Revistaeduk2

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CRIANZA se vayan alejando de esta sabiduría, es la cultura. Es decir, el ambiente donde viven y las personas que los acompañan. Ellos sienten ira o frustración y lo muestran al mundo sin juicios y sin tabúes, porque son más instintivos y si su cuerpo reacciona de esa forma es simplemente porque necesita autorregularse, equilibrar los estímulos externos con aquello que él siente en su interior. Sin embargo, hay que tener en cuenta que su desarrollo emocional es aún inmaduro, aún no tiene autocontrol ni suficiente autoconocimiento como para gestionar lo que siente. Es por este motivo, por el cual muchas veces los niños y niñas (y muchos adultos aun también) expresan sus sentimientos y necesidades de forma efusiva, lo cual abruma a la mayoría de adultos, reviviendo su propia infancia donde esa efusividad en el mejor de los casos se arreglaba con un estirón del brazo y una regañina. Hay que tener en cuenta que muchas veces, esa efusividad está relacionada con el estrés que ha vivido el niño a lo largo de la jornada o, en ocasiones, a lo largo de su corta vida. Pongamos un ejemplo. Un niño de tres años inicia la jornada con prisas para no llegar tarde al colegio, no se le permite realizar de forma tranquila las tareas cotidianas como vestirse, desayunar, asearse; luego está en la escuela sin parar de hacer actividades que en la mayoría de casos ni siquiera él ha elegido y tiene que estar sentado y en silencio; a continuación sale de la escuela y, si tiene suerte y aún no ha empezado una extraescolar, su madre se lo lleva a comprar al supermercado donde tiene que estar de nuevo quieto; finalmente llegan a la caja y pide esa chocolatina colocada bien intencionadamente para que sea comprada, su madre responde que no y rompe a llorar desconsoladamente... ¿Creéis de verdad que el niño llora porque es caprichoso y no le compran la chocolatina? La respuesta es no, pero a los adultos no les gusta que los niños lloren porque se conectan con su propio malestar emocional. Es por eso que

el llanto es una de las expresiones emocionales más rechazadas socialmente. En ese momento, cuando el niño está en la caja llorando con su madre, se acercarán una marabunta de personas bien intencionadas que intentarán distraer, engatusar y callar a nuestro hijo como sea, con todo tipo de chantajes emocionales y verbales como por ejemplo: “los niños se ponen feos cuando lloran”, “llorar es de tontos”, “los niños valientes no lloran”... Y un sinfín de ejemplos sin sentido, pues ninguno busca saber realmente lo que le pasa al niño. Es en este tipo de circunstancias donde nosotros debemos hacer frente a la situación, no dejarnos influenciar por este tipo de comentarios o las caras amenazantes que no conocemos de nada y mirar hacia la única cara que realmente te agradecerá su atención y amor, la de tu hijo. Frente al llanto de nuestro hijo o hija nuestro objetivo no debe ser callarlo cuanto antes con el deseo de que deje de sufrir, pues el llanto en sí es una forma de expulsión de tóxinas (como la orina) y no crea malestar ninguno. El objetivo debe ser descubrir lo que le pasa realmente. “Frente al llanto de El niño puede nuestro hijo o hija llorar por dos razones, porque nuestro objetivo no sus necesidades debe ser callarlo vitales (las cuanto antes con el cuales variarán deseo de que deje de según la edad) sufrir” no han sido cubiertas (comer, dormir, atención, movimiento, experimentación, etc.) o, como nos pasa a los adultos también, porque necesita desahogarse sacando hacia fuera todo el estrés o el malestar emocional acumulado. Primero averiguaríamos si hay alguna necesidad vital (comida, sueño, aseo, atención...) no satisfecha o si es posible que se encuentre mal o pueda estar enfermo. Si todas estas posibilidades quedan descartadas y no sabemos que le pasa, podemos considerar

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