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El Espíritu y la Palabra

Por : Andrés Birch

El Espíritu Santo antes de Cristo

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Tal fue el impacto sobre el mundo de la (primera) venida del Cristo que los cristianos (y muchas personas que no lo son) dividimos la historia en dos grandes eras: (1) antes de Cristo; y (2) después de Cristo.

Pero ¿qué sabemos del Espíritu Santo antes de Cristo? Si alguien nos preguntara en qué consistió el ministerio del Espíritu Santo antes de Cristo, ¿qué diríamos? ¿Qué textos o pasajes bíblicos nos vendrían a la mente?

Por razones obvias, aprendemos más sobre el Espíritu Santo en el Nuevo Testamento. Dios fue dando cada vez más revelación a lo largo de los siglos y el clímax de esa revelación fue la venida de su Hijo, la inauguración del nuevo pacto y la aparición del Nuevo Testamento. Pero no debemos ignorar o menospreciar lo mucho que nos enseña sobre el Espíritu Santo el Antiguo Testamento.

1. El Espíritu Santo en la creación

La creación del universo fue una obra de la Trinidad; las tres personas participaron activamente en ella.

Con respecto al papel del Espíritu Santo en la creación y en la preservación de la vida de todos los seres vivos, hay tres textos bíblicos clave:

1) Génesis 1:1-2: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, ...y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.”

El Espíritu Santo, al igual que el Padre y el Hijo, es eterno; siempre ha existido. Y él estaba presente, en el principio, y no como un simple espectador: “se movía sobre la faz de las aguas”, una frase que sugiere una participación activa en la creación.

2) Job 33:4: “El espíritu de Dios me hizo, y el soplo del Omnipotente me dio vida.”

Aunque se escriba “espíritu” aquí con minúscula, parece probable que se refiera al Espíritu Santo. Se trata de un ejemplo de la característica que más destaca de la poesía hebrea: el paralelismo – en este caso dos frases que dicen lo mismo pero con palabras diferentes.

El Espíritu Santo no solo participó en la creación del universo; participó también en la creación de cada uno de nosotros.

3) Salmo 104:30: “Envías tu Espíritu, son creados, y renuevas la faz de la tierra.”

Es un salmo sobre cómo el Señor cuida de su creación y habla de cómo todos los seres vivos dependemos de él y estamos en sus manos soberanas. Cuando él quiere, somos concebidos y nacemos. Cuando él quiere, nos envejecemos, enfermamos y morimos. Y cuando él quiere, envía a su Espíritu y vuelve a crear, vuelve a renovar la tierra.

2. El Espíritu Santo en la redención

En la Biblia la redención es la liberación de alguien o de algo por medio del pago de un rescate. Y el Antiguo Testamento nos enseña que el Espíritu Santo tuvo un papel importante en la redención del pueblo de Israel.

El pasaje clave es Isaías 63:7-14 y, sobre todo, los vv. 11-14:

“Se acordó de los días antiguos, de Moisés y de su pueblo, diciendo: ¿Dónde está el que les hizo subir del mar con el pastor de su rebaño? ¿dónde el que puso en medio de él su santo espíritu, el que los guió por la diestra de Moisés con el brazo de su gloria; el que dividió las aguas delante de ellos, haciéndose así nombre perpetuo, el que los condujo por los abismos, como un caballo por el desierto, sin que tropezaran? El Espíritu de Jehová los pastoreó, como a una bestia que desciende al valle; así pastoreaste a tu pueblo, para hacerte nombre glorioso.”

Isaías se refiere a la salida de Egipto. ¿Quién de nosotros relaciona al Espíritu Santo con el éxodo? Pero Isaías dice que el Señor puso en medio de su pueblo su santo espíritu (v. 11) y que su Espíritu pastoreó a su pueblo (v. 14).

Y, curiosamente, en este mismo pasaje de Isaías se dice: “Mas ellos fueron rebeldes, e hicieron enojar su santo espíritu” (v. 10), una idea parecida a la de Efesios 4:30: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios.”

3. El Espíritu Santo en la santificación

Aunque en el Antiguo Testamento no se hable de manera clara de la santificación de los creyentes por el Espíritu Santo, sí se ve “el fruto del Espíritu” en las vidas de los creyentes antes de Cristo. Solo hay que pensar en las nueve virtudes que constituyen “el fruto del Espíritu” (Gá. 5:22-23) para ver que se dan tanto antes como después de Cristo. ¿Acaso se puede encontrar “el fruto del Espíritu” sin encontrar también al mismo Espíritu Santo?

4. El Espíritu Santo en la restauración huesos secos no es otro que el Espíritu! El Señor dice: “Pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra” (v. 14).

3) Ezequiel 39:28-29: “Y sabrán que yo soy Jehová su Dios, cuando después de haberlos llevado al cautiverio entre las naciones, los reúna sobre su tierra, sin dejar allí a ninguno de ellos. Ni esconderé más de ellos mi rostro; porque habré derramado de mi Espíritu sobre la casa de Israel, dice Jehová el Señor.” Este pasaje es muy parecido a Ezequiel 37:1-14; resalta el papel del Espíritu del Señor en la restauración de su pueblo: “Ni esconderé más de ellos mi rostro; porque habré derramado de mi Espíritu sobre la casa de Israel, dice Jehová el Señor.”

5. El Espíritu Santo y la inspiración

Como vimos en el artículo anterior, el Espíritu Santo fue el Inspirador divino de los escritores de los libros de la Biblia. Pero ¡no perdamos de vista que los textos bíblicos clásicos al respecto (sobre todo, 2 Ti. 3:14-17 y 2 P. 1:1921) se refieren (en primer lugar) a la inspiración por el Espíritu Santo de los escritores de los libros del Antiguo Testamento!

6. El Espíritu Santo y los dones

¡No saltemos tan de prisa a Primera de Corintios! Los dones del Espíritu Santo no son un fenómeno solamente del Nuevo Testamento; en no pocos pasajes del Antiguo Testamento hay referencias a los dones –tanto naturales como espirituales– dados por el Espíritu de Dios:

• Génesis 41:38

Dice Faraón, hablando de José: “¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios?”

La restauración, al igual que la redención, puede ser individual o colectiva; en el Antiguo Testamento hay ejemplos de ambas y no está ausente el Espíritu Santo.

1) Salmo 51:11-12: “No me eches de delante de ti, Y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, Y espíritu noble me sustente.” David, arrepentido de sus pecados en el caso Betsabé, le ruega al Señor que no le quite su “santo Espíritu” y que le devuelva el gozo de la salvación.

2) Ezequiel 37:1-14: La visión que tuvo Ezequiel del valle de huesos secos parece ser una metáfora o alegoría de la (todavía futura) restauración del pueblo de Dios tras el juicio del exilio babilónico; y ¡quien vivifica los

• Éxodo 31:1-5

El Señor llena a Bezaleel “del Espíritu de Dios”, etc., para capacitarle para supervisar la construcción del tabernáculo.

• Números 11:25

El Señor desciende en una nube, y toma del espíritu que estaba en Moisés y lo pone en setenta varones ancianos. “Y cuando posó sobre ellos el espíritu, profetizaron, y no cesaron.” ¿Acaso no es esto también un ejemplo de un don espiritual dado por el Espíritu Santo antes de Cristo?

• Daniel 4:7-9; 5:10-14

Tanto Nabucodonosor como, años más tarde, la reina madre reconocen que “el espíritu de los dioses santos” mora en Daniel, una expresión pagana que significa (para nosotros) el Espíritu del Dios santo.

7. El Espíritu Santo y las unciones especiales

Una y otra vez a lo largo del Antiguo Testamento se habla del Espíritu de Jehová “viniendo sobre” diferentes personas – por ejemplo: sobre Otoniel (Jue. 3:10); sobre Gedeón (Jue. 6:34); sobre Jefté (Jue. 11:29); sobre Sansón (Jue. 14:6); y sobre Zacarías (2 Cr. 24:20). Yo entiendo este fenómeno como casos de unciones especiales del Espíritu Santo, algo que se ve también en el Nuevo Testamento.

8. El Espíritu Santo en la profecía bíblica

La venida del Espíritu Santo el día de Pentecostés y su obra en el pueblo de Dios bajo el nuevo pacto fueron profetizadas siglos antes de Cristo:

“Después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días... Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo” (Jl. 2:28-29, 32a).

“Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra. Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios” (Ez. 36:26-28).

Conclusión

Lo que hemos visto en este breve artículo no es más que una muestra de la presencia y la actividad del Espíritu Santo antes de Cristo, pero ¡creo que es suficiente para que quede claro que el Espíritu Santo no apareció por primera vez aquel día de Pentecostés!

Es cierto que en el Nuevo Testamento tenemos una revelación más plena de la persona y la obra del Espíritu Santo (al igual que de otros muchos temas); y también es verdad que entre el antes y el después de Cristo existen algunas diferencias de matiz: por ejemplo, en cuanto a la presencia y la obra del Espíritu Santo en los creyentes. Pero estas diferencias no deben cegarnos a la abundante riqueza de enseñanza bíblica sobre el papel del Espíritu Santo antes de Cristo.

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