EN LAS PROFUNDIDADES DEL OCÉANO
por Claudia Nieto Benavides
En las profundidades del océano, donde la luz apenas alcanza, nadaba un pez llamado Alpha. Su cuerpo era un lienzo de colores vivos: azul como el cielo al amanecer y naranja como el sol que se despide en el horizonte. Sus colores no eran un simple capricho de la naturaleza, eran un reflejo de su alma, un eco de sus vidas pasadas que resonaban en cada movimiento de sus aletas.
Alpha no era un pez común: en su mirada se podía percibir una especie de sabiduría antigua, como si su existencia se extendiera más allá del tiempo. En una vida pasada, Alpha había sido un ave que volaba por los cielos, con plumas azules como el océano y naranjas como llamas.
Había conocido la libertad del viento y el calor del sol; ahora de forma acuática se lleva consigo ese calor y ese océano. Alpha destacaba entre otros peces, cuando nadaba parecía que danzaba entre los corales. Él iluminaba los océanos, los demás peces lo seguían atraído por su aura de misterio e iluminación. Este es un simple hecho de que la esencia nunca desaparece.
(Segundo premio en la categoría 11-14 del Concurso de Microrrelatos “La cabeza es la pecera de las ideas”)
DURANTE EL RECREO
por Lucía García Carrasco
Durante el recreo me senté en una de las mesas de la biblioteca para estudiar Historia. El examen sobre Cristóbal Colón y la vuelta al mundo de Magallanes y Elcano me pilló desprevenida.
Ya cansada de estudiar, eché un vistazo a la biblioteca. Libros repletos de historias, tanto reales como inventadas.
En ocasiones me gusta imaginarme en mi cabeza historias, ya sean de libro que suelo leer, de películas o series que veo o incluso de propias cosas que invento. Es como quitarse un peso de encima, funciona.
Siempre me he preguntado cómo sería mi vida si fuera otra persona o incluso un animal. Cómo sería si viviera en otro lugar.
Por ejemplo, si fuera Alpha, el pez betta de la biblioteca, siempre estaría agobiada.
El solo hecho de que la gente se me quede mirando como si fuera una obra de arte me da repelús. Hasta el hecho de nadar en círculos me agobia. Aunque tengo curiosidad: qué se sentirá al ser un animal…
El molesto sonido del timbre me sacó de mis usuales pensamientos… Supongo que, como dicen, “la cabeza es la pecera de las ideas”.
(Tercer premio en la categoría 11-14 del Concurso de Microrrelatos “La cabeza es la pecera de las ideas”)
EN TU CABEZA
por Alba del Carmen Visso Jiménez
¡Hola! Quería preguntarte… ¿Alguna vez has pensado que algo reside en tu cabeza?
Bueno, independientemente de tu respuesta, ese “algo” soy yo, Alpha, el pececillo que nada en el océano de tu pensamiento.
Algunas veces no tengo el agua muy limpia que digamos, o aparecen nuevas piedras que adornan mi acuario con esas ideas permanentes típicas de una persona testaruda.
Por otro lado, existen momentos en los que el agua está muy turbia, ocasiones en las que llueve, pero que cuando esas míseras gotas contactan con el agua desaparecen, alterando el flujo natural de esta misma, llegando a ocasionar instantes en los que ni siquiera soy capaz de orientarme en mi propia pecera.
Pero, sin lugar a dudas, el momento en el que más me gusta mi pecera es cuando el agua es tan cristalina que soy capaz de ver más allá incluso de mi sistema acuático.
Todo esto te lo cuento para que me tengas presente y me hagas lo más amena posible la estancia en tu cabeza.
(Primer premio en la categoría 15-18 del Concurso de Microrrelatos “La cabeza es la pecera de las ideas”)
KATARINA
por Francisco Miguel Macías Rodríguez
Con gran entusiasmo recorría los mares de su limitado mundo, mas su imaginación era finita en extensión.
Hombres y mujeres, niños y ancianos, pocos fueron aquellos que no se fijaron. Un pez desprovisto de función, pues tratado como decoración era.
Alpha, un día, recibiría una nueva, ¿será otro pez? ¿otro lector?, preguntas no quedaron en la remesa. Para su sorpresa fue más que un pez, más que un lector, fue una estudiante de intelecto superior; aficionada a la fauna marina, su nombre resultó ser Katarina.
Muchas mejoras realizó a su acuario y sus días, desde algas hasta una gran amiga. Días y noches, tardes y mañanas, allí estaba Katarina, sumida en su lectura sobre la fosa de Las Marianas.
Pronto Alpha hallaría la verdad, un mundo inmenso que jamás pudo imaginar. Gran tristeza perforó su pecho, pues no podía creer la traición que Katarina le había hecho. No nadaba, no dormía, tampoco comía; todo para descubrir que entre cuatro paredes moriría.
Ingenuo fue Alpha, pues Katarina le hizo entrar en razón, pronto su corazón recobraría la ilusión. Un día Katarina comenzó a leer fantasía, en aquel entonces Alpha descubrió más mundos que jamás imaginaría.
(Segundo premio en la categoría 15-18 del Concurso de Microrrelatos “La cabeza es la pecera de las ideas”)
METAMORFOSIS
por Patricia García Díaz
La sensación que inunda mis pulmones hace que todo mi cuerpo se contraiga No sé qué hago aquí Mi cuerpo no pesa y flota en una burbuja transparente Debo de estar azul de tanto contener la respiración Me giro y mi cuerpo lleno de escamas y colores vivos me saluda. Trato de correr, pero mis piernas fallan y, en el momento más tenso, mis pulmones me traicionan y se abren para recibir un poco de aire. Una corriente mojada pasa junto a mis costillas, pero satisface mis pulmones. ¿Me estoy muriendo? ¿Esto es lo que me iba a pasar, según mamá?
Mamá siempre me ha hablado de un escarabajo y una metamorfosis, aunque ella dice que es una metáfora. Yo me siento liberado a pesar de que los espejos no me dejan continuar. A mamá siempre le ha gustado leer, pero nunca hemos sabido comunicarnos. Me decía que era vago y nunca trataba de entenderla. Pero, para ser justos, ella nunca ha tratado de entenderme a mí. Por eso decidí dar un paso: leer uno de sus libros favoritos. El de la sombra de insecto con forma de escarabajo. Al leer tan solo el primer párrafo comencé a llorar. Siempre pensé que mamá nunca supo leerme, pero este libro me hacía sentir yo al completo. Esa misma noche me acosté y hoy desperté en este extraño lugar, siendo un animal azul que puede respirar bajo la superficie. No paro de ver mi reflejo en las cuatro paredes que me rodean. Solo me veo yo, pero además veo mi egoísmo y poca empatía. No sé qué haré mañana, pero espero ver a mamá y quizás hablar de otro libro más. Espero que no le importe mi estado actual, es mucho mejor que el que solía ser.
(Tercer premio en la categoría 15-18 del Concurso de Microrrelatos “La cabeza es la pecera de las ideas”)
A FISH HEART
por Nora Montiel Arce
I wish I could be a fish. I could be like the fish in the library, Alpha. He doesn’t have to study like I have to, and of course, he doesn’t have to worry about his grades. I wish I could be Alpha, live without fear of being criticised. He doesn’t have to worry about being normal or being weird. He doesn’t have to stop going to school because his classmates are making his life impossible, unable to keep going with the cruel laughs and the sharp words. And everything gets worse when you notice that nobody cares. Your friends just look away, hiding the small smirks creeping through their lips. You notice how the teachers choose to ignore it because it is easier than fixing it.
I wish I could be Alpha, who doesn’t have to write with his tears. I wish I could be normal, that my hands didn’t get shaky whenever I speak. I wish I didn’t have this rotten heart, but a fish one.
(Premio -ex aequo-
)
Modalidad Inglés del Concurso de Microrrelatos “La cabeza es la pecera de las ideas”
NATURE AND DREAMS
por Marian Pellerano Barranco
Alpha is the name that the humans gave me. For them, I’m simply a fish, one adorned by bright colours.
But, in reality, I’m not a fish. I’m the result of the union between nature and dreams. My mother is the ocean, she gave me the ability to swim through this world. My father is the starry sky, he gave me the ability to see all dreams, day dreams and night dreams. My form represents nature, my colours represent dreams.
I live in a library, a place where nature and dreams have been united and inmortalized in the form of books. I observe how humans pick up a book and start reading, how they start dreaming about what is described in them. Never have two humans dreamed the same, all of them dream differently. I observe how they all perceive nature differently. Some see winter as a beautiful time of year, while others see it as the worst of the year. Some see the waves as a harmless force, others see them as their worst enemy.
Of the humans, some are inspired to unite dreams and nature themselves and write.
I’m Alpha, the ever silent observer of this amazing phenomenon.
(Premio -ex aequo- Modalidad Inglés del Concurso de Microrrelatos “La cabeza es la pecera de las ideas”)
Alpha (pez betta) en la Biblioteca