Nº1 - REVISTA CIUDAD BLANCA

PATRIMONIO

Modernidad e historia: intervención Casa Auza

por: Arq. Vidal Carrasco Poveda //

La intervención arquitectónica en espacios patrimoniales es un matrimonio entre la modernidad y un respeto muy profundo por el pasado. La labor del arquitecto permite escribir en el tiempo a través de ideas frescas una nueva historia. La Casa Auza es un referente perfecto.

Los propietarios de la Óptica Santa Lucía dueños de la casa proyectaron junto al arquitecto Vidal Carrasco P. el diseño de un nuevo espacio de trabajo para esta empresa, que respete la historia, arte y espíritu de la vivienda, para resaltar aún más sus cualidades espaciales, formales y preservar el patrimonio arquitectónico de la ciudad de Sucre.

Fue necesario un estudio serio de las proporciones clásicas de la casa e identificar el módulo de diseño para bosquejar las ideas de un nuevo concepto. De esta manera, se añadieron elementos y nuevas molduras dentro de un mismo esquema armónico con su contenedor arquitectónico. El espacio más importante a diseñar fue el Showroom de la empresa, ambiente representativo del gusto y estilo de los propietarios donde el arquitecto consiguió generar un lugar ecléctico en el cual el contenedor clásico (ambiente) contrasta con el contenido de líneas contemporáneas (mobiliario). Este ambiente es realzado con el uso de iluminación led, los empapelados franceses y el uso de nácar en la pared corporativa; jerarquizándolo y otorgando al espacio una

sensación de elegancia y sofisticación que revaloriza su aspecto patrimonial.

Al preparar la construcción dentro de la vivienda se encontró una columna y capitel de piedra enterrados debajo de la grada principal, de ahí nació la idea de intervenir el interior, sobre todo el patio principal que antes de la mejora tenía arcos tapiados y corredores cerrados con carpintería de madera. Entonces se procedió a remplazar las columnatas y arquería del primer nivel de ladrillo, por columnas y arcos de piedra con piezas de coralina (piedra de mar), en revestimiento acanalado sobre los arquitrabes realizando la intervención de piedra mas grande de los últimos años en Sucre.

Dentro del patio destaca de igual forma la cúpula de hierro forjado, diseñada a partir de otras similares encontradas en cercanías de Plaza 25 de Mayo, representando el estilo de la revolución industrial con

acero, remaches y vidrio. En la fachada se reponen todos los elementos originales, interviniendo solamente en el zócalo de piedra y colocando iluminación exterior que genera un juego de luz y sombra resaltando a la vivienda en su totalidad.

La puesta en valor de esta vivienda consigue respetar el patrimonio histórico, pero, adecuándolo a las corrientes de diseño actual y a las necesidades tecnológicas y funcionales de la actualidad.

FICHA TÉCNICA Propietarios: Fernando Auza y Judith Gutierrez Arquitecto: Vidal Carrasco Poveda Ubicación: Sucre, Bolivia Superficie: 1300 m2 Fotografías: Juan Manuel Dipp; Fabian Bustillos

Vidal Carrasco Poveda arquitecto formado en Univalle (Sucre), fue el encargado de llevar a cabo el proyecto Casa Auza, desarrollando su propuesta bajo el siguiente concepto: La arquitectura debe convertir un espacio en la extensión de un estilo de vida, mejorándolo por completo. Un arquitecto diseña junto a sus clientes las obras, generando una complicidad tal, que el único resultado puede ser: un espacio de desarrollo humano integral.

MUSEOS

El museo más dulce de la ciudad

Un instructivo paseo por el primer y único museo del chocolate en Bolivia

Tú que eres amante del chocolate ¿conoces de dónde viene y cómo se hace? ¿Sabes por qué Sucre es la ciudad del chocolate?

El Museo del Chocolate está pensado para que sus visitantes conozcan, no solo la historia de ese manjar que satisface los paladares del mundo entero, sino también su proceso de elaboración. El recorrido guiado, que comienza con intenso aroma a chocolate, es muy ameno e ilustrativo de la mano de Luigi, el guía, quien con solvencia y simpatía va develando uno a uno los misterios de la transformación de un fruto que, desde su estado natural en la selva amazónica boliviana, llega a convertirse en un producto de exportación.

El cuidado con el que el museo ha sido montado, ofrece al visitante una experiencia completa y logra que los 40 minutos del recorrido sean una parada ineludible para quienes visitan Sucre y quieran conocer acerca de uno de sus productos estrella; pero también para quienes habitan la ciudad y que deseen saber los secretos del chocolate, palabra cuya sola evocación ya da antojo. Un antojo saciado gracias a Chocolates Para Ti que, desde hace 32 años, se ha convertido en un orgullo de Sucre para el mundo.

Los recursos utilizados, tanto expositivos como interactivos, son muy didácticos y brindan una experiencia única y sabrosa.

Información muy bien dosificada que nos lleva de paseo por diferentes regiones del mundo, siempre siguiendo las pistas y los caminos que el chocolate recorre a lo largo del tiempo hasta alcanzar la forma con la que lo conocemos.

Se trata de informar acerca de la vida de un producto que podríamos calificar de milagroso por su sabor y sus muchos beneficios; el recorrido por el museo es como ir descubriendo la historia de un viejo conocido con el que simpatizamos y al que queremos.

Así nos enteramos del modo de producción del cacao que proviene únicamente de plantas silvestres y plantaciones gestionadas por familias, su ruta de comercialización, su proceso donde lo industrial, de la mano de la más moderna tecnología, se combina con lo artesanal no exento de secretos celosamente

guardados. No por nada el eslogan de la empresa es Tradición de ayer con tecnología de hoy.

En suma, todo el recorrido por este interesante museo, nos muestra un universo de conocimientos y experiencias sobre el cuidado que tiene la empresa en toda la cadena de producción, así como la estrecha relación colaborativa con las personas involucradas en el proceso, desde los productores de cacao, lejos de las fronteras del departamento de Chuquisaca, hasta artesanos locales y nacionales que aportan con su trabajo, por ejemplo en la elaboración de los empaques, para que el chocolate llegue a quien lo degusta con un sello de autenticidad muy bien ganado.

Por todo eso y por tantas cosas que se verán en la visita al museo, garantizamos que el visitante saldrá, literalmente, con un inmejorable sabor de boca.

Fotografías: archivo del Museo Ubicación: Calle Monteagudo s/n frente al polideportivo / Reapertura estimada: Mayo, 2022 / Tiempo de recorrido: 40 minutos / Teléfonos: 46455689 / 72877493

ARTE

Las mágicas manos de Sonia Avilés Corcuy

Claudia Arce, Miss Bolivia 2009, luciendo un diseño de Sonia Avilés. /PH: Daniel Candia

Sonia Avilés Corcuy es una diseñadora reconocida internacionalmente cuya labor enaltece la creatividad que emerge de Sucre. Sus creaciones visten con esplendor y manufactura de óptima calidad a quienes muestran la riqueza cultural de nuestro país a través de sus diseños. Actualmente, el nombre de Sonia Avilés es conocido en el círculo de la moda internacional por sus innovaciones en ese cruce entre moda étnica y la alta costura conocida como “etnofashion”.

Su exitosa empresa, cuyo atelier funciona a pocos pasos de la plaza 25 de Mayo, exporta a varios países y sus vestidos se han lucido en pasarelas de Italia, Estados Unidos, España, Argentina, Venezuela, Chile y Ecuador.

Sus creaciones han obtenido cuatro de los cinco premios al mejor traje típico que ganó Chuquisaca en el certamen de Miss Bolivia, ella figura en el libro editado en Londres Mujeres que Inspiran, en 2019 fue nominada como mujer del año en Italia y fue nombrada Doctor Honoris Causa en mayo del 2021 en México. Sin duda es un orgullo y tesoro de la ciudad. ¿Qué piensa Sonia sobre Sucre?

“Me gusta Sucre, el clima, la riqueza cultural que tengo cerca, tanto aquí como en Potosí. Yo que he vivido en otras ciudades, estoy convencida de que Sucre es la mejor ciudadpara vivir; es tan rica en cultura, tiene un estilo que la vuelve preciosa, además, como sabemos, tenemos gran riqueza textil. Por ejemplo, en un encuentro mundial de tejedores al que asistí con la tejedora Dionisia Romero, ella causó la admiración de profesionales de China, Nepal y tantos otros lugares, que llegaron a calificar al textil Potolo como uno de los más bellos del mundo.”

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Pero todo comenzó muy lejos de las luces y el glamour de las pasarelas. Fue la vida la que bordó la filigrana del destino de esta creadora nacida en Villamontes de padres chuquisaqueños.

Sonia confiesa que tardó en descubrir su talento, aunque, desde niña, vivió en un ambiente relacionado con la costura, pues fue su madre y abuela, que trabajaban en el área de los tejidos, quienes le mostraron los primeros rudimentos del oficio que años después la consagraría.

Recuerda que, en la fiesta de Santa Anita de Tarija, donde vivía, ella confeccionaba ropa para muñecas para las rifas que, sobre una sábana blanca colgada en la pared, se realizaban junto a las puertas de las casas. Aunque en aquel entonces todo eso no era más que un juego de niños, los estímulos eran constantes a través del ejemplo de su señora madre quien una vez, nos refiere, confeccionó un vestido de novia completamente bordado a croché

para la hija de un presidente. Así la niña fue aprendiendo con el ejemplo. Amaba dibujar y las mejores calificaciones escolares las obtenía en esa materia.

Pasaron los años y estudió idiomas, se fue a Italia donde se casó y estudió Mediación Cultural. Fue allí que entró en contacto con la realidad de mujeres migrantes bolivianas y volcó sus esfuerzos en la gestión de proyectos sociales para ellas. Por otro lado, el vivir en ese país siguió alimentando subterráneamente su talento de diseñadora porque como ella dice: “En Italia, la moda entra por la piel.”

/PH: Daniel Candia

Tras diez años en Turín, volvió a Bolivia y, con la experiencia ganada en su trabajo con mujeres migrantes, implementó un muy importante proyecto en San Lucas, provincia Nor Cinti del departamento de Chuquisaca, buscando valorizar los saberes femeninos relacionados al tejido y los bordados, aunque pronto, tras percatarse de la situación de la comunidad, el proyecto creció y abarcó áreas como la educación y la alimentación. “En esa zona hay bordados y tejidos extraordinarios y eso fue lo que me enamoró.” confiesa.

Luego también implementó un proyecto en la ciudad de Sucre para trabajar con mujeres migrantes del campo que, en la ciudad trabajaban principalmente como empleadas del hogar y que, según ellas, no sabían hacer nada, aunque sí que sabían y muy bien: bordar, tejer, costurar, hacer macramé, y así logró que se les otorgara una acreditación en educación alternativa.

Este proyecto duró algunos años y se empeño en evitar que los saberes transmitidos de madres a hijas se pierdan. “Fue un trabajo intenso”, recuerda Sonia. Aún hoy, recibe llamadas de agradecimiento de las personas que formó en ese emprendimiento llamado “Arte Mujer Bartolina” que tuvo un éxito inesperado. “Lo dirigí por varios años. Crecimos increíblemente.”

Fue recién ahí, tras ese largo camino recorrido que Sonia “se animó” a diseñar. “En una sola noche dibujé 60 bocetos. Hicimos una fusión, ellas sabían macramé y hacer polleras, entonces confeccionamos trajes de gala con los plisados de la pollera, con macramé, con bordado. Hicimos un desfile y al día siguiente había muchas personas queriendo comprar nuestras creaciones. Desde ese día jamás dejé de diseñar.”

Fotografías publicadas por Sonia Avilés vía Facebook

Abocada de lleno a su trabajo nos comenta que “cada traje típico es como un proyecto que se debe planificar muy bien. Entre la investigación, la selección de materiales y todos los factores que intervienen en su creación se demora aproximadamente 3 meses y en el traje trabajan a hasta 10 personas.” El resto es historia.

Vinieron los estudios en Chile, en Milán y, claro, el éxito internacional.

-¿Un sueño no realizado? “Quisiera hacer un traje típico espectacular para Miss Universo solo con materiales nobles que represente a todo el país. Ese es un sueño aún no realizado. Cada pasarela es un reto. La primera fue obviamente muy importante, como también lo es la última, en la que una está trabajando.”

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GASTRONOMÍA

Negro Café, un volver en el tiempo

por: Verónica López//

¿Te imaginas tomar un té o café con la más fina repostería y pastelería en el interior de un patio colonial? A tan solo 100 metros de la Catedral Metropolitana se encuentra Casa Rodriguez, una de las más representativas de la Ciudad Blanca, donde desde hace 20 años funciona Negro Café, un must en Sucre.

Entrando por la puerta de la calle Dalence ya se siente la experiencia de una cálida sala de estilo francés moderno, pequeña

y acogedora que por sí misma ya sería un ambiente perfecto para una experiencia en el centro histórico de Sucre. Un par de horas conversando con amigas, o el momento de descanso de un viajero solitario tras haber paseado por la Plaza 25 de Mayo, los techos de San Felipe de Neri o el museo de la Catedral. Pero, con sólo atravesar una puerta al patio de la casa, la luz se convierte en la indiscutida protagonista iluminando un típico patio sucrense, una fuente de piedra, enredaderas y pilares que te indicarán cuál es la mesa perfecta para instalarte.

Como en todo lugar, antes de ver el menú, ordeno un capuchino, con él delante mío hay algo que se siente diferente, no solo su buen aspecto sino algo en este lugar que lo transforma. Entonces llega y se sienta conmigo Rosario Rodriguez, la chef y propietaria, el complemento perfecto de la casa quien con mucho cuidado me explica todo lo que hay para servirse: menú salado y dulce, platillos internacionales y nacionales como cuñapés, humintas o una amplia variedad de típicas masitas y mis tortas favoritas. La calidez y seguridad en las palabras de Rosario hacen que se me derrita la boca ante tal variedad de ofertas y que mi mente vuelva a la infancia cuando nuestras abuelitas preparaban con tanto amor esas delicias.

Rosario Rodriguez, propietaria y chef

“La hora del té” es una costumbre heredada de Europa, tal vez hace casi 500 años, pero que los sucrenses la hemos adoptado sagradamente, que hasta me atrevería a decir que aquí es más exquisita y, en definitiva, Negro Café es el único lugar en Sucre que nos transmite ese legado intacto, nos hace volver al pasado con comida elaborada con recetas heredadas de generación en generación y en una casa antigua de una de las ciudades más bonitas del mundo.

Me traen la orden, una bandeja salada y otra dulce ya que es imposible decidirse, todo sabe tan bien como se ve, masas cuidadosamente preparadas y un impecable equilibrio de sabores y aromas que entran al alma y activan los recuerdos. La delicadeza y el esmero en la atención es casi proverbial y nos invitan a volver cada semana ya que la variedad en el menú nos sorprenderá.

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Negro Café es un lugar de ensueño y además seguro, pues brinda al comensal el espacio adecuado en estos tiempos de cuidado,

gracias a la amplitud del patio y ya a esta hora podemos ver turistas y locales maravillados con la arquitectura de la casa y satisfechos con cada bocado y sin preocupaciones.

Un dato importante es que durante la pandemia Negro Café se reinventó ampliando sus horarios de atención y su menú con pastas artesanales cuyas recetas también son familiares, así que un delicioso almuerzo o cena en este lugar ahora es posible.

¿Ya se te hizo agua la boca? Te dejamos los datos de Negro Café en nuestro “Sucre de Día”

MÚSICA

El armonio de Ricardo Ramírez

El maestro Ricardo Ramírez Una plácida mañana sabatina, “en la puerta de un jardín”, como dice la cueca, el aire emana las notas de un armonio tocado con primor. Hace algunas décadas esto habría sido habitual, pues este instrumento se podía escuchar en muchos lugares de Sucre, tanto en eventos públicos, radios y sobre todo en las tradicionales chicherías.

Cuenta la tradición que este instrumento de uso eclesial, salió a las calles de Sucre gracias a un episodio protagonizado por el general Mariano Melgarejo quien, una tarde en la segunda mitad del siglo XIX, se encontraba en la chichería La Mayúscula, (famosa

por la belleza de su propietaria), que estaba ubicada en la intersección de las calles Bustillo y La Paz. Al percatarse de que no había música con la que alegrarse, el general, que a la sazón era el presidente de la república, ordenó a sus edecanes que trajeran algún instrumento. Prestos pero displicentes, no encontraron otro que el armonio de la parroquia de San Roque ubicada a 3 cuadras del lugar; ni cortos ni perezosos, lo llevaron a la chichería donde el general, de quien se sabe que sentía pasión de artista por la música.

Esta vez, la música sale del palacete de El Guereo y convoca a los transeúntes de las inmediaciones. Son los Sábados de Encantos Chuquisaqueños, una actividad organizada por la secretaría de turismo y cultura de la municipalidad.

Atraídos por la música, ingresamos y nos encontramos con don Ricardo Ramírez Bejarano, un músico que conserva viva la tradición de este instrumento que es un verdadero tesoro musical de la ciudad. Interpreta cuecas, huayños, pasacalles y bailecitos que forman parte de la voz identitaria de Sucre.

Tras las notas finales de Destacamento 111, hace una pausa y conversa con nosotros. Con su voz pausada y amable, nos refiere que toca hace 40 años y que desde hace 22 es invitado ocasionalmente a tocar en radios de Sucre (La Plata, Global, La Bohemia).

Recientemente condecorado con la Medalla del Bicentenario, nos cuenta que participa regularmente en eventos culturales tocando el armonio que heredó de su padre. Evocando una larga y rica tradición de intérpretes de ese instrumento desarrollado en Francia y Alemania, comenta que conoció a don Román Romero, a don Esteban Párraga, a don Rosendo Albis. “A don Casiano Tejeda ya solo lo escuché en discos de vinilo porque cuando él murió yo tendría 10 o 12 años. Yo vivía en la calle Junín, cerca al cementerio y cuando él falleció vi meter un armonio para darle el último adiós en su tumba.”

Los armonios, instrumentos de viento con teclas, cuyo mecanismo de fuelles, pedales y lengüetas le confieren su particular sonido, son escasos, no obstante haber sido la ciudad de Sucre el sitio en el que se aclimataron mejor tras su llegada de Europa en el siglo XIX. “Aquí todavía hay músicos, pero algunos no cuentan con el instrumento pero conozco familias que, aunque no los tocan, atesoran celosamente su armonio como recuerdo de sus abuelos o sus padres.”

Afable, don Ricardo continúa: “Este instrumento es alemán, tiene cinco octavas y es de doble corrido, es decir que tiene lengüetas a ambos lados; era de mi padre, don Manuel Ramírez Romero. Fue él quien me enseñó a tocar. Su padre, mi abuelo, había contratado a un armonista para que le enseñe a tocar a su hijo mayor, pero mi papá, siendo el menor, aprendió más rápido porque era travieso y curioso”, nos dice sonriente.

“Yo empecé tocando la batería desde mis 8 años, al ver al baterista que tenía mi señor padre cuando asistía a sus eventos sociales. Luego aprendí a tocar el acordeón y recién pasé al armonio.” Como todo músico, Ricardo tiene una relación muy estrecha, casi puntillosa con su instrumento. “Siempre estoy haciendo que emita sus sonidos porque no se puede tenerlo guardado en un rincón de la casa porque cualquier objeto al que no se le haga uso tiende a estropearse” sentencia.

Don Ricardo, quien nos ha referido la anécdota de Melgarejo, concluye que, a partir de entonces, los armonios fueron indispensables en las chicherías. “Yo todavía los vi, así como también pianos y, obviamente, guitarras” y con la mirada perdida en el cielo sucrense, menciona algunas como quien nombra, nostálgico, los tiempos ya idos: “Las Patas, local muy famoso por

el estadio Patria, luego, Las Guichis, un local por Santa Ana, y otras por San Roque, Surapata y La Recoleta; eran famosas chicherías, donde la gente iba a alegrarse con chicha, coctelitos, mistelitas o a servirse un picantito.”

Dejamos a don Ricardo, un auténtico sobreviviente de este arte que otrora tuvo una auténtica época dorada en la Capital, continuar con su interpretación, y mientras el medio día se instala en los amplios jardines del palacete, florece en el armonio una Rosa Carmín.