A mi abuelo, Ricardo, quien nos pedía que no dejáramos la casa sola. A mi tío José Ramón, su último habitante, in memoriam In the burned house, I am eating breakfast. You understand: there is no house, there is no breakfast, yet here I am. The spoon which was melted scrapes against the bowl which was melted also. No one else is around. Margaret Atwood
Morning in the Burned House, United States: Houghton Mifflin Co.,1995
“—La casa está sola —dijo Inés. Y Emilia asintió.”
C
on esta oración que nos sirve de subtítulo, René Marqués inaugura uno de los textos sobre los cuales la literatura puertorriqueña elaborará su temario sintagmático. Purificación en la calle del Cristo,1 texto en el que se ha visto nuestra relación de resistencia frente a los capitalismos emergentes en economías globalizantes, narra las últimas horas de tres hermanas residentes del Viejo San Juan. Al morir una de ellas, atestiguamos en la narrativa cómo las hermanas reflexionan sobre su vida, para finalmente incendiar la casa. El autor escribió la adaptación al teatro, prefiriendo nombrarla Los soles truncos, resaltando con ello la importancia de la relación del espacio habitado con la vida de sus habitantes. Por ello, en este escrito, y sin perder de vista la parábola sobre lo colonial que apunta esta narrativa, nos interesamos
La versión usada para este escrito fue René Marqués, Purificación en la calle del Cristo (cuento) y Los soles truncos (comedia dramática en dos actos), Río Piedras, PR: Editorial Cultural, 1983. 1
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en “la casa sola”, aquella localizada en la calle del Cristo de la Salud, esa, la incendiada, la que es parte del ejercicio final de purificación. Nos interesa ese espacio llamado “casa sola”, la paradoja puesta en duda desde el comienzo de la narración, esa que, en su diseño, cuenta con tres soles truncos; la que encierra la vida de tres hermanas y sus memorias. Así, pues, nos preguntamos en este trabajo sobre esa casa “sola” primero, y luego incendiada, en cuyo trasluz viven, se resienten y se aman tres hermanas; una casa levantada como el vestigio final del imperio español: la casa sola, en cuanto inter/siglo, instituida entre la memoria y el olvido; la casa sola y habitada, la casa que cierra sus puertas en el 1898. La casa que es esta isla. La casa. Hacia una definición de “casa” Ante el dialogismo axiomático de las habitantes de la casa que la proponen vacía, silenciada o, como frasean, “sola”, cabe preguntarnos: ¿Qué es la casa? ¿Puede una casa estar sola? ¿No será siempre habitada? ¿La memoria mora en cada habitación? ¿Las