DNI DEL VIAJERO Nombre: Josep Prats Edad: 66 años Nombre: Roser Boj Edad: 64 años Estuvimos casi un mes recorriendo Perú. Un viaje inolvidable. Es un país con diversos atractivos tanto naturales y paisajísticos como culturales. Desde ciudades tipo colonial en la que se respira el mestizaje como Lima, Arequipa, Cuzco o Trujillo, hasta joyas culturales como las de los incas, los restos de Chan Chan, la capital del imperio Chimu o el museo Tumbas Reales de Sipán, pasando por la impactante reserva de Nacional de Paracas, las islas Ballestas y el enigma de las Líneas de Nazca. Un complejísimo universo para vivir y estudiar.
de los incas era lugar de culto al agua; después, Kenko, un santuario que se compone de varios túneles y una cueva con un altar donde se practicaban sacrificios y, finalmente Puca Pucara, un complejo para el descanso de guerreros incas, con plazas, restos de edificios, miradores, caminos y acueductos. Todo muy cerca de Cuzco. Lugares poco conocidos, poco visitados, pero interesantes. Pasamos nuestra última noche en esta ciudad que siempre llevaremos en el recuerdo cenando en un restaurante de comida popular delante de la Catedral y en compañía de
una granizada que, con la ayuda de las luces de las farolas, decoró este escenario con unos colores y brillos preciosos. Fue una despedida fantástica. Al día siguiente iniciamos nuestro recorrido por el Valle Sagrado. Contratamos a un chófer para recorrer este lugar de gran belleza, clima benigno, fértil suelo, y visitar sitios que nos permitieran intuir la grandeza de la cultura de los incas. Jamás olvidaremos Pisac. Fue el anticipo de la maravilla de Machu Picchu. Llegamos a este pueblo en domingo, el día de mercado. La plaza estaba abarrotada de gente. Alegría, colorido. Fue toda una experiencia caminar entre tenderetes, sumergirse en aquel bullicio, comprar recuerdos artesanales, codearse con aquella gente que disfrutaba su día de fiesta. Además coincidimos con una procesión enmarcada por el ruido de tambores y cargada de simbolismo. Iba desde el Ayuntamiento hasta la casa del cura. La gente acompaña a los doce alcaldes de la zona que se reúnen allí para discutir asuntos de la comunidad. Regresamos a la entrada del pueblo, donde nos había dejado el chofer empapados de algarabía. Pero Pisac nos aguardaba con otro escenario, el de sus ruinas incas, situadas en los cerros que dominan el pueblo bajo. Se puede llegar al llamado Pisac Viejo a pie, por un camino que arranca a la izquierda de la iglesia del pueblo. Nos dijeron que era un camino empinado y duro, cuya dificultad aumentaba por el soroche, los efectos de los 2.950 metros de altura. Pero hay una carreterita que dando un rodeo acerca a la entrada de las ruinas. Elegimos esta opción. El coche
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