Revista C9 - Edicion 15

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Revista C9 página 20

Reportaje:

SANTA ROSA LA MINA DEL OLVIDO Texto: La Prensa, Noalamina.org Foto: cortesía La Prensa, Critica.

La minería da fuentes de ingreso a familias pobres pero deja secuelas para el ambiente

Cañazas fue fundado por Manuel Montero, en 1757, con el nombre primigenio de San Francisco Javier de Cañazas. Originalmente, el pueblo era un villorrio formado por unas 150 familias indígenas. Por siglos, Cañazas ha gozado de abundancia de oro. Los indígenas dejaron innumerables nichos funerarios pletóricos de artefactos hechos de este preciado metal. Los arqueólogos y antropólogos que han estudiado estas huacas nos dicen que muchas de las piezas recuperadas datan de cientos de años antes de la conquista. Los aborígenes lavaban en los ríos del área el oro que descendía de las montañas. Esta región es abundante en ríos, cascadas y rápidos de agua cristalina.

La actividad de “lavar oro” aún es practicada en varias zonas de esta región por los indios Ngobe Bugle, descendientes de los aguerridos aborígenes que resistieron el avance español. Por cientos de años, Cañazas fue un lavadero de oro utilizado por las culturas precolombinas del istmo. Sus caudalosos ríos, abundantes en minerales, aún producen el preciado metal. Cañazas lleva su nombre por una especie de bambú enano que crecía en abundancia en esta región durante la época precolombina. Como casi todo el resto de las especies de madera y animales del área, Cañazas fue explotada indiscriminadamente para distintos usos, tanto es así que hoy se encuentra entre las especies de flora en peligro de extinción. En la actualidad, varias compañías extranjeras han estado extrayendo oro sin restricciones en Cañazas, causando graves daños al entorno ecológico de este hermoso pueblo.


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