RHB N°27 – HISTORIA URBANA II

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ÍNDICE DECLARADA DE INTERÉS LEGISLATIVO POR LA HONORABLE CÁMARA DE DIPUTADOS DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

DICIEMBRE DE 2004

AÑO

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Editorial

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Importancia y vigencia del análisis visual de la ciudad (AVC). Por Eduardo Fortunato Muscar Benasayag

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Sanando los cuerpos, sanando las almas. Políticas de Salubridad en el Morón antiguo (1860-1920)

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Barrios y espacios urbanos: apropiación territorial y significación para las hinchadas de fútbol. Por María Verónica Moreira y José Garriga Zucal

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La basura porteña: ¿qué se hacía con ella entre los siglos XIX Y XX?

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Actividades del Instituto y Archivo Histórico

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La Plaza de Mayo Por Carlos Moreno

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Conurbano Bonaerense. Patrimonio urbano, vivo y cambiante Por Graciela Saez

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Las relaciones centro-periferia en el surgimiento del barrio “Las Mil Casas” de Tolosa.

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El trabajo y la vivienda de los obreros de Buenos Aires a principios de siglo XX Por Ana María Facciolo

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Plazas de la Provincia de Buenos Aires: Zárate – Carhué – Bahía Blanca

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Informe de la excavación en la quinta “La Margarita”, Partido de Moreno Por Verónica L. Pernicone y

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Es una publicación del Instituto y Archivo Histórico Municipal de Morón Estrada 17 – Haedo – CP. 1706 Tel/fax 4650-2580 moronhistorico@hotmail.com inst.historico@moron.gov.ar Editada por la Asociación de Amigos del Instituto y Archivo Histórico Municipal de Morón AUTORIDADES Intendente Municipal Sr. Martín Sabbatella Secretaria de Desarrollo Social Sr. Andrés Rodríguez Directora de Educación Prof. María Virginia Veyga Instituto y Archivo Histórico Municipal de Morón Directora Prof. Graciela Saez STAFF de la REVISTA Dirección Prof. Graciela Saez Secretaría de Redacción Lic. Carlos María Birocco Asesores Lic. Hebe Clementi Mons. Juan Antonio Presas Arq. Jorge Tartarini Prof. Marta Goldberg Arq. Carlos Moreno  Composición y Diagramación Prof. Ana Bidiña  Arte de tapa y procesamiento digital de imágenes Arq. Guillermo de Almeida  Equipo de Trabajo del Instituto y Archivo Histórico Graciela Saez, Carlos M. Birocco, Guillermo de Almeida, Mariela Canali, Mariela Rametta, Elsa López, Ana Bidiña, Diego Ferrante, Graciela Peteira y Fabiola Cruz.  Registro Nacional de la Propiedad Intelectual: Nº 686.295  Los artículos firmados son responsabilidad de sus autores

 Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de la revista, salvo expresa autorización de la Dirección.

Nº 27, diciembre 2004

REVISTA DE HISTORIA BONAERENSE

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Editorial Dedicamos este número nuevamente a la Historia Urbana. Queremos ofrecer renovadas miradas sobre este tema apasionante e inagotable, ya que las ciudades son cuerpos vivos en constante crecimiento y transformación. Cada etapa de su desarrollo, cada espacio público, cada calle, cada plaza, cada grupo social que se ha movido en ellas, nos devuelven las sucesivas imágenes, casi “fotográficas”, de las ciudades a lo largo de su historia. Como historiadores y gestores del patrimonio nos importa mucho pensar y reflexionar sobre la historia de la ciudad. Por esta razón es que desde el Instituto y Archivo Histórico Municipal de Morón desarrollamos una estrategia que articula la conservación del patrimonio urbanístico, histórico y cultural, con la participación social. Así apuntamos a los distintos sectores con múltiples programas y actividades: talleres de historia barrial, proyectos educativos que van desde el nivel inicial hasta el universitario, publicaciones, espectáculos multimedia, campañas de sensibilización acerca de los bienes patrimoniales, creación de nuevos espacios vinculados a la memoria ferroviaria e industrial y señalización de sitios emblemáticos, entre otros. Esta revista es un aporte más a esa tarea.

PRESIDENCIA DE LA FEDERACION DE ENTIDADES DE ESTUDIOS HISTORICOS

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El Instituto y Archivo Histórico asume el 4 de diciembre la Presidencia de la Federación de Entidades de Estudios Históricos de la Provincia de Buenos Aires por el bienio 2005-2006, en un acto que se realizará en el Museo Quinta “17 de Octubre”, sito en Lavalle y Eva Perón del Partido de San Vicente. Allí, el presidente saliente, Lic. Eduardo Luis Marcet, hará el traspaso del cargo a nuestra Directora, Prof. Graciela Saez. La nueva Comisión Directiva estará integrada de la siguiente manera: Presidente Graciela Saez, Secretaria Graciela Peteira, Tesorera Elsa López, Vocales Carlos Birocco, Mariela Canali, Guillermo de Almeida, Mariela Rametta, Ana Bidiña, Diego Ferrante y Adolfo Roig. La Federación fue creada en 1988 en La Plata. Son sus objetivos coordinar las actividades de las entidades federadas y promover el intercambio de información entre ellas. Edita un Boletín Informativo a efectos de comunicar las convocatorias que realicen las entidades históricas bonaerenses y publicar las noticias que éstas consideren de interés. Dispone de un Consejo Consultivo, que componen Juan Manuel Maison Baiviene, Carlos Guzmán, Alejandro Molle, Aníbal Bertomeu, Horacio Callegari, José Sánchez y Amalia Lagos. REVISTA DE HISTORIA BONAERENSE

CARTAS DE LECTORES Prof. Graciela Saez, Directora del Instituto y Archivo Histórico de Morón: Me animo a hacer a usted o a un especialista en la investigación sobre el Ferrocarril del Oeste (Sarmiento) una consulta: soy investigador de la historia de Los Toldos y de los indios y pude averiguar que la línea de Bragado a Lincoln se inauguró el 25 de octubre de 1893. Si bien el fundador de Los Toldos, Don Electo Urquiza, tiene escritos unos antecedentes y conseguí unos datos biográficos del primer Jefe de la Estación Los Toldos, no he encontrado datos sobre el acontecimiento de la llegada del primer tren a esta estación. Estuve preguntando, hace años, en el Archivo de la Estación Once pero no me dieron información. Otros libros que consulté tampoco me informaron. Pensé que ustedes que manejaron buena literatura con respecto al F.C.O., me pueden transmitir algún dato sobre la llegada del tren inaugural de la prolongación “Bragado-Los Toldos-Lincoln”. Desde ya les estoy agradecido y los saludo atte. Padre Meinrado Hux - Los Toldos (Prov. Bs. As.)

Estimada Graciela: Ya he recibido tres números de la revista del Instituto. Realmente, es excelente. Es muy difícil organizar números temáticos, con tan buen nivel de calidad. Me alegró mucho ver que Hebe Clementi los acompaña; me encantó volver a leer su texto sobre el ferrocarril, que una vez ella me había mostrado. Colocaré los ejemplares en nuestro Centro de Estudios de Historia Política, del que tendrá noticias oficialmente dentro de muy poco. Como estamos haciendo el mailing, quizás usted pueda darnos algunas direcciones de instituciones con las que ustedes estén relacionados, que puedan interesarse en la historia política del siglo XX, para incluirlas. Me gustaría saber si se han publicado artículos sobre la historia política contemporánea de Morón. Bueno, seguiremos en contacto y sin duda vamos a encontrar actividades comunes para desarrollar. Cordialmente, Luis Alberto Romero

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IMPORTANCIA y VIGENCIA DEL ANÁLISIS VISUAL DE LA CIUDAD (AVC)

“La utopía es la marcha irrefrenable de la humanidad hacia la ciudad ideal que conduce a la paz universal” E. Kant

Eduardo Fortunato Muscar Benasayag

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La percepción de la ciudad y su entorno es una práctica cultural que concretiza cierta comprensión y se apoya en: a) el uso urbano, b) la imagen física de la ciudad, c) la plaza, e) los barrios, f) calles: avenidas, bulevares, paseos amenos, espacios verdes; entendidos como fragmentos habituales de la ciudad. “Uso y hábitos constituyen la manifestación concreta del lugar urbano y la manifestación concreta del espacio `[..] reunidos construyen la imagen del lugar, crean una imagen perceptiva de la ciudad que se sobrepone al proyecto urbano y constituye un elemento de manifestación concreta del espacio. Entretanto, esa imagen, por ser habitual se presenta homogénea e ilegible”. (D´Alessio Ferrara, 1993, 152 y ss). D´Alessio Ferrara también nos dice que descodificar el conjunto urbano y entender su lógica supone 1) reconocimiento de la síntesis, el modo de construir, lo que la identifica, 2) las bandas del lenguaje que se simbiotizan en su constitución, 3) la posibilidad de romper la homogeneidad con el fin de proyectar elementos de predicción y cualificación. “A esta operación le damos el nombre de percepción urbana en cuanto es el modo de retener y generar información sobre la ciudad. Percepción es información”. Por otra parte, la percepción urbana es una percepción ambiental que nos informa de la ciudad y sobre la ciudad, y la percepción ambiental no se opera como totalidad sino como un proceso que se desarrolla entre signos aglomerados y sin convenciones que crean una membrana de opacidad, de neutralidad significativa del lenguaje urbano. En este sentido y brevemente hacemos referencia a los conceptos teóricos utilizados por Charles Sanders Peirce (1974) quien en forma exhaustiva estudió la semiótica del ambiente urbano como análisis lógico y procuró investigar la relación entre tres unidades básicas interdependientes: 1) características físicas, 2) uso y 3) transformación del ambiente urbano y cuya traducción científica supone también tres operaciones básicas: 1) PERCEPCIÓN, 2) LECTURA, 3) INTERPRETACIÓN. Ahora bien, debemos preguntarnos en qué medida la percepción y la interpretación de la imagen urbana aportan información. No cabe duda de que son dos herraREVISTA DE HISTORIA BONAERENSE

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mientas claves para el análisis visual de la ciudad (AVC). El espacio contiene información por el uso que lo transforma en lugar, en ambiente público o privado. Espacio de información es aquel ambiente físico, social, económico y cultural que contiene un tipo de comportamiento proveniente de un modo de vida, un modo de producción, comportamientos que se revelan a través de un lenguaje que tiene como signos usos y hábitos, comportamientos generados por un modo de producción que le es característico. También es cierto que el AVC requiere tener una idea básica de los elementos de la forma urbana y éstos necesitan de un vocabulario descriptivo; para describirla en los términos de este vocabulario o léxico resulta necesario relacionar los elementos para poder comprender su funcionamiento, su forma y su consecuente traza. Pero toda esta actividad no debe quedar como mero ejercicio didáctico porque durante la realización del AVC es importante efectuar una constante valoración y evaluación en todos los sentidos. “Un análisis consciente transforma las ideas en acción.” (Spreiregen, 1973, 12) Espacio y tiempo Las formas urbanas responden a procesos históricos hechos realidad a través de usos, hábitos o costumbres, surgidas espontáneamente o planificados y, que forjaron modos de convivencias, legitimados y legalizados mediante la observación y cumplimiento de normas emanadas de las autoridades encargadas de redactar y hacer cumplir las mismas. Espacio y tiempo, por lo tanto, se podrán perpetuar o materializar a través de la imagen, una imagen que puede adquirir diferentes representaciones, simbologías y por supuesto múltiples interpretaciones dependiendo de quién aborde el análisis y bajo qué enfoque geográfico trate de explicar el hecho urbano. De esos procesos históricos, algunos ya con casi quinientos años, en relación con las ciudades más antiguas de nuestro continente, otros más recientes, hallamos perenne una herencia histórica común y singular en las formas del trazado de la malla o plano urbano, primera manifestación física que marca el punto de partida del hecho fundacional y que devienen del acervo hispano. Sobre estas pri-

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migenias delineaciones, fruto del relevamiento, mensuramiento y diseño, comenzaron a latir los primeros pulsos de la ciudad, embrión sobre el cual descansarían las prístinas funciones asignadas o sobreimpuestas a un espacio que dependerá en adelante de la pujanza o desventura de empresas preconcebidas, de los aportes de su entorno próximo o de las riquezas o limitaciones encontradas en la región que engendraron. Desde tal concepción damos por hecho que el espacio urbano y su entorno son un resultado histórico y social. Es el plano, entonces, el primer elemento del análisis visual de la ciudad a tener en cuenta y, que prácticamente en forma homogénea fue impreso en las ciudades hispanoamericanas en general y en las argentinas en particular, esa retícula que con algunas variaciones sorprende a los investigadores urbanos de la América Hispana. Topografía, relieve u otros condicionamientos físicos a las que se sobreimpusieron actividades antrópicas estamparon una impronta que comenzaron a modificar aquellos elementos, desde los primeros atisbos urbanos y a través de la propia evolución de estas gestaciones y, que se hacen patente en el presente a través de múltiples manifestaciones. Ante esta primera aproximación al AVC se pone en evidencia la forma unísona y reiterada de esa retícula ortogonal que sostiene a las ciudades y a sus ciudadanos con todas sus actividades y que jalonan todo el ámbito latinoamericano. Aunque si entráramos en detalles pormenorizados hallaremos diferencias, tales como, la orientación o tamaño de las manzanas, anchura de las calles y veredas, disposición o tamaño de las plazas centrales, entre otras. Este primer acercamiento físico nos coloca frente a un hecho que utilizamos como herramienta básica para luego dotarlo de otros atributos, en forma de variables e indicadores de distinta índole, imprimiendo parte de la personalidad de las ciudades y que se hace patente mediante cifras que toman otra dimensión visual cuando la volcamos a los mapas o planos. Se consigue trascender a través de la materialización de lo invisible y de lo indecible. Pasamos de lo abstracto a lo concreto. Por otra parte, no cabe duda de que el estudio del proceso evolutivo de las ciudades se apoya en la necesidad de conocer las diferentes etapas que marcaron los cambios en el tiempo influido por las corrientes sociales y Nº 27, diciembre 2004


económicas, y por ende, quedaron impresas espacialmente en términos de cambios de funciones, morfología o estructura en general, todo lo que nos conduce a explicar la realidad espacial resultante. Esta historia del espacio urbano podrá quedar plasmada en una serie de planos temáticos que nos adentran en un análisis visual pormenorizado de múltiples variables representadas con los grafismos, colores o símbolos más convenientes, sugerentes y expresivos. Un lenguaje visual que cobra forma, una palabra sin voz, que ilustra y enriquece lo que queramos expresar. Es así, que todas las variables introducidas nos conducen a un conocimiento amplio de la realidad y a la explicación del porqué de la elección de sitios para emplazar una ciudad, los problemas físicos provenientes de ese sitio sobre el cual descansan, las razones de su extensión hacia tal o cual dirección, para después comprender, con el uso de las fuentes adecuadas, el ritmo de crecimiento, las áreas funcionales, el éxito o fracaso de las urbes, atendiendo a hitos históricos tanto provinciales, regionales como nacionales. En definitiva una información gráfica, acompañada de textos explicativos que, además, nos ayuda a desentrañar las potencialidades o criticidades, existentes antes o después de que las ciudades fueran creadas, y que ayudan o motivan a los responsables de la ordenación de la ciudad, presentada la situación actual, a tomar las medidas más convenientes para un desarrollo sostenible y sustentable. De lo expresado se desprende que usos, costumbres, pulsos políticos o económicos, estilos de desarrollo, han dejado sus huellas en el paisaje urbano y que, si el estado de conservación o mantenimiento lo permiten podremos recomponer estos lapsos a través de antiguos planos, testimonios visuales (grabados, pinturas, series fotográficas), escritos u orales que enriquecerán el AVC, para posteriormente volcarlo de distintas maneras a planos, croquis, gráficos y a distintas escalas. Este tipo de trabajo, por otra parte, y es justo reconocerlo, pertenece a una línea de investigación ya arraigada en nuestros geógrafos nordestinos desde la década de 1970 hasta la actualidad (Instituto de Geografía de la Facultad de Humanidades, UNNE, Instituto de Investigaciones Geohistóricas-CONICET) que recurre al análisis de fragmentos o a la totalidad de Nº 27, diciembre 2004

complejos urbanos surgidos desde las primeras manifestaciones de esta categoría en nuestra región. Con esta propuesta, por otra parte, se pretende promover estudios tendientes a descifrar las claves por las cuales se plasmaron formas determinadas así como interpretar los elementos arquitectónicos o puntualizar los móviles de su gestación y concreción, estudiar su evolución. Todo, partiendo, como se expresó, del análisis visual de la ciudad donde el binomio indisoluble, espacio y tiempo, extremos interactuantes y que representan a la Historia y a la Geografía; de ninguna de estas dos disciplinas podemos prescindir en estos modelos de investigación. Por otra parte, el tramo temporal y la dimensión espacial no debe detenerse en la actualidad, mañana ésta ya habrá sido transformada por la dinámica humana, por la rápida concatenación de hechos que marcan el día a día de la región y provocan modificaciones temporoespaciales inmediatas. Entonces también podremos hacer proyecciones con el conocimiento del pasado y del presente consiguiendo prognosis tendenciales. Con estas ideas también se pretende expresar que como docentes o investigadores nuestros resultados no sólo deberían ser valorados en los ámbitos académicos, también por los agentes del poder político y económico. Otro objetivo es pomover la participación ciudadana a través de la docencia, de la investigación utilizando como agentes de difusión a nuestros alumnos y a su entorno familiar o barrial. El AVC y su entorno Existen múltiples formas de análisis que nos permitirán dilucidar el AVC y su entorno. El punto de partida será el plano con todas las variables posibles cartografiadas sobre él, y que respondan a los objetivos del trabajo. Sobre este plano se organizaron tramas, se urdieron morfologías, se implantaron piezas y que concluyeron determinando la estructura, las formas y la formalidad y, que su concreción gráfica coadyuvará hacia un conocimiento profundo del paisaje urbano con todos sus elementos. Sin lugar a dudas, nos ponemos ante la evidencia de una acción participativa interdisciplinar. Son varios los enfoques científicos posibles. Uno de estos enfoques nos acerca a la percepREVISTA DE HISTORIA BONAERENSE

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ción de la ciudad, sin descuidar su entorno, del que no podremos separarla porque estaríamos haciendo un análisis incompleto. Esta percepción es una práctica cultural que concretiza cierta comprensión apoyada en: el uso urbano, en la imagen de la ciudad física a través del conocimiento de fragmentos concretos concentrados o dispersos, como la plaza, los barrios, las calles, las avenidas, los paseos amenos, los espacios verdes, entre otros, pero relacionados entre sí con una innegable continuidad o excluidos por barreras sociales o arquitectónicas. Desde esta perspectiva, la ciudad se nos presenta como una fuente de información, pero al mismo tiempo nos obliga a anular la imagen homogénea, difusa e ilegible que tenemos de la misma, ordenando sus elementos para ser presentados en forma ordenada y poder visualizar sus partes, desde las más significativas hasta aquellas que aparentemente reúnen poca significación, pero que forman parte indivisible de la misma. Descodificar el conjunto urbano y entender su lógica supone: realizar una síntesis para representar lo que la identifica, romper aquella homogeneidad con el fin de proyectar elementos de predicción y cualificación. Esta operación, como dijimos, recibe el nombre de percepción urbana por cuanto es un modo de retener y generar información sobre la ciudad. La percepción nos otorga la información necesaria para ir proyectando las variables a ser representadas y que se van acumulando para luego introducirlas en mapas o planos temáticos que nos indiquen, por ejemplo, tipificación de la edificación, altura de los edificios, trama, granulado, textura, entre otros, que nos conducirá a la suma de los elementos que superpuestos estructuran la morfología urbana, tendiendo a un análisis más integral. Cuando hayamos logrado recopilar toda o parte de esta información estaremos en condición de plantearnos la configuración de la ciudad, de explicar su anatomía: formas, actividades, rasgos, red vial, zonas funcionales, metabolismo, mutaciones, espacios singulares, zonas problemas, espacios necesarios de cirugías o actuaciones inmediatas, planificación estratégica y, que se completará con las representaciones de variables demográficas, económicas, es decir con las realidades que dan vida plena al hecho urbano.

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Entre otras cuestiones, para llegar a un AVC que nos ayude a comprender la morfología actual de las ciudades se hace necesario introducir planos temáticos con respecto a otros aspectos fundamentales, que están relacionados con la legislación municipal generada para la ordenación del conjunto o de determinadas áreas. El AVC y su entorno desde esta perspectiva es un diagnóstico de las piezas que constituyen la ciudad y que nos ayudan a comprender las relaciones existentes entre las mismas, es un examen de la forma, del aspecto y composición de la ciudad, una evaluación de sus recursos y posibilidades. De aquí la importancia del AVC, es un elemento de acción, nos brinda una situación detallada de la que podremos extraer información en cada momento para actuar sobre ciertos espacios; nos permite observar las tendencias de crecimiento físico de una ciudad determinada y los espacios sobre los que tendremos que actuar para modificar esas tendencias, frenándolas o potenciándolas; nos anima a proponer acciones tendientes a dotar del equipamiento e infraestructuras necesarias para satisfacer las necesidades de los futuros residentes o los ya existentes. Se trata de un ejercicio prospectivo de significativo valor utilitario, con proyección, desde la cual podremos mirar hacia el pasado o detenernos en el presente para comprender el porqué de cada lapso que nos interese. El AVC desde una perspectiva histórica La comprensión del papel que cumplieron las ciudades que servían como sustento para las sociedades y sus relaciones durante el gran proceso urbanizador iniciado por España en América a partir del Siglo XVI, y que alcanza su clímax con la fundación de Buenos Aires en 1580, es una tarea ya abordada por una pléyade de investigadores desde diferentes concepciones conceptuales e ideológicas – políticas, económicas, plásticas, entre otras-. No es menos cierto que este objetivo se fue ampliando en contenidos hasta la actualidad. Lo importante sería aunar todas estas concepciones, donde el análisis urbano se convirtiera, además, en un examen visual, reiterando lo antes dicho: interpretar las formas, los aspectos visibles, la composición, los símbolos y que sirvieran como acicate para comprender lo relevante que significa relacionar elementos Nº 27, diciembre 2004


de invención humana con los acontecimientos del tramo histórico que queramos interpretar. Economía, política e ideología interrelaciondas forjaron la ciudad hispanoamericana con resultados que en principio se plasmaron en embriones urbanos que se desarrollaron en el plano y de forma prácticamente homogénea, con escasas variantes. Más tarde se incorporan estilos arquitectónicos que respondían a los cánones imperantes en Europa, algunas veces no exentas de influencias locales, sin olvidar que esta iconografía cobraba vida con las actividades de todo tipo también las lúdicas-festivas, las funciones y los modos de vida de las ciudades y sus relaciones con el entorno. Es así, que para iniciar un AVC retrospectivo nos remitimos a la generalidad planimétrica que nos pone ante la evidencia de ciudades con un trazado geométrico similar donde, por una parte, las calles de tramo recto se cruzan formando una retícula, y por otra, cuando estas se cruzan formando ángulos rectos se habla de retícula ortogonal, y finalmente, si las distancias entre los cruces son siempre iguales nos encontramos con una cuadrícula. Si bien muchos de estos modelos surgieron espontáneamente en las primeras ciudades fundadas por los españoles, más tarde sería un continuum, y pasarían a ser reglamentadas por las Ordenanzas, como la dictada por Carlos V en 1523 y reiterada por Felipe II: “que aunque la población vaya en gran crecimiento, se pueda siempre proseguir y dilatar en la misma forma”. Sin embargo cuando Felipe II en 1573 dispone las Ordenanzas de Descubrimiento y Población y que hacen alusión, entre otros mandatos, a tamaños de manzanas, sentido de las calles, disposición, forma y tamaño de la plaza mayor, ubicación de la Iglesia Matriz y de los edificios de gobierno, el diseño de las casas, prácticamente el proceso fundacional había alcanzado su máxima concreción, y éstas disposiciones no hacían más que recoger las anteriores experiencias. No obstante, superado el período colonial las nuevas ciudades de influencia hispana seguirán las pautas felipinas en lo referente a las formas del plano y en algunas otras cuestiones. Para abordar un AVC desde el nacimiento del urbanismo español en el continente americano, es necesario fijar una periodización para analizar visualmente la ciudad hispanoamericana y, que sería la siguiente: a) ciudad colonial, b) ciudad republicana, c) ciudad industrial, d) ciudad globalizada, con sus respectivos Nº 27, diciembre 2004

subperíodos, donde podremos encontrar los emblemas que caracterizan a las ciudades más representativas. Aunque, por otra parte, J. L. Romero (1976) nos sugiere una división más elocuente: a) las ciudades hidalgas de Indias (sociedad barroca), b) las ciudades criollas, las ciudades patricias, c) las ciudades burguesas y d) las ciudades masificadas, que evidencian significativamente una línea ideológica y que no obstante, en todos ellos nos informa sobre los estilos de vida y arquitectónicos, conflictos sociales y políticos, con frescos literarios de escritores y relatores de cada período que refuerzan el análisis, a la vez que rompe con la monotonía descriptiva que caracteriza a otros autores especializados en esta temática. Aparte de los factores físicos, para comprender el presente se hace necesario contextualizar el análisis urbano de cada etapa teniendo en cuenta, como se adelantó, los sistemas políticos, económicos y las ideologías imperantes en cada una de ellas. Los cascos urbanos coloniales o de los períodos más representativos de las repúblicas no pudieron perpetrarse como exponentes tangibles para la historia urbana por falta de interés de los gobiernos nacionales o locales por conservar y preservar su pasado, por carecer de normativas; por supuesto que en cada país, este tema tiene diferente connotaciones tanto ideológicas como culturales. Independientemente de estas circunstancias, también hay que resaltar la importancia que ostentaban algunas ciudades dentro de la administración colonial tanto a nivel macroespacial o continental o por el papel que les tocó desempeñar en la organización del poder impuesto desde España, hecho que nos lleva a comprender el porqué de las magistrales obras erigidas y el tamaño de las mismas y que en la actualidad son puntos de referencia por su arquitectura y otras artes pródigas en la resolución de edificios que amalgaman en fachadas e interiores corrientes estilísticas en boga. Aunque hayan sido modificadas con agregados posteriores permanece la prístina estructura a partir de la cual se puede desmenuzar la historia urbana. Por otra parte, si quisiéramos retrotraernos a los primeros tiempos de la historia urbana latinoamericana y continuar con su evolución, es indudable que en la actualidad podemos encontrarnos con ciudades testigos o al menos parte de ellas, con vestigios de cada uno de los períodos enunciados. En algunas se conservan de manera casi inalterada sus cascos históricos REVISTA DE HISTORIA BONAERENSE

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a través de los cuales podremos reconstruir el pasado histórico lejano, dibujando sus evoluciones hasta llegar al presente. Si iniciamos el análisis planteándonos las formas del trazado podremos recurrir a múltiples fuentes; la existencia de los planos primigenios celosamente guardados y escrupulosamente conservados, por ejemplo, en la extensa documentación del Archivo de Indias o de otros archivos de las ciudades en cuestión. No menos importante resultan los grabados, pinturas, relatos y testimonios que nos ayudarán en esta ímproba tarea. Tampoco es menos cierto que durante el período colonial existieron ciudades más importantes que otras, importancia adquirida por la cantidad de poderes que acumularon, por su privilegiada y estratégica situación geográfica, atributos que fueron premiados con enormes prerrogativas reales. Capitales de virreinatos, de gobernaciones o de otras divisiones administrativas le concedieron, no sólo poder, también una arquitectura nada envidiable a la de algunas capitales europeas de aquella época. Esta riqueza y persistencia de muchas piezas citadinas reposan, además, en dos hechos de innegable valía: la existencia de materiales de construcción persistentes y la abundante mano de obra que actuó como artífice de las magníficas construcciones: catedrales, palacios, audiencias, viviendas, dirigidas por arquitectos improvisados o de regia formación. Es el caso de las ciudades de México, Lima, Quito, Cartagena de Indias, La Habana, Guatemala, sólo por citar algunas. En contraposición con aquellas nos encontramos con otras ciudades, que, si bien desempeñaron destacadas funciones durante la colonia, el lugar elegido para su emplazamiento no contó con las facilidades antes anotadas. Los materiales vulnerables y la escasez de mano de obra, entre otros factores, no les asignó edificios notables y persistentes por lo que la memoria edilicia no pudo ser guardada a través de las distintas tipologías arquitectónicas, al menos en cantidades notables y espacios destacados como es el caso de la mayoría de las ciudades del Virreinato del Río de la Platal. Una apreciación a través de la observación y percepción de las ciudades actuales con un rico pasado colonial plasmado durante los siglos XVI y XVII cuando el barroco dio una fisonomía particular a las urbes más destacadas con edificios de grandes dimensiones espaciales y volumétricas que constituían, y lo siguen siendo, hitos en una estructura poco jerarquizada,

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salvo la plaza mayor; la arquitectura civil y religiosa ostentaron enormes diferencias. Las catedrales y otras iglesias, no menos ostentosas, fueron construidas bajo el auspicio de órdenes religiosas siendo las obras arquitectónicas más respetadas tras las posteriores transformaciones, fruto de la expansión urbana o de otros cambios acontecidos. En este sentido fue durante el último tercio del siglo XVIII cuando las ciudades experimentarán mutaciones significativas como consecuencia de los cambios sociales y económicos aportados por la Ilustración y las reformas borbónicas. También se produjo una recuperación en el crecimiento demográfico, sobre todo en las ciudades. Y si indagamos en lo que aún queda en pie, o en los escritos de la época, evocaremos que este paradigma, asentado en parte de Hispanoamérica, indujo a la construcción de nuevos palacios, casas de correos, cuarteles, universidades, escuelas, teatros, jardines botánicos y alamedas. Prosiguiendo con este recorrido históricovisual sin dejar de hacer referencia a circunstancias endógenas o exógenas podremos advertir que durante los primeros decenios del siglo XIX los acontecimientos que indujeron a la emancipación de la metrópoli, a la búsqueda de nuevas formas de gobierno y a los enfrentamientos partidarios apenas transformaron las ciudades. El apremio por borrar signos que representaban el dominio hispánico desató en alNº 27, diciembre 2004


gunas ciudades una incipiente transformación pero que solo las afectó puntualmente. Los cambios decimonónicos se producirán a partir de 1850 y con mayor fluidez en los últimos decenios de esta centuria. Las nuevas capitales republicanas revitalizaron sus actividades a través de la inserción a la economía internacional dando paso a nuevas estructuras portuarias, ferroviarias, silos, algunas industrias a lo que se le añadió el repunte demográfico, acrecentado en algunas urbes por el flujo inmigratorio. Estos hechos transformarían el paisaje urbano alterando la fisonomía de las ciudades que aún conservaban un aspecto colonial. Nuevamente la hegemonía económica de las grandes ciudades en detrimento de las menos activas permitió la mutación del paisaje urbano con afán de europeizarse. Exportaron cánones vigentes en las antiguas capitales europeas y comenzaron a realizar obras de embellecimiento en sus zonas centrales y que aun persisten. La plaza desnuda se ornamenta y deja sus primitivas funciones, entre ellas la comercial, en favor de los edificios que albergarán los mercados. Se construye observando modelos franceses academicistas, neoclásicos o eclécticos. La ciudad colonial de raigambre española deja lugar a otra con un acento más paneuropeo y se refleja en la espectacularidad arquitectónica de los edificios públicos y en la suntuosidad de los petits hoteles o palacetes levantados por las clases acomodadas. Ante esta eclosión que se deshace de los emblemas coloniales para ganar espacios, sociedades muy conservadoras, como la quiteña por ejemplo, alzaron sus voces para preservar el patrimonio arquitectónico, tratando de hacer respetar el pasado español, no en vano hoy conserva unos de los cascos históricos más grandes y completos del período colonial. Avanzando con el análisis visual de los períodos posteriores en el tiempo y en el espacio hay que destacar que desde finales del siglo XIX contamos con un aliado que pudo perpetuar tiempos pretéritos cuyos emblemas serían abatidos en aras del progreso. Nos referimos a la fotografía en primer lugar, más tarde el cine. Soportes fotográficos que mantienen la memoria activa de un pasado reciente aniquilado por el dinamismo urbano y, que responden a distintos motivos, uno de ellos la especulación del suelo o en todo caso el afán modernizador. Como complemento de la fotografía convenNº 27, diciembre 2004

cional aparecerá la fotografía aérea, herramienta superlativa que nos brindará un sinnúmero de posibilidades para el análisis urbano al que podremos darle mayor verosimilitud con la comprobación de trabajos de campo. La fotografía en definitiva sugiere cierta objetividad que nos lleva a pensar en la posibilidad de focalizar los aspectos reales perceptivos con cierta fidelidad a lo real, a la vez que la imagen fotográfica tiene la cualidad de retener, de fijar, de congelar la realidad del espacio y del tiempo, su resultado es algo de lo que no se puede dudar porque realmente existe. Una toma resulta sorpresiva, descubrimos muchos elementos o símbolos con múltiples interpretaciones que no eran nuestro objetivo. Mientras tanto la ingeniería seguía desarrollándose a ritmo trepidante y se engrandece con el hallazgo de materiales y estructuras resistentes; por lo tanto los edificios se elevan en altura, se construyen viviendas colectivas y a los majestuosos emblemas de años anteriores se le suman obras voluptuosas como estadios, universidades, grandes equipamientos e infraestructuras. La utilización del hormigón armado y de estructuras metálicas revolucionaron las artes constructivas, a la vez que el modernismo o art nouveau, el art decó dan paso al racionalismo con lo que las ciudades hispanoamericanas se convierten en un escaparate de estilos, cuya riqueza dependerá de las posibilidades económicas de cada una de ellas. Las corrientes migratorias, sobre todo las mayoritariamente representativas, aportarán, además, estilos propios, como el italianizanate. Interiormente las viviendas bajas irán adosando habitaciones a medida que crece la familia, las famosas casas chorizos. La herencia hispánica resurgirá con algunos edificios neocoloniales en la década de 1950, aunque muy puntualmente. Los edificios de más de diez plantas romperán con la chatura anterior para satisfacción de los vanguardistas, para desdicha de los conservadores. También las ciudades experimentarán un raudo crecimiento demográfico iniciando un período de acelerada urbanización y metropolización, es el comienzo de los efectos del boom demográfico a partir de 1950. Las de mayor tamaño poblacional concentrarán un amplio porcentaje del total de los habitantes de los países latinoamericanos. Este suceso provocó no sólo una expansión física, también cambios sociales y edilicios. En tanto REVISTA DE HISTORIA BONAERENSE

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que los primeros planes regulatorios redactados desde 1920, para las principales ciudades, no podrían atender al desmesurado y desordenado crecimiento urbano basado en el incremento de las tasas vitales y en el arribo de personas procedentes del medio rural o de pequeñas ciudades. Los nuevos habitantes con menores recursos se hacinan en los cascos antiguos, inicio de su tugurización y pauperización, dando lugar a los famosos conventillos, denominación porteña que recibirá otros apelativos en los países latinoamericanos. Los de mayor poder adquisitivo accedieron a la compra de lotes en la periferia o se adscribieron a créditos hipotecarios. Las villas miserias surgen por la imposibilidad de los nuevos residentes de insertarse en el tejido productivo, pero estas existen desde hace décadas, incluso ya desde finales del siglo XIX. Por otra parte, las principales reformas conseguidas en las primeras décadas del siglo XX y que dotaron de nuevos espacios verdes a las principales ciudades, son bruscamente interrumpidas por las crisis de la Primera Guerra Mundial y el crack de los años treinta, hechos premonitorios y que refuerzan los primeros intentos de industrialización que se insinuaban décadas atrás. Más tarde otros acontecimientos internacionales amedrentan las economías regionales provocando un éxodo masivo a las urbes alterando nuevamente la imagen de la ciudad. Los recintos industriales y otros de uso público fueron envueltos por un crecimiento caótico. Ediliciamente los rascacielos levantados con nuevos moldes terminarán de deshomogeneizar las urbes, esta imagen que para nosotros, hasta cierto punto, denota dinamismo y progreso, para los europeos se traduce en una imagen de caos edificatorio. Las grandes ciudades se tornan multitudinarias, se masifican, mientras que las intermedias no cejan de crecer hasta la actualidad, todas inmersas en crisis sucesivas que refuerzan a otra de tipo estructural lejos de ser superada. Los estilos y las pruebas se sucedieron abriendo paso a las vanguardias europeas que concebían construcciones en altura de distinta manera. Así, como símbolo de esa modernidad, aparece el Palacio Barolo en la porteña Avenida de Mayo, el más alto de la ciudad por entonces (22 plantas). Esta avenida marcó un hito en la modernización urbana que trataba de borrar la imagen colonial y sobredimensionar vías que se convertirían en emblemáti-

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cas. Más tarde otro hecho impactó a los arquitectos argentinos: la visita de Le Corbusier en 1929 quien había diseñado varios proyectos para la pujante ciudad sin haber sido apenas tenidos en cuenta. Los edificios comenzaron a mostrarse imbuidos de marcadas diferencias en su concepción y materialización. No cabe duda que también se buscaba la homogeneidad haussmaniana pero se seguía construyendo con arquitecturas eclécticas de catalogación variada y escalas diferentes rompiendo el equilibrio buscado. Hoy se trata de entablar un diálogo entre la arquitectura del ayer y del hoy. Sin embargo, las ciudades asumen los efectos de la globalización, reflejada en distintas formas e impactos sociales y espaciales. Los signos o emblemas más evidentes obedecen a los motores de este paradigma finisecular, si bien algunos permanecen de antaño pero que adicionados a los más recientes hoy invaden la imagen de la ciudad, como los ostentosos y provocativos mensajes subliminales sostenidos por enormes soportes que aguantan los carteles de las multinacionales o de cualquier otra empresa. Todo es objeto de propaganda, todo debe ser estridente en una sociedad inducida al consumismo. Los diseños y colores no son dejados al azar, se trata de llamar la atención de forma trepidante. Nuevos estilos arquitectónicos, posmodernos, se dejan insinuar en edificios Nº 27, diciembre 2004


reciclados o de nueva factura; también el mobiliario urbano desde los pavimentos, marquesinas, las cabinas de teléfonos, hasta los bancos o farolas de plazas son nuevamente importados o modelizados in situ respondiendo a una homogeneización mundial promovida por la triada. Forma y color agreden las, a veces, descoloridas y aburridas estructuras, para forjarse en elementos llamativos y distintivos de una sociedad más agresiva que necesita de incentivos, aprovechado por los especuladores para incitar al consumismo. La implantación del ¿neoliberalismo? comprometió importantes complejos arquitectónicos transformándolos de mala forma por la especulación venal. No obstante, la privatización, uno de los motores de la globalización, permitió en algunos casos que edificios emblemáticos fueran salvados de la ruina y devueltos al patrimonio urbano (Puerto Madero, El Abasto). Sin embargo estos hechos no son comunes. Mientras tanto la imagen de la ciudad actual se configura bajo el estigma de la dualización que caracteriza a Latinoamérica: ciudad legal vs ciudad ilegal, ciudad formal vs ciudad informal, ciudad vs contraciudad con hechos visibles, a la vez que los recursos básicos del ambiente –aire, agua y suelo- se deterioran en forma constante, sumándose otras anomalías, tales como, barreras arquitectónicas, intrusiones visuales, actividades insalubres, molestas o nocivas. Otros paisajes urbanos se observan en la periferia pobre, “la ultraperiferia”, donde residen los desposeídos, los marginados en las planicies o en los cerros de grandes ciudades. Pero también trozos de la ciudad se descomponen con ocupaciones ilegales, con el deterioro de edificios públicos o privados y sus entornos. Una situación anómica se apodera de las actuales urbes latinoamericanas. Estas manifestaciones urbanas son parte, sin lugar a dudas, del AVC que deben explicar la metamorfosis que experimentan las aglomeraciones humanas signadas por estos desajustes prácticamente incontrolables. Por otra parte, los cambios acelerados, sociales, económicos y espaciales, van desfigurando las ciudades. Los incipientes planes de ordenamiento son transgredidos por diferentes actores y los espacios vacantes, a menudo con escasa calidad ambiental, se van colmatando con ocupantes ilegales, hechos que van aportando nuevas variables para ser incluidas en nuestro análisis. Nº 27, diciembre 2004

Otros tipos de actuaciones atentan contra los escasos símbolos arquitectónicos de nuestras ciudades y que deberían perpetuar parte de la historia urbana. En definitiva, el patrimonio arquitectónico pierde presencia por las constantes agresiones a través de demoliciones o transformaciones que borran las prístinas intenciones constructivas y los estilos ideados y planificados para tales emprendimientos. Las capitales provinciales de nuestro país no escapan a los estereotipos de cualquier otra ciudad latinoamericana en las formas moldeadas por el crecimiento desbordado y las sucesivas crisis. Tampoco las ciudades intermedias se desvinculan de estos acontecimientos. A su vez, la inseguridad ciudadana o la escasa calidad ambiental, como pretextos, dan paso a una nueva forma de expansión segregadora: barrios cerrados próximos o lejanos de la ciudad tradicional y que en nuestro país reciben el nombre de countries, dotados de todos los equipamientos de última generación y sistemas de vigilancia. Asistimos a un generalizado malestar urbano. Conclusiones De todo lo expuesto deducimos que con la ayuda de distintas fuentes e instrumentos podremos realizar una lectura y observación visual de la ciudad que nos aproxime a la evolución histórica de las representaciones físicas encarnadas en los aspectos más tangibles, en iconografías transformadas por la lógica evolución de las ideas, la economía, la política y las modas al uso. Sus resultados podrán tener varios soportes y representaciones visuales: cartográficas, fotográficas, gráficas, plásticas en definitiva, donde el material fotográfico escogido enriquecerá el contenido de cualquier investigación urbana. Es decir que el AVC cuenta con la fotografía, entre otros medios, como la mejor aliada para visualizar lo que nuestra agudeza investigadora pueda y quiera decir o reflejar, sin desmerecer las otras aportaciones que ayudan, sin lugar a dudas, a que esta acción sea integradora de todos los atributos programados para ser incluidos en estudios de esta categoría. La documentación fotográfica nos facilitará el análisis visual del pasado y del presente, con la posibilidad de armar un significativo repertorio con todos los fragmentos de la ciudad y registrar usos, costumbres, aciertos, penaliREVISTA DE HISTORIA BONAERENSE

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dades. En definitiva, una forma plena de recursos para estudiar la realidad y que contiene todo aquello que queramos tomar como elementos de análisis. Las series fotográficas evidencian muestras de trozos mutantes de la morfología, estilos, disposiciones, que unidos en su proyección, plasmados en un pashtwork, nos devolvería-resucitaría parte del espacio vivido, percibido, impreso en nuestra memoria, para luego despojarlo de subjetivismos. No todos podremos estar homogéneamente motivados para congelar la imagen a través de la fotografía; connotaciones de diferente índole otorgan a cada imagen un contenido simbólico y que llegaremos a transmitirlo de acuerdo a los objetivos del momento sin despojarlo de esa carga personal. Cribar centenas de fotogramas con un mismo criterio no resultaría científico. En casos de depresión o de bonanza económica las actuaciones urbanas son un indicador muy representativo de estas situaciones. Pequeñas cirugías tratan de mantener ciertos espacios, más por iniciativas privadas que públicas, a veces, deshomogeneizando lo que se quería unificar. Los símbolos globalizanates clonan muchas ciudades a través del mobiliario urbano o los estilos arquitectónicos. Unos elementos reemplazan a otros sin tener en cuenta el criterio de los usuarios que sienten y padecen la ciudad creando importantes impactos visuales que logran desmerecer o ensombrecer lo que se pretende resaltar. Es imprescindible fomentar la participación ciudadana a través de nuestra acción educativa para construir la ciudad que deseamos, eso sí, respetando las huellas del pasado representado por testimonios tan vivos como la arquitectura de distintos estilos así como los espacios públicos emblemáticos y sus elementos ornamentales. Otra forma de preservar y prevenir es fomentar el voluntariado en el seno de la sociedad civil y que atienda a casos puntuales como una forma permanente de actuación urbana y toma de conciencia del valor del lugar de residencia como de su entorno, tratando siempre de evocar e imitar en los nuevos emprendimientos constructivos estilos acordes con el ambiente de cada región no sólo para mantener cierta homogeneidad sino también para establecer un orden dentro del caos reinante

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donde no se respeta un orden virtualmente establecido: ¿un estado anómico? Llegamos a un vertiginoso siglo XXI en el que debemos permanecer alerta ante la invasión de nuevas incongruencias urbanas fomentadas por los gobiernos a distintas escalas y aceptadas por no pocos inescrupulosos ciudadanos de todos los estamentos sociales. Reforzar el AVC pasa por fomentar el respeto a nuestros hechos urbanos, a sus actores, y mantener en vilo a los improvisados guardianes de la ciudad y generadores de obstáculos para la utopía. En definitiva el tema queda estructurado de una manera simple: ACCION, LUGAR Y TIEMPO, asociadas a la imagen urbana bajo estas tres dimensiones en concordancia con los cánones del sistema social de cada período establecido. Bibliografía CAPUANO, F. et al (1993): Globaliçao e espaço latinoamericano. Huitec-npur, Sao Paulo. D`ALESSIO FERRARA, L. (1993): Olhar Periférico. Informaçao, linguagem. Percepción ambiental. Ed. USP. FADESP, Sao Paulo CEHOPU (1989): La ciudad hispanoamericana. El sueño de un orden. MOPU, Madrid. CULLEN, G. (1978): El paisaje urbano. Tratado de estética urbanística. Ed. Blume, Barcelona. HARDOY, J.E, MORSE, R.M. y SCHAEDEL, R.P. (Comp) (1975): Ensayos histórico-sociales sobre la urbanización en América Latina. CLACSO, Ed. SIAP, Buenos Aires. LYNCH, K. (1975): La imagen de la ciudad. Ed. Infinito, Buenos Aires. MARTÍN LOU, Mª A. y MUSCAR BENASAYAG, E.F. (1992): Proceso de urbanización en América del Sur. Modelos de ocupación del espacio. Ed. MAPFRE-América, Madrid. MORSE, R. y HARDOY, J.E. (1985): Cultura urbana ltinoamericana. Siglo Veintiuno Argentina Editores, Buenos Aires. MUSCAR BENASAYAG, E.F. (2000a): Persistencia del Quito colonial, Patrimonio Cultural de la Humanidad. In Boletín de la Real Sociedad Geográfica. Tomo CXXXVI, Madrid. MUSCAR BENASAYAG, E.F. y CEBRIÁN DE MIGUE, J.A. (2002b): Estudio comparativo de la madrileña Avenida de Mayo y de la porteña Gran Vía. In Anales de Geografía de la Universidad Complutense. Madrid Punto de Encuentro. Homenaje a J.Mª Sanz García. Vol. Extraodinario. ROMERO, J.L. (1976): Latinoamérica: las ciudades y las ideas. Siglo Veintiuno Editores, 1ª Edición, Buenos Aires. SANDERS PEIRCE, CH. (1974): Collected Papers. Cambridge Harvard Press, 8 Vols. SOLSONA, J. y HUNTER, C. (1990): La Avenida de Mayo: un proyecto inconcluso. FAU, UBA, Librería Técnica, Buenos Aires. SPREIREGEN, P. (1973): Compendio de Arquitectura Urbana. Ed. Gustavo Gilli. Barcelona, 2ª ED. UNIVERSIDAD DE LA PLATA-INSTITUTO DE ESTUDIOS DE LA ADMINISTRACIÓN LOCAL (1983): La

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Plata, ciudad nueva, ciudad antigua. Historia, forma y estructura de un espacio urbano singular. IEAL, Madrid.

Dr. Eduardo Fortunato Muscar Benasayag. Facultad de Geografía e Historia, Universidad Complutense de Madrid

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SANANDO LOS CUERPOS, SANANDO LAS ALMAS Políticas de Salubridad en el Morón antiguo (1860-1920)

Carlos María Birocco

Capilla del Hospital de Morón, medalla acuñada con motivo de la inauguración

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El Dr. Casullo y los “aires saludables” de Morón “En este pueblo donde se recobra la salud...”: así encabezaba un periódico de Buenos Aires el anuncio de venta de una casa en Morón en 1865.1 Pocos años atrás, la llegada del ferrocarril había convertido a Morón en un poblado rural de extramuros, apenas a una hora de viaje de la ciudad. Desde entonces las familias acomodadas de la capital se habían visto tentadas a pasar las temporadas de descanso en sus hermosas quintas. El conjunto de obras de infraestructura que emprendieron las autoridades locales entre 1860 y 1868 -que incluyó la rectificación de las calles y la construcción de plazas, el saneamiento de los caminos y la edificación de puentes sobre el arroyo- dio nuevos atractivos a este pueblito, elegido por los porteños para hospedarse en sus elegantes casas de veraneo, o simplemente para gozar de una agradable tarde soleada de domingo en los cafés que bordeaban las plazas Alsina y La Roche. Pero Morón no fue solamente una localidad veraniega de moda. La creencia de que sus aires sanaban las enfermedades pulmonares, entre ellas la tisis, le dio fama de Córdoba Chica, sostenida por muchos hasta bien entrado el siglo XX. Pocos han sabido ver en ello una construcción discursiva, que sirvió para valorizar el terreno y atraer a compradores y visitantes. Los gobernantes locales se complacieron en difundir la reputación de sus aires tonificantes, estrategia propagandística en la que se destacó el Dr. José María Casullo, que se desempeñó como juez de paz, presidente de la Municipalidad e intendente en varias oportunidades entre 1865 y 1893. Emparentado por matrimonio con la tradicional familia de los Villegas y bien vinculado a los grupos locales de poder, fue nombrado médico municipal en 1870. El prestigio que ganó durante las epidemias de cólera y fiebre amarilla y su buena relación con la vecindad notable de Morón determinó que ocupara el cargo en forma casi ininterrumpida hasta su muerte, en 1915. En varios informes publicados en la década de 1880, Casullo sostenía que el tifus, la viruela y otras enfermedades infecciosas habían tenido escasa incidencia en Morón y habían afectado solamente a la gente pobre que vivía en zonas anegadizas junto al arroyo y carecía de buenos hábitos de alimentación y aseo.2 De esos informes, aunque discutidos por sus contemporáneos, trascendió la imagen de aquella Nº 27, diciembre 2004


localidad “saludable”, fundada sobre suaves lomadas y rodeada de arboledas, cuyas inmejorables cualidades higiénicas brindaban alivio a los enfermos delicados y hasta les prometían una vida más prolongada. En las últimas décadas del siglo XIX, época de grandes loteos en el partido, las firmas inmobiliarias no dudaron en publicitar aquella fama de clima benigno para atraer a posibles compradores. Hasta las guías de viajeros, como el conocido Handbook de los Hermanos Mulhall, se hicieron eco de aquellas afirmaciones. Así, el Handbook de 1892 comentaba: “Morón is a favorite resort in the summer month, and Dr. Casullo says it is free from stagnant pools or malaria, well sheltered by plantations, and good for consumptive patients”.3 Pero el pueblito no había estado a salvo de las enfermedades endémicas, ni menos aún de las epidemias que asolaron la cercana capital: el mismo Casullo, que había asistido a sus habitantes durante el cólera y la fiebre amarilla, lo sabía por experiencia propia. Las epidemias de cólera y fiebre amarilla en Morón Los estallidos epidémicos de la segunda mitad del siglo no habían respetado a Morón. A fines de 1867 nuestro partido fue víctima del cólera, cuya ola pandémica se había iniciado cinco años antes en La Meca, desde donde los peregrinos islámicos la habían difundido por todo el Medio Oriente.4 En 1865 había alcanzado América del Norte y desde allí fue extendiéndose hacia el sur, para llegar al Brasil y al noreste de Argentina en los momentos más crudos de la Guerra de la Triple Alianza. Esta enfermedad exótica provocaría en nuestro país más bajas que cinco años de combates con el Paraguay. En la ciudad de Buenos Aires, donde comenzó a hacer estragos en el otoño de 1867, dejaría una secuela de 3000 muertos, y 15.000 en toda la provincia.5 A comienzos de 1867, las cátedras de la Facultad de Medicina en Buenos Aires no podían todavía determinar con certeza la naturaleza del cólera y le daban el mismo carácter misterioso que a otras epidemias. Una revista médica publicada por entonces reportó “la aparición de una nueva enfermedad desconocida antes en nuestro país”, agregando que los primeros casos habían resultado fatales en el transcurso de horas.6 Cuando el contagio se extendió, los diarios afirmaban que la mejor forma de evitarlo era la tranquilidad de espíritu. Para los convaNº 27, diciembre 2004

lecientes se aconsejaba una solución concentrada de láudano y alcanfor destilado, o en caso de que no fuera efectiva, un vomitivo seguido de una dosis de aceite de castor.7 Procedimientos como estos, violentos e ineficaces, se explican por el desconocimiento del agente etiológico de la enfermedad, identificado por Koch en 1884. No fue hasta 1895 que se supo que hervir el agua era una de las formas de prevención más eficaces. Con remedios tan poco efectivos, el flagelo se diseminó rápidamente y la población entró en pánico. Entonces los mismos médicos de la ciudad aconsejaron a quienes pudieron escapar que lo hicieran: con esto sólo consiguieron extender el contagio a los partidos rurales. Morón permaneció ajeno de la epidemia hasta bien avanzada la primavera de ese año. Recién en diciembre el cólera se cobró su primera víctima fatal: Teresa France, una sirvienta que venía huyendo desde la capital. De acuerdo con los libros de la parroquia -que seguramente adolecen de algún subregistro pero que son la única fuente de que disponemos para estimar las bajas- la epidemia no provocó más que 4 decesos en diciembre, pero estalló con virulencia en enero, en que fueron registradas 105 bajas. En febrero éstas disminuyeron drásticamente, conociéndose sólo 11, y en marzo no se consignó ninguna. Los libros parroquiales permiten reconstruir con cierta aproximación la dirección que fue tomando el contagio. Los primeros casos se produjeron en el Cuartel I (el pueblo de Morón y sus alrededores) de donde serían oriundos el 44,6% de los difuntos. Rápidamente se produjeron bajas en los Cuarteles III (hoy Haedo y Palomar) y IV (actual Hurlingham), próximas a los caminos que llevaban a Buenos Aires y al río Reconquista. En los Cuarteles II y V (Castelar e Ituzaingó) éstas fueron, en cambio, tardías y relativamente escasas, quizás por el carácter más aislado de aquellas zonas, que por entonces eran enteramente rurales. Es tradición que el Dr. Casullo encabezó la lucha contra la epidemia sin pedir retribución a cambio, mientras que en otros partidos bonaerenses hubo que invertir sumas siderales para traer un médico desde Buenos Aires. Aun así, las arcas municipales quedaron exhaustas, y la comuna de Morón tuvo que recurrir a la provincia para cubrir un descubierto de 49.533 pesos. Una de las primeras víctimas del cólera en nuestro partido fue el municipal (concejal) ToREVISTA DE HISTORIA BONAERENSE

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más Martínez, pero el temor al contagio no impidió que se organizaran elecciones y se le eligiera un sucesor, que fue Miguel Casullo, hermano del desinteresado médico.8 Con la epidemia de cólera comenzaron los entierros en el actual cementerio de Morón. El cementerio anterior se encontraba en el barrio que hoy se conoce como Quinta Amarilla, en terrenos que situaríamos en el cruce de las calles Abel Costa y Pellegrini. Este había sido adquirido en 1852, gracias a un donativo de 11.000 pesos que Urquiza entregó al párroco Francisco Romero para trasladar el camposanto y refaccionar el templo. Pero en la década siguiente, el pueblo creció y avanzó en dirección a él. En 1863 Augusto La Roche adelantó una suma para adquirir un terreno más alejado; que sepamos, las primeras inhumaciones que se realizaron fueron las de las víctimas de esta enfermedad. El cólera tuvo un fuerte impacto en las tasas de mortalidad, y se diseminó con celeridad por las localidades del partido, pero desapareció en forma igualmente rápida. Tres años más tarde, el partido experimentaría su segunda crisis epidémica: la fiebre amarilla. El contagio provenía del Paraguay y había descendido por la Mesopotamia hasta Buenos Aires. En esta ciudad, el mal haría progresos a causa de las lluvias persistentes y el intenso calor del verano, con un saldo de 13.600 muertos. Contrariamente al cólera, la fiebre amarilla incidió escasamente en la mortalidad en nuestro partido. El radio de contagio parece haber estado mucho más focalizado, casi constreñido al pueblo de Morón, y afectó más que nada a quienes venían escapando del mal desde Buenos Aires. Los primeros decesos registrados en la parroquia son de marzo de 1871: se trata de la joven Flora Pinto, de 24 años, y su esposo Blas Pico, ambos porteños, que se habían refugiado en la casa de campo de su pariente Santiago Amaral.9 Cuando se presentaron los primeros casos, el Dr. Casullo elevó un informe al Juzgado de Paz del partido, en el que aseguraba que el estado general de la población era inmejorable y que se habían adoptado medidas higiénicas para evitar la propagación del flagelo.10 Por consejo del médico, el Municipio decidió montar una casa de aislamiento para atender a los enfermos. Como no consiguió ayuda monetaria de la provincia para construirla, un particular debió ceder una quinta para organizar un laza-

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reto. Según el testimonio de los libros parroquiales, éste ya existía en abril de ese año, cuando falleció uno de los internados, el francés José Guiandi.11 Días más tarde murieron allí otros 6 enfermos. En la parroquia de Morón se registraron en 1871 otras 32 víctimas: 14 oriundas del Cuartel I, 2 del Cuartel III y 14 de la ciudad de Buenos Aires, desconociéndose el origen de las restantes. En nuestro partido, la fiebre amarilla causó más muertes entre los europeos que entre los nativos: el porcentaje de inmigrantes que fallecieron, que en la epidemia de cólera fue del 25,6%, ascendió entonces al 76,3%. Tengamos en cuenta que en Morón, los extranjeros eran entonces un tercio de la población. Todo parece insinuar que la fiebre amarilla se encarnizó con quienes venían huyendo de la capital y con los trabajadores de origen europeo. Pero en líneas generales, su impacto fue menos insidioso que el de la viruela, mal de carácter endémico que ese mismo año se cobró 82 víctimas, en su mayor parte niños y jóvenes menores de 19 años. La viruela fue, luego del cólera, la enfermedad infecciosa que segó más vidas entre 1867 y 1872. Las políticas municipales de salubridad En 1868 y 1871 quedó en evidencia que el Municipio carecía de infraestructura sanitaria para afrontar estallidos epidémicos. Antes de la devastadora epidemia de cólera, las únicas iniciativas al respecto provinieron de la vecindad. En septiembre de 1864 se había fundado en Morón una Sociedad de Caridad con el objeto de crear un Hospital en el pueblo. Muy poco sabemos sobre esta agrupación compuesta por mujeres: su nombre sugiere que se trataba de vecinas acomodadas dedicadas a la beneficencia y las obras piadosas.12 Pero a comienzos de 1870, cuando el recuerdo del cólera estaba aún fresco, el Municipio se apropió del proyecto y consiguió que esta asociación le cediera los fondos que tenía depositados en el Banco de la Provincia con el propósito de iniciar la obra. El presupuesto de ese año muestra un mayor interés de la comuna por la salubridad pública, pues se incluye por primera vez una partida de 12.000 pesos para rentar un médico, que fue puesto a cargo de “la asistencia médica de los pobres y heridos”. El profesional elegido fue el Dr. Casullo, que hacía nueve años que residía en el partido y se había destacado por la abnegación y desinterés con que atendió a los enfermos duNº 27, diciembre 2004


rante el cólera.13 Esta inversión, aunque suponía el 7,2% de lo presupuestado, estaba apenas por encima de lo que la comuna reservaba para solventar las festividades del 25 de Mayo y el 9 de Julio y las procesiones de la Virgen del Buen Viaje. La salubridad distaba aún bastante de ser un renglón prioritario: el Municipio prefirió comprometer sus rentas en la construcción de caminos, la reparación de edificios públicos y otras obras de “hermoseo del pueblo”, a las que en 1870 se destinaron 45.000 pesos del presupuesto.14 La comuna, en realidad, no estaba dispuesta a distraer fondos propios para la construcción del Hospital. Se limitó a apoderarse de los fondos reunidos por las Damas de la Sociedad de Caridad y a convocar a algunos notables para que consiguieran nuevos recursos. Esta comisión, que se conformó en febrero de 1870, estuvo compuesta por dos municipales, Agustín Silveyra y Augusto La Roche, y por los vecinos Bernardo Coffin, José María Casullo, Cosme Gaviña, Félix Badano y Pedro Godefroi. Pero al mes siguiente y por razones que desconocemos, La Roche presentó su renuncia y el proyecto entró en un largo período de indefinición. Existió un plano del edificio y un vecino donó un lote para que se iniciara la construcción, pero que sepamos, la obra jamás fue comenzada.15 ¿Que sucedió con los fondos recaudados por las Damas de la Sociedad de la Caridad? En enero de 1871 se estaba terminando de construir la nueva iglesia parroquial: el comienzo de la obra, iniciada dos años antes por el párroco Francisco Romero, había sido posible gracias a la contribución de la provincia, la limosna de los fieles y, sobre todo, la venta de terrenos públicos, acordada por el Municipio. Pero las entradas no bastaron y el nuevo párroco, Domingo Cobos, solicitó ayuda a la comuna para poder abrir el templo en Semana Santa. En la sesión del 31 de enero, la corporación resolvió acceder a su pedido: “La Municipalidad, considerando que por mucho tiempo no podrá auxiliar con fondos a la Sociedad de Caridad para que pueda llevar a cabo el pensamiento de construir un Hospital, y teniendo en vista que la habilitación del Templo será uno de los más poderosos resortes con que a su tiempo se podrá contar para esa obra, ha resuelto en sesión de anoche prestar su conformidad para que los fondos que la Sociedad de Caridad tiene reunidos sean destinados para la más pronta habilitación del Templo, siempre que para Nº 27, diciembre 2004

ello el Consejo de la Sociedad no encuentre reparo que oponer”.16 Con estas palabras, la comuna renunciaba a que fueran sanados los cuerpos para que fueran sanadas las almas… La ausencia de una casa hospitalaria no tardaría en lamentarse: un mes más tarde se detectaron en Morón los primeros casos de fiebre amarilla. El municipal Silveyra pidió colaboración al gobierno provincial, cargando tintas sobre lo útil que sería edificar un Hospital de Caridad, que podría alojar enfermos de Buenos Aires en situaciones de emergencia epidémica: “Este establecimiento, en caso necesario, podrá utilizarse muy bien para Lazareto, siempre que una u otra epidemia azotara a la población de la ciudad, lo que contribuirá a hallarnos en mejores condiciones para recibir a los necesitados”.17 Pero la ayuda ofrecida por el gobernador -una partida de 10.000 pesos, apenas la sexta parte de lo previsto para concretar la obra- fue insuficiente y tardía, y la urgencia los obligó a montar un lazareto en la quinta de un particular. Finalmente, la comisión optó por disolverse.18 Irónicamente, los 10.000 pesos donados por la provincia seguirían el mismo camino que los que habían reunido las Damas de la Caridad: en 1880 el Municipio los transfirió al párroco para que concluyera la fachada de la iglesia y la torre del campanario.19 De aquí en más, ninguno de los intentos de la comuna por fundar un Hospital prosperó. El partido carecería durante todo el siglo XIX de infraestructura sanitaria propia. Las políticas de salubridad se limitaron a imponer ciertos procedimientos de higiene pública, a sostener una pequeña botica y a nombrar comisiones de vecinos para que denunciaran la aparición de enfermedades infecciosas. La existencia de una botica comunal revela que, hasta las primeras décadas del siglo XX, la asistencia sanitaria estuvo asociada a la beneficencia pública: los servicios del médico municipal y su rudimentaria farmacia estaban destinados a la población más carenciada del partido. En el presupuesto de 1892 existe una partida de 500 pesos destinados a “botica y socorro a pobres”; en el de 1911, se asignan 1000 pesos a “medicamentos, inhumaciones, socorros y viáticos para pobres de solemnidad”. No sólo se asistía a los menesterosos con medicamentos, sino repartiéndoles ropa y alimentos (como siguió haciéndose hasta bien entrado el siglo XX) y enterrando gratuitamente a sus muertos en el REVISTA DE HISTORIA BONAERENSE

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cementerio local. Tras las experiencias del cólera y la fiebre amarilla se intentó conformar una red para detectar la aparición de nuevos brotes epidémicos a través de las comisiones de vecinos.20 Estas eran convocadas y coordinadas por el Municipio, que buscaba en ellas asesoramiento y respaldo frente a situaciones de emergencia. Existieron generalmente una comisión central que dictaba medidas de precaución en concordancia con el gobierno municipal y varias subcomisiones barriales que la informaban sobre los avances del contagio. A comienzos de septiembre de 1892, cuando la proximidad de la primavera (“la época más propicia al desarrollo de las enfermedades infecciosas”) causaba alarma en el Concejo por sus posibles rebrotes estacionales, se formaron rápidamente una comisión central con facultades amplias, encabezada por el Dr. Alejandro Ortiz, y varias “comisiones de higiene compuestas de vecinos”.21 Otros ejemplos nos permiten ver el radio de acción, bastante acotado, de las subcomisiones. En noviembre de 1888, luego de que fueran denunciados varios casos de viruela, hubo una subcomisión de cuatro vecinos que actuaba “en el radio comprendido entre las calles Belgrano y Brown al Sudoeste”. Al año siguiente se produjo un brote de difteria y escarlatina y en cada manzana del pueblo se encargó a dos vecinos que inspeccionaran las condiciones higiénicas de las casas.22 Pero el Municipio no depositó el control de la salud en las comisiones, sino que impuso independientemente de éstas ciertas medidas de profilaxis a la población. Algunas estaban fundadas en concepciones erróneas propias de la época: en 1887, temiendo que el estado antihigiénico de las calles propiciara la difusión de enfermedades, dispuso el blanqueo y la poda de árboles para que no interrumpiesen “la libre corriente de aire”.23 Otras medidas de prevención fueron la de cegar los charcos de agua en estado de descomposición, o la de limitar el número de perros en el pueblo y las quintas circundantes, por el peligro de la hidrofobia.24 Cuando las familias más ricas de Morón comenzaron a edificar las primeras bóvedas en el cementerio local, la incorrecta desinfección de los cadáveres provocó temores en el gobierno municipal: en 1892, en tiempos en que la localidad se encontraba “amagada por enfermedades infecciosas de rápida propagación”, se prescribió que los cuerpos fueran desinfecta-

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dos con cal y bicloruro de mercurio.25 También se utilizó la cal como agente desinfectante en casos de viruela. En marzo de 1888 el Concejo Deliberante ordenó pintar con cal las paredes de una casa en la calle San Martín donde hubo un enfermo. Ordenó que asimismo “se continúe fumigando, como ya lo ha practicado la Intendencia, la casa mencionada, ordenando a la vez su blanqueo, y que sea evitado el contacto con los habitantes de dicha casa por varios días, de la manera más reservada a fin de no infundir alarma en el vecindario”.26 En casos como éste, el aislamiento podía ser efectivo, ya que la propagación de la viruela se producía por descamación. También se procedía a la cuarentena en casos de difteria. En septiembre de 1894, Casullo atendió a una joven de 22 años aquejada del mal, Antonia Bertolis de Palmero, que vivía en las habitaciones traseras de un almacén de comestibles. Un inspector que visitó la vivienda, demasiado céntrica para no constituir un peligro, aconsejó que cuando la joven fuera dada de alta, todo fuera desinfectado. Pero el proceder de aquel prestigioso médico le parecía intachable: “Por lo demás, el Dr. Casullo, el viejo Dr. Casullo, practica y aconseja la antisepsia alrededor de la enferma y trata de hacer efectivo el aislamiento”. El gobierno municipal, sin embargo, se mostró menos confiado y plantó una agente de policía en la puerta del almacén para que nadie entrara ni saliera.27 Un procedimiento usual frente al avance de las enfermedades infecciosas era la suspensión de las clases en los colegios. En noviembre de 1879 se dispuso que se apresuraran los exámenes por haberse producido varias muertes a causa de la viruela negra. Esa ocasión el Municipio emprendió una campaña de vacunación, en este caso de los habitantes del Cuartel I. Fueron invitadas a vacunarse “todas las personas que no lo estén y de todas las edades” en Morón y sus alrededores.28 Los habitantes de los demás Cuarteles no fueron convocados. Las medidas que se tomaron a lo largo de 1887 ante un brote de viruela y difteria ilustran la manera en que reaccionaba el Municipio frente una emergencia sanitaria.29 Al denunciarse en mayo los primeros casos, el Concejo Deliberante se hizo eco del “carácter alarmante” de “las enfermedades que actualmente reinan en el Partido” y nombró una Comisión de Higiene compuesta por dos médicos, Ricardo Guerrico e Ireneo Escobar, y ocho vecinos. Nº 27, diciembre 2004


Pero esa vez no se depositó la responsabilidad de detectar nuevos casos en subcomisiones barriales, sino que se nombró al vecino José del Río para que se desempeñara como inspector de higiene mientras durase la situación anormal. Cuando el número de casos comenzó a aumentar, el Municipio encaró la doble tarea de evitar el pánico en la población y programar medidas para evitar el contagio. El 10 de junio el Concejo rechazó las noticias alarmistas que difundidas por algunos periódicos y publicó una solicitada que informaba que no había epidemia, sino un único caso de viruela en uno de los Cuarteles del partido. No obstante, solicitó a la Municipalidad de Buenos Aires que le facilitara una de las casillas de madera que habían servido de lazaretos en epidemias anteriores, ya que la viruela y la difteria se propagaban por contacto personal y se hacía aconsejable la cuarentena. Esto no se consiguió, ni se estuvo en condiciones de comprar una casilla al prohibitivo costo de 2000 pesos. Los concejales se limitaron a culpar a las administraciones anteriores de que las arcas de la comuna estuvieran vacías y renunciaron a aislar a los enfermos. A fines de julio, como la situación fue agravándose, se cerraron las escuelas públicas y se pidió a las privadas que hicieran lo mismo. Fuera de esta precaución, no hubo otras medidas tomadas en concreto. Cuando en agosto el contagio menguó, la Comisión de Higiene se disolvió. Hubo que aguardar hasta finales de septiembre para que el gobierno municipal volviera a convocarla, previniendo el estallido de enfermedades infecciosas estacionales. Mandó imprimir un reglamento de Higiene para que lo siguieran los vecinos, y lo hizo repartir y fijar en los parajes públicos. En la década siguiente, la comuna siguió insistiendo sobre la necesidad de edificar una Casa de Aislamiento. En 1890 se deploraba que los enfermos tuvieran que ser remitidos a las casas homólogas en la capital.30 Dos años más tarde, los concejales se propusieron firmemente “la total terminación y habilitación del Hospital y Casa de Aislamiento”, organizando una rifa cuyos premios serían lotes de tierras de propiedad municipal.31 Como era ya costumbre, no se pasó del entusiasmo inicial. El asunto seguiría siendo discutido en las sesiones del Concejo Deliberante, sin concretarse jamás. Esta historia termina en el mismo lugar donNº 27, diciembre 2004

Graciana Idiart, primera partera municipal de Morón, con dos de sus nietos en 1906.

de empezó. Un grupo de mujeres de las familias tradicionales de Morón, esta vez encabezadas por Ostaciana Bravo de Lavignolle, fundó en diciembre de 1889 la Conferencia de Señoras de San Vicente de Paul y consiguió, al cabo de casi una década de esfuerzo, abrir la primera sala del Hospital Vecinal Mixto.32 En sus orígenes las Vicentinas sostuvieron un Asilo para Pobres y prestaron ayuda a los ancianos y las viudas con hijos. Desde entonces sentaron un modelo a imitar en las jóvenes de las familias acomodadas, alentándolas a que fueran caritativas con los pobres. Las niñas que ingresaban como aspirantes a la Conferencia recorrían el pueblo con alcancías y cosían ropa de abrigo para repartir entre los menesterosos; siendo ya señoras recorrerían los comercios pidiendo donaciones en dinero o materiales. En 1902, gracias a esos donativos, se colocó la piedra fundamental del Hospital y se comenzaron las obras de construcción. El Concejo Deliberante, no muy confiado en la gestión de las Vicentinas, les concedió la magra subvención de 150 pesos anuales y continuó enfrascado en estériles discusiones sobre la necesidad de edificar una Casa de Aislamiento para frenar el avance de las enfermedades infecciosas.33 Pero la comuna carecería de una REVISTA DE HISTORIA BONAERENSE

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Antigua imagen del Hospital de Morón.

entidad asistencial propia hasta que el comisionado Manuel Fresco creó la Asistencia Pública a comienzos de la década del 30. El Municipio siguió rentando a Casullo después de la creación del Hospital Vecinal Mixto. Contaba entonces con los servicios de otros dos profesionales: un médico de policía que atendía a heridos y accidentados y un veterinario, que inspeccionaba los mataderos del partido como juez de corrales. En la década siguiente las deficientes políticas municipales de salud pública apenas variaron. Cuando en 1915 murió Casullo, el cargo de médico municipal fue suprimido, pues se consideró que el médico de policía podía cumplir con ambas funciones. En 1918 se agregó a esa reducida planta una partera municipal. La primera partera rentada por el Municipio era hija de un vasco francés que había muerto en Morón en enero de 1868, durante la epidemia de cólera. Se llamaba Graciana Idiart, y era tatarabuela de quien escribe este artículo. Y así queremos cerrarlo, evocando a ésta y otras mujeres como las Damas de la Caridad y las Vicentinas, que pusieron su esfuerzo donde los hombres pusieron sólo palabras. Notas 1- Periódico La Nación Argentina, 10 de enero de 1865. 2- Carlos SUAREZ “Salud y sociedad: un aproximamiento al estado sanitario de Morón entre 1870 y 1910” en Revista de Historia Bonaerense Instituto Histórico de Morón, Octubre de 1996, nº 11, pag. 10. 3- M.G. & E.T. MULLHALL Handbook of the River Plate Londres, 1892. 4- Para enfocar el tema de las epidemias desde un carácter global, y en particular las pandemias de cólera y fiebre amarilla, consúltese Shelton WATTS Epidemias y poder. Historia, enfermedad, imperialismo Andrés Bello, Barcelona, 1997. 5- En las parroquias porteñas se registraron 1643 decesos por cólera. Algunos investigadores arriesgan que hubo 3000 muertos y otros 5000: Olga BORDI DE RAGUCCI Cólera e inmigración, 1880-1900 Leviatán, Buenos Aires, 1992, pag. 21; Héctor RECALDE Las epidemias de cólera (1856-

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1895) Salud y sociedad en la Argentina oligárquica Corregidor, Buenos Aires, 1993, pag. 58. Nosotros nos inclinamos por la cifra más conservadora. 6- RECALDE Las epidemias de cólera pags. 44 y 57. 7- Las recomendaciones contra el cólera pueden hallarse en varios números de La Nación Argentina de enero y febrero de 1868. Las medicinas sugeridas en Lilia ZENEQUELLI Historia de los médicos y boticarios en el Buenos Aires antiguo, 1536-1871 Dunken, Buenos Aires, 2002, pag. 274. 8- Periódico La Nación Argentina, 7 de febrero de 1868. 9- Sobre estos primeros casos, puede consultarse un par de artículos publicados en La Nación Argentina, citados por Rafael BERUTTI “El partido de Morón y la fiebre amarilla de 1871” en Segundo Congreso de Historia de los Pueblos de la Provincia de Buenos Aires Archivo Histórico “Ricardo Levene”, La Plata, 1974, Vol. 1, págs. 158-159. 10- Idem, págs. 160-161. 11- Archivo del Instituto Histórico de Morón [en adelante IHAM] Libro de Muertos de 1871, f. 67. 12- En un escrito de 1870 se dice que la Sociedad de Caridad “se fundó el 17 de septiembre de 1864”. Esta Sociedad estaba presidida por una mujer, pero desconocemos su nombre; IHAM Libro Copiador de la Municipalidad de Morón [en adelante LCMM] de 1866-1888, fs.264 y 282 13- IHAM LCMM de 1866-1888, f.311 14- IHAM LCMM de 1866-1888, f.193 15- Hay una referencia a la donación del terreno en IHAM LCMM 1866-1888, f.471. 16- IHAM LCMM de 1866-1888, f.46 17- AHPBA Ministerio de Gobierno 11-752/0 El Juez de Paz de Morón sobre haber nombrado una Comisión de Vecinos para la formación de una Comisión de Vecinos para la formación de un Hospital. 18- Desconocemos la fecha en que la Comisión se dio de baja; en 1880, se afirma que “no habiendo tenido un resultado feliz en sus trabajos esa Comisión quedó disuelta”. 19- IHAM LCMM de 1866-1888, f.480 20- El rol de estas comisiones ha sido subestimado en trabajos anteriores, que las consideran mucho más tardías. Así lo afirma Carlos SUAREZ “Salud y sociedad...”, op. cit. 21- Los vecinos que componían esta comisión eran Agustín Ibarra, Francisco Puig, Federico Olivencia y Vicente Bianchi, IHAM Libro de Actas del HCD de 1890-1893, f.25 22- Los cuatro vecinos fueron Santiago Loza, Manuel Sanmarco, Faustino Diez y José Fernández; IHAM LCMM de 1887-1895, fs.174 y 217 23- IHAM LCMM de 1887-1895, f.42 24- Sobre eliminar los charcos de agua, uno de ellos de grandes dimensiones estaba en un campo cercano a la estación de Haedo. Respecto de los perros, se indica: “En cada casa situada en la traza del pueblo no se permitirá más de un solo perro exceptuándose las de los suburbios considerados como quintas en las que se podrá tener hasta dos”, IHAM LCMM de 18871895, fs. 72 y 82. 25- IHAM Libro de Actas del HCD de 1890-1893, f.22 26- IHAM LCMM de 1887-1895, f.134 27- Este documento se encuentra en el Museo Histórico y de Artes Gral. San Martín de Morón. 28- IHAM LCMM de 1866-1888, fs.467 y 468 29- IHAM Libro de Actas del HCD de 1890-1893, f.41-71. 30- id., f.320 31- IHAM Libro de Actas del HCD de 1890-1893, f.21

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32- Véase el “Homenaje a la Sra. de Lavignolle al cumplir 80 años” en El Imparcial, 18 de julio de 1920. 33- Meses después de que se abriera el Hospital, el Concejo Deliberante sigue recomendando “los trabajos a efectuarse en la propiedad municipal, conocida como Casa de Aislamiento, tratándose de una obra urgente”; IHAM LCMM de 1903-1911, f.15.

Carlos María Birocco. Investigador del Instituto y Archivo Histórico de Morón. Docente de las Universidades de Morón y Luján. cmbirocco@speedy.com.ar

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Barrios y espacios urbanos: apropiación territorial y significación para las hinchadas de fútbol

María Verónica Moreira y José Garriga Zucal

Basados en los datos etnográficos obtenidos en nuestros trabajos de campo realizados con integrantes de hinchadas1 de fútbol, en esta oportunidad queremos describir las formas a partir de las cuales los espacios urbanos son apropiados y resignificados por los participantes de tales grupos y analizar las consecuencias que para estos actores conlleva pensar de forma dicotómica el espacio en términos de territorios propios y ajenos. Recogimos las voces de los simpatizantes de instituciones con distintas características: el Club Atlético Colegiales del partido de Vicente López, el Club Atlético Huracán de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el Club Atlético Independiente del partido de Avellaneda.2 Nuestra hipótesis es que el imaginario acerca de la pertenencia territorial al combinarse con el fuerte sentimiento de rivalidad que signa las relaciones entre las hinchadas, conduce a feroces luchas callejeras por la defensa de los territorios propios y la invasión de los territorios en dominio de “los otros”. Describiendo y analizando las nociones vinculadas al territorio de los miembros de las hinchadas pretendemos desentrañar los vínculos entre identidad deportiva, espacio y violencia. Tomando posesión Un partido de fútbol afecta la espacialidad y la temporalidad que atraviesan la vida cotidiana de los vecinos del barrio donde está ubicado el estadio. Durante el día de juego los espacios adquieren nuevos significados. El barrio deja de ser el lugar de las actividades rutinarias y se transforma en una arena constituida por otros sentidos para otros actores. Ese día, las actividades de los habitantes se organizan en función de la temporalidad del evento: el tiempo previo, el tiempo real de partido y el tiempo final en el que se produce la desconcentración de los hinchas. Los hinchas demuestran la apropiación territorial transitando libremente por las calles del barrio con sus camisetas e insignias deportivas desde diversos puntos de la ciudad (casas y departamentos cercanos, estaciones de tren, paradas de colectivos, estacionamientos). Antes y después del juego toman posesión del barrio caminando sus calles, agrupándose en las esquinas, bebiendo en las plazas, comprando en los kioskos y estaciones de servicio. Algunos se detienen en los puestos de venta callejera que ofrecen el

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plato típico: hamburguesa, choripán, pizza de cancha y gaseosas; o ropas y objetos clásicos para asistir al partido: gorros, pulseras, camisetas, banderas, etc. Estas prácticas refieren a algunas de las formas a partir de las cuales los hinchas-asistentes establecen una relación de dominio sobre el barrio. La penetración del territorio por parte de los hinchas adversarios implica una respuesta inmediata en forma de burla, insultos y/o golpes dirigida a la expulsión de los invasores. Esta reacción puede ser protagonizada por hinchas que no pertenecen a los grupos organizados de fanáticos. Precisamente, como veremos más adelante, la invasión de los territorios desde la óptica de las hinchadas conduce directamente al desarrollo de acciones violentas. Mi barrio/Tu barrio Bromberger analiza el sentimiento de posesión que detentan los hinchas del Nápoles (club de la liga italiana) sobre su estadio, “ [este] es considerado por los hinchas como un espacio que les pertenece, el cual manejan” (1993: 101). A pesar de que los hinchas de fútbol en Argentina demuestran periódicamente la relación de dominio sobre lugares como el estadio, la sede del club y otras instalaciones deportivas, analizaremos en esta oportunidad las nociones y las prácticas de apropiación territorial que los miembros de las hinchadas construyen sobre el barrio y los espacios urbanos que lo constituyen. El Club Atlético Independiente y Avellaneda, el Club Atlético Colegiales y Munro, el Club Atlético Huracán y Parque de los Patricios, funcionan en el imaginario de los hinchas como pares indiscutibles. Para los integrantes de la hinchada de Colegiales, Munro, el barrio donde está emplazado el estadio, representa un bien de su propiedad. Es su posesión, su dominio. El barrio es comprendido como un lugar en el que nunca podrían vivir simpatizantes de los clubes rivales. De acuerdo a nuestros datos, lo mismo sucede con los simpatizantes de Huracán. Para ellos Parque de los Patricios es “su” espacio y ningún simpatizante del Club San Lorenzo de Almagro, el clásico rival, podría habitar en el mismo lugar. En Avellaneda sucede algo muy particular porque los estadios de Independiente y Racing Club están emplazados a unos 300 metros de distancia. El corto trecho que los separa impide a los hinchas de Independiente pensarse como los úniNº 27, diciembre 2004

cos habitantes del barrio. Si bien reconocen la presencia de hinchas de Racing que viven en Avellaneda, apelan a la fórmula “Avellaneda es del rojo” para señalar la superioridad numérica de los simpatizantes de su equipo. Las hinchadas actúan en los múltiples espacios urbanos reconociendo los que están bajo su dominio y aquellos que están en poder de los grupos rivales. Para entender la asociación entre la pertenencia territorial y la identidad futbolístico -social de las hinchadas, pensamos en los conceptos vertidos por Michel de Certeau (1996) quién ha analizado las “tácticas” de apropiación del espacio de las clases populares sobre territorios que no le pertenecen. El autor plantea cómo la acción de caminar, equiparada a la acción de enunciar, permite la construcción de lo próximo y lo distinto, la cual conduce a la distinción entre un nosotros y un ellos. Rescatamos precisamente de de Certeau la idea acerca de cómo las identidades basadas en la apropiación del territorio, generan un vínculo cercano entre las personas y los lugares, estableciendo en el mismo proceso la distinción respecto de otros lugares ligados a otros actores. Así, los miembros de la hinchada de Colegiales imaginan el barrio de Munro como su territorio, asociando el barrio de Belgrano como posesión de los hinchas de Defensores de Belgrano y Excursionistas. Para los hinchas de Huracán, Parque de los Patricios es su barrio y el barrio de Boedo responde al adversario, a San Lorenzo. Hasta aquí es sencillo mostrar cómo la posesión de un barrio se define en términos oposicionales. Con Independiente, el caso resulta nuevamente particular. Como vimos, Avellaneda es el barrio que también identifica a su clásico rival. Con excepción del día en el que los equipos juegan entre sí, en los que cada parcialidad debe respetar los accesos delineados por el operativo policial, los hinchas de ambos equipos generalmente se apropian de los mismos espacios: circulan por las calles, paran en los puestos callejeros, se sientan en los cordones o veredas, ingresan a las estaciones de servicio. Sin embargo, la ambigüedad del espacio que es constantemente modificado, transformado, apropiado por los hinchas de ambos equipos es superada por la identificación indiscutible de lugares claramente prohibidos para los hinchas adversarios. Estos son las calles y las veredas de las entradas a los respectivos estadios y los puntos de reunión (esquinas y bares) de cada una de las hinchadas. Las disputas simbólicas y REVISTA DE HISTORIA BONAERENSE

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reales de estos grupos por el territorio se dirimen en un nivel más micro respecto de los otros dos casos señalados. Veamos otros ejemplos. Cuando en un encuentro deportivo el club Colegiales visitó al club Defensores de Belgrano, en la tribuna local se encontraba una bandera con los colores del equipo local que decía “Munro”. Cuando los hinchas de Colegiales vieron la bandera, furiosos dijeron que el hecho no podía ser cierto, que la bandera era una “joda”, que era imposible que en Munro hubiera hinchas rivales. Del mismo modo, un vecino de Parque de los Patricios en una amena charla nos decía que no puede imaginar la presencia de un residente del barrio que tenga en su corazón colores diferentes a los de Huracán. Aclaró: “Si esto fuera así debe ser un recién llegado, un foráneo”. Los mecanismos que establecen marcas territoriales son de lo más variado. Desde los cánticos que afirman la pertenencia: “soy de Munro, soy de Munro” o “Avellaneda/Avellaneda”, hasta manifestaciones hechas por intermedio de banderas, grafittis y pasacalles: “Zona tricolor”3, “Munro 100% de Cole”, “Bienvenidos al barrio 4 de Julio, propiedad de la hinchada del Club Atlético Independiente”. Los dibujos de “los globitos” (símbolo representantivo de Huracán) están en muchas paredes de Parque de los Patricios, delimitando su radio de pertenencia. Cuando estos globitos salen de ese radio e invaden los espacios vecinos y contrincantes de Boedo, estos son tachados, les inscriben insultos o les dibujan una “B” en lugar de la “H”, satirizando a los quemeros (sobrenombre de los hinchas de Huracán) por haber descendido de categoría. Así mismo, gran parte de las banderas (conocidas como trapos) que llevan los hinchas a los estadios describen la relación entre la identidad territorial y la identidad deportiva. Algunos trapos de los simpatizantes de Colegiales dicen: “Munro”, “Carapachay”, “Olivos”. Estos son barrios aledaños al estadio. Las banderas de la hinchada de Huracán se caracterizan por tener una delimitación territorial más discriminada sobre el barrio de Parque de los Patricios. Por ejemplo: tienen una bandera con la inscripción Plaza Jose C Paz, lugar de reunión de la hinchada, y otra que dice el parque, una clara referencia al parque que da nombre al barrio. También, tienen una bandera que refiere a una calle donde integrantes de la hinchada se reúnen antes de los partidos: Pagola. Al mismo tiempo tienen nu-

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merosas banderas que remiten a barrios cercanos a Parque de los Patricios como Barracas y Pompeya. La hinchada de Independiente se distingue por desplegar banderas con los nombres de los barrios ubicados en el partido de Avellaneda: Wilde, Villa Domínico, Dock Sud, Gerli; y otros barrios más alejados: Berazategui, Bosques, Hudson. Defensa y Ataque La relación entre las hinchadas está signada por la oposición y la enemistad. Entre las mismas se genera una competencia por la obtención de distintos bienes simbólicos como el aguante, la locura, el abuso de drogas y alcohol, la fiesta. Las hinchadas manifiestan la posesión de estos ítems a través canciones, relatos y prácticas. En particular, una de las maneras de acceder al capital simbólico el aguante es por medio de la invasión de los territorios en dominio de los adversarios. Estas acciones producen violentos enfrentamientos en los que los hinchas demuestran los saberes de la lucha callejera y la resistencia corporal al dolor, al tiempo que expresan valentía al asumir sin reparo las condiciones, muchas veces desiguales, de la pelea. Precisamente, uno de los desencadenantes de los enfrentamientos físicos entre las hinchadas se basa en la concepción dicotómica acerca de los territorios propios y ajenos. Como vimos, los hinchas desarrollan representaciones en las que los espacios pasan a formar parte del conjunto de “su” propiedad. El imaginario acerca de lo propio y lo ajeno conlleva consecuencias extremas al combinarse con el fuerte sentimiento de rivalidad que signa las relaciones entre las hinchadas. Los hinchas desatan feroces peleas contra los adversarios que intentan invadir sus territorios. Ahora bien, entre los hinchas existe un doble juego que implica por un lado, la necesidad de defender los espacios de pertenencia debido a la humillación que sienten por la invasión a manos del enemigo y, por otro, el deseo de profanar los territorios rivales. Así, se desarrollan ciclos de violencia de largo plazo porque el estado de deshonra por el territorio profanado implica la invasión del territorio ajeno a título de venganza. Se producen extensos intercambios de violencia por la obtención-recuperación de los territorios. Los combates como denominan los hinchas a las peleas simulan auténticas palestras en las que los participantes disputa el capital simbólico aguante. Nº 27, diciembre 2004


Una forma de profanar la propiedad del “otro” es a través de la práctica “caminar” por el barrio adversario rumbo al estadio. La hinchada que ha osado “caminar” por las calles del barrio ajeno, que ha pintado sus paredes, que ha invadido la plaza, siente que su accionar ha confirmado el aguante de los miembros del grupo. Por este motivo, los hinchas planifican la forma de llegar a los estadios contrarios de la manera que más le duele al adversario, “caminándole el barrio”. Este objetivo es especialmente llevado a cabo cuando se enfrentan a los clásicos rivales, cuando el club Colegiales se enfrenta deportivamente con los clubes Defensores o Excursionistas en el barrio de Belgrano o cuando Huracán juega contra San Lorenzo en Boedo. Los hinchas generalmente estacionan los micros que los trasladan a varias cuadras del estadio para emprender la caminata por el territorio rival. En el caso de Independiente es distinto ya que la distancia que separa los estadios no deja otra posibilidad a la hinchada que ir caminando unos pocos metros hasta el recinto visitante. Un recurso complementario es la utilización de aerosoles que permite insultar al adversario en el mismísimo lugar donde ellos habitan dejando una marca indeleble del estado de humillación. Las hinchadas se jactan de estas prácticas no sólo como medio para reforzar su reputación sino también como medio para socavar la imagen del adversario. Por eso, cuando llegan al estadio esgrimen un cancionero en el que burlan al “otro” por haber profanado su territorio. En una oportunidad, cuando Colegiales visitó a Excursionistas, los miembros de la hinchada realizaron el viaje por medio del Ferrocarril Belgrano y caminaron desde la estación de trenes hasta el estadio, cuando ingresaron entonaron una canción que hacía referencia a este acto: Che “Excursio” yo te quiero demostrar / Que caminando también se puede llegar. Así se burlaban de su adversario que, según los hinchas, para ir a Munro pidió custodia policial (otra forma de denostar al rival apelando a la falta de coraje para caminar el barrio visitante). Una canción pensada tiempo después de estas acciones, evoca en una estrofa esta situación: “recuerdo que “Excursio” a Munro vino custodiado / en cambio nosotros a Belgrano fuimos caminando.” Dal Lago y Moscati (1992:117) examinan cómo los simpatizantes del Internazionale de Milán advierten el territorio enemigo como peliNº 27, diciembre 2004

groso. Los grupos “ultra”4 consideran que allí deben demostrar su superioridad. Estos simpatizantes demuestran superioridad frente al adversario, al igual que los simpatizantes Argentinos, con su presencia en los estadios visitantes dando una impresión de fuerza al invadir el territorio del otro. Sin embargo, los hinchas italianos se diferencian de los argentinos en que su sola presencia en los estadios visitantes ya demuestra superioridad. Para las hinchadas argentinas la profanación del territorio enemigo sólo es efectiva si se “camina” por el barrio adversario. Como vimos, la invasión territorial denominada “caminar” pone en jaque el dominio espacial del “otro”. Ahora bien, esta acción es un claro desafío que conduce a la hinchada local a defender “su” propiedad. En muchas ocasiones, la invasión del territorio es advertida y subvertida por la hinchada contrincante. Si los hinchas son amenazados por la hinchada visitante que avanza sobre su territorio, plantarse – término nativo que refiere a esperar firme al rival en su posición – es el gesto que remite al inicio de la pelea, y a su vez, al coraje del grupo. El comportamiento opuesto a plantarse es correr - huir del combate - que refiere inmediatamente a la cobardía y a la debilidad de la hinchada. Estos enfrentamientos no siempre suceden durante el día del partido porque el despliegue del operativo policial impide que las hinchadas se encuentren. Sin embargo, estos grupos están pendientes de la acumulación del capital simbólico que los ubica en una posición superior en el ranking de las hinchadas, e impulsados por esta búsqueda planifican estrategias para aumentar su reputación y perjudicar la de “los otros”. Por ejemplo: los miembros de la hinchada de Independiente en muchas ocasiones buscan el momento adecuado para profanar el territorio perteneciente a los hinchas de Racing. En varias oportunidades, pensaron y desplegaron estrategias para deshonrar el territorio enemigo: pegando afiches en las paredes perimetrales del estadio, quemando el centro de reunión de los hinchas o planificando enfrentamientos violentos para medir el aguante del grupo. Rescatamos también el relato de un hincha de Colegiales quién contó en el marco de una entrevista que una tarde él y sus compañeros de la hinchada se dirigieron a la estación de trenes de Munro con la intención de esperar el REVISTA DE HISTORIA BONAERENSE

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tren que trasladaba a los hinchas del Club San Miguel, sabiendo con precisión el horario en el que éste pasarían por el lugar. Cuando el tren llegó, comenzaron a tirar bombas molotov para intimidar a los simpatizantes del equipo contrario. A su vez, los simpatizantes de San Miguel, quienes debían continuar hacia otra estación del ferrocarril, en aquella oportunidad descendieron en Munro “propiedad indiscutible de los hinchas de Colegiales” para destruir las instalaciones y apropiarse del territorio por medio de pintadas con aerosol en las paredes. En el marco de estas disputas simbólicas y reales, demostrar la superioridad del barrio es demostrar que éste es temido por los rivales, que es respetado por su inaccesibilidad. El territorio debe mostrarse como inviolable e invulnerable. A partir de la historia de luchas y enfrentamientos, los hinchas configuran un mapa territorial en el que reconocen los barrios más peligrosos y temibles. Durante una conversación un hincha de Independiente nos contó que “la barra de River hace dos años que no va a Avellaneda. No se sabe si es por problemas con la policía o porque le tiene miedo a la hinchada del rojo (...) la única hinchada que no le tiene miedo a la del rojo es la de Boca”. Para los hinchas un territorio superior está basado en su invulnerabilidad. De esta manera, un territorio imposible de “caminar”, imposible de ser expropiado, es catalogado de esta forma por la bravura de los hinchas que lo defiende en tanto propio y no por las características particulares del espacio. Comentario Final Al respecto queremos destacar que el propósito del trabajo ha sido exponer una temática, poco analiza en el marco de las Ciencias Sociales en general, sobre la relación entre identidad deportiva, espacio – territorio y prácticas violentas de los hinchas de fútbol. Es un intento de pensar las apropiaciones, los usos y los significados que estos actores asignan a determinados espacios urbanos, públicos y privados; y, al mismo tiempo, de observar cómo los espacios urbanos se convierten en espacios polisémicos debido a los múltiples usos y significados que distintos actores producen.

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Notas 1- Grupos comúnmente denominados por los medios periodísticos como las “barras bravas”; este término cargado de valoraciones negativas no será utilizado en este trabajo, preferimos reponer la categoría nativa. En adelante, en itálica. 2- Estos equipos participan en distintas categorías de los torneos organizados por la AFA (asociación de fútbol argentino): Colegiales en la “Primera B”, Huracán en el “Nacional B” e Independiente en la “Primera A”. En lo futbolístico, Colegiales siempre ha jugado en las categorías de ascenso, Huracán se ubica tradicionalmente entre los equipos importantes de la primera “A”, habiendo obtenido un título en esta categoría, mientras que Independiente es uno de los “cinco grandes” junto a River, Boca, San Lorenzo y Racing. Las hinchadas de estos equipos tienen sus propias características. Sin embargo, las une el hecho de estar constituidas por subgrupos que se definen por la identificación con barrios (cercanos y/o alejados de la periferia del club). La hinchada de Independiente muestra una organización más jerárquica a cargo de dos o tres líderes, mientras que las hinchadas de Colegiales y Huracán muestran una organización más horizontal debido a la presencia de representantes de distintos grupos. 3- Azul, amarillo y rojo; los colores del club Colegiales. 4- Denominación de los grupos organizados de fanáticos. Bibliografía Bromberger, C (1993): “Fireworks And the Ass”, en Rehead, S. (ed), The Passion and the Fashion. Football Fandom in the New Europe, Ashgate, aldershot. Dal Lago, A. y Moscati R. (1992) Regalateci un sogno. Mito e realta del tifo calcistico in Italia, Bompiani, Milano. De Certau, M: (1996): La invención de lo cotidiano. 1. Artes de hacer. Universidad iberoamericana, México.

María Verónica Moreira. UBA/ Maestranda Antropología Social IDES-IDAES José Garriga Zucal. UBA/ Maestrando Antropología Social IDES -IDAES/Becario CONICET. garrigajose@hotmail.com

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LA BASURA PORTEÑA: ¿QUÉ SE HACÍA CON ELLA ENTRE LOS SIGLOS XIX Y XX?

Sandra A. Guillermo

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Introducción El deshacerse de los objetos y vestigios de la vida cotidiana es una acción universal por medio de la cual se elimina, por un lado la disponibilidad de los artefactos o de sus partes para realizar tecnofunciones y por otra, todos aquellos elementos y/o materia orgánica “que forman parte del inventario de un sistema cultural” (Schiffer 1995:26) y que son producto de las distintas actividades llevadas a cabo cotidianamente (Bianchi Villelli et.al 2000). El descarte de basura en un medio urbano no es algo lineal, deshacerse de objetos y vestigios en un solo lugar, sino que dicha acción se produce en una diversidad de lugares (Guillermo 2002). A lo largo del crecimiento de la ciudad como tal la basura urbana fue depositada en distintos espacios aprovechando ciertas circunstancias tales como, la ausencia de construcciones, los desniveles naturales, los pozos y/o zanjas, etc. que se encontraban dentro o en la periferia urbana. En los últimos siglos, con la implementación del sistema de limpieza y recolección de residuos y la instauración de un método pautado y generalizado de eliminación de basura (que aún no consistía en el relleno sanitario instaurado posteriormente y utilizado hasta la actualidad), los restos descartados circulaban por distintos lugares hasta llegar al contexto donde finalmente eran depositados, destruidos y/o reutilizados. El propósito de este artículo es analizar precisamente a donde y como la basura descartada por los habitantes de la ciudad de Buenos Aires entre finales del siglo XIX y el siglo XX era trasladada y finalmente depositada. Para ello, se describirán las principales características que poseían esos distintos lugares por donde los restos descartados pasaban, desde que eran recolectados hasta llegar a su depositación final, dentro del área que abarcaba la ciudad de Buenos Aires hasta el año 1887, antes que se le anexaran los territorios de Belgrano y San José de Flores. El estudio de los restos descartados por los habitantes de una ciudad como la de Buenos Aires puede realizarse centrándose en varios aspectos, en que tipos de objetos y vestigios se descartaban, es decir estudiar la basura en sí, como se llevaba a cabo dicho descarte o en donde se realizaba el mismo. Para los fines que se propone alcanzar este artículo nos centraremos en los dos últimos aspectos de dicho estuREVISTA DE HISTORIA BONAERENSE

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dio, mediante la descripción y caracterización de los diferentes contextos de depositación de los objetos y vestigios descartados. La basura porteña desde finales del siglo XIX y durante el siglo XX Durante el siglo XIX se dan una serie de grandes cambios a nivel de desarrollo y crecimiento de la ciudad incentivado entre otras cosas por el arribo de las grandes oleadas inmigratorias que llegaron al país durante esos años (Di Pace et. al. 1992:15). Esto produjo no sólo un aumento en la densidad de población que conformaba Buenos Aires sino también un incremento de los lugares ocupados, de las construcciones, y de una serie de diversos desarrollos urbanos que repercutieron marcadamente en las formas y métodos que tenia la ciudad de deshacerse de los restos cotidianos de sus habitantes, produciéndose un cambio importante en las mismas. Este cambio estuvo también fuertemente motivado por la incesante preocupación que tenían las autoridades y organismos de salud por erradicar los posibles focos infecciosos presentes en la ciudad, para poder, junto con otras medidas, combatir los brotes epidémicos que si bien desde hacía muchos años atrás venían afectando a Buenos Aires, habían hecho estragos a finales del siglo XIX con las grandes epidemias, entre ellas la de fiebre amarilla. Al existir menos lugares libres de ocupación, debido al aumento en la densidad de población y al aumento en las construcciones, se redujo la cantidad de espacios donde arrojar los restos. De esta manera, la depositación de basura dejó de ser azarosa u oportunística aprovechando los distintos espacios sin ocupar o descartando algunos restos en un lugar y otros en otro, para concentrarse la mayor parte de ella en unos muy escasos sitios diseñados específicamente para este fin. Desde este momento esos diferentes sitios ya preestablecidos constituyeron en conjunto distintas etapas dentro de una actividad común: la de alejar la basura de la concentración poblacional y posteriormente eliminarla mediante la aplicación de una forma

generalizada, pautada y planificada de descarte, depositación y eliminación de restos que no había estado presente anteriormente. De esta manera, los restos cotidianos pasaban por diferentes lugares antes de ser finalmente depositados, destruidos, reutilizados o reciclados. El circuito por el que pasaba la basura de los habitantes porteños, durante esos años, una vez que era retirada por las chatas recolectoras era el siguiente: En un primer momento, los objetos y vestigios descartados eran trasladados hacia un Vertedero o Vaciadero que se encontraba ubicado dentro de la ciudad pero en la periferia del núcleo poblacional. Constituía un lugar de transferencia en donde la basura, proveniente de diferentes lugares del ámbito urbano, era depositada temporalmente mientras esperaba ser nuevamente trasladada hacía el lugar donde se la depositaría definitivamente. El tamaño de este lugar de depositación temporaria por lo general excedía las dimensiones de una manzana urbana. Se tiene registro de la ubicación de uno de ellos que estaba localizado en un predio de 140 metros de frente por 74 metros de fondo en el espacio comprendido entre las actuales calles Sánchez de Loria, Rivadavia, Esparza e Hipólito Irigoyen (Prignano 1998:141). Los restos que se encontraban depositados en este vaciadero o vertedero eran trasladados posteriormente hacia la zona sur de la ciudad de Buenos Aires por un ramal del Ferrocarril del Oeste, conocido como el “Tren de las Basuras”. A lo largo de su recorrido la basura que colmaba los vagones del mismo se iba cayendo (Lagleyze 1994:575; Prignano 1998:140; Cortese 2001:72) produciendo una gran dispersión de restos.

Chatas recolectoras esperando para descargar la basura 1

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Este tren partía de la Estación Central (Once de Septiembre) y después de recorrer diversas calles2 llegaba a las orillas del Riachuelo donde se ubica la estación denominada “Ingeniero Brian” (Prignagno 1998:135-136). Allí la basura llegaba al fin de su recorrido. Esta era retirada de los vagones del tren para finalmente depositarla, destruirla y/o reciclarla en una extensión de terreno conocida como la Quema. La Quema se ubicaba en un lugar apartado de la concentración poblacional localizado hacia el sur de la ciudad. Hacia los años 1869-1870 dicha zona se encontraba despoblada, las tierras poseían un escaso valor comercial debido a que tenían una cota de nivel muy baja (Prignano 1998:128) por lo cual se anegaban fácilmente cubriéndose de vegetación y fauna acuática (Suárez 1997:12). La quema ocupó un predio que era propiedad de Simón Pereira y José Gregorio Lezama, formado en su totalidad por 74 hectáreas (Lagleyze 1994:575). Una vez allí la basura era desparramada produciéndose la separación de aquellos materiales que aún poseían valor comercial tales como vidrios, lanas, papeles, botellas, maderas y estiércol para su posterior “tratamiento” y nueva incorporación al mercado. Los huesos, restos de carnes y animales muertos eran sometidos a una cocción con vapor para poder extraerles la grasa (Prignano 1998:200) en tanto que las cenizas, resultado de la incineración era utilizada para rellenar zonas anegadizas presentes aún en la ciudad (por ejemplo algunos pantanos ubicados en La Boca y Barracas). Los restos no seleccionados, en cambio, eran amontonados sobre hornallas o parrillas donde se los incineraban con un fuego lento y poco duradero. Las llamas

Inauguración de la línea (30/05/1873)3 Nº 27, diciembre 2004

producidas nunca alcanzaban a quemar totalmente los restos porque se obstruían las hornallas debido a la sobre acumulación, impidiendo de este modo que actúe la acción del fuego. Así se iban formando grandes acumulaciones de basura que al estar expuestas al aire entraban más rápidamente en estado de putrefacción. En este contexto los cerdos, vacas, caballos y perros que deambulaban por los alrededores competían con los humanos por la apropiación de restos de comida (Prignano 1998:195-198). De este modo, la basura completaba las distintas etapas de su nuevo circuito. Lejos en el tiempo quedaba el ir a arrojar los restos cotidianos en lugares próximos a las viviendas o en los mismos lugares donde se realizaban las diferentes actividades. Pero este conjunto de pasos por los que pasaban los restos no se mantuvo por siempre ya que la ciudad seguía creciendo y la cantidad de basura también. Es entonces cuando a fines del siglo XX se empieza a aplicar una nueva forma de deshacerse de la basura urbana: el relleno sanitario, el cual se seguiría utilizando hasta la actualidad. Consideraciones finales Lo que se intenta evidenciar con la breve descripción realizada en el apartado anterior, es que el descarte de basura en un medio urbano nunca es lineal, llevar los restos desde el sitio donde se originaron, directamente a un solo lugar donde estos son depositados. Tanto antes de mediados del siglo XIX como posteriormente, hasta instaurarse el relleno sanitario, los vestigios y objetos cotidianos deshechados por los habitantes de la ciudad de Buenos Aires pasaron, de diferentes formas, por distintos sitios hasta llegar al lugar donde eran finalmente depositados y/o destruidos. En un primer momento, los restos eran trasladados por lo mismos habitantes hacia los distintos lugares de depositación (fondos o proximidades de las mismas viviendas, huecos, zanjas y/o pozos, márgenes de los ríos, etc.). Posteriormente, con la instauración del Sistema de Limpieza y Recolección de Residuos en el siglo XIX, si bien el descarte cotidiano pareció unificarse REVISTA DE HISTORIA BONAERENSE

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a partir de la recolección domiciliaria, esto no simplificó el proceso, sino que lo que se hizo fue establecer y pautar nuevos espacios diseñados exclusivamente para este fin, por donde los vestigios debían pasar hasta llegar a su lugar de depositación definitiva (vaciadero o vertedero, tren, quemas). Por último, queremos remarcar que las modificaciones que se fueron dando a través del tiempo en cuanto a donde y como realizar el descarte de basura se debieron a una multiplicidad de razones, relacionadas con diferentes cuestiones y factores urbanos (crecimiento poblacional, salubridad, limpieza y embellecimiento urbano etc.). Lo cual pone de manifiesto que dicha acción no constituye una actividad aislada e independiente de su contexto, sino que va adoptando múltiples direcciones en función de la interacción permanente que mantiene a lo largo del tiempo con los demás aspectos urbanos. Bibliografía citada Cortese, Luis. 2001 “Un tren entre las basuras y el vaciadero”. Historias de la Ciudad. Una revista de Buenos Aires. Año II, Nº 9, Mayo 2001. pp.: 72-86. Buenos Aires. Di Pace, M.; S. Federoviski, J. Hardoy y S. Mazzucchelli. 1992 Medio ambiente urbano en la Argentina. Los Fundamentos de las ciencias del Hombre. Centro Editor de América Latina. Bianchi Villelli, M.; M. Cardillo ; L. Gamarnik ; S. Guillermo ; M. Morales y H. Paradela. 2000 “El descarte de basura en el barrio de La Boca”. Diagnóstico del Potencial Arqueológico del área La Boca – Barracas. Cap. Nº 4. p.p:46-62. Informe interno. Convenio de Pasantías entre la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) la Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural de la Ciudad de Buenos Aires.

Guillermo, Sandra. 2002 El descarte de restos en la Ciudad de Buenos Aires. Tesis de Licenciatura no publicada. Facultad de Filosofía y Letras. UBA. Luqui Lagleyze, Julio. 1994 “Las Basuras Porteñas”. Gerencia Ambiental. Año 1, Nº 8, p.p: 572-577. Buenos Aires. Prignano, Angel 1998 Crónica de la basura porteña. Del fogón indígena al cinturón ecológico. Junta de Estudios Históricos de San José de Flores. Angel Cantarelli. Lanús Oeste. Buenos Aires. Argentina. Schiffer, Michael 1995 Archaeological Context and Sistemic Context. Cap. 2. Behavorial Archaeology first principles. Foundations of Archaeological Inquiry, University of Utah Press, Salt Lake City. Suárez, Francisco. 1997 Las recojan y arrojen fuera de la ciudad. Historia de la Gestión de Residuos Sólidos en la Ciudad de Buenos Aires y su área Metropolitana. Ms. Instituto del Conurbano. Universidad de Gral. Sarmiento. Notas 1 Foto Archivo General de la Nación (AGN). 2 Una vez que partía de la Estación Central se desviaba a la altura de la calle Agüero para atravesar en diagonal la manzana de Agüero, Bartolomé Mitre y Sánchez de Bustamante. Por esta calle cruzaba Rivadavia para tomar Sánchez de Loria hasta Carlos Calvo donde torcía por Oruro hasta la avenida Chiclana. En la avenida Chiclana pasaba por un viaducto, el de la calle Arena. Desde este punto las vías tomaban Dean Funes y su continuación Zavaleta hasta llegar a orillas del Riachuelo donde se ubicaba la estación Ingeniero Brian (Prignano 1998: 135,136; Cortese 2001:73,74) 3 Foto A. Pozzo. Archivo General de la Nación (AGN). Cortese, L. “Un tren entre las basuras y el vaciadero”. Pp.: 72-86. Revista Historias de la Ciudad. Una revista de Buenos Aires. Año II, Nº 9, Mayo 2001.Buenos Aires.

Sandra A. Guillermo. Licenciada en Ciencias Antropológicas con orientación arqueológica. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Buenos Aires. Puán 470. Buenos Aires, Argentina.

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ACTIVIDADES DEL INSTITUTO Y ARCHIVO HISTÓRICO Concurso Historia de Morón en las Escuelas El Instituto Histórico lanzó este año el ya tradicional concurso sobre Historia de Morón. La temática del Sexto Concurso Escolar fue “Historia de mi barrio”, con el objeto de motivar el interés de los alumnos por el pasado de su comunidad, dando importancia a la historia de las distintas localidades y barrios que componen el partido. A partir de la memoria familiar y barrial, pudieron indagar y reflexionar sobre la historia de su propio barrio: las plazas, las casas antiguas, los medios de transporte, los lugares de reunión de los vecinos, la llegada de los servicios públicos, las fiestas que se celebraban. En esta ocasión participaron más de 400 alumnos de escuelas públicas y privadas. El concurso estuvo a cargo de las Prof. Mariela Rametta y Elsa López, de nuestro Instituto. La entrega de premios se realizó el 22 de octubre en el Instituto San José y participaron en ella la Directora de Educación, Prof. Virginia Veyga, y la Directora del Instituto, Prof. Graciela Saez.

viaria”. Asimismo, el 30 de septiembre participó como panelista en las XIX Jornadas de Historia de la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano “Los Barrios, el Barrio”, organizadas por el Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires y auspiciadas por la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad. Expuso sobre “Historia Barrial: territorios y recorridos”. A pedido del Municipio bonaerense de Exaltación de la Cruz, en agosto el Lic. Carlos Birocco dio un cursillo sobre Historia de Capilla del Señor a los alumnos de la Escuela de Guías de ese partido. Los Prof. Saez y Birocco presentaron una ponencia sobre la Plaza La Roche en las Primeras Jornadas del Mercosur y Segundas Bonaerenses sobre Patrimonio Cultural y Vida Cotidiana, que se realizaron en La Plata entre el 10 y 12 de noviembre, organizadas por la Dirección Provincial de Patrimonio Cultural. La misma ha sido seleccionada para ser publicada por los organizadores de dichas Jornadas.

Historia de tres plazas El pasado 6 de octubre, en el marco de los festejos de la Semana de Morón, el Instituto realizó en el Teatro Gregorio de Laferrere el encuentro “Espacios Perdidos Espacios Recobrados: Historia de tres plazas y su gente”. En la ocasión fue presentada en público la Comisión Municipal de Patrimonio Urbanístico, Histórico y Cultural, de la que estuvieron presentes varios de sus miembros: nuestra Directora Graciela Saez, el Director de Arte y Cultura Daniel Zaballa, el Coordinador del Programa de Capacitación Comunitaria Guillermo Quesada, el representante de la Secretaría de Infraestructura y Planeamiento Urbano Jorge Tisino y las concejales Alejandra Desi y Adriana Kreinman. La Comisión lanzó la Campaña de Conservación de Nuestro Patrimonio Documental, invitando a los vecinos a donar fotografías, documentos, periódicos y todo material de interés histórico que pueda integrar el Archivo de nuestro Instituto. Posteriormente, hubo un panel de disertantes: la Prof. Graciela Saez, el Lic. Carlos Birocco y la Prof. Mariela Canali, hablaron frente a una sala muy concurrida sobre la historia de la Plaza San Martín, la Plaza La Roche y la desaparecida Plaza Norte de Morón.

Mes de Castelar Como en años anteriores, el Municipio de Morón y varias instituciones castelarenses organizaron en noviembre y diciembre los festejos de Aniversario de la Declaración de Castelar como Ciudad. En este 33 Aniversario, nuestro Instituto participó con una muestra fotográfica y de documentos, organizada por la Prof. Mariela Rametta y el Lic. Diego Ferrante, que incluye fotos de las casas más antiguas, periódicos y avisos de loteos. Formando parte de la misma celebración, se realizó una muestra de los trabajos sobre el Barrio Seré producidos por los alumnos de la Escuela Nra. Sra. de Fátima, acompañados por una proyección audiovisual.

Actividades de Extensión El 17 de septiembre nuestra Directora, la Prof. Graciela Saez, concurrió a las Jornadas de Patrimonio organizadas por el Depto. de Museo y Patrimonio Cultural de la Municipalidad de Tres de Febrero, y disertó sobre “La Memoria Ferro-

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Biblioteca y Archivo La campaña de Conservación de Nuestro Patrimonio Documental tuvo una muy buena acogida en los vecinos de nuestro partido. Hemos recibido importantes donaciones. Oscar Rogier nos entregó 196 libros, principalmente de historia nacional, que pertenecieron a la biblioteca de su padre. Otras fueron las de Carlos Pizzi (68 cassettes con entrevistas de la radio FM Oeste de Haedo), Alberto Ponzo y Alba Correa (ejem-plares de la Revista Atlántida), Paco Roig (colección de la Revista Ñ del Diario Clarín), Graciela Asad (colección completa del periódico La Balsa), Roberto Gómez (colección del periódico El Recopilador) y Fabián Lorenzo (documen-tación varia). Además agradecemos a la Sra. Ana de Lacoste por facilitarnos el valioso material fotográfico reunido por su esposo, el recordado Beto Lacoste.

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COMISIÓN MUNICIPAL DE PATRIMONIO Con la sanción de la Ordenanza Nº5942/04 del Honorable Concejo Deliberante, se ha creado en Morón la Comisión Municipal de Patrimonio Urbanístico Histórico y Cultural, cuya misión será la de promover y gestionar políticas públicas para la preservación de nuestro patrimonio urbanístico, histórico, cultural y natural. Otras de sus funciones será la de auspiciar la investigación, conservación y difusión del patrimonio, al igual que proponer tareas para el mantenimiento de los Monumentos y Sitios Históricos del partido. También actuará en el plano de la educación, difundiendo el conocimiento y la valoración de los bienes históricos y culturales, que serán integrados a los distintos niveles educativos formales y no formales. Está conformada por representantes de las Secretarías de Gobierno, de Infraestructura y Planeamiento Urbano, de Relaciones con la Comunidad y de Desarrollo Social, las Direcciones de Educación y de Arte y Cultura, el Museo Municipal Histórico y de Artes, el Instituto y Archivo Histórico, y los Bloques Políticos que conforman el Concejo Deliberante. La Comisión podrá convocar a los vecinos toda vez que deba tomar decisiones que los involucren. Su primer acción pública fue presentarse en el Teatro Municipal “Gregorio de Laferrere” y lanzar una campaña de conservación, invitando a los vecinos a donar fotografías, documentos, periódicos, revistas, avisos de loteos y todo material de interés que pueda integrar el Archivo del Instituto Histórico, donde será catalogado y librado a la consulta de alumnos, docentes, investigadores y la comunidad en general. Esta campaña ha tenido una importante repercusión y continúa.

HEBE CLEMENTI, CIUDADANA ILUSTRE El 4 de diciembre de 2003 la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires nombró a Hebe Clementi Ciudadana Ilustre. La declaratoria, concretada por Ley 1256, partió de una iniciativa del diputado Luis Ignacio García Conde. El 22 de septiembre último se realizó el acto donde se la honró con esa distinción . En esa ocasión se presentó un libro de sus colegas María Inés Rodríguez y Carmen Sesto, Hebe Clementi: Una vida de historia. Por medio de una serie de entrevistas, las autoras consiguieron rescatar su experiencia de vida como mujer y como intelectual, su compromiso como docente y su acción pública. El Instituto y Archivo Histórico de Morón se suma a este justo homenaje a nuestra querida Hebe, que fue desde sus comienzos asesora y colaboradora de la Revista de Historia Hebe Clementi (derecha) con la Directora del Instituto y Archivo Histórico Municipal de Morón, Graciela Saez, el día de Bonaerense. la entrega de la distinción en la Legislatura porteña.

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CONGRESO DE HISTORIA DE LOS PUEBLOS DE LA PROVINCIA Los días 9 y 10 de junio de 2005 se llevará a cabo el Décimo Congreso de Historia de los Pueblos de la Provincia de Buenos Aires en la ciudad de Coronel Suárez. Quienes quieran participar con ponencias en este ya tradicional evento podrán enviar sus abstracts al Archivo Histórico “Ricardo Levene” hasta el 23 de mayo. Para mayor información, remitirse a la sede de dicho Archivo: Pasaje Dardo Rocha nº588, 2do Piso, (1900) La Plata, telefax 0221-4824925.

CONGRESO DE HISTORIA DEL CONURBANO BONAERENSE En octubre de 2005, el Instituto y Archivo Histórico Municipal de Morón llevará a cabo el VII Congreso de Historia del Conurbano Bonaerense y I Congreso de Patrimonio Histórico Cultural del Conurbano Bonaerense. Las temáticas que se tratarán son: · · · ·

Urbanización e industrialización de los partidos del Conurbano Evolución de la Población: demografía y familia Patrimonio y Turismo históricos Conectividad en el Conurbano: transportes y vías de comunicación

Para los interesados en participar, los abstracts de los trabajos deben ser enviados a este Instituto antes de 30 de junio, y las ponencias hasta el 30 de septiembre. Para mayor información, llamar al (011) 4650-2580 o escribir a moronhistorico@hotmail.com

NUEVOS LIBROS BONAERENSES (I) SAN VICENTE: UN SIGLO Y MEDIO DE HISTORIA La “Historia de los Pueblos” tiene una larga trayectoria en nuestra provincia pero continúa vigente, y una muestra de ello es el libro San Vicente, un pueblo, un partido (1780-1928) de Haydée Epifanio Los pagos de San Vicente formaban parte del área ganadera de antigua colonización, y allí una familia de terratenientes, los Pesoa, fundó una capilla bajo la advocación de San Vicente Ferrer, que resultaría un elemento convocante para nuclear a la población. Tanto esta capilla como el pueblo que surgió posteriormente serían objeto de traslados, primero por la amenaza de los indígenas y posteriormente por las inapropiadas condiciones del terreno. El documentado libro de Epifanio enfoca aspectos generales como la demografía, los transportes y el desarrollo agropecuario y urbano, entre otros.

PUBLICACIONES DEL INSTITUTO HISTÓRICO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES Han ingresado a nuestra biblioteca las publicaciones más recientes del Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, que aunque enfocan aspectos de la historia porteña resultarán útiles modelos para encarar el estudio de las mismas temáticas en la provincia. Uno de ellos es un índice documental descriptivo de gran valor, la Guía de Cartografía Histórica de la Ciudad de Buenos Aires, 1854-1900. El segundo, destacable por su bagaje teórico, es la compilación de Liliana Barela y Mario Sabugo Buenos Aires. El Libro del Barrio. Teorías y definiciones. Por último, debe mencionarse el libro de Alberto Gabriel Piñeiro Las calles de Buenos Aires. Sus nombres desde la fundación a nuestros días.

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LA PLAZA DE MAYO Carlos Moreno Las siguientes imágenes, anteriormente publicadas por la Secretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, “pintan” nuestra Plaza de Mayo desde sus inicios hasta hoy. El tiempo histórico puede verse plasmado en ellas, imaginando los cambios producidos en la sociedad y en el espacio geográfico a través del tiempo. Entonces, es posible establecer relaciones y analizar la vida de las sociedades en las modificaciones producidas en sus costumbres, modos de comunicación, medios de transporte, construcción de las viviendas, tecnologías, etc. Al mismo tiempo, es interesante saber cómo en muchos sentidos la forma de hacer las cosas y numerosas actividades en la actualidad coexisten con otras del pasado.

EN BUENOS AIRES, los primeros capítulos se reunían en el recinto del Fuerte. Luego de 1608 mandaron a construir un edificio, simple construcción realizada con los materiales que aportaba el medio. “(...) paredes de adobe con techo de paja, formando un gran salón para las reuniones y otro pequeño para utilizarlo como prisión, (...) completaban la construcción de dos habitaciones que se alquilan...”. Resultó ser un edificio de pobre calidad en relación con su función. La Plaza Mayor es un simple “barrial”, donde, cuando se puede, se desarrollan las actividades comunitarias -en el centro la “picota” o palo de la justicia-. En 1618 Buenos Aires se transforma en Obispado y su Obispo, Fray Pedro Carranza, construye una sencilla catedral.

EL PRIMER CABILDO fue una construcción sencilla, era tal la austeridad de los recursos que recién en 1610 se compró una reja de hierro para la cárcel.

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EN LA CIUDAD DE LA TRINIDAD, la Plaza Mayor quedó ubicada entre el terreno de los Jesuitas, frente al Fuerte y el espacio destinado para el Cabildo. En uno de los costados se construyó la iglesia que más adelante sería la Catedral. Al cabo de pocos años la Compañía de Jesús se trasladó a la manzana que luego sería llamada de las Luces, y el espacio que ésta ocupaba se incorporó al resto de la Plaza, naciendo entonces la primera Plaza pública forestada, con los árboles que habían estado originalmente en el huerto de los Jesuitas. Aunque la Plaza Principal o Mayor ocupaba por lo general un lugar central, o casi central en la planta de las ciudades, el caso de Buenos Aires correspondió al tipo de emplazamiento que bordeaba un río o una vía de agua, por lo cual quedó ubicada cercana a la costa.

PROYECTO DEL HNO. BLANQUI para el Cabildo. Con un pórtico monumental sobre su eje con dos arcos superpuestos. Encuadrado con pilastras toscanas que cubren la doble altura quedando cortadas por el balcón corrido que fue un aditamento posterior. En el espacio entre las pilastras aparecen hornacinas con un coronamiento que solía consistir en un frontis clásico o manierista. Esta característica de Blanqui fue tomada de tratadistas como Serlio o Alberti. En este proyecto se deja la antigua tipología de patios y claustro que tenía el proyecto anterior. A su lado se ubica el antiguo seminario que luego servirá como cuartel. En los bordes de la plaza de encuentran algunos sectores empedrados. La nueva Catedral construida en 1755 aún no tiene fachada (1721) La del Hno. Blanqui fue demolida en 1770.

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EL OBELISCO, que desde siempre se llamó pirámide, fue mandado a construir en 1811 para conmemorar el primer aniversario de la Revolución de Mayo. Lo construyó el maestro Cañete en forma muy simple, con mampostería reforzada con una viga interior. Pasados los años de la lucha por la Independencia y el período de anarquía que siguió, Bernardino Rivadavia, como no podía ser menos, propone, en 1821, reemplazar el sencillo obelisco por una “magnífica fuente”, representando “el manantial de la prosperidad”; ”...el monumento consistiría en una magnífica fuente de bronce que representa constantemente a la posteridad el manantial de prosperidades y de gloria que nos abrió el denodado patriotismo de aquellos ciudadanos ilustres”. En la década de 1850, la flamante Municipalidad encarga a Prilidiano Pueyrredón que remodele la Pirámide. El Proyecto aumentó la altura, mejorando la base con escalones y agregándole un ornato más expresivo: la estatua de la libertad, la leyenda “25 de mayo de 1810” y un sol naciente. En 1856 se reemplazó la derruida reja por una nueva alimentadas con faroles alimentados a gas; también se le agregó una europeizada terminación de estuco de efímera duración. En 1875 se retiraron las estatuas que lo rodearon y que representaban el comercio, la agricultura, las ciencias y las artes.

DESDE COMIENZOS del siglo XIX los balcones de las casas fueron un componente fundamental del espacio, esos lugares para contemplar y ser vistos, que además marcaron las posiciones de privilegio y jerarquía social en la incipiente ciudad. Un pintoresco relato de sus funciones aconteció en los festejos con motivo de la proclamación de Fernando VI, en 1747: “...siguióse el juego de cañas y sortijas que se hizo en la Plaza, por cuatro cuadrillas de doce hombres, cada uno de los cuales se encontraban los principales vecinos de esta ciudad, (...) la una de españoles, otra de moros, otra de turcos, y otra de indios; (...) entraron a la plaza a las cuatro de la tarde, los tres primeros a son de cajas y clarín, y la de los indios de flauta y tamboril. Todos muy bien vestidos”.

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LA

PLAZA HA SIDO TRATADA como un jardín

desde 1856 con grandes cambios, se le agregan unas fuentes, alimentadas por el sistema de agua corriente de la red domiciliaria. Sobre la Av. 9 de julio, árboles, muchos bancos, las calles pavimentadas, alumbradas por faroles a gas y por ellas circulan tranvías a caballo y coches de alquiler. La Catedral aparece con su fachada neoclásica (1821), sin las fuentes ornamentales que hay actualmente. Imagen del Cabildo luego de la reforma para convertirse en casa del Tribunal de Justicia, realizada por el Ing. Pedro Benoit del Dpto. de Ingenieros en 1878.

HA PASADO UN SIGLO y el Cabildo ha recuperado parte de su forma en 1940 y hoy es un ícono de la Revolución de Mayo y el comienzo de la vida independiente. La plaza tuvo muchos cambios que la van adecuando a las nuevas necesidades. Pero el gran protagonista es el tránsito, que fue recortando espacios y opacando significados. La Plaza tuvo en el siglo muchos cambios en su significado: en 1945 se produce un gran cambio y las clases populares hacen uso de la Plaza de Mayo y sus adyacencias como su espacio de protesta o alegría. Desde el 30 de abril de 1977 las Madres de Plaza de Mayo hacen sus rondas como reclamo por sus hijos desaparecidos. En diciembre de 1983 se festejó la asunción del primer gobierno democrático después de la dictadura más genocida que tuvo nuestra historia. Hoy la Plaza es, fundamentalmente, el escenario de la protesta.

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CONURBANO BONAERENSE

PATRIMONIO URBANO, VIVO Y CAMBIANTE

“Hay otro pueblo por debajo de este, y otro y otro más con tapialitos amarillos de sol y callecitas de tierra” Haroldo Conti

Graciela Saez

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Una ciudad es un cuerpo vivo en constante transformación. Es el proyecto que cada generación ha ido creando a lo largo del tiempo. Así, sucesivas yuxtaposiciones, superposiciones y reemplazos van jalonando su historia, generando una dialéctica de la permanencia y el cambio, que se hace cada vez más compleja. Por esta razón cuando pensamos la ciudad debemos visualizarla como la superposición de muchas otras ciudades o pueblos anteriores. Cada espacio, cada casa, fue y representó muchas cosas antes de llegar a ser lo que es hoy. Algunas de ellas están vivas, otras olvidadas. Por eso cuando nos referimos a la conservación del patrimonio urbano, tanto material como intangible, debemos reconocer cada una de las etapas anteriores, vividas por la ciudad y su gente. La ciudad no es únicamente lo que vemos hoy si la recorremos. Ni siquiera es la misma de día que de noche. Tampoco lo es para quien la vive a diario si comparamos su impresión con la de un viajero que la visita por primera vez. Puede haber tantas miradas sobre ella como gente que la viva y la transite, pero lo que en realidad diferencia una percepción de otra, es la emoción, el sentimiento, la representación mental que cada rincón o la ciudad toda, generan en quien la ve o la recuerda. Esa percepción que se relaciona directamente con la memoria, es la dimensión inmaterial que debemos rescatar quienes tratamos de preservar el patrimonio urbano. Porque de nada serviría salvar un edificio si no conocemos algo de su historia, si no tenemos referencias que le den sentido. La ciudad es mucho mas que el conjunto de edificios, calles y plazas que la conforman otorgándole una estructura material. Es también el conjunto de relatos, de canciones, de fiestas y manifestaciones populares, de paseos, de antiguos recorridos, de grandes inundaciones y de gloriosos días de sol, que desde hace mucho tiempo sus habitantes han vivido. Todos ellos constituyen su valioso patrimonio inmaterial, en esencia su espíritu. Por eso, cada sitio, cada espacio público, y su conexión con la comunidad a lo larNº 27, diciembre 2004


go del tiempo, forma parte de nuestro patrimonio. Pero la ciudad se transforma y cambia, y esa relación entre la gente y sus lugares muchas veces se va perdiendo. Cuando los lazos con el pasado empiezan a quebrarse, el patrimonio comienza a perder validez. Un edificio sin memoria, una fotografía sin nombre, una carta sin contexto, se convierten en meros objetos sin sentido. La desmemoria desvincula al individuo del pasado. Esto sucede especialmente en las grandes ciudades, como en las que generalmente nos toca vivir a nosotros. En ellas también pierden significación algunos sitios o espacios urbanos. Cosas y lugares que en otros tiempos han representado mucho para la comunidad van perdiendo significación. A ello contribuye el proceso de globalización que vivimos ya que las nuevas propuestas con modelos asumidos desde el exterior, nos ofrecen comercios y servicios (shoppings, bancos, fast foods) alimentados por mensajes y avisos publicitarios que son idénticos a los de las demás ciudades del mundo, determinando una uniformización no solamente arquitectónica sino del discurso, que va borrando los localismos que constituyen la tradición, la historia y la identidad de cada núcleo urbano. Lo intangible en la ciudad El patrimonio intangible integra el imaginario urbano sumándose al construído para determinar la ciudad que percibimos, porque como hemos dicho la ciudad material es también una construcción social y mental. Cada persona, cada grupo humano o comunidad tiene una particular vivencia y percepción de determinados sitios. Cada espacio público, cada edificio que la comunidad considere especialmente, es mucho más que un lugar físico. Compone un sistema espacio-temporal de expresión individual, un lugar con historia, con significación, un espacio simbólico. Los lugares, los paisajes son también lo que nosotros sentimos y hemos construido mentalmente entorno a ellos. Cuando las representaciones mentales de muchos coinciden en ciertos lugares, estos se convierten en emblemáticos ya que la comunidad se identifica con ellos.

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Transformación y permanencia en el conurbano bonaerense La cambiante y vertiginosa historia del Gran Buenos Aires, determinó que muchos pueblos, ciudades y parajes semirurales hasta las primeras décadas del siglo XX, se transformaran cualitativamente, para convertirse en nuevas unidades, muy distintas, donde poco quedó de un pasado en muchos casos no muy lejano. Algunas zonas del conurbano han conservado su identidad edilicia, su estructura urbana, incluso parte de su paisaje. Otras en cambio han mutado hasta hacerse casi irreconocibles. Sólo algunas señales y rastros que nos indican que allí, en otro tiempo, existieron determinadas obras que los hombres crearon para ser vividas, y lo fueron intensamente, pero terminaron su ciclo y hoy son diseminados registros del pasado. La zona norte del conurbano, de tradición residencial, que alberga una clase económicamente fuerte, mantuvo una marcada impronta aristocrática, pero las áreas del sur y del oeste cambiaron profundamente su identidad morfológica en lo que va de sus orígenes coloniales a nuestros días. Cada localidad del conurbano puede ostentar lugares que la identifican o la identificaron en el pasado. Zonas que tuvieron una época de apacibles y lujosas quintas de veraneo, como lo fueron Adrogué, Temperley, Vicente Lopez, Olivos, el Tigre o Morón, entre otras, en su mayor parte se han transformado. En otros casos las industrias específicas marcaron a las comunidades: los frigoríficos al sur (Avellaneda, Berisso y Ensenada), las textiles y metalúrgicas al oeste, la cinematografía en Munro. Pero desgraciadamente muchas de ellas también han desaparecido, pasando a ser un recuerdo del pasado. En ellas, en los mismos sitios donde estuvieron emplazadas, surgieron centros comerciales, hipermercados y shoppings que marcan nuevas tendencias económicas y problemáticas sociales como la desindustrialización y el desempleo. Esto determinó que el imaginario popular concibiera algunos lugares, edificios y espacios de modo diverso en los sucesivos períodos históricos, pero a la vez conservara cierta memoria de lo que en el pasado allí fue. Esto se vivencia con fuerza en los territorios más densamente poblados, donde las transformaciones se han producido con mayor velocidad.

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Pocos lugares van quedando en el Gran Buenos Aires que conserven una identidad o un imaginario vinculado al período colonial. En la localidad de San Isidro, la Quinta Pueyrredón constituye tal vez uno de los sitios de mayor significación histórica para la comunidad, no solamente por los importantes acontecimientos históricos sucedidos allí y por quienes la habitaron, sino porque afortunadamente se convirtió en museo, lo que aseguró su conservación, perdurabilidad y permanencia en el conocimiento de las nuevas generaciones. En realidad todo el casco histórico de San Isidro posee, gracias a la belleza de sus fincas y a la gran identificación de sus vecinos con su historia, un fuerte espíritu conservacionista. A esto se suma el interés del negocio inmobiliario y el desarrollo del turismo local e internacional. Esta suma de factores determina que la localidad posea una identidad definida, alimentada por un discurso coherente y efectivo. Allí lo intangible acompaña el patrimonio construido.1 En zonas donde la identificación social del período colonial fue probablemente muy fuerte por estar vinculada a la producción económica, la evolución histórica determinó que se mantuviera una cierta continuidad en el imaginario popular, como en el caso del actual partido de Avellaneda, antes Barracas al Sud. Siendo sus tierras originariamente de laboreo agrícola, se destinaron más tarde a la instalación de industrias vinculadas a la carne, por su ubicación geográfica junto al Riachuelo, hecho que facilitaba su transporte al exterior. Graserías, fábricas de jabón y barracas de frutos del país, especialmente cueros, pero fundamentalmente los saladeros y más tarde los frigoríficos, nuclearon y permitieron crecer a esta población que con el tiempo sería esencialmente obrera e industrial.2 Los hitos de su historia y la memoria de sus vecinos están fuertemente vinculadas a ciertos acontecimientos de la historia local y nacional, como el 17 de octubre por ejemplo, donde su gente jugó un papel protagónico que se vincula con una identidad ligada a las clases humildes y trabajadoras, que se ha mantenido desde sus orígenes. La memoria de este hecho es renovada año a año en cada conmemoración por militantes y medios de comunicación, convirtiéndola casi en un patrimonio intangible oficializado, constituyendo un espe-

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cial caso de análisis. Podría decirse que en Avellaneda el imaginario social y la memoria colectiva se vinculan esencialmente a las clases trabajadoras. Como en el caso de San Isidro, constituyen ejemplos de permanencia de una identidad definida. Otro ejemplo, de memoria popular vinculada al trabajo y la lucha de los trabajadores lo encontramos en la localidad de Berisso, ejemplo que tomamos del excelente trabajo de historia oral realizado por Claudio Panella.3 La gran huelga protagonizada por los obreros textiles de la empresa The Patent Knitting durante los años 60 y 61 marcó a esta localidad. Los obreros contaron con el apoyo de toda la comunidad, incluso de algunas localidades vecinas, además de la solidaridad de otros gremios y fuerzas políticas. Los testimonios de los trabajadores y dirigentes que participaron en esta gran huelga, que culminó con el triunfo de los trabajadores, nos muestran el apoyo comunitario, la solidaridad y la huella imborrable que dejó en sus vidas ese conflicto, del cual sienten orgullo, y lo consideran trascendente e histórico, como que abrió el camino para que la fábrica siguiera funcionando. Si hay algo que puede ser calificado de inmaterial o inaprensible, es la memoria de la lucha, y más aún en este caso que esa lucha fue apoyada por toda una comunidad que se identificó con ella. Hoy lamentablemente muchas de las fábricas que daban vida a esta comunidad se han desmantelado. La calle Londres, llena de vida en otros tiempos, vinculada a un puerto que tampoco funciona, es casi un fantasma del pasado. Pero existe un fuerte sentido de pertenencia en la comunidad, que se vincula también a la gran cantidad de inmigrantes que la construyeron y que se manifiesta en diversas festividades que siguen convocando a los vecinos de la localidad e incluso de la región. Esta fuerte identidad ligada a la inmigración y al trabajo industrial constituye una riqueza potencial muy importante para quienes gestionen su patrimonio. Esa presencia intangible puede en casos como el de Berisso dar origen a emprendimientos de turismo cultural que generen desarrollo a la localidad. Quilmes es un interesante caso de resignificación de un espacio y de un nombre. Los indómitos indios Quilmes de los valles Calchaquíes4, que fueron trasladados a pie como casNº 27, diciembre 2004


tigo a esta región del sur del actual Gran Buenos Aires, dieron denominación a la ciudad y actual municipio. Pero la caracterización que probablemente en el imaginario colonial tuvo esta zona, fue perdiéndose con el tiempo, convirtiéndose más en una representación mental mítica que en un rasgo fuerte de identidad. En cambio otro hecho trascendente marcaría a sus habitantes a raíz de la instalación en 1887 de un establecimiento dedicado a la fabricación de cerveza, que luego tomaría el nombre de Quilmes, rescatando la denominación de la antigua reducción.5 El importantísimo crecimiento de esta industria contribuyó decisivamente al desarrollo del área, que además de la fuente de trabajo, dotó de viviendas al personal, propició líneas férreas, establecimientos educativos, deportivos y recreativos. El acentuado localismo que generó un emprendimiento económico tan importante se vio reforzado con la creación en el mismo año del Quilmes Atlético Club, que por otra parte es una de las instituciones deportivas más antiguas del país. Si bien este deporte comenzó siendo un juego de “ingleses”, su popularidad determinó a lo largo de más de un siglo, la identificación de la población quilmeña con el club. Resta decir que como muestra de pertenencia, la denominación de su hinchada no es otra que la de “cerveceros”. Existe un hilo conductor cambiante y recurrente a la vez, en el imaginario de esta comunidad que ha resignificado un nombre que tiene fuertes lazos con el pasado, pero que fue perdiendo el sentido originario. Si preguntáramos: ¿Con que identifica Ud. el nombre Quilmes?, sería interesante ver cuantos recuerdan a la antigua comunidad indígena. En Plátanos, Partido de Berazategui, podemos citar otro ejemplo de transformación y desmemoria. En lo que fuera el casco de la Estancia “Las Hormigas”, propiedad primero de los Ayerza y de los Bustillo mas tarde, existió un verdadero palacio.6 El fastuoso edificio contaba con 32 habitaciones y deliciosos jardines adornados con estatuas, pérgolas, fuentes y lagunas artificiales. Como tantos otros establecimientos del hoy conurbano bonaerense, sufrió el deterioro y la transformación. Ese sitio ha pasado por distintas instancias, que por otra parte nos marcan la historia de nuestro país. Un grupo empresario compró la propiedad y se creó allí la Fabrica SNIAFA Nº 27, diciembre 2004

Viscosa, convirtiéndose en los años 50 y 60 en un importantísimo referente de la industria textil nacional que llegó a ocupar a 1500 trabajadores en sus mejores épocas, por los años 60. Esto determinó el rápido desarrollo de la localidad y el loteo de los terrenos. A su vez esta industria generó graves problemas ambientales que provocaron reiteradas protestas de la población. En la década del 80, la fábrica ya en decadencia, cerró. Hoy de la casona de los Ayerza, sólo quedan las paredes y algunas mamposterías cubiertas por la maleza. Y lo que fue la fábrica está totalmente desmantelado como tantas otras industrias que sufrieron el mismo triste final en los neoliberales años 90. Dos épocas de pasado esplendor, el de la generación del 80 y el de la industrialización del país, marcaron este sitio realmente histórico y emblemático para la comunidad de Plátanos. Hoy sólo se aprovecha la pileta de natación para una colonia de vacaciones. Cabe preguntarse si las nuevas generaciones saben que éste es un lugar cargado de historia. En la localidad de Munro, Partido de Vicente López, en la década del 30 en terrenos de una antigua quinta, se construyeron los primeros estudios cinematográficos que produjeron cine sonoro en el país: los Estudios Lumiton. Este espacio se constituyó en lugar emblemático para el cine nacional, ya que allí debutaron la mayoría de los directores, actores y técnicos de nuestro cine.7 Todo el barrio de Munro se sentía parte de Lumiton. La empresa que empleaba por lo menos 500 personas, tenía una importante inserción barrial, ya que muchos vecinos trabajaban allí, encontrándose toda la comunidad, por uno u otro motivo, involucrada e identificada con ella. En los años 60, ya la empresa había vendido sus acciones, y si bien siguió alquilándose a distintas productoras cinematográficas, ya no era lo que había representado antes. Más tarde una fábrica de vaqueros la ocupó para producción y venta al público, conservando su estructura original, pero cambiando totalmente el objetivo inicial. Munro pasó a ser un importantísimo centro comercial de indumentaria, y en esa transformación otra historia comenzaba en ese lugar. Los vecinos, ex trabajadores de Lumiton, y un grupo de historiadores a partir de 1991, lucharon por la preservación del chalet de Lumiton, y luego de un emotivo homenaje a lo que REVISTA DE HISTORIA BONAERENSE

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este lugar representó y a la repercusión lograda, se consiguió, mediante decreto del H.C.D. de Vicente López, la declaración de Monumento Histórico Municipal, al tiempo que se dispuso organizar allí un Museo Dinámico que mantuviera viva la memoria de un sitio tan especial.8 Constituye este caso un interesante ejemplo de resignificación de un lugar, a partir de la voluntad de la comunidad que logró la conservación de ese importante bien patrimonial. EL MUNICIPIO DE MORON Son muchos los ejemplos que podemos exponer acerca del patrimonio urbano material e intangible moronense, que posee como cada uno de los municipios del extendido conurbano, una compleja trama de memorias que responden a los múltiples sectores sociales y a los destintas etapas de su historia. Las quintas Existe una memoria que se relaciona con la época de las quintas, período dorado en el que los veraneantes pasaban largos meses en sus lujosas casonas de Morón, Haedo o Castelar, en un paisaje hoy inimaginable para las nuevas generaciones.9 De esta época queda un reducido patrimonio construido que luchamos por conservar. Algunas casas muy antiguas, degradadas arquitectónicamente o semi destruidas, enclavadas en pleno centro, y unas pocas quintas, un tanto mas alejadas, aún conservan algo de su arboleda: araucarias, palmeras y pinos añosos. Estos árboles en muchos casos son, junto con restos de tapias o portones, lo único que queda de aquel pasado, cuya memoria subsiste como patrimonio inmaterial de este pueblo Es interesante destacar que existió en Morón una quinta perteneciente a la familia Moreno, que no pudo ser salvada de la demolición y que hace años no es más que un terreno baldío, rodeado por un muro, con algunos árboles antiguos. Los vecinos afincados en la localidad desde hace mucho tiempo, continúan tomando la quinta como referencia cuando orientan a alguien en el lugar, como si la vieja y emblemática casona siguiera existiendo. La casa de la memoria Pero existió otra quinta que todos conocieron y conocen como la Mansión Seré. Esta antigua casona de la familia Seré fue el casco

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de una importante propiedad ubicada en el límite de las actuales localidades de Castelar e Ituzaingó. Fue en el momento de su mayor esplendor un importante referente de la zona, simbolizando para el imaginario de la época los valores de la clase alta. A mediados del siglo XX fue loteada, formándose allí el Barrio Seré. En tanto, la casona estuvo deshabitada por largo tiempo. A partir de 1976, con la dictadura militar, la mansión que había sido convertida en casino de oficiales de la VII Brigada de la Fuerza Aérea, se transformó en un centro clandestino de detención, tortura y muerte de personas. El espacio de la quinta se convirtió en espacio del horror, donde tiros, gritos nocturnos, reflectores y helicópteros identificaron al lugar con el miedo y la muerte. Pasó a ser en el imaginario colectivo la representación de la más terrible dictadura militar de la Argentina.10 A raíz de una fuga, la mansión fue incendiada por los propios militares, convirtiéndose en espectral imagen de lo allí acontecido. Con la llegada de la democracia la quinta fue tomada por el gobierno municipal de Morón, estableciéndose allí el Polideportivo Municipal Gorki Grana, para “que reine la vida donde hubo tanta muerte”, según palabras del entonces intendente García Silva. Nuevamente ese espacio era resignificado, pero los restos de la Mansión fueron dinamitados.11 A partir del 1° de julio del 2000 la gestión del Intendente Martín Sabbatella inauguró -en la lujosa casa que muy cerca de la mansión dinamitada, había construido el Intendente Roussellot- la Casa de la Memoria y la Vida, creada para difundir y preservar la memoria de lo allí ocurrido, establecer un ámbito de discusión de los derechos humanos y homenajear a los que perdieron la vida o fueron víctimas de la dictadura.12 Allí funciona además la Dirección de Derechos Humanos. Esta acción es digna de destacarse ya que existe en las sociedades una tendencia a la amnesia que no permite un crecimiento sano si ciertos hechos no son difundidos y debatidos. Esta nueva redefinición del espacio ha sido acompañada con gran entusiasmo por la comunidad.13 Por otra parte, en una primera instancia se juntaron 800 firmas pidiendo la conservación del tanque de agua y los portones de la quinta, que era lo único visible que quedaba de ella. Esta iniciativa se ha enriquecido con un nuevo proyecto que ya está en marcha, que Nº 27, diciembre 2004


consiste en desenterrar los cimientos de la mansión, señalizándolos y declarándolos lugar histórico.14 Cabe señalar que éste es el primer lugar en la Argentina donde se crea una Casa de la Memoria en el mismo sitio donde funcionó un centro de detención y muerte de la dictadura. De más está decir que la carga emocional tiene en este ámbito mucho más peso que lo material, porque la memoria de lo allí ocurrido entrelazada con el recuerdo de lo que fue en otros tiempos la quinta señorial, tienen una fuerte presencia en este espacio tan significativo. LAS ESTACIONES DE FERROCARRIL Es interesante también analizar la problemática del patrimonio intangible en torno a las estaciones de ferrocarril. La aristocratizante concepción del patrimonio histórico, que tradicionalmente nuestra sociedad le otorga a edificios importantes y monumentos, le ha negado por mucho tiempo el valor y la protección que merecen a las estaciones de ferrocarril, al igual que a talleres, galpones, fábricas y todo tipo de construcciones vinculadas a la producción y al uso cotidiano, que por mucho tiempo no fueron consideradas dignas de ser conservadas. Lo cierto es que actualmente los edificios mencionados son objeto de consideración para muchas comunidades por tratarse de sitios emblemáticos para sus habitantes. La estación de Haedo en el partido de Morón es una de ellas, allí la comunidad, que posee en esa localidad un profundo sentido de Nº 27, diciembre 2004

pertenencia e identificación con su origen ferroviario, ha realizado en varias oportunidades acciones tendientes a su preservación: abrazos simbólicos a la misma para que nuevos proyectos de modernización de las estaciones no terminen con una de las pocas que se conservan originales.15 También y conjuntamente con el Instituto y Archivo Histórico se han juntado firmas para apoyar un proyecto de ordenanza destinado a preservar todos los edificios y elementos relacionados con el antiguo ferrocarril. La memoria, el espíritu que ronda o sobrevuela las estaciones de ferrocarril, puede renovarse, reproducirse o morirse de acuerdo a la interrelación que exista con la comunidad. Y así como en algunas localidades las estaciones han sido transformadas y degradadas sin que los vecinos dieran señales de oposición, en otras como Haedo o Liniers, con sus emblemáticos talleres, muchas personas e instituciones se movilizan por su defensa. En Haedo, el gobierno municipal ha logrado el traspaso de varios edificios que pertenecieron al Ferrocarril Sarmiento, estableciendo una Unidad de Gestión Comunitaria, que forma parte de la política de descentralización que está implementando en todas las localidades. Así se ha creado un nuevo espacio público, resignificando edificios y creando una plaza, que han dado nueva vida al lugar. En uno de esos inmuebles, el taller de encuadernación de la antigua Imprenta ferroviaria, funciona desde setiembre de 2003 el Instituto y Archivo Histórico Municipal, poniendo en valor un espacio abandonado y peligroso. REVISTA DE HISTORIA BONAERENSE

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Ahora, ese es el lugar donde se guarda y protege el rico patrimonio documental de nuestro partido. Estaciones cerradas y estaciones desbordadas Muchos pueblos detuvieron su desarrollo o decayeron cuando el ferrocarril dejó de pasar o fueron retirados los talleres ferroviarios. Los ramales cerrados, cosa que en general no sucede en el conurbano, producen en la comunidad un sentimiento de abandono, de aislamiento. En los múltiples casos de estaciones cerradas donde el crecimiento se interrumpió o retrocedió, las estaciones, andenes, locomotoras, maquinistas y jefes de estación, pasaron a formar parte del folclore local. Relatos llenos de anécdotas, nostalgia de tiempos vividos, que se fueron perdiendo o pasaron a ser historias lejanas y ajenas, porque los jóvenes en algunos pueblos no han viajado nunca en tren. En el caso de las estaciones del conurbano el fenómeno es inverso, las estaciones reciben un caudal humano mayor del que su infraestructura puede resistir porque ahora son lugares de paso rápido y de gran transferencia de pasajeros. Se han convertido en lugares sin identidad, lugares sucios, descuidados, inseguros, verdaderos “no lugares” pero por lo contrario de las estaciones abandonadas. La antigua y pequeña estación de mediados del XIX ya no representa para la comunidad aquel espacio de socialización donde el paseo por el andén era semejante al de la plaza del pueblo. Por el contrario, debe albergar miles de personas día a día, a las cuales esencialmente no les interesa estar allí y no se reconocen como parte de ese ámbito. En la mayoría de los casos sus edificios han sido mal intervenidos y son verdaderos adefesios donde se mezcla lo antiguo, mal conservado, con agregados mal resueltos, que dan por resultado consntrucciones feas y sin identidad. En esos lugares, que bien pueden considerarse “no lugares” de acuerdo a la definición de Marc Auge, poco puede quedar del espíritu de lo que fueron.16 Allí se confabulan el tiempo, el crecimiento demográfico y la falta de una política de defensa del patrimonio, en contra de la memoria. Allí el patrimonio intangible se desvanece conjuntamente con el construido. Un ejemplo es la estación de Morón, que por esa misma causa fue objeto de un proyecto de

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remodelación y recuperación del espacio público del lado sur, en lo que en otros tiempos fuera la plaza La Roche.17 Este era un importante espacio social con el que la comunidad se identificaba, mientras que las nuevas generaciones, por el contrario, ni siquiera conocían el nombre de la plaza y mucho menos todo lo que allí aconteció. La re fundación de la plaza constituye un hecho histórico y la comunidad lo ha vivido como tal, ya que se ha recuperado un importante espacio perdido por más de 40 años en el área central de Morón. Resignificación de sitios y lugares Los casos citados, son ejemplos de cómo las comunidades van replanteando sus espacios, sus intereses, sus deseos, sus representaciones mentales. A través de acciones tanto del pasado como actuales, se visualizan imaginarios sociales que nos muestran tendencias o problemáticas, preferencias o abandonos, relacionados con la concepción de la ciudad y del patrimonio histórico. Cada época privilegió o desechó determinados edificios o espacios públicos y a través del análisis de estas situaciones puede investigarse la historia de las mentalidades de los pueblos. Así la generación del 80 despreció lo colonial, considerándolo viejo y antiestético, definiendo sus casas como “adefesios”. Más tarde el triunfante modelo francés fue suplantado por diversos “modernismos”, que redefinieron las fachadas e interiores de las viviendas y también las antiguas plazas. Se rediseñaron canteros, se cambiaron bancos y luminarias, se incorporaron monumentos, se quitaron rejas. Pero también se perdieron los bellísimos faroles, los quioscos centrales y en algunos casos hasta los árboles añosos, para plantar especies más pequeñas que permitieran ver los nuevos “palacios municipales”, como pasó en Morón Armando Silva dice que lo que hace diferente a una ciudad de otra, no es su arquitectura, sino los símbolos que sobre ella construyen sus propios moradores.18 Y el símbolo cambia como cambian las fantasías que una colectividad despliega para hacer suya la urbanización de la ciudad. Reflexiones finales Como hemos visto a través de los ejemplos citados más arriba, los referentes de la memoria de un pueblo pueden estar vinculados a un pasado lejano o reciente. Distintos factores deNº 27, diciembre 2004


terminan su pervivencia en el imaginario colectivo. Entre los edificios que poseen significación para la comunidad podemos citar los de las colectividades extranjeras, tal es el caso de la Sociedad Italiana de Morón, con una arquitectura similar a la de tantas otras que afortunadamente subsisten en casi todos los pueblos de la Argentina. También los antiguos edificios escolares, los almacenes y bares y las viejas estaciones ferroviarias están presentes en la memoria popular Pero no solamente estos antiguos espacios o edificios de fines del siglo XIX y comienzos del XX son representativos, también lo son otros mucho mas recientes. Es el caso de parques industriales como los de Morón, Berazategui o San Martín, que hoy se encuentran desarticulados, pero permanecen en la memoria de la gente como referentes del pasado y son evocados como símbolos de una época de esplendor en que la comunidad se identificaba fuertemente con ellos. Hoy, abandonados, sus imponentes edificios que ocupaban en algunos casos varias manzanas, son sólo cascarones vacíos. En otros casos se han remodelado y transformado en hipermercados o shoppings y últimamente muchos, especialmente los vinculados al ferrocarril se han convertido en centros culturales, oficinas municipales o museos. Dejando de lado la discusión, muy válida, sobre que es lo que hay que hacer con estos inmuebles, ya que en realidad sería mucho más alentador que volvieran a ser fábricas o estaciones ferroviarias abiertas, nosotros, como gestores del patrimonio, debemos buscar distintos caminos para revitalizar los lazos que cada comunidad debe mantener con su pasado. Mientras los urbanistas, los economistas, los antropólogos y los sociólogos reflexionan y resuelven desde cada uno de sus lugares la compleja problemática urbana, nosotros desde la historia también podemos contribuir a pensar la ciudad. Existen construcciones, espacios y recorridos antiguos que pueden o no ser transitados actualmente por los vecinos, pero que están en el mapa emocional que cada uno crea de su barrio, de su localidad o de su propia ciudad. Hay recuerdos, añoranzas que viven en la memoria de la gente, lugares que ya no existen muchas veces, pero que forman parte del ima-

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ginario urbano. Todos ellos conforman el patrimonio intangible de la ciudad. Así, la memoria de cada comunidad estará conformada por una complicada trama de enfoques y de relatos a los que cada época ha aportado los suyos, convalidando, destruyendo y renovándola en un permanente proceso dialéctico. Por eso, Ismael Ortiz Medina dice que la ciudad es en esencia un estado de recomposición y disolución permanente, por lo que plantea que la gran paradoja de la cultura urbana es que cuanto más se intenta caracterizarla, más escurridiza se hace.20 Entonces quienes pensamos la ciudad desde la defensa del patrimonio histórico cultural debemos plantearnos la resolución de algunas interrogantes: ¿cómo recuperar edificios y memorias?, ¿cómo recuperar espacios públicos perdidos?, ¿cómo resignificar y replantear lo que Marc Auge califica como no lugares, que son los espacios del anonimato, espacios de tránsito donde se ha perdido la historia, la pertenencia y las posibilidades de identidades arraigadas a ellos? Lo construido existe, está, es parte de la ciudad, conforma su estructura material, pero el espíritu de una plaza o un edificio, de la ciudad misma, sólo existe en la mente de las personas. Es la memoria y el imaginario de todos y cada uno de nosotros. Por eso es importante recuperar esa memoria cuando se ha perdido, aunque el edificio ya no esté. Las interrogantes se van sumando en torno a los símbolos que cada comunidad construye a partir de sus lugares y su propia historia: ¿cuáles son, por qué perduran, cómo se crearon, cuál es su origen, a qué responden, cómo se han transformado, por qué algunos desaparecieron, cómo se reconstruyen? El conocimiento histórico nos abrirá el camino hacia el descubrimiento de algunas señales que nos permitirán interpretar y reflexionar sobre ellas. Pero para que esto no sea solamente un ejercicio intelectual de quienes trabajamos la historia urbana, debemos crear los mecanismos necesarios para que la comunidad también reflexione acerca de estos temas. Por esta razón es que desde el Instituto y Archivo Histórico Municipal desarrollamos una estrategia que articula la conservación del patrimonio urbanístico, histórico y cultural, con la participación social. Estamos convencidos que desde la gestión del patrimonio puede generarse inclusión y desarrollo social porque el REVISTA DE HISTORIA BONAERENSE

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conocimiento y revitalización de las distintas formas de expresión del pasado enriquecen la cultura con hechos y realidades. Así la valoración de nuestra propia historia y de nuestro patrimonio contribuirán a crear nuevas posibilidades de vida, de creación y de convivencia.

 Notas 1. Lima, Jorge H., La Quinta Pueyrredón. Publicaciones de la Biblioteca y Archivo Histórico Municipal de San Isidro, 1999. 2. Reseñas Históricas de las localidades del Partido de Avellaneda. Municipalidad de Avellaneda, 1994. 3. Panella, Claudio, La gran huelga de los trabajadores de Berisso: 1960-1961, La Plata, 1997. 4. Fornabaio de Arregui, Thelma, Orígenes de Quilmes en Revista de Historia Bonaerense N° 9, Morón, Abril 1996 5. Gamondi Clelia, La inmigración selectiva: Los Bemberg en Quilmes en Revista de Historia Bonaerense N°11, Morón, 1996 6. Ana María de Mena, Don Gregorio Quilmes, 2000. 7. Mirabelli Cristina, El Barrio de Munro. Ed. Museo Dinámico, Munro, 1997. 8. Idem. 9. Saez Graciela, El tiempo de las Quintas en Revista de Historia Bonaerense N° 17, Morón, Junio 1998. 10. Testimonios orales, Investigación en curso de la autora del artículo.

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11. Archivo del Instituto Histórico de Morón [en adelante IHAM] Discurso del Intendente García Silva, 1983. 12. IHAM Discurso del Intendente Martín Sabbatella, 1° de julio de 2000. 13. Encuesta realizada por la Dirección de Derechos Humanos del Municipio de Morón y la Asoc. Seré por la Memoria y la Vida, Julio, 2000 14. Proyecto de Investigación Histórico Social sobre la Mansión Seré- Pre Proyecto Arqueológico, Dirección de Derechos Humanos/ Instituto Histórico Municipal/ Asociación Seré por la Memoria y la Vida, Municipio de Morón, 2000. 15. Declaración Red Haedo, Haedo, Año 2000. 16. Proyecto de remodelación de la Plaza La Roche, Secretaría de Planeamiento Urbano, Municipio de Morón, Año 2001. 17. Auge Marc, Los no lugares, espacios del anonimato, una antropología de la sobremodernidad. Barcelona, Gedisa, 1995. 18. Silva Armando, Imaginarios Urbanos, Tercer Mundo Editores, Bogotá, 1994. 19. Ortiz Medina, Ismael, Territorio, Identidad, Cultura y Diversidad en la ciudad. Serie Ciudad y Habitat, Bogotá, Colombia.

Graciela Saez. Profesora de Historia. Master en Cultura Argentina. Directora e investigadora del Instituto y Archivo Histórico Municipal de Morón.

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LAS RELACIONES CENTRO-PERIFERIA EN EL SURGIMIENTO DEL BARRIO “LAS MIL CASAS” DE TOLOSA

Susana N. Tuler

1. Encuadre teorético La noción de “ciudad” [del lat. civitas, -ātis. (RAE. 23ª edición)], aparece frecuentemente asociada a la expresión física y territorial. Sin embargo, en su etimología el término tiene una doble significación: mientras Urbs refiere a la dimensión física, Civitas denomina al conjunto de ciudadanos con derechos plenos, es decir que implica aspectos socio-culturales. De ese modo, las ciudades no sólo son territorios físicos. Tampoco entidades delimitadas u homogéneas, sino espacios de interacción con identidades definidas por los recursos materiales y simbólicos de cada construcción social. Así, el barrio, en tanto referente de la máxima expresión de la vida colectiva, adquiere importancia como unidad de análisis por constituir el lugar de encuentro e intercambio en el que sujeto y entorno integran vínculos raigales con el espacio. Pero además, esta entidad tiene carácter de documento histórico por reunir las tradiciones inherentes al proceso de ocupación de la ciudad y a los cambios producidos en los modos de habitarla. Como rasgo característico de la vida urbana, el barrio posee límites, no necesariamente coincidentes con las circunscripciones político-administrativas del plano catastral de la ciudad, por lo que sus barreras no son físicas, sino culturales. Además, como experiencia social, el barrio “es una práctica semiótica” (Ducrot; Todorov. 1974:406), de producción de sentido, en la que intervienen el espacio urbano, las modalidades de convivencia (individuales, familiares, sociales, éticas y estéticas) y los conceptos dominantes asociados a la calidad de vida que cada grupo social y cultura legitima en formas diferentes de producción. 2. Breve recorrido histórico por la dimensión barrial El barrio es una construcción social vigente desde la creación misma de la ciudad (siglos once al trece)1. Fue el elemento de base que estructuró a partir de la diferenciación socio-espacial a la urbe colonial hispanoamericana. En momentos de las utopías urbanas del siglo diecinueve, y en el marco de la antinomia civilización/barbarie de la Generación del ´80, fue la expresión de una “calidad de vida” que hacía especial distinción entre las características que marcaban un “adentro” y un “afuera”, por lo que se constituyó en elemento de diferenciación del espacio de la ciudad.2 La ur-

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banización acelerada posterior a la Segunda Guerra Mundial enmarcó el surgimiento de barriadas espontáneas que en el imaginario colectivo condensarían lacras sociales depositarias de marginalidad. Pero paradójicamente existen ejemplos que albergan poblaciones con tendencias socio-políticas conservadoras cuyo anhelo es asimilarse al modo de vida de las clases sociales superiores. La actual, es la ciudad del capitalismo, con economías de intercambio y concentración donde, además de disponer más de lo que se produce, existe especialización creciente y ello repercute en la complejidad de la constitución barrial.

A los efectos del estudio, se utilizaron fuentes primarias, consistentes en el relevamiento in situ de unidades constructivas y de su contexto urbano, y material bibliográfico referido a la historia de Tolosa.3 El trabajo se basó en la clasificación tipológica –producto de la combinatoria de rasgos edilicios por semejanza o diferencia- y en la investigación de sus dinámicas funcionales. La identificación de valores morfológicofuncionales, de las relaciones establecidas entre los tipos,4 y de éstos con el entorno urbano (paisaje y ambiente), se unió a la indagación de los significados atribuidos por sus habitantes a los referentes identitarios.

3. El corpus analizado La idea de barrio cerrado que en los últimos años se extendió sobre los segmentos alto y medio-alto, unido a los procesos de “gentrificación” (o huída de las clases medias hacia los suburbios), dan cuenta de las mutaciones que atañen a toda entidad urbana. Tolosa no es ajena a este proceso y posee la característica de contar con barrios consolidados con el tiempo a partir del uso. El tipo de sociabilidad contemporáneo basado en la búsqueda de racionalidad, incluye una fuerte impronta mercantil que se traslada a los usos urbanos y repercute en la valoración de los lugares. Pero además, la memoria barrial contiene tradiciones, mitos, historias individuales y colectivas ancladas en la materialidad de edificios, instituciones, calles o plazas, que se configuran en huellas referenciales para el habitante por obra de complejos procesos sociales de asimilación y selección. Cada uno está poblado de imágenes y relaciones de pertenencia que hacen a la cotidianeidad del lugar. Esos organizadores barriales (humanos y materiales) poseen dinámicas propias y dan origen a un determinado microclima barrial. Es así que el barrio, como sistema complejo, no constituye sólo la yuxtaposición de edificios aislados, sino que representa el conjunto de usos, vínculos y formas de convivencia –que en permanente reformulación bajo la forma de extensión/ retracción, sustitución, transformación y/o decadencia- se construyen en un espacio urbano acotado. En el barrio de Las “Mil Casas” de Tolosa ¿de qué modo se expresan las estructuras de esa entidad real e imaginada llamada “barrio”? ¿Existen correspondencias entre las configuraciones físicas y sociales? ¿Cuáles son los indicadores de sus permanencias y cambios?

4. El surgimiento de Tolosa Apenas resuelto el emplazamiento de La Plata, el Gobierno consideró necesaria su conexión con la ciudad de Buenos Aires, con el objeto de dar empuje a la actividad comercial del puerto. Esta idea se materializó en un principio mediante la extensión del ramal ferroviario de Ensenada (1872). La línea Ensenada-Tolosa fue habilitada el 11 de octubre de 1882 y fue luego reemplazada por el empalme Pereyra (1883) que acortaba la distancia desde Buenos Aires, al suprimir el paso por Punta Lara. La llegada del ferrocarril a Tolosa, trajo aparejado no sólo un desarrollo urbano notable, sino que constituyó la imagen de su identidad.5 El 20 de diciembre de 1871, es decir, once años antes de colocarse la piedra fundamental de La Plata6, Martín Iraola, estanciero propietario de gran parte de las tierras altas de las Lomas de la Ensenada, fundó -por motivos especulativos frente a la potencial radicación industrial que posibilitaría la finalización del ramal férreo a Ensenada- el pequeño fraccionamiento de Tolosa (denominación que alude a sus raíces vascas).7 Hacia el año 1823, este poblado no era más que una posta entre Buenos Aires, el Camino Blanco y el que iba a Magdalena, posteriormente consolidada con el aporte de una fuerte corriente inmigratoria compuesta en su mayoría por italianos, españoles y árabes.8 Hacia fines del siglo diecinueve, nuevos pobladores se instalaron el Tolosa con el ánimo de huir de las epidemias que asolaban a los porteños. Los talleres ferroviarios constituyeron el eje de la vida tolosana a fines del siglo diecinueve

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y buena parte del veinte. Fueron creados por encomienda de su propietario, el Ferrocarril Oeste, a mediados de febrero de 1885 bajo la dirección del ingeniero Otto Krause, también proyectista de todas sus superestructuras metálicas, motores, maquinarias y herramientas. Esta obra monumental, para cuya construcción llegaron a emplearse cerca de 3.500 obreros, en su mayoría inmigrantes, fue inaugurada en agosto de 1887. Sus instalaciones destinadas al armado y reparación de los componentes del sistema ferroviario, alcanzaron una superficie de 22.592 metros cuadrados cubiertos que permitía alojar cómodamente hasta 24 locomotoras y 90 coches de pasajeros o carga. Los cuerpos del edificio eran accesibles por medio de líneas férreas y placas giratorias, articuladas a las vías principales que atravesaban la estación Tolosa. El 15 de enero de 1905, los talleres fueron transferidos al Ferrocarril Sud y sus actividades relocalizadas en Liniers, fecha a partir de la cual comienza una lenta etapa de desactivación y abandono, que culmina en el año 2002 con el traslado total de su equipamiento y mobiliario a Remedios de Escalada, lugar destinado a la centralización de los trabajos de mantenimiento de las formaciones del ramal La Plata-Constitución. Otro referente identitario de importancia que presenta en la actualidad igual estado de deterioro a pesar de los reiterados anuncios de proyectos de recuperación, es la estación de Tolosa. Desde 1997 y por 20 años, está concesionada, como los talleres ferroviarios, por la empresa Grupo Metropolitano en el marco del programa de privatización de los servicios públicos. Durante el año 2002 el Colegio de Arquitectos del Distrito realizó un concurso de ideas para revitalizar a La Plata y potenciar el reordenamiento de su territorio. En ese contexto, fueron presentadas propuestas para recuperar los espacios degradados o subutilizados y las estructuras que sufrieron la pérdida de su funcionalidad original, articulando las extensas áreas verdes vacantes con los inmuebles en desuso y otros elementos urbanos significativos como el emblemático puente y la torre de agua. Además, Tolosa tiene una arraigada historia en materia de instituciones barriales: desde la fundación de la Sociedad de Socorros Mutuos el 1º de julio de 1889 por un grupo de obreros y empleados del entonces Ferrocarril ProvinNº 27, diciembre 2004

cial, pasando por los clubes sociales, deportivos, de fomento, bibliotecas y universidades populares, hasta el Ferroclub Argentino delegación Tolosa, fundado el 1º de junio de 1996, a partir del hallazgo ocasional por parte de un grupo de vecinos afectos a la historia ferrocarrilera de la zona, de una vieja locomotora oculta tras unos pastizales que rodeaban los antiguos talleres. Este “descubrimiento” dio impulso a la posterior tarea de recuperación y resguardo de potenciales intenciones de venta en desarmaderos de numerosas piezas encontradas en terrenos linderos. Otro emprendimiento emergente de la acción comunitaria que atañe a Tolosa, es la realización periódica de encuentros entre expositores, artistas y público general que toma forma en la Plaza Iraola bajo el nombre de “Tolosa Estación Cultural” los fines de semana, algunas de cuyas actividades formarán parte de un film documental y de un proyecto a escala nacional. 5. Las “Mil Casas” A fines del siglo diecinueve y en el marco del debate sobre los modos del habitar emanados de los postulados higienistas imperantes, comenzó a tomar forma la noción de “vivienda popular” y la consecuente necesidad de resolver las demandas generadas al respecto. Uno de los ejemplos materializados en 1882 fue el “barrio Las Mil Casas” que el Dr. Juan de la Barra y su esposa Emma construyeron en Tolosa, en el sector denominado Villa Rivera, para obreros del ferrocarril. Esta populosa concentración urbana, que constituyó el primer Barrio Obrero de Latinoamérica, tiene su origen en un préstamo de $400.000 del Banco Hipotecario, gestionado por el citado matrimonio, mediante el que adquirió las tierras que corresponden a las actuales manzanas de las calles 3 y 4, desde 522 a 524, para construir 216 viviendas, que llevaron a cabo durante el período 1882-1888. El vertiginoso ritmo de una vivienda cada nueve días, sumado a los recursos técnico-constructivos utilizados, derivaba del ideario progresista de la Generación del ’80. Las controversias entre los testimonios de sus propios habitantes oscilan entre la descripción de un barrio de malevos y cuchilleros y el humilde espacio familiar de residencia y reunión de los trabajadores ferroviarios.9 Cuando los talleres se mudaron a Liniers, los REVISTA DE HISTORIA BONAERENSE

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trabajadores se trasladaron con ellos -a pesar de los esfuerzos por frenar el éxodo que realizó Emma de la Barra- y los propietarios no pudieron solventar el compromiso contraido para el pago de la hipoteca comprometida. Por lo tanto, el Banco Hipotecario quedó en poder de las viviendas abandonadas que se convirtieron en refugio de vagabundos durante largo tiempo. En 1910, el Banco realizó el remate de las casas por la suma de $30.000 cada unidad, con lo cual el barrio dejó de ser estrictamente obrero, para adquirir las características de un vecindario heterogéneo. Sin embargo, el espíritu ferroviario continuó rigiendo la vida barrial instituida en clubes, iglesias, escuelas, comercios y asociaciones vecinales, como la emblemática “La Fraternidad”. 6. Arquitectura y trama urbana Este barrio, que en un principio constituía una “isla en el desierto” de la pampa, con el tiempo quedó inserto en la trama urbana de Tolosa.10 El proyecto original, ubicado a 700 metros del centro, comprendía una traza de manzanas cuadradas con dos pasajes paralelos de 6 metros de ancho hacia 523, su calle principal. Así, cada manzana quedaba dividida por dos callejones internos y estaba conformada por tres fajas longitudinales perpendiculares a las calles 3 y 4, con un parcelamiento de 7 por 18 metros aproximadamente, donde se agrupaban las viviendas en pares de a cuatro.11 La diferenciación jerárquica se expresaba en la importancia relativa de la calle 523, mientras que las calles internas proporcionan acceso y orientación a las unidades habitacionales y vinculación del barrio con el espacio verde público comprendido entre los talleres y la calle 3. Pero además, como las habitaciones de los conventillos carecían de espacios para las actividades de los niños, el uso de la calle se constituyó en el elemento legitimador de su vida de relación. La repetición del esquema de configuración incluía el diseño de equipamiento en las dos manzanas de las cuatro esquinas principales, resaltado con construcciones en dos niveles para el alojamiento de espacios de encuentro social en los límites del barrio. Por demanda expresa de su propietaria, en el corazón de cada manzana estaba prevista la construcción de equipamiento cultural (un teatro, una parroquia, una escuela elemental y una biblioteca

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pública) que, con el cierre de los talleres, quedaron inconclusos. En septiembre de 1999, el Concejo Deliberante declaró patrimonio arquitectónico e histórico de la Ciudad al Barrio “Las Mil Casas” de Tolosa, con lo cual la protección de sus espacios comenzó a tener visos de legalidad.12 Sin embargo, en el año 2003, en el marco del Plan Estratégico para La Plata, en que el municipio convocó para la realización de talleres de discusión a instituciones, vecinos y funcionarios, surgieron inquietudes referidas a la falta de mantenimiento que, sumado a las numerosas intervenciones sobre el patrimonio construido -como la inclusión de tipologías suburbanas tipo “chalet” que poco tienen que ver con las viviendas fundacionales- produjeron notables cambios en la estructura original del histórico barrio. Conclusiones Al final del siglo diecinueve y durante la primera mitad del veinte, las ciudades se transformaron por obra de las inmigraciones, el desarrollo de enclaves industriales, el incremento de construcciones y servicios requeridos y la segregación urbana que acompañó el aumento de la población.13 En ese contexto se origina La Plata como ciudad prefigurada a partir de un estudiado orden arquitectónicourbanístico derivado del ideario positivistahigienista decimonónico. Como tantas otras, esta ciudad estaba orientada a los sectores medios y altos y los espacios periféricos eran zonas con asentamientos populares. “Periferias” como Tolosa, constituyeron en sus orígenes, espacios al margen de la actividad urbana central, con bajas densidades de tejido y las vías como “frontera”. En la tradicional oposición centro-periferia, las representaciones de la identidad espacial se fueron manifestando -en términos de fortalezas y debilidades- en las asociaciones entre lugar de residencia y calidad de vida; proximidad/lejanía respecto de los ámbitos laborales, de consumo, abastecimiento, servicio y ocio; concentración urbana, contaminación e inseguridad; calidad y cantidad de medios de transporte disponibles, etc. Sin embargo, estas divisiones categóricas, fueron cediendo el paso ante nuevos modos de habitar y a la creciente complejidad del proceso de radicación poblacional. La constitución y el devenir de los barrios no Nº 27, diciembre 2004


siempre respondieron a prefiguraciones físicas. La arquitectura y el urbanismo actual de La Plata ya no presentan su pretendida homogeneidad distintiva. Durante las primeras décadas de vida de la ciudad -y en virtud de la aparición del transporte automotor y la ausencia de normativa aplicada- se produjo un importante desborde urbano en torno al antiguo pueblo de Tolosa.14 En este sentido, el boulevard de Circunvalación de La Plata constituye hoy un límite poco preciso, ya que la trama urbana y la conformación del tejido a ambos lados del mismo, está materializada con características semejantes.15 Por lo tanto, los bordes del casco urbano presentan distorsiones entre el espacio cartográfico original y el actual. Por otra parte, Tolosa, como tantos otros barrios periféricos, no se corresponde en cuanto a morfología urbana, con la reglamentación vigente al momento de la fundación de La Plata.16 Conviven en su trazado viviendas de distintas tipologías que alternan el alineamiento sobre la línea municipal, con tipologías suburbanas que dejan retiros y espacios verdes en el frente. Pero junto a la extensión de la mancha urbana, la instalación de polos de actividades en el barrio de Tolosa -que tiempo atrás caracterizaron a La Plata como paradigma de centralidad- produjeron una notable integración entre centro y periferia. Pese al decrecimiento poblacional que experimentó en el último decenio, Tolosa continúa absorbiendo no sólo a quienes huyen del centro, sino a habitantes de lugares distantes que quieren aproximarse a él.17 Aquellos que continúan viviendo en la antigua localidad, lo hacen porque existe un hábito residencial que integra permanencia e identidad espacial. Y aunque en sus orígenes Tolosa se expresó en una conformación física uniformada por una voluntad hegemonizante, en ese espacio se superpusieron con el tiempo, identidades barriales diferentes. Tolosa nació como arrabal a la vez independiente y vinculado con el centro. La Plata la hizo parte de su estructura, integrándola en una amalgama de diferencias y jerarquías urbanas que tuvo siempre al cambio como paradigma. Respecto de las vinculaciones entre el espacio arquitectónico, el barrial y el ciudadano, es notable el acelerado desarrollo de arquitecturas que calificaron el barrio de “Las Mil Casas”. El valor ambiental que otorgaron a este espacio los soportes tipológicos y sus lenguajes le imprimió una notable caracterización como impronta urbana. El Nº 27, diciembre 2004

proceso de renovación urbana y de aggiornamiento, bajo la forma de reciclaje o destrucción, tuvo como consecuencia la transformación del barrio, traducida en una pérdida de hegemonía, tanto material como cultural. No sólo porque muchas construcciones han desaparecido, sino porque se volvió “permeable” a nuevos usos y costumbres. El nuevo tipo identitario muestra amplios sectores de población menos comprometidos con la vida barrial que con la profesional, educativa y laboral, no siempre desarrolladas en el área de residencia. Es importante destacar que la desaparición de los talleres ferroviarios -fuente de trabajo de los primeros habitantes y origen del barrio analizado- constituyó un elemento de desintegración en este sentido. Hoy las “Mil Casas” ha perdido gran parte de sus itinerarios y de sus marcas de enunciación, pero los filtros cognitivos desde donde se lo evoca son los imaginarios que se condensan en la memoria de sus habitantes. El barrio, como construcción social, es una experiencia urbana en permanente estado de proceso y el concepto de vecindad -que había tenido persistencia desde fines del siglo diecinueve y hasta el veinte- se está transformando para dar lugar a nuevas asociaciones que trascienden la escala barrial y alcanzan dimensiones interurbanas. Los modos de adherir a ese concepto se realizan mediante fuerzas heterogéneas en pugna, en las que se manifiesta el reconocimiento de una mismidad-alteridad, que evidencia -no sólo en la ciudad con su entorno, sino aún dentro del espacio urbano- los diacríticos de una identidad barrial, indicativa de relaciones estructurales entre centro y periferia. Frente a la relativa homogeneidad inherente a todo barrio, la globalización se rige por un patrón de segregación centro-periferia que conjuga zonas de localización privilegiada en pugna con el resto. Pero Tolosa ya no alberga sólo barrios populosos, sino que se ha transformado en un espacio complejo y multívoco en el que alternan residentes de la más variada raigambre. Notas 1- La idea de agrupamiento humano en un lugar distinguible es dominante en el curso de la historia: como estrategia de protección frente a la exclusión social bajo la forma de ghetto (como la Judería praguense concentrada alrededor de sinagogas o el barrio chino de San Francisco); de nucleamiento en torno a una actividad en común (barrios menestrales españoles); o de intercambio (reunión de habitués en lugares determinados para desarrollar una actividad aglutinante). En este sentido, el espacio como soporte de actividades trasciende su cualidad física para constituirse en esfera de la

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acción ética y social (Da Matta. 1985). 2- Según la RAE (23ª edición), el barrio es “cada una de las partes en que se dividen los pueblos grandes o sus distritos” y su etimología (del ár. hisp. *bárri, exterior, y este del ár. clás. barrī, salvaje) alude a una diferenciación respecto de la ciudad. 3- Las tareas de investigación -en base a fuentes documentales (escritas y gráficas), observaciones directas, encuestas y relevamientos (gráficos, fotográficos, aerofotográficos y cartográficos)- se completaron con el rastreo de fuentes secundarias, que permitieron recolectar datos relativos al estado de la cuestión y al marco cultural de referencia. El procesamiento de la información se efectuó en base a la transferencia de dichos datos a soporte informático, su actualización y codificación analítica (con referencias explícitas a las reglas aplicadas en la descripción). 4- (Del lat. Typus, refiere a un modelo o a un ejemplo característico de una especie o género) 5- Tolosa constituye el límite norte del casco fundacional de La Plata y se extiende sobre una superficie de 8, 61 km2, en el sector comprendido por las Avenidas 120, 31, 32 y 520. 6- Para la materialización de la Ciudad de La Plata, el gobernador Dardo Rocha determinó por ley del 1º de mayo de 1882 la expropiación de 16.000 hectáreas pertenecientes a estancieros, parte de las cuales se superponía a la trama de Tolosa. Antes de la Fundación de la ciudad de La Plata (1882), Tolosa se extendía hasta la calle 36 de dicha ciudad y la población de este pueblo sirvió de base para la obtención de mano de obra encargada de la ejecución de la nueva capital provincial. 7- Iraola donó dos manzanas para plazas y una para edificios públicos, cedió a su personal algunos lotes y subastó el resto de las tierras. 8- Los últimos años del siglo diecinueve, Tolosa fue el escenario del movimiento generado por las obras de construcción de La Plata, la nueva capital provincial, y el lugar de localización de grandes emprendimientos comerciales: talleres, fábricas, hornos de ladrillos, corralones, tiendas, almacenes de ramos generales, etc. De ellos, el molino La Julia, ubicado en la manzana encerrada por las calles 4, 5, 526 y 527, activo desde mil ochocientos ochenta y seis, se destacó como emblema de la memoria barrial hasta el año 1919, en que un incendio lo consumió. 9-En el haber de la memoria tolosana, además de los callejones, malvones y zaguanes, no falta el repetido comentario que alude a la presencia en un local cercano a la estación del entonces adolescente y desconocido Carlos Gardel para entonar tangos junto a Angel Billordo, en 1914. 10- En la época de su construcción, las extensiones libres, luego utilizados como plaza pública, se interrumpían sólo con la presencia de los talleres ferroviarios. 11- El esquema tipológico adoptado para la vivienda, surgida en principio para su alquiler total o parcial a hombres solteros, resultó de la adecuación de la casa chorizo, a la que se eliminaron las conexiones interiores entre los ambientes por la galería, privilegiando las dimensiones del patio y reduciendo las dimensiones de cocina y baño para uso meramente de servicio y uso compartido. Cada unidad tenía por su pequeño frente (en promedio, 6,70m) una salida directa hacia una de las arterias principales o a uno de los callejones del barrio. Las puertas de acceso eran contiguas cada dos casas y el zaguán abría a un patio común, con un aljibe para la provisión de agua. Las viviendas de una sola planta se organizaban en forma lineal, con dos dormitorios, cocina y letrina sobre el fondo del lote. El patio y el acceso lateral se ubicaban sobre el eje medianero, en coincidencia con la sala de estar, sobre la línea municipal. Aquellas emplazadas en esquina, presentaban subsuelo para depósitos o

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almacenes, planta alta (para sala de estar y dos dormitorios) y en ciertos casos, altillo. La planta baja, cubierta por estas dependencias, estaba destinada a local comercial, con patio sobre el eje medianero sobre el que ventilaban dormitorios, baño y cocina. La estandarización de los componentes constructivos y el carácter de avanzado nivel tecnológico para el momento, permitieron acelerar el proceso de materialización de las obras: sistema de muros portantes de ladrillos de campo y mortero de barro y conchilla sobre cimiento único corrido (zapata continua sobre las unidades de un mismo bloque); producción en serie de aberturas y modulación de luces de apoyo para la caja arquitectónica sobre la que se asentaban cubiertas de chapa con tirantes de madera y entrepisos de bovedilla de ladrillo. Los materiales de los solados se resolvían en ladrillo, madera y calcáreo. 12- El barrio “Las mil Casas” de Tolosa se encuentra comprendido como zona de protección patrimonial EPP2 “Zona comprendida desde la intersección de las calles 522 y 3, por ésta hasta su intersección con la calle 524, por ésta hasta su intersección con la calle 4, por ésta hasta su intersección con la calle 522, por ésta al inicio. Incluye los Pasajes 522 A, 522 B, 523 A y 523 B. Comprende además las parcelas frentistas a ambas manos de la calle 522 desde la calle 3 hasta la calle 1; la calle 1 desde la calle 1 hasta 520; la calle 115 desde la calle 520 hasta la calle 527; la calle 116 desde la calle 527 hasta la calle 528 bis; la calle 528 bis desde la calle 116 hasta la calle 3; la calle 3 desde la calle 528 bis hasta la calle 524.” (Código de Planeamiento Urbano. Ordenanza 9231/00 de Ordenamiento Territorial y Uso del Suelo para el Partido de La Plata. Título II. Ordenamiento del Territorio. Áreas y Zonas del Partido de La Plata, convalidada por Decreto Provincial Nº 1200/02). 13- En Argentina, el contexto de producción de la arquitectura de la Generación del ’80, estuvo signado por el anhelo de progreso y modernización de la estructura cultural (sociedad, gobierno, economía, técnica. etc.). 14- Además, la atractividad ejercida por la ciudad de Buenos Aires fue el motivo por el cual el proceso de suburbanización se continuó en el tiempo. 15- Para el habitante, la única referencia precisa de orientación a ambos lados del Boulevard, es la existencia de una numeración en las calles a partir de la Avenida 32, donde comienza el trazado platense. 16- Los artículos 11 y 12 del decreto del 24/11/1882 del Poder Ejecutivo prescribían que la edificación privada debía emplazarse sobre la línea municipal, homogeneizarse en altura y presentar una imagen arquitectónica pautada por el Departamento de Ingenieros. 17 En 1882, año de fundación de La Plata, Tolosa contaba con poco más de 700 habitantes, tal como lo consigna el Censo General de la Provincia de Buenos Aires del año 1881. Según datos censuales difundidos por el INDEC y procesados por la Dirección Provincial de Estadística del Ministerio de Economía de la Provincia de Buenos Aires, la población de Tolosa se calculaba en el año 2001 en 44.754 habitantes, con un decrecimiento del 1,1% respecto a 1991. Para los especialistas en la materia, las causas que explicarían esa baja se encuentran en la creciente planificación familiar, el envejecimiento de la población y el mejoramiento de la calidad de vida Bibliografía CERVELATTI, P. 1994. “El centro histórico”. Benavides Solís, J. 1999. Diccionario razonado de bienes culturales. Sevilla. Padilla. CASTELLS, M. 1988. Crisis urbana, estado y participación

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ICOMOS. 1994. Documento de Nara. ICOMOS News. Nº 3/1994:18-20.

Susana L. Tuler.

ASOCIACIÓN DE HISTORIA ORAL DE LA REPÚBLICA ARGENTINA “AHORA” El 6 de diciembre se constituyó en el Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires la Asociación de Historia Oral de la República Argentina (AHORA). Entre los miembros se encuentran Hebe Clementi (presidente), Liliana Barela, María Inés Rodríguez Aguilar, Pablo Pozzi, Mirta Lobato, Alejandro Schneider, Graciela Browarnik, Mercedes Miguez, María Cristina Viano, Rubén Kotler y Graciela Saez. El objetivo de esta Asociación es promover el estudio, la investigación, la enseñanza y la difusión de la historia oral, y para ello se ha propuesto constituirse en un foro académico, de discusión y difusión sobre el tema. Creará una red nacional de historiadores orales y un archivo nacional de historia oral y coordinará congresos, cursos y publicaciones para difundir los trabajos de los especialistas.

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EL TRABAJO Y LA VIVIENDA DE LOS OBREROS DE BUENOS AIRES A PRINCIPIOS DE SIGLO XX

Ana María Facciolo

Este artículo se referirá a la localización residencial1 de los trabajadores2 de alrededor de principios de siglo XX en el área de Buenos Aires, a las características de la industria en la misma época y, específicamente, a la relación entre la residencia y el lugar de trabajo. Este tema se incluye en el más abarcativo de las condiciones de vida y de la cotidianeidad de la clase trabajadora, partiendo de la base de que las pautas de localización residencial presentan en el período estudiado características especificas, que posteriormente se modificaron. Existen ciertos condicionamientos de la localización residencial de los obreros y de la relación residencia –lugar de trabajo, entre los que se cuentan: - el crecimiento de la ciudad y las consiguientes modificaciones de la estructura urbana. - el uso del suelo urbano - el desarrollo de la industria y sus patrones de localización en la ciudad - las características predominantes de la vivienda obrera y, dentro de la misma, específicamente su sistema de tenencia - la composición de los sectores populares - el desarrollo y características del transporte urbano A principios de siglo XX la interrelación de estos factores condujo , como se vera mas adelante, a un escaso distanciamiento entre vivienda y trabajo y, por ende, a una delimitación poco clara entre áreas laborales y habitacionales. Otro supuesto del que se parte es que en el periodo analizado el asentamiento obrero no se presentaba homogéneo. Es decir, en Buenos Aires existía mas de un área de residencia obrera y, al mismo tiempo, ninguna era exclusivamente obrera. Por otra parte, tampoco se encontraba un solo tipo de vivienda obrera,. pese a la predominancia y peso conceptual del conventillo.3 La ciudad de Buenos Aires El periodo estudiado constituye el de mayor crecimiento de Buenos Aires que, entre 1895 y 1909, en solo trece años, duplica su población, constituyendo la ciudad lati-

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noamericana que más crece en el periodo.4 La incorporación del país al mercado internacional, a través del puerto de Buenos Aires, como productor y exportador de materias primas y alimentos, conjuntamente con la afluencia masiva de migrantes de ultramar a partir de 1880, incidieron fuertemente en el crecimiento de la ciudad.5 Al mismo tiempo, tuvieron lugar modificaciones urbanas, como consecuencia tanto de la hegemonía de pautas culturales de origen europeo, que se plasmaron en las nuevas construcciones, como de la introducción de ciertas innovaciones tecnológicas como, entre otros, el ascensor que se introdujo en 1898.6 Hasta fines del siglo XIX no se había consolidado una especialización funcional de la ciudad. El centro urbano, que era el área de mas antiguo poblamiento, y de mayor densidad poblacional, concentraba usos diferenciales además del residencial, como industrial, comercial y servicios. En la primera década del siglo XX comienzan a crecer las circunscripciones periféricas.7 Así, si en 1904 el centro y áreas cercanas concentraban en una quinta parte de la superficie más del 60% de la población, en 1914 solo concentran el 45 %. El crecimiento de la periferia, que no se realiza al principio en buenas condiciones ambientales8, se debe principalmente al loteo a largo plazo destinado a sectores de escasos recursos que se da a partir de 1904.9 y que incide en la estructura urbana recién en la década del 20. Es así como se formaron varios de los viejos barrios de Buenos Aires, como Villa Luro, Villa del Parque, Villa Urquiza, Villa Ortúzar, etc. La industria en el periodo Hacia fines del siglo XIX la industria argentina constituía una actividad de elaboración primaria, poco diferenciada de las actividades agropecuarias. Así, algunos de los rubros mas desarrollados eran los frigoríficos, los molinos harineros, la elaboración de miel y caña. Dentro de este cuadro se da un desplazamiento de la industria del interior hacia la Capital y sus suburbios, como Avellaneda, en relación con lo cual los sistemas productivos pasan a ser menos artesanales. En 1895 la Ciudad de Buenos Aires concentraba mas de la

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tercera parte de los establecimientos industriales y casi la mitad de los capitales invertidos. Además de las actividades de elaboración primaria, se destacaban también algunas otras industrias de carácter artesanal, productoras de bienes de consumo directo, como talabarterías, confecciones, artículos de tocador y artículos de ornato, localizadas en general en Buenos Aires en función del mercado consumidor. Por otra parte, comenzaba a destacarse en tales momentos el ramo de la construcción, básico en un país y especialmente en una ciudad que experimentaba un alto crecimiento poblacional y cuya principal mano de obra eran inmigrantes italianos El carácter artesanal de la industria se expresaba tanto en la baja concentración de mano de obra y de tecnología incorporada,10 como en la presencia de muchos oficios ejercidos a domicilio, básicamente confección de ropa, como también en la coexistencia de manufactura con comercio en el mismo local. Mientras tanto se va modificando la localización de la industria capitalina y se inicia una mayor especialización de las distintas áreas. El marcado incremento poblacional en las áreas centrales de la ciudad a principios de siglo condiciono que la industria abandonara en parte el centro, trasladándose hacia el sur (Avellaneda) En 1914 no se había iniciado una gran modificación y diversificación de rubros dentro de la industria capitalina, pero si una mayor modernización que se expresaba en la concentración de la mano de obra y en la creciente tecnificación.11 La población extranjera El impacto de la migración masiva de ultramar que se dio hacia principios del siglo XX no fue sólo cuantitativo, sino básicamente cualitativo, expresándose en una modificación sustancial de las pautas de vida de la población como también en un estilo de uso del espacio urbano. El periodo que corre entre 1904 y 1913 constituyo el de mayor afluencia de migrantes. El saldo migratorio promedio anual del periodo fue de 145.764 personas12. Entre 1869 y 1914 aproximadamente la mitad de la población de la ciudad era extranjera13.

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Los extranjeros cumplieron un rol fundamental en la temprana industrialización del país y, específicamente, en el área Buenos Aires. En 1887 el 85% de los empleos en la manufactura de Buenos Aires correspondía a extranjeros. El porcentaje era mayor en el caso de los propietarios de establecimientos, donde el 92% era extranjero, básicamente italianos, aunque puede suponerse que se trataba de pequeños talleres. Posteriormente el peso de los extranjeros dentro del empleo, sobre todo industrial, disminuye, aunque no su peso en la ciudad. Así, si en 1887 dentro del empleo industrial había 6 extranjeros por cada argentino, en 1914 la relación disminuye a menos de 3. Los rubros industriales en que predominaban los extranjeros eran la construcción, y en menor medida alimentación y químicas. La menor presencia de extranjeros se encontraba en grafica, por la necesidad de conocer bien la lengua, y en confecciones, realizada comúnmente a domicilio y por mujeres, como también en ornato. En cuanto a su localización residencial, los extranjeros predominaban en las áreas antiguas y centrales en relación con la mayor presencia de conventillos. A partir de la década del 1910 es posible que se haya producido una relativa descentralización de la población extranjera , ya que puede suponerse que el loteo a plazos, que comenzó en 1904, permitió a parte de esta población, probablemente la de más antigua radicación en el área, acceder a la compra de un “terrenito”. Si se analiza la localización residencial de los distintos nacionalidades extranjeras, se observa que es diferencial dentro del espacio urbano. Sin embargo, el escaso peso de la población nativa, el gran impacto de la migración en la misma, el dinamismo poblacional y de la estructura urbana , no dieron lugar a la formación de ghettos. La vivienda Como es sabido la vivienda típica de los obreros de principios de siglo era el conventillo, en principio viejas casas coloniales subdivididas, hasta que hacia 1860 empezaron a construirse especialmente. Esto marca un hito en la historia de la vivienda obrera porque se

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da una creciente especulación, siendo el subarriendo una de sus principales formas. La especulación, la demanda habitacional creciente y la valorización de la propiedad inmueble provocaron un marcada alza de los alquileres hacia principios de siglo. Entre 1904 y 1912 los alquileres de piezas de conventillos en Buenos Aires experimentan un alza que, en algunos casos, alcanzan al 100%14. Pero al mismo tiempo se mantenían las deficientes condiciones de habitabilidad, como elevado hacinamiento, mala ventilación, escasa higiene, etc. En el año 1892 se da el mayor índice de hacinamiento en piezas de conventillo, 3,8 personas por cuarto15. En 1904 tiene lugar una mejora de las condiciones de vida. En tal año la mitad de las casas de inquilinato se concentraban en la Boca y el radio céntrico, presentando mejores condiciones habitacionales que las localizadas en otras áreas. En síntesis, podría decirse que hacia principios de siglo el habitar conventillos céntricos a menudo era preferido por los sectores populares, en la medida en que representaban mejores condiciones de vida que las que se daban en los suburbios periféricos, tanto en modestas casas de autoconstrucción en áreas no suficientemente urbanizadas como en las cintas negras, localizadas en áreas inundables invadidas por migrantes internos y precursoras de las villas miseria16. A esto hay que agregar el escaso desarrollo del transporte en la época, lo cual priorizaba la localización habitacional centralizada. La conformación de la clase obrera El periodo que se extiende entre 1890 y 1910 puede considerarse como de formación de la clase trabajadora , que creció numéricamente y comenzó a organizarse17. En 1914 el personal industrial de Buenos Aires alcanzaba a 143.000, casi un 10% de la población de la ciudad. En tal momento solo una pequeña parte de los obreros se ocupaba en lo que podía ser denominado fabricas, el resto lo hacia en pequeños talleres de tipo artesanal que, a menudo, incluían la comercialización del producto. En 1902 el 60% de los obreros era de origen extranjero. El peso de los nativos era mayor en aquellas ramas mas consolidadas, en las cuales el salario era mas elevado.

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Como ya ha sido comentado, una parte importante de los obreros realizaban la tarea “a domicilio”. Esta modalidad de trabajo, mas común en el caso de las mujeres, se asociaba generalmente a hacinamiento y malas condiciones de vida18. Otro sector vivía en los mismos lugares de trabajo, como los dependientes de tiendas y los cocheros. Todo lo cual arrojaba un cuadro de relativa dispersión ecológica de la clase obrera. ¿Cómo era el salario obrero? Entre 1886 y 1895 los salarios aumentaron en menor medida que el costo de vida, que se duplicó19. En los primeros años del siglo XX se produjo un aumento sustancial en los salarios, como consecuencia de la demanda de mano de obra y de la organización del movimiento obrero. Pero a partir de 1906 se dio una alza considerable de precios y alquileres , que afecto las condiciones de vida de los obreros y que origino una serie de protestas y acciones. Entre ellas se cuenta la Huelga de Inquilinos de 1907, de corte popular no partidario, referida específicamente al consumo. Implementada en un contexto de relativa concentración espacial, expresó la capacidad de movilización y organización de las clases populares hacia principios de siglo20. La relación trabajo-residencia A principios del siglo XX la clase trabajadora de Buenos Aires habitaba en general el radio céntrico y la Boca que constituían, además, las áreas de mayor concentración de extranjeros y de población en conventillos. También comenzaba a darse una cierta descentralización hacia áreas mas periféricas como San Cristóbal y San Bernardo, en malas condiciones de habitabilidad, a juzgar por el hacinamiento, pero no asociadas al conventillo21. El lugar de residencia se encontraba altamente condicionado por el lugar de trabajo, debido a la localización centralizada de muchos talleres e industrias y al escaso desarrollo del transporte en la época, como también al sistema de tenencia de vivienda mas frecuente en el caso de los trabajadores, el arrendamiento, que permitía movilidad de residencia en el caso de cambiar el lugar de trabajo.

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Por un lado, se encontraban dos situaciones que expresaban real coincidencia entre lugar de residencia y de trabajo: el trabajo domiciliario y los trabajadores que vivían en el mismo lugar en que trabajaban, como los dependientes de tiendas y los cocheros. También se encontraba relación en el caso de los curtidores, que vivían próximos a las curtiembres, y de los trabajadores portuarios que habitaban cerca del puerto.. Pero, por otra parte, había oficios en que el lugar de residencia no estaba condicionado por el empleo, como los albañiles, cuyo lugar de trabajo era móvil, o los ebanistas y torneros que vivían retirados de la ciudad. Conclusiones Como conclusiones pueden citarse: -Gran crecimiento poblacional de la ciudad de Buenos Aires en el periodo -Malas condiciones de habitabilidad en las áreas obreras, tanto céntricas como periféricas -Alto grado de concentración de la industria en Buenos Aires, en relación con una similar concentración de la clase obrera. - Relativo desplazamiento de la localización industrial hacia el sur ( Avellaneda) - Sobrerepresentación de población extranjera en la industria, como así también existencia de trabajo femenino e infantil. - Predominio ecológico de extranjeros en el área céntrica y La Boca, en relación con elevados índices de hacinamiento. - Dispersión ecológica de los obreros en vinculación con las características artesanales de la industria ( coexistencia de industria y comercio, trabajo domiciliario, etc.) - Escaso desarrollo del transporte, lo que también condicionaba una localización residencial céntrica. En síntesis, puede afirmarse que en Buenos Aires a principios del siglo XX en la relación trabajo- residencia el primero condicionaba la segunda. En consecuencia no se encontraba en el periodo una clara diferenciación entre áreas residenciales y áreas laborales. A partir de los años 30 y sobre todo los 50 una serie de factores, entre los que se cuentan la creciente complejidad urbana, el desarrollo REVISTA DE HISTORIA BONAERENSE

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de industrias con requerimientos especiales de radicación, el loteo de tierras destinado a sectores de escasos recursos, el bajo costo del transporte hasta principios de los 70 y el crédito individual blando del Banco Hipotecario Nacional para construcción de vivienda entre el 47 y el 55, condujeron a un distanciamiento de las áreas residenciales y laborales. 

Notas 1. Localización residencial alude al lugar en el cual viven o residen. 2. En este artículo los términos obrero y trabajador se usarán indistintamente. 3. Actualmente se reconoce que solo un cuarto de la población de las ciudades puerto habitaba en ellos (Armus, D. Y Hardoy, J.E.; “Conventillos , ranchos y casa propia en el mundo urbano del novecientos”, en Armus, D. (comp.) Mundo Urbano y Cultura Popular, Estudios de historia social argentina, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1990.) 4. Población en el área de Buenos Aires, en miles. Años censales seleccionados: 1869, 230; 1895, 783; 1914, 2,035. Fuente: Censos Nacionales de Población 5. Entre 1857 y 1924 el saldo migratorio de italianos en la Argentina fue de 1.311.000 y el de españoles 1.024.00 6. El primer ascensor se instaló en el diario La Prensa en 1898. Su posterior difusión constituyó uno de los factores que fomentaron la construcción en altura y la densificación central. En el periodo también se trazaron las principales avenidas y diagonales. En 1910 se abre la Avda de Mayo y en 1913 se realiza el ensanche de las avenidas Santa Fe y Alvear. Todo estos fenómenos van transformando la ciudad, otrora colonial. 7. Entre 1904 y 1909, San Bernardo crece 199%, Vélez Sarsfield, 177% y Palermo 149% ( datos del Boletín del Departamento Nacional de Trabajo No. 16, mayo 1911, Buenos Aires.) 8. Dice Samuel Gache”......Un defecto subsiste en la periferia: la insalubridad de la vivienda. Los barrios alejados no tienen agua corriente ....el baño es un cosa desconocida....la red de cloacas no llega.....la basura se pudre al aire...” ( Gache, S.- Les logements ouvriers à Buenos Aires, Paris, 1900. ( no hay cita completa) 9. Ver Facciolo, A.M. y Dichter, Ma. B. “Los barrios de loteo en el Gran Buenos Aires”; en Medio Ambiente y Urbanización, No. 19, Buenos Aires, junio 1987. 10. En 1895 en la Argentina el promedio de personas por establecimiento era 7, y la fuerza motriz por establecimiento 2,6 HP ( según datos censales) 11. Si bien los establecimientos pasan de 6.128 en 1887 a 10.240 en 1914, el personal pasa de 42.321 a 143.000, con lo cual el tamaño promedio del establecimiento aumenta de 7 a 14. Por su parte, la fuerza motriz se quintuplica, pasando de 6.277 a 32.000HP ( según datos censales) 12. Datos de la Dirección de Comercio Exterior. 13. Dentro del 50% que correspondía a la población extranjera, el 40% eran italianos y españoles y el 10% pertenecían a otras colectividades. 14. Esta alza se sintió mas agudamente en algunas parroquias, como Las Heras, Concepción, Balvanera Sud y San Cristóbal. (Elaboración propia a partir de datos del Boletín del Departamento Nacional de Trabajo, Volumen VI, No. 21, 1912, Buenos Aires.) 15. Ver Rawson, G. Escritos y discursos ( no se posee cita completa) 16. Schteingart, M; Facciolo, A.M.; Knallinsky, M.; Toribio, A. y Broide, B. “Política de vivienda de los gobiernos populares para el área de Buenos Aires” ( 1ra, parte) , en SUMMA, No. 72, enero 1974. 17. En 1895 se constituyó la primera sociedad obrera: Sociedad Tipográfica Bonaerense. En 1902 ya existían dos federaciones

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obreras: la FORA, de tendencia anarquista y la UGT, socialista sindicalista. A partir de 1901 se declararon numerosas huelgas generales. ( Spalding, H. La clase trabajadora argentina (documentos par su historia 1890-1912) . Editorial Galerna, Buenos Aires, 1970.) 18. En 1916 en el total de las situaciones de trabajo domiciliario se encontraron 66 habitaciones solo para trabajar, mientras 130 combinaban taller y dormitorio y 534 incluían también el comer. Es decir que era muy marcado el predomino de cuartos en los cuales coincidía trabajar , dormir y comer. (Panettieri,J. Los trabajadores. Ed. Jorge Álvarez S.A., Buenos Aires, 1968. 19. Salario promedio 1886 2,50 1895 3,50 Fuente: Panettieri, op. cit 20. Los acontecimientos que están en el origen de la huelga son los siguientes: en agosto de 1907 la Municipalidad anunció un aumento de impuestos. A fines de cubrirlos los propietarios aumentaron los alquileres, agregando un porcentaje aun mayor que el aumento de impuestos. Los inquilinos de un conventillo de la calle Ituzaingó, en Barracas, se negaron a pagar los alquileres declarándose en huelga. El movimiento se generalizó, llegando a incluir alrededor de 2000 conventillos de la Capital, lo que representaba un 10% de la población de la misma. Además, la huelga tuvo eco en otras ciudades del país , como Rosario. El movimiento tuvo el apoyo de la prensa oficial y partidaria, como así también de la Intendencia de Buenos Aires, pero no del Ministerio de Interior. En consecuencia la huelga fue reprimida por la Policía. Sin embargo, los huelguistas obtuvieron algunas victorias, aunque parciales y transitorias, como ciertas reglamentaciones en la construcción de nuevas casas de inquilinato. Ver Spalding, H. La clase trabajadora argentina (documentos para su historia 1890- 1912). Editorial Galerna, Buenos Aires, 1970. 21. 1904.- San Cristóbal 3 personas/ cuarto San Bernardo 2,5 personas/ cuarto Promedio Ciudad 1,9 personas/ cuarto Según datos censales. Bibliografía Armus, Diego (comp..) Mundo urbano y cultura popular. Estudios de Historia Social Argentina.- Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1990. Boletines del Departamento Nacional de Trabajo. No. 16, mayo 1911 / No. 21, 1912 Dorfman, Adolfo. Historia de la industria argentina. Solar/ Hachette, Buenos Aires, 1970. Facciolo, Ana Maria. “Crecimiento industrial, expansión metropolitana y calidad de vida. El asentamiento obrero en la Región Metropolitana de Buenos Aires desde principios de siglo”, en Desarrollo Económico, Revista de Ciencias Sociales, No. 80, enero-marzo 1981, Buenos Aires. Facciolo, A.M. Y Dichter, Ma. Berta. “Los barrios de loteo en el Gran Buenos Aires”, Medio Ambiente y Urbanización, Año 5, No. 19, junio 1987, Buenos Aires. Gache, Samuel. Les logements ouvriers à Buenos Aires, Paris, 1900 ( no hay cita completa) Geller, Lucio. “El crecimiento industrial argentino hasta 1914 y la teoría del bien primario exportable”, en El Régimen Oligárquico. Materiales para el estudio de la Realidad Argentina 8 hasta 1930. Compilado por Marcos Giménez Zapiola, Amorrortu, Buenos Aires, 1975. Panettieri, José . Los trabajadores. Editorial Jorge Álvarez S.A., Buenos Aires, 1960. Rawson, Guillermo. Escritos y Discursos ( no existe cita completa). Scobie, James. “Changing Urban Patterns: the “porteño” case. 180-1910”, en El proceso de urbanización desde sus orígenes hasta nuestros días, dirigido por Hardoy, Jorge E. Y Schaedel, R.- Editorial del Instituto, Buenos Aires, 1969. Schteingart, Marta, Facciolo, A.M.; Knallinsky, Marta, Toribio, Alicia y Broide, Beatriz. “Política de vivienda de los gobier-

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nos populares para el área de Buenos Aires” ( primera parte ) en SUMMA, No. 72, enero 1974. Spalding, H. La clase trabajadora argentina (documentos para su historia 1890-1912) Editorial Galerna. Buenos Aires, 1970. Storni, P. “La industria y la situación de la clase obrera de la Capital de la República”, en Revista Jurídica y de Ciencias Sociales, Volumen 25, Tomo II, No. 1/3, julio- setiembre 1908, pag. 237 –321. Radrizzani, M. Y Sala, N. “Avellaneda, una ciudad de industria pesada”, en Argentina, Summa de Geografía, Peuser, Buenos Aires, 1963.

Ana María Facciolo. Universidad Nacional de Luján. Universidad de Morón

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PLAZAS DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES ZÁRATE: SU PLAZA PRINCIPAL Silvia Baccino. María Luisa Sorolla (*) No se puede pensar la vida urbana en nuestras ciudades sin la plaza principal que la anima y en la que se vuelcan las actividades política, religiosa y de encuentro y esparcimiento de la comunidad. La Plaza Mitre de Zárate no escapa a esta caracterización básica y su imagen actual ha ido conformándose a partir de los primeros trazados; evolucionando desde la plaza seca desprovista de todo equipamiento y ornamento hasta la plaza–paseo de hoy. Tratándose Zárate de una localidad ribereña, emplazada sobre la margen derecha del Río Paraná de las Palmas, la Plaza en lugar de ocupar el centro del trazado urbano, como en el caso de las ciudades mediterráneas, se halla desplazada hacia la costa. Según el Plano del Rincón de Zárate y Traza del Pueblo, realizado por el agrimensor Manuel Eguía y aprobado el 31 de enero de 1827, la Plaza estaba conformada por una superficie igual a la de una manzana (un cuadrado de 100 varas - 86.60 m.- de lado) ubicada en el centro de las cuatro manzanas delimitadas por las actuales calles Justa Lima de Atucha, Bolívar, San Martín y Belgrano. Seguramente fue intención del proyectista el lograr que las calles laterales fueran suficientemente amplias para el desarrollo de las actividades comerciales. En 1855, cuando Eguía realizó un nuevo plano del pueblo volvió a situar la Plaza en el centro de las cuatro manzanas, tal como la proyectara originalmente. Por esa época comenzaron a construirse varios edificios en el centro de la misma, entre ellos el primitivo templo parroquial. Conforme lo detalla el plano de la traza de 1880 la Plaza estaba formada por cuatro manzanas, rodeadas por dos hileras de paraísos, desaparecidos hacia 1883, y cruzada por dos diagonales, también con doble hilera de árboles de la misma especie, existiendo canteros entre la arboleda. En ese último año se cercó sólo la manzana actual con alambrado y puertas o molinetes en las esquinas, con el objeto de impedir que los animales, que circulaban por las calles, destrozaran la incipiente parquización. Luego, hacia 1888, se remataron “terrenos municipales de la antigua plaza” para afrontar deudas públicas y, de esta manera, la Plaza pasó a tener su conformación actual de una manzana. Hacia fines del Siglo XIX las autoridades comunales resolvieron realizar el proyecto integral de trazado y de ornamentación, encomendando el mismo a Dn. Miguel Ferrari, vecino del pueblo que había realizado estudios de perfeccionamiento en La Plata. El concepto de plaza había variado en el tiempo y se veía en la modernización de este espacio público un símbolo de progreso y cultura, reflejo de la importancia que había adquirido el Pueblo de Zárate. Se trazaron caminos, aparecieron canteros diseñados según la concepción del jardín barroco, fueron colocados bancos para el descanso de los paseantes y se incorporó el árbol como elemento insustituible en el paisaje urbano. La Plaza pasó a ser lugar de encuentro y reunión de los zarateños y, poco a poco, se completó su equipamiento: el mástil en el centro de las diagonales, el kiosco de diarios y revistas de la época, la estatua de Leandro N. Alem inaugurada en 1910 y emplazada en una de las medianas del cuadrado frente al edificio municipal. La misma representa al caudillo radical en su clásica postura antes de dirigir la palabra y es obra del escultor español Dn. Manuel Basterra. En su perímetro fueron emplazados los edificios representativos: la Iglesia Parroquial Nuestra Señora del Carmen, el Palacio Municipal, la Escuela N° 1 y el Banco de la Nación Argentina. Completaban el entorno la “Confitería del Progreso” (luego sede del Colegio Nacional y, hoy, E.E.T. N° 3), el Hotel

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Plaza y algunas viviendas particulares. Pese a la diversidad de estilos, la Plaza alcanzaba una imagen clara y perceptible con gran uniformidad de escala y alturas. Pero la misma no perduraría demasiado tiempo, la sucesiva desaparición de viviendas particulares y, a partir de la década de 1960, la construcción de edificios en altura alteraron el orden establecido, destruyendo el perfil urbano, en el cual los elementos dominantes eran los símbolos del poder civil y religioso. Su composición actual, luego de la puesta en valor realizada en los dos últimos años del Siglo XX, muestra el clásico esquema de circulaciones peatonales según las diagonales y con accesos en las medianas del cuadrado, dejando en el centro un amplio espacio que contiene la fuente. El espacio perpendicular a la Av. Rivadavia remata visualmente en el Palacio Municipal que domina, preponderantemente, toda la composición. Constituye este ámbito el eje ceremonial, habiéndose agrupado en el mismo los mástiles y los monumentos y placas conmemorativas que recuerdan episodios de la historia nacional y de la local. Su nombre más antiguo fue Anta, para honrar a los hermanos Pedro y José Antonio, pobladores de esta región desde principios del Siglo XIX y que, en 1825, vendieron parte de sus tierras con el expreso propósito de que en las mismas se desarrollara Zárate sobre la base del poblado existente. Fue, luego, Plaza Gral. Roca y hoy Plaza Mitre. Ha cambiado su nombre, pero siempre fue y será el punto de referencia y sitio de valor histórico cultural y simbólico de la ciudad de Zárate, desempeñando un rol fundamental en la vida dinámica de la misma. (*) Arquitectas - Museo “Quinta Jovita” de Zárate.

LA PLAZA TENIENTE CORONEL NICOLAS LEVALLE DE CARHUÉ Gastón Partarrieu (*) La fundación de Carhué fue llevada a cabo por el entonces Mtro. de Guerra y Marina Dr. Adolfo Alsina de 1876, durante la presidencia de Nicolás Avellaneda. Puede decirse que Carhué posee dos fechas de gran significación: el 23 de abril de 1876, día del arribo de las tropas al médano Carhué que denomina así toda esta zona; la segunda fecha, y la que se conmemora como aniversario es el 21 de enero de 1877, día en que el Jefe de la División Sud Levalle decide fundar oficialmente el Pueblo de Adolfo Alsina, tal como fue bautizado originalmente, manteniendo así el objetivo del ministro: fundar poblados estables para ir ocupando paulatinamente la pampa “desierta”. Para esta fecha Levalle hace esculpir una piedra fundacional (hoy en el Museo) convocando al Sacerdote de B. Blanca p. Aráoz para que bendiga al nuevo pueblo, quien reunido en la plaza central, presencian tal importante suceso al son de la banda del Batallón 5º De Infantería De Línea. El pueblo original en 1877 era tan sólo la plaza principal de 4 solares de 100 x 100 mts. y 26 manzanas idénticas a su alrededor. Posteriormente en 1883 por ley nacional se comisiona al Ing. Rodolfo Moreno para trazar y fundar un pueblo de 4 leguas con la premiza que inserte a la población ya establecida además de poder expropiar lo necesario. Así, parte de las tierras del fundador son compradas por el Estado. El ing. Moreno traza un pueblo con una enorme visión de crecimiento. Diseña una planta con una plaza central y 4 más a sus vértices, que nunca el crecimiento de Carhué llegó a rodearlas. En dicho proyecto nuestra actual plaza fue la del cuadrante sur, mientras que la medular del nuevo pueblo se ubicaría hoy en el actual Corralón Municipal, otra en los alrededores del Cycles Moto Club y las otras dos bajo las aguas, una en las inmediaciones del Balneario El Cristo y la otra distante a diez cuadras en línea recta hacia el Balneario La Isla. Años después, en 1886, se crea por ley el partido de Adolfo Alsina y es recién en 1949 cuando se le Nº 27, diciembre 2004

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restituye al pueblo de Adolfo Alsina el antiguo topónimo de mucho mayor aceptación y uso en el pueblo e influencia: Carhué. Así pasaba a ser: el Partido Adolfo Alsina y la cabecera Carhué. Una vez ocupado Carhué en abril de 1876 se comenzaron las tareas de defensa del lugar. De esta manera se comienzan a construir el fuerte Gral Belgrano(hoy Cuartel de Bomberos), los 30 fortines y algunos cortos tramos de la famosa Zanja. En la Memoria Especial del Ministerio de Guerra y Marina del año 1877, se publica el primer plano de la comandancia Carhué y el Pueblo Adolfo Alsina. Este plano es confeccionado en Agosto de 1877 y en él se puede observar la ubicación de la Comandancia Fuerte “Gral. Belgrano”, las primeras construcciones y los primeros propietarios a quienes se le otorgaron parcelas en el nuevo pueblo. Este diseño responde a la forma tradicional de damero de la ciudad española, es decir un núcleo poblacional reunido alrededor de la plaza central. Dice Levalle en dicha memoria: “En vista del corto tiempo que se está trabajando en el pueblo, no han podido realizarse aún construcciones de importancia; no obstante mencionaré en seguida las que más están adelantadas, principiando los Cuarteles. Estos, en número de tres, [...] hacen frente a la plaza del pueblo [...].” El comercio que anteriormente, estacionaba al lado del foso de este fuerte, se ha trasladado al pueblo, ocupándose cada uno de los comerciantes en cercar el terreno... La plaza original de 1877 eran cuatro manzanas de 100m x 100 metros, cortadas cada una por una diagonal que confluía en un epicentro común. Nuestra primitiva plaza no era más que unos miles de metros cuadrados de maleza autóctona mantenida por los soldados de los cuarteles y unas diagonales, limpias a pala, que permitían llegar al centro de la misma en donde, seguramente, se encontraba la piedra fundamental del pueblo. Se puede decir, según la cita anterior, que era básicamente una plaza de armas y de comercio. Como se dijo, en 1884 el ing. Moreno, crea 5 plazas con una cuadrícula central y ocho trapezoides. La plaza original se modificará según este diseño pero nunca se llegarán a construir las demás. Algunos de estos trapezoides son otorgados o vendidos a fines del siglo XIX. Ejemplo son el que ocupa la Iglesia, el Teatro, el Correo actual y varias casas particulares. Incluso hasta los años 20 frente a la Escuela nº 1 existía una propiedad privada que luego fue comprada por el municipio. Lamentablemente no se conocen los motivos por los cuales se procedió a vender casi el 50 % de nuestra plaza, restándole la magnificencia dada en 1884, seguramente con una visión de una gran ciudad, que sería la capital de los nuevos territorios ganados al indio, como argumentaba Estanislao Zevallos en 1880. Podría decirse que nuestra plaza, pese a la corta existencia de la ciudad, tolera las mismas transformaciones que han sufrido todos los parques y plazas argentinos. Fue el sitio orientador e institucional de los primeros pobladores, en su mayoría extranjeros, que venían a asentarse por estas latitudes. La actual plaza Levalle contó desde sus inicios con la esfera militar, la eclesiástica, la gubernativa, la educacional y al mismo tiempo fue centro de celebraciones y esparcimiento, con el teatro, las Boites y las confiterías que, junto a los hoteles, conformaban básicamente la vida social de nuestro pueblo. Hoy nuestra plaza se haya rodeada por las instituciones basamentales del pueblo: El imponente edificio Art Decó del Municipio(1938), la iglesia Ntra. Sra. De los Desamparados (1909), La sociedad Española y su teatro(1945), la Escuela Nº 1 “José de San Martín”(1884), El club Social (1911), la Bib. Pública (1911), Banco Bisel (ex hotel Bristol), Banco Provincia (1914), Banco Credicoop, y los comercios más antiguos y por ende de mayor importancia edilicia, como ex hotel Americano, Panadería Francesa, Cooperativa Agrícola Ganadera, entre otros. En su centro y reemplazando a las viejas glorietas y kioscos en 1978 se inauguró el monumento al fundador que le da nombre a la plaza. Este monumento de aspecto imponente, por su tamaño y colorido, fue realizado en resinas de poliéster y fibra de vidrio, y es sin duda también orgullo local ya que fue realizado por Rodolfo Gómez Fernández, creador de dicha técnica y nativo de Carhué. Su “jardinización” se produjo mayormente en la década del 20 cuando pasó a ser un verdadero jardín, en donde la banda municipal tocaba los domingos para entretener a los paseantes. La primer Pérgola para la banda fue construida alrededor de 1890 aunque fue renovada en varias oportunidades, incluso en los veinte. Aún hoy persisten testigos materiales de aquellas épocas como por ejemplo las farolas de iluminación y los recorridos. Poseemos un ejemplar de Eucaliptos que con seguridad perteneció a la Plaza Fundacional y cuyos siete metros de diámetro y los 35 metros de lo hacen único en la región. Si se observa la actual plaza y se indaga su rica historia surgen datos que corroboran este hecho: composiciones simétricas, trazados regulares en donde se nota el afán por dominar la naturaleza. Todas las

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características del modelo francés, introducido en Argentina por los Arq. Buschiazzo y Courtois, pueden notarse en el uso del agua, las fuentes y el intenso verde. A partir de los años 40 se comienzan a dar paso a los monumentos, esculturas y hoy, especialmente por sus elevados costos, a los monolitos recordatorios. Esta corriente podría ajustarse al modelo Flash Gordon (este personaje vivía en una ciudad futurista en donde primaba el cemento) satirizado por la Arq. Marina Waisman (La Estructura Histórica Del Entorno) en donde se van eliminando cada vez más espacios verdes para introducir monolitos, kioscos, comercios, etc.. Durante 2003 gracias a una ordenanza del HCD del distrito se ha impedido la colocación de cualquier tipo de monolito, escultura o monumento fomentándose su colocación en los hermosos boulevares que rodean al pueblo y así detener esta gran pérdida de espacio verde que ha sufrido nuestra plaza. (*) Director Museo Regional “Dr. Adolfo Alsina”, Carhué.

BAHIA BLANCA: LA PLAZA COMO EJE DEL ORDENAMIENTO DEL TRANSITO María E.G. de Tumminelo y Ana L. Dozo (*) Desde que la población traspasó los límites de la Fortaleza Protectora Argentina, se insinuó, a partir de 1834, el primer atisbo de ordenamiento urbano alrededor de un espacio vacío destinado a plaza principal. Ese espacio natural estático se irá convirtiendo por el hombre, a través del tiempo, en un espacio cultural permanente y a la vez dinámico, en un paisaje humanizado, cargado de significado para todos los bahienses. La orientación dada a los cuatro bastiones de la Fortaleza por el ingeniero Parchappe es ratificada por el teniente Antonio Manuel de Molina, quien proyecta el trazado de la futura población, que responde al característico diseño en damero heredado de la tradición española, donde se destaca la plaza principal. Si se observan los primitivos planos realizados en los años 1834 y 1883 se puede determinar el crecimiento de la población en dos etapas diferentes: una inicial de planificación y otra de crecimiento urbano, ambas organizadas especialmente a partir de la plaza principal, primera protagonista en el ordenamiento del tránsito de la ciudad, y tema de preocupación de las autoridades, como lo indica la documentación sobre reglamentaciones e incumplimiento de las mismas. ¿Animales sueltos en la plaza? Una nota elevada por el Inspector Municipal Justo Barda al Presidente de la Municipalidad, don Juan P. Savignon, señala lo siguiente: “Pongo en conocimiento de la H.C. que por repetidas veces he solicitado del Señor Comisario de Policía para que con los soldados haga sacar los caballos que continuamente pastan en la Plaza principal sin que hasta hoy halla podido obtener resultado alguno. “En virtud de lo expuesto y no teniendo atribuciones de la Municipalidad para tomar, poner por cuenta de la C.M. pido al señor presidente se sirva indicarme lo que debo de hacer en tal caso…” Esta queja del Inspector Municipal que quizás hoy resulta risueña era tema de gran preocupación, por los destrozos que ocasionaban los animales sueltos y la interrupción en la circulación interna de la plaza.

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Se prohibe atravesar la plaza a galope Si bien la reglamentación sobre los diferentes aspectos del tránsito estaban ya pautadas, las infracciones que se cometían eran constantes, unidas siempre a la falta de personal para hacerlas cumplir. Así consta en las quejas del Inspector Municipal: En una de febrero de 1884, señala, textualmente, lo siguiente: “Pongo en conocimiento de esa H.C. que en los pocos días que desempeño el cargo de Inspector he querido evitar se transite al galope por la plaza principal sin que por esto halla podido obtener resultado alguno por las razones siguientes: 1) Porque teniendo que recorrer toda la población la cual es bastante extensa, me hace faltar tiempo de la Plaza donde hay mucho que atender por el continuo tránsito de gente y vehículos que a cada paso están faltando a lo ordenado. 2) Porque a cada paso se toca la dificultad que los infractores a lo ordenado no reconociendo autoridad alguna siguen su marcha la cual no se puede evitar por no tener a quien pedir en el acto el auxilio necesario”. Las bicicletas no escapan a la reglamentación En 1899 se reglamenta la circulación de las bicicletas dentro y fuera del perímetro de la plaza principal. Es una de las primeras ordenanzas referidas a esta nueva movilidad. Fue sancionada el 6 de diciembre de 1899 y firmada por Angel Brumel y Aquiles Calvento. Entraría en vigencia el primer día del corriente siglo. Establece que “1) queda absolutamente prohibido andar en bicicletas dentro de las plazas y en las veredas de las calles del municipio. 2) Todo ciclista deberá usar timbre, corneta o cualquier otro objeto que sirva para llamar la atención de los transeúntes y durante la noche, su farol encendido. 3) Todo infractor será penado con una multa de diez pesos m/n o en su defecto con cuatro días de prisión”. Ordenar el tránsito de las bicicletas es un problema no resuelto, quizás por no tener desde sus orígenes sus propias vías de circulación o ciclovías como ocurre en otros países hoy en día. Se coloca un cerco a la plaza El centro de atención era la Plaza principal. ¿Cómo ordenar tanta anarquía? Se resuelve en primer lugar cercar la plaza para solucionar en forma inmediata el problema. En fotografías de la época se observan claramente los resultados en el detalle del alambre que rodea a la plaza y el gran portón, que impidieron por un tiempo los excesos que se cometían. La parada de coches de alquiler Alrededor de la plaza, en una sola fila, con sus números en los faroles y la placa de la tarifa en su interior, se alineaban los coches de alquiler a la espera de pasajeros. Estos antecesores del taxi se manejaban con un estricto reglamento que contemplaba la inscripción de los carruajes en la Inspección General de la Municipalidad. A su vez, los cocheros debían tener un comportamiento decoroso, evitar reuniones en la calle aceptar los servicios que les fueran requeridos. El abandono del carruaje era considerado infracción. Así, una nota firmada por el Comisario de Policía, dirigida el 18 de febrero de 1885 al señor juez de Paz del partido, dice: “Pongo a disposición de Vd. al individuo Blas Buffo por infracción municipal. Este, la noche anterior dejó la volanta abandonada en la vía pública”. En cuanto a los pasajeros: no podían llevar más de cuatro y alojar a alguno de ellos en la capota arriada del carruaje. La única carga que podían trasladar eran valijas, baúles o pequeños bultos de equipaje. Y ¡atención!, no podían conducir cadáveres al cementerio ni enfermos contagiosos, ya que se tenía especial preocupación por el cumplimiento de las normas de seguridad e higiene. En cuanto al tránsito En las ordenanzas estaba contemplada hasta la velocidad de los carruajes. No podían hacer marchar sus caballos a mayor velocidad que el trote, debían detenerse a tres metros de las boca-calles para poder doblar al trote corto. La dirección del tránsito reglamentaba que los peatones debían conducirse por la derecha, los caballos y carruajes por la izquierda. Con respecto a las infracciones, el monto de las multas estaba claramente especificado en moneda na-

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cional. Se pagaba el doble en caso de reincidencia o días de arresto según la gravedad de la infracción. El cumplimiento de estas ordenanzas pone en práctica el ejercicio de los deberes del ciudadano, en beneficio de los derechos de todos y cada uno de los miembros de la comunidad. ¿Ha sido tan difícil concientizar al bahiense sobre esta cuestión tan simple? ¿La elasticidad en el cumplimiento de lo que es ley se debe a que las infracciones a veces no se ejecutan? ¿El amiguismo u otros motivos han venido distorsionando la norma? ¿O es un problema más profundo de educación o conductas no aprendidas? (*) María Elena Ginobili de Tummielo es licenciada y profesora en Historia de la UNS, doctoranda en la Universidad de Buenos Aires, es Profesional Principal en Investigación del Conicet-Fundación Ameghino. A su vez, Ana Luisa Dozo, licenciada en Historia en la UNS y doctoranda en la Universidad Nacional de La Plata, actualmente está a cargo del Archivo Histórico Municipal .

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INFORME DE LA EXCAVACIÓN EN LA QUINTA “LA MARGARITA”, PARTIDO DE MORENO Verónica L. Pernicone y Xavier M. Perussich Introducción El equipo de investigadores del Proyecto Arqueológico Moreno llevó a cabo su primera excavación en el área trasera de la Quinta “La Margarita”, ubicada a cinco cuadras de la estación de ferrocarril de la ciudad de Moreno. La misma se desarrolló entre octubre de 2002 y enero de 2003. Esta propiedad puede ubicarse temporalmente hacia fines del siglo XIX. Por su localización y antigüedad, el solar nos ofrecía la posibilidad de obtener los primeros datos acerca de las características estratigráficas, tanto naturales como antrópicas, del casco urbano de Moreno. Trabajo de campo La casa de la Quinta “La Margarita” presenta parte de sus paredes construidas con ladrillos de 38 cm por 17 cm, de uso común hasta mediados del siglo XIX, unidos con mortero de barro batido. La distribución de sus habitaciones es en forma de U, con orientación E-W. Hasta la década de 1970 el terreno tenía una superficie de una hectárea y existían estructuras anexas (caballerizas, galpón y molino) que no se han conservado. Convenimos excavar el sector trasero de la casa por ser el lugar de mayor descarte y depositación de objetos de la cultura material. Realizamos tres cuadrículas: Nº 1, Nº 2 (ambas de 2 m por 1 m) y Nº 3 (sondeo de 1 m por 1,10 m). La cuadrícula Nº 1 se dispuso en sentido S-N, y la Nº 2, en sentido W-E a continuación de la anterior. La tercer cuadrícula se estableció junto a la pared medianera sur, lugar

donde desaparece bajo tierra una canaleta de desagüe que circunda la casa. Las tres cuadrículas se excavaron con niveles artificiales de 10 cm de espesor. El principal hallazgo de la Cuadrícula Nº 1 fue un piso de ladrillos correspondiente a un camino de circulación, en cuyo contrapiso se encontraron fragmentos de baldosas, caños de gres, ladrillos, azulejos Pas de Calais , frascos de vidrio, y loza. Destacamos los fragmentos de un plato de té, del tipo comúnmente llamado Whiteware, con pasta semivitrificada y con el sello Boch Frères, usado por esa fábrica entre 1880 y 1920. En la Cuadrícula Nº 2 el hallazgo más notable fue un esqueleto completo de gato (Felis catus), mientras que la Cuadrícula Nº 3 presentó un pequeño pozo de basura con materiales típicos de la década de 1970 en adelante. Actualmente la investigación se encuentra en el proceso de análisis de los materiales obtenidos. En cuanto a los perfiles estratigráficos de las Cuadrículas Nº 1 y Nº 2 podemos decir que ambas mostraron características similares: un estrato de suelo actual de unos 5 a 8 cm de espesor, seguido por un relleno antrópico con presencia de pequeños fragmentos de ladrillos y, finalmente , el Bonaerense o “tosca natural” (depositación natural que marca el cambio entre el Pleistoceno y el Holoceno, acaecido hace unos 10.000 años atrás). La Cuadrícula Nº 3, en cambio, reveló un estrato de relleno antrópico de unos 30 cm de espesor, y, a continuación, el Bonaerense. Conclusión Entendemos que en Arqueología Histórica Urbana hay distintos niveles de complejidad, correspondiendo este sitio a uno de baja complejidad. Lo elegimos por las posibilidades que brinda para obtener una primera aproximación metodológica a la problemática a esperar en la localidad, y para abordar las primeras cuestiones teóricas relacionadas con la utilización y continua reconfiguración del paisaje en un corto lapso por la sociedad compleja en estudio. El paisaje es construido socialmente y depende de la cultura y de la situación de ese momento histórico (discursos) para saber

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cómo ha sido construido. Un solo sitio no alcanza para abarcar tal nivel de complejidad como el que ofrece el desarrollo urbano de Moreno. Son necesarias más excavaciones para tener una visión más completa del contexto. En suma, hemos podido visualizar cómo la confrontación de diversos discursos, en el lapso mencionado, ha coadyuvado a configurar un paisaje rural a fines del siglo XIX, luego otro semi -rural a principios del XX, y un elegante jardín a principios del XXI. La depositación de los dos primeros estados ha desaparecido, dando paso al ascético y coqueto último.

Verónica Pernicone y Xavier Perussich dirigen el Proyecto Arqueológico Moreno desde mayo de 2002. La sede del Proyecto se encuentra en Álvarez Thomas 2137 de la localidad de Moreno, provincia de Buenos Aires. Verónica Pernicone. Lic. en Ciencias Antropológicas, UBA. Maestranda en Educación en la Universidad del Salvador. Asesora del área de Arqueología y Educación, Asociación Noticias de Antropología y Arqueología. Xavier Perussich. Estudiante de la Licenciatura en Antropología en la Universidad Nacional de La Plata. Codirige el Proyecto Arqueológico Quilmes y ha realizado excavaciones en varias ciudades del país. pam@oeste.com.ar

Bibliografía PERNICONE, Verónica y Xavier PERUSSICH. Buscando en el patio trasero. II Congreso Nacional de Arqueología Histórica. Río Grande, Tierra del Fuego. 2003.

NUEVOS LIBROS BONAERENSES II LA TRAMA SECRETA DE LA HISTORIA BONAERENSE: LA MASONERIA El libro publicado este año por Rafael Restaino, La Masonería en la Provincia de Buenos Aires, es una manera diferente de leer la historia bonaerense. Además, es un útil repaso de los ritos y las simbologías de los masones. Los acuerdos entre francmasónicos determinaron en nuestra provincia la muerte de Dorrego y el derrocamiento de Rosas en Caseros (donde “cerró filas la masonería internacional”) y la impusieron frente a los caudillos luego de la batalla de Pavón. Pero estas asociaciones secretas también se proyectaron a nivel municipal: las logias “Unión y Amistad” de San Nicolás, “Fraternidad” de Pergamino y “Luz del Desierto” de Guaminí fueron sólo algunas de las que existieron en los pueblos bonaerenses, exhaustivamente estudiadas por Restaino en el último capítulo de su libro. UNA NUEVA MIRADA SOBRE LA FRONTERA Gracias a los aportes del Programa de Apoyo al Desarrollo de los Archivos Iberoamericanos, el Archivo de la Provincia de Buenos Aires ha comenzado un nuevo ciclo de publicaciones. Entre ellas se encuentra La frontera bonaerense (1810-1828). Espacio de conflicto, negociación y convivencia de Silvia Ratto. Esta joven y talentosa historiadora deja definitivamente atrás la imagen tradicional de la frontera y la concibe como un ámbito de interrelación entre criollos y araucanos, donde la presencia militar no impedía la integración e intercambio entre ambas sociedades. Esta nueva mirada se ve enriquecida por elementos poco conocidos, como la presencia de blancos viviendo en tierras dominadas por el indio y la cadena de alianzas panaraucanas que canalizaba el comercio entre el territorio pampeano y Chile. ¿CÓMO RECUPERAR LA MEMORIA? Recuperar la memoria. Historias de Tres Arroyos es un nuevo libro de Stella Maris Gil de Jiménez publicado en 2002 por la Municipalidad de la Ciudad de Tres Arroyos. La tarea con fuentes clásicas de carácter bibliográfico y archivístico conjugada con material hemerográfico y cartográfico, censos y estadísticas, informes oficiales, viajeros, memorias de entidades privadas, registros de catastro, iconografías y testimonios orales hacen surgir las historias de Tres Arroyos. Para dar cuenta del nacimiento y crecimiento de un pueblo es necesario escuchar todas las voces, pues todas tienen algo para decir. Este libro nos invita a escucharlas en la llegada de los primeros pobladores, su instalación, las primeras instituciones, el tren, la industria, el trabajo comunitario. En fin, se trata de hombres y mujeres que día a día van tejiendo su propia historia y la historia del lugar en el que viven. LA MISIÓN DEL PERIODISMO En 2003, la Municipalidad de Coronel Dorrego publicó Los periódicos de Coronel Dorrego 18972001. Aproximación histórica sus primeras notas de Enrique Román Prado. El libro presenta un panorama del desarrollo del periodismo en Coronel Dorrego a partir de una breve historia de los periódicos principales. De este modo, cada publicación desde sus líneas editoriales da cuenta de la misión de informar y crear opinión que tiene todo periodismo.

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