca sagrada o un editor. El problema es que no todos son gays. Además me vería muy mal dedicándole mi libro a un cabrón. —¡Ah! —Sí, en serio. La cosa es que creo fielmente que es necesario hablar de lo cotidiano, de las constantes de los seres humanos. ¿Sabes?, los hombres se conocen mejor a sí mismos a partir del dolor, del sufrimiento, * Artista oaxaqueño, aunque se dice romano (de la colonia Roma).

Su oficio deambula entre la narración, el periodismo y la fotografía. METAPOLÍTICA

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estoy convencido de ello. Por eso leo mucha filosofía, para hacer a mis personajes bien existencialistas. A los lectores les gusta eso, sobre todo a los más jóvenes. —Tienes razón. Cuando mi padre murió sentí un dolor terrible. A partir de entonces creo que soy una mujer más fuerte, más segura de mí misma, con un objetivo. —Es la desdicha de donde más se aprende, de la orfandad, está probado. —Sí, mi padre murió cuando yo tenía nueve años. Bustamante bebe un sorbo de su cerveza oscura. Ella hace lo mismo con su copa. —Uno de mis personajes es un hombre que intenta suicidarse porque su vida es anodina. Pero no logra hacerlo a pesar de que lo intenta repetidas veces, de una y mil formas. No tiene el valor. Al final decide seguir con su estúpida vida. Comprende que vivir en estos tiempos es de por sí un suicidio. Un suicidio colectivo. Bustamante ríe a carcajadas. Vanesa bebe nuevamente de su vaso. —Mi padre se suicidó. Mi mamá nunca me lo quiso decir, pero creo que así fue. ¿Quién chingados se va a meter tantas pastillas por accidente? —Otro de mis personajes es un hombre que se sienta todas las tardes en un parque cercano a su casa para observar la estatua de un héroe que no conoce. Se imagina la posible vida de aquel hombre y lo que tuvo que haber hecho para conseguir ser inmortalizado en bronce. —¡Ah! Las estatuas me parecen creaciones hermosas. Las historias de algunas guardan secretos muy interesantes. Estoy haciendo mi tesis sobre las estatuas que están a lo largo de Avenida Reforma. He hallado cosas sorprendentes. Además de que se encuentran en el olvido. Están muy descuidadas. Sobre todo las que están entre el Eje 1 y el Eje 2, en la colonia Morelos. Fueron hechas en el siglo XIX.


LUGARES COMUNES | SOCIEDAD SECRETA —No lo sabía. Pero te decía que mi personaje es un tipo solitario y feo. Con una patología sexual. Es un morboso y desea a todas las mujeres a su paso, pero no se atreve a acercarse a ninguna de ellas. No tiene ni esposa ni novia ni amante ni nada. Sabe que su vida es tan patética y simple que sueña en ser esa estatua. Cree que así podrá observar libremente a las parejas que se sientan a fajarse en el pedestal de piedra que sostiene al héroe desconocido. ¿Entiendes? ¡Tiene envidia de la estatua! La verdad es que los escritores siempre escribimos sobre nuestras aspiraciones. Todos queremos una pinche estatua. Todos llevamos un suicida adentro. Todos queremos involucrarnos con una prostituta. Todos somos potencialmente maricones —ríe incontrolablemente, tanto que un hilillo de saliva escapa de su boca y cae sobre la manga de su saco de pana—. ¿Pero me decías de unas estatuas? —Sí, mi proyecto nació gracias a una investigación que hizo Enrique Florescano. Es mi historiador favorito. Yo estudio Historia en la UAM —dice ella. —No sé quién es ese Florescano. Y qué sorprendente que estudies Historia, jamás lo hubiera pensado. —Todos tenemos aspiraciones, cariño. Bustamante bebe de su cerveza hasta dejarla vacía. —Ya tengo un proyecto para escribir mi siguiente novela. Ahora es Vanesa quien sorbe de su copa. —¿De qué trata? —dice sin mucho interés. —Trata sobre un grupo de traficantes en Tepito, los que mueven la droga. Ya ves que está de moda. Son ese tipo de temas los que venden. El sexo, la droga, la violencia. ¿Entiendes? La verdad es que todo es un lugar común, la única pinche novedad está en la subjetividad —balbucea. —¡Ah! Pues yo vivo en Tepito y sí, está cabrón. Uno de mis vecinos es dealer. Toda la noche llega la banda a tocar su puerta. Y otro dirige a una red de asaltantes. Se

roban tráilers completos de mercancía de todo tipo. Luego la revenden. De hecho les compré una pantalla de 21 pulgadas bien barata, para qué te miento. Incluso he llegado a pensar que no son tan mala gente. Algo hay que hacer para ganarse la vida en este país de mierda. —Pues entre traficantes, ladrones y escritores no hay mucha diferencia. Todo es el mismo pinche espejismo. Y los espejismos son la fe exacerbada por los deseos. Estoy seguro que una vez que publique una de mis novelas seré famoso. El mesero se acerca. Destapa otra cerveza de la cubeta de Bustamante y retira el envase vacío. —Te toca, Vanesa —dice el mesero. Vanesa apura su vaso. —Me tengo que ir, corazón. —No te vayas —implora Bustamante mientras la detiene suavemente del brazo. —Tengo que trabajar, soy obrera del tubo, mi amor. Las luces del escenario se van haciendo más tenues. La música desciende hasta desaparecer. Una voz anuncia que Stefanny y Vanesa, dos bellezas exclusivas, entrarán a la pista. —¿Qué tal te va con tu cliente, mana? —pregunta Steffany antes de subir. —De la chingada, es otro jodido escritor resentido que no para de hablar de sus putas historias y sus personajes abandonados. Ya ni siquiera le pedí que me invitara otra copa, seguramente ya no trae lana. Además ya me quiero ir, mañana tengo clases muy temprano. —Ay, mana, tú y tus pinches aspiraciones. Mejor ya dedícate bien a esto. Así nunca te van a ser fieles tus clientes. La acordes de una powerballad comienzan a sonar. Bustamante se reclina en su asiento y observa la danza cadenciosa envuelta en una nube de humo y luces de colores que pesadamente se pasean a lo largo de la pista. El júbilo es unánime. 

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UNA VEZ MÁS, SOBRE EL TRAZO DE UN LIBRO DE SALVADOR

Elizondo

Jorge Pérez Escamilla* I

F

arabeuf quizá sea una de las novelas más importantes de la literatura mexicana de los últimos 50 años. ¿Qué quiere decir eso? ¿En qué radica dicha hazaña? No sólo en el manejo del lenguaje —que dicho sea, es magistral—. Descansa en gran medida en las posibilidades que genera, en los encuentros que propicia. Se trata de la promiscuidad del arte, de la ilación de poéticas, de obsesiones. De un tejido parecido a la mejor música, a la mejor pintura. Leer Farabeuf es una confrontación al acto de la escritura. Reflexionar en voz alta sobre el erotismo de la lectura, sobre la ausencia, la gama de representaciones que se ofrecen a la experiencia por el ojo de la memoria y de la muerte. Subir las escaleras con el doctor, cargar el maletín. Sacar los instrumentos que meticulosamente diseñó con el fin de perpetuar la herida. Crónica de un instante. ¿Recuerdas? El hallazgo no es el construir una novela a partir de una anécdota mínima. Radica en el manejo de las perspectivas, en la exploración de los espacios y tiempos narrativos. Más allá de la imagen onírica, la realidad a partir de la reconstrucción. La evocación de distintos planos que se cruzan. Un ejercicio de imaginación en el que no se descartan en ningún momento el cuerpo y la sugerencia. Entre las páginas del libro podemos ver la *

Escritor. Su más reciente libro es Enterradores (México, Verso Destierro/Atemporia, 2008). Es miembro del grupo Teatro Ojo (www.teatroojo.blogspot.com). METAPOLÍTICA

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fotografía un hombre torturado (Por muchos años creí que se trataba de una mujer la torturada): queda la evidencia del dolor. Un rostro con una expresión tan enigmática. ¿Qué sintió? ¿Importa? ¿Qué sucedió en ese presente? ¿Cómo modifica a este presente? ¿Cómo modifica un texto a otro texto? ¿Cómo es que un ambiente cambia a partir de una sola sugerencia? ¿Tiramos las monedas? El ejercicio de la magia como la posibilidad del lenguaje: si lo nombro puede existir, suceder. Más allá de la metáfora, un diálogo con la convención literaria. La experiencia del montaje expresionista. Una imagen sobre otra. La descripción de un movimiento que se repite una y otra vez. Un acto de imaginación. Una fractura que como el cuerpo desmembrado se derrama a lo largo de las páginas. El placer de la lectura como el placer del torturador. El placer de la escritura como el placer del torturado. Y viceversa. II

Lejos del cliché de la escritura maldita, Farabeuf es el resultado de una experiencia literaria personal. Recuerdo haber leído en la antología poética que reúne el propio Elizondo, a Bernardo Ortiz de Montellano. En especial un poema, un fragmento. Un sueño. En él describe la experiencia de la anestesia en una operación. El vuelo que alcanza es alto. El bisturí ya está presente. La realidad dispuesta al alcance de los cortes de los instrumentos quirúrgicos. Es interesante cómo Elizondo dialoga con ese poema. Cómo lo lleva a sus últimas conse-


SOBRE LOS TRAZOS DE UN LIBRO DE SALVADOR ELIZONDO | SOCIEDAD SECRETA cuencias traduciéndolo a su escritura. La tradición que los contemporáneos fundan en nuestro país continuada en una obra que, más que escapista, retrata las expectativas literarias de un mismo espíritu crítico. El de Elizondo, no es un libro raro porque sí, como un capricho. En definitiva, y esto no es nada nuevo, las lecturas de Valery y Joyce influyeron, las de Bataille. Pero su discurso las disuelve en una poética propia. Es parte de la vitalidad de la obra. La Gran Máquina de Coser. Una estructura francamente abismada que va modificando sus referentes. Un libro al que hemos llamado novela por comodidad, cuando es un libro que persigue un estrato de literatura, de arte, con todas las consecuencias que tal pretensión acarrea.

III

El movimiento que Farabeuf describe es complejo, es lento. Necesita de precisión para que a su vez, el siguiente corte pueda ser el justo y la vida del supliciado resista hasta el último tajo. La dilatación de un solo cuadro como una herida en la memoria que se reproduce y fluye como un cauce de sangre. Ahora cito uno de los fragmentos: “Iba al encuentro de la enfermera que lo aguardaba inmóvil en el fondo de aquel pozo de sombra, dispuesta a un sacrificio inconfesable. Al llegar ante ella Farabeuf inclinó la cabeza. Ella, que estaba vestida con su viejo uniforme blanco y tocada con la cofia de vuelos grises que apenas dejaba ver su cabellera lacia y rubia, sin levantar los ojos se puso de pie y se dirigió hacia él que, indicándole la manija de la cerradura con un gesto brusco de la cabeza, hizo que ella abriera la puerta pintada de blanco de ese cuarto y si-

guiéndola entró tras ella. La puerta se cerró. Pasaron algunos instantes; un minuto nueve segundos. De pronto se oyó ese grito, su grito, un grito que hizo caer a la noche definitivamente y que despejó el cielo. Como un rostro visto a través de la ventanilla de un tren en marcha, al producirse el grito de aquella mujer, tú pudiste ver, fugazmente, la amplitud magnífica de un cielo estrellado, y escuchaste, viniendo de la ventana que da sobre el jardín abandonado, con toda claridad, ¿no es así?, el tumbo acompasado de las olas, ¿recuerdas?...” .

IV

Elizondo fue un escritor generoso que no dudó en demorar y recorrer el camino necesario para llegar al punto al que le interesaba llegar. La complejidad de las imágenes se potencia en la incorporación de una segunda: series de superposiciones como las que hicieron Eisenstein o Valery al referir su precepto de poesía pura. La significación de un signo a partir del contraste con otro. Un choque. Un encuentro. América. La imagen de los amantes. Las formulaciones del escritor apuntan hacia el quién, hacia el dónde de la escritura. Quién se es en ese plano: el reflejo en el espejo, el personaje en el cuadro, Ulises, Nadie. Y luego el tránsito de la vida a la muerte. Los tumbos del olvido a la memoria. El cuerpo desnudo como símbolo de la pureza, de la ausencia de significación, de la muerte. Y el cuerpo desnudo también como una huella mínima de la vida que alguna vez existió. Entonces recurrimos a la fotografía. El texto busca detener esa vida en un instante infinito, que sucederá cada vez que alguien vuelva a abrirlo y, de nuevo, cada que alguien lo recuerde. ¿Recuerdas? 

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LAS DICHAS DE LA

finitud

Víctor Hugo Malfavón*

S

i es cierto que la literatura es una forma singular de pensamiento, entonces Marguerite Yourcenar configura en sus novelas una ética fundamentada en la realidad del cuerpo. En no pocos momentos de su obra, Yourcenar señalará “el poder de la carne”. Todos sus personajes, en un momento u otro, cederán a este poder irresistible. Sin embargo, más allá del efímero y ciego arrebato de la carne, aunque abarcándolo, en la obra de esta autora irrumpe la sensualidad. Considerada como un valor, la sensualidad ocupa un lugar preponderante en la ética de sus héroes más célebres: Zenón y Adriano; considerada como una fuerza, la vemos atravesar sus textos por entero. La sensualidad habla y se despliega de mil formas a través del lenguaje de esta escritora. Una sensualidad que claramente se diferencia de un libertinaje decadente cualquiera, que está presente incluso en el ascetismo de los personajes que aquí nos ocupan, en el riguroso dominio de sí mismos, y, desde luego, presente en la propia práctica de Yourcenar como escritora. En las novelas Opus Nigrum y Memorias de Adriano, la voz, las voces del cuerpo, resuenan en la conciencia de sus protagonistas: éstos se abren a ellas, las escuchan, y, en algún momento decisivo, dejan que los guíen, acatan lo que esas voces dicen. Tal vez, según podemos inferirlo de estos libros, aquello de lo que en primer lugar habla esa voz, es del amor. En Yourcenar, el amor es factor fundamental de cultura, pues más allá de su manifestación elemental como anhelo febril del otro, se convierte en norma de apego y respeto a la vida, en exigencia constante de armonía y belleza en todos los órdenes. El amor, presente ya sea como ausencia o co*

Distrito Federal, 1982. Misántropo frustrado convertido por desesperación a la fe en el amor. METAPOLÍTICA

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mo actualidad efímera y frágil, condensa la realidad toda del cuerpo: sus deseos y sus delirios, sus alegrías y sus misterios, su oscuridad, su sabiduría, su carnalidad, su mortalidad ineluctable… En cuanto consideramos que una de las virtudes específicas de la labor narrativa de Marguerite Yourcenar es hacer escuchar, para nuestro tiempo, la voz profunda del cuerpo, su canto oscuro, podríamos decir que el amor, como expresión suprema de éste, es la figura central de su obra. Esta sensualidad que hemos mencionado y que tomamos como uno de los atributos principales del cuerpo dentro de la obra de Yourcenar, se manifiesta de un modo tanto más radical en las esferas más elevadas del espíritu. La más pura espiritualidad es dominio privilegiado de una cierta lujuria, de un extremo desenfreno del cuerpo. Esto nos lleva a otro tema fundamental que atraviesa de principio a fin los libros de esta autora: la cuestión del conocimiento. La pasión del conocimiento es caso de vida o muerte tanto para la novelista como para sus personajes. Yourcenar desarrolla toda una problemática del conocimiento en sus escritos, enfocándolo precisamente desde la perspectiva de esta relación esencial que el conocimiento guarda con la realidad del cuerpo. La consideración de esta pasión, de este apego al conocimiento en lo que tiene de más riguroso y de más frío, de más letal, aporta mucho a la explicación del tono propio de la totalidad de esta escritura, tan característicamente reacia a toda efusión, tan alejada de cualquier sentimentalismo. En Yourcenar, el conocimiento comienza con la inquietud del propio cuerpo. Con una ansiedad, una desazón profunda ante la oscuridad del lenguaje del cuerpo. Desde un punto de vista muy superficial, Adriano y Zenón podrían quedar definidos por su personalidad ilustrada. Lo que, sin embargo, nos mueve a ponerlos


LAS DICHAS DE LA FINITUD | SOCIEDAD SECRETA aparte de la estrechez de una mentalidad positivista cualquiera, es la primacía que conceden al deseo, a su propio deseo, en el ejercicio de su espiritualidad, en su trabajo intelectual propiamente dicho. En el origen de las peregrinaciones de Zenón, de la gran peregrinación en la que en realidad convierte su vida entera, hallamos esta primera intuición, esta consideración del deseo en toda su oscuridad como realidad radical del cuerpo. Las investigaciones médicas que llevan a Zenón a atravesar toda la Europa del siglo XVI, constituyen no sólo el largo y arduo proceso de su formación científica, sino un proceso de penetración y desciframiento de lo que un cuerpo, el suyo en primera línea, puede; una magna empresa de auto-descubrimiento como totalidad humana singular y finita. Adriano, por su parte, es también un peregrino. Él pasa también por una larga formación, de la que resulta, entre muchas otras cosas, un temple sin igual de su carácter personal, una lucidez y una fortaleza interior que lo convierten en un hombre de Estado excepcional. Lo que formalmente lo distingue de Zenón es que en su caso hablamos no del científico, sino del político. En ambas personalidades subyace, no obstante, el intelectual, el filósofo. En ambos encontramos la misma inclinación al sutil análisis de sí mismos, a la tolerancia y a la liberalidad en su relación con los demás hombres, al ejercicio radical del pensamiento, merced al cual descreen y cuestionan de manera implacable el oscurantismo de las tradiciones hegemónicas de su tiempo y defienden, frente a la amenaza constante de la brutalidad humana, la realidad total de su propio ser en la circunstancia en que esta realidad se inscribe, tal y como la agudeza de su pensamiento se las ha revelado. En Yourcenar, el pensamiento es arma que se esgrime sin contemplaciones de ninguna especie. En parte, es verdad, por coerción de instancias externas, pero sobre todo por el lujo de desplegarla en todo su mortal poderío, sin más finalidad que el despliegue mismo de esa arma auténticamente humana. En Yourcenar, como en cualquier espíritu amante del conocimiento, el pensamiento es agresión. Por esta inclinación radical al ejercicio del pensamiento, sus personajes conquistan la afirmación sin reservas de su deseo y, con él, de la sexualidad y del amor, elementos determinantes de la realidad del cuerpo, de la criatura humana en toda su frágil constitución. Zenón y Adriano se abisman en el vórtice abierto en el punto en que amor y conocimiento se interceptan.

Merced a estas dos potencias descubrirán su finitud. Es por el pensamiento, ese modo de conocimiento, que descubren el desamparo constitutivo de la carne, y por el amor, que descubren el abandono. Por ambos, en suma, adivinan la muerte. En la escritura de Yourcenar, sin embargo, esta finitud constitutiva no es causa de pesimismo, sino de dicha suprema. La finitud abre y cierra el camino circular por el que llevan el amor y el conocimiento. Se encuentra de forma inexorable al final de este camino como iluminación y coronación sangrante, como realización final del ejercicio de estás pasiones convertidas en razón de ser de la vida tanto de Adriano, como de Zenón. Las dichas de la finitud, o el orgullo de la autoafirmación... En el fondo, acaso ambas fórmulas hablan de la misma cosa, expresan la misma emoción. Por el camino que al que hemos aludido, el que marcan la pasión de conocer y amar, Zenón llevará a cabo sus investigaciones y se enfrentará a la estupidez bajo la forma particular en que ésta se manifestaba en su tiempo... y no sólo en su tiempo: el fanatismo religioso. Preferirá el suicidio antes que cumplir la condena de morir ignominiosamente ardiendo en la hoguera. Su suicidio expresa de modo preciso lo que queremos decir con la fórmula “las dichas de la finitud”. En primer lugar, porque darse muerte por su propia mano en modo alguno constituye un recurso desesperado, una última salida para escapar al destino que le ha sido impuesto, sino un acto de conocimiento a través del cual conquista y afirma su ser finito contra los hombres y su espíritu enervado por la religión de la hipocresía. Por el mismo camino en el que Zenón se aventura, Adriano expandirá su imperio y conquistará la paz para éste, aunque sólo sea de un modo relativo y temporal; asimismo, inmortalizará su amor por un joven griego en blancas esculturas de mármol. En suma, afirmará también estas dichas previendo la imparable brutalidad y estupidez de la raza humana. Éxtasis, dicha trágica. La obra de la autora belga tiene un esencial sentido de reto: de reto a nosotros, a nuestra época. Los actos, el pensamiento de estos personajes, su modo de vivir, parecen dirigirse especialmente a nuestra atención, realizarse sólo para nosotros. Estas novelas indican, no con claridad, sino tal vez al modo de un moderno oráculo, el retorno de esas fuerzas que experimentamos al leerlas. Adivinan su manifestación y prefiguran la reinvención de nuestro siglo por obra suya.  METAPOLÍTICA

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DOS

discursos

PARA XV AÑOS Lobsang Castañeda*

A

mparándome en una “estética de lo rimbombante” cuyos mayores atributos serían la grandilocuencia y la cursilería, pongo a consideración de tiernas jovencitas y críticos benévolos los siguientes discursos para XV Años con la esperanza de que, en un futuro no muy lejano, la confección de tales panegíricos forme parte integral de la actividad literaria. Si, como todo mundo afirma, los caminos del arte parecen inescrutables, no resulta descabellado pensar en que tarde o temprano algún autor pueda deberle su consagración definitiva a un libro o una serie de libros conformados por este tipo de textos. Hasta donde me ha sido posible, he suprimido toda clase de nombres propios que pudieran obstaculizar el uso práctico o confinar la efectividad de la glorificación a circunstancias particulares. Y es que, en efecto, se trata no sólo de someterse a una revisión teórica o analítica sino de buscar una recepción afectiva favorable en padres, padrinos, convidados, familiares y, por supuesto, quinceañeras.

I

“Queridos amigos: Un evento portentoso nos congrega en este recinto. Un suceso al mismo tiempo previsible y extraordinario que nos *

Ecatepec, 1980. Ha sido becario en ensayo de la Fundación para las Letras Mexicanas. METAPOLÍTICA

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conmina a levantar las copas y a brindar con sobrada alegría. Un acontecimiento que, lejos de ser baladí, se revela como uno de los pilares de nuestra sociedad: la transformación de una niña en mujer, el florecimiento de una soberbia y bella hurí… Metamorfosis, si se quiere, que ya hemos presenciado a lo largo de los años, que ya se ha ido mostrando de manera paulatina a nuestros ojos, pero cuya recta final podemos ahora declarar inaugurada. Evolución, sin duda, que más temprano que tarde culminará exitosamente, lanzando otro rutilante astro al sereno firmamento y abriendo, de la mano de inauditos privilegios, desconocidas responsabilidades… Hoy nos reúne un acto de bienvenida que es también un reconocimiento desinteresado; una constatación y una presentación capaces de celebrar, desde su comienzo, la belleza y generosidad de la vida… Hoy nos agrupa algo íntimo que quiere volverse público, algo esotérico que quiere darse a conocer, algo escondido que quiere escapar, de una vez por todas, de su ingrata guarida... Y a nosotros, testigos privilegiados de tan ilustre florecimiento, no nos queda más que aplaudir la infinita sapiencia de la madre naturaleza que, al posarse sobre los hombros de nuestra querida festejada, ha hecho de ella su mejor y más grande aliada. Sin más introitos me dirijo, pues, a la persona que en este día nos ha permitido presenciar uno de los momentos más importantes de su vida: ¡Oh, incipiente falena! La suave brisa de la madurez comienza apenas a acariciar tu rostro. Los aromas de la vida adulta no se atreven aún a despertar tu voraz apetito.


DOS DISCURSOS PARA XV AÑOS | SOCIEDAD SECRETA Los ventarrones de la experiencia no osan todavía despeinar tu cabello. Delicada rosa de pétalos iluminados por el sol, ninfa que cintila a lo lejos, tienes ahora la oportunidad de salir al mundo, de tomarlo, de enriquecerlo con tus intuiciones, de acariciarlo con tus sueños. Tienes, con la venia que te da la comunidad a la que perteneces, la coyuntura necesaria para explorar la vida por otros caminos, para circular emotivamente por los senderos que tus propios intereses te vayan abriendo. Contigo nace la posibilidad de un nuevo jardín que debe, sin embargo, regarse y podarse todos los días. Vergel que alguna vez dará frutos dulces y carnosos. Edén que te agradecerá el no haberse malogrado… Y para eso se erige también junto a ti el imperio de la razón, el reino de la reflexión que te permitirá discernir con parsimonia y acierto. Adolescente cargada de esperanzas, asirás al unísono las ansias de explorar y de aprender, de iniciar y de concluir, de observar y de deducir, de fijar y de consumar lo que la realidad te vaya ofreciendo. Poseerás, en suma, las herramientas imprescindibles para tu tranquilidad física y espiritual. Me complace, por lo demás, constatar la buena crianza que te respalda en esta nueva aventura. Eso quiere decir que sabrás rechazar lo destructivo y abrazar lo bueno; que serás capaz de desenvolverte con presteza, honestidad y responsabilidad en un mundo cada vez más inestable; que serás, además de grácil, fuerte para sortear los humos que habitan las almas de algunos seres desdichados; que no permitirás que tus anhelos se quemen en la hoguera de la voluptuosidad y el desorden. ¡Protégete, oh fúlgida crisálida, de los desechos que circulan libremente, de la maldad y el abuso, de aquellos que con artimañas buscan desviarte del recto andar! No permitas nunca, ni en ti ni en los demás, la relajación o la pereza. No claudiques sin haber agotado todos los medios. No llores sin razón o, mejor aún, perfila tu llanto de tal manera que pueda brindarle solución a tus problemas. Siente los obstáculos y no los dejes escapar hasta no verlos superados. Fomenta en los tuyos el respeto y la disciplina, la dignidad del trabajo y la importancia del hogar. Llena tu habitación de colores y ofrécete a cada uno de ellos, pues son símbolos de las vicisitudes que experimentarás como requisitos para crecer, como exigencias para ser más y mejor. Cooperemos, amigos, para hacer de este momento algo inolvidable... Levantemos la mirada, demos gracias al destino por los dones que amablemente le ha otorgado a esta dulce jovencita y digamos salud… ¡Salud!”

II

“Señoras y señores: El mundo se cae a pedazos. La realidad nos golpea con inclemente crudeza. La violencia lo invade todo. No hay confianza. No hay salida. Cada cosa se pudre, cada respiro se convierte en aire viciado, cada hazaña se olvida. Las fuerzas que nos permiten seguir adelante van llegando a su fin… Mañana ya no valdrá la pena despertarse. Ya no valdrá la pena salir a trabajar, ser útil a la sociedad, cumplir con las leyes. Ya no habrá razones que nos conduzcan a ser mejores ni discursos edificantes que nos regalen, en medio de la barbarie, un poco de consuelo… Señoras y señores, el mundo se derrumba, se desmorona, se debilita, se cae a pedazos y yo me caigo con él, a punto de la derrota, aunque primero me permita dirigirles unas palabras de agonizante esperanza. Estamos reunidos para “festejar” la necesidad y la contingencia de uno de los momentos más significativos en la vida de toda mujer. Necesidad, por un lado, que tiene que ver con el desenvolvimiento natural, con la evolución cronológica de un cuerpo y una mente. Necesidad que se apega al tiempo que no se detiene, al crecimiento, al progreso. Contingencia, por otro, que se refiere al futuro incierto que dicha necesidad biológica abrirá tarde o temprano en un destino particular. Contingencia de la oscuridad o de la luz, de su probable alternancia, de su libertad. Necesidad y contingencia se funden así en este preciso momento, en este instante que nosotros osamos “festejar” sin saber a ciencia cierta lo qué pasará mañana. Necesidad y contingencia que se inscriben, además, en esa falta de certeza que el mundo mismo, en su infinito caos, en su desorden, ha hecho más evidente… En efecto, no sabemos lo que ocurrirá con esta joven que hoy se introduce en el mundo adulto. No sabemos si sabrá ocultar sus debilidades y aprovechar sus virtudes; si logrará procurarse un lugar de respeto o, por el contrario, sucumbirá a las tentaciones de la vulgaridad. No sabemos qué camino tomará: el del bien o el del mal, el justo o el torcido. Ojalá que, lejos de atenerse a lo que la propia realidad le dicta, pueda librarse de los estorbos y sacarse de encima el peso que nos impide a los demás perseverar en la decencia y la honestidad… Sin embargo, esto es cada vez menos probable en un mundo que, como ya se ha dicho, parece caerse a pedazos junto con todos los que lo habitamos. Los principales peligros a los que se enfrenta un joven en nuestra sociedad son: la sexualidad desenfrenada, la METAPOLÍTICA

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SOCIEDAD SECRETA | LOBSANG CASTAÑEDA

vertiginosidad de la moda, la facilidad que tienen las malas costumbres para arraigar más rápido en la personalidad, el descuido, la ignorancia, la apatía, la falta de carácter, el rechazo del arte, la intranquilidad, la indiferencia frente a las grandes manifestaciones del espíritu, el afán utilitarista que ve a los seres humanos sólo como mercancías disponibles, la contaminación ambiental, la seducción del poder, la frivolidad, la banalidad, la fascinación por la apariencia, el olvido de lo sencillo, de la educación, de la aristocracia intelectual, de la cultura. Consecuencias de dichos peligros son: la estupidez, la ignominia, la esclavitud, la miseria interior, la podredumbre, la baja estima, la esclavitud, la sumisión, la servidumbre voluntaria. Hoy más que nunca resulta necesario encaminar a nuestros adolescentes por la vía de la rectitud y la crítica. Hoy más que nunca hace falta hacerlos conscientes de los riesgos que están por enfrentar. Hoy más que nunca hace falta sacarlos del error, orientarlos, alejarlos del absurdo. Se trata de que nuestros jóvenes no sean ceros a la iz-

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quierda. De que sepan diagnosticar la realidad para mejor protegerse de ella. De que sean implacables frente a la carencia, severos frente a la displicencia, duros frente a la estupidez. Eso es lo que en verdad debemos “festejar” en momentos como este: la posibilidad de ser estrictos, insobornables, rigurosos con lo que nos rodea… Exhortemos, entonces, no sólo a esta joven sino al resto de la muchachada a no caer en sentimentalismos, a ser cada vez más fuertes, a castigar siempre a los transgresores de la ley… Esa es la única forma de vida digna en un mundo que se cae a pedazos. Eso es lo que hace de este momento, además de algo jubiloso, algo útil o necesario. Porque en realidad no estamos en una fiesta o en una verbena sino en una ceremonia de iniciación, en un ritual que busca, de la mano de la juventud, una cura, un remedio, un brebaje, una medicina para la crisis por la que estamos pasando. ¡Alcemos nuestras copas, sí, pero con responsabilidad! ¡Brindemos, sí, pero mesuradamente y no tanto por esta joven sino por la esperanza que ha nacido con ella! ¡Salud! 


UNA TEMPORADA FLOTANTE

PERDIDOS DESPUÉS DE

Lost

Luigi Amara*

E

s por miedo a que la conversación decaiga. Por ese malestar, con frecuencia parecido al pánico, que se produce cuando un hueco de silencio crece hasta convertirse en un abismo, una fractura en medio de lo que hasta entonces parecía bien plantado y estable. A pesar de que tal vez bastaría cualquier gracejada para salir al paso, la falta de palabras nos mortifica y desorienta, nos hace trastabillar; de pronto todos los presentes nos hemos puesto pálidos, desencajados y, lo más alarmante, sin un tema salvador bajo la manga, como si cada quien estuviera contemplando en sus adentros la posibilidad de arrojarse por la ventana. No es un ángel ni un fantasma lo que cruza cuando todos permanecemos callados: es el escalofrío funeral de cuando ya no nos queden palabras en la boca. La televisión, más que un artefacto para pasar el rato, más que una caja de publicidad o un simulador de compañía, es un esfuerzo gigantesco para que la conversación no decaiga. Hablar de lo que se ha visto por televisión, casi constatar que los otros han pasado la tarde viendo los mismos programas, en eso radica su “magia”. No en las horas lánguidas y un tanto anticlimáticas que pasamos absorbidos por el sofá, no en el fastidio de baja intensidad saltando de un canal a otro en busca de un escape duradero, sino en la estela de referentes compartidos, en la creación de una comunidad frente a la fogata gélida del horario estelar. Si hubo un tiempo en que los hombres se reunían para contarse historias alrededor del fuego, si alguna vez acostumbraron discutir los asuntos de la polis en la plaza pública, hoy nos reunimos para comentar el último capítulo de Lost. Incluso es probable que la narrativa incoherente y disparatada de ésta y otras series recientes, llenas de cabos sueltos y elementos sobrenaturales, osos *

Ciudad de México. 1971. Poeta y ensayista. Fundador de La Tumbona Ediciones. Uno de sus más recientes libros es Sombras Sueltas (México, El Equilibrista/UNAM, 2006).

polares en la jungla o fantasmas asesinos, haya sido dictada por cierta sed especulativa innata en el ser humano, una sed que, por encima de todo, precisa de una buena provisión de pistas, de rastros por seguir en tribu, aunque a la larga no conduzcan a nada. Mientras más enrevesada o inconexa y tal vez arbitraria sea la historia, más tela de donde cortar durante la sobremesa. —¿Y la verosimilitud? — Una superstición anticuada. Recuerdo que en los años noventa llegó a ser un éxito arrollador la pizza “Twin Peaks”, bautizada en honor de la serie pionera de David Lynch. No estoy seguro de que incluyera ingredientes especiales —setas del bosque donde supuestamente se encontró el cadáver de Laura Palmer—, pero como nadie estaba dispuesto a perdérsela un instante preparando un maldito sándwich, las entregas a domicilio alcanzaron su apogeo. Los únicos que no comentaban al día siguiente los pormenores del capítulo eran los repartidores de pizza. Y, bueno, yo. Cualquiera sabe lo que se siente estar marginado de la conversación, sin referentes comunes, la mente como un kleenex que distraídamente estrujamos con la mano, esclavos de esa sonrisa idiota del que se ha quedado sin sarcasmos. En mi caso, sin embargo, nunca había sentido la exclusión de forma tan abrumadora como cuando todos mis amigos y enemigos, mi novia y mis ex novias, se habían mudado imaginariamente a ese pueblo maderero en la frontera entre Estados Unidos y Canadá. Entonces descubrí lo que es oír hablar de la mano de dios de Maradona y creer que está pintada en la Capilla Sixtina, el bochorno de enfrascarse en un debate sobre el color de los ojos de Madame Bovary y preguntar si usaba pupilentes. Aunque ya no tengo forma de reproducirla, todavía conservo la caja de videocasetes VHS con la serie completa de Twin Peaks que compré para ponerme al corriente y no vivir como un afásico televisivo, como un pálido ausente conversacional. Quizá porque las salas de cine están demasiado vacías para garantizar un suelo firme común, o porque METAPOLÍTICA

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SOCIEDAD SECRETA | LUIGI AMARA hablar de libros o de obras de arte suele deparar una experiencia sobrecogedora de solipsismo, la televisión, lo que pasa y está sancionado por ella (partidos de futbol, aviones cayendo sobre edificios, series interminables y disparatadas), ocupa el sitio de lo que antes llamábamos, quizá un tanto pomposamente, la cultura. A nivel formativo, la lógica unidireccional de la tele, que apenas admite réplicas —y que tal vez por ello pone constantemente en escena discusiones y diálogos—, se compensa con las mesas redondas improvisadas que a cada momento se forman en el café de la esquina o en el receso para fumar. Allí es donde la televisión se socializa y cobra todo su sentido como algo más que “mero entretenimiento”. Allí es donde las ocho horas vagamente culpables frente a la pantalla adquieren más importancia que cualquier experiencia vivida, donde toda una adolescencia patética y solitaria se redime a la hora de citar sin un parpadeo a los guionistas del programa piloto de Friends. Hace unos años, eran muy pocos los que se atrevían a ensalzar la estatura artística de las telenovelas, pero hoy es de lo más frecuente defender que las series de televisión, de Six Feet Under a Lost, y de The Wire a Flashforward, son los artificios más complejos y refinados que ha dado la civilización en los últimos tiempos, o que por lo menos son “el mejor cine” que se está haciendo hoy (que Carlos Monsiváis se estremezca ante una telenovela como El maleficio es comprensible y hasta cierto punto obligado, en vista del personaje que construyó de sí mismo, pero que Javier Marías, cinéfilo de la vieja guardia y escritor todavía a máquina compare Los Soprano con la Comedia humana es, por decir lo menos, sumamente revelador). Incluso he llegado a escuchar que si Mozart y Lorenzo da Ponte hubieran vivido en esta época no habrían compuesto óperas sino series para el canal de Sony. La exageración vale precisamente en cuanto impide que la conversación decaiga, pero es muy poco probable que, dentro de doscientos años, cuando todas las salas de ópera hayan sido demolidas y la televisión por hologramas haya casi sustituido al acto de soñar, el Dr. House sea más recordado que, por ejemplo, Don Giovanni. Ni siquiera creo que Tony Soprano vaya a tener mayor peso ontológico que Don Corleone, mayor contextura simbólica o fuerza iconográfica. Formalmente, en términos de montaje, concepción artística, fotografía, actuación, etcétera, y ya no se diga en la cauda de asociaciones y recuerdos que ha dejado en mi cabeza, El padrino me parece muy superior a su descendiente televisivo. Ya sé que esto último puede sonar a cosa de la edad, a METAPOLÍTICA

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una trampa de la nostalgia; pero quizá solo haya una cosa que envejezca más rápido que el periódico de ayer, y ese algo son las series de televisión, demasiado ancladas a un momento determinado, a esas “temporadas” en las que todos hablan de ellas. ¿Qué sería de una serie sin el eco de comentarios e hipótesis, sin los foros de discusión y los finales paralelos y conjeturales que estruendosamente genera? El hecho de que las series sean concebidas en entregas es crucial no sólo desde el punto de vista de su estructura y comercialización, sino de su riqueza semántica, pues la expectativa compartida y el asedio a un misterio común es lo que les insufla cierta vida. Si en la trama hay un enigma, lo decisivo es que lo hayamos presenciado simultáneamente; así discutiremos hasta el fin de los tiempos (es decir, hasta el decepcionante desenlace), cómo diablos pudo ocurrir, quién fue el asesino. Discrepo de que se hable de los programas porque sean buenos; son buenos gracias a que la conversación los anima y levanta. Al fin y al cabo, no importa cuál sea la programación, siempre se habla de la serie en turno. Hay quien se pregunta con toda seriedad si las inconsistencias argumentales de Lost (y, mucho antes, las de Twin Peaks) no representan un cambio de paradigma narrativo, un viraje sin precedentes en lo que entendemos por contar una historia. De ahora en adelante, aseguran, las historias se sostendrán más sobre giros inesperados que sobre el desarrollo dramático, y menos sobre la relojería del clímax que sobre la confusión deliberada de los espectadores. Pero creer que la falta de ilación se volverá la norma equivale a creer en la falacia de que un día las mentiras llegarán a ser más importantes y numerosas que la verdad. Por más que los guionistas de las grandes cadenas supongan lo contrario, no se puede fundar una religión alrededor del deus ex machina. Acorralado por el lanzamiento de la nueva serie Flashforward, he vivido en carne propia una fractura en el tiempo —por un momento pensé que mi cerebro se desmoronaba como una figura de migajón—, y durante 137 segundos entreví mi futuro, me vi a mí mismo dentro de seis meses, pálido, desencajado, ausente, presenciando cómo todo el mundo comentaba los últimos episodios de la serie Flashforward, cómo manoteaban y alzaban la voz y se desgañitaban por resolver el misterio. Yo estaba allí, en medio de toda esa agitación más bien histérica o desesperada, como un condenado en su campana de cristal, pensando, con más desgana que un genuino afán aguafiestas, si no sería mejor que, al menos por una vez, la conversación finalmente decayera. 


LA JAULA DE LOS CUYOS

EL

pederasta

Y SU CEREBRO Enrique Soto Eguibar*

El hombre en su miserable confusión, levanta con la mente complicadas arquitecturas y cree que aplicándolas con rigor conseguirá poner orden al tumultuoso y caótico latido de su sangre. Álvaro Mutis, La muerte del estratega

L

os acontecimientos obligan. Reflexionar sobre la conducta sexual, la heterosexualidad, la homosexualidad, la pedofilia1, la violación, tratar de imaginar qué nos lleva a comportarnos de una u otra manera, de entender sin prejuicios (no quiere decir que sin un juicio crítico finalmente), para poder imaginar las causas y eventualmente soluciones a asuntos que hoy percibimos como problemas sociales. Decir que las causas son de orden social, psicológico o biológico no aporta nada. Se requiere una confluencia de reflexiones y evidencias que permitan entender, juzgar críticamente cuando es el caso y finalmente, de nuevo cuando sea el caso, aplicar la ley. La pedofilia consiste en la excitación o el placer sexual derivados principalmente de actividades o fantasías sexuales repetidas o exclusivas con menores prepúberes (en general, de 8 a 12 años). A continuación, algunas ideas sobre la neurobiología del sexo y la pedofilia. *

Profesor titular del Instituto de Fisiología de la BUAP. Pedofilia: un tipo de parafilia que consiste en la excitación o el placer sexual derivados principalmente de actividades o fantasías sexuales repetidas o exclusivas con menores prepúberes (en general, de 8 a 12 años). 1

SEXO Y CEREBRO

Las hormonas sexuales causan una diferenciación significativa no solo en el cuerpo, sino que también juegan un papel fundamental en el desarrollo de distintos circuitos neuronales, lo que determina diversos aspectos conductuales relacionados con la reproducción y la sexualidad. Diversas evidencias indican que el cerebro del hombre y el de la mujer son en algunas regiones ligeramente diferentes. Esto que algunos pensarán es una verdad de perogrullo tiene un significado trascendental, ya que en el fondo desconocemos el verdadero significado funcional de estas diferencias —si se llegan a corroboran de forma confiable— y su influencia en los procesos cognitivos. Por ejemplo, existe evidencia de que la asimetría cerebral es mayor en los hombres que en las mujeres. Las mujeres tienen un desempeño superior en la esfera verbal; los hombres, por su lado, parecen verse favorecidos en tareas espaciales, lectura de mapas, solución de laberintos, rotación mental de objetos. Estas diferencias son significativas hasta la madurez, pero ¿qué importancia tienen?, ¿quiere decir que hombres y mujeres percibimos las cosas de formas radicalmente diferentes, o simplemente estamos ante diversas soluciones que conducen a resultados similares?, ¿cómo saberlo?, ¿son estas diferencias debidas a factores genéticos, culturales o de crianza?, ¿estudios futuros con mejores controles permitirán corroborarlas?, ¿ son solo debidas a la influencia de las diferencias individuales que existen en todos nosotros independientemente del sexo? METAPOLÍTICA

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SOCIEDAD SECRETA | ENRIQUE SOTO EGUIBAR Si bien las hormonas sexuales influyen en la conducta de los individuos, queda abierta la pregunta respecto de las preferencias sexuales hacia uno u otro sexo. Como sea, parece que las hormonas sexuales juegan un papel facilitador, aunque este no es para nada determinante de preferencias sexuales. Quizá en relación a conductas reproductivas lo más preciso e interesante sean los hallazgos relacionados con la influencia de la vasopresina y la oxitocina en la formación de vínculos de pareja y el despliegue de conductas relacionadas con el cuidado de las crías. En este caso pareciera bien demostrado que la producción de vasopresina en los machos, y de oxitocina en las hembras, asociada a la conducta de apareamiento, determina, al menos en los animales, la formación de vínculos entre parejas. Por otra parte, la expresión de receptores a vasopresina y oxitocina en determinadas regiones del cerebro determina en gran parte la conducta de crianza por parte de ambos sexos. Son investigaciones cuyas implicaciones aún están por demostrarse fehacientemente entre humanos.

CONTROL DE L A CONDUCTA SEXUAL

Se ha reportado que los ancianos muestran un aumento persistente en el número de ofensas sexuales hacia los menores. La pedofilia, pederastia y sodomía se encuentran frecuentemente entre las conductas sexuales de los ancianos, cuya sexualidad nunca, o raramente, se dirige a mujeres u hombres adultos (Hader, 1966). ¿Cómo olvidar Muerte en Venencia de Visconti? En los últimos años se ha encontrado un aumento significativo en la incidencia de parafilias, aunque existen muy pocos estudios médicos relacionados con este fenómeno. A pesar de que los estudios sobre el origen de la pedofilia han atendido primariamente a la experiencia social y crianza de los sujetos, hallazgos neuropsicológicos indican que los pedófilos difieren significativamente en diversas funciones cerebrales y en su estructura cerebral respecto de los no pedófilos. Se ha encontrado que la mayor parte de los pedófilos tienen un bajo coeficiente intelectual, bajo rendimiento en pruebas de memoria visuoespacial y verbal, existe entre ellos además una especialmente alta tasa de sujetos zurdos; un número importante tiene el antecedente de haber sufrido, cuando niños, traumas craneanos con pérdida de la conciencia. Igualmente se puede identificar que con alta frecuencia muestran un historial de bajo rendimiento escolar METAPOLÍTICA

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(Cantor y cols., 2008). En dos casos bien estudiados se encontró atrofia de células piramidales en el hipocampo. Los cambios en esta región fueron similares a los que se encuentran luego de un estrés persistente o de la administración crónica de hormonas glucocorticoides (Casanova y cols., 2002). Las teorías neurobiológicas sobre el origen de la pedofilia caen en dos grandes categorías: 1) Las que proponen una falla en el control ejecutivo del cerebro asociado a una disfunción de la corteza frontal y desinhibición conductual, ya que, como se sabe bien, la corteza prefrontal juega un papel fundamental en el control de nuestras conductas y, sobre todo, en el análisis de las consecuencias de nuestros actos; 2) Las que proponen que se trata de una disfunción en regiones temporales y límbicas con alteraciones en las regiones cerebrales profundas implicadas en el control de la conducta sexual. Las primeras se sustentan en que los ofensores sexuales tienen bajo rendimiento en pruebas de control ejecutivo como las de asociación verbal, retraso de gratificaciones, la prueba de ordenación de cartas Wisconsin, etcétera. En contraste, las teorías relacionadas con disfunción límbico-temporal se sustentan en la frecuente asociación entre epilepsia del lóbulo temporal y parafílias, y entre lesiones de dicho lóbulo e hipersexualidad, como es el caso del síndrome de KlüverBucy. Recientemente se han propuesto hipótesis que incorporan ambos componentes, tanto el frontal de control ejecutivo con desinhibición conductual, como el del control límbico y temporal que perturba el impulso sexual (Cantor y cols., 2008). Desde el punto de vista terapéutico es claro que, independientemente de la intervención que se realice, las preferencias sexuales de los pedófilos no se van a modificar, de la misma manera que no es posible, con terapia, modificar las preferencias sexuales de un heterosexual o de un homosexual. Entonces, las intervenciones legales y terapéuticas deben tener claro este hecho. Un pedófilo será pedófilo hasta el día de su muerte; esto no quiere decir que necesariamente vaya a realizar actos ofensivos contra niños (es decir, cruzar la frontera entre la pedofilia y la pederastia), ya que ello claramente depende de la oportunidad y del impulso sexual, y ambos pueden intervenirse socialmente: el impulso sexual, mediante el uso de antiandrógenos o mediante la castración (a la cual se recurre actualmente en Holanda y Alemania); la oportunidad, alejándolo de los niños e impidiendo que pueda encontrarse a solas con algún


EL PEDERASTA Y SU CEREBRO | SOCIEDAD SECRETA menor objeto de su deseo. Luego, el hecho de que se siga sintiendo sexualmente atraído y excitado por los niños es irreversible y estará engramado profundamente en su cerebro. Esto no quiere decir que todos los ofensores de niños sean pedófilos. Se puede demostrar mediante estudios falométricos que permiten medir de forma objetiva la respuesta sexual que despierta un niño o un adulto, que entre el 40-50% de los ofensores sexuales de niños no son pedófilos. En Estados Unidos, por ejemplo, el 50% de los ofensores de niños son casados. En estos casos se trata, simplemente, de delincuentes que se encuentran frente a una extraña oportunidad de transgredir sexualmente. Esto último hablando desde la perspectiva del diagnóstico de sus preferencias sexuales. En este sentido, se suelen distinguir dos tipos de pedofilia, una primaria o esencial, arraigada en el sujeto, y otra (u otras) secundaria, que aparecería motivada por factores circunstanciales (Wikipedia, 2010). Desde el punto de vista legal, en países europeos y en los Estados Unidos una vez basta para irse a la cárcel y recibir el estigma social (Seto, 2009). Independientemente de cuestiones de orden legal, existe también la posibilidad que los pedófilos sean tratados como sujetos dignos de cierta conmiseración en vez de ser individuos simplemente detestables cuyos impulsos sexuales atípicos requieren de tratamiento y vigilancia especial y no necesariamente el ostracismo social que reciben los transgresores no pedófilos. Sé que lo anterior no gustará a muchos, espantará a otros, hará imaginar a algunos más que yo defiendo a criminales. Solamente estoy reflexionando e invitando a reflexionar, a imaginar algo que a los no pedófilos nos resulta incomprensible y horroroso y, por tal motivo, castigamos con ira

CLÉ RIGOS, POLÍTICOS Y FISIÓLOGOS

El problema de la pederastia entre los clérigos católicos ha sido un foco de preocupación social desde 1985 (Jenkins, 1996). La dimensión social del problema en México ni la imaginamos. Según datos de la Conferencia Episcopal en los Estados Unidos (A Report on the Crisis of the Catholic in the United States. Established by the United States Conference of Catholic Bishops, 2004) entre obispos, curas, diáconos, etc., de 1950 a 2002 fueron acusados de abuso 4,932 (¡el 4% de los miembros de la Iglesia en esos 52 años!). Estos datos, muy probablemente subestimados por la Iglesia, constituyen lo

que genuinamente se denomina una crisis social que no ha recibido la merecida atención y que, seguramente, es mucho mayor en México. Eso que todos —excepto “la jerarquía” católica— sabíamos, se refiere exclusivamente a los casos extremos de pederastia; nada se ha dicho de las relaciones sexuales entre hermanos en el seminario y en las distintas órdenes de la grey católica, ni de los abusos a las monjas y hermanas, a quienes bien sabemos se les ha mancillado históricamente. La pregunta abierta desde hace años es si la estructura misma de la Iglesia católica predispone a que los clérigos tengan una especial tendencia a abusar de los niños. El celibato obligado, los años de formación en el seminario, la estructura burocrática piramidal de la Iglesia, el alto aprecio moral y social que reciben los clérigos que les lleva finalmente a pensar erróneamente que todo lo que hacen es correcto, seguramente contribuyen a perturbar su autocrítica. Un análisis de la pedofilia por el ex clérigo Eugene Kennedy sugiere que los curas gravitan hacia los niños varones porque ellos mismos son “niños” en su sexualidad. Finalmente, el ocultamiento y el secretismo que la institución ha ofrecido a favor de los clérigos pederastas en contra de sus víctimas ponen a la Iglesia en jaque y revelan la falsedad de todo el sistema moral y de creencias que ha fundado. Finalmente, el encubrimiento que la institución dio a los clérigos pederastas, sin reconocer los reclamos de sus víctimas, revela la falsa y doble moral en que se sustenta la Iglesia católica. ¿Quién cree hoy en los clérigos católicos? Además, tal como ha declarado el Papa, son simplemente hombres como cualquier otro. ¿Entonces de dónde les viene la superioridad moral que se atribuyen? Hace mucho que la sociedad moderna no conocía un caso de perversión al extremo del de Marcial Maciel, quien pregonaba en favor de la vida, contra el aborto, contra los homosexuales, en favor de la moral cristiana, etcétera. Fundó una de las órdenes más conservadoras y ricas de la Iglesia (según El País, su patrimonio es de 25,000 millones de euros, algo similar a la fortuna de Carlos Slim. Camarena, 2010), mientras, como líder espiritual, abusaba incluso de sus propios hijos. No quepa duda: hoy en día, nada queda de la autoridad moral de la Iglesia católica. Sea cual sea el origen de comportamientos atípicos como el que nos ocupa, choca bastante la hipocresía de la sociedad. Un caso notable en este sentido, aparte del ya mencionado de Marcial Maciel, es el de Daniel Ortega, actual presidente de Nicaragua y líder del FSLN: él tenia METAPOLÍTICA

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SOCIEDAD SECRETA | ENRIQUE SOTO EGUIBAR 34 años y su hijastra 11 cuando abusó de ella. El testimonio de ella puede leerse en: http://www.sandino.org/ zoila.htm. Lo sorprendente es que después de conocerse esta acusación fue electo presidente de Nicaragua, a pesar de que él, tácitamente, aceptó su responsabilidad. Curiosamente, Daniel Ortega ha pasado a ser un ferviente siervo de la Iglesia católica. Rosario Murillo, actual esposa de Daniel Ortega y madre de Zoila América (la víctima), para justificar la anulación del aborto terapéutico en Nicaragua, explicó: “… pensamos que los valores religiosos son el consuelo, el amparo; la fe es la forma en que los seres humanos encontramos la paz; los valores religiosos son la fortaleza que necesitamos para lidiar con la vida cotidiana, que ha sido en los últimos tiempos suficientemente dura.” De qué nos sirve el cerebro si tenemos el pene, dirá el buen Daniel Ortega. ¿Qué le vamos a hacer? Así es el mundo, y los políticos se regodean con nuestra falta de inteligencia social, corta memoria y pasividad. Finalmente y pensando en la neurobiología del sexo, no puedo dejar de remitirme al famoso neurofisiólogo Daniel Carleton Gajdusek, estudioso de la enfermedad neurodegenerativa —Kuru— de los indígenas de Nueva Guinea. Gajdusek descubrió que la causa residía en lo que denominó virus lentos, que posteriormente Stanley Prusiner demostraría son los priones responsables de la enfermedad de las vacas locas (encefalitis espongiforme bovina). Gajdusek recibió el premio Nobel en Fisiología y Medicina en 1976, fue arrestado en 1996 por ejercer la pederastia justamente con alguno de los jóvenes de Nueva Guinea que tomó bajo su protección. Tras aceptar su culpabilidad fue condenado a 19 meses en prisión y 5 años de libertad condicional. Curiosamente, entre las tribus que estudió Gajdusek, la usanza era que los varones jóvenes fueran amancebados con adultos varones con quienes tenían relaciones homosexuales hasta la madurez, etapa en la cual pasaban a vivir con alguna mujer de la tribu. Imagino que en los años de estudio, Gajdusek se vio influido por la forma de vida de los papúes y adoptó sus costumbres tomando algún mancebo para sí. Terminada

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su investigación los llevó a vivir al mundo occidental, donde los mancebos se adaptaron y tomaron las costumbres propias de Occidente. Finalmente lo denunciaron. Este es el cuento que he decidido denominar “Reverse transculturalization”. Y cualquier parecido con una telenovela mexicana es pura casualidad. El documental de la BBC The Genius and the Boys, de Bosse Linfquist (2009), trata sobre este asunto. Finalmente, e independientemente de curas y fisiólogos, me queda una pregunta: ¿Cuántos hay? ¿Qué tan frecuente sucede que hombres o mujeres abusen de menores? Lamentablemente la respuesta es: mucho más frecuente de los que imaginamos; alcanza, como ya dijimos, al menos el 4% de los miembros de la Iglesia Católica y no hay datos precisos en la población en general. Pero se sabe que entre 6 y 13% de los menores de 12 años ha sufrido alguna forma de abuso sexual en su vida. 

REFERENCIAS

“Camarena S. Maciel y sacerdotes de la Legión repartieron sobres con dinero en efectivo y dieron regalos a oficiales de la Curia”, El País, 04/09/2010. Casanova, M. F., G. Mannheim y M. Kruesi (2002), “Hippocampal Pathology in Two Mentally Ill Paraphiliacs”, Psichiatry Research, núm. 115, pp. 79-89. Hader, M. (1966), “Homosexuality as Part of Our Aging Process”, Psychiatric Quarterly, núm. 40, pp. 515-524. Jenkins, P. (1996), Pedophilies and Priests: Anatomy of a Contemporary Crisis, Oxford University Press. Kennedy E. The Unhealed Wound: The Church, the Priesthood, and the Question of Sexuality. Seto M. C. (2009), “Pedophilia”, Annual Review of Clinical Psychology, vol. 5, pp. 391-407. Wikipedia. Pedofilia, http://es.wikipedia.org/wiki/ Pedofilia Wikipedia. Catholic sex abuse cases: http://en.wikipedia. org/wiki/Catholic_sex_abuse_cases(consultada el 15 de abril de 2010).


IMPRENTA PÚBLICA

“Siempre he creído que los libros escriben sus propias biografías al margen de sus autores.” Luis Jorge Boone


DÍAS EN PAÍSES

ajenos

.

LA ESCRITURA DE AURA ESTRADA Luis Jorge Boone*

[Aura Estrada, Mis días en Shanghai, México, Almadía, 2009.]

I a escritora Aura Estrada nació en Guanajuato en 1977, y creció en la Ciudad de México. Cursó la licenciatura en letras inglesas y la maestría en literatura comparada en la UNAM, así como estudios en la Universidad de Texas y en la Brown University. En 2003, con una beca de la fundación Fulbright, entró al doctorado del Departamento de Español y Portugués; tres años más tarde ingresó en la maestría en creación literaria del Hunter College, donde contó con una beca Hertog para ser asistente de investigación de la premio Nobel Toni Morrison. Colaboró en Letras Libres, DF, Gatopardo, Bookforum y The Boston Review.

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Escritor. Su más reciente libro es La noche caníbal (México, FCE, 2008). METAPOLÍTICA

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Aura Estrada falleció el 25 de julio del 2007, en la Ciudad de México, a consecuencia de un accidente en una playa de la costa del Pacífico. Para honrar la memoria de su esposa y dar a conocer una obra que, a pesar de estar en ciernes, empezaba a dar sorprendentes frutos, el novelista Francisco Goldman emprendió dos tareas encomiables, que auguran resultados duraderos. En primer lugar instauró el Premio Aura Estrada, un reconocimiento bianual que será entregado a una narradora menor de 35 años, consistente en un estipendio aproximado de 10 000 dólares y tres residencias en colonias de escritores en Italia y Estados Unidos. Por otro lado, entre las decenas de manuscritos y archivos que Aura tenía terminados y en proceso, Goldman realizó una selección de la que finalmente emergería Mis días en Shanghai —libro en el que participé como editor—, fruto de las reuniones e intercambios de puntos de vista entre el autor de Marinero raso y quien esto escribe. Enseguida, transcribo el texto que escribí para la presentación del volumen —en la Feria del Libro de Oaxaca—, en el que ofrezco un relato del proceso vivido, y un retrato de mis impresiones acerca de la escritura de esta autora desafortunadamente desaparecida. II La selección que compone el índice de este libro se realizó de entre más de un

centenar de escritos misceláneos. Así que recorrer cuentos, ensayos, poemas y fragmentos varios —reconociendo en todos ellos, como el cuento de Borges, la imagen de la cara de alguien a quien yo nunca había conocido— se imponían como el método de trabajo. Di un primer vistazo al material, para presentármelo y presentarme con las cuartillas ajenas; una suerte de acercamiento inicial, de reconocimiento bilateral. Pronto me di cuenta de que esta sería realmente una aventura intelectual, un placer inesperado para el lector, un hallazgo para el editor. El trabajo compartido con Francisco Goldman, lector privilegiado de Aura, fue uno de los aspectos más enriquecedores del proceso. Las reuniones que sostuvimos fueron charlas donde compartíamos el entusiasmo por una escritura de la que teníamos distintos acercamientos, pero en la que compartíamos el gozo. Ver a través de sus ojos la obra de la joven autora me pareció una lección de enfoque y la garantía de que estábamos —estamos— ante una promesa que sabe cumplirse entre las páginas. El futuro le auguraba a la autora libros importantes —además de un lugar central en su generación—; la prueba es el volumen Mis días en Shanghai. Textos fragmentarios aunque concentrados, misceláneos y decididamente afines, componen el retrato múltiple de una autora que hacía converger, como pocos, materiales de distintas procedencias, cuyo collage final resultaba en un mundo paradójico y humorístico, cuyas texturas evidentes y ocultas provocaban la perplejidad, el asombro y la reflexión en sus personajes. Aura tenía una gran capacidad para ir de un registro a otro sin perder el control de sus ficciones. En ella, la libertad, la experimentación, no son conceptos excluyentes del rigor. Es notable el empeño que la autora ponía en su trabajo. Sus ensayos literarios, agudos y amenos, despiertan nuestra curiosidad hacia aspectos novedo-


DÍAS EN PAISAJES AJENOS | IMPRENTA PÚBLICA sos de autores clásicos y contemporáneos. A medida que tuve oportunidad de cotejar las distintas versiones de los textos en los que trabajaba Aura, fue siendo evidente para mí que no escatimaba trabajo para apreciar a cabalidad los tratamientos que podían dotar a sus historias de apariencias distintas. Recorrer los avatares de un cuento ofrece sin duda un mapa de los procesos del escritor, y tengo por seguro que ella tenía en mente el 90 por ciento de esfuerzo que se necesita para dar con el 10 por ciento fortuito de que se compone la verdadera literatura. Costumbrismo pop, relatos fantásticos, escenas sueltas narradas con una prosa de relieves sorprendentes y planicies detalladas, reflexiones de una autora que buscaba en sus maestros el camino personal, ficciones repentinas que no se agotan en sus escasas líneas de duración. Me parece que las principales virtudes con que esta escritura me sedujo son, en primer lugar, su prosa. La escritora no se daba descansos ni permisos: cada párrafo concentra al menos una sorpresa y un motivo para continuar compartiendo las observaciones de un testigo agudo, un narrador que no desperdicia su tiempo ni el del lector —y ataca: va directo a la observación inteligente, al juego seductor, al misterio sin falseos—, capaz de crear la necesidad de seguir los zigzag con que sus líneas apresan las experiencias humanas. La segunda es su sentido del humor. La narrativa de nuestro país viste de negro —de azul marino, cuando el día es claro—. Aura poseía una vena ibargüengoitiana que no le vendría mal a nuestras letras conservar y valorar. La autora desarma las convenciones sociales, la moneda corriente de los lugares comunes de la vida, las reglas sociales, lo consabido, los prejuicios, para presentarnos el lado más delgado de nuestras certidumbres: uno sonríe, se ríe con su mirada crítica, el comentario ácido, la burla ilustrada que contrapuntea sus historias, tragicomedias

donde nadie sale ileso. Esa capacidad de aligerar lo solemne y lo amargo. Su sentido del humor único. Al leer los textos, además del gozo lector y las variables editoriales que dirigían mi lectura, sentí cierta pena. Sabía que, al detener mi lectura, no volvería a tener ante mí el manuscrito de una autora que me tenía en sus manos. No habría regreso a esa imaginación. Aventuro que Aura hubiera sido una escritora de esas a las que los editores agradecen el envío de sus manuscritos: uno está seguro de que deparan sorpresas y placeres. Pero este material, me decía también, presenta un

EL VIAJE

retrato suficiente. La silueta de una voz que nacía ya con personalidad y fuerza. Hay laberintos, calzadas, puentes, breves paisajes. Son el resumen de un país. Estoy seguro de que Mis días en Shanghai representará además de una lectura poco común y una materia fascinante, un punto de partida para otros escritores y otras escritoras que hayan emprendido desde ahora la búsqueda de sí mismos. Siempre he creído que los libros escriben sus propias biografías al margen de sus autores. Aura Estrada ya se encontraba en el camino de encontrarse. Preparaba, de espaldas a sí misma, esta sorpresa. 

inmóvil

Anuar Jalife*

[Andreas Kurz, Cratilismo. De la pesadilla mimética en literatura y discurso, México, Ediciones de Educación y Cultura, 2010.]

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esulta tentador escribir sobre el trabajo de Andreas Kurz, pues

Escritor. Dirige la revista Los perros del alba.

aborda el problema de la mímesis, un tema apasionante y antiguo del lenguaje y la literatura. La cuestión es doblemente atrayente, al tratarse de una mímesis desbordada y llevada a uno de sus extremos metafísicos que es, precisamente, el cratilismo. Es difícil resistirse a un tema tan seductor. Sin embargo, las reflexiones ya han sido escritas —mejor de lo que este reseñista puede glosarlas— y vale más atender a la propia confección del libro. Sobre todo, porque el libro lo exige, pues manifesta una voluntad abierta y recurrente por experimentar con su discurso, por conducirlo por caminos, muchas veces poco ortodoxos, pero más apropiados al momento de aproximarse a ciertas realidades de las que el discurso académico es incapaz de dar cuenta. Partiendo del famoso diálogo platónico, “Cratilo o del lenguaje”, Kurz se METAPOLÍTICA

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IMPRENTA PÚBLICA | ANUAR JALIFE permite examinar distintos episodios en la historia de dos concepciones del lenguaje enfrentadas: la de Hermógenes, quien piensa que las palabras son producto de la arbitrariedad y la convención, y la de Cratilo, quien, por el contrario, cree que entre las palabras y sus referentes media una relación natural o mimética. Lejos de los ojos de Platón, la discusión entre ambos se prolongó aquella noche en Antenas, tan largamente que continúa hasta nuestros días. Kurz, se suma a las voces que participan en ella. Para esto, el autor se ve en la necesidad casi higiénica —como el cirujano que esteriliza sus instrumentos antes de la incisión— de examinar primero su propio discurso, ya que ¿cómo se puede escribir un libro sobre el lenguaje sin echar una mirada al propio? En el “Preámbulo”, calificado por el propio autor como una “payasada”, se crítica, se delimita y se hace mofa del propio espacio de la enunciación: el ensayo. Kurz discute con teóricos, como Genette, representantes del encasillamiento taxonómico de la teoría literaria —aparentemente inútil a la hora de clasificar al centauro— pero también con creadores, como Vivian Abenshushan quien —como lo harían Heriberto Yépez, Rafael Lemus, Nicolás Cabral, entre otros— define al género en una apertura tan grande que éste parece correr el peligro de extraviarse. Kurz no puede resistir la tentación de introducirse en este bosque de definiciones y perderse en la pesquisa del centauro. Logra salir de la mano de un padre aparentemente insuperable, Montaigne, con un par de definiciones provisionales que, sin embargo, le darán las marcas para la confección de su propio texto: “Quizá sea esto el ensayo: el flujo libre de la conciencia, la técnica de Joyce que, a cada instante, inventa y deshace el lenguaje, inventa y deshace al personaje, inventa y deshace al mundo”. METAPOLÍTICA

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Así pues, las páginas de Cratilismo deben ser leídas como un movimiento doble de invención y desmoronamiento, no tanto del mundo sobre el que se escribe sino de la escritura misma que en un movimiento doble afirma y niega su propia marcha. La idea de ensayo de Kurz parece ser no la del pensador estático, en cuclillas, la barbilla sobre el puño; tampoco la del moderno que avanza siempre, ni la del pensamiento que progresa; sino la del viajero alrededor de la alcoba, la del que camina en pequeños círculos y aunque no llega nunca a ninguna parte, después de su viaje inmóvil descubre que no es el mismo. Gracias a ello, el discurso de Cratilismo es capaz de moverse entre autores y textos que conforman una lista “aleatoria y, hasta cierto grado, arbitraria”. Sin embargo, detrás del azar y la arbitrariedad, el lector puede encontrar una mirada bajtiniana que hilvana todos los temas a través de la polifonía y el carnaval. Kurz se mueve entre la tradición del viejo y el nuevo mundo, entre los canónicos y los raros, entre los discursos eminentemente literarios y los fronterizos, entre la escritura académica y los juegos del lenguaje. Se trata de una intención lúdica y abierta de la escritura ensayística que, sin embargo, reconoce claramente sus límites; esto es, de una escritura de cierto ánimo cratílico que aún se preocupa por decir algo, por descubrir algo a través del lenguaje, contra las nociones de arbitrariedad absolutas, es decir una crítica y una teoría “anquilosada en la contemplación del propio ombligo”. Este es el espejo “hermogénico” de un signo encerrado en sí mismo, incapaz de nombrar otra cosa que no sea él, de un discurso a punto de hundirse en el lago, seducido por su propia imagen. En contraparte, Kurz apuesta por la necesidad escéptica del mito en la literatura, como piedra de toque y asidero

discursivo. Aunque esto no garantice, de ningún modo, que en las calles de Cratilia —como llama Kurz a esta ciudad letrada— los peligros y los desencantos sean menos. ¿Por qué? Porque el pensamiento cratílico es necesariamente melancólico. Porque Cratilo en su tránsito por nuestra historia ha sido el artista de la bilis negra, el monje asediado por el demonio meridiano, el romántico que se hunde en los países del sueño y la poesía, el que desea siempre lo inalcanzable y el que vive con la convicción de que este mundo es metáfora de otro, metáfora que a veces se disipa y comulga con la “realidad”, como cuando nuestros labios dibujan una O para pronunciar la O, o cuando en un poema descubrimos que “hay perfumes [...] dulces como los oboes”. Cratilo quisiera derrumbar los puentes de la metáfora —como Hamman o Elias Canetti, otros personajes del libro— y encontrarse con una palabra viva, inmediata y poderosa; esa palabra anterior a Babel con la que soñaron místicos y románticos, y que todos creemos tener cuando niños, pero que también es el anhelo de los científicos contemporáneos. Ese es quizá el motivo de la gran fascinación que ha habido por el mundo de Cratilo, la del regreso a la edad dorada, que no es otra sino la del regreso a la infancia, a nuestra infancia y a la del hombre. Creer en las facultades miméticas del lenguaje es restaurar o conservar la magia de las cosas, es saberse menos solo en un mundo donde toda comunicación es producto de un arbitrario acuerdo de hombres y no el resultado de un más allá del lenguaje, que sería un más allá de nosotros mismos. El ensayo de Kurz tiene la capacidad de mostrar esa nostalgia del cratilismo y el vértigo y la frustración en las que suele desenvolverse. Hay que recordar que se trata de la pesadilla mimética; es decir, de un sueño que se corrompe, un anhe-


lo tan fascinante como imposible, una promesa que se deshace literalmente en la punta lengua. Así lo deja ver el variado catálogo de pesadillas, unas más crueles que otras, que van desde las experiencias con el ajenjo del joven modernista mexicano Bernardo Couto Castillo y la teoría de la clase ociosa de Thorstein Veblen, una canción de CriCri y un poema de Rimbaud, el monólogo de un Goethe maledicente y el caso Schreber. Para ello, Kurz mismo sumerge su escritura en el mal sueño. Otra vez el ensayo será la balsa que le permita navegar en esas aguas oscuras, las cuales atravesará disfrazado, no con la máscara que esconde sino con la que deja hablar, la personae. En unas páginas será el filólogo, el traductor, el crítico académico; en otras, las más radicales, será Goethe encolerizado y celoso, Rimbaud, furioso y lascivo, el psiquiatra Flesching humillado por el loco impuro. Se trata de este carácter juguetón, plural y abierto de la escritura que se permite ensayar distintas formas del yo, es otra vez el carácter proteico y el mundo invertido del carnaval para el que Kurz nos obsequia una invitación y un antifaz; en Showdown, el último apartado del libro, escribe: “Aumenta la tensión en el público. Todos han llegado. Cratilo, por supuesto, ocupa el lugar de honor. A su lado están Sócrates y Hermógenes. Platón se esconde tras ellos, no quiere dar la cara. Muchos alemanes están en el público: reflexionan y musitan y de pronto dicen algo que hace enojar a sus vecinos. Novalis, como niño pequeño, molesta a su compañero Hamann con la pregunta cien veces repetida de “¿Cuándo comienza, cuándo comienza?”. Goethe le da un golpe con su bastón, pero el niño Novalis no se calla. Rimbaud pregunta al Conde de la Cortina si quiere acompañarlo al baño, tiene que masturbarse antes del comienzo de la función”. 

OBEDECER, RAZONAR, MALDECIR: EL TEATRO DE

Eichmann Paola Martínez Hernández*

[Michel Onfray, El sueño de Eichmann, Barcelona, Gedisa, 2009.]

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l trabajo del francés Michel Onfray se ha centrado en reivindicar la obra de aquellos filósofos dejados al margen de la construcción de lo que se considera la verdadera filosofía y la auténtica historia de la filosofía moderna y contemporánea. Así pues, por ejemplo, en los tres tomos hasta ahora publicados de su Contrahistoria de la filosofía, los filósofos proscritos y malditos han reaparecido —como un retorno de lo reprimido— para confrontar la historia racionalista que al día de hoy muestra el gran fiasco de su modelo. Un eje que corre paralelo en el análi*

Psicoanalista.

sis de Onfray es el de la educación, tema que no sólo ha dejado y polemizado en su libro La comunidad filosófica (Gedisa, 2008), sino que ha tomado forma y encuentra su devenir acto en la Universidad Popular de Caen, Francia, donde el proceso de “aprender” está más relacionado con el hedonismo que con el espíritu racional. Ahora bien, el libro que ocupa el interés en estas páginas es El sueño de Eichmann, obra que plasma el espíritu pedagógico y hedonista de Onfray y, al mismo tiempo, nos ofrece las posibilidades creativas del filósofo francés para provocar la generación de nuevos campos de reflexión. El libro se encuentra dividido en dos partes. La primera, bajo el título “Un kantiano entre los nazis”, tenemos un ensayo que retoma la cita que hace Adolf Eichmann de Kant para su defensa en el juicio por el genocidio de judíos que se le realizó en Jerusalén en 1961. El autor encuentra, a partir de la lectura del texto que Hannah Arendt escribió sobre el caso del oficial nazi (Eichmann en Jerusalén), las herramientas para problematizar la negativa carga significante puesta sobre Nietzsche, “desde el gran público considerado cultivado hasta ciertos filósofos posmodernos perdonavidas de Mayo del 68, acompañados consecuentes del liberalismo y de los valores del catolicismo, pasando por algunos falsos avispados y extraviados verdaderos METAPOLÍTICA

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IMPRENTA PÚBLICA | PAOLA MARTÍNEZ HERNÁNDEZ [que] encuentran en el autor de Más allá del bien y del mal un promotor de la esvástica…” (p. 15). De este modo, Michel Onfray de manera breve, apasionada y artera —como es su estilo—, reivindica a Nietzsche mediante señalizaciones tanto de su obra como de su vida personal que desmarcan a este filósofo de la ideología del nacional socialismo. Acto seguido dirige su mirada hacia Kant, filósofo citado por Eichmann en el momento de su juicio, y que en opinión de Onfray se encuentra del lado políticamente correcto del pensamiento: “Kant desplegó su campamento intelectual del buen lado de la barricada, del lado donde se encuentran los que piensan bien, la gente honesta, los moralistas, los virtuosos, los puros, los auroleados, los cristianos sin sotana. La obra ética de Kant es el catecismo cristiano sin la retórica de san Sulpicio” (p. 17). La segunda parte del libro, propiamente hablando “El sueño de Eichman” (frase que también toma del libro de Hannah Arendt), constituye una obra de teatro que pone en acto, a la letra, la discusión formulada en el ensayo de la primera parte. Los personajes centrales son el oficial nazi, Kant y Nietzsche, sin dejar a Arendt, cuya presencia se revela a través de una voz en off que marca el fin de la obra. Más allá de la sorpresa de Onfray por la presencia de Kant en el juicio de Eichmann, encuentra en este hecho la oportunidad de enmarcar lo que hay de paradigmático en el juicio realizado al oficial. En el interrogatorio policial, Eichmann declara que su actuar siempre fue en concordancia a los preceptos morales de Kant, especialmente con el del deber, e inmediatamente proporciona una definición del imperativo categórico que ha guiado su actuar: “Con mis palabras acerca de Kant quise decir que el principio de mi voluntad debe ser tal que pueda devenir el principio de las leyes generales” (Eichmann en Jerusalén, p. 199). Arendt califica esta definición de aproxiMETAPOLÍTICA

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madamente correcta; para Onfray se trata de una definición correcta. He aquí, entonces, el punto de partida de la crítica al filósofo de la Crítica de la razón pura. Durante el proceso judicial al que fue sometido el oficial nazi, este mantuvo siempre el argumento de su inocencia; estaba convencido de que le estaban haciendo pagar las culpas de otros, pues él sólo cumplía órdenes: era un soldado que había prestado juramento y obedecía la ley porque era la ley. Una ley, por cierto, que se torna inadmisible y siniestra, que prescinde de la escritura y se encarna en el dictado de la voz del Fürer. Eichmann se consideraba un idealista, alguien que vivía para su idea y en aras de las ideas era capaz de sacrificarlo todo. Era un hombre de deber, el kantiano nazi —lo llamará Onfray. El discurso que construye Eichmann para su defensa deviene terriblemente contemporáneo. Por ejemplo, el oficial nazi encarna el ideal de empleado que toda empresa y Estado desearían tener: un sujeto sometido al discurso, incapaz de cuestionar regla o proceder alguno, la obediencia ciega. Es la propia Arendt quien se muestra sorprendida al conocer los dictámenes de los psiquiatras, quienes lo describen como un hombre normal; lo mismo que los religiosos que le asisten, que lo consideran un hombre con ideas positivas. Ahí donde ellos ven normalidad e ideas positivas, Arendt descubre la perversión del lenguaje: “Eichmann era verdaderamente incapaz de expresar una sola frase que no fuera una frase hecha […] No era posible establecer comunicación con él, no porque mintiera, sino porque estaba rodeado por la más segura de las protecciones contra las palabras y la presencia de otros, por ende contra la realidad como tal”. Eichmann arroja luz sobre este asunto al declarar que el único lenguaje que conoce y por el que se puede expresar es el lenguaje burocrático. Este lenguaje de lo “normal” y de las “ideas positivas” no es otro que el de la obedien-

cia, el de aquél que cedió su derecho a razonar. En este sentido, nos dice Onfray que para Kant, el uso de la razón es exclusivo de la comunidad filosófica, un funcionario, un empleado del Estado o de la religión no tiene derecho a razonar. Entonces, Michel Onfray nos muestra la exclusión que surge desde este mundo de las ideas. Por un lado, señala los juicios de Arendt hacia Eichmann, donde la filósofa dice que el oficial nazi no contaba con los recursos suficientes para entender bien a Kant, pues es un hombre con poca educación que realiza una deformación del imperativo categórico y una mala lectura de los textos del filósofo. Por el otro, está el discurso de Kant que otorga el uso de la razón para fines elitistas, con lo cual tanto el pueblo como la mayoría quedan confinados al deber de obedecer. Onfray exhibe lo peligroso que resulta vivir en un mundo gobernado por el discurso del ideal. Ahí donde parece que todo tiene solución a partir del sometimiento del sujeto a imperativos éticos y políticos, donde tiene como única opción el obedecer la ley y a la autoridad (incluyendo a la autoridad del saber), ¿dónde puede ser el sujeto si no existe espacio para desobedecer? En este punto Michel Onfray declara culpable a Kant, culpable de “razonar alejado de la realidad del mundo, de la gente, de los hombres, como el habitante cándido del cielo de las ideas…” (p. 42). La vida no es posible si se piensa únicamente como manual de buenas costumbres. La lectura crítica que nos ofrece Onfray sobre el caso Eichmann provoca múltiples reflexiones acerca de temáticas que resultan imprescindibles en los debates y las experiencias del mundo contemporáneo. No hay que olvidar que la ley, la justicia, la culpa y la obediencia, son asuntos que resuenan y problematizan el acontecer cotidiano. Queda entonces el antojo por ver la puesta en escena. 


PUEBLA Y SU

Museo Bello


SOCIEDAD Y PATRIMONIO | MUSEO BELLO

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enía nueve años de edad cuando visité por primera vez el Museo Bello. La memoria, como se sabe, es una corteza delgada que cubre el árbol tímido y disminuido de lo que hemos hecho. El más sobresaliente recuerdo que guardo de aquel día no se refiere al órgano tubular de la sala de música, ni a los robustos querubines de talavera o los vitrales del comedor. Lo que viene a mi mente son dos circunstancias relacionadas con aquellas enigmáticas ondas que se propagan en el vacío y que llamamos luz. La primera reminiscencia se refiere a la penumbra de las habitaciones. Más que escritorios, arcones, llaves o esculturas, lo que se advertía eran sombras cohibidas que despuntaban por pasillos estrechos y rincones ínfimos y que expresaban un estado de ánimo denso, encristalado. La otra evocación es luminosa: la sonrisa y los ojos claros, serenos (bellísimos) de la maestra Emma. Aquella mañana los alumnos del grupo del tercer año de la primaria “Hermanos Serdán” llegamos, con un desdibujado paso redoblado y formados en un contingente de tres volubles filas, a la redundante esquina que forman las calles 3 Poniente y 3 Sur. Era una época en donde

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MUSEO BELLO | SOCIEDAD Y PATRIMONIO era bien visto obedecer. Y en la escuela la mejor táctica para irla pasando era la que aconsejaba no destacar. La uniformidad columpiaba nuestros juegos y el pantalón gris, la camisa a cuadros y el casquete corto emparejaba nuestra imberbe agitación. Existen personas a quienes les parece hermosa la arquitectura claustrofóbica de las casas antiguas de la ciudad de Puebla. Imagino que la lección de aquel día consistía en aprender a apreciar ese tipo de encanto, pero lo que quedó en mí fue la sensación de que las familias que habitaban las mansiones coloniales o los palacetes decimonónicos, tenían que resignarse a edificar su vida alrededor de un patio triste, del que se desprendían unas escaleras nostálgicas que daban a unas alcobas lúgubres y que en su conjunto creaban una atmósfera de retiro y arrinconamiento. Ingresar al Museo Bello en aquella época provocaba un incómodo efecto en el tracto respiratorio, y no es que oliera mal, sino que parecía que el aire de las habitaciones no había circulado en años y que estábamos respirando las mismas emanaciones que en su momento olfateó don José Luis Bello y González. Un aire vetusto, prerrevolucionario, con una concentración marchita, porfiriana. Una biografía de Mariano Bello afianzada en la historia de las calles, plazas y comercios de la ciudad de Puebla gozaría de una excelente atracción para nosotros. Tendría que ser una semblanza de la época, pero que por su construcción fuera más allá de los hechos que registró el militarista y reiterativo siglo XIX y de los excitados augurios de principios del siglo XX. En la narración de esos acontecimientos aparecería la figura del patriarca, José Luis Bello y González y el exiguo hogar en donde nació en el puerto de Veracruz en 1822. En esos años de destrucción de un Imperio y de construcción de un país, el señor Bello avanzó por la vida trabajando lo mismo en una casa de moneda que en una aduana. Para la época en que el general Juan B. Traconis o el licenciado Miguel Cástulo Alatriste gobernaban el estado de Puebla, el futuro coleccionista de arte ya estaba casado con Francisca Acedo y había iniciado una aventura empresarial que lo hizo incursionar en los negocio de la venta de ropa importada y de la industria textil, además de los bienes inmuebles. También participó en la defensa de la ciudad de Puebla que comandó Ignacio Zaragoza. A su muerte, en 1869, heredó a sus cuatro hijos una colección de 250 óleos y otros objetos de arte. Y es aquí en donde aparecería un capítulo extraordinario de la hipotética biografía y se referiría al ecléctico y oneroso acopio de METAPOLÍTICA

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porcelanas y piezas de cristal cortado, de platos de talavera y arcones filipinos. Don José Luis Bello no sólo se dedicó a fabricar telas, pues al mismo tiempo que elaboraba tejidos, paños y géneros de varias texturas y colores, también producía mucho dinero. Y con la plusvalía compraba La adoración de los reyes (un óleo europeo del siglo XVII) o un marfil indo-portugués del siglo XVIII (tallado y policromado), candeleros de plata repujada o armarios de madera laqueada. Sólo un hijo entendió que la herencia de casas, objetos y dinero era al mismo tiempo un encargo. Y entonces, Mariano Bello y Acedo, se dio a la tarea de administrar y acrecentar ese copioso patrimonio que acumulaba el talento de escultores, la maestría de alfareros, el oficio de pintores y el genio de herreros y carpinteros. Cada vez que regreso al Museo Bello me siento instalado en un mundo arcaico de objetos huraños e incomprendidos, de cosas presuntuosas y atribuladas, multitud de entes solitarios que contra su voluntad aletean sus cualidades para llamar la atención de los ojos visitantes. Y al estar frente al retrato de don Mariano Bello y Acedo me doy cuenta que esta insólita escenoMETAPOLÍTICA

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MUSEO BELLO | SOCIEDAD Y PATRIMONIO grafía es producto de una sana costumbre que practica la burguesía: acumular y heredar. En la biografía mencionada me entusiasmaría leer un capítulo sobre la formación pormenorizada de la colección que terminó moldeando el actual Museo Bello. Se dice que el gusto de quien la inició no fue de don José Luis sino de su cuñado, quien hizo un viaje a Europa y que por encargo de aquél adquirió óleos en el viejo continente. ¿Quién fue el primer anticuario que descubrió que existía una equivalencia entre su bodega atiborrada de cajas para ajuar, mancerinas, relicarios y tibores y la caja fuerte de Mariano Bello colmada de monedas de oro y plata? Quiero pensar que Mariano Bello no compraba preguntando por el precio de los objetos sino por la antigüedad o extrañeza que tenían. En mi opinión resulta paradójica la imagen que se bosqueja a partir de las fotografías de la familia Bello y la ornamentación entre la cual vivían. Lo primero que se piensa al ver el retrato de Mariano Bello es que estamos frente a una persona prudente, discreta. Supongo que era un hombre que hablaba despacio y con un tono bajo, pero por alguna extravagante articulación psicológica esa aparente mesura se desdobló en una irrefrenable compulsión por llenar de objetos su casa. Antes de ser museo, como morada debió de ser algo bastante embrollado. Muebles chinos al lado de pinturas costumbristas mexicanas, silicios compartiendo habitación con botellones de porcelana, el pabellón flotante de marfil en vecindad con un crucifijo. Muebles franceses y oaxaqueños, barrocos o renacentistas. Lujo asiático, refinamiento francés y sibaritismo español hacinados en un recodo custodiado por una familia poblana. Al ver las piezas de opalina blanca esmaltada con rebordes dorados al fuego o el cáliz de plata repujada, inevitablemente viene a mí aquella confesión de Borges: “Mi padre creía que el lujo era una equivocación. Tenía razón. Es un horror el lujo. Además de ser una prueba de mal gusto”. Se que esta opinión no será compartida por museógrafos y restauradores que trabajan minuciosamente en cada uno de los objetos, buscando el alma del mundo en el brillo de una vajilla o en el reflejo de una escultura estofada. El acto de salir del Museo Bello puede producir una dislocación emocional si no se hace con diligencia. El ruido de la ciudad atosiga, la zozobra que produce el claxon y el desasosiego de los semáforos no se acopla cómodamente con la atmósfera desusada de la casona porfiriana. Me marcho pensando que es una cosa forMETAPOLÍTICA

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midable saber que el fundador de esta colección de arte no nació en Puebla. Me gusta percibir la fuerza de los forasteros en ciudades aparentemente impermeables En esta ocasión ya no vi los ojos de la maestra Emma ni la penumbra de las habitaciones. El museo ha sido restaurado y goza actualmente de una iluminación que hace visible los miles de objetos que guarda y tiene un orden que creo que le agradaría observar a sus fundadores. Imagino a Mariano Bello, meditando, sentado en la sala de música, frente al piano, escuchando el tic-tac del reloj, rodeado de esa multitud de objetos solitarios que formaba su colección de arte, mientras afuera, frente a su casa, pasaban las tropas zapatistas que habían tomado la ciudad de Puebla. Y entonces pienso que siento simpatía por las personas que durante su vida adquieren una cantidad de objetos que no necesitan definitivamente para nada y que en realidad son cosas que sólo sirven para que nosotros, herederos circunstanciales, las observemos.  Hugo Diego Editor literario de Metapolítica METAPOLÍTICA

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