Revista de viajes Magellan Nº14

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antílopes, hienas, los omnipresentes ñus y cebras. Una explosión interminable de fauna. Antes de acabar nuestra visita al fascinante Serengeti , el parque nos ‘regaló’ una bellísima postal de despedida: tres leones encima de un enorme bloque piedra. El azulísimo cielo del fondo permitió un recuerdo fotográfico aún más rotundo. LA MAGIA DEL NGORONGORO

Importantísimo madrugar. El descenso de la cima del cráter hacia el interior de la caldera es magia pura. Antes del inicio, cuando el sol ya ha asomado por encima de la muralla volcánica, recomendamos permanecer varios minutos mirando hacia abajo, hacia la caldera, abrir todas las ventanas de vuestra sensibilidad para que penetre aquella maravilla de nubes reflejadas en el espejo de esos lagos, tonos azules, alcalinos, y rosáceos

combinados con el verde brumoso del pasto que se ve desde arriba. Cuando iniciéis el pronunciado descenso no dudéis en pedirle al chófer que os vaya haciendo paradas. Desde cada recodo, la postal es preciosa. Saboread este descenso sin prisas. Veréis cómo aquellas diminutas manchas que se agitaban juntas poco a poco se van agrandando hasta que al final, al llegar a la caldera, se convierten en ñus, cebras o búfalos. O cómo el verde brumoso que veíamos desde arriba se va despejando hasta alcanzar el verde nítido de la hierba. Cualquier superlativo es válido para calificar esta experiencia. Cuando el vehículo llegue al llano de la caldera, mirad hacía arriba y girad progresivamente la cabeza. Veréis las escarpadas paredes, de entre 400 a 600 metros, del cráter como una muralla volcánica, por encima de las cuales asoma la luz y el azul del

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