Revista Exceso edición nº 95 marzo 1997

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"Es tan seductor en sus relaciones que bien podría ser político, pero no lo es porque es honesto" dista; "le gusta halagar a las mujeres". "Hace tiempo que no salimos a bailar, la verdad, porque la ciudad está cada vez más hostil", dice Absara, "pero no es nuestro único entretenimiento. Alquilamos videos y leemos muchísimo: él, cuando menos,

Un banquero seductor

Cuando aún no capitaneaba el equipo

un libro semanal, amén de revistas especializadas, informes, la prensa; le gustan los best-sellers". Según Juan Carlos Zapata, todo el jaleo que sacudió a los ibéricos durante el gobierno de Felipe González y las acusaciones contra Mario Conde lo dominaba al dedillo, "comentaba siempre sobre eso, aunque también le gustó mucho una obra de Isaac Pardo que le regalé". Obviamente disfruta, como todos, leyendo escándalos; pero más aun, seguro, el no protagonizarlos. El Banco Provincial nunca ha necesitado boyas ni bombonas de oxígeno, una satisfacción para su presidente. En cuanto a él, es poco menos que un ensalmado sobre cuya piel se escurren las especulaciones infelices, las bolas negras, las noticias agoreras. Su divorcio —que por profundas convicciones lo separa de la misa dominical, que no de la fe católica: a su hija la bautizó con el nombre de la virgen catalana— es lo más conflictivo de su, aparentemente, estable biografía. "Recuerdo cómo sufrió entonces por sus hijos, pero yo le recomendé que si amaba a Absara, se uniera a ella porque los hijos se van", dice un casado de segundo aliento, como él. "A mí me tocó manejar con mucho tacto una información, al parecer, malintencionada que hacía referencia al inusitado trastabilleo del Provincial. Decirlo en el periódico era provocar una corrida de los ahorristas; averigué y pude confirmar que era un rumor falso con extraño origen en Miraflores; en corrillos de palacio se decía quedito que Andrés Caldera y él nunca hicieron buenas migas, quién sabe por qué, y que el hijo del Presidente buscaba camorra. Cuando iba a entrevistar a Nogueroles, él pensaba que iba a ir otro periodista, según lo acordado con el editor y, por culpa del equívoco, no me atendió. Le solté una palabrota a su secretaria, y a los minutos me estaba recibiendo", confía una periodista de la fuente económica. "Admira a la gente de carácter". "No es autoritario", asegura un provincialista empedernido que niega el repentino envanecimiento de Nogueroles. "Ni déspota. Dicen en Harvard que hay tres modelos de gerencia: la dictatorial, la democrática y la que mezcla a ambas según la oca-

sión. Parece ser la más acertada y es la que él sigue". "Tampoco lo es como padre. Es exigente, y prefiere que sus hijos no se metan en problemas antes que salir a resolvérselos. Pero es muy cariñoso y tiene excelentes relaciones tanto con los propios, los de su carne —Jorge, el economista, y Montserrat, la que maneja una empresa turística—, como con los tres de Absara", se llena la boca Alcántara. "Es tan seductor en sus relaciones que bien podría ser político, pero no lo es porque es honesto", piensa una amiga suya que asegura que él tiene entre sus afectos a dos copeyanos: Eduardo Fernández y Milagro González, la hasta hace pocos días gerente de relaciones con los medios del banco, partida que, vale decir, fue interpretada por los observadores como un signo de la supuesta pérdida de poder de Nogueroles. "Pero la verdad es que su equipo tiene años con él. Son un team de fieles", ata cabos Zapata. Copei es, en todo caso, el partido que moviliza hasta la mesa de votación a su esposa, quien jura que desde que nació está viendo un retrato de Caldera en su casa. "No puedo decirte que ella lo haya influido en ese sentido; sé que es demócrata y progresita, pero no por quién habrá votado; pero sí confirmo que quiere mucho a Eduardo. Yo llegaba a una fiesta y el Tigre me abrazó luego de vocear que yo era su banquero favorito; pero José María venía detrás de mí y le contestó celosísimo que entonces qué era él", carcajea Oropeza. "A José María no le interesa ningún otro tipo de liderazgo", revela Absara. "Pero a mí, para que veas, sí. No te imaginas la tentación que fue para mí cuando me propusieron la candidatura de la alcaldía de Baruta: estuve a punto de aceptar, porque creo en la posibildad de cambiar las cosas. Pero preferí no enredarme. Quizá no hubiera sido lo más conveniente para el matrimonio", se excusa. "Pienso que puedo ser buena para eso. Estoy informada, soy exigente, justa y hasta criticona. Lo que hay que tener es amor por la gente. En ese sentido sí coincidimos José María y yo, aunque yo sea la sensible y él el pragmático: nos interesa trabajar por el país. Y es lo que hay que hacer. Las personas piensan que Irene Sáez es algo fuera de serie, cuando en realidad sólo está haciendo lo que tiene encomendado". Realista ella, que permanece con su plante fuerte, enmarcado por una cabellera leonina en negro profundo, 25 años en la administración pública; y exitoso él, que también de envidiable estabilidad laboral, cumplió 45 años en el país, 43 en el Provincial y al borde de los 61 —nació el 28 de mayo de 1936— puede barajar la posibilidad, en caso de que su trayectoria de meteoro llegue al tope, de optar por un retiro dorado en donde le plazca. "No nos caería mal descansar, estamos algo agotados, pero creo que hay mucho que hacer todavía", dice Absara Mariani. "La gente cuestiona que uno quiera seguir adelante aun cuando económicamente no lo necesite, pero lo que me importa es el trabajo, no si soy o no rica. Y a José María, lo mismo". L MARZO 1997 EXCESO

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