Revista Easyfly Marzo 2013

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Pasabordo

H

oy, mientras leía con mi hija un cuento de mitología griega, me acordé de la diosa Pandora, a quien Hefesto le entrega una caja muy hermosa, pero le advierte de no abrirla nunca, pues está llena de dolores, tristezas y males. Sin embargo, ante la belleza de la caja, Pandora, tentada por la curiosidad, decide abrirla un poco, pero a través de la pequeña rendija se escapan todos los fantasmas, seres demacrados, enfermedades, tristezas y males que aquejan a la humanidad. En el fondo de la caja lo único que permanecía inmóvil era la ESPERANZA.

Esta metáfora me parece semejante con nuestra realidad, pues a pesar de las turbulencias, los movimientos y las pruebas que la vida nos impone, como parte de nuestra evolución, en nuestro corazón hay una confianza innata que nos permite tener la certeza de que detrás de las nubes brilla el sol, que al final del túnel está la luz. Esta confianza debe empezar en el ámbito más íntimo: nosotros mismos, sabernos hijos de un mismo padre, sabernos seres divinos, porque sin confianza no hay esperanza, libertad, tolerancia ni la posibilidad maravillosa que tenemos de aprender desde los errores. La sabiduría helénica, denominaba empistosini o “creer en”, al término confianza, derivado del latín y que de hecho debería traducirse en “sin fianza”, “sin fiducia”. Estamos en un mundo en el que la confianza se ha perdido. No hay confianza entre socios, entre padres e hijos, entre los colegas del trabajo, en el Gobierno, entre los líderes políticos o religiosos. Incluso en la vida de pareja se rompe la confianza y, cuando esto pasa, la única salida es la separación.

La confianza profunda genera la creación de vínculos humanos sólidos y estables, es la principal fuente de compromiso y fidelidad en la relación interpersonal. La confianza actúa como pegamento cohesionador de las relaciones entre personas, grupos, organizaciones y sociedades. ¿Cuándo generamos confianza? Cuando somos íntegros, queremos el bien del otro, demostramos capacidad para resolver sus necesidades y tenemos un tono positivo emocionalmente. Cuando confías en ti te atreves a ser creativo y a responder con desapego ante las situaciones, personas y acontecimientos. Cuando confiamos podemos abrirnos al diálogo, al mantenimiento de la relación, al apoyo y al aprendizaje mutuo, a la iniciativa creativa. Necesitamos tener la capacidad de liberarnos de las influencias que nos empequeñecen, las que nos apagan, aquellas que disminuyen nuestra capacidad de amar, de brillar, de sentirnos en paz. Necesitamos espacios de silencio, paciencia, construir nuestra capacidad de reflexión para no reaccionar de forma inmediata respondiendo al miedo y a la inseguridad, sino responder según unos valores como la confianza, el amor, el respeto, la escucha, la tolerancia, la creatividad y la fuerza interna. Recuerda cada instante de tu vida que “eres un alma y que tu verdadera naturaleza es LA PAZ”. Cuando restablecemos la confianza en Dios y en nosotros mismos, podemos confiar en la bondad de las personas que nos rodean, es ahí cuando desaparece el miedo y aflora nuestro potencial más elevado.

Por: Xiomara Xibillé.

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