NOVIEMBRE 2006 • AÑO 8 • Nº 75 COLEGIO SAN JUDAS TADEO • COLEGIO SAN JUDAS TADEO • COLEGIO SAN JUDAS TADEO HISPANO DOMINICANO La familia es la primera célula de la sociedad. Se conoce también como "Iglesia Doméstica". La familia es una necesidad del ser humano para su desarrollo completo. Ya el Génesis afirmaba esta necesidad; "Dijo luego Yahveh Dios: no es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada…" Gen.2,18. La familia se basa en la necesidad de amar y ser amado, y como recompensa a este compromiso, viene la promesa de prolongar su vida a través de los hijos fruto del amor entre los esposos: "Tu esposa será como una vid fecunda en el interior de tu casa. Tus hijos como brotes de olivo entorno de tu mesa" Sal.128,3. La relación de los padres con los hijos debe ser amorosa y comprensiva, no permisiva y complaciente, pues esto último nos acarrearía grandes dolores de cabeza y muchas frustraciones, al igual que para nuestros hijos. El diálogo es la forma primordial para mantener unas relaciones excelentes con la esposa y los hijos. Consiste en manifestar cada uno su propia situación, de tal manera que esta situación sea escuchada por todos y cada uno aporte lo que pueda con el fin de que las relaciones se afirmen y surja la confianza en todos los miembros de la familia. Los hijos son un regalo que Dios nos da para que los disfrutemos desde el primer momento, desde que la familia los acoge con auténtica alegría. Sin embargo, la mayoría de las familias se preocupan
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más por alcanzar un bienestar y seguridad material que dedicarles tiempo y disfrutar de su presencia en el hogar, y cuando han adquirido esa seguridad "material" ya no tienen hijos para su disfrute pues ya crecieron y buscaron en la calle lo que se les negó en casa, por lo que se sentirán frustrados como padres, y tal vez, faltos de autoridad. A los hijos es necesario que se les eduque, y la educación lleva consigo la corrección. La corrección es necesaria pero siempre debe ir pautada por el amor: "padres, no exasperéis a vuestros hijos, sino formarlos más bien mediante la instrucción y la corrección según el señor" Ef.6,4. Actualmente, la corrección a los hijos brilla por su ausencia, por eso vemos tantas cosas que no comprendemos, por eso, a forma de plumazo, les recuerdo algún proverbio: "Caballo no domado, sale indócil; hijo consentido, sale libertino". Ecl.30,8. "Halaga a tu hijo, y te dará sorpresas; juega con él y te traerá pesares". Ecl.30,9. "No le des libertad en su juventud, y no pases por alto sus errores". Ecl.30,11. "Doblega su cerviz mientras es joven, tunde sus costillas cuando es niño, no sea que, volviéndose indócil, te desobedezca, y sufras por él amargura del alma". Ecl.30.12. "Enseña a tu hijo, y trabaja en él, para que no tropieces por su desvergüenza". Ecl. 30,13. El Eclesiástico 42,11 les advierte: "Sobre la hija desenvuelta refuerza la
vigilancia, no sea que te haga la irrisión de tus enemigos, comidilla de la ciudad, corrillos en el pueblo, y ante el vulgo espeso te avergüence". Es necesario el diálogo sincero con los hijos, los padres deben ser sus primeros amigos, pues por él descubriremos una problemática, y sentiremos la necesidad de estar unidos para dar soluciones apropiadas, viendo los pros y los contras para poder así trillar el camino más expedito. La falta de autoridad, el temor a la respuesta de un hijo o una hija, nos debe llevar a reflexionar sobre nuestra propia vida, ver y aceptar si no hemos sido un modelo a imitar y si es así, se hace necesario un cambio de vida y un compromiso de fidelidad a nuestra familia. La familia siempre la tendremos dando el do de pecho en todas las situaciones, los amigos "sociales" sólo cuando todo va bien, en caso contrario no nos conocen. La lógica pues, reafirmemos la familia, una familia unida es una fuente inagotable de riqueza y de valores.