Y PODER PASIÓN HISTORIAS DE FEMINISMO,
Serie documental conducida por Rafael Rodríguez Castañeda
Viernes 17 | 21:00 h
Retransmisión: domingo 19 | 22:00 h
Si todo en este mundo es lenguaje, la danza también, y previo al habla, nuestra herramienta primigenia de comunicación. Bailando, el cuerpo dice lo que las palabras ignoran o no pueden expresar; esa lengua global resulta inmediatamente traducible, fresca y transparente, como toda gestualidad. En nuestra información genética está inscrita, desde el alba humana, una veta danzante.
Dryden dijo que el baile es la poesía de los pies, tal vez parafraseando a Simónides, quien mucho antes afirmó que la danza es poesía silenciosa. Jane Austen afirma que en el baile comienza el enamoramiento, y Beckett, en uno de sus relámpagos aforísticos, nos instruye: “Baila primero. Piensa después”. Lee+ se une a la celebración y el reconocimiento del baile como práctica y lenguaje vivificante, como expresión gozosa y elocuente, como seducción y desahogo, como ritual y como acompasamiento con el ritmo universal.
Itzel Mar, en “La utilidad de la pelvis”, enfoca su atención en el baile de las mujeres como bandera y liberación. Herles Velasco encuentra vínculos estrechos entre el baile y la literatura. Julio Trujillo establece una posible coreografía de letras, porque la poesía también puede bailar. Gilberto Díaz estudia la obra del cineasta más musical de nuestros días: Baz Luhrmann, y analiza el baile que marcó a una generación que veneraba a Tarantino, el cual enmarca nuestra portada. Rodrigo Morlesin no se olvida de los niños, bailarines puros, ni de los libros que los hacen bailar. Yara Vidal da una vuelta por la subversión del baile, desde el charlestón hasta la poesía de Alice Walker y los bailarines que rompieron paradigmas. Irma Gallo entrevista a Gimena Romero y a Michael Sledge, mientras que Alejandro Magallanes nos deja en las páginas centrales un instructivo de vida. Te montamos un baile desde diferentes ópticas, en torno a algo que nos une: el fuego de la danza y de los bailarines que nacieron para encenderlo todo.+
Yara Vidal Directora General6 [Infinitivos cuerpos] La utilidad de la pelvis
Itzel Mar
8 Cuando bailan las letras
Herles Velasco
10 [La jiribilla] Coreografía de letras
Julio Trujillo
12 Pulp fiction y la ruptura narrativa
Gilberto Díaz
14 El baile sensorial de Baz Luhrmann
Gilberto Díaz
16 [Póster] Se baila como se vive
Alejandro Magallanes
20 Bailar frenéticamente
Yara Vidal
22 [Extracto] La química del amor, de Ali Hazelwood
23 Para bailar sin importar la edad
Rodrigo Morlesin
24 El bordado como extensión del cuerpo
Irma Gallo
26 Michael Sledge: la aventura de amar un nuevo mundo
Irma Gallo
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La utilidad de la pelvis
La utilidad de la pelvis
Itzel MarLas piernas de ella se sitúan al centro y las de él a la derecha, cercanas, casi íntimas. Flotan las cuatro con un dejo de misterio en el espacio. Algo parecido a una moldura corta las siluetas al nivel de las caderas; desconocemos por ahora el paradero del faltante de estos cuerpos. Dos lámparas, una sobre cada par de piernas, pretenden iluminar el momento. La mirada de quienes se acercan no para; permanece atrapada, cómplice. Así, después de una extenuante contemplación, puede presumirse lo que se oculta en la fotografía: ella y él bailan dentro de la habitación, cuyas ventanas permanecen cerradas. De pronto, es demasiado el regocijo por la música, tanto que los muros del edificio no logran contener las piernas; sólo entonces éstas terminan volviéndose visibles en el exterior, formando parte de un afiche. El movimiento de las nalgas de ella se traduce en un vuelo gracioso del vestido y en el entusiasmo de sus pliegues. A la mitad del camino, entre las rodillas y los pies, brillan las medias, debido la intensidad emanada. Las evoluciones de él son serenamente contentas. Los cuerpos no terminan en los cuerpos: su energía se prolonga, y festejan el espacio al magnificarlo. El resto sale sobrando, como ese anuncio rectangular que nadie se detiene a leer en la esquina superior izquierda de la imagen: instalaciones eléctricas hubaro y bourlon. Hablamos de la fotografía en blanco y negro de Manuel Álvarez Bravo: Dos pares de piernas (1928-1929).
Transcurren los años veinte del siglo pasado. Bailar en colectividad —el dancing— se convierte en un estado de ánimo posrevolucionario, un movimiento que nace del soplo emancipador concentrado en las ciudades. Tras el arribo de familias completas que se desplazan hacia las grandes urbes, con espíritu curioso y en busca de mejores oportunidades de vida, surgen establecimientos exprofeso para procurar los encuentros, el desenfreno y el consumo de la música de moda. Bailar se traduce como la ocasión de apoderarse de la propia carnalidad y del territorio social. Es lo contrario de encogerse, de ser anónimo y de guardar silencio. Los periódicos y las revistas promueven todo tipo de lugares y objetos relacionados con la alegría de experimentar el baile. Así, por ejemplo, la fragancia Agua de Florida se convierte en la predilecta de los asiduos asistentes a los salones; el ungüento del Dr. Bell, mejor conocido como Pomada de la Campana, así como la Diadermina, son los productos cosméticos de moda entre las mujeres que se saben hermosas en la pista. La crema de limón Dancing intenta seguirles los pasos.
El 20 de abril de 1920 se inaugura el Salón México, ubicado en Pensador Mexicano número 16, antiguamente calle Recabado, en el entonces Distrito Federal. Las semanas previas a su apertura, los periódicos capitalinos anuncian el acontecimiento con gran fervor. Dicho recinto se convertirá, en las siguientes décadas, en un emblema de la ciudad. Flanqueado por puestos de frituras y perímetros de tolerancia, el Salón México institucionaliza el derecho de los cuerpos al regocijo ilimitado de sudar desvergonzadamente y de aprojimarse. Esta catedral del baile también se llegó a conocer como el Marro, debido al golpe olfativo que producía la mezcolanza de cientos
de humores. El Salón México se caracterizó por ser diverso e incluyente, pues concurrían por igual artistas, intelectuales y bailadores de distintas clases sociales y apetencias musicales. La orquesta del cubano Tiburcio Hernández, el Babuco, integrada en su mayoría por ejecutantes veracruzanos, inauguró el glorioso recinto.
Posteriormente, aparecieron más salones de prestigio, como el Colonia, el Elite Dancing Club y Los Ángeles. Jazz, vals, foxtrot, tango y danzón impulsaron un espíritu gozoso que permeaba en contra de las “buenas costumbres”. La vehemencia por el baile se viralizó en los establecimientos de gran aceptación y en otros improvisados. Así surgieron también los tés danzantes y las tardeadas en todo tipo de espacios privados. Los géneros dancísticos evolucionaron. En el danzón, por ejemplo, las reglas que prohibían meter la rodilla entre las piernas de la pareja dieron paso a estilos más modernos o raspados, que comenzaron a practicarse en centros nocturnos “de mala muerte”. Hombre y mujer se acercaban más al ejecutar las figuras y los giros. El gesto de bailar apretujándole las nalgas a la compañera, como si se cargara un cartoncito de cerveza, dejó de ser mal visto en ciertos lugares. Los cuerpos, materia de inmoralidad y júbilo, espesaban el aire.
El dancing, con su peculiar estética de la expresividad, la cercanía, el alcohol, el humo y los tacones, impone a lo largo de varias décadas esa actitud indócil y contraria a la mojigatería burguesa. Intelectuales y artistas celebran las aportaciones de esta manera de ser a la vida cultural. Alejo Carpentier, por ejemplo, dice que “pese a su aureola de perversidad, creada por gentes viejas y fácilmente escandalizables, el cabaret ha traído consigo un notable saneamiento de costumbres”. Con el tiempo, los ritmos se suman y van diluyéndose los lindes. Se baila con la misma enjundia un danzón, una guaracha y un chachachá. Las musas rumberas como Rosa Carmina, Ninón Sevilla y María Antonieta Pons proponen una estética novedosa del erotismo. Contemplarles un fragmento de las pantorrillas, las manos inquietas o la sacudida de las caderas constituyó un verdadero acto subversivo. El caso de Yolanda Montes, Tongolele, merece una mención aparte. Su sola presencia, sensual, muy cercana a lo salvaje, provocaba una inquietante intimidad con el espectador, de la que éste no deseaba sustraerse. Hipnótico era ese temperamento de su corporalidad, con el que lograba penetrar el espacio y mimetizarse con la música.
Todas. Las excesivas, las rumberas, las exóticas, las audaces, las cabareteras, las feministas. Mujeres que se atrevieron a darle duro al baile y así desacralizaron la sustancia de los cuerpos, la utilidad de las piernas y de los pechos, de la pelvis y sus zonas aledañas. Ellas nos invitan a bailar. Como si fuera la primera vez. Como si fuera la última.+
Tema del mes en la literatura
El baile y la literatura son formas de arte que comparten una estrecha relación: expresan emociones, cuentan historias y transmiten un mensaje. La música se hace visible a través del baile; el cuerpo se vuelve signo. En el caso de la poesía, esa música adopta el cuerpo de las palabras que suenan. También a través del lenguaje se ponen de manifiesto los ritmos y la plástica, aquí otra cualidad compartida con la danza. La literatura en su forma oral y la música nacieron casi a la par, lo mismo que aquellos primeros movimientos corporales que se sacudían al ritmo de las improvisadas percusiones. Las danzas primigenias muy seguramente antecedieron a los fonemas más elaborados de los que saldrían los primeros cantos. Ese origen común, esa línea de sangre cuyo germen se encuentra en la música, ha provocado más de un fortuito reencuentro a través de los milenios. Alguien como yo, poco avezado en el dominio del ritmo aplicado a mis extremidades o, como dice la sabiduría popular, por contar con dos pies izquierdos , se tiene que conformar con la maravilla de observar a la distancia a aquellos que sí tienen la capacidad de decir algo con los mismos miembros que apenas me dan para trasladarme de un sitio a otro. Éstos sólo pueden provocar en los que comparten mi condición una fascinación casi sobrenatural, una conexión mística que, aunque imposibilitados físicamente, llevamos todos en lo más profundo del adn
Ya decía Paul Valéry en su sesudo ensayo Teoría poética y estética, esa casi injusta defensa de la poesía sobre la narrativa, que la primera es equiparable al baile, mientras que la segunda, a caminar. Si se me permite ajustar un poco lo dicho por Valéry, los mismos elementos, piernas y palabras, son utilizados para propósitos diametralmente opuestos: el baile y la literatura, como experiencias estéticas desprovistas de cualquier carácter utilitario. Tanto caminar como el habla cotidiana representan aspectos que apuntan a fines más bien prácticos y funcionales; quien no se conforma con caminar baila, y a quien no le basta el lenguaje en su carácter significante de acepciones de diccionario hace literatura. Hay en estas disciplinas, entonces, una rebeldía implícita hacia la practicidad mecánica a la que hemos reducido lo humano. La danza es la escritura del cuerpo; en ella las extremidades se vuelven signos, cuentan; y si el ser humano es un animal de símbolos, no se debe solamente a que crea e interpreta, también a que vive y muere a través de ellos. En los signos de la danza y de las letras, construimos realidades.
La danza contemporánea se ha utilizado para explorar temas sociales y políticos. El ballet requiere un libreto; en ese caso encontraremos decenas de adaptaciones de poemas, cuentos, no-
velas y dramaturgia: Macbeth, Anna Karenina, El cascanueces, La letra escarlata, Clitemnestra y un largo etcétera. Y qué es un diálogo, qué la poesía, sino la danza de las ideas, conceptos y emociones, póngale usted el ritmo con base en cada situación, la del autor y también la del lector que la recrea. Y qué es el baile en la literatura sino un símbolo y una narración en sí mismo. Estas ideas están lejos de ser nuevas. Ya Homero contó en su poema épico la Iliada aquella discusión entre Héctor y Ulises sobre si debían lanzarse a la guerra, mientras detrás de ellos el destino ya tenía planeada la danza de la muerte. También Aquiles llevaría a la guerra una danza grabada en su escudo. Quizá se trata de las primeras veces que encontraremos en la épica occidental al baile como un símbolo, por un lado, de lo macabro; por otro, de esa armonía inmóvil retratada, que ya no es más.
Shakespeare tiene más de una obra en la que los personajes encuentran la reconciliación bailando: Como gustéis o Mucho ruido y pocas nueces resultan ejemplos claros. Por otro lado, en La tempestad, Próspero interrumpe la danza de las ninfas para romper aquellas armonías al darse cuenta de que hay una conspiración para asesinarlo; pareciera que la forma de trastocar la vida del otro, porque la propia se fue al caño, es coartando la felicidad de los bailarines.
En la literatura a partir del siglo xix, específicamente en las novelas, el momento del baile suele ser clave para el desarrollo de las historias. Goethe consideró que el joven Werther, en sus Penas, se enamoraría de Carlota en un baile. Esta dama decía, además, que para ella “nada supera a la danza”. Ese instante maravilloso se tornaría trágico con el suicidio por amor de Werther. Goethe muestra la felicidad y esperanza primigenias, que para completarse en la narración necesitaron el momento público y al mismo tiempo privado de la danza.
Por otro lado, Jane Austen, en Orgullo y prejuicio, hace que Elizabeth y el señor Darcy y esto ocupa más de una tercera parte del libro o bailen o hablen de bailes. A través de la danza, Austen muestra el retrato de una sociedad en la que el cortejo y el rechazo se daban a plenitud. Muchas de las situaciones que la novelista plantea giran alrededor del baile; ahí se da la excusa para comenzar a intimar, para conocerse y tomar decisiones graves.
Madame Bovary experimenta, en el baile en la mansión del marqués, una especie de locura que la saca de la monotonía de su vida; de nuevo, la danza se convierte en símbolo de una belleza difícil de encontrar en la cotidianidad. Después, Bovary retornaría a la terrible realidad de su tediosa vida. Otro episodio en el que Flaubert descolocó maravillosamente a Emma Bovary ocurrió justo
en un baile distinto, en el que ésta no dejó de saltar durante toda la noche al ritmo de los trombones. Vale la pena mencionar que Flaubert quizá también con dos pies izquierdos odiaba la danza.
Otra extraña locura es la de Tatiana, en El arrebato de Lol V. Stein, de Marguerite Duras. Ésta, aseguran, comenzó en la sala de baile, en la que recuerda su encuentro con Richardson durante las vacaciones. Aquellas memorias enlazadas se unirían a una más trágica en el futuro: la última vez que bailarían juntos. Es decir, no resulta suficiente mostrar la última mirada, las últimas palabras; la desdicha justa necesitaba del baile, el último de todos.
El baile representa casi un personaje más en Concierto barroco, de Alejo Carpentier: Veracruz, La Habana, el carnaval de Venecia, ¿podría haber señales más claras? La ópera de la Malinche, Cortés y Moctezuma, entre canciones y extrañas onomatopeyas: Concierto barroco es un libro que prácticamente se baila, que suena.
En el romanticismo, Byron satirizó el erotismo del baile en The waltz: an apostrophic hymn. Baudelaire encontraría, cuando cae la noche, que los elementos danzan un “baile melancólico”, en el poema “Un fantasma”. Victor Hugo asemejaba a la muerte con la tristeza del final del baile. “Siempre que es posible, trato de no bailar” dijo la Anna Karenina de Tolstói, y es justo en un baile cuando Anna y Vronski se conocen. Adolfo Bioy Casares, en La invención de Morel, repite eternamente una semana feliz. En ésta, claro, tiene que haber danza. Qué decir de La máscara de la muerte roja, en donde Poe, fiel a su estilo, masacra a la multitud en un baile. Las referencias y la simbiosis, entonces, se cuentan por montones entre ambas disciplinas.
Cuando bailan las letras
Yo diría, más allá del puñado de situaciones en que han quedado ejemplificadas las relaciones entre las letras y el baile, que la danza y la literatura tienen tres campos de acción en común: lo ritual, lo cotidiano/personal y lo social. Por eso, la Exaltación de Innana, compuesto por Enheduana hace cuatro mil 300 años, una oda a la diosa sumeria de la fertilidad, encuentra vasos comunicantes con la danza kakilambe de Guinea Ecuatorial; la literatura erótica de Anaïs Nin y un tango argentino pueden provocar emociones similares, o el combativo Miguel Hernández y el voguing de Harlem saben que las batallas necesitan librarse también en lo creativo. Todos con sus respectivas distancias, por supuesto, pero todos sumados al juego de la tensión, la estética y los ritmos. El baile y la literatura tienen, entonces, una extraña relación en la que no siempre se repara; pero, como ya vimos, parece que estará ahí por siempre. Propongo una última: tanto lo leído como lo bailado nadie nos lo quita.+
Cuando letras
Fred Astaire
Coreografía de letras Coreografía de letras
Julio TrujilloÉcfrasis, palabra que baila, quiere decir “una representación verbal de una representación visual”, y es una herramienta muy útil para los poetas que se pasman ante una obra de arte y, a sabiendas de que su descripción verbal nunca igualará al original, se lanzan a describir lo que ven, como Keats ante una urna griega, o como Homero cuando representa con palabras el escudo de Aquiles, probablemente la écfrasis más famosa de la literatura. Lo que parece una limitación en realidad no lo es: es cierto que un poema no es una pintura, pero también es cierto que en la paleta del poeta (por llamarla de alguna forma) el ars combinatoria no tiene límites. El maravilloso artesano del escudo de Aquiles no podría, jamás, abismarse en las representaciones infini tas que consigue la retórica de Homero… Todo eso está muy bien, pero ¿cómo hacer una representación verbal de una representación musical o de una representación dancísti ca? La música y la danza nos ofrecen el feliz matrimonio de la forma y el fondo, esa milagrosa fusión de significantes y significados que no se materializa en ladridos cuando un poeta escribe la palabra artes, como dijo famosamente Santayana, aspiran a la condición de la música (y todas las ciencias, a la condic las matemáticas). La poesía quiere ser música y quiere ser baile. Y lo es, a su manera, aunque siempre (fatalidad de fatalidades) un milímetro detrás del canto del ruiseñor y del gozoso momento de la danza. ¡Cuántos poetas matarían por escribir como baila Tongolele! Ojo: no cómo, sino como; no describir el baile, sino serlo; que las palabras alcen su danzón; que la poesía tenga cintura y movimientos inusitados de cadera; que los vocablos, pues, se pongan a bailar. Es difícil y frustrante, como lo es también competir con el cuerpo desde el bastión de la escritura: lo que los cuerpos dicen cuando bailan ¿cómo decirlo con consonantes y vocales?
Rilke hace uso del fuego, y hace bien, pues todos sabemos que el fuego baila, que las flamas danzan. El gran poeta de Duino observa a una bailarina española y lo primero que le viene a la mente son imágenes inflamables: como una cerilla que fuera extendiendo su lengua “y de repente es toda, toda llama”. Podemos imaginar ese momento en que la combustión del flamenco arrasó con la imaginación teutona del bardo de la rosa…
Y lo que quiere William Butler Yeats es que el baile no se detenga, que dure hasta el final. ¿No queremos eso todos? El poeta observa a una joven “que ha huido de la infancia / y de la muchedumbre” bailando sobre la hierba, ensimismada, fuera del tiempo, hechizando con sus giros al observador. Entonces pide que no la interrumpan, que la dejen terminar con su ritual. “¡Ah, bailarina, dulce bailarina!”.
Emily Dickinson se lamenta de no poder bailar sobre la punta de los pies, como ballerina, pero su queja es un engaño delicioso, pues el poema que la hospeda es breve, ligero y grácil como eso mismo que dice no poder hacer. En él hay giros, piruetas y discretos pas de deux. Conforme sus versos toman vuelo, y mientras lamenta no posarse sobre el mundo como un ave, atestiguamos la dicha que la posee cuando imagina tener “conocimiento de ballet”.
La cuadrilla, como su nombre lo indica, consiste en un baile cuadrado que llevan a cabo dos parejas, pero a Lewis Carroll le aburrió la idea y decidió concebir una cuadrilla de langostas que están a punto de ser devueltas al mar. A semejante espectáculo acuden pescadillas, caracoles y tortugas formando una (predeciblemente) lenta fila. Hay emoción, expectativa y nervios, y entre ellos se preguntan: “¿No quisieras, no querrías, no quisieras, no querrías ir al baile de la vida?”.
Langston Hughes, el gran poeta del renacimiento de Harlem, el bardo jazzista, el que insufló a la lírica estadounidense de ritmos africanos, sólo quiere abrir los brazos y girar, como un derviche, frente al sol, en una danza sostenida hasta el final del día. Participar de ese baile es nuestro secreto placer, solos, dando vueltas como trompos sobre el mundo: “Abrir grande los brazos / cara a cara con el sol. / ¡Gira y baila! ¡Gira y baila! / ¡Hasta el último arrebol!”. Como no podía ser de otra forma, Federico García Lorca cifra en cuatro líneas una estampa muy española: “La Carmen está bailando / por las calles de Sevilla. / Tiene blancos los cabellos / y brillantes las pupilas”. Ah, la Carmen, por la que ya ha pasado el tiempo, pero cuya mirada aún refulge, zapateando sobre suelo andaluz… Federico añade (sin comentarios): “En su cabeza se enrosca / una serpiente amarilla, / y va soñando en el baile / con galanes de otros días”.
Nos gusta mucho que Alfonsina Storni proponga un baile, no de los pies, sino del corazón, y que lo haga con una imagen decididamente osada: “En la punta de un látigo, / mi corazón / danza una danza / en tirabuzón. / En la punta de un látigo / mi corazón”. Maravilla de la poesía: no es necesario explicar para entender, para identificarse, para sentir en el cuerpo, en el corazón, lo que las palabras expresan ¡en la punta de un látigo!
Cada línea sugiere una representación verbal de una representación dancística, una aproximación, con los ritmos propios del poema, a los ritmos propios del baile. Poesía en movimiento: coreografía de letras en acción.+
fue un año trascendental en la producción cinematográfica de Estados Unidos, y más aún, representó un momento en el que se reafirmó un nuevo cambio cultural y generacional en todo Occidente. Entonces, se dejaba de lado la estética contracultural de los sesenta, con su enfoque realista, en algunos casos idealista y en otros revisionista, enmarcado en el discurso de la Guerra Fría, para pasarle la estafeta a una generación desenfadada, más preocupada por el peso de la cotidianidad en un mundo ya dominado por las ideas neoliberales tras la caída de la Unión Soviética.
La irrupción del cine independiente en las carteleras tomó por asalto a los cinéfilos, acostumbrados a los dramas de época, los estudios de carácter, los blockbusters de alto concepto que predominaban en la década anterior y los experimentos retóricos de una casta de guionistas convertidos en celebridades más próximas a un laureado de la literatura que a un escritor de historias para la pantalla.
Preludio. Del nuevo Hollywood al cine indie
Pareciera que cada ciclo se repite. Durante los sesenta, el sistema de estudios en Hollywood se encontraba en una crisis debido a que las nuevas generaciones ya no asistían a las salas a consumir los melodramas, los musicales o las epopeyas de corte bíblico dirigidos por los mismos directores durante veinte años, tan acostumbrados en la posguerra estadounidense. En su lugar, preferían las historias que ofrecían las vanguardias cinematográficas de Europa, o bien, el realismo exótico de los cines de la India y Japón. Esto obligaría a los estudios a abrirse a otras expresiones y a nuevos directores afines a los jóvenes. Así nació el nuevo Hollywood a finales de los sesenta y principios de los setenta.
PulpPulp FictionFiction y la ruptura narrativa
Casi treinta años después, el boom del cine independiente parecía la respuesta al resurgimiento de esta necesidad de proyectar historias atractivas para una nueva generación, que ya no se sentía atraída ni identificada con el relato contracultural boomer. Con la generación X en su máxima expresión mediática, la nueva narrativa del cine durante los noventa tomaría forma ya no gracias a cineastas formados en las universidades, sino a estudiosos autodidactas del lenguaje cinematográfico que tomaban en cuenta su papel no sólo como creadores, sino como consumidores de películas.
La tienda de cine y Quentin Tarantino
Hablar de Tarantino resulta un problema en sí mismo, que se ha tornado un cliché entre sus admiradores y detractores (casi como lo que sucede con Christopher Nolan o Wes Anderson). El cinismo de quienes asumen una supuesta intelectualidad cinematográfica (“joder, eso sí es cine”) no deja mucho margen para argumentar objetivamente los méritos del director nacido en Knoxville, Tennessee. Es por muchos conocido que obtuvo su formación cinematográfica como empleado de la tienda Video Archives, en Manhattan Beach, California, donde pudo apreciar joyas del cine mundial durante horas en formato Betamax y VHS. Llegó a obtener reconocimiento en su localidad por sus recomendaciones, al grado de que, cada vez que le preguntaban si había estudiado en una escuela de cine, él simplemente respondía: “No, sólo fui al cine”. A la par de su apreciación cinematográfica, aprovecharía el tiempo libre para idear sus primeros guiones. Así, eventualmente surgieron True Romance, Reservoir Dogs y Natural Born Killers.
Escribiendo Pulp Fiction
Tras el éxito sin precedentes de Reservoir Dogs y su manejo de la historia mediante los diálogos, muchos proyectos le fueron ofrecidos a Tarantino; entre ellos, ofertas de blockbusters como Speed y Men in Black. En lugar de aceptarlas, decidió vivir un tiempo en Ámsterdam para trabajar en la idea de su siguiente película, aunque ésta ya estaba establecida desde 1990. Ese año, Tarantino y Roger Avary (su amigo y socio) decidieron escribir un corto bajo la premisa de que sería más fácil que un largometraje. En algún punto, se dieron cuenta de que era poco probable que aquello se produjera como cortometraje. El proyecto se terminó convirtiendo en una antología de historias, tomando como inspiración Black Sabbath, la cinta en tres partes del cineasta Mario Bava, Habría una sección escrita por Tarantino, otra de Avary y otra de un tercer director, que nunca llegó a concretarse.
Bajo el título inicial de Black Mask, Tarantino se propuso una idea poco convencional para el guionismo cinematográfico: “Hacer algo que los escritores de novelas tienen la oportunidad de hacer y que los cineastas no: contar tres historias separadas, tener personajes flotando dentro y fuera con diferentes pesos, dependiendo de la historia o el capítulo”. El director afirma que tomó la trama más común que se haya visto cuando se trata de historias de crímenes. La más común: una en la que el tipo tiene que salir con la mujer del jefe y no tocarla, una historia vista miles de veces. Así surgió el arco sobre Vincent Vega y Mia Wallace; mientras que, para el arco del boxeador Butch Coolidge, Tarantino tenía en mente un personaje más específico para una historia de crimen al estilo del Hollywood clásico. Inspirándose en Kiss Me Deadly (1955), construyó un personaje patán e imbécil.
El relato de Pulp Fiction se sostiene en una tesis muy simple, porque utiliza viejas formas de contar historias y, luego, deliberadamente, hace que funcionen mal. Forma parte del truco tomar personajes y situaciones estereotípicos de las películas de género, para después aplicar algunas de las reglas de la vida real y ver cómo se desenmarañan.
Tarantino se instaló en el distrito rojo de Ámsterdam para escribir el guion de la cinta. Mientras trabajaba en él, acompañó las proyecciones de Reservoir Dogs en los festivales de cine europeos, lo que le sirvió para tomar ideas y nuevas inspiraciones para la dirección de la siguiente cinta. Añadió y quitó escenas. Reservoir Dogs se estrenó en Estados Unidos, con gran éxito comercial y de la crítica, en octubre de 1992. Para enero de 1993, el guion de Pulp Fiction ya estaba terminado.
La situación de filmar
Para Tarantino, la película debía ser épica en todo sentido: invención, ambición, duración, alcance. Por ejemplo, fue filmada con película 50 asa, la más lenta que se fabricaba entonces, y que servía para crear una imagen casi sin grano, con lo que se logra un efecto visual muy parecido al sistema Technicolor de los cincuenta. El vestuario se inspiró en las ideas del director Jean-Pierre Melville, quien teorizó que la ropa que utilizan los personajes debe considerarse una armadura simbólica y que al mismo tiempo refuerza la identidad y el propósito de sus arcos dramáticos. Esto acentuó visualmente las situaciones que afrontan los personajes, pues colocó un sentido de realismo que rompe con el molde arquetípico.
Otra situación relevante, dado el reducido presupuesto para filmar la película, fue la musicalización. Pulp Fiction posee uno de los soundtracks más memorables y vendidos de los que se tiene memoria Sin contar con música original, el acierto de Tarantino consistió en encontrar la música adecuada para ambientar una película que homenajeaba al cine de género de los cincuenta, pero sin ser solemne ni obvio, y que al mismo tiempo se sintiera actual. Eligió música surf, porque para él resultaba lo más cercano a la epicidad de los spaghetti westerns musicalizados por Ennio Morricone. Esta selección hace que la película se sienta consciente de sí misma y que su mezcla de pop underground de los sesenta con baladas clásicas reafirme la noción posmoderna que le caracteriza, además de convertirse en el gancho de la película para una audiencia joven.
Epílogo. El baile y la revolución indie
La escena más icónica de Pulp Fiction sucede cuando Vincent Vega y Mia Wallace asisten a un restaurante temático de los cincuenta y participan en el concurso de twist. Su baile trasciende porque conjunta las ideas de la película en una sola. Primero, rompe la relación de subordinación de Vincent con Mia; evoca a la libertad de las juventudes de aquella época, que rehusaban encasillarse en una estructura social rígida y conservadora; alude a una reinterpretación de la nostalgia y alimenta la curiosidad por saber qué seguirá, sorprendiendo con lo impredecible, tal como la vida real.
Pulp Fiction llegó en el momento correcto. El cine estaba recayendo en una solemnidad autoindulgente y necesitaba volver a romper esquemas, dejarse llevar con nuevas formas de contar historias y fluir fuera de fórmulas predecibles. Para entretener a las audiencias, debía volver a tratarlas como seres pensantes y ofrecerles el reto de una estructura no lineal y arbitraria, pero a su vez satisfactoria. La cinta transformó la actitud de la industria hacia el cine independiente. Cuando los ejecutivos de los estudios se dieron cuenta de que los ingresos y la participación que obtenían con toda la prensa no eran lo mismo que las ganancias, consideraron explotar el modelo independiente: dejaron de comprar o rehacer películas para enfocarse únicamente en distribuirlas. Esta decisión abrió el camino para que otros cineastas se aventuraran con narrativas novedosas.
En cierto sentido, Pulp Fiction revolucionó al cine de la misma forma que Bonnie and Clyde o Easy Rider lo hicieron en los sesenta y Star Wars en los setenta: rompiendo los paradigmas del statu quo de su momento para aventurarse a nuevas formas y nuevas audiencias, aburridas o no identificadas con la línea dominante. Así lo hace hoy Everything Everywhere All at Once, en medio de una nueva crisis detonada por las franquicias cinematográficas. La película propone una nueva disrupción narrativa en motivos y formas, más afín a las preocupaciones de las audiencias actuales. Como Pulp Fiction o Trainspotting, se convertirá en el hito de una generación.+
Mis películas suelen ser como crías de foca, todo el mundo intenta matarlas a garrotazos, pero siempre he estado haciendo cosas para el futuro, no he querido estar a la moda y, de un breve momento, he esperado que trasciendan a través del tiempo y la geografía.
Baz LuhrmannBaz Luhrmann es uno de los pocos directores que han comprendido el lenguaje del baile en el teatro musical para adaptarlo al mundo cinematográfico. Esto no resulta extraño, dada su formación en las tablas de Sydney, aunque Luhrmann se ha referido a la ópera italiana como la mayor influencia de su trabajo, algo notorio en lo fastuosa que luce su cinematografía. Podemos dar cuenta de ello tan sólo con ver los decorados de su remake de El gran Gatsby, la estética por momentos barroca de Moulin Rouge!, o bien, la reinterpretación de la estética de los cincuenta y sesenta en su reciente filme, Elvis. Su estilo también está fuertemente influenciado por su afición desde niño a los bailes de salón y a una herencia que tomó del cine de Bollywood.
El primer musical de Luhrmann, Strictly Ballroom, es un reflejo biográfico del director, que practicó baile de salón gracias a la insistencia de su madre, quien se dedicaba a dar clases. Resulta entendible que en la cinta el baile represente un medio de comunicación entre dos personas que cuentan una historia sin palabras, una conversación silenciosa entre dos cuerpos que poco a poco se vuelve más sutil y simple, a medida que crecen los vínculos entre sus protagonistas, como si todos los problemas que se pudieran tener se fueran flotando, sin dejar nada más que alegría. De acuerdo con la visión del mundo de Luhrmann, el romance y la creatividad florecen en conjunto, y concluyen en un final explosivo de expresividad teatral.
Tal vez por eso Strictly Ballroom anticipa mucho de lo que Luhrmann comunicaría de una forma mucho más impactante con su última película, Elvis. En ambas obras se habla de un joven talentoso cuyos movimientos de baile y expresión musical rompen con las reglas de sus respectivas formas de arte. En el arco narrativo de ambos personajes, Luhrmann parece manifestar que el desarrollo artístico proviene de la autenticidad y el contacto con sus orígenes culturales. Además, existe un contraste visible en su relación con entes represores del talento y la expresividad, ya sea un sudoroso presidente de asociación de baile o un manager aceitoso, como termina siendo representado el infame Coronel Tom Parker.
En el cine de Luhrmann, el baile es capaz de extraer poderosos momentos emocionales de pequeños detalles visuales, como un primer plano de los pies golpeando con anticipación, preparando un paso importante, con todo y calcetines entubados y tacones brillantes, o un clímax en el que se corta la música y los protagonistas se mantienen bailando en completo silencio, o bien, al armar escenas de amor puro en escenarios con un contraste que nos hace pensar en la cultura pop o la estética kitsch, una característica vista en Strictly Ballroom, Romeo + Juliet y Moulin Rouge!
El baile sensorial de
Baz
Luhrmann
Encontramos otro indicio de la manera en que Luhrmann entiende el baile en la pantalla de cine si nos remontamos a 1993, cuando el director australiano visitó la India. En este país realizó una investigación para una ópera titulada Sueño de una noche de verano. Con esta experiencia, terminaría encontrando una gran fuente de inspiración en la narrativa cinematográfica de Bollywood. En sus propias palabras, “podía obtener un drama bastante serio, pero luego números musicales extravagantes, y después comedia de stand up”, narrativa que vemos presente tanto en Romeo + Juliet como en Moulin Rouge! En una entrevista para Variety en octubre de 2020, Luhrmann explicó: “Tenía un gran amor por los musicales mientras crecía… Siempre pensé que, si te fijas, los musicales tienen una forma que toman en función de qué tan bien decodificas la forma musical en un periodo determinado”.
Moulin Rouge! expresa ese estilo narrativo, además de poseer una caracterización exagerada de la India; pero esta influencia no sólo está presente en la inclusión de una obra dentro de la película, también el vestuario se inspira en lo más estrafalario de ese tipo de cine, y se utilizan primeros planos y ángulos recurrentes en la forma de filmar las secuencias de baile, con grandilocuencia y espectacularidad. Por si fuera poco, la cinta sigue un patrón similar a los dramas clásicos, por ejemplo, la historia de una pareja que se encuentra, es separada por fuerzas externas, una mitad finge traicionar a la otra, cantan una canción que los reúne y, finalmente, o marchan juntos hacia el atardecer o alguno de los dos muere trágicamente.
En una entrevista reciente en el sitio Vulture, para promocionar su reciente película, Elvis, el director se refiere a la teatralidad en este patrón de sus historias de la siguiente manera:
Tengo un chiste recurrente, y es que podrías llenar todas estas películas con los mismos personajes. El todopoderoso Barry Fife de Strictly Ballroom es Zidler en Moulin Rouge! y el Coronel en Elvis. Siempre hay un Coronel Tom Parker. Y siempre hay un Christian del Moulin Rouge! (un escritor o un alma pura). Christian es un personaje órfico: alguien dotado de talento, que busca el amor ideal y perfecto, entonces desciende al inframundo. Y luego está Satine; ella es la musa, lo ideal y el amor perfecto.
Ahora, lo interesante en Elvis es que la relación de romance con Priscilla importa, pero el verdadero amor ni siquiera ocurre entre el Coronel y Elvis (esa relación resulta más como la de Zidler con Satine). La verdadera relación en Elvis sucede con el público. El verdadero amor de Elvis (como propone el Coronel), el único amor en el que realmente puede confiar, es el que se cruza con las luces del escenario, y se vuelve tan poderoso que todo lo demás queda relegado.
La verdadera relación en Elvis sucede con el público. El verdadero amor de Elvis, el único amor en el que realmente puede confiar, es el que se cruza con las luces del escenario, y se vuelve tan poderoso que todo lo demás queda relegado.
El proceso creativo de Luhrmann suele interpretarse como un cliché de la dirección cinematográfica, con la obsesión perfeccionista de un Kubrick o un Bergman, pero mucha de la libertad creativa que ejerce se basa en explorar las emociones auténticas de sus actores, en una conexión inmersiva que fluye por cada célula de los intérpretes. El resultado termina haciendo vibrar a las audiencias con empatía. En una reciente entrevista para Vice, Luhrmann explica su filosofía creativa:
Creamos porque sólo nosotros conocemos nuestro interior. Y nos sentimos solos si [algo] se queda atascado allí. Entonces, una de las peores cosas, tal vez la peor, es la soledad y la pérdida. Por lo tanto, no importa lo pequeño que sea aquello que estés creando: si estás reorganizando tu habitación o la forma en que has compuesto tu toma, las elecciones que haces son elecciones creativas. Pueden estar influenciadas por el estilo y todo eso, pero tener esa libertad sobre el mundo que te rodea te hace sentir menos solo.
Ahora vivimos en un mundo en el que, después de la pandemia y la guerra en Europa, nadie sabe nada. Nos sentimos solos y desconcertados, así que es muy bueno darse permiso para hacer cosas. Expresar a través del hacer se convierte en una muy buena manera de apropiarse de lo poco que podemos poseer. Y ésa es nuestra noción de que somos nosotros mismos.
La filmografía de Baz Luhrmann habla de una libertad implícita en todo ser humano: la expresión de ideas y emociones en un flujo que se comunica desde lo más profundo de la estimulación sensorial hacia otras sensibilidades, las de la audiencia, que no puede dejar de cantar ni de querer bailar cada uno de los montajes de sus cintas, ya sea una reinterpretación en tango del clásico de Police “Roxanne” o el baile final de Strictly Ballroom.
Y aunque para muchos su cine resulta un carnaval de estereotipos cursis y edulcorados, sin duda, la estética de Luhrmann refuerza ese mensaje de autenticidad y amor propio que conecta y comunica sin palabras, como una pareja o un grupo de personas en una pista de baile.+
Bailar frenéticamente
Bailar frenéticamente
Yara VidalEn la danza que hace temblar a los gobiernos subyace un impulso natural a la disidencia. Demos un paseo por el placentero ejercicio del baile: una forma de rebeldía contra el sistema y el control.
La subversión del baile en la sociedad moderna es algo fascinante. Movimientos e individuos que incendiaron todo para expresarse han dejado un legado imborrable en el mundo artístico. En febrero se celebra el Black History Month, y no quise dejar pasar la oportunidad para hablar de cómo la comunidad afroamericana ha irrumpido en el mundo artístico y político a través del baile.
Cada movimiento del baile fue creado por alguien y contiene una historia. Cada paso, ángulo o ritmo cuenta emociones que quedan trazadas en un tiempo particular. La historia de las naciones y de las compañías de danza resultan personalizadas porque los bailarines entrelazaron sus pasiones, y muchas veces la verdadera manera de subsistir en el mundo de la danza implica sacrificios descomunales. Si a eso le agregamos el lastre de la discriminación, la esfera del baile clásico semeja un sistema de corte militar y la posibilidad de romperlo se encuentra en el talento innegable de artistas que nacieron para quemarlo todo.
Hace más de cien años
En el libro Dance usted (Anagrama, 2022), Luis Costa relata los momentos históricos en que la juventud se ha definido por gustos y hábitos insurrectos. Estos grupos, configurados como nueva clase, supusieron un escape a través de la creación del baile, que al día de hoy sigue alebrestando jóvenes, porque donde hay ritmo hay jazz, hay swing y hay vida. Uno de esos primeros bailes públicos individuales conocidos es el cake walk, surgido de aquella pulsión desenfrenada de cuando los esclavos de las plantaciones de algodón del sur de Estados Unidos se mofaban de sus amos en un espontáneo y grotesco baile. De la época del burlesque afroamericano, destaca un dúo maravilloso e insuperable: los Hermanos Nicholas, compuesto por Fayard y Harold. Su técnica acrobática, maestría y coreografía audaz los llevaron a ser considerados por muchos los mejores bailarines de claqué o flash dance de su tiempo. Gracias a su talento, dejaron un legado importante en películas. También destacan personajes de la época como las Hermanas Whitman, Willie Bryant y Bill Robinson, recordado en el cine como Mr. Bojangles.
El charleston
Se dice que el charleston se basa en el juba, un baile traído a Charleston, Carolina del Norte, por esclavos africanos. El baile era popular entre los trabajadores portuarios a principios del siglo xx. El juba implicaba pisotones, patadas y bofetadas rítmicas, por lo que se convirtió en una expresión de desafío para la comunidad estadounidense en ese momento. La juventud afroamericana se volvió frenética y este ritmo terminó por convertirse en un fenómeno de la cultura pop en 1923, gracias a la canción “The Charleston”, compuesta por James P. Johnson para el espectáculo de Broadway Runnin' Wild.
Para 1911, el charleston fue utilizado por las Hermanas Whitman en su famoso acto teatral, y formó parte de las producciones escénicas de Harlem. El baile también fue llevado por los soldados hasta los confines de la Primera Guerra Mundial y, al final de ésta, se convirtió en un elemento esencial de los locos años veinte (también conocidos como la era del jazz), pues muchos estadounidenses blancos se sintieron emancipados después de la guerra. Durante esta época, las mujeres se cortaron el cabello, se quitaron los corsés, bebieron a escondidas durante la Prohibición y bailaron en bares clandestinos bajo el resplandor de los recién instalados focos eléctricos.
La famosa bailarina americano-francesa Joséphine Baker agregó la característica de cruzar los ojos mientras bailaba charleston. Considerada la primera vedette y estrella internacional, fue espía contra los nazis y activista por los derechos de las personas negras. Se convirtió en un icono musical, sexual y político. También resultó la primera mujer afrodescendiente en aparecer y protagonizar una película, Zou Zou (1934). La bomba de Joséphine inmortalizó la libertad en cada paso.
Algunos objetaron el hecho de que el nuevo estilo de baile permitiera a las mujeres bailar solas, sin pareja, con todos los riesgos morales que ello conllevaba. Este ingobernable ejercicio de libre albedrío, individualidad y felicidad por el baile llegó a ser prohibido en múltiples estados estadounidenses.
En plena dominación nazi, cuando el baile aparecería como fuente de rebelión y subversión, los swingjugend (que se traduce como “jóvenes del swing”) desafiaron al partido, incumpliendo la ley que les obligaba a afiliarse a las Juventudes Hitlerianas y les prohibía bailar y reproducir este género. La publicidad y la condena al baile se podía leer en los periódicos: “El swing y la música de negros debe desaparecer”.
El jitterbug
En las décadas de 1920 y 1930, las parejas competían por dinero en maratones de jitterbug: eventos de una extraña mezcla entre resistencia y actuación escénica. Con frecuencia, ganaban bailarines profesionales que viajaban de pueblo en pueblo compitiendo. A los participantes se les permitían breves descansos para ir al baño y una siesta ocasional, lo que provocaba que los eventos duraran más de mil horas. Los compañeros se turnaban para sostenerse en posición vertical y bailar mientras el otro dormía.
Un hombre llamado Homer Morehouse murió de agotamiento durante uno de estos maratones en 1923, y Seattle prohibió los eventos a finales de los veinte, después de otra muerte reportada. Esto quedó documentado en la novela ¿Acaso no matan a los caballos?, de Horace McCoy (1935). El mismo autor vivió esas escenas de degradación propias de un reality actual. La novela fue adaptada a película en 1969, bajo la dirección de Sydney Pollack.
Los pasos de la rebelión
La pista de baile siempre ha servido como un espacio para la expresión y el disfrute de la libertad frente a la opresión, la segregación, el control y el horror. En México, recordamos el Baile de los 41, en
el que sorprendieron a hombres disfrazados de mujeres en tremenda fiesta en plena época porfirista (1901). Todos los participantes fueron arrestados, incluyendo los organizadores. Entre éstos, el yerno del entonces presidente Porfirio Díaz, Ignacio de la Torre y Mier y Antonio Adalid, apodado Toña la Mamonera, ahijado de Maximiliano I y Carlota de México.
En el mismo tenor, durante la noche del 21 de junio de 1969, policías de Nueva York irrumpieron en el Stonewall Inn —el famoso bar gay en Greenwich Village—. El cuerpo de policía se sorprendió al encontrar a los asistentes llorando la muerte de su amada Judy Garland, y aun así prosiguieron con su operativo. Gracias a esa irrupción, surgió la revuelta de Stonewall, cuando las disidencias sexuales salieron a las calles para hacer escuchar sus derechos.
Moviendo al espíritu
Echemos un vistazo a los individuos que desafiaron con su talento a las compañías contemporáneas dominantes en el mundo del baile clásico. Las historias de estos bailarines y coreógrafos demuestran que la danza negra no existe de manera independiente a la historia negra, sino que expresa sin palabras la narrativa de un pueblo a través de movimientos, producciones y la carrera de los individuos. Su coreografía plantea problemas sociales; su programación fortalece a las comunidades y se inspira en la historia. Las actuaciones de estos bailarines se vinculan con lugares, personas y eventos icónicos. Se pueden explorar temas que van desde el activismo hasta los derechos de las mujeres, la interseccionalidad lgtbi+, así como la literatura y el arte.
Arthur Mitchell, primer bailarín principal afroamericano del New York City Ballet
Nos faltaría espacio para escribir todo lo que significa la herencia de Mitchell. Fundó una escuela de danza y la primera compañía de ballet afroamericana: Dance Theatre of Harlem (dth). Entre otros honores, Mitchell fue nombrado MacArthur Fellow, y lo ingresaron al Hall of Fame de los señores Cornelius Vanderbilt Whitney, en el Museo Nacional de Danza. También recibió la Medalla Nacional de las Artes y una beca Fletcher.
Desmond Richardson, primer bailarín principal afroamericano del American Ballet Theatre
Después de lograr el éxito en el Alvin Ailey American Dance Theatre y el Frankfurt Ballet, se unió al American Ballet Theatre (abt) como bailarín principal en 1997. Richardson creó papeles principales para el abt en Othello and Remanso, además de aparecer en clásicos como The Sleeping Beauty y Romeo & Juliet. Richardson es conocido no sólo por su talento, sino también por su larga e ilustre carrera en la danza, desde el abt hasta Broadway y la pantalla grande.
Misty Copeland, primera mujer afroamericana en ser la prima ballerina del American Ballet Theatre
Copeland fue descubierta por casualidad durante una clase de ballet gratuita en un Boys and Girls Club en San Pedro, California, a los 13 años. Copeland comenzó su carrera en el abt Studio Company en 2000 y rápidamente ascendió. En 2007 fue promovida a solista en el American Ballet Theatre. La gran oportunidad de Copeland llegó cinco años después, cuando bailó el papel principal de Firebird en el Metropolitan Opera House, convirtiéndose en la primera mujer negra de la compañía en hacerlo. Misty Copeland ascendió a bailarina principal en el abt en agosto de 2015. Se trata de la primera bailarina negra de la compañía en ocupar ese puesto en 75 años de historia. A partir de su experiencia, escribió los libros Life in Motion, The Wind at my Back y Ballerina Body
Copeland se ha convertido en todo un ícono mundial de inspiración. Gracias a su avance, ahora hay múltiples programas en Nueva York, principalmente con el American Ballet Theatre, para expandir los horizontes de integración y entrenamiento para las comunidades que han sido privadas de representación dentro de los cáno nes del baile clásico. Ella continúa viajando por el mundo, conociendo a jóvenes bailarines afrodescendientes e inspirándolos a perseguir sus sueños.
El baile en la poesía
Los tiempos difíciles requieren bailar frenéticamente (New World Library, 2010) es un poemario escrito por la autora estadounidense Alice Walker, ganadora del Premio Pulitzer, poeta, narradora y activista. En el prefacio comenta que es la más pequeña de ocho hermanos y que, para 2010, cinco de ellos habían muerto. Anda, pues: comienza tu rebelión, que lo bailado nadie nos lo quita.
Comparto pérdidas, problemas de salud y otros desafíos comunes a la condición humana, especialmente en estos tiempos de guerra, pobreza, devastación ambiental y avaricia, que van más allá de la imaginación más creativa. A veces todo esto resulta demasiado como para soportarlo. Fui una persona con depresiones profundas periódicas, un signo de sufrimiento mental en mi familia que ha afectado a cada hermano de manera diferente, y he madurado en alguien que nunca soñé que sería: una optimista desenfrenada que ve el vaso siempre lleno de algo. Puede estar medio lleno de agua, precioso en sí mismo, pero en la otra mitad hay un arcoíris que sólo podría existir en el espacio vacío.
He aprendido a bailar.
No es que no supiera bailar antes; todos en mi comunidad sabían bailar, incluso aquellos con varios pies izquierdos. Simplemente no sabía lo básico que es mantener el equilibrio. Que los africanos siempre están bailando (en sus ceremonias y rituales) muestra una conciencia de esto. Un día me sorprendió, mientras bailaba, saber que los maravillosos movimientos por los que los afroamericanos son famosos en la pista de baile se produjeron porque los bailarines, especialmente en los viejos tiempos, estaban retorciendo varios nudos de estrés. Algunos de los movimientos de la parte baja de la espalda que nos han parecido simplemente sensuales, sin duda se crearon después de un día de trabajo inclinado sobre un arado o una azada en la plantación de un conductor de esclavos.
Deseando honrar el papel de la danza en la curación de familias, comunidades y naciones, contraté un salón local y una banda local e invité a amigos y familiares de cerca y de lejos a unirnos en acción de gracias, para bailar nuestras penas o al menos para integrarlas más suavemente en nuestra existencia diaria. La siguiente generación de mi familia, lamentando la reciente muerte de una madre, mi cuñada, creó un animado baile en línea que me reafirmó la idea de que, aunque todos hemos encontrado nuestra parte de dolor y problemas, todavía podemos mantener la línea de la belleza, la forma y el ritmo: un logro no pequeño en un mundo tan desafiante como éste.
Los tiempos difíciles requieren un baile frenético. Cada uno de nosotros somos la prueba.
Alice WalkerTe voy a contar mi curiosidad favorita del mundo: la doctora Marie Skłodowska-Curie se plantó en su propia boda vestida con su indumentaria de laboratorio.
En realidad, es una historia bastante bonita: un amigo científico le presentó a Pierre Curie. Ambos confesaron, muertos de vergüenza, haber leído los artículos académicos del otro, flirtearon entre cubetas llenas de uranio líquido, y ese mismo año, él le propuso matrimonio. Sin embargo, Marie había ido a Francia sólo para obtener el título, así que, muy a su pesar, lo rechazó y volvió a Polonia.
¡Vaya chasco!
De pronto, la Universidad de Cracovia, villana y cupido involuntaria de nuestra historia, hizo acto de presencia y denegó a Marie un puesto de docente por ser mujer (vaya elegancia, querida uni). Una guarrada, ya lo sé, pero ocasionó, como afortunado efecto colateral, que ella volviera de nuevo a los brazos amorosos y aún carentes de radioactividad de Pierre. Esos dos maravillosos frikis se casaron en 1895 y Marie, que no es que ganara precisamente un dineral en aquel entonces, se compró un vestido de novia lo bastante cómodo como para ponérselo todos los días en el laboratorio. Una chica de lo más práctica.
Hay que decir que la historia se vuelve considerablemente menos bonita si nos situamos unos diez años más tarde, cuando a Pierre lo atropelló un carruaje y Marie y sus dos hijas se quedaron completamente solas. Si nos acercamos a 1906, descubriremos la auténtica moraleja de esta historia: confiar en que los demás no te dejen tirado es una idea pésima. De un modo u otro, la gente acaba marchándose. Tal vez se resbalen en la Rue Dauphine una mañana lluviosa y un carro de caballos les machaque el cráneo. Puede que los abduzcan los extraterrestres y desaparezcan en la inmensidad del espacio. O quizá se acuesten con tu mejor amiga seis meses antes de tu boda y eso te obligue a cancelarla y a perder el dineral del depósito.
Las posibilidades son infinitas, en serio.
Podría decirse entonces que la uni de Cracovia es una villana de baja estofa. No me malinterpretes, me encanta imaginarme a la doctora Curie volviendo a Cracovia en plan Pretty Woman, con su vestido de novia-diagonal-indumentaria-de-laboratorio, sus dos Premios Nobel bajo el brazo y gritando: «Pues metieron la pata. ¡Y cómo! ¡Hasta el fondo!». Pero la auténtica villana, la que hizo llorar a Marie y la tuvo contemplando el techo por las noches es la pérdida. La pena. La fugacidad innata de las relaciones humanas. El auténtico villano es el amor: un isótopo inestable en constante proceso de desintegración nuclear espontánea.
Y sus actos quedarán siempre impunes.
¿Sabes lo que sí es digno de confianza? ¿Lo que nunca, jamás, abandonó a la doctora Curie en toda su vida? Su curiosidad. Sus descubrimientos. Sus logros.
La ciencia. La ciencia es la clave.
Por eso, cuando la nasa me comunica —¡a mí, Bee Königswasser!— que me han elegido como investigadora jefa de blink, uno de sus de investigación en neuroingeniería más prestigiosos, me pongo a chillar. Chillo como una loca en mi minúsculo despacho sin ventanas del campus de Bethesda de los Institutos Nacionales Chillo por la fabulosa tecnología de optimización de rendimiento que voy a poder desarrollar para nada menos que los astronautas de la nasa, y luego recuerdo que las paredes son de papel de fumar y que mi vecino de la izquierda me denunció una vez por escuchar rock alternativo de grupos femeninos de los noventa sin auriculares. De modo que me llevo el dorso de la mano a la boca, hinco los dientes y me pongo a dar saltitos de la forma más silenciosa posible mientras la euforia estalla en mi interior.
Me siento como debió de sentirse la doctora Curie cuando, a finales de 1891, le permitieron inscribirse en la Universidad de París: como si una infinidad de descubrimientos científicos (preferiblemente no radioactivos) se encontrara por fin a mi alcance. Se trata, con diferencia, del día más importante de mi vida y constituye el pistoletazo de salida a un espectacular fin de semana de celebraciones. Los puntos más destacados son:
• Les cuento la noticia a las tres compañeras con las que mejor me llevo y todas nos vamos al bar de siempre, nos chutamos varias rondas de cocteles de limón y nos turnamos para pitorrearnos de aquella vez que Trevor, nuestro horrendo jefe de mediana edad, nos pidió que no nos enamorásemos de él. (Los académicos suelen delirar bastante; excepto Pierre Curie, por supuesto. Pierre jamás se comportaría de forma tan ridícula.)
• Me cambio el pelo de rosa a morado. (Tengo que teñirme en casa, ya que los investigadores con menos experiencia no podemos permitirnos ir a la estética; mi ducha acaba pareciendo una mezcla entre una máquina de algodón de azúcar y un matadero de unicornios, pero tras el incidente del mapache —del que, hazme caso, no quieres saber nada—, no iban a devolverme la fianza de todas formas.)
• Voy a Victoria’s Secret, me compro un conjunto precioso de lencería verde y me prohíbo a mí misma sentirme culpable por el derroche. (Aunque hace años que nadie me ve sin ropa y, si todo va según lo planeado, la cosa seguirá igual durante muchos muchos más.)
• Descargo el plan de entrenamiento Maratón para amantes del sofá que llevo queriendo hacer desde hace tiempo y salgo a correr. (Luego vuelvo a casa cojeando y despotricando contra mi exceso de ambición y cambio el plan a 5 km para amantes del sofá. No puedo creer que haya gente que haga ejercicio todos los días.)
• Horneo unas golosinas para Finneas, el longevo gato de mi igualmente longevo vecino, ya que el animalito pasa a menudo por mi apartamento para la recena. (Me da las gracias destrozándome mi par favorito de Converse. Lo más probable es que la doctora Curie, en su infinita sabiduría, fuera más de perros que de gatos.)
En resumen, me la paso de miedo. Para cuando llega el lunes, ni siquiera estoy triste. El día transcurre igual que siempre —entre experimentos, reuniones de laboratorio y captura de datos frente a la computadora mientras engullo comida precocinada y refrescos de marca libre—, pero con el proyecto de blink en el horizonte, incluso las circunstancias de siempre me resultan nuevas y emocionantes.
Seré sincera: he estado superpreocupada. Después de que me rechazaran cuatro solicitudes de beca en menos de seis meses, estaba segura de que mi carrera se había estancado, incluso de que había llegado a su fin. Cada vez que Trevor me llamaba a su despacho, me daba taquicardia y me sudaban las manos, convencida de que iba a decirme que no pensaba renovar mi contrato anual. El último par de años, desde que obtuve el doctorado, no ha sido demasiado divertido que digamos.
Para bailar sin importar la edad
Rodrigo MorlesinPara bailar sin importar M
ientras escribo estas líneas, en mis audífonos suena “Pumping on Your Stereo”, de la genial banda inglesa Supergrass. Pienso qué libros infantiles recomendarles que se conviertan en música para sus oídos, que sean capaces de hacer bailar a las niñas de sus ojos.
Y me arranco como si trajera tambora…
Una voz nos llega del pasado, tan lejano como las primeras nanas Duerme Negrito (fce, 2012), de Paloma Valdivia, nos lleva de la mano a la canción popular y hace que, al leer, termi-
Pero detrás de cada artista hay una vida marcada por pasos hacia adelante y hacia atrás, de trastabilleos, de caídas y de gloria. En el libro Nace una leyenda (Amanuta Editorial Infantil, 2020), escrito por Marcelo Comparini y Rosario Montiel, e ilustrado por Francisco Javier Olea, encontrarás las biografías de estrellas de la música tan diversas como Madonna, David Bowie y Freddie Mercury. Se trata de una obra para fanáticos de la música y para chismosos como yo. No podemos negar que el hilo invisible de la música nos une con momentos, personas y sensaciones del pasado. Se trata del extraordinario lazo emotivo mediante el que bailamos con nuestra historia. Ésta es la base y el ritmo en Una (Edelvives, 2019), de Guilherme Karsten.
Pero si lo que te gusta es bailar con la historia, te recomiendo Sin música, nada merece la pena (Lóguez, 2012), de Rudolf Herfurtner. En este libro descubrirás la historia de la música, pero contada a través de muchas voces separadas en el tiempo que se unen como notas musicales y crean una sinfonía armoniosa y espectacular. Desde Bach hasta Elvis, esta obra está hecha para auténticos melómanos que devorarán sus 272 páginas. A diferencia del dicho, en esta selección para bailar no se necesitan dos. Se puede bailar a solas o en compañía de más de uno. Bailar con un libro también significa compartirlo, platicarlo, antojarlo… bailar con sus hojas, palabras e ilustraciones. Y esto sucede exactamente con Cuentos bailables (Ekaré Infantil, 2022), de Ramón París en las ilustraciones, Pablo Larraguibel en la selección musical y con una banda que interpreta la música, a la que puedes escuchar por medio de un qr. De página en página, este libro nos lleva por el Caribe al ritmo de la cumbia, el chachachá, el merengue y muchos otros que se van hilando a modo de canciones-cuento. Sin duda, te hace bailar de alegría. Mientras termino este texto, la voz de Yuri Buenaventura me obliga a escribir y bailar al mismo tiempo al compás de su ya famosa versión de “Ne me quitte pas”. +
El bordado como extensión del cuerpo
Narradora, poeta, investigadora textil, artista del bordado. Aunque Gimena Romero (Ciudad de México, 1985) tiene un currículum espectacular, se asume a sí misma como una bordadora a la que le interesa el proceso, no el resultado.
A mí, de hecho, los bordados me dan mucha flojera. Los bordados terminados no me interesan. Descubrí que hay dos tipos de bordadoras: existen las que hacen bordados y las que bordan. Ninguna es mejor que otra; simplemente se trata de dos diferentes tipos de creadoras. Me parece importante entender desde qué lugar estamos trabajando con el hilo y aguja. Las bordadoras que hacen bordados se interesan por el objeto, por la pieza terminada. Las que bordan se interesan por el proceso y el ejercicio del bordado, así como por las cosas que suceden mientras bordan. Y es sólo entonces cuando nos montamos en la técnica y podemos trabajar con los materiales más abstractos.
En su reciente libro, Bordado pictórico. Los cinco elementos de la técnica, publicado por Editorial GG, Gimena explora la relación de este arte con la tierra, el agua, el fuego, el aire y el alma.
Hoy, más que nunca, resulta vital hablar de bordado. Y precisamente con ello entro al tema —explica—. De ahí que vengan los cinco elementos en la técnica. Pienso en el bordado como una suerte de alquimia, en la cual la materia no se crea ni se destruye, sino que se transforma. Bordado pictórico es un libro que realmente no habla de bordado, sino de la bordadora. Habla del ejercicio del bordado, de las cosas que pasan mientras bordas. De los materiales más abstractos para quienes trabajan con agujas e hilo, por ejemplo, la luz, el aire y el tiempo. Paso por los cinco elementos porque nosotros, como seres orgánicos, somos los cinco elementos. Al momento de reconocer cada uno de ellos en nuestra propia carne, ocurre un desborde de la propia técnica. Y, por definición, lo único que desaparece cuando se desborda es el bordado. Entonces, lo que queda es la bordadora.
Aunque este libro no es una serie de recetas para bordar, pues Gimena Romero no cree que este arte sea como la cocina, sí hay algunas instrucciones respecto a materiales y técnicas. Para la artista, que fue cofrade aprendiz de bordadora con hilos de oro en Sevilla y una de las pioneras en México en la técnica del bordado con cabello humano, la Tierra representa los materiales que utiliza, si consideramos los cinco elementos.
El elemento tierra es sobre lo que estamos parados. Entonces será diferente, por ejemplo, si quiero cruzar el desierto corriendo o si quiero caminarlo a pasos firmes. Resultaría bastante iluso de mi parte querer irme de tacones de aguja al Sahara. Entonces, considero fundamental entender la tierra sobre la que estamos parados, y la tierra, en el bordado, son los materiales. Así que, del mismo modo, no se trata de un suicidio, pero sí es complicarse la vida intentar bordar una organza de seda con una aguja ciega del número 16. Pero, ¿cómo voy a saber que es una aguja ciega del número 16? Precisamente, ése es el elemento tierra y por eso me parece fundamental hablar acerca de los tipos de hilos y de los tipos de agujas
En Bordado pictórico. Los cinco elementos de la técnica, Gimena Romero confiesa que desde los diez años no ve bien. Sin embargo, esta característica no ha interferido con su proceso como creadora
Una no borda con los ojos —dice, con firmeza—. De hecho, una no sólo borda con las manos, borda con todo el cuerpo. Una borda con la panza, con la entraña, con la piel, cuando te pasas el hilo por la cara, por los dedos; borda con la boca, cuando te metes el hilo a la boca para enhebrar. Una, a veces, incluso sin querer, borda con la sangre.
Y, hablando de la sangre, le preguntamos a Gimena qué opina acerca de los grupos de mujeres con familiares desaparecidos que han encontrado en el bordado una forma de comunión y de resistencia.
Creo que toda práctica artística debería tener, como base, la empatía hacia cualquier ser humano. Más allá de ello, también habría que recordar lo que decía Louise Bourgeois acerca de la aguja, cuyo carácter de objeto punzocortante, en ese ejercicio de romper y atravesar la tela, la fibra y el hilo, a la vez une, remienda. Y yo creo que un sinónimo de remiendo es perdón. En el caso estricto de las desapariciones y de todas estas ausencias, se trata de un modo de remendar esa ausencia. Creo que el remiendo para la gente que ya no está representa un acto no sólo poderosísimo, sino un grito desesperado.
Bordado pictórico. Los cinco elementos de la técnica, de Gimena Romero, ya está disponible en Librerías Gandhi.+
Michael Sledge: la aventura de amar un nuevo mundo
Irma Gallo¿Cómo surge la idea de escribir lo que estabas viviendo en un país nuevo para ti?
En México estamos acostumbrados a que los extranjeros que vienen, ya sea de visita o para quedarse —y sobre todo si provienen de naciones con mayor poder económico—, tienen una actitud colonialista, que, como una aplanadora, intenta imponer su modo de vida y costumbres porque los nuestros les parecen “bárbaros”, “absurdos” o “primitivos”.
Pero todo lo anterior no aplica para el escritor Michael Sledge (Houston, Texas, 1962), quien llegó a Oaxaca hace cerca de 15 años y desde el principio se enamoró del lugar que se convertiría en su casa: una hacienda abandonada en medio de una zona rural que él y su pareja transformaron poco a poco en un espacio habitable. No fue siempre fácil para este gringo —como él mismo se nombra— acostumbrarse a su nuevo país, pero su mirada horizontal, esa apertura para dejarse sorprender y una inteligencia y sensibilidad poco comunes se conjuntaron para construir una visión que va desde el asombro hasta el amor, pasando, también, por algunos momentos de miedo y franco terror. Todo esto se puede encontrar en la lectura de Al sur. Crónica del Valle Encantado (2022), que Sledge ha publicado con editorial Turner México y acerca del cual conversó con Lee+
Fue un proceso como de diez años. Llegué a México sin saber que me estaba mudando a otro país. Viajé desde Estados Unidos con un proyecto académico, de una escuela de arte en California. Empecé a venir en los veranos, con estudiantes. Trabajábamos en un taller con artesanos. Después buscamos una base más permanente en Oaxaca para avanzar con el proyecto, y encontramos esa casa abandonada en el campo, llena de lechuzas, animales y espíritus. Como gringo, pensé en términos muy pragmáticos: “¡Ah, esa casa va a ser perfecta para el proyecto!”. No tenía idea, en ese momento, de que no estaba comprando una casa: estaba entrando en una comunidad, una historia, un lugar con muchos niveles de símbolos, de emociones, todo con un significado muy fuerte. Y entonces, con los años, poco a poco empecé a entender mejor dónde estaba, y eso fue un proceso a veces frustrante, a veces alucinante, y siempre muy interesante. Empecé a escribir unos ensayos sobre cosas que me interesaban en este proceso, y poco a poco encontré una forma de explorarlo en un formato más largo, en un libro.
Ve la entrevista en mascultura.mx y en YouTube revistaleemasdegandhi
¿Cómo logras esta mirada horizontal respecto al otro, al que es distinto, en este caso, a Oaxaca y a sus habitantes, a la comunidad?
Preguntaste cuándo empecé a pensar en esto como libro y creo que fue durante la campaña de Trump. Si puedo pensar en un momento, fue ése: escuchando tantas cosas feas sobre los mexicanos, empecé a pensar cómo es la representación de México en Estados Unidos. Y es muy oscura, basada en el miedo a la diferencia: “México es peligroso”. “México te va a enfermar”. “En México todo es malo”. Entonces se me ocurrió que no había conocido a nadie con el privilegio que yo tengo, de estar tanto tiempo en este país, realmente como parte de una comunidad. Pensé que tengo una responsabilidad o un deseo de presentar otra imagen de México.
Al principio, estaba pensando en un lector estadounidense, pero quizá sirva también para muchos mexicanos que no conocen el tipo de vida que he encontrado en Oaxaca. Por ejemplo, existen habitantes de Ciudad de México que no han visto lo que yo. Sobre todo, se trata de decir esto: hemos visto todas las películas de narcos, del lado oscuro de México, así que quise presentar otra cosa, tan real y tan fuerte como esa imagen oscura.
Por otra parte, una cosa que he aprendido desde el primer día que llevo viviendo aquí es a llegar humilde, con respeto. Exigen que yo participe en la vida comunal, y ahí no puedes llegar como colonialista.
Al sur. Crónica del Valle Encantado es una serie de crónicas en las que narras tus experiencias como habitante de esta región de Oaxaca. Hay historias de fantasmas; de ejidatarios que se unen para reclamar, machete en mano, a los hacendados extranjeros —tú y tu pareja— un pedazo de tierra que supuestamente les pertenece; incluso de la familia multiespecie que ustedes dos forman con tres burros, un caballo y un perro. ¿Qué nos puedes contar sobre los temas que elegiste?
Siempre me han encantado los animales. Me encantan los burros. Entonces, cuando llegué a este rancho, tuve esa idea un poco naive, ignorante, de “tengo un rancho, quiero un burro. Es lo más mexicano que puedo hacer”. Y, antes de seguir con esta fantasía, un amigo apareció en mi fiesta de cumpleaños con un burrito bebé. En ese momento no sabía si se trataba de una costumbre mexicana, llevar un burro a la fiesta. Agradecido, acepté la burrita. Empecé con esa idealización de cómo sería tener un rancho en México, con un burro. Y realmente la burra se volvió muy emblemática de mi relación con el país: ella nunca iba a estar de acuerdo con mis ideas de cómo debe ser un burro. No es Platero. No es una burra noble. Tiene sus ideas muy fuertes. Entonces, escribo sobre ella en ese aspecto: cada vez que tengo una idea de cómo es vivir en México, recibo otra lección.+
“Hemos visto todas las películas de narcos, del lado oscuro de México, así que quise presentar otra cosa, tan real y tan fuerte como esa imagen oscura”.
LEÍDOS LOS
FICCIÓN NO FICCIÓN
LA BIBLIOTECA DE LA MEDIANOCHE
Matt HaigALIANZA DE NOVELA
Sin saber cómo, Nora Seed aparece en la Biblioteca de la Medianoche, donde se le ofrece una nueva oportunidad para hacer las cosas bien. Hasta ese momento, su vida ha estado marcada por la infelicidad y el arrepentimiento. Nora siente que ha defraudado a todos, y también a ella misma. Pero ¿esto está a punto de cambiar?
LA HIPÓTESIS DEL AMOR
Ali
HazelwoodCONTRALUZ
Una relación falsa entre dos científicos se topa con la irresistible fuerza de atracción de Olive Smith, una doctoranda de tercer año que no cree en las relaciones amorosas duraderas, pero su mejor amiga sí, y por eso Olive se ha metido en un lío monumental. A Ahn le gusta el exnovio de Olive, pero se niega a dar el primer paso porque es una buena amiga.
ROMPER EL CÍRCULO
Colleen Hoover
PLANETA
A veces, quien más te quiere es quien más daño te hace. Lily no siempre la ha tenido fácil. Por eso, su idílica relación con un magnífico neurocirujano llamado Ryle Kincaid parece demasiado buena para ser verdad. Cuando Atlas, su primer amor, aparece repentinamente y Ryle comienza a mostrar su verdadera cara, todo lo que Lily ha construido con él se ve amenazado.
REVOLUCIÓN
ARTURO PÉREZ REVERTE ALFAGUARA
Revolución es mucho más que una novela sobre los dramáticos acontecimientos que sacudieron la república mexicana en el primer tercio del siglo xx. Es un relato de iniciación y madurez a través del caos, la lucidez y la violencia: el asombroso descubrimiento de las reglas ocultas que determinan el amor, la lealtad, la muerte y la vida.
LA BAILARINA DE AUSCHWITZ
Edith Edger PLANETA
Un libro sobrecogedor, potente e inspirador que busca ayudar a todos aquellos cuyos traumas les impiden vivir en plenitud. Como su mentor Viktor Frankl, Edith Eger es una superviviente cuya experiencia vital y trayectoria como psicóloga le han permitido ayudar a miles de personas que viven incapacitadas por sus cicatrices emocionales.
JÓVENES
SPARE: EN LA SOMBRA
Príncipe Harry, duque de Sussex
PLAZA JANÉS
Ésta es, por fin, la historia de Harry. Con su franqueza directa y sin concesiones, En la sombra es una publicación que marcará un hito, llena de lucidez, revelaciones, introspección y sabiduría adquirida a un alto coste sobre el eterno poder del amor.
EL INFINITO EN UN JUNCO
DESPUÉS DE DICIEMBRE
Joana Marcús MONTENA
BOULEVARD
ANTES DE DICIEMBRE
Joana Marcús MONTENA
Irene
Vallejo DEBOLSILLOEn esta obra exquisita sobre los orígenes del libro, Irene Vallejo recorre la historia del asombroso artefacto que nació hace cinco milenios, cuando los egipcios descubrieron el potencial de un junco al que llamaron papiro. Los tiempos se funden en la aventura colectiva de quienes sólo han concebido la vida en compañía de la palabra escrita.
CÓMO HACER QUE TE PASEN COSAS BUENAS
Marian Rojas Estapé DIANA MÉXICO
Uniendo los puntos de vista científico, psicológico y humano, este libro nos ofrece una reflexión profunda, salpicada de útiles consejos y con vocación eminentemente didáctica, acerca de la aplicación de nuestras propias capacidades al empeño de procurarnos una existencia plena y feliz, gracias a la posibilidad de conocer y optimizar determinadas zonas de nuestro cerebro.
ENCUENTRA TU PERSONA VITAMINA
Marian Rojas Estapé
ESPASA MÉXICO
La felicidad depende en gran medida de la capacidad para mantener buenas relaciones con aquellos que nos rodean. Muchos arrastramos heridas emocionales que nos impiden conectar de forma sana con el entorno. Encuentra tu persona vitamina te ayudará a comprender el vínculo con tus padres, tus hijos, tu pareja, tus amigos y tus compañeros de trabajo, a la vez que entiendes tu historia emocional.
LAS 48 LEYES DEL PODER
Robert Greene
OCÉANO
Este libro es el bestseller mundial para los que quieren obtener, estudiar o combatir el poder absoluto. Amoral, inmisericorde, despiadada y, sobre todo, muy instructiva, esta incisiva obra concentra tres mil años de historia del poder en 48 leyes claras y concisas.
INVISIBLE
UNO SIEMPRE CAMBIA AL AMOR DE SU VIDA (POR OTRO AMOR O POR OTRA VIDA)
Amalia Andrade Arango PLANETA
ELECTRÓNICOS ARTE Y RECREACIÓN
NO ME PUEDES LASTIMAR
David Goggins
LIONCREST PUBLISHING
En No me puedes lastimar, Goggins comparte la asombrosa historia de su vida y revela que la mayoría de nosotros aprovechamos sólo 40% de nuestras capacidades. Goggins llama a esto La Regla del 40, y su historia ilumina un camino que cualquiera puede seguir para superar el dolor, vencer al miedo y alcanzar su máximo potencial.
LA REVOLUCIÓN DE LA GLUCOSA
Jessie Inchauspé
DIANA
Mejora todos los aspectos de tu salud, desde el peso, el sueño, los antojos, el estado de ánimo, la energía, la piel e incluso retrasa el envejecimiento con trucos fáciles de implementar y basados en la ciencia que te ayudan a controlar tus niveles de azúcar en sangre mientras sigues comiendo los alimentos que te encantan.
TE ESPERO EN EL FIN DEL MUNDO
Andrea Longarela CROSSBOOKSViolet y Levi son mejores amigos y, cuando empiezan a crecer, se dan cuenta de que sus sentimientos también lo hacen. Pero Levi desea echar raíces mientras que Violet quiere volar muy alto. Una cabaña abandonada, una colección de figuras de madera y un amor de los que marcan toda una vida. El de Levi, el chico que hacía muchas preguntas, y el de Vi, la chica que tenía todas las respuestas.
DÉJALO IR
John Purkiss DIANA
John Purkiss combina el por qué y el cómo soltar nuestros patrones, ideas y expectativas con técnicas de eficacia demostrada que nos ayudarán a que desaparezca el estancamiento y a que el cambio suceda. Nos liberaremos del dolor y de los pensamientos que nos retienen, para empezar a vivir intuitivamente, con abundancia, serenidad y alegría.
SPARE: EN LA SOMBRA
Príncipe Harry, duque de Sussex
PLAZA JANÉS
Ésta es, por fin, la historia de Harry. Con su franqueza directa y sin concesiones, En la sombra es una publicación que marcará un hito, llena de lucidez, revelaciones, introspección y sabiduría adquirida a un alto coste sobre el eterno poder del amor.
COMPAS 8. LOS COMPAS Y LA AVENTURA EN MINIATURA
Mikecrack, El Trollino y Timba VK
MARTÍNEZ ROCA
DIARIO DE GREG UN RENACUAJO
Jeff Kinney MOLINOCOMPAS 7. LOS COMPAS VS. HACKERS
Mikecrack, El Trollino Y Timba VK
MARTÍNEZ ROCA
KIWILIMÓN. LOS MEJORES POSTRES
Kiwilimón
AGUILAR
¿Un postrecito? Con su estilo de recetas fáciles y rápidas, Kiwilimón comparte sus mejores platillos dulces aptos para cocineros primerizos, experimentados o cualquiera que desee crear momentos inolvidables alrededor de la mesa. En este viaje culinario encontrarás recetas doblemente comprobadas de flanes, gelatinas, tartas y pays para la hora del café. ¡Este recetario es una herramienta básica que te endulzará la vida dentro y fuera de la cocina!
MITOS Y LEYENDAS DE LOS MUNDIALES
Alejandro Varsky
PLANETA MÉXICO
Cada cuatro años se elige un lugar en el mundo: una cancha rodeada de miles de fanáticos donde se reúne el planeta entero para vibrar de emoción con un nuevo mundial de futbol. Desde los inicios de esta celebración en 1930 hasta hoy, este libro busca repasar los momentos históricos más importantes de cada cita mundialera.
MANDALAS
PARA LA ABUNDANCIA Y PROSPERIDAD
Patricia López Caballero DIANA
El mandala o “círculo sagrado” es una poderosa y antigua herramienta de meditación que nos recuerda que el orden natural del universo está siempre presente en nuestra realidad. Su coloreado consciente acalla el ruido mental diario, nos devuelve el equilibrio interior y nos conecta con la sabiduría del alma. Este libro ha sido creado para ayudarte a manifestar abundancia en todas las áreas de tu vida.
HISTORIA SECRETA DE MIS MEJORES CANCIONES
Miguel Bosé
ESPASA
A medida que Miguel Bosé desvela la intención de sus letras, irás encontrando fotografías a todo color inéditas del autor, las portadas de sus discos y códigos QR para escuchar las canciones. Sin duda, su obra más personal. Todo lo que siempre has querido saber sobre las letras de las canciones del artista.
MI LIBRO DE MANDALAS
Magdalena Servín ÉPOCA
Dibujar o pintar mándalas es algo más que un pasatiempo: mientras nuestros colores los iluminan tenemos la posibilidad de hacer un alto, de asomarnos a nuestro interior, de concentrarnos en aquello que nos importa y, por supuesto, de crear maravillas que nos reconcilian con la naturaleza, con nosotros mismos y con el cosmos, ésta es la apuesta de esta obra.
JUGUEMOS A LEER. LIBRO DE LECTURA Y CUADERNO DE EJERCICIOS
Rosario Ahumada
EDITORIAL TRILLAS
ALEXA MORENO. SINGULAR Y EXTRAORDINARIA
Alexa Moreno
Alfaguara Infantil