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is pasos resuenan en las calles estrechas como debieron resonar a su vez bajo las sandalias de los romanos, las babuchas de los árabes o las botas de los cruzados que pisaron hace siglos las mismas losas que forran las callejuelas de Jerusalén. Paseo por los callejones, plazas y rincones de su ciudad vieja amurallada. Alzo la vista y veo el campanario de una iglesia, más allá la estilizada figura de un minarete. Oigo un ruido por encima de la cháchara mercantil por la que un comerciante intenta colocar souvenirs a dos incautos turistas. Agudizo el oído y escucho la llamada del muecín por encima del precio de la menorá que les ofrece. Y poco después escucho el repicar de unas campanas de un monasterio cercano. Llamada la Santa y la Casa de la Paz, Jerusalén es capital sagrada no solamente para los judíos de Israel, sino también ciudad santa para los musulmanes y los cristianos. Jerusalén es Historia, pero ante todo, religión. LA CIUDAD DE DAVID
Las murallas de Jerusalén se iluminan en algunas fiestas, como en la Janucá
Pasear por Jerusalén es hacer un viaje por la Historia de seis milenios, y ésta empieza por su fundación, en la Ciudad de David. Las murallas actuales datan de la época de los mamelucos, por lo que el inicio de la ciudad bíblica fue en lo que ahora es extramuros, en una extensión de la montaña que se adentraba en el Valle de Cedrón. El Rey David se enamoró de la posición de esta ciudad construida por los cananeos, la conquistó y la convirtió en la capital de su reino. Por ello se
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