Ícaro_Incombustible_nº4

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arrojan el resto del cuerpo por la ventana. Sobre el asfalto soy devorado por varios gatos. Ahora me gustaría despertar, pero no consigo abrir los ojos. Por fin puedo abrirlos! Pero… ¿Dónde estoy? Habitación IV Observaba desde la cama las puertas y contrapuertas del balcón, entreabiertas lo justo para un rayo de luna entrara. Era una noche extraña para lo que acostumbraban a serlo en aquel hostal de nombre Epitafio. Sobre la sábana un frasquito de cristal contenía en su interior la pócima que el conserje le había dado por ser 14 de febrero. Por no hacerle un feo la cogió. Se quedó un instante contemplándola. Y si…. Nada tenía que perder se dijo. Y de un sorbo se la bebió. Tal como pensaba aquello no sería más que agua coloreada. Se abochornó al pensar por un momento que aquel brebaje surtiría el efecto deseado. Cerró los ojos para dormir, cuando de repente una flecha entró por el balcón atravesando su cuerpo e hiriéndole mortalmente. Habitación V - Quizá sea tarde, pero aún tengo la pistola en el bolsillo - Dijo aquel tipo antes de disparar sobre ella. En ese momento alguien golpeaba la puerta de la habitación. Eran casi las 7 de la mañana. Fuera quien fuese le aguardaba de todo menos un buen recibimiento. - ¿Es que no ven el “No molesten”!? - Abra! policía! Aquello atemperó mi enojo al tiempo que, liberado de la tensión frente a la máquina de escribir, el cansancio pareció devolverme a la realidad. - ¿Qué desean a estas horas? Me habían asegurado que se trataría de cuestión de minutos y sin tiempo apenas para adecentarme estaba acompañándoles hasta la morgue. Tras seguir al detective por un estrecho pasillo llegamos al depósito y nos detuvimos en torno a un cadáver que permanecía cubierto por una sábana. El oficial allí presente la retiró. El detective preguntó. - ¿La conoce? La joven que yacía sobre la mesa de acero, esbelta y de aspecto más bien escandinavo, presentaba un orificio de bala a la altura del corazón. - No, no la he visto en mi vida - Respondí con certeza. - ¿Seguro? - Persistió el detective - Obsérvela bien - Inquirió. - Ya le he dicho que no la conozco de nada. Siento no poder ayudarles en su identificación - En ese instante añadí - ¿Y por qué me lo preguntan a mi? - Porque tenía apuntado el nombre de su hotel “Epitafio” y su nombre Dijo mostrando un pequeño bloc. En aquel momento estremecí al escuchar aquello. Así era como había pensado que continuase la novela, la que estaba escribiendo cuando me interrumpieron.

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