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DE LOS CREADORES DE

DE LOS CREADORES DE...

Por Ángel Jaramillo

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Ojos sensibles que miran a la cultura Pablo Corral

Pablo es el actual secretario de Cultura del Distrito Metropolitano de Quito. También es uno de los fotógrafos contemporáneos más importantes de nuestro país, por eso es muy difícil hablar con él sin dejar de referirnos al mundo de la fotografía, una de sus aristas más conocidas. Él es polifacético en todo el sentido de la palabra. En este espacio tratamos de conocerlo un poco más como gestor de cultura.

¿C uál es el concepto de cultura que tiene Pablo Corral? La cultura es todo lo que hacemos y espe- cialmente cómo lo hacemos. Es la manera en que hablamos y la manera en que expresamos nuestros afectos o preferencias. ¿Hay algo más quiteño que lo que yo suelo llamar el “ito” de Quito: “Señora, no sea malita, deme un cafecito”. La suavidad, la dulzura del diminutivo es parte integrante de nuestra cultura. No hay un aspecto del comportamiento humano que no sea parte de ese enorme iceberg que es la cultura. Solo vemos lo más aparente, pero debajo de la línea de flotación se encuentran todos los aspectos de la vida.

¿Usted cree que al pueblo quiteño le interesa la cultura? Es un error pensar que, de alguna manera, estamos impartiendo cultura a los otros. En el servicio público, lo que podemos hacer es amplificar la voz de una diversidad de manifestaciones culturales, ojalá lo más amplia posible. Pero no somos los llamados a impartir cultura, ese es un concepto retrógrado.

¿Para qué sirve la cultura? La cultura no sirve absolutamente para nada, pero sin ella no podemos vivir. Es como el agua o el oxígeno. Es la fuente primera de nuestra identidad, nos da el sentido de pertenencia, nos permite saber de dónde venimos y qué es importante, nos da las coordenadas para navegar el dolor, la pérdida y también el amor y el desamor.

La cultura no sirve en el sentido de que es mucho más valiosa, mucho más importante que el valor económico que podamos extraer de ella. ¿De qué sirve la poesía? De nada, pero sin ella seríamos infinitamente más pobres.

Las personas tienen el derecho de conocer, además de su propia cultura, la de otros pueblos

Las personas tienen el derecho de conocer, además de su propia cultura, la de otros pueblos. Aquel es un derecho cultural fundamental. La cultura se enriquece en el intercambio con otras naciones y con otros grupos sociales. Creo que tenemos que desprendernos del prejuicio de que solo unas cosas son cultura y otras no lo son. Me ha costado aceptar, por ejemplo, que hay cien mil personas que están felices de bailar con un reguetonero internacional y que, a veces, no se puede conseguir mil personas para un evento de música clásica. Pero no puedo menospreciar a aquellos que bailan reguetón solo porque a mí me gusta más la música clásica. La cultura es un recipiente tan amplio en el que todos caben.

Mariscal Foch y Andrés Xaura, Ed. Torre Cantabria Quito-Ecuador

@TresGatosCafe

@3gatoscafelibro

Necesitamos libros frescos, modernos, atrevidos, con temas inusuales

¿Cómo ve usted el mundo cultural de Quito? Quito es mucho más grande, diverso e interesante de lo que imaginamos. Yo me movía en un círculo cultural muy pequeño, pero la Secretaría de Cultura me ha permitido asomarme, de alguna manera, a esa diversidad que somos. Lo que más afecta a la cultura en Quito son las luchas intestinas. Los artistas modernos desprecian a los contemporáneos y viceversa, hay varios grupos de roqueros que se detestan. Como el pastel es pequeño cuando llega un grupo al poder, lo ejerce en contra de sus rivales. La cultura es el espacio del diálogo y tiene que ser el espacio que acoge a todos.

Y el mundo editorial, ¿cómo fue el primer libro? Yo amo los libros. Escribía poesía y tomaba fotos desde los doce años de edad. Parecía natural combinar esas dos tendencias en un libro. Digo con frecuencia que mis dos profesiones son el fotoperiodismo y la edición de libros. La satisfacción que me dejó la edición de mi primer libro fue la de entender que, de un modo u otro, eso es lo que haría el resto de mi vida.

¿Qué tan difícil puede ser editar un libro en Ecuador? El negocio editorial se ha transformado en los últimos años. Antes era impensable que alguien publique sus propios libros o, en todo caso, era muy mal visto. Se hablaba de las imprentas para los vanidosos (vanity press). Una editorial seria sigue dándonos los parámetros de calidad, los canales de distribución, el alcance. Un gran autor casi siempre está respaldado por una editorial. Pero ya no hay ninguna justificación para no hacer el libro que uno sueña. Por ejemplo, mi último libro lo hice mediante micromecenazgo. Miles de personas lo compraron antes de que vaya a imprenta. Este es el momento para desprendernos de las fórmulas tradicionales. Lo que yo sugiero a las personas que quieren publicar sus propios libros es que sigan todos los pasos del proceso editorial: una corrección impecable de textos, un diseño innovador, un gran trabajo de preprensa. Aunque imprimamos cien libros en una prensa digital, estos libros deben ser profesionales.

¿Usted prefiere el libro impreso o el digital? Yo amo el papel y el olor de la tinta. Trabajé en Imprenta Mariscal unos años y allí me enamoré del trabajo de imprenta. Puedo pasar horas en las librerías y bibliotecas, nada reemplaza el placer de sostener un libro en las manos. En los países desarrollados ha aumentado el uso de papel.

Yo estoy empeñado en poner a disposición del público, a través de libros digitales, la enorme riqueza bibliográfica que existe sobre Quito. El mayor problema en el Ecuador es que libros maravillosos se agotan y nunca vuelven a ser publicados. Ante la carencia de libros en papel, soy un defensor acérrimo del libro digital.

¿En sus planes hay algún nuevo libro por publicar? Siempre hay un libro nuevo por publicar. Sueño en los formatos, en los diseños, en el contenido. Apenas concluya mi trabajo como servidor público, volveré a trabajar en mis proyectos.

Hemos retomado el proyecto editorial del Municipio. Este año, por los cuarenta años de la declaratoria de Patrimonio de la Humanidad a Quito, publicaremos una serie de libros atrevidos e innovadores, libros pequeños y de pasta suave. Ya pasaron los carísimos coffe table books. Necesitamos libros frescos, modernos, atrevidos, con temas inusuales. Necesitamos libros que circulen, que no se queden atrapados en la bodega de una institución pública.

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