por el fuego que baja de lo alto; fermento tenebroso que en la noche arroja el fuego fatuo, y da esas largas formas fantasmales que se arrastran sin ruido sobre el páramo. (…) Esta es toda mi historia: sal, aridez, cansancio, una vaga tristeza indefinible, una inmóvil fijeza de pantano, y un grito, allá en el fondo, como un hongo terrible y obstinado, cuajándose entre fofas carnaciones de inútiles deseos apagados. (Palés Matos 151) Palés Matos expresa su frustración y desesperación. El primer verso refleja pensamientos de angustia en relación a la tierra: “Esta es la tierra estéril y madrastra...” se refiere a un territorio que no produce nada. Este se repite a través del poema, un indicio de ansiedad respecto a su suelo. Luego expresa el sofoco que siente, el miedo, la desolación y la asfixia por la insuficiencia y la soledad del territorio, tal como Tapia comentaba acerca de la ciudad amurallada. La pesadez de habitar el territorio de Puerto Rico estorba la tranquilidad del poeta porque le causa ansiedad y sofoco la tierra muerta, que se traduce en sus “deseos apagados”. La escasez territorial, el aislamiento, la desaparición, el encogimiento y la correspondiente ansiedad y angustia impulsan el deseo creciente de pertenecer a un continente padre. El temor opresivo de estar apartados del mundo y la posible incapacidad de producir para el autosustento excluye la idea de la autonomía. Entonces, la sacralización
del vínculo con el territorio continental de Estados Unidos libera ansiedad. En el 1948, la Ley de Mordaza, aplicada en Puerto Rico como la Ley 53, significó la persecución sistemática de todo intento hacia la independencia, lo cual suprimió la posibilidad de enfrentar el objeto del temor. ¿Cómo era posible que algún sujeto deseara una lejanía aún más concreta que la “desgracia de caer aislados del mundo”? Era muy riesgoso no tener tierra que sirviera de apoyo, por lo que fue vital aliarse a un territorio que sirviera de base territorial y financiera para nuestra supuesta insuficiencia. La relación con los Estados Unidos demuestra una falsa solución al miedo isleño. El estatus político del país refleja una inseguridad en el pueblo y un temor irracional a la soledad, constatada en Pedreira: “La soledad isleña fue desesperante”. Todos los miedos irracionales identificados en estos textos apuntan a la presencia de una islafobia en Puerto Rico construida a través de la literatura, las relaciones políticas y la cultura popular. Como apunta Susana Rotker: ...Lo que aquí importa discutir son las dimensiones socioculturales que intervienen en el proceso. Para ello es importante señalar que el miedo es siempre una experiencia individualmente experimentada, socialmente construida y culturalmente compartida. Son las personas concretas las que experimentan el miedo (189). Las dimensiones socioculturales que define Rotker aclaran que tanto el temor individual como sus mecanismos de evitación fundados en la condición isleña pertenecen, por vía de la mediatización común, al ámbito de una 43