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Un nazi, un mesías y muchos judíos

Desde los primeros años del nazismo, se creó alrededor de la figura de Adolf Hitler un extraño fenómeno. Sus seguidores no lo veían como a un líder, sino como un salvador enviado por Dios.

Por R. PARRA

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Hitler, hijo de Dios

Auswitch, centro de exterminio

Auswitch, centro de exterminio

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Todo el mundo da por finalizado los felices años 20’ en octubre de 1929, con aquel “crack” en la bolsa que dejó en jaque a todo un país capitalista norteamericano, convirtiendo el salto desde las ventanas de los rascacielos, en deporte nacional. Sin embargo, en la Alemania de 1933, un partido dirigido por un tal Adolf Hitler, le hacía mate al mundo.

“Heil Hitler” (salve a Hitler) era el saludo obligado en el Partido Nacionalista Obrero Alemán, dirigido por él, aunque dicha norma ya nos suena de tiempos antiguos imperialistas. Lo del bracito arriba es algo que les va a todos los dictadores, desde César Augusto Emperador de Roma, pasando por el bajito y estratégico Napoleón y terminando en Francisco Franco, ese hombre difícil de describir con voz de un adicto al helio, por cierto, droga muy común en tiempo de pandemia.

Como ya pasaba por aquel entonces, solamente podía existir un Dios, y claro está, no sería ni espíritu ni santo. No se toleraba la competencia y solo podría haber un líder mesiánico, quizá el F. C. Barcelona ha dado con la tecla histórica al dejar marchar a Lionel, en fin... El partido Nazi a golpe de imprenta, circulares y alguna que otra porra, obligó a llamar al hasta ahora Presidente, como “Führer” (el profeta), una denominación que, en el futuro sería una connotación mística–religiosa muy apropiada.

El hijo Austriaco de Dios, no lo tuvo tan fácil, dicen que “Dios aprieta, pero no ahoga”. Lo metieron en prisión a causa de un golpe de Estado fallido, el Putsch de Munich de 1923. Se pensaba que, con cuatro gatos y dos perros, podría doblegar esa ciudad descendiente del Sacro Imperio Germánico. Al preso Hitler no se le ocurre otra cosa que ponerse a escribir para matar el tiempo en aquella celda, práctica, debo decir, que es muy común entre presos primarios con esperanzas de salir. Escribió el Mein Kampf, la biblia del nazismo. Jesús de Nazaret, que no de Belén, tenía a sus evangelistas que predicaban la palabra, y él, bueno, él se tenía a él. Es paradójico como dos libros aparentemente opuestos han conseguido la misma finalidad en momentos históricos distintos. Hacer daño a otros en el nombre de un Dios. (Que cada uno tire el dado y elija el suyo, siempre toca).

Adolf Hitler (Führer del Reich alemán) y Ernst Röhm (Comandante jefe de la SA)

Adolf Hitler (Führer del Reich alemán) y Ernst Röhm (Comandante jefe de la SA)

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Alemania anhelaba un líder que fuera duro, implacable y ejecutara la voluntad de Dios. Con la abdicación de Guillermo II, que menudo lío de faldas tenían montado en esa familia (lo de casarte con tu prima era una cosa común), el pueblo encontró en Hitler, que ya manda huevos, la persona adecuada para tapar el vacío espiritual, ya que en esa época el Yoga no estaba muy extendido. Tras su encarcelamiento y liberación, Hitler, el hombre del bigote, (siempre he pensado que Gillette estaría encantado de tenerle como imagen publicitaria) de forma estratégica y calculadora, se presentó como el salvador y la persona que uniría y volvería hacer Alemania grande.

¡Y vaya si lo hizo! El programa de empleo se convirtió en un “milagro económico”, acabando con el maldito desempleo y subiendo las pensiones (chúpate esa Pedro Sánchez) gracias a los proyectos de construcción del Reich y a una gran deuda, claro está. Que como todos bien sabemos, la mejor forma de salir de la bancarrota es empleando mano de obra esclava. El mismísimo Goring declaró: “Dios le ha dado un salvador al pueblo alemán”. Y digo yo, aparte de pasar a la historia por ser el que ordenó la “solución final”, asesinando a millones de judíos, también se te recordará, y, no tengas ninguna duda, por ser gilipollas.

Un nazi ¿nace o se hace?

Auschwitz, campos de concentración y exterminio.

Auschwitz, campos de concentración y exterminio.

Cracovia (Polonia)

Todas las post-guerras son durísimas, la crisis económica aflora y como pasa en todos los países, sin distinción de raza, el pobre paga todos los platos rotos. En esa tesitura, con tal de tener una vida un poco más digna, eres capaz de pactar con el mismísimo diablo. Que me atrevo a decir: Para creerte hijo de Dios, el rojo tampoco te queda tan mal, truhan. Las masas apoyaron a partidos que prometían salida a dicha crisis y los partidos totalitarios, como los tiburones, huelen la sangre, debilidad y necesidad. En 1933, el pueblo alemán se rindió al Führer.

No podemos arrojar basura a ese pueblo, la Gran Guerra, había sacado a relucir las miserias que el ser humano es capaz de hacer por su patria, o por una ideología, dinero, venganza o simplemente para que no lo maten tachándolo de traidor... o dinero, ah no, eso ya lo he dicho. A la cuestión, que Hitler se hizo dueño de Alemania al más estilo absolutista. Todo se basaba en el control ideológico de las masas; era como Google, pero sin toboganes y mesas de pin-pon en las oficinas. Por sí solo, él, no era nadie, más que un hombre no apto para prestar servicio militar y un pésimo artista, aunque en su estancia en Viena, mal vivió gracias a sus cuadros, todo sea dicho.

Dora-Nordhausen, campo de concentración

Dora-Nordhausen, campo de concentración

Turingia (Alemánia)

El enemigo impuro

El sueño era construir una nación de seres perfectos desde el punto de vista étnico, que, puestos a soñar, ya podrías ser con una casa en la playa y un Ferrari en la puerta, como hacemos todos. Los judíos no eran unos recién llegados, estaban allí desde la época del Imperio Romano. A esta gente, les han estado dando por culo desde tiempos remotos, y, en 1935, para más inri, se aprobaron las leyes raciales conocidas como las leyes de Núremberg.

Aquellas miserables leyes definían quien era judío y quien no, arrebatando la nacionalidad alemana a los judíos, retirándoles sus bienes e impidiéndoles ejercer de forma profesional. En conclusión, solo se buscaba el dolor de estos. (También de gitanos, negros, homosexuales y discapacitados, dicho sea de paso.)

Todo ese odio desmedido, alentado por arlequines sin personalidad, llevó a la práctica de la mayor barbarie cometida por la humanidad, el holocausto. A cargo de su planificación, organización administrativa y supervisión estuvo , un cobarde de baja autoestima que se suicidó una vez capturado. Por lo demás, fue la repetida retórica de la que incentivó la ejecución de las matanzas. De esta forma, entre 1941 y 1945, la población judía de Europa fue perseguida y asesinada sistemáticamente, en el mayor genocidio de nuestra insignificante existencia . Sin embargo, este exterminio no se limitó solamente a los judíos, sino que los actos de opresión y asesinato se extendieron a otros grupos étnicos y políticos. Se calcula que 11 millones entre judíos, homosexuales, gitanos, comunistas, polacos y militantes de izquierda murieron en aquellos campos de exterminio. «Con frecuencia, los hombres se odian unos a otros porque se tienen miedo; tienen miedo porque no se conocen; no se conocen porque no se pueden comunicar; no se pueden comunicar porque están separados». Martin Luther King

La mujer alemana

A los diez años, las niñas entraban en la Jungmädelbund o liga infantil, con la finalidad de encaminarlas hacia la maternidad y la intención de que engendraran muchos soldados para el Tercer Reich. Mein Kampf: “La única razón para que las mujeres reciban entrenamiento, es convertirlas en buenas madres” A los 18 años complementaban su servicio al Estado trabajando en granjas o fabricas. Muy pronto se quedaban embarazadas, lo que les permitía iniciar su orgullosa carrera de madre alemana.

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