



Queridos Torrijeños:
Es un honor dirigirme a todos vosotros con motivo de la celebración de nuestras queridas Fiestas de la Sementera. Un año más, estas fechas tan señaladas nos brindan la oportunidad de reencontrarnos, de compartir momentos únicos y de rendir homenaje a nuestras tradiciones más arraigadas.
La Sementera no es solo una fiesta; para la vida de nuestro pueblo, es el pistoletazo de salida después del letargo del verano, es rememorar a todos nuestros paisanos que labraban estas tierras y se compraban y vendían animales para construir las bases del Torrijos que hoy conocemos.
Por eso estas fiestas de 2025 dan un guiño a mantener nuestras tradiciones más profundas como los festejos populares, con encierros por la calles y festejos Taurinos que conviven con el formato de ocio y cultura que tanto nos gusta de estos días en el que nos juntamos todo un pueblo y mucha gente de fuera, que viene a disfrutar con nosotros estos días de diversión, amistad y fraternidad.
Quiero agradecer profundamente la labor de todos los que hacen posible esta celebración: trabajadores municipales, servicios de limpieza, fuerzas de seguridad, protección civil y por supuesto, a todos los torrijeños que con su implicación mantienen viva la llama de nuestras tradiciones.
Os invito a disfrutar de estas fiestas con responsabilidad, respeto y alegría. Que la Sementera 2025 sea un ejemplo de unión y orgullo por lo nuestro.
Con todo mi afecto, os deseo unas felices fiestas.
¡Viva Torrijos y viva la Sementera!
…una semana entera por desvestir. BIENVENIDOS a las fiestas la de la Sementera 2025 después de un mes repleto de actividades festivas y culturales para todos los públicos: Feria del Comercio con actuaciones en directo, paella de los comerciantes y juegos populares, la Plaza de España disfruta con las actuaciones de la banda de música, con el baile de Mª Victoria, con mercado asociativo… todo ello con el pistoletazo de salida el sábado 30 de agosto en el baile y elección de Reina y Dama de la Sementera 2025 seguido del Primer Grand Prix de Torrijos con un LLENO en participación y una excelente afluencia de público, gracias a la barra instalada por la asociación musical Jesús Nazareno y Virgen de la Soledad de Torrijos estuvimos bien hidratados y bien alimentados en la Plaza de Toros. El jueves de la Sementera volverán a colgarse el delantal en la Plaza de España para el día del montadito después del pregón canalla.
Torrijeños; DISFRUTAD, disfrutemos todos juntos de unas fiestas de la Sementera con orquestas de primer nivel, con grupos en directo en la Plaza de España, con la zona joven en la Avenida de la Estación y en el parking del pabellón municipal, con una excelente programación musical en la popular Plaza de las Palmeras… DISFRUTAD, dejad a un lado los dimes y diretes, los bulos y elucubraciones, que no os coman la oreja los correveidiles… DISFRUTAD de esta semana tan esperada, marcada a fuego en el calendario y en el corazón de los torrijeños, al igual que ocurre con el 19 de mayo día del Cristo o con el 20, 21 y 22 de marzo de 2026 Crónicas del Rey don Pedro.
Centenares de personas trabajamos para que Torrijos luzca como se merece, los operarios municipales están a pie de calle montando y desmontando eventos; Policía Local, Protección Civil, Guardia Civil y seguridad privada velan por nosotros, los administrativos del Ayuntamiento por que todo se haga acorde a ley, el tejido asociativo aporta ideas y suma actividades y vosotros queridos vecinos con vuestros consejos, vuestra crítica sincera y constructiva nos ayudáis a recuperar Torrijos, en esta Sementera 2025 recuperamos los encierros, la vaca en la plaza de toros y seguimos subiendo el nivel con la pólvora en la Churumbela, ampliamos limpieza con más camiones de baños en zona centro, mejoramos la seguridad con puntos de atención para que cualquier persona violentada pueda acudir.
Disfrutemos todos juntos de las fiestas de la Sementera 2025.
¡Viva la Sementera!
¡Viva Torrijos! Y ¡Viva España!
Presidente de Castilla-La Mancha
Queridos vecinos y vecinas de Torrijos:
Es para mí un honor dirigirme a todos vosotros en estas jornadas tan especiales, en la que celebramos las Fiestas de la Sementera en vuestra emblemática localidad de Torrijos.
Quiero reivindicar el esfuerzo, dedicación y pasión por la tierra, de los que mantenéis viva la esencia de nuestra cultura agrícola y nuestro compromiso con el desarrollo rural.
Las Fiestas de la Sementera son mucho más que una tradición; es una seña de identidad propia, símbolo de vuestra historia y de los valores que os unen a todos los torrijeños y torrijeñas.
Es una manifestación de las distintas sensibilidades que acogéis en Torrijos para disfrutar del variado elenco de actividades y actos lúdicos, festivos y musicales, que cuentan con la mejor y mayor participación de todas las celebraciones que lleváis a lo largo de todo el año.
Celebrar esta fiesta es reconocer el esfuerzo de generaciones anteriores que, con esfuerzo y sacrificio, han cultivado estos campos y han hecho posible que hoy podamos disfrutar de una tierra fértil, generosa y llena de vida.
La colaboración, la innovación y el respeto por nuestro medio ambiente son los pilares sobre los que debemos seguir construyendo un futuro próspero y sostenible para nuestra región.
Desde el Gobierno de Castilla-La Mancha estamos trabajando incansablemente para ofrecer apoyo y recursos que impulsen la modernización de nuestras explotaciones agrícolas, fomenten la innovación y promuevan la sostenibilidad.
Os deseo unas muy Felices Fiestas de La Sementera, donde el respeto esté presente en todo momento, además de agradecer a las personas que velan por nuestra seguridad, y continuemos trabajando juntos con ilusión, esfuerzo y esperanza para seguir haciendo de Castilla-La Mancha un referente de crecimiento, creación de riqueza, empleo y mejora de la calidad de vida de todas las personas con independencia de donde vivan.
Recibid un cordial saludo y un afectuoso abrazo.
Queridos torrijeños,
Cuando llegan los últimos días de septiembre, nuestra mirada se vuelve inevitablemente hacia Torrijos y hacia sus Fiestas de la Sementera. Una cita que no solo es referencia obligada en la provincia, sino que se ha convertido en ejemplo de cómo tradición, modernidad y convivencia pueden caminar juntas de la mano, manteniendo viva la esencia de un pueblo que se enorgullece de su historia y que mira al futuro con confianza.
Las Fiestas de la Sementera son mucho más que unos días de alegría compartida. Son el reflejo de la identidad torrijeña, de sus raíces agrícolas, de la tierra que durante siglos ha sido sustento y esperanza, y de un presente que ha sabido conservar ese legado al tiempo que se abre a nuevas formas de progreso. Es una celebración que honra a quienes nos precedieron, que recuerda el esfuerzo de generaciones y que transmite a los más jóvenes la importancia de no olvidar de dónde venimos para saber siempre hacia dónde vamos.
Torrijos es hoy un referente indiscutible en nuestra provincia, y lo es gracias al trabajo diario, al compromiso constante y a la ilusión que ha sabido transmitir su alcalde, Andrés Martín, junto a su equipo municipal. La transformación de Torrijos en los últimos años es palpable: en la mejora de sus infraestructuras, en la oferta cultural y social, en la recuperación de tradiciones, en la creación de espacios de encuentro y en la capacidad de situar al municipio como motor de desarrollo y ejemplo para tantos otros pueblos de Toledo.
Desde la Diputación Provincial de Toledo nos sentimos muy orgullosos de acompañar a Torrijos en este camino. Porque ese es nuestro principal cometido: estar al lado de los pueblos, ser la institución que escucha, que apoya y que responde a las necesidades de nuestros vecinos. Y hacerlo con la convicción de que solo trabajando juntos, Diputación y ayuntamientos, podemos seguir construyendo una provincia más cohesionada, más justa y más próspera.
La Sementera de 2025, que este año se celebra del 24 al 28 de septiembre, nos brinda una programación variada, pensada para todos los públicos y, muy especialmente, enriquecida con la recuperación de costumbres y tradiciones que forman parte de la memoria colectiva de Torrijos. Serán días de encuentro en las calles, de música y de fiesta, de devoción y de hermandad, de compartir mesa y amistad, de estrechar lazos que nos unen como comunidad.
Quiero invitar a todos a disfrutar intensamente de estas jornadas, a hacerlo con alegría y con respeto, a sentir el orgullo de ser torrijeños y a abrir las puertas del municipio a cuantos nos visiten, para que puedan comprobar de primera mano la hospitalidad de esta villa señera de nuestra provincia.
Que la Sementera de este año sea un nuevo motivo de unión, un nuevo impulso para seguir creciendo y un homenaje a la tierra y a las gentes que hacen grande a Torrijos.
Con todo mi afecto, recibid mi felicitación más sincera y mis mejores deseos de felicidad en estos días tan especiales.
Tiene 17 años y está a punto de empezar segundo de bachillerato. Como muchos a su edad, todavía no tiene del todo claro qué camino quiere seguir en el futuro, porque son varias las opciones que le ilusionan y elegir solo una no es nada fácil.
Lo que sí ha tenido claro desde pequeña es su pasión por el deporte. Desde los siete años la gimnasia rítmica se convirtió en parte de su vida, y a los diez ya estaba compitiendo a nivel nacional. Aunque tuvo un parón de un año y medio, decidió volver hasta marzo de este año, demostrando que cuando algo realmente te llena, nunca se deja del todo. Y es que el deporte le ha enseñado a ser constante, disciplinada y a levantarse siempre que cae. Ahora de vez en cuando sale a correr y participa en alguna carrera, sobre todo en Toledo. Más allá de lo académico y lo deportivo, se considera una persona que valora mucho la amistad. Es muy amiga de los suyos, porque cree que en la vida, además de los logros personales, lo que de verdad nos sostiene son las personas que tenemos cerca y ese es el círculo que tienes que cuidar si quieres seguir creciendo personalmente.
Tiene 18 años y es la Dama de la Sementera 2025, de República Dominicana con nacionalidad española. Le gusta el pueblo de Torrijos, en sus palabras, Torrijos es un pueblo de mucha cultura y gente maravillosa, y les doy las gracias por acogernos a mí y a mi familia.
Su familia son sus padres, sus dos hermanos, su gato Haru y una tortuga llamada Rico. Ama a los animales, sobre todo a su gatito Haru, un felino muy juguetón y hermoso. Su pasatiempo es tocar la guitarra clásica, leer libros de fantasía y thriller psicológico. Es una persona curiosa y tranquila, la cual le gusta pasar el tiempo con su familia e ir al cine con su madre. Desde pequeña iba a una escuela de danza y hace tiempo practicó hip hop.
Va a empezar bachillerato de ciencias porque es el camino que le llevará a hacer lo que quiere: ser cirujana. Su interés por el cuerpo humano le inspiró a estudiar anatomía. La complejidad del tema le ha hecho decidirse a ejercer la cirugía.
Encendido del alumbrado
Hora: 20:00 Lugar: Plaza de la Constitución.
A continuación, Pasacalles con charanga
Lugar: Desde Plaza de la Constitución hacia el Barrio del Arrabal.
Pregón a cargo del hostelero Aniceto Palomo, Coronación de la Reina de las Fiestas 2025 y entrega de Galardones Honoríficos Villa de Torrijos 2025
Hora: 21:00 Lugar: Patio María Padilla del Palacio de Pedro I.
Acompaña a la charanga y a la Comitiva Municipal desde el Palacio de Pedro I para disfrutar de la pólvora de la Sementera 2025.
Hora: 23:45 Lugar: Desde Plaza de San Gil hacia Travesía Churumbela.
Orquesta ‘La Mundial’
Hora: 00:30 Lugar: Plaza de España.
A continuación, DJ’s
Jueves, 25 de septieMbre — dia del Montadito —
Reparto de los pañuelos de la Sementera 2025
(con los tradicionales colores de las peñas)
Hora: 12:00 Lugar: Plaza de España.
Pregón Canalla a cargo de Fermín Sánchez
Hora: 12:30 Lugar: Plaza de España.
Reparto del Día del Montadito por la “Asociación Musical Jesús Nazareno y Virgen de la Soledad de Torrijos”
Zona Joven con DJ’s
Hora: 13:00 Lugar: Avenida de la Estación.
“Las de Siempre” con Nito, Beltrán + Coto y Luis “El Bolas”
Hora: 15:00 Lugar: Plaza de la Constitución.
Música en directo a cargo de D’Jarana Rumba y Flamenco
Hora: 16:00 Lugar: Plaza de España.
El circo del Payaso Tallin y los éxitos de Cantajuegos.
Hora: 19:00 Lugar: Patio María Padilla del Palacio Pedro I.
Teatro de Feria - Nueva Compañía
Obra: TODO POR SORPRESA de José Odonell
Hora: 21:30 Lugar: Auditorio Pedro I
Entrada libre hasta completar aforo
Patrocina: Programa Cultural Provincial de la Excma. Diputación de Toledo y por el Excmo. Ayuntamiento de Torrijos.
Orquesta Vértigo Revolution
Hora: 23:00 Lugar: Plaza de España.
A continuación, DJ’s
viernes, 26 de septieMbre — dia de las peÑas —
Sal con tu camiseta de LAS PEÑAS DE TORRIJOS.
Desfile de Gigantes y Cabezudos
desde la Plaza San Gil hacia la Plaza de España.
Hora: 12:00
Desfile de Las Peñas con charanga.
Hora: 13:30 Lugar: Desde la Plaza de la Constitución hacia la Plaza de España.
Zona Joven con DJ’s
Hora: 13:00 Lugar: Avenida de la Estación.
“Fiesta Indie” con Oscar Pop + Julio Mogwai y Radio Kerman
Hora: 15:00 Lugar: Plaza de la Constitución.
Música en directo “Otro Kanto Gallaria”
Hora: 16:00 Lugar: Plaza de España.
Ruta Mahou Music 2025
Hora: 18:00-21:00 Lugar: Avenida de la Estación esquina con Eras de San Francisco.
Espectáculo Infantil El famoso Mundo del circo
Hora: 19:00 Lugar: Patio María Padilla del Palacio Pedro I.
Teatro de Feria - Nueva Compañía
Obra: Y AL FINAL SE ARMÓ EL FOLLÓN de Frank Novat
Hora: 20:00 h. y 22:30 h. (Dos funciones)
Lugar: Auditorio Pedro I
Entrada: 6€.
Concurso de Recortes
Hora: 22:00 h. Lugar: Plaza de Toros
Entrada: 12€ (General).
Organiza: El arte de Castilla-La Mancha.
Colabora: Ayuntamiento de Torrijos
Orquesta Taxxara
Hora: 23:30 Lugar: Plaza de España.
Disco-Móvil con DJ’s
Entrada gratuita con control de acceso, vidrio no permitido.
Hora: 01:00-06:00 Lugar: Parking del Pabellón Municipal
Encierro con 4 novillos-toros y una vaca.
Edad de participación mayores 16 años.
Hora: 09:00 Recorrido: Inicio Calle Puente, calle Lucero, Avenida Plaza de Toros y fin en Plaza de Toros.
A continuación, en torno a las 10:30 h.
Suelta de vaquilla y Bueyada infantil para los más pequeños.
Entrada: Gratuita. Lugar: Plaza de Toros.
Charanga familiar para todos los públicos y al finalizar, pasacalles hacia la Plaza de España por calle Puente, Avenida de la Estación y Plaza de la Constitución.
Zona Joven con DJ’s
Hora: 13:00 Lugar: Avenida de la Estación.
“La Movida 80-90” con Dj Manu, deSingles, Vázquez Dj, Alfredo Rincón y Nuria Montesino Hora: 15:00 Lugar: Plaza de la Constitución.
Música en directo a cargo de La Banda de Ases. Lo mejor del Indie español
Hora: 16:00 Lugar: Plaza de España.
CD Torrijos - CD Madridejos
Primer partido en casa con el nuevo césped artificial. Acompaña a la charanga desde la Plaza de España hasta el Campo de Fútbol Municipal San Francisco.
Hora: 19:00
Recordando a Coco El Musical
Hora: 19:00 Lugar: Patio María Padilla del Palacio Pedro I.
Teatro de Feria - Nueva Compañía
Obra: ESTO NO ES SERIO de José Odonell
Hora: 20:00 h. y 22:30 h. (Dos funciones)
Lugar: Auditorio Pedro I Entrada: 6€.
Concierto de José Manuel Soto
Hora: 22:30 Lugar: Plaza de España.
A continuación, Orquesta La Gran Rockset
Lugar: Plaza de España.
Disco-Móvil con DJ’s
Entrada gratuita con control de acceso, vidrio no permitido.
Hora: 01:00-06:00 Lugar: Parking del Pabellón Municipal
doMinGo, 28 de septieMbre
Desfile de Carrozas y Comparsas
Hora: 12:00 Lugar: Recorrido habitual Avenida de la Estación.
“Las cañas del Domingo” con Ismael Dorado
Hora: 13:30 Lugar: Plaza de la Constitución.
Sensacional Corrida de Toros
Hora: 17:30 Lugar: Plaza de Toros.
Entradas: (ver cartel aparte)
Organiza: Ayuntamiento de Torrijos.
Richard “Ayer, hoy y siempre”
Tributo a Raphael
Hora: 20:00 Lugar: Plaza de España.
Teatro de Feria - Nueva Compañía
Obra: USTED PUEDE SER UN ASESINO de Alfonso Paso
Hora: 21:00 Lugar: Auditorio Pedro I
Entrada: 6€.
lunes, 29 de septieMbre
Dia del Niño
Lugar: Ferial de Maesa
Misa de Acción de Gracias
Hora: 19:30 Lugar: Capilla del Cristo
Sinopsis: Este artículo, preparado para el programa oficial del Ayuntamiento de Torrijos (cuidado con tanto esmero por mi tocayo Juan Antonio Gómez Gálvez), enlaza de forma directa con un capítulo de mi novela inédita El Madrid de mi Movida, cuya portada ha sido creada por la artista torrijeña Olalla Ruiz. En esas páginas recreo, con esa mezcla de memoria y ficción que atraviesa todo el libro, la aventura compartida con Emilio “Bananas”, Luis Acevedo, Mata Parras y otros amigos de Torrijos en el histórico concierto de los Rolling Stones, celebrado el 7 de julio de 1982 en el estadio Vicente Calderón de Madrid.
“Desde aquel concierto de los Stones en el Calderón no volví a ver a Luis Acevedo ni a Emilio, al que todos llamábamos Bananas, hasta dos meses después, la noche en que Barón Rojo y Leño compartieron escenario
en Torrijos. Los encontré idénticos a sí mismos, con el mismo brillo en la mirada, como si el tiempo se hubiera detenido para ellos. Lo entendí en cuanto los vi en las ínfimas taquillas de la plaza de toros, comprando las entradas con esa mezcla de arrogancia y alegría que les salía natural. Llevaban el gesto erguido, la risa fácil y esa insolencia juvenil que parecía hecha a su medida.
Me daba cierto reparo aceptarles aquel regalo, así que pensé que, al menos, podía pagar la entrada de Mata Parras, cuyo apellido era bien conocido en el pueblo gracias a la fábrica de vinagres del barrio de Las Colonias, que pertenecía a su familia desde hacía muchos años. Ella tampoco era especialmente devota de Barón Rojo ni de Leño, igual que ellos. Pero ahí estábamos, fieles a la cita, porque lo importante no era la banda de turno, sino la ceremonia: la
gente, las risas, el bullicio de la plaza y esa certeza de que cualquier noche previa a las Ferias de la Sementera podía transformarse en recuerdo para siempre.
Lo dije con cierta torpeza, sin pensarlo demasiado, pero Luis Acevedo y Emilio me cortaron en seco: ni hablar. Tomaron mi intento de pagar la entrada de Mata como si fuese una ofensa, casi una falta contra su manera de entender la amistad, como si estuviera insinuando una deuda que no existía.
—No olvides que al concierto de los Rolling fuimos de gorra —me soltó Luis—. La entrada la pagaste tú.
—La pagó Mario, no yo —repliqué—. Precisamente por eso quería…
—Vamos, hombre —me interrumpió Emilio—. Entre tú y Mario había cuentas, ¿no? Nadie se gasta cinco mil pelas así, porque sí.
Sonreí para quitarle peso al asunto y, entre
carcajadas, nos dejamos arrastrar hacia el ruedo, escoltados por una muchedumbre ansiosa de fiesta, con esa electricidad en el aire que precede a las noches memorables. Mata Parras, envuelta en un vestido hippie que le dejaba los hombros al aire, estaba radiante; esta vez no la acompañaba su novio Miguel. No habíamos avanzado ni diez pasos cuando un grupo de amigos de Emilio lo abordó para darle noticias en voz baja.
—Tío, que Leño pasa de salir —dijo uno— . Dicen que el escenario es una mierda, demasiado chico pa’ ellos.
Emilio encendió un cigarro y soltó una carcajada seca.
—¡Bah, esos flipados de siempre! Si quieren estadios, que se vayan al Calderón. Aquí, con cuatro focos y dos bafles, nos basta para montar el fiestón.
Emilio era el dueño del pub Bananas, mi refugio infalible cada vez que regresaba al pueblo. El local no alcanzaba los veinte
metros cuadrados, pero tenía algo que lo hacía distinto. En una de las paredes colgaba, enmarcado, un póster de una playa caribeña: arena blanca, palmeras y un mar irreal que chocaba de frente con la rutina gris de Torrijos. Los sofás se apoyaban contra las paredes, dejando en el centro un pequeño respiro, y en las mesas diminutas se sucedían partidas de damas, tres en raya o ajedrez. En esas mismas paredes Justiniano Peña y yo montábamos pequeñas exposiciones fotográficas temporales con nuestras primeras expresiones artísticas, los primeros pasos de una afición que nunca llegó a ser oficio, pero que entonces nos llenaba de ilusión.
El Bananas era un local diminuto, casi un escondite, próximo a la cafetería Marbel, pero en sus pocos metros siempre cabían la risa, la charla interminable y hasta un rincón para la cultura. Allí compartíamos tertulias encendidas con Arturo Pardos, que solía llegar acompañado de su inseparable Stéphane. Arturo era ya entonces un
hombre imposible de encasillar: arquitecto de profesión, pero con la cabeza rebosante de dibujos, metáforas y juegos de palabras. Transitaba los años setenta como un funámbulo entre distintas vidas. En la Escuela de Arquitectura enseñaba a mirar las formas con rigor matemático, y en las páginas de La Codorniz dejaba escapar su humor corrosivo en viñetas firmadas simplemente como “Arturo”. Tenía el ingenio de un caricaturista y la erudición de un profesor, pero lo que de verdad lo distinguía era esa mezcla de ironía y lucidez que hacía de cualquier charla una representación improvisada. Podía hablar de geometría o de vino con la misma pasión, y en ambas materias encontraba metáforas para reírse de todo, empezando por sí mismo. Antes de que su nombre quedara ligado a la gastronomía, Arturo ya era un personaje de culto en los círculos madrileños: un hombre con la rara habilidad de tender puentes entre el dibujo y la palabra, entre la seriedad del cálculo y la ligereza del chiste, entre la
solemnidad del aula y la irreverencia de la viñeta.
Coincidí en aquel legendario Bananas con Rafa Cabanillas, que por entonces empezaba a salir con mi prima Amparo Carrillo. Ya tanteaba la escritura con la pasión juvenil de quien busca su propia voz, dejándose guiar por la estela de su maestro Miguel Delibes. Fascinado por la caza, se echaba al monte con la escopeta al hombro, no tanto para abatir piezas como para adentrarse en los secretos de una afición que, con el tiempo, acabaría convirtiéndose en la materia viva de muchos de sus libros.
En aquellas mismas noches solían aparecer también Luis Fernando Álvarez Gascón, “Luisfer”, y su inseparable compañero, mi sobrino Eduardo González Calleja. Dos empollones de tomo y lomo, que acumulaban matrículas en la Escuela de Aeronáuticos y en la Facultad de Historia, respectivamente. Tímidos, educados, con una seriedad que imponía respeto, y aun así se juntaban conmigo, quizá porque yo
era el canalla del grupo. Nuestra disparidad cultural se notaba en todo: mientras ellos escuchaban con devoción académica a Carl Orff y su Carmina Burana, yo me perdía en la voz desgarrada de Triana o en la marcha eléctrica de los Rolling Stones. A mi lado encontraban un poco de aire libre, y yo, junto a ellos, una disciplina que nunca me había sobrado. Éramos una mezcla improbable, pero en aquel escondite mínimo que era el Bananas todo encajaba, y de esa mezcla nació una amistad que hoy recuerdo con una sonrisa entre melancólica y agradecida.
Luis Acevedo era asiduo del Bananas y el auténtico motor musical de Torrijos. No era un simple DJ de las noches: era un maestro del rock, un erudito capaz de desgranar discos enteros mientras hacía bailar a la gente en el Mesón de Letitos o en Jade. Bajo sus manos, los vinilos dejaban de ser canciones para convertirse en relatos, himnos compartidos que marcaban el compás de la vida nocturna del pueblo.
La discoteca Jade fue en los años ochenta un templo nocturno donde la modernidad se vestía de luces de neón y espejos. Distribuida en varias alturas, con pasillos y recovecos que invitaban al misterio, ofrecía amplios y cómodos sillones donde las conversaciones se mezclaban con la música. El sonido era impecable, las luces estallaban por todas partes y la decoración la convertía en la mejor discoteca de aquellos años, un lugar que imponía por dentro tanto como desde fuera. Jade no era solo una discoteca: era un escenario donde la juventud se inventaba a sí misma cada noche, con la certeza de que allí siempre habría ganas de volver. El aire vibraba con los falsetes eléctricos de Michael Jackson, el funk provocador de Prince y los paisajes sintéticos de Kraftwerk, mientras las copas circulaban entre sonrisas y promesas de madrugada. A veces, la pista se transformaba en pasarela de lencería y moda íntima, arrancando suspiros y murmullo cómplice en la multitud. Venía gente de Toledo, de Madrid y de toda la comarca, atraída por el magnetismo de un lugar que parecía latir con vida propia. Entre Jade y Letitos se libraba una competencia feroz, dos mundos enfrentados que dividían a la juventud en lealtades y pasiones nocturnas.
Mucho antes de que Jade se impusiera como símbolo de modernidad, el verdadero corazón nocturno de Torrijos latía en Letitos. No era simplemente una discoteca: era un territorio secreto donde la juventud se despojaba de la timidez y aprendía a reconocerse en la penumbra. Allí el tiempo parecía diluirse entre destellos azules, humo denso y el zumbido grave de los altavoces, mientras cada canción abría la puerta a un descubrimiento.
El local, encajado en el viejo Hotel El Mesón, ofrecía dos pistas circulares
como espejos enfrentados, presididas por bolas de cristal que giraban sin descanso, multiplicando la luz en destellos líquidos que recorrían los cuerpos como caricias invisibles. Los espejos deformaban las figuras, las sombras se alargaban en las paredes, y las esquinas parecían cómplices de todo aquello que el día prohibía. Pero lo esencial no estaba en la arquitectura, sino en el rito compartido: los bailes agarrados. Ese instante en que la música se volvía excusa para estrechar la cintura, dejar que la respiración rozara la piel del otro, sentir cómo un simple contacto podía incendiar la sangre. Primero era el roce tímido de las mejillas; después, el aliento tibio buscando refugio en el cuello, la mano que se deslizaba un poco más abajo, el temblor que recorría el cuerpo entero mientras la bola de espejos lanzaba su lluvia de luz. En Letitos se aprendía a bailar, pero sobre todo se aprendía a desear. Fue allí donde muchos probaron la dulzura nerviosa de un beso robado, el sabor de unos labios que ardían en secreto, la osadía de una caricia que avanzaba más allá de lo permitido. Cada noche era una iniciación, un juego peligroso y delicioso donde el placer se insinuaba sin pedir permiso. Hoy, al recordarlo, no regresa solo la música: vuelve el vértigo de aquella primera juventud, el temblor de la piel encendida, la risa contenida tras un beso prohibido. Letitos sigue brillando en la memoria no como un local de baile, sino como un templo del despertar, donde descubrimos que vivir también era dejarse quemar por el deseo.
Jade y Letitos marcaban el pulso de las noches de Torrijos, templos donde la juventud encontraba su refugio de música y libertad. Pero aquella vez lo que nos tenía en vilo no era una discoteca, sino un concierto en la plaza de toros. El cartel era de los que se recordaban toda la vida: Barón Rojo, Leño y los toledanos May, promesa de una noche eléctrica y ruidosa. El alcalde, Santiago Longobardo, decidido a sacudir la rutina del pueblo y darle un aire de modernidad, había apostado fuerte para que todo saliera adelante. Sin embargo, la realidad se encargó pronto de torcer aquellas ilusiones.
—Esto es un fraude, Emilio, un puñetero fraude —soltó Luis Acevedo apretando los puños—. Venimos con toda la ilusión de ver a Rosendo y ahora nos salen con que no tocan.
—Ya ves —respondió Emilio, la cara encendida por la rabia—, nos han tomado por tontos. Pagan la entrada, nos prometen a Leño, y a la hora de la verdad, ¡zas!, se lo cargan de un plumazo.
—¿Y encima pretenden que nos callemos y sigamos aplaudiendo? —Luis sacudió la cabeza—. Esto no es un problema técnico ni nada de eso, aquí hay gato encerrado.
—Claro que lo hay —asintió Emilio, levantando la voz—. Si Rosendo quería abrir, que le dejen abrir, ¿qué más da? Pero no, los de la organización se han creído más listos que nadie y nos han jodido la noche.
—Pues a mí no me callan —añadió Luis, con un tono que rozaba la amenaza—. Esto lo vamos a recordar, y más de uno va a tener que dar explicaciones.
Perder a Leño aquella noche fue más que un contratiempo logístico: era como amputar de golpe la voz de la calle. Desde 1978, Rosendo Mercado, con su guitarra afilada y su voz ronca, había levantado un estilo inconfundible, el llamado rock urbano: canciones sin artificio, que hablaban de paro, fábricas y noches de desencanto, justo lo que muchos de los presentes vivían en carne propia. Maneras de vivir y Sorprendente eran himnos generacionales que se coreaban en barrios obreros, en bares de extrarradio y en descampados donde los chavales aprendían a ser mayores demasiado pronto. Venían de publicar Corre, corre, probablemente su disco más sólido, con el que habían alcanzado la cima de una carrera breve pero fulgurante. Verlos en directo era entrar en comunión con ese Madrid áspero que empezaba a reclamar identidad en los márgenes de lo que después sería La Movida. Que se cayeran del cartel aquella noche no fue solo una decepción: fue la constatación de que el destino, a veces, juega sucio con los que más tienen que decir.
El enfado del público retumbaba en la plaza, mezcla de silbidos, protestas y un murmullo de incredulidad que parecía no apagarse nunca. Fue en ese clima de cabreo colectivo cuando, ya cerca de medianoche, rompió el silencio May, la banda local. No tenían la potencia de las estrellas anunciadas, pero defendieron el papel con dignidad: punteos eléctricos de su líder May, rock con aroma de jazz y un guiño a los ausentes Leño con el tema Músico bueno. Fue un regreso digno tras
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el tropiezo de El trasvase, el single que los había marcado dos años antes. Aquel título no era casual: aludía directamente al polémico trasvase Tajo-Segura, aprobado en 1979, que hería de lleno la sensibilidad toledana al llevarse el agua del río hacia el sureste peninsular. En Toledo, la canción se convirtió en un himno local de resistencia —vendió más de once mil copias solo en la provincia y sonaba a diario en Radio Tajo—, pero fuera de sus fronteras apenas tuvo recorrido. Demasiado regionalista para
triunfar en Madrid, demasiado político para las discográficas que buscaban evasión.
—Pues te digo una cosa, Luis — comentó Emilio con media sonrisa, mientras aplaudía—, los May se lo han currado de verdad.
—Ya te digo, macho —respondió Luis, todavía sorprendido—. No esperaba que levantaran la noche después de lo de Leño, pero han estado de lujo.
—Es que yo les conozco, tío —añadió Emilio, inflando el pecho—. Son de Toledo, colegas de toda la vida. Y te aseguro que cuando se ponen, tienen madera para medirse con cualquiera.
—Pues hoy lo han demostrado —asintió Luis—. Han salvado el concierto, y eso no lo puede decir cualquiera.
La madrugada se encendió definitivamente con Barón Rojo. Fue como si un trueno hubiese partido en dos el corazón de Torrijos: la Colegiata retumbó en sus muros centenarios, las palomas huyeron despavoridas de sus nidos, las madres se despertaron de golpe creyendo en un terremoto, y hasta las alarmas del cuartel de la Guardia Civil, tan próximo a la plaza,
comenzaron a aullar en plena intensidad como si presintieran el fin de los tiempos. Aquello no era solo un concierto: era un asedio sonoro, una invasión metálica que sacudía el aire y las entrañas.
Pocos imaginaban, tras los acoples de sonido, el cansancio acumulado por el retraso y los botellines de cerveza corriendo de mano en mano, que la noche acabaría por convertirse en leyenda. Pero bastó el primer rugido de Resistiré para entender que Barón Rojo jugaba en otra liga. Riffs como cuchillas, estribillos gritados a pleno pulmón y esa alquimia de crudeza y melodía que los había erigido en la primera banda española capaz de plantar cara al heavy internacional. Su descarga atravesó, sin pedir permiso, los dos discos que ya eran bandera de una generación. Desde Larga vida al rock and roll, con el que habían rendido tributo a John Lennon, hasta Volumen brutal, grabado apenas unos meses antes en los estudios londinenses de Ian Gillan, voz de Deep Purple. Aquella obra, publicada en castellano e inglés, los había lanzado al mapa europeo y hasta al mismísimo festival de Reading, donde habían compartido cartel con Iron Maiden y Twisted Sister. No estaba nada mal para un grupo madrileño parido en 1980, armado con guitarras de segunda mano y la ambición indomable de los hermanos De Castro, Sherpa y Hermes Calabria.
En Torrijos descargaron con la precisión de una máquina de guerra. Los rockeros van al infierno, Con botas sucias, Hijos de Caín… cada tema era recibido por un público dividido entre heavies de melena interminable y curiosos de pueblo, que coreaban como si saludaran a héroes regresados de una cruzada lejana. Y cuando parecía que la pólvora se había agotado, llegó la sorpresa: una versión rabiosa de Highway to Hell. El eco de AC/DC, traducido a la lengua de Cervantes y tocado con furia castiza, convirtió la plaza de toros en un verdadero aquelarre eléctrico, un infierno iluminado por la luna de septiembre, donde hasta las piedras parecían vibrar al compás de la guitarra. Barón Rojo no eran solo una banda más en
el cartel: eran la prueba viviente de que, en plena Movida, el rock español podía salir de la periferia cultural y reclamar un sitio en la Champions del heavy mundial.
Al final, la cita quedó en la memoria como un concierto accidentado: sin Leño, con retrasos y altibajos, pero también como un capítulo inolvidable de aquel tiempo en que el rock español —desde el obrero y áspero hasta el heavy de exportación— estaba escribiendo su propia leyenda. Y cuando la plaza quedó en silencio y las luces se apagaron, Emilio, Luis, Mata y yo nos perdimos por las calles de Torrijos con una sonrisa cómplice. Había rabia y había cansancio, sí, pero sobre todo quedaba la certeza de haber vivido una noche única. Caminábamos de vuelta a casa con el rumor de las guitarras aún retumbando en el pecho y un buen sabor de boca, convencidos de que esa madrugada sería, para siempre, nuestra”.
Juan Antonio Morales Gutiérrez. Abogado y escritor.