

LARUS PRIMER VUELO /
DIRECTORA / EDITORA GENERAL
JUANA BALCÁZAR
DISEÑO Y DIRECCIÓN DE ARTE
VERÓNICA GARAY
PRODUCCIÓN PERIODÍSTICA
EDWARD PÁEZ
EQUIPO DE REDACCIÓN
JUANA BALCÁZAR
EDWARD PÁEZ
KATALINA CORTÉS
COLABORADORES
PÍA AHUMADA SEURA (TALLER EDITORIAL ME PEGO UN TIRO)
REVISTALARUS.COM
PRIMERA EDICIÓN IMPRESA JUNIO 2024
IMPRESO EN TALLER EDITORIAL ME PEGO UN TIRO, LA SERENA, CHILE.
©DERECHOS RESERVADOS REVISTA LARUS 2024 REVISTA LARUS ES UNA PUBLICACIÓN INDEPENDIENTE. SU REALIZACIÓN HA SIDO GRACIAS A LA PARTICIPACIÓN DE COLABORADORES Y ARTISTAS, QUIENES GENTILMENTE FACILITARON SUS TEXTOS, A LOS CUALES LES PERTENECE EL DERECHO EXCLUSIVO DE ESTOS. QUEDA PROHIBIDA LA IMPRESIÓN Y COMERCIALIZACIÓN DE LA EDICIÓN SIN UN PERMISO PREVIO DEL EQUIPO DE REVISTA LARUS.



LARUS:
“gran género de aves Charadriiformes de la familia Laridae que incluye la mayoría de las gaviotas”
DECLARACIÓN DE LA GAVIOTA

Revista Larus nació en la ciudad de Coquimbo, Chile.
Es un huevo. Dentro de él, se encuentra la palabra que busca expandir las grietas que existen.
Ha roto su corteza ovalada, y estableció su nido. Ahora emprende el vuelo donde transforma la palabra como arma para defenderse.
Es la gaviota, que en su aleteo crea un espacio de crítica, colaboración, memoria y generación de puentes en torno a la literatura del norte de Chile, la nacional y latinoamericana.
Revista Larus morirá, y renacerá infinitamente.
PRIMER VUELO
Esta primera edición de revista Larus es un intento de reunir voces, memorias, y escrituras que provienen del norte de Chile. Un norte que es ficticio, un norte que es norte, pero a la vez sur, también centro. Así como de imaginarias son las líneas de los mapas, los territorios se urden en sus paisajes, colores, y tejidos. Porque escribir, es también hilar agujas en papeles comunes.
Como proyecto editorial nacido y pensado desde Coquimbo, sabemos de los desafíos del centralismo y la precarización en los proyectos comunicacionales. El sistema económico chileno ha mermado la cultura empujándola obstinadamente a las esferas de la competición y la dependencia de fondos, que crean una enorme incertidumbre para aquellos proyectos editoriales que piensan en una proyección a largo plazo. Frente a este escenario, creemos en generar puentes y espacios vivos que dialoguen, donde exista la posibilidad de que nuevas voces puedan circular.
Nos parece valiente que pese a las circunstancias, nuevas revistas, editoriales, ferias y autorxs, surjan desde regiones. Pudiendo interactuar y generar un largo espacio pe-
renne. Es extenso nuestro territorio, y su literatura parece atrincherarse en cada cerro, valle y costa. También nuestro desierto, en su llano espacio crece flora y fauna, se estiran las tonalidades ocres en la pampa, hasta llegar al semiárido.
Desde revista Larus, queremos escudriñar en la poesía, la narrativa y la crónica de cientos de autorxs que han nacido en estas tierras. Pero también, movilizar las voces de aquellxs nuevxs escritorxs hacia otras latitudes, y que los territorios dialoguen, formen oraciones, párrafos e historias.
Creemos en la gaviota, como un imaginario de ese animal que puede crear su nido, pero también movilizarse, volar, y conectar otras tierras, otras palabras.
En tus manos tienes una gaviota, que está a punto de salir volando. Procura cerrar todas las ventanas y puertas de tu casa al guardar esta revista, procura afirmarla bien de sus hojas cuando la leas por la calle. No vaya a ser que te distraigas, y se vaya volando.
Equipo Larus de Literatura Mayo 2024.
Cristian GEISSE
Por Juana Balcázar

“EN
SANTIAGO DEBERÍAN REVENTAR SU BURBUJA Y OBSERVAR TODO LO QUE SUCEDE EN EL RESTO DEL PAÍS”
La escritura de Cristian Geisse Navarro no nace con las letras marcadas en el papel, nace en la oralidad del Valle de Elqui, en las montañas, en sus vecinos y en su familia. Narrar apareció en su vida como un acto cotidiano, y se profundizó en su acento y en su manera de hablar y percibir el mundo. Urdiendo en imaginarios donde está presente el diablo y ciudades periféricas que son centros de sus propios mundos narrativos. Y su natal Vicuña, donde nació y vive actualmente, y donde escribe, enseña, y trabaja de forma colaborativa, en un intento por, según estableció a revista Larus: “querer ser feliz, aunque sea a la mitad del apocalipsis”.
Las historias moldearon su vida convirtiéndose en palabras, oraciones y párrafos formados en comunidad, un espacio que describió como lleno de gracia, de efectos estéticos y emocionales. Y que fue fundamental en su decisión de ser escritor: “Es posible que no fuese escritor si mis padres y vecinos no considerasen que la escritura es algo relevante, y es así no porque sean grandes lectores, sino porque Gabriela Mistral sigue siendo un ejemplo vivo de aquello”, estableció.
El diablo es una figura patente de ese imaginario, un personaje que se encuentra arraigado tanto en el valle como en sus propias obras, tales como El infierno de los payasos, En el regazo de Belcebú, y Satán es mi copiloto.
¿De qué manera crees que su figura ha mutado en la sociedad chilena?
“El diablo en el valle de Elqui se le aparecía a campesinos, mineros y borrachos. Pero la verdad es que el demonio está cerca de todos nosotros. Yo nunca lo he estudiado ni de forma académica ni semiótica, pero creo que el demonio ha encarnado siempre a aquellos grupos, fenómenos, conceptos o personas de la realidad que consideramos nuestros propios enemigos. Los comunistas comían guaguas, así como ahora los ricachones consumen adrenocromo”.
Otro de los espacios narrativos que podemos encontrar en la obra de Cristian, son las ciudades de sus libros, que son mayormente periféricas, pero a la vez protagonistas y centros de sus propias historias. Llevado a la realidad chilena, Geisse reflexionó sobre el centralismo y la figura del escritor de provincia. Una preocupación que, según dijo, es permanente en él, y que aborda al ser parte del Colectivo de Escritores de los Pueblos Abandonados, que nació el año 2009, congregando a autores del norte, centro y extremo sur de Chile.
¿Qué significa para ti el trabajo colectivo?
“Antes yo esgrimía haber escogido la literatura porque era un oficio solitario. Y lo es, pero solo en parte. Es imposible sin influencias externas. Y no se puede entregar su mensaje sin la cooperación de muchas personas. El arte es lenguaje. Y, por lo tanto, solo se manifiesta si se desarrolla en comunidad”.
Su reflexión plantea alejarse de los límites que establece la ciudad y mirar otros territorios, abriendo espacios a narrativas nuevas que rompan la burbuja de la capital: “En Santiago deberían reventar su burbuja y observar todo lo que sucede en el resto del país”, estableció.
Y si bien destacó que esta no es una realidad solo de nuestro país, afirmó que: “no me canso de repetir que Santiago y todo Chile son también provincia”. Asegurando que cualquier práctica que ayude a la descentralización puede ser beneficiosa, incluyendo que la respuesta a esta problemática es “partir por generar trabajos de calidad desde lugares lejanos al centro, proyectándose desde ahí para demostrar que se puede ser artista y escritor, sin convertirse en un Martín Rivas cultural”.
EL RESCATE DE UN LEGADO
Dentro de los trabajos del escritor y profesor, también destacan el rescate de la obra de Alfonso Alcalde; poeta, narrador y periodista chileno que publicó más de una treintena de libros que abarcan un vastísimo espectro de géneros y temas, desde la poesía hasta la cocina y la cultura popular chilena, pasando por reportajes ilustrados, libros para niños y obras teatrales.
Geisse ha escrito numerosos artículos sobre el autor, llevándolo a un vindicativo proyecto editorial el 2007 junto a Ediciones Altazor, que consistió en la publicación de tres libros que reflejan parte de la compleja y diversa escritura de Alcalde, estas son: “Alfonso Alcalde: Cuentos Reunidos 1967-1973”, “El panorama ante nosotros” y “La consagración de la pobreza”.
¿Qué significa para ti, como escritor, la figura de Alfonso Alcalde en la literatura chilena?
“Alcalde encarna las muchas dificultades que puede sufrir un escritor intentando desarrollar una obra en este país: las carencias materiales y afectivas, el desamparo, la incomprensión y desidia ante sus intensas exploraciones vitales y estéticas, su búsqueda de transformaciones sociales y su humillante derrota. Chile debería aprender del absurdo tesoro de la miseria que forjó para nosotros y comenzar a cuidar mejor a los artistas con su nivel de compromiso vital”.
Otro de los intereses que remueven inquietudes en Cristian, son las extrañezas y particularidades del ser humano, lo cierto y lo falso en la naturaleza de los mundos posibles y finalmente, la forma en cómo se percibe la realidad. Aquí, nace la experimentación y el estirar los géneros literarios como una forma de remover aquellos mundos posibles y su percepción. Sobre esto, el escritor estableció: “La experimentación puede asimismo esconder un peligro mortal. Pablo Neruda dijo hace años que temía del momento en que la poesía solo fuese leída por los poetas. Esa profecía, podría decir uno, se cumplió hace rato ya, pues nuestras sociedades propenden a la especialización”.
También contrapone esta reflexión con pensar el arte y la literatura como algo esencial de la especie humana: “El arte surge espontáneamente de nuestras comunidades de una forma parecida a como surge el lenguaje, es algo innato. Es decir, que siempre habrá poesía, música y danza, simplemente van mutando de acuerdo a los contextos en los que surgen tales comunidades humanas”.
De esta forma, Cristian comentó que aunque exista una tendencia a la especialización o al hermetismo de ciertos círculos del arte. Este siempre se extenderá a los mundos posibles que habita el ser humano. Es en esa dirección, que aseguró se está moviendo la literatura y sus géneros, en una permanente exploración y necesidad de comunicarse con el mundo.
Cristian Geisse es un escritor de tierra y polvo, que cree que el arte es imprescindible para la vida. Y desde Vicuña y el valle, establece sus hilos que representan sus propias inquietudes vitales, fuerzas y aprendizajes de los cuales advierte una derrota inminente, de la cual también moviliza y traspasa sus límites, aprendió a no menospreciar lo que no entiende, y a desconfiar un poco de su propio juicio.
Una última pregunta y una última respuesta cierra, o abre, esta entrevista:
¿Cuáles son las inquietudes tanto personales como literarias de Cristian Geisse hoy?
“Cristian Geisse Navarro quiere ser feliz, aunque sea a la mitad del apocalipsis. Quisiera expandir mi conciencia lo más que pueda dentro de este mi cuerpo humano, y de esta gran oportunidad que es estar vivo. Estamos viviendo una época de grandes transformaciones, Terence Mackena diría que es el manicomio en llamas, una etapa necesaria para pasar al siguiente nivel. Quisiera moverme graciosamente a mitad del caos. Lúcido y creativo. Con valentía, inteligencia y sensibilidad. Se me hace difícil, pero lo estoy intentando”.

Susana MOYA
Por Katalina Cortés Olguín
Escribir sobre poesía siempre es un gran desafío. Desde lo que vemos en los versos que calan tan hondo en nuestros huesos, hasta lo que pasa con la herencia lírica chilena y esa fantasía del poeta maldito.
Susana Moya, como muchas otras poetas chilenas, no se encuentra instaurada en ningún canon, ni literario ni académico y, sinceramente, no me la imagino queriendo serlo. Pero aquí se abren diferentes interrogantes ante el tema: ¿Cómo conocemos la obra de grandes escritores que han sido escondidos de las antologías oficiales?
Leer los versos de Moya, escritos en los setenta, es como leer esa poesía contem-
Autobiografía:
“Los malditos capaces de crear kosmos mágicos duermo en posición fetal, Estuve en el psiquiátrico. En las mazmorras de la necrofilia, en las parroquias, en los tálamos eróticos en los cines en las camas de los hospitales en la camilla de parto
poránea tan marcada del Cono Sur. Las poetas chilenas, argentinas y uruguayas se encuentran en una vanguardia rupturista; siempre enajenando lo que debía ser cuidado y unidas por una historia en común que puede repetirse en cualquier momento.
De esta manera, dejan fuera de sus obras de arte el modernismo elegantísimo de Darío, para entregarnos, aunque sea en capas, aunque sea velado, las ansias y el deseo de quemarlo todo y romper lo establecido. Faltando el respeto al poema, transgrediendo las limpias plumas del poeta en el olimpo, que nunca bajó ni sintió las calles llenas de polvo y cemento.
en los ghettos académicos en los bares. En las redes de los pescadores en los naipes de las gitanas en los night clubs, en la verdura de la feria, en las calles de polvo y cemento,
Etc. Etc.
Etc.
Adicta de luna llena, me identifico loba, promiscua en mis lecturas, hereje ontológicamente, casta cuando no estoy en celo, para servirles, Susana Moya.

Es cierto que Susana se establece en un contexto artístico chileno muy específico y sus poemas son un reflejo de la época más oscura de nuestra historia reciente. Entre torturados, vejados, detenidos y desaparecidos, los versos filosos de poetas nacionales jamás desaparecieron y mucho menos los de Susana.
Siguiendo en esta línea, creo importante recalcar los aspectos meta-poéticos de su lírica. Esto se ve directamente en el poema In memorium en honor a Rodrigo Lira, quien, luego de su muerte, sufrió el destino de muchos: la mitificación de su persona por parte de la prensa, volviendo a invisibilizar su obra.
En cambio, en este poema Susana Moya, a través de su hablante lírico, nos va mostrando una dura y triste imagen: “El último instante de tu mente creativa”, le dice a su sujeto poético, Rodrigo.
Pero la sensibilidad del cuerpo de obra de Susana, no solo nos habla de las duras pérdidas de estas grandes figuras artísticas de la izquierda revolucionaria y opositora al golpe; sino que le habla a todas las personas que sufrieron las consecuencias de ello, usando una voz propia que es única, sincera, y por sobre todo, honesta. Lo más importante en un poema.
Moya usa su lápiz y sus versos para denunciar que éstas no están, en un momento en el que no podía ser denunciado. Lo que me parece muy interesante, porque su poesía es directa, es punzante, no se vela como las otras, no usa recursos poéticos para evitar ser censurada.
Ausencia:
Te busqué en plazas y mercados, Tanguerías, teatros, baños públicos, estadios, cines, hipódromos, fábricas, universidades, bares, conventos, parroquias, sindicatos, irrumpí prostíbulos: regimientos, cárceles, confesionarios, aeropuertos, cementerios,
ollas comunes, bancos, escuelas, expendios, hospitales, andamios.
Recorrí, alamedas, senderos, poblaciones, asfaltos, estaciones servicentros, veredas, semáforos.
Te busqué en los directorios telefónicos,
bajo los puentes, en las carpas de los gitanos, nombre a nombre te busqué en las tumbas en las animitas de la carretera panamericana indagué fragmentos en un baile esencial
De (solado)
Desamparado.
En “Que de algo sirva la poesía”, Susana Moya nos deja con la reflexión que nunca ha tenido respuesta definitiva: ¿El arte debe servir para algo? ¿Tiene un propósito? ¿Existe algo más inútil al capital que la poesía? Puede que no, pero existen instancias en las que debe servirnos a nosotros, a los desamparados, a los que nos encontramos en las mazmorras, a los de rostro efímero.


/ CONVOCATORIA
VERA ZEPEDA
Nació en 1998 en Antofagasta. Es escritora trans/travesti. Géminis. Publicó en 2024 con Editorial Trazos de Aves el libro Habitaciones
ANHELOS
bancas de iglesia la madera fracturada mismas llagas que tendría cristo en sus costillas
la cadera de una niña estriándose dormida debajo, en la rendija óxido ser una niña debajo de la banca es todo lo que quiero mientras ellos gritan y gritan pero dios ensordece porque se ha muerto colgando de un madero cartílagos y pus del redentor pútridos unánimes junto a la cruz y sabemos Él no vendrá vestido en nubes a sanar a los enfermos
porque lo que constituye a dios es el abandono
HELEN
tu rictus siempre me olvida
severo instrumento de cholguán mimetizadas contra el espejo esperamos la correspondencia de nuestros miembros
cuerdas tirantes ese aullido quebrantamiento en la uñeta por los dedos raspando el abismo de tu mandolina
curca la toco
me toco extraviada de mí cuajar madera hasta nacerla reflejo tu mandolina nunca habló mi lengua de muro
no me olvido por las mañanas me escondías
FESTÍN
en la cúspide de un cerro pirámide de lumbre me apunta con la pezuña embalsamada guirnalda de brasa el macho cabrío escuchó mi invocación me sigue por la ruta me muestra su sexo rojo y con la lengua larga de vaca -calienteapunta mi auto altitudes terminando en cuernos la noche laguna de aceite en que se desnuda el diablo camanchaca libido blanco lana oveja sucia de semen cubierta la cordillera en qué terminan estos cerros dormiría en su deformidad solita esperando el beso del réptil ser festín de la bestia
HERNÁN DEL CHAÑAR
Actualmente ejerce como psicólogo en la Universidad de Atacama. Participa activamente con escritores de la Región de Atacama en diferentes actividades, entre las que destaca: Poesía es Poesía, Salita de Papel, 2023. Cuenta con publicaciones en revistas autogestionadas como Mitad Mentira Mitad Cuento y participación en talleres literarios (El Chañar, de Gabriel Ocaranza y Escritura a Mano Alzada de Vicente Rivera).
BREVECRÓNICADEUNPUEBLOPOLVORIENTO
Si bien, esta ciudad parece el olvido de Chile, incrustada en un recuerdo de un valle hermoso con plaga de verde, hoy es tal lo que parece.
A pesar de esa añoranza vieja de gloria chañarcilla otrora orgullo de toda la nación, hoy es más bien, una ciudad somera a la que la ruta 5 le esquiva sin ninguna vergüenza. Si fuera Copiapó una persona, seguramente tendría la apariencia de ese personaje casi extinto que recorre de vez en cuando sus propias calles: Una figura enflaquecida, de pómulos pronunciados, ojos medio hundidos y espalda curca, camisa de bajo el pantalón, tela ancha y zapatos duros como su suelo de silicato apelotonado, con unos pelos grises apenas peinados, alborotados al viento del desierto.
Un pirquinero. De esos antiguos, sin duda. De esos viejitos que miran a los cerros y ven lo que no vemos los jóvenes: un poema, un trabajo, oro verde, caminos, vías altas. ¡Qué va a ser Copiapó sino un pirquinero al que le han robado la pega!
Y no es de extrañar, con tanta minera industrializada, que pone veneno para ratas para asesinar a las chinchillas que antaño fertilizaban las quebradas. Hasta los chañares son vistos con una mueca de desagrado por esas gentes que vienen de otros lares a buscar trabajo a mi Copiapó. Le extraen su sangrecobre, cobran sus monedas y se marchan. O bien, se quedan en sus ostentosas camionetas destructoras de dunas para “disfrutar del no-desierto”.
Cuando uno camina por estas calles tacañas de anchura, resalta a la vista los edificios viejos, aún vestidos con sus sombreros de barros y sus paredes de adobe. Ya no suena el traqueteo de las carretas de los mineros que bajan de los cerros casi rodeados de su aura mítica (y míticas ganas de empinarse una chupilca también). No. Ahora se oyen los rugir de motor de ese típico estilo urbano que tanto amamos (y hay que ver que lo digo muy en serio, que este Copiapó no sería el mismo sin esos Toretos).
Mientras, la historia parece un sequedal como cuenca. Había un río pero se lo bebió quién sabe quién. Nadie tan valiente para alzar el índice. Y la historia sigue seca. Algunos hablan de Murga que se hizo mítico con Neruda. A Neruda sí lo conoce Chile. A Orrego nadie parece visualizarla más allá de un ícono. Fue ella la que dijera “brotan versos cuando quiero prosa”. Y es que en este desierto, con un poco de agua, se enternecen las dunas, los cuarzos lanzan sus energías salinas, pronto los cerros no resisten en manifestar sus pequeños brotes. Salen garras de león rojas, patas de guanaco moradas. Los habitantes dormidos despiertan.
¡Nunca duermen los colores del cerro! ¡Faltan poetas que se atrevan a señalar lo bello de este sequedal! ¡Polvo en su superficie que no tapa el diamante que es y fue!
Un recorrido por esta polvorienta ciudad trae a memoria un aluvión o 33 personas humildes que se volvieron héroes de la negligencia. Un presidente levantó su esperanza como bandera, pero luego el olvido se cierne como harina de silicato sobre los sombreros de barro. ¡Adobe sus muros florecen!
Un recorrido con los ojos correctos nos da una visión distinta. ¡Revuelta constituyente! Gritaron en 2019. Pero aquí se grita desde hace más de un siglo por el olvido de las capitales.
No podemos olvidar sus montes, sus lagunas verdes escondidas entre los dominios de los trashumantes. Las casas de sal en la orilla del Pacífico o los huesos que el que habla con dejo de sus mares bárbaros ha dejado sumergidos en lo que otrora fuese fondo marino. ¡Pueblos sumergidos en polvo!
El último día del año 2023 sopló un fuerte viento en Copiapó, seguido de una nube de arena que arrasó el valle. Un árbol fue derribado y cayó sobre la que fue la primera locomotora de Chile. Hasta el día de hoy aún no ha sido removido dicho árbol. No nos olvidemos que no debemos olvidar.
ELIANA HERTSTEIN
Copiapó, Chile, 1987. Poeta. Es parte de la antología A la sombra (Alquimia Ediciones, 2008). Ha publicado el poemario Selva (Tala Ediciones, 2022) y la plaquette colaborativa Yo no sé dónde se van los pájaros (Tala Ediciones, 2023). Esta última, un cruce de poemas con tintas chinas y música. Forma parte del colectivo poético y sonoro Familia Runrún, desarrollando procesos de diálogo y creación literaria en contextos rurales y escolares desde el 2018 hasta la fecha.
YONOSÉDÓNDESEVANLOSPÁJAROS
(Fragmento Yo no sé dónde se van los pájaros, Tala Ediciones, 2023)
Yo no sé dónde se van los pájaros o si el follaje o los árboles o el encuentro del pitío con la larva.
Sigo el vuelo de las golondrinas inminente ante el viento el aguacero yo no sé dónde se van los pájaros o si el estero o la vega o la ciénaga.
Garzas volando trébol o trigo por mi puerta avanza una tenca prendada de un objeto
yo no sé dónde se van los pájaros o si la llanura o la pradera o la loma.
Aguas abajo encontré una liebre herida le di agua y la acurruqué vi la sed y el nombre de los días perdidos sin madriguera el río lejos sin senda entre las espigas de avena.
Otra luz en la noche de los huaches y un saco al hombro y el batro en el estero.
Todo se reduce a un colgajo: la herida ya no existe la piel cuelga fuera de la casa y el alimento está apunto de ser servido.
QHOPAYAPU
(Fragmento Selva, Tala Ediciones, 2022)
Sentada a la vera del río empecé a perderme en el verde de las breas de este a oeste vi astromelias cactáceas maitenes elegí el olivo y guardé entre cerros y algarrobos
una caja de deseos en ella atesoré “lo lento lo pequeño lo cercano” desiertos y primaveras la azucena del diablo.
Cruzado el patio atravesé el plantío curvada tras mi sombra como espino o chañar estoica al viento nació el horizonte un dulce fruto.
Y me vi serpenteando en barcos de oro el canal de Panamá la unión de los océanos del desierto y su selva me pasé a otra selva fragmentada.
CH’AJCHU
(Fragmento Selva, Tala Ediciones, 2022)
En silencio siempre robamos y como la ceniza que viaja entre las hojas nada de lo que tengo me pertenece la ventana abierta y los granos de arroz el señuelo perfecto
hierve el agua quemo plumas y todo desaparece como pasto de verano como el deterioro del ímpetu al sol el medio día en el desierto.
Pero ni el chillido del cerdo ante el machete ni la boca del pez en la lanza me advirtieron del hambre y la necesidad fue carne oro escopeta y juventud.
BISUBISU
(Fragmento Selva, Tala Ediciones, 2022)
Nada tan distinto este camino el gavilán devora con paciencia su presa entrañas de una liebre distraída la rapidez del paisaje no se detiene a esperar la velocidad del golpe o la lenta soledad del cemento veo cientos de animitas y tengo miedo de no llegar a destino.
“PAC PAC PEC PEC”:
Un viaje multisensorial por el aire andino
Por Edward PáezSoledad Fariña nos sorprende con una nueva perspectiva de su trabajo anterior “En amarillo oscuro”, libro publicado en 1994, pues esta edición de Provinciano Editores trae consigo una propuesta novedosa y un sutil juego narrativo que ayuda, orienta y encamina al lector al lugar de los sentidos, ya que nos sumerge en un mar de sonidos, imágenes y sensaciones que permiten ver, de una forma completa y detallada, el interior de los elementos y la cultura andina.
“Pac Pac Pec Pec”, que significa “lechuza” en quechua, tiene una presencia importante y continua en el relato, y es aquello que se encuentra en el viento y se asemeja al sonido de un aleteo invisible, siendo esta, la forma en que Fariña nos toma de la mano y nos monta en su espalda, adentrándonos en un viaje a través de los recovecos del horizonte andino, para luego vernos surcar por el aire, observando el discurso oral que transmiten las lenguas de antaño.

La escritora revisita la infinita posibilidad de lo poético dentro de esta cultura ancestral, dando una oportunidad a aquellos elementos que suelen pasar desapercibidos por nuestros sentidos, describiéndolos con calma y con pausas en cada letra, de esta forma hace visible la vida que hay dentro de ellos, el corazón y la esencia que sigue latiendo y que aún perdura en los paisajes.
“Desde el silencio turbio
Sube al armazón de mis ramas pidiendo tornasoles
En tonos que jamás podrá alcanzar el pincel”
Abociones
Hay elementos dentro de este poemario que están cargados de símbolos. El aire representa el relato oral que fue cortado por la colonización. Se hace referencia al pincel, como el lenguaje colonizador que, por más tinta que tenga, jamás podrá igualar a una de las primeras formas de comunicación humana, aquella expresada a través del sonido y de los signos. En este sentido, los versos del poemario expresan la importancia de las “ruinas”, de la cultura, de lo que hubo y lo que fue intervenido, recalcando la importancia de las raíces.
La autora nos invita a explorar este territorio mágico donde el “ver” se convierte en la síntesis de múltiples sentidos, donde la luz se despliega como el objetivo a alcanzar, un flujo interpretable donde el cuerpo, muchas veces agua, muchas veces piedra, muchas veces todo, es a la vez un traductor, un viajero y un amante del paisaje, uniéndose como la coreografía de un baile donde danzan las palabras, aquellas interpretaciones y descripciones que solo podrían nacer tras mirar algo de forma indefinida y percibir hasta el más mínimo grado de composición y esencia de su naturaleza.
“colores nunca vistos guarda la cuenca del ojo Sabores muy antiguos debajo de la lengua”
Abociones
En “Pac Pac Pec Pec”, Fariña nos presenta una obra que se construye sobre referentes expuestos, desde La Nueva Crónica de Buen Gobierno de Felipe Guamán Poma, hasta narraciones quechuas y estudios antropológicos. Además, el libro cuenta con la presencia de fotografías que fueron tomadas por la misma autora en su expedición a Machu Picchu, lo que termina por añadir una capa adicional de profundidad a este vuelo de lechuza.
“azules y grises superpuestos me conforman estoy plena de quietud, pero hablan mis bordes en amarillo oscuro, tengo un pequeño caracol petrificado en mi base, pero es mi luz la que habla”
¿Agua, soy piedra?
La escritora antofagastina nos plantea un desafío como lectores, cuestionando la validez del tiempo en un libro que, al mismo tiempo, nos hace reflexionar sobre nuestra propia percepción del mundo que nos rodea. En este sentido, el texto nos hace encarnar a la lechuza que representa el título del libro, donde se nos muestra la herencia cultural de antiguas civilizaciones, sembrando la pregunta de qué hubiera pasado sin la llegada de los colonizadores a irrumpir en sus realidades ¿Estaríamos utilizando las letras que hoy leemos y con las que yo escribo esta reseña?

