y la dificultad radican en que el intento por reconectarse con la realidad espiritual de nuestra existencia, generalmente no corresponde con las expectativas que tenemos de nuestra fuente de ingreso. Además, el mercado artístico tiene una tendencia que demanda ciertas cosas. Creo que muchas veces la búsqueda del artista es solitaria y que, por ello, tiende a apartarse de esa tendencia. Observando el carácter figurativo de tus pinturas, me pareció ver en ellas cierta influencia del arte precolombino…
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Sí, sin duda. Esa es la tierra que, consciente o inconscientemente, me manda a hacer las cosas. Me siento en el trabajo creativo como un ser flotante. No creo que yo maneje a mis creaciones, más bien son ellas las que me manejan a mí. Me experimento más como un instrumento. Sería, entonces, la naturaleza la que se expresa a través de ti y de tus obras… No exactamente. Creo que la realidad es dual: tiene una dimensión fija que nunca cambia, el espíritu; y otra que está permanentemente transformándose, la naturaleza. Entre ambos polos existe, además,
algo que podemos llamar el “mundo mental”: la imaginación o la fantasía, lugar en el que los seres humanos procesamos las cosas. Entonces, no es que en mis piezas yo intente retratar a la naturaleza. A mí lo que me jala y me empuja a pintar es el polo fijo, lo espiritual que está más allá de la naturaleza y de sus variaciones. Sin embargo, el único recurso que tengo para expresarme es lo figurativo, por ello recurro, paradójicamente, a las formas naturales. ¿Qué piensas de la forma en que el ser humano se vincula actualmente con esa fuerza espiritual y con la naturaleza?