ICARO INCOMBUSTIBLE 12

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Abel Silva http://www.flickr.com/photos/filantropo-misantropo 3


www.icaro incombustible.com La revista Ícaro Incombustible, es una plataforma de promoción y participación del arte independiente, en donde comparten sus trabajos y opiniones muy diversos autores. Todos los usuarios registrados en www.icaroincombustible.com deciden qué colaboraciones se publicarán a través de un sistema de votaciones online.

ICARO INCOMBUSTIBLE Nº12 Todas las obras y opiniones pertenecesn a sus autores, e Ícaro Incombustible no se responsabiliza de ellas.

Portada

Escabernal escabernal@hotmail.com

Diseño y maquetación Sara Graphika www.saragraphika.com Tkila Kreätivo tkilakreativo@gmail.com

Agradecimientos a todos los lectores y colaboradores de la plataforma.

DEPÓSITO LEGAL ISSN 2174-6699


Icaro Incombustible Nº12

EDITORIAL Si aprendemos de la historia, es como en el viejo cuento del lobo. Nadie quería creerlo, pero esta vez se nos ha metido en casa, y no habíamos adivinado lo que la apariencia de abuelita podía esconder. Para proteger a Caperucita, harán falta muchos guardabosques exigiendo responsabilidades. Presentamos Ícaro Incombustible Nº12 en los inicios del 2012. No se dejen engañar por atajos, ni atrapar por el lobo feroz.

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Sara Berihuete sara.berihuete.macias@gmail.com

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Vivir o Sobrevivir Ensayo, crítica y opinión En la antigua república romana, antes del imperio, cuando los designios de la ciudad que dominó el mundo conocido durante siglos eran regidos por hombres libres elegidos por periodos máximos de un año, los esclavos o la plebe, con su nula capacidad de decisión en asuntos de gobierno, no querían que la sociedad cambiase, sino simplemente que les fuera mejor dentro de ella. No se planteaban abolir la esclavitud como tal, sino salir de ella, pasar a ser amos. Es posible que pensemos, en nuestra ingenuidad, que los tiempos han cambiado, pero solo lo han hecho las palabras que nos definen.

Hace tiempo que nos convencimos –tened todos bien presente que es culpa nuestra- que las utopías son irrealizables. Que es imposible tener una sociedad perfecta cuando nosotros somos imperfectos. Que debemos conformarnos con lo que tenemos, “lo menos malo”. Que regirnos por formas de gobiernos desarrolladas hace más de 2000 años es lo lógico. ¿Realmente es ésto cierto?

Primer mundo, crisis económica, democracia, estado de derecho, estado del bienestar, libertad de expresión, vivienda digna, derechos humanos. Palabras todas vacías de significado. Si leo primer mundo pienso directamente en una carrera, en una posición, en la que para quedar primero, por definición, debe haber un segundo, un tercero… Cuando hablan de crisis económica me suena a que hay unos cuantos que quieren seguir ganando toda la vida mil veces más que millones de trabajadores anónimos. Si presumes de democracia se me viene a la mente la dictadura del número, la poca o nula capacidad de decisión en la mayoría de los votantes, la falsa sensación de que podemos decidir o cambiar algo. Si alardeas de libertad de expresión te echaré en cara lo embotado de los medios. Cuando me hablan de estado de derecho o estado de bienestar sonrío con tristeza, porque es como cuando pensabas que los reyes existían, y luego descubres que son los padres. Si me dices vivienda digna te respondo hipotecas a 50 años. A veces creo que los derechos humanos fueron definidos solo para poner un nombre a “eso” que sufre a diario una inmensa violación en grupo.

Yo no soy Platón ni Confuncio ni Erasmo ni Marx. No tengo respuestas para cada una de las preguntas que me planteo, lo que no implica que pueda señalar con el dedo aquello que no esta bien. Que con lo que me gasto en mi perro en un mes pueda vivir un año cualquier familia de según qué parte del mundo, no está bien. Que haya inmensos poderes políticos y económicos en el mundo que pasan de padres a hijos y que esto sea ley, no está bien. Que 51 personas tengan siempre más razón que 49, no está bien. Que personas mueran por enfermedades que se curan con una pastilla, lo siento, pero no está bien. Al final de cada día nos daremos cuenta de que la única libertad que le queda al ser humano es la elección, y la vamos mutilando cada día. No la elección de ir o no ir al trabajo, o de votar a un lado o al otro. La elección de conformarnos o no hacerlo, de mirar para otro lado o de frente, de ser valientes o cobardes. La elección de vivir o sobrevivir. ¿Queremos que nos vaya mejor dentro de una sociedad, o queremos que la sociedad cambie? Para lo primero llevamos tan buen camino como nuestros antepasados romanos. Lo segundo está tan lejos como ellos.

Alanda landache@gmail.com 7


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La casta política Ensayo, crítica y opinión No es raro encontrar en cada español la sensación de que los políticos de nuestro país no llegan a ser demasiado honestos. Sin ir más lejos, la última encuesta del CIS publicada en setiembre de 2011 nos muestra que para los españoles, la clase política y los partidos son el tercer problema relevante del país después del paro y las cuestiones económicas. Cabe preguntarse pues, si ésa es la concepción que tiene la sociedad sobre sus representantes, ¿por qué sigue manteniéndose el mismo tipo de sistema? Por mucho que nos pese, este hecho forma parte de la cultura de los españoles y no es difícil encontrar a lo largo de la historia anécdotas sobre esta característica. Que España no se hundiera en la miseria dependió prácticamente de su influencia en la conquista de América, suena duro, suena simple, pero esas son las conclusiones a las que acaban llegando la mayoría de historiadores. Influencia que acabó perdiendo por otra parte al no poder gestionar, por la magnitud del territorio, el continente americano. Para entonces en españolito de a pie ya se sentía orgulloso de su nación, dando paso a los Hidalgos de Castilla unos siglos más tarde. Estos señores se aferraban a los títulos nobiliarios que habían conseguido a través de favores con la nobleza o gobernantes, y los mantenían a capa y espada así como lo intentaban con su estatus, aunque no tuvieran pedazo de pan duro que llevarse a la boca. Pero no hace falta irse tan lejos, no era de extrañar encontrarse a principios del S.XX con el caciquismo en los campos españoles. Los caciques eran los “señores” amigos de los señores que en ocasión eran amigos de los grandes señores. Éstos por un sueldo se encargaban de mantener en vereda a los campesinos: custodiaban los campos, se llevaban las cosechas a modo de impuesto y arancel y coaccionaban o amenazaban para facilitar el llamado “voto desde arriba”. Esto es, aunque la población tuviera cierto derecho a votar, de su voto dependía hundirse en la miseria, quedarse sin campos o recibir los merecidos físicos “pertinentes”. Ellos colocaban a los alcaldes y controlaban la justicia así como demás funcionarios públicos. Su misión a parte de controlar las tierras era la de conseguir que los candidatos a ministro resultaran elegidos en las elecciones, por lo que tenían la protección de los gobernadores civiles, la justicia y demás órganos públicos de poder. Por algo se les llegaría a llamar “El partido de la porra”. Hoy en día, aunque cubierto por el tupido velo de la democracia no ha cambiado demasiado el escenario. No es difícil encontrar ramificaciones familiares en todos los ambientes políticos españoles y por ende, europeos, así como relaciones política-bancarias de amistad. La burocracia imperfecta del país funciona en este caso a la perfección, dándonos un total de unos 80.000 políticos activos. Por si fuera poco, no hay ninguna institución española que se encargue de precisar el número de los que cobran del estado sin estarlo. Para ser más gráficos y amenos vamos a mostrar unos cuantos datos extraídos del libro “El chollo de la casta política en España”, de Daniel Montero que, sin duda, dejaría sin habla a más de uno.

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Noelia Sánchez www.fistropia.blogspot.com

Según el autor, mientras un español tiene una pensión máxima de 32.000 euros anuales, los políticos tienen derecho a pensiones vitalicias de unos 74.000 euros que además no son incompatibles con otros sueldos de la administración o actividades económicas. Un diputado o Senador sólo tiene que ejercer durante 7 años para cobrar la pensión máxima, mientras que un español tiene que cotizar un mínimo de 35. Además hacienda sólo les retiene un 4,5 % de la nómina. Por si fuera poco, somos los españoles los que pagamos las multas (y con recargo) que el DGT les pone, así como viajes de ocio alegando excusas, como por ejemplo, el viaje que pidió el Congreso para que 60 diputados viajaran a canarias cuatro días para “estudiar el cultivo del plátano”. Por otra parte, Zapatero es el único presidente de la UE que carga sus gastos vacacionales a los presupuestos estatales y viaja con 100 personas durante tres semanas, como un marajá. José María Aznar es el único ex presidente del gobierno que ha solicitado el sueldo vitalicio de sentarse en el Consejo de Estado (74.000 € anuales), nómina que quiso sumar a la del ejecutivo Robert Murdoch y le fue denegada. Aún así salió beneficiado optando por un sueldo de 220.000 euros al año (tres veces más de lo que cobraba como presidente) sin contar otras actividades públicas o privadas. Disponen de 5.000.000 de euros al año para utilizar aviones, trenes o barcos del Estado a su antojo. No tienen límite para el gasto en comidas de representación ni fiscalización previa a la hora de comprar jamón, champán o puros de alta cava. Por esto y por mucho más no podemos sentirnos culpables ni causantes de la crisis, porque hemos comprado aquello que nos han querido vender y ellos son los menos austeros. Aún así, no podemos olvidar que hemos sido nosotros los que lo hemos permitido.

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La poesía de ayer, de hoy y de siempre Poesía y Aforismos La poesía se escribe huyendo de lo aséptico de la equidistancia de quienes mantienen el poder impuesto coadyuvando la opresión y la opulencia con la bendición de las elites y la oligarquía de la barbarie con la pomposidad de premios y el reconocimiento masivo de la publicidad en los medios sistematizados que sentencian la corriente de opinión y el destino no existe lo que no publican en la unipolaridad de la desinformación quien se mueve no sale en la foto grandes artistas apolíticos esbirros políticamente correctos marionetas adláteres lacayos del capital siervos regodeados en la nada de la exquisitez putrefacta subliminados en la estética y la apariencia exacerbando su ego superlativo con la untuosidad consentida de su sangre pagando avenencia para mantener la posición la exclusividad pluscuamperfecta de su mentira los códigos sumariales de la hipocresía comprados con la calderilla de la trastienda del neoliberalismo y la fianza de la libertad

la cultura cautiva en lujosos cementerios prostituida en el engaño con la apología de neutralidad que sustenta el orden establecido de la desigualdad y la injusticia los engranajes del sistema globalizando y extendiendo el hambre el genocidio con el exilio de la vida imponiendo el rancio abolengo ante la confianza de contradicciones y la verdad desnuda por las letras desterradas de honestidad quebrando los espejos con el destello de cavernas de sombras y la metamorfosis caduca de su verdadero rostro. La poesía se escribe con mayúsculas que acunan las ganas y la luna llena de la ilusión cierta de noches eternas de nuevas primaveras la poesía se escribe sin permiso apostando el alma en cada silaba fabricando los fantasmas del recuerdo y del mañana anudando sus reivindicaciones a la lengua al papel se escribe sin aplausos con los zapatos rotos con las venas abiertas con los puños cerrados destilando los sentimientos

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Sara Graphika www.saragraphika.com 11


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por cada palabra y cada silencio con el idioma universal de la conciencia dibujando el viento con imágenes pasadas y futuras teñidas de esperanza tatuadas de sinceridad tejidas con el color de la unidad y la diferencia un juramento con la historia y el porvenir rompiendo el placebo sosiego adormecido de comodidad las telarañas y los corazones con el ritual de la dialéctica y las acciones armadas de razones que inundan las metáforas de nuestra utopía la poesía de todas con todas para todas la poesía libre y gigante que nace en el compromiso y en la necesidad del decrecimiento de la rebelión en la granja de la revolución permanente de la transformación y la justicia social la poesía de noches en vela de luces que comen sombras de incertidumbres de dudas y certezas más allá de los límites posibles de las quimeras insurgentes de realidades por eso ayer, hoy y siempre la poesía es un arma cargada de futuro.

Ibon Zubiela Martín izubiela@yahoo.es

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Windy Theatre through Litrona

AndrĂŠs Solo andrescameselle@yahoo.com

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Elena Castellano www.elenacastellanofernandez.blogspot.com

Pequeños detalles Poesía y Aforismos Lo que no me gusta de las grandes ciudades es que siempre suena una sirena que alborota las calles y da suero a las penas; todos miran curiosos unos hasta se presignan y a otros les lloran los ojos. Lo que no me gusta de las grandes ciudades es que no siempre puedes ver la luna a veces se esconde entre los edificios otras se pierde en las dudas; desde mi casa siempre puedo ver la luna, que ni se pierde, ni se esconde ni se arruga.

y nos hacen pequeños como hormigas y nos duermen los sueños y nos quitan la vida. Lo que no me gusta de las grandes ciudades es que alguien siempre grita; por amor, por celos; por moneditas. Por suerte Granada no es tan grande y las sirenas dejan silencios a los árboles y la luna se asoma a los balcones; el resto son pequeños detalles.

J.L. http://www.lasendadelsherpa.blogspot.com

Lo que no me gusta de las grandes ciudades es que los edificios no tienen alma 14


Cadencia de días interminables Poesía y Aforismos Un día tras otro pasa, encadenado a la melodía de la lluvia tardía del otoño que todavía frustrado araña el calor del verano con sus uñas de viento. ¿Dónde se ha escondido la luna? Hace meses que no la veo brillar se escondió entre las nubes y parece que ahora solo sabe llorar mojando tejados, pelos, pieles y asfalto. Se arranca la piel se come sus propias entrañas paladea cada latido del corazón cada gota de sangre cada lágrima salada. Se araña, se deja los dedos en carne viva y escribe con pulso tembloroso en el suelo negro que para qué tener sentimientos

si le devoran el alma como el fuego hasta que su corazón se quede carbonizado y, quebradizo, se escurra entre los dedos mezclándose el polvo oscuro con la sangre a la intemperie del invierno.

Maat http://www.shhuuuu.blogspot.com

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Tan frágil como una hormiga seca Icaro Incombustible Nº12

Relato Breve Tras el desayuno, iba a la consulta del psiquiatra. Era un hombre pequeño, serio, ordenado. Le pedía que recordase. Daniel lo miraba desde unos ojos grandes en una cara consumida. Le costaba articular palabra, como si algo en su interior se lo impidiese, una voz que le decía «no lo cuentes, si lo haces nunca saldrás de aquí».

La puerta de la habitación se abrió. «El desayuno», gritaron. Daniel, tumbado sobre la cama deshecha; sábanas y colcha en desorden. Se levantó con dolor de huesos y arrastró los pies hasta el comedor. Tenía el vaso de leche sobre la mesa. Una enfermera le dio las pastillas. Mientras se las tomaba, clavó los ojos en el hule azul claro. Recordó la primera vez que vio el mar; un niño frente a ese azul impenetrable. Por la noche, soñaba que su cuerpo y el de sus padres chocaban contra las rocas, despedazándose. La madre se quedaba con él hasta que se volvía a dormir; regustillo a melocotón entre las sábanas. En el desayuno ella le guiñaba el ojo, como si lo ocurrido durante la noche fuera su secreto.

Aquella tarde salió al jardín. Se sentó en un banco de madera y fijó la vista en el suelo. Había hojas secas, piedras de distintos colores, unas grises, otras azules. Detrás de las hojas, distinguió una hilera de hormigas. En la fila, una de ellas arrastraba una hormiga muerta. Miró hacia la izquierda y vio el cadáver de otra. Lo cogió. La hormiga estaba seca y al tocarla se deshizo como si fuera polvo. Un olor extraño se apoderó de él; era una mezcla de aguas estancadas, árboles frutales y salitre. Olor que abrió una herida que supuraba.

Por la tarde, la luz era tersa, acogedora. La madre le contaba historias en el porche. El aire, con olor a mar, impregnando su piel, y el cuento del gato con botas mientras lo acariciaba. «Mi señor el Marqués de Carabás», oía desde una distancia de treinta y cinco años.

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Recordó un domingo en el parque. Los padres le animaron a que jugase con chicos de su edad. Daniel se apoyó en un árbol, detrás de los columpios, y esperó a que el tiempo pasara.

ABANDONADOS Olga Pilonga www.facebook.com/olgapilongadesign

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LA BELLEZA ESTÁ EN LOS OJOS DEL QUE MIRA Olga Pilonga www.facebook.com/olgapilongadesign

Unos minutos más tarde notó un picor. Miró al suelo y vio muchas hormigas. Algunas subían por las piernas; otras estaban en los zapatos. Gritó con fuerza. Una de ellas había llegado al brazo. Tres bolas negras a punto de reventar y unas patas de hilo. Se imaginó que las aplastaba, triturando su ligero caparazón; el jugo gris bajo las suelas. No se dio cuenta de que el padre estaba allí. «Están nerviosas porque has pisado el hormiguero», le dijo mientras le quitaba los insectos del cuerpo. «Acuérdate, ve con más cuidado, es su territorio y lo defienden». Después, le cogió la mano y caminaron juntos.

bonara el cuerpo o le frotase la espalda, pero ella, «ya eres mayor para que te bañe, tu padre está al llegar y no tengo la cena, termina pronto». Cuando ella se marchaba, cogía su esponja y la retorcía entre las manos hasta dejar trozos muy pequeños flotando en el agua. Aunque las horas se detuvieran, el tiempo pasaba rápido. Daniel fue al comedor y se sentó a la mesa. El blanco de la leche lo repugnó. Fijó la vista en el cristal de una de las ventanas. Las esquinas de abajo tenían vaho. La imagen de una noche muy fría. Nadie probó bocado. El padre gritaba a la madre. Ella intentaba calmarlo, pero él no quería escuchar. Se levantó bruscamente y dio un portazo al marcharse. «A la taberna», dijo la madre, «eso es, vete a la taberna», y salió de la cocina llorando. Pasaron minutos hasta que Daniel subió las escaleras. Se quedó junto a la puerta del dormitorio de los padres, y, tras su respiración entrecortada, oyó sollozos. Vio la figura de una mujer que en ese momento se le hacía pequeña, indefensa. Un

Mientras Daniel se duchaba, las hormigas se adentraron en la retina. Esas figuras negras ahora corrían por los azulejos. Brotó de nuevo aquel olor extraño. Un olor que, aunque lo aborrecía, le cautivaba. Cerró los ojos con fuerza y escuchó caer el agua. Ese ruido lo llevó a la bañera de patas de la infancia. Le gustaba llenarla hasta arriba, con agua muy caliente; después llamaba a la madre para que le enja-

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cuerpo encogido sobre la cama. Se acercó, le acarició el pelo y le dijo «no te preocupes mamá, es un borracho». Ella se irguió mostrando un rostro severo. «¡Hablar así de tu padre!». Él se quedó inmóvil. Cuando salió, no sentía el peso de los zapatos. Parecía un personaje de ficción desdibujado. Entró en su cuarto y clavó los ojos en la fotografía que estaba frente al cabecero: la madre con un vestido de lino azul claro. Su estómago comenzó a girar y girar. «¿Por qué me haces esto?», le dijo. Notó pinchazos y olor a peces muertos; como si tuviera larvas de insectos en los intestinos y segregasen un líquido ácido. Los pinchazos eran agudos, su cuerpo se retorcía formando un ovillo. «¿Por qué me tratas así?», decía mientras se acunaba. Cuando los mordiscos de la tripa cesaron, se acercó a la ventana. Apoyó la cara en el cristal helado y sintió que su piel quemaba.

«Las peleas eran cada vez más frecuentes», se escuchó decirle al psiquiatra, «él estaba menos en casa, y mi madre empezó a beber. No quería verme, como si mis ojos la delataran». ¿A quién llamaría?, pensó. Siempre que la madre hablaba por teléfono, sentada en el sofá del salón, él vigilaba receloso detrás de la puerta. ¡Cómo le dolía ese tono de voz tan falso, tan ingrato! Cuando salía, ella se inquietaba, ruborizándose como si la hubiera descubierto. «¡Déjame en paz! ¡Déjame!», y esas palabras, cuñas en el cerebro. «Algunas noches iban juntos a la taberna y volvían a casa borrachos», le dijo al psiquiatra. Él veía, desde la ventana del cuarto, como los padres se tambaleaban. Luego, las risas al subir las escaleras; latigazos en su piel desnuda. Al terminar la consulta fue a la habitación y cayó en la cama. El sueño lo abrazó. Ahora se en-

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cuentra en un lugar árido. Está en el suelo, boca abajo. Arrastra un cuerpo roto. Las piedras rasgan su piel, pero no siente nada. Sigue adelante. Las vértebras dibujan el camino como anillos de gusano. «No te pares», le dice una voz débil, ahogada. Trozos de arena se incrustan entre las uñas. El polvo se mete en sus ojos; una capa fina los nubla. Sigue recto. Se adentra en unos arbustos. Avanza despacio. Los pantalones quedan enganchados en unas ramas. Tira de ellos con fuerza, pero no logra desprenderse. Impulsa el cuerpo hacia delante. «Inútil, es inútil». Huele a sudor y sangre. Las ramas lo oprimen. «Quiero salir», grita. Al abrir los ojos, dos enfermeras lo sujetaban. Notó un pinchazo dulce. Sala de televisión. Imágenes en la pantalla. Daniel miraba al techo. El sol se filtraba a través de la cortina. Como aquel día, pensó. Se vio tumbado en el sofá, apoyando la cabeza en las piernas de la madre. Notó la calidez de los muslos. Ella lo empujó irritada. Daniel se levantó con brusquedad. Subió las escaleras con gangrena en la boca y mordeduras en la tripa. Los insectos lo invadían. Sintió que las hormigas se apoderaban del hígado, recubriéndolo de una capa negra. Los chinches despedazaban los intestinos. Tarántulas venenosas sobre los pulmones. Le costaba respirar. Las patas de un ciempiés salían por la nariz. Supuraba los olores fétidos de la putrefacción. 20


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IL CAFÉ CAFÉ Harun Toré www.flickr.com/photos/harun_kerim

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odio. Fue hacia la llave del gas, la abrió y cerró la puerta al salir. El golpe de la puerta se unió al silbido de alas de insectos. Se tapó la cabeza con los brazos, pero el ruido era cada vez más fuerte. Abejas y hormigas voladoras zumbaban en sus oídos. El crujido de alas se adentró en el tímpano hasta llegar al cerebro. Olía a pantano, melocotón y mar. Olor que hizo brotar esas olas que engullían unos cuerpos descuartizados. «No me dejes aquí, no me dejes aquí», gritó golpeando la puerta hasta caer al suelo. «Ese olor nos separó, mamá, ese olor nos separó».

Llevaba tres días sin dormir. La cabeza le pesaba como si las distintas partes del cerebro fuesen de acero y no se comunicaran. Ansiaba el vacío, la nada. Las palabras «a levantarse, el desayuno» lo violentaron. No quería desayunar, pero le obligarían. Tardó en incorporarse; los músculos se aferraban a la cama, como si estuvieran atados al colchón con cuerdas transparentes. Se levantó a coger la ropa, que estaba encima de una silla, junto a la ventana. Miró tras el cristal. El jardín estaba sereno. Su vista empezó a nublarse. Se vio con catorce años en la cocina. No estaba solo. La madre, sentada en una silla, con la cabeza hacia delante, dormía. En el suelo, botellas vacías. Daniel la miraba con desprecio, con

Anna Fernández anafernandz@gmail.com

Eva María Medina Moreno evamedina_moreno@yahoo.es

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BIFURCACIร N DE LA ALETADA

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Roxanna C. roxannacortes@hotmail.com

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El gris siempre prevalece Mezcla

ando todo Norte se desvanece ante la esperanza de que sea Ella la definitiva y no una cuchilla más mediante la cual dibujar nuevos sinsentidos en un cuaderno forrado en piel humana y bordes desgastados.

Camina con paso firme y decidido cual top model salida de la nada, a través de un corredor en blanco y negro flanqueado por adornos en los que resalta un rojo pasión venida a menos. Irrumpe en mi mundo patada en puerta, como por cuestión de vida y muerte, como ignorando la veleidad de aquellos actos que le serán propios, así como de sus nefastas consecuencias, encaminados inequívocamente, eso sí, a la más estúpida de las tragicomedias...

Y es así como giro sobre mí mismo, tornando mis pasos ante una nueva y ciega fe, otorgándole atención, tiempo y poder poder que curiosamente aún parecen quedarme. Por ello ven... ven y revienta mi orgullo contra tu pared, reinventa la Constitución de mi estado mental. Pisotea mi corazón a tus pies depositado, baila sobre los sentires de este loco desgraciado. Véndeme tus penas y sustrae mientras mis di-

Es en estos términos que la integridad se doblega por un único aunque decisorio instante, ante una visión de decadente voluptuosidad, de cu24


chas. Erige tu imperio sin más coste que el de mi mera esclavitud. Llámame a gritos cuando el brillo de su gloria comience a apagarse, reniega de mi apoyo ante el más mínimo indicio de estabilidad. Bosteza ante mi mirada más atenta, reclámame si piensas que tu imagen podría comenzar a olvidar. Y dame cuerda para luego tirar de la cadena, y despójame de mi tristeza para duplicarla luego sin más. Degrádame, rebájame, redúceme a algo puramente anecdótico... me resulta tan irresistiblemente seductora tu forma de aniquilar mi autoestima...

mole, cruje y quebranta, arrasa y arrolla, arruina y asola. Porque construir es entretenido, pero destruir es divertido... ¿no es así?. Pájaros cubiertos de crudo huir intentaban del exterminio, a través de cielos tintados de un rosa ominoso que anunciaban el fin del mundo... el fin de mi mundo. Pero el gris siempre prevalece, cual manto que me aparta de esa exótica luz que, más que iluminar, simplemente quema...

Carlos Mora Torres kmebmfm@hotmail.es

Pero puestos a hacerlo mal, hazlo lo mejor posible. No vaciles y ven... ven, derriba y de25


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Marcos Serrano Carrillo xxblacklizardxx@hotmail.com 30


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Los ojos en la ventana

Vasto: vasto.siervo@gmail.com

Relato Breve Me saqué los ojos de su sitio y los puse en el filo indoloro de una ventana. Ahí estuvieron mientras yo palpaba y mordía, observando el juego de las formas etéreas de los líquidos: serpientes, peces, tentáculos de agua a través del vidrio, que era otro ojo. Alguien hurtó mis ojos cuando no escuché los gestos de sus párpados internos; ese alguien tiene las manos frías porque la vista se me congela. Veo imágenes borrosas como si los hubieran rociado con lluvia. El obturador está abierto y no hay bolsillo que los guarde. Solo luz. Solo luz.

Laurianne Gouley: www.lauriannegouley.com

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Laurianne Gouley: www.lauriannegouley.com Model: Deila Vogur Make up: Sandra Gentil 32


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A ti Poesía y Aforismos La noche en que me llamaste, yo estaba buscando lugares en el paisaje desterrado. Yo lucharé por vivir en paz y a tu lado, pero me negaste el aliento de tu voz. En el recuerdo tú sólo querías mi talento. No censuro tu comportamiento. Yo busco lugares de paz y de consuelo y con el mar en la mirada, ¿a quién le digo te quiero?

Mónica Pulido de la O monikapulido@hotmail.com

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Autoenfoque Mezcla Un vacío inerte, frágil cual recipiente que sólo un gran dolor aparenta llenar, como una urna de cristal para almacenar sueños forjados en titanio bien caliente. Insustancial pero cierto, no puedes verlo... Confusión, resulta difícil explicar la extrañeza al corroborar ante el espejo que el peor enemigo es tu propio reflejo, más aún terrible tener que asimilar. En mi mente, te será inútil acercarte... Un desprecio tan visceral como sincero que me sumerge en un estado irregular y dicta el balance antes de un nuevo avatar cuando persistir es un puedo y no quiero. No busques más en mis ojos para apuntarle... Hay en mí un deseo concreto de inundar toda mi entidad en la relajante paz alcanzable al saberme de todo capaz sin que ello implique que exista algo que ganar. Torpes, tus disparos se pierden en el aire... ... Un error de objetivo me dejó disperso. Me quemaste con tu luz para luego huir. Jamás podrás enfocar todo mi universo. La lente no miente, tu turno es de asumir... ... Mantengo aún una esperanza apaleada que resiste tras un intento de enterrar la indigna adoración por quien sin vacilar ha asestado en mi pecho la última estocada... Echó a volar impidiéndote capturarla…. Este magullado cuerpo logra albergar el poderío que derrocará algún día, puesto que no vislumbro sino tiranía en la amistad a la que me quieres atar. ¿Inmortalizar?, por ti sé que todo muere... Ambos escondemos un íntimo secreto que a los amigos podría escandalizar y a otros más allegados aniquilar, nos metería a los dos en un grave aprieto. Para no revelarlo estrellaste tu cámara... Una realidad que no debe durar insignificante situación para ti, autoengaño y decepción para mí, no existe causa justa para continuar. No tienes nivel para retocarla, no... … Un error de objetivo me dejó disperso. Me quemaste con tu luz para luego huir. Jamás podrás enfocar todo mi universo. La lente no miente, tu turno es de asumir... ...


Nudos Poesía y Aforismos Soy cuerpo hecho de nudos y peligro que camina bajo el asfalto gris que hay sobre tu vientre hubo un día uno de tantos en el que la luz reventó mi cristalino y sonreí creyéndome feliz agotada de morir entre zarzales que me cubrían de un negruzco dolor de moras hoy la omnipresente luz roja de tu entrepierna guía el desatino de mis pasos en lo oscuro riega los interminables miedos de estos pies descalzos que nunca tienen frío

Raquel Egea http://misparaisosdesiertos.blogspot.com

Mezcla Autoenfoque (Texto izquierda) Carlos Mora Torres kmebmfm@hotmail.es

Ilustración Jessica Samos


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Observatorio de Estética La sección de Ícaro Incombustible, el Observatorio de Estética, que vuelve a proponernos un artículo relacionado con el arte contemporáneo para que nuestros lectores y autores interesados escriban un breve ensayo con su interpretación del texto. En este caso el texto que proponíamos era: Michel Foucault “Esto no es una pipa. Ensayo sobre Magritte” Capítulo dos: El caligrama deshecho Y este es el resultado

Elena Castellano www.elenacastellanofernandez.blogspot.com

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Iris Leaf www.eyeiniris.tumblr.com

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Trilogía de la noche Poesía y Aforismos (I) La luz de la tarde se desprende, como la piel podrida de un leproso, balanceada por el viento gélido, paralizando cada hueso en el molino, ¡aspas que discurren el tiempo!, ¡piedras que trituran lo pretérito!, mudando en harina mis sueños. Destrozado como un muro enhiesto retorcido por las manos de los lamentos, demente peregrino por la noche eterna, huyendo de las sombras que envuelven cada partícula de mi vetusto cuerpo. (II) Amputada la luz, abierta la herida, brota el séquito, se seca la sangre, fundiendo el río con el desierto yermo. En la noche eterna mi luna es un trapo relleno de arena, como todo lo que siento. (III) Floto plácido hacia el sepulcro, cenotafio orientado al oeste, cerrando los ojos el oscuro día, duermo digerido en tu estómago. El cielo está lleno de arterias por el que fluyo en el piélago, lejos de cualquier compasión, como el hambre de una vaca ante las puertas del matadero. Desde que desaparecí del mundo y vivo la soledad de tu cementerio, desde que solo existo en las tripas y me cobijo en los excrementos, la noche eterna vive en mis ojos, desdentado y ciego. Muerto. ¡Llega el ocaso a las tinieblas, sin esperanza de amanecer, espero en mi tumba tu oración!

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José Ángel López Jiménez http://siteesfuerzaspuedesdesaparecer.wordpress.com/


Dazwischen - Entremedias Icaro Incombustible Nº12

Poesía y Aforismos Dazwischen Und wir tanzen bis zum Sonnaufgang Brechen den Bordstein gemeinsam mit dem Morgen an Daumen mit den Jeans vereint Taumelnd in Vergesslichkeit Mit der Sonne im Rücken Und dem Wind im Gesicht Verstellen rote Augen Und blauer Dunst uns die Sicht Wo war nochmal Zuhause? Wo kann man träumen gehn? Am liebsten zwischen hier und nirgendwo

Wo Träumer taumelnd stehn Auf unserm Weg treten wir in Scheisse Wobei Scheisse auch nur menschlich ist Und egal ob verfluchen oder rutschen Weil beides gleich beschissen ist Gestützt auf den Schlüssel in der Hand In der Hoffnung dass er noch passt Das Tor mach auf doch der Weg zu weit Träumer taumeln am liebsten in Unendlichkeit Wo war nochmal Zuhause? Wo kann man träumen gehen? Am liebsten zwischen hier und nirgendwo Wo Träumer sterbend stehn

Entremedias Y bailamos hasta el amanecer Apoyar ambas manos sobre la llave vomitando las aceras con la mañana. con la esperanza de que aún encaje la cerradura. Los pulgares en los bolsillos Se abre la puerta, pero el camino del pueblo es tambaleándonos en el olvido. demasiado largo. Con el sol en la espalda El soñador está mejor tambaleándose en el infinito. y el viento en el cara. ¿Dónde era de nuevo A casa? Ojos rojos entrecerrados ¿Dónde se puede ir a soñar? y vaho azul en el rostro. Nada mejor que entre aquí y ninguna parte ¿Dónde era de nuevo A casa? Donde el soñador permanece muriendo. ¿Dónde se puede ir a soñar? Nada mejor que entre aquí y ninguna parte (Traducido al español por tu amigo donde el soñador permanece en su tambaleo. y vecino El Peregrino ) En nuestro camino pisamos una mierda, pero una mierda sigue siendo sólo algo humano. Arne Stuckmann Y es igual maldecir o dormir arne.stuckmann@gmx.de pues ambas cosas son igual de mierdosas.

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Ammar Keylani Ammarkeylani@yahoo.co.uk

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La última copa Poesía y Aforismos Cuando el vaso se desborda Y llegan las lágrimas al mar. Cuando me mira sin verme y olvida como volver a soñar. Cuando al fin me ama y al mirar esos dulces ojos en su reflejo veo otra cara, en sus besos otra huella Y al sentir sus suspiros, en su aliento, leo otro nombre. Cuando se apaguen las luces, Y confundas nuestros rostros Sírvete otra amarga copa Bésame y vuelve a soñar …

Bardo http://lejosnoescerca.blogspot.com

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Texto III del libro Vencidos Relato Breve Negro luto, negro noche, amarillo sol. Monumentos móviles del caos, íconos casi absurdos de la velocidad de las horas. Urbanas. Me siento, abro la ventana, le indico hacia dónde voy. Su cabeza gris y seca, la ficha delante de mis piernas que lo identifica antes de que su cabeza fuera gris y seca, el respaldo de bolitas de madera -tan necesarias- y ese escudo de Racing colgando del espejo, en lugar de una cruz, un cristo o una estampita de la virgen.

Y miro, lo que yo veo de cuando en cuando pero que él ve todo el tiempo, y entre todas esas imágenes una sobresale, una figura avejentada que camina hacia adelante, apoyada en su bastón, vestida con bolsas negras de residuos. Cubierta la cabeza, la cara y el cuerpo entero, con los ojos solos al descubierto, como occidentalizando el burka ella sola, en su mundo, en su país propio, escondiéndose el cuerpo como si fuera basura. Y atraviesa el vidrio y cruza la mirada con la mía, y me estremece de asombro y tristeza un instante, y digo algo, no se qué, y él contesta que sí, que hace treinta y tres años que la ve dando vueltas, tapada desde siempre como si fuera miseria eterna.

Demasiadas ruedas juntas, demasiado sol malentendido se filtra, en el ruido de los colectivos, de las bocinas, de todas esas personas amontonadas. Miro las calles, los edificios, los autos quietos o yéndose rápido, rápido, y miro, siento el aire, la primavera en la cara, y miro. Veo entre los carteles unas nubes grandes, tan blancas y reales que parecen de artificio. Desde acá, desde el cemento, la naturaleza es como un lujo, un horizonte que no se alcanza, otra vía posible.

Verde. Los coches se despegan unos de otros y el taxi avanza. Mi mente avanza. Luego todo vuelve a ser verde. En el medio de la calle, un árbol protegido por una cerca, más anciano que todos los linyeras casi muertos, con raíces más grandes que árboles enteros.

Las manos que sostienen apenas el volante y mueven los cambios como máquinas y emiten señas a las otras manos de los otros volantes, son también parte de esa cabeza gris y seca que conoce, desde adentro, el alma de todo lo que vive entre el tránsito, los cortes y los bombos; las imágenes repetidas de los mismos recorridos, los grandes carteles publicitarios, uno por uno, la duración de los movimientos de la ciudad, con todas sus rutinas y variaciones, el pulso de los semáforos, las noticias susurradas desde lo bajo, los gestos de policías y ladrones y de tantos ciudadanos en el medio. Y esas manos traen al hombre y lo llevan de y a todos lados, y no puedo no compadecer, engreídamente, la monotonía de su tiempo, su soledad rara, el motor estéril bajo su cuerpo. Y todas esas horas… marcadas en el contador que no para de contar.

Monumentos perpetuos, testigos de la historia. Y otra vez rojo. Las manos del hombre se aburren y quieren contarme. Historias que en otro momento ignoraría, pero que ahora, sin saber porqué, me interesa escuchar. Y me sumerjo en ese saber urbano, en ese humo difuso que exhala el tránsito de todos los que viven entre ruedas. Como él, que pasa diez horas al día con las manos estáticas llevándolo, con los ojos repetidos en el espejo, mientras debajo Racing parpadea movimientos de un lado a otro, simulando, en todo, a un corazón. Pero sabe que su vida es eso y mucho más, y a la vez no, no lo es, es que vive, con los ojos, al final del día son sólo imágenes. O acaso no sólo imágenes. Y ese escudo es simplemente un escudo, jamás será

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ni un corazón ni un ícono religioso, aunque sí fuera, en el fondo, tanto o más personal que la ficha amarillenta que cuelga entre mis piernas. Me dice que no es la única, que hay otras como ella, que esa mujer fue joven un día pero que ya pasaron muchos días. No sé desde cuándo andará dando vueltas, dice, como resignado a la desgracia ajena, y cansado, del tránsito que no avanza y del cuero gastado que ya casi no resiste tanto peso. Sus costados sobresalen del asiento. Lo desbordan. No veo su nuca que tapa el pelo gris y ralo, no veo su espalda, ni sus pies, ni siquiera su perfil. Veo la mirada doble que rebota hacia mí desde el espejo, que habla desde el fondo de su infancia y persiste en un brillo tenue, escondida para siempre entre esas líneas de vejez que modelan sus ojeras. Resuena su voz grave, fuerte, que viene de su garganta como un ruido, hila sonidos roncos que tardo en comprender. Son palabras. Vibran entre las ventanas cerradas y entre los asientos sordos, casi como una necesidad de su cuerpo y su garganta de expulsar por ahí todo lo que en ese taxi entró alguna vez. Me dice que hay otras como ella. Otros. Que la calle está llena de hombres que la habitan. Solos. Sin saber siquiera porqué. Me habla de una mujer que también solía ver siempre. Ella se sentaba a leer todos los días en el mismo rincón de Plaza Miserere, y lo extraño, no era que se sentara a leer siempre en el mismo lugar, sino que leyera en voz alta. Sola. Siempre. Y que pasado el tiempo la mujer además de libros fuera juntando basura y llenándose de mugre, y que ella misma se fuera convirtiendo en un cúmulo de basura. Y se fue quedando y quedando y se quedó. Y se hizo vieja y empezó a hablar sola todo el tiempo y bue... no sé qué habrá pasado después con ella, si se habrá muerto o no -me dice-. Sin ninguna expresión, casi sin gestos, como si ya no le importara lo que estuviera diciendo, como si su relato saliera sólo de su boca, sin ningún esfuerzo ni compromiso. Nada. No entiendo su contradicción, es como si se hubiera aburrido de su propio entusiasmo. O no, no sé, quizás yo lo malentendí, quizás esos cigarrillos que ahora descubro arriba de la guantera le hayan consumido el corazón, y ya no le quede aire ni tiempo para hilar diez oraciones seguidas.

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Icaro Incombustible Nº12 Me pregunta si me molesta que fume y si quiero uno. No, no hay problema, bueno gracias. Me presta fuego, enciendo, abro la ventana. Aspiro, confundida en mi placer, y suelto afuera, expulso de adentro mío un poco de aquello que me rodea y miro con asco, me hundo en mi contradicción como este hombre que no es coherente ni con su propio tono de voz. Yo soy parte del humo. Mientras el taxi avanza por una avenida que reconozco pero de la que ignoro el nombre, las cenizas de su cigarro amagan pero vuelven, indecisas, revolotean a mi lado como un huracán hecho de nada, y el escudo de Racing tirita un poco, igual que el atado de cigarrillos y la ficha amarilla, y quizás hasta los asientos estén saltando de arriba hacia abajo, todo, menos nosotros. Como si un íntimo terremoto nos sacudiera y sólo los objetos pudieran percibirlo. Como perros amorfos lejos de todo. Empiezo a reconocer algunas casas, carteles, negocios, y entiendo. Tengo que indicarle dónde frenar, pero él, él no entiende, parece haber olvidado hacia dónde iba, veo su mirada en el espejo que parece ausente, lejos del auto y de la calle, en un afuera más allá de todo, y yo estoy por abrir la boca al tiempo que abro la cartera para sacar un billete y pagarle, pero él se adelanta, como contestando a mi silencio, y emana otra vez el sonido ronco que son sus palabras, y me dice, en tono de despedida absurda o de redención: -Yo era maestro sabés.

Texto III del libro Vencidos Relato Breve El tránsito invade la habitación. Me invade el cuerpo débil, cansado, enfermo del horror. Y el sol penetra como queriendo derretirnos -con la misma furia del infierno- nosotros aquí pagamos. La miseria de quién, el pecado de quién. Nada es de nadie. Y yo ya no puedo llorar, ya no siento. Sólo siento alguna cosa, el aroma del café de la mañana quizá. Pero luego el aroma del humo que se expande hacia la demencia se detiene hundido en mi garganta y resucito, recuerdo, que ya no puedo sentir nada. Y debo recordar, una y otra vez, cuántos años estudié para llegar. Enclaustrado como un preso sin recuerdos, doblemente preso. Qué puedo hacer, si ya no me importan, me dan pena. Qué, qué puedo hacer si ya no puedo llorar. ¿Porqué? Porque si acaso me dignara a hacerlo, terminaría ahí, en el fondo, como ellos. Estas infantas uniformadas no comprenden la enfermedad, no. Yo sí, yo estoy adentro y me sacrifico o acaso no es así. Yo vivo en el pantano y el barro no me toca.

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Icaro Incombustible Nº12 bería, antes de perder a Silvina, debería, antes de perderlo todo. Pero hace ya demasiados años de eso. Ahora estoy aquí, y Javier López habla y habla, con el sonido de su voz subterránea, mientras me mira y me atraviesa con sus ojos perdidos y el color de su piel muerta.

Escucho a Javier que me mira, que está ahí sentado y me habla y es ausencia, y pienso en Juana, la pobre Juana, no tiene arreglo. Ya nadie la escucha. Nadie la visita ni la recuerda. Por eso va y se desnuda y camina desnuda a la noche por los pasillos. Juana, la abuela Juana, logró que todos se acuerden de ella antes de irse a dormir.

Años entre estos pasillos, viendo el sol filtrarse por las rejas de las ventanas, las sombras siempre arañándolo todo. Como si estos hombres fueran carne quemada al sol y no, no, quedan crudos bajo el sol que apenas entra y los rasguña. Entre barrotes. Ellos, acá, no tienen opción. Yo sí, yo vengo y los escucho. Y los medico, un poco, los alivio. Pero ya no sé qué puedo sentir. Mis sueños se repiten, sólo siento el peso de mi cuerpo débil y cansado, mi mente que pesa como un calvario. La voz de Javier allá profunda, el calvario que me aplasta, y el aroma del café de las mañanas de las que reniego, ya no lo siento.

Para mí la locura solía ser aquello oculto, vedado, aquello desconocido, insondable. Y lo desconocido era la libertad. Alguna forma de la libertad. Con el tiempo aprendí, que lo desconocido es la muerte o la libertad. Y yo sigo vivo y no puedo llorar.

Allá en la pared un cuadro de Toulouse que colgué alguna vez. Miro nuestras manos en la mesa entre barrotes, los ojos perdidos, las piernas festivas de esas mujeres en la pintura, allá en otro siglo, en otro destino.

El tránsito suena adentro. Me dan pena los de afuera, me dan pena. Javier López habla y habla, y por momentos no habla sólo me mira y se queda callado y no puede, nada. Yo le digo que no importa, que diga lo que quiera y que si no quiere hablar que no hable, que desde el silencio también se habla. Pero yo sólo escucho el ruido de los autos afuera, y el sol me aturde y mi alma grita, adormecida, que no debería escucharse nada desde acá adentro, que esto es el colmo del colmo de todo, esto está más abajo que el infierno, más sucio que el pantano, las paredes como escombros, los baños olvidados, las enfermeras que no entienden siquiera el mundo de allá fuera, apenas burócratas anticipadas de la parca. Y la mesa, donde apoyo mis papeles y mis notas que no sirven, donde se instalan mis manos y por momentos las suyas, la veo arañada, atravesada –allí donde se escriben las respuestas- por las sombras de las rejas, las rejas de la ventana por la que entra el sol y el ruido. Como si fuera el preso de algún sueño. Y yo debería haberme ido de este lugar, de-

Cuántos muertos habrán mirado esas piernas. Y pensar que algunas de estas personas están acá dentro hace veinte, treinta, cuarenta años. Casi tantos años como yo. Acaso no fueron salvadas ¿Por qué? Cumplen la pena eterna de no tener cielo, cumplo yo la pena, el castigo, de ser yo quien los salva, de la nada hacia la nada. Los acompaño en la espera, en la espera de qué. De la nada hacia la nada. Por eso los drogo, me drogo, para borrarnos el pasado.

Es verdad que alguna vez creí que con el solo entusiasmo se podía curar. Con inteligencia y esfuerzo. A quién, ya no sé, ya no recuerdo. Tampoco sé de dónde venía mi entusiasmo.

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El sol penetra mi martirio, la voz subterránea, los ojos muertos de Javier. Yo le pido que me disculpe, que voy a cambiar de lapicera -porque algo estuve escribiendo todo este tiempo, qué, ya no sé, algo que a nadie le importa sobre las palabras estériles del pobre Javier- porque los papeles marcados sobre la mesa se llevaron sus restos y abro el cajón, veo el retrato de mis hijas, y le pido una vez más que me disculpe un momento, mientras agarro otra lapicera, y contemplo a mis hijas, tan lindas, tan, tan lejos ya. Y vuelvo a escribir, anoto mientras él habla y habla y titubea y no dice nada y una ráfaga de aire o viento entra por la ventana, con el ruido y el sol, y vuela una de mis hojas, y me da miedo, esta vez,

que Javier lea alguna palabra de las que dicen mis hojas. Y pienso en Juana, una vez más, la pobre Juana, a veces pienso que quizá sea la única que haya sido salvada en este lugar. Una mujer sola, abandonada, que se desnuda para existir. Que todavía quiere luchar contra el destino. Y yo todavía no siento nada y no puedo llorar, y tengo miedo de que Javier lea lo que escribo y ni siquiera recuerdo, lo que no escribo, entonces decido ir al suelo a buscar palabras sin sentido que se arrastran y me arrastran y las sujeto. Y entonces miro sus ojos, la pura ausencia, escucho que habla, sin sentido, la carne cruda, los ojos y pienso: pobre infeliz, no tiene arreglo.

Crítica del libro “Vencidos” Por Gabriel Landoni Vivimos en el tiempo sin la clara conciencia de que somos materia sensible y pasajera. El día es demasiado corto para nuestra ignorancia, y de pronto anochece. Incluso ante la evidencia, traicionamos aquello que nos concierne como ofrenda a la vida, acaso, como sola posibilidad de redención. Nada pueden el amor y el dolor frente al imperio del que nos mata huyendo. Está echada la suerte del que labra en la arena; siempre perderemos la última batalla. Y sin embargo, hay algo que resiste, que obstinado germina, ya que, a pesar de todo, aún estamos aquí. Melody Geraldine inscribe las marcas que son, y que serán en lo provenir, líneas de su discurso poético. Porque ha visto, porque ha hollado este mundo –su infierno o paraíso-, porque sabe qué tiene para decirnos. Y de pronto la esperanza es personaje, y el desencanto tema, y el sueño es tono singular que precipita en la vigilia, sin excusas. Vencidos, su ópera prima, es la cifra, la vasta reunión de voces que recalan en lo más efímero y en lo más profundo de la naturaleza humana.

La introspección como atentado

Melody Geraldine www.melodygeraldine.blogspot.com

Escabernal escabernal@hotmail.com

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Aburrimiento Relato Breve El hombre le pregunta a la mujer por la llave. La mujer le contesta, con desgana, que la busque.

Acaban de comer. Él pasea su mirada por la habitación. Su fláccida y pálida barriga asoma por los botones mal abrochados del pijama. Ella mira por la ventana. Entre ellos, una mesa camilla con restos de comida. Al fondo, la televisión encendida.

El hombre se levanta con pereza del sofá y se acerca a la mujer. Le vuelve a preguntar por la llave. Ella le dice que busque, y le canta: «¿Dónde está la llave matarile, rile, rile?». Él, «Si no me dices dónde está…». «¡Qué! ¡Qué vas a hacer! ¡Qué coño vas a hacer tú!». «Dime dónde está», dice él. Ella se ríe, lo insulta. Él vuelve a preguntar. «Busca, busca», se oye. Las manos de él sobre sus hombros. «¿Qué pasa? ¿Acaso me vas a estrangular? ¡Anda aprieta! ¡Aprieta cobarde!». Unos dedos gordos agarran su cuello. «¿Me lo vas a decir?». Las manos presionan con fuerza. «¿Dónde está?». «Adivina», dice ella con voz apagada. El hombre aprieta más fuerte. «¡Me lo vas a decir, hija de puta, me lo vas a decir!».

Ella sigue mirando a la calle. Su melena es bicolor; castaño oscuro y rubio platino. Su cara, sin lavar, muestra la opacidad de un maquillaje mal aplicado. Unos labios extremadamente rojos, pintados con un carmín barato. Colillas impregnadas de bermellón saliéndose de un cenicero de cristal. Él se levanta de la silla, y, antes de sentarse en el sofá, aparta unas revistas viejas. Gotas de sudor resbalan en su calva, deslizándose por pelos grasientos de la nuca. Con la manga del pijama se quita el sudor y coge el mando de la tele, pasando de un canal a otro. Mira hacia la pared, donde un reloj redondo, de fondo blanco, cuyas manillas y números son del color del metal, está parado a las cuatro. Le divierte imaginar que funciona. Todos los días se pone frente a él antes de la hora, y siente el minuto que transcurre desde las cuatro como el único real en su vida.

El cuerpo de la mujer cae al suelo, inerte. Él se sienta en el sofá. Imágenes en la pantalla. Mira el reloj. Espera a que sean las cuatro.

Eva María Medina Moreno evamedina_moreno@yahoo.es

Ráfagas de un aire cálido mueven las cortinas. Ella retira platos y cubiertos con el antebrazo, y saca del bolsillo de la bata unas cartas desgastadas. Empieza su solitario. Él fija la vista en un ventilador que está en el suelo; las aspas metálicas giran lentamente.

Yasmine Tiferssiti http://www.flickr.com/photos/49100295@N04

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Metamorfosis Poesía y Aforismos Metamorfosis Un día que todavía no ha pasado me convertiré en el agua de la ducha para bajar por tu cuerpo y recorrerlo a mi antojo. Transformada en líquido voy a poseer toda tu piel. Y tú, sin querer, te expondrás bajo el chorro de tibio deseo que seré, y sin saberlo me darás tus brazos, ofrecerás tus axilas a mis lágrimas de agua potable y resbalaré por tu frente, tu nariz, tu boca, tu cuello, tus pechos y tu vientre. Resbalaré por tus muslos, por tus nalgas y tu espalda. Seré un caudal retornable que comienza cuando cae del grifo tocando tu cabeza, y acaba en las plantas de los pies. Seré omnipresente, porque cada centímetro de tu piel será mío, y cada gota de agua que se pose, resbale o rebote en ella, será mi mano, mi cuello o mi sexo. Porque seré tu segunda piel y ni siquiera así tendré suficiente. Y tú, sin querer, serás mía. Y sin saberlo lavarás tu pelo, tus orejas y tus rodillas con mi sudor. Abrirás tus piernas para entregarte a mi lengua hidráulica, irreconocible a tus sentidos. Saborearás mi esencia y mi sangre transparente sólo si empapo tu boca.

Senda Pérez Hernández dinosaurio_nuclear@hotmail.com 53


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AndrĂŠs Solo andrescameselle@yahoo.com

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Eterno Relato Breve «Podrías tener el tiempo a tus pies, querida. Podrías ser ama y señora de todo lo que ves, si quisieras. Si te dejaras. Pero todo depende de la decisión acertada. Y eso es, por suerte o desgracia, algo que tu corazón tiene que decretar.» —Pero tengo miedo. «El miedo es algo razonable que sólo los mortales son capaces de experimentar. Cuando el miedo no es más que un antagonista de la curiosidad, y no deja que razone la mente que se somete al corazón. Si yo te dijera que dejarás de tener miedo… que olvidarás las inseguridades y te convertirás en algo más que un simple cuerpo inundado de alma…» —¿Qué ocurrirá entonces? «Que serás por fin libre del mundo terrenal. Dejarás atrás todo este triste escenario de pobreza de corazón y mediocridad material. Verás desvelado el secreto de la maldad oculta bajo un manto de hipocresía. Te reirás del dolor que tu cuerpo experimenta, ahora que tu corazón sigue palpitando por el desastre del ser humano. La raza humana… valiente ironía de un Dios sarcástico y olvidadizo.» —Pero… yo hace tiempo que dejé de creer en él. «Lo sé, mi amor. El mismo tiempo que ha pasado desde que él dejó de creer en ti. Es fácil dejar de creer en lo inmaterial, en lo incierto. En algo etéreo e intangible. Algo contrario a mí, querida. Ven. Acércate. Toca mis manos frías. Acaricia mi rostro y mi pelo. Palpa mi torso, terso, desnudo, imberbe. Yo puedo ser tu Dios de carne y hueso. Puedo amarte como sólo un Dios es capaz de amar. De hacerte feliz como debería haberlo hecho él. De liberarte del hospicio carnal y sangriento en que se ha vuelto este caos llamado Tierra. Puedo hacerte olvidar toda esta mediocridad, dándole placer a tu cuerpo inmaculado y felicidad a tu alma desnuda de estímulos y verdades.» —Pero… «Puedo hacerte olvidar el pasado y vivir toda una eternidad histórica. Conmigo conocerás el mundo tal y como realmente se muestra hacia tus semejantes. Verás los fallos, las verdades y los desengaños. Comprobarás que lo último que se pierde en tu mundo no es la fe, es la vida. Y yo puedo darte algo más que una vida. Puedo entregarte cientos, miles de ellas. Puedo hacer que te conviertas en una alma con cuerpo de princesa, con ojos de reina, que gobernará junto a mí todo este mundo, desde otra dimensión, desde el más alto trono transformado en esferas desde donde acariciaremos el futuro para nosotros dos solos. Te enseñaré a volar. —No te creo. « Ven. Ríndete entre mis brazos. Confía en la palabra del que no tiene tiempo. Deja que acaricie tu cuerpo como solo tú te mereces. Olvida lo que te he dicho y descansa sobre mí. Mis ojos se esconderán de los tuyos y mi boca recorrerá la piel de tus labios, de tus mejillas, hasta reposar en tu cuello. No te preocupes. Será la última vez en la eternidad que experimentarás el dolor, tal y como lo conoces.»

Hellraiser http://www.relatometrajes.blogspot.com

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El Castigo Relato Breve Alguien ha puesto pegamento líquido en la silla de la profesora. La falda no se ha quedado pegada, pero era nueva. Anuncia a los alumnos que hasta que no salga el culpable no se van a casa. Las madres y las abuelas esperan abajo, impacientes. Los niños, entre murmullos, negocian. Algunos saben quién ha sido y otros no. La profesora sabe que están en la edad de hacer estas cosas, pero tienen que aprender los límites. “Será cosa de cinco minutos”, se dice.

Rubén llega corriendo a casa, unos quince minutos más tarde de lo normal. Saluda a su madre y le dice: “Mamá, hoy un niño le ha puesto pegamento en la silla a la profesora, y yo me he chivado”. “¿Por qué has hecho eso?”, pregunta su madre. “¡Porque nos tenían en clase castigados, y hoy es día de piano!”, contesta él. “Pero no lo volveré a hacer...”. Y se va a su habitación tras recibir un beso de su madre. Se sienta junto a la ventana y asoma la cabeza. Ahí está el pianista, ensayando. Rubén se relaja y cierra los ojos. Adora ese sonido. Coloca los dedos sobre el pantalón como si estuviera tocando. Él también será pianista. Eso es lo más importante. Delante de eso no hay nada. Poder tocar el piano algún día y que algún niño como él le escuche por el tragaluz. Por eso, si alguna vez tienen que hacer cosas como la que ha hecho hoy, las hará. Pero no siempre. Sólo cuando sea totalmente necesario, como ha sido el caso.

Efectivamente, a los cinco minutos un niño se levanta. Es el pequeño Rubén. Señala con el dedo a Abdula y dice: “Ha sido él”. Abdula se levanta aterrorizado y no es capaz de decir nada. La profesora observa. “¿Has sido tú, Abdula?”, pregunta. Abdula lo admite con un hilo de voz. El resto de niños se levanta y sale, y la profesora y Abdula tienen una conversación durante unos minutos y también se van.

Àlex José Recoder alexjrec@hotmail.com

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www.saragraphika.com


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THE BEAUTY OF TRANSGRESSION – LA BELLEZA DE LA TRANSGRESIÓN RECOMENDACIÓN DEL LIBRO DE DANIELLE DE PICCIOTTO Danielle de Picciotto es en sí misma una institución cultural y artística, después de haber participado y promovido durante los últimos veinte años la actividad cultural de la ciudad de Berlín y por encima de todo, buscado la forma de expresar su propia creatividad en múltiples disciplinas. Narrado en forma de diario, Danielle nos habla de la importancia que en la sociedad tiene incluir elementos de creatividad para evitar la frustración, mientras cuenta sus experiencias y amistades con personajes como Nick Cave, Alexander Hacke, o el fundador de la Love Parade junto a ella misma, el Dr Motte entre muchos otros artistas de la escena internacional.


In memoriam Oscar Alberdi Sainz Recientemente ha fallecido el gran poeta Ă“scar Alberdi, natural de Bilbao, amigo y colaborador de la revista. Desde Ă?caro Incombustible queremos recordar de esta manera al maestro Alberdi, y rendirle nuestro particular homenaje al autor del poemario Conviviendo Con El Caos

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Silencio Poesía y Aforismos Quiero aprender del silencio de las palabras no dichas en el armisticio del tiempo las que sentencian las dudas acunadas en la comisura del talento temblando en el espacio en blanco de conjuros sinceros acariciando la imaginación compartida con el impacto visual del viento auto aprendizaje en la esperanza futura visibilizada en el esfuerzo con la intensidad y el convencimiento de los hechos de la inspiración única y la ósmosis inversa de los sueños de todos los otros versos.

Ibon Zubiela Martín izubiela@yahoo.es

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Un Milagro Relato Breve

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Recuerdo, hace demasiado tiempo para poder verlo con claridad, mi nombre joven en labios de una voz inocente. En el fondo, aĂşn sigo siendo el mismo. DespuĂŠs de todo lo que ha llovido sobre esta cabeza, debe ser un milagro.

Hacia un libre pensamiento Escabernal escabernal@hotmail.com

El Peregrino 65


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