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Reseña a: “Antonin Artaud: un pensamiento expresado en el cuerpo”, de Nataly Penagos Ríos

Reseña a: “Antonin Artaud: un pensamiento expresado en el cuerpo”, de Nataly Penagos Ríos

Reseña1 a: “Antonin Artaud: un pensamiento expresado en el cuerpo”, de Nataly Penagos Ríos2

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“Antonin Artaud: un Pensamiento Expresado en el Cuerpo”, es un texto que plantea desde un principio los límites de su discurso y la pretensión del mismo, haciendo del trascurso, sea rutinario o critico, algo viable para el pensamiento. Es de gran importancia resaltar que hacer una tesis sobre Antoni Artaud, con una

1 Realizada por Sergio Ramírez Agudelo, estudiante de la Profesionalización en Filosofía y Letras de la Universidad de Caldas. E-mail: seramo17@hotmail. com

2 Tesis presentada en el 2009 para optar al título de profesional en Filosofía y Letras. Dirigida por Adolfo León Grisales Vargas. disposición de escritura que asume los límites conceptuales y prácticos de sus ideas sobre el teatro, pone su obra de palabras amorfas, y construcciones conceptuales que se bifurcan, en un plano más comestible. “Un pensamiento expresado en el cuerpo” se convierte en un discurso que, de la mano con Artaud, intenta replantear el teatro occidental, sacándolo de manera brusca del texto literario y deslindando la analogía teatro-texto, “con Aristóteles y su poética, el teatro se encuentra limitado al texto, y partir de él, la historia del teatro se ha identificado con la historia de

Sergio Ramírez Agudelo

escritores dramáticos (...)”. La escritora intenta marcar los límites en los cuales se pone el teatro, en interacción con el texto, buscando el problema que la puesta en escena tiene con la palabra. La separación de la relación teatro-texto se hace poniendo en suspensión la forma, porque ésta mitiga y omite una atmosfera cargada de afectos dentro del escenario, para poder colocar en juego una nueva relación teatro-escena, el cambio esquemático de la relación se hace con dos consignas: 1) el espacio como único lugar posible de la escena teatral, y 2) el gesto como expresión sincera y trágica de la sensibilidad humana. Esto implica una disposición corporal de manera radical en el teatro, el cuerpo se hace protagonista; claro que la autora afirma identificar las limitaciones teórico-practicas de las ideas puestas en galería por Artaud, que a su consideración carecen de una originalidad total, porque ella nos dice que desde finales del siglo XIX la escena teatral ya empezaba a tener importancia dentro de la dramaturgia, creando un “teatro físico”, el cuerpo expresa los hijos de sus desesperaciones, hambre, furia, enfermedad, deseo, miedo, etc. Los instintos básicos llaman al animal interno a una liberación en la escena, pero llevar a práctica las teorías de Artaud se hace imposible, porque el hombre es inseparable de la palabra, no hay escritura que pueda resolver la tensión planteada por Nietzsche entre lo dionisiaco y lo apolíneo, tomando como único camino cualquiera de las dos direcciones. Nataly expone que éste es un problema vital; aunque resalta de manera obsesiva que el cambio de la analogía teatro-texto a teatro-cuerpo, beneficia a la dramaturgia en su impacto como obra de arte en el mundo contemporáneo, porque hará de la atmosfera teatral un lugar cargado del rose monstruoso del actor-espectador, el espacio se llenará de cuchillas creadas por el gesto, y el espectador y el actor se afirmarán como cuerpos envueltos en la “tragedia” teatral, “(...) el teatro de la crueldad es un teatro que se expresa en todo su esplendor un apetito por la vida (...)”.

El teatro se convierte en afirmación de la vida en medio de la angustia de la época. El cuerpo como lenguaje, el cuerpo como caja de sonidos que aturden en el teatro, que logra la afirmación de la vida, al retornar a la voluptuosidad sensorial del cuerpo. La palabra queda trasformada en un suspiro lanzado por el cuerpo, y el cuerpo se da como un metalenguaje en el gesto, embriagando al espectador con una percepción estética, que se hace efímera en lo irrepetible, para poder de esta manera acabar con el concepto de imitación y reproducción en el teatro que, la escritora afirma, desdibuja la escena al no causar sorpresa, angustia o delirio, porque se presupone qué es lo que se va mostrar, y el espectador empezará a marcar límites entre él y el actor

Reseña a: “Antonin Artaud: un pensamiento expresado en el cuerpo”, de Nataly Penagos Ríos

No se puede menospreciar un texto hecho con simpleza de explicación y fuerza de impacto, en temas donde quizás no se igualan la fuerza de las palabras con la explicación de las posiciones. No es un intento de alterar lugares que ya están alterados, el texto se da en clave de ponerlos en soltura en aguas calmas, para tranquilidad de mentes menos maniáticas, no se sabe quién lleva de la mano quién, si Antonin Artaud a Nataly Penagos o Nataly Penagos a Artaud, ella aclara ideas de Artaud poniéndolas en la simpleza, y aclara su mente poniéndola en reto con las ideas de Artaud, es un ir y venir en la escritura, que la hace una lectura recomendable para entrar en enfrentamiento con la obra de este poeta.

Germán Sarasty Moncada

Reseña a1: “La crisis de la modernidad según Michel Houellebecq”, de David Jiménez González2

Nos presenta David Jiménez una clara visión del desarrollo de la Modernidad, no sólo desde el punto de vista filosófico, sino también literario, mostrando en cada faceta, además de los principales exponentes, su clara contribución, el sustento en filósofos y doctrinas anteriores, sus conceptos adoptados, ajustados y aportados; al tiempo que señala la evolución de la Literatura y en especial la novela; todo, dentro de un rigor

1Realizada por Germán Sarasty Moncada, estudiante de la profesionalización en Filosofía y Letras de la Universidad de Caldas. E-mail: germansarasty@une. net.co

2 Tesis presentada en el 2010 para optar al título de profesional en Filosofía y Letras. Dirigida por Orlando Londoño Betancourt. académico que muestra su conocimiento y pertinencia en cada postura que asume, a lo cual nos tiene acostumbrados.

Su trabajo expuesto en dos partes hace énfasis en Arthur Schopenhauer para explicar la crisis de la Modernidad, y en Michel Houellebecq para exponer la implosión del lenguaje en la novela, para luego derivar sus propias conclusiones. Al hacer un recorrido en dicho trabajo se ve cómo las fronteras entre Filosofía y Literatura, se entrecruzan de tal manera, que difícil es comprender si es el filosofo quien afirma o se trata de un texto literario, o si más bien al leer un fragmento de novela,

Reseña a: “La crisis de la modernidad según Michel Houellebecq”, de David Jiménez González

encontramos una postura filosófica, todo esto constituye una agradable experiencia, veamos a Schopenhauer, un poco al estilo de novela psicológica:

Cualquier meta alcanzada es a su vez el inicio de una nueva carrera, y así hasta el infinito (...) el eterno devenir, el flujo sin fin corresponde a la manifestación de la esencia de la voluntad. Eso mismo se muestra también en los anhelos y deseos humanos, que nos engañan al presentar su consumación como la última meta del querer; más tan pronto como son alcanzados, dejan de verse así y pronto se olvidan como algo anticuado, dejándolos a un lado como engaños que se han disipado, aunque no siempre se confiese así; uno será suficientemente afortunado si queda todavía algo por desear y anhelar para que se mantenga el juego del continuo tránsito del deseo a la satisfacción y de ésta a un nuevo deseo –a cuyo ágil tránsito se llama felicidad, mientras al lento se le llama sufrimiento-, o sea, para no caer en esa parálisis que petrifica la vida y se muestra como temible aburrimiento, un lánguido anhelo sin objeto determinado, un mortífero abatimiento. Ahora, si miramos lo planteado por Houellebecq, nos parece estar leyendo parte de una doctrina filosófica en lugar de una postura literaria, veamos:

Profundamente infectada por el sentido, la representación ha perdido por completo la inocencia. Podemos llamar inocente a una representación que ofrece simplemente como tal, que sólo pretende ser la imagen de un mundo exterior (real o imaginario, pero exterior); en otras palabras, que no incluye su propio comentario crítico. La introducción masiva en las representaciones de referencias, de burla, de doble sentido, de humor, ha minado rápidamente la actividad artística y filosófica, transformándola en retórica generalizada. Todo arte, como toda ciencia, es un medio de comunicación entre los hombres. Es evidente que la eficacia y la intensidad de la comunicación disminuyen y tienden a anularse desde el momento en que se instala una duda sobre la veracidad de lo que se dice, sobre la sinceridad de lo que se expresa (¿Hay quien pueda imaginar, por ejemplo, una ciencia con doble sentido?).

Germán Sarasty Moncada

De otro lado, en el rastreo que hace desde los orígenes de la Modernidad, nos muestra el papel tan decisivo de Montaigne, (“Si Descartes nos pide una desvinculación del mundo para poderlo entender de manera objetiva, Michel de Montaigne nos invita a vincularnos más con nuestra experiencia interior, ya que somos extraños para nosotros mismos.”). Continúa con los aportes de otros filósofos que trató de desconocer Descartes, como fueron John Locke, George Berkeley y David Hume, para arribar a Immanuel Kant, quien recogió mucha de esa tradición para postular su “Critica de la razón pura”, tan definitiva para la Modernidad. Todo esto para centrarse en lo postulado por Arthur Schopenhauer, como heredero de esas tradiciones.

Será luego con este filosofo, quien tuvo clara influencia en el escritor francés Michel Houellebecq, con quien se hará el puente para desarrollar la parte correspondiente a la Literatura, mostrando las influencias de Sade y Lovecraft, en lo denominado “universos satánicos”, de lo cual no escapó Baudelaire. De esta manera se llega a la segunda parte de su trabajo, en donde expone los aportes a la novela desde Cervantes, pasando por Flaubert, Stendhal, Joyce, sin olvidar a Goethe y Musil, matizando esta espectacular simbiosis con lo planteado por Zygmunt Bauman en su postura sobre la Modernidad, que él denomina “líquida”, para contrastarla con la “solida”, la fáustica, o mejor, la de la vigilancia. Estamos pues en el mundo, no como lo expuso Heidegger “ser en el mundo”, sino más bien como lo describe Houellebecq, en “el mundo como supermercado”.

Para cerrar esta reseña, creo pertinente citar a David Jiménez, con su mensaje desgarrador:

La novela funciona para trascender tanto los discursos de la historia cómo para criticar el sujeto: ésta es el relato integral del sujeto secular. Mientras haya un lector de novelas, las esperanzas de ilustración no estarán del todo perdidas, a pesar de que vivamos en un mundo sometido a la indigencia de la necesidad: “No temáis a la felicidad; no existe,” nos dice el autor francés.