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Aprender y reaprender

Aprender y reaprender

Álvaro Irala

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Como trabajador de la Salud Mental, durante estos años de oficio de administrativo, secretario y atención al público, encontrando nuevos significados en la militancia gremial, co-fundando junto a una treintena de compañeres ATE Ameghino, habitando un espacio en donde se palpita psicoanálisis -y en donde sin lugar a dudas se sale distinto- me fui haciendo algunas preguntas. ¿Qué significa habitar esta institución? ¿Cuántas historias tienen sus salones, consultorios y pasillos? ¿Cuánto se enseñó y aprendió? ¿Cuánto queda por aprender y porqué no, por reaprender?

El Ameghino es una institución como ninguna otra. Su presente orgullo no hace justicia a su potencial ni al rol que tiene de cara a una sociedad que vive una vorágine seguramente distinta a cualquier otra de la historia. ¿Cómo nos adaptamos a esa vorágine? ¿Cómo nos plantamos ante ella? y más aun ¿como la intervenimos?

Creo que las instituciones tienen procesos, como seres silenciosos, que sienten y que van entrelazando, ramificándose cual enredaderas. Queda a las claras que no hay una hoja, sin el caminito, sin el abrazo de la otra, sin importar su posición en la estructura. Como una enredadera, la historia de sueños cumplidos y batallas de nuestra institución nos cruza a todes. Sus personajes, compañeros, compañeras, pacientes, victorias y derrotas, momentos históricos, modos de lucha y de organización que cristalizaron una manera de pensar y de sentir la vida de nuestro espacio. Todo eso late aun y de un momento a otro puede surgir una tormenta, con un vértigo que a veces nos marea, nos asusta y nos confunde. Emparchamos un barco que nunca se hunde, porque siempre lo emparchamos a tiempo, pero… ¿confusión, en la institución de la palabra?

Durante estos años lo más fascinante que aprendí en la intuición, escuchando a compañeres comentar de psicoanálisis, es el poder de la palabra y lo que se arma a través de ella y por ella. Lo que se juega en un vínculo, en una intervención, en los lugares en los que nos ponen les otres,

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en los que nos ponemos sin saber y a sabiendas. Qué misterio y qué responsabilidad conocer esos resortes, o creer que se los conoce.

Por eso mismo es clave que nos pensemos y nos repensemos. En una sociedad que no es la misma de hace 10 años, creo que el reaprender a vincularnos entre nosotres es una urgencia y el volver a decirnos lo valioses que somos, también lo es.

Pero no todo es futuro o pasado, también hay presente. Un presente orgulloso de compañeres que a pesar de todo estuvimos en nuestros puestos de trabajo, desde el lugar que nos tocó o que pudimos. Comprendimos el rol que demandaba esta etapa y sostuvimos con dignidad nuestra labor.

No sin dificultades, miedos, incertidumbres, se trabajó, se atendió, se asistió en el peor momento a las personas que mayor contención necesitaron y nos contuvimos entre nosotres, como pudimos, como salió, pero estuvimos, a ese vínculo hay que apelar a esa síntesis con el otre. Este tiempo de pandemia, quizás nos deje esa claridad: que, en la unidad, el compañerismo y el repensar como nos vinculamos, está la clave de nuestro pasado, presente y futuro Ameghino.

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