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FOLIA

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ENTREVISTA

ENTREVISTA

PRESENTAN LIBRO PARA EMPRENDEDORES

POR KIYOSHI KIYOTA GALINDO

Autoridades de la UAG y los jóvenes emprendedores que participaron en la presentación del libro.

La editorial Folia Universitaria presentó el libro Manual para emprendedores. De trabajador a emprendedor, de Cristóbal Fonseca Sepúlveda y Rodolfo Cisneros Samaniego, ambos egresados de la Universidad Autónoma de Guadalajara. Folia es la entidad de la UAG dedicada a la producción y comercialización editorial.

La Dra. Judith Arredondo Safa, directora de Unidades Productivas de la universidad, comentó que los autores de este libro son dos jóvenes que buscan dar información pertinente a los estudiantes que están por iniciar su camino en el emprendimiento. Dijo que Folia Universitaria tiene el propósito de apoyar a los jóvenes, ofreciéndoles libros que incidirán positivamente en su vida profesional, así como a quienes tienen proyectos editoriales.

El Lic. Eduardo Aceves Márquez, emprendedor que participa en diversos programas de capacitación para los jóvenes que tienen la inquietud de emprender, fue el encargado de presentar el libro. Dijo que “es una gran herramienta para quienes están a punto de dar el gran paso. El esfuerzo y la dedicación de dos amigos hoy se materializa, y eso es motivo de orgullo”.

Los autores describen en el libro situaciones reales que han enfrentado en los diversos proyectos de negocios que han emprendido desde que salieron de las aulas. El Ing. Fonseca Sepúlveda reconoció que a lo largo de su carrera como emprendedor tuvo altas y bajas, y en ocasiones no sabía ni por dónde empezar, porque muchas veces el emprender se ve como algo sencillo, pero es más complicado de lo que se cree.

En el evento, celebrado en el Centro de Profesores y Egresados, estuvo presente el vicerrector administrativo, Mtro. Juan Carlos Leaño del Castillo.

Por su parte el Dr. Rodolfo Cisneros Samaniego reconoció que muchas veces uno quiere iniciar una empresa, pero no conoce ni los principios básicos para constituirla. Ambos invitaron a sus compañeros a que se acerquen a las dependencias de la universidad, donde hay expertos que pueden apoyarlos para hacer crecer sus proyectos.

ALMA MATER 36

Por Alfredo Arnold Morales LAE y periodista

¿PIZARRÓN O ZOOM?

Ya se ha escrito suficiente sobre las acciones que las universidades y las escuelas en general aplicaron durante estos meses de confinamiento por la pandemia, para seguir dando clases y que los estudiantes, desde kínder hasta posgrado, pudieran salvar su año escolar.

Las instituciones públicas y privadas, cada una de acuerdo con sus posibilidades, pusieron en marcha su creatividad y recursos tecnológicos para implantar las clases a distancia. El resultado de esta experiencia aún no se ha evaluado con precisión y certeza. En el proceso educativo hay una parte que enseña (los profesores) y otra que aprende (los alumnos). La pregunta es: ¿en verdad adquirieron los alumnos los conocimientos que se les transmitieron?

Durante un foro virtual de directivos universitarios que se celebró en Guadalajara, varios de ellos coincidieron en que un gran número de alumnos no estaban preparados —y aún no lo están— para la educación a distancia. Los factores en contra que mencionaron van desde la falta de equipo e inconexión a la web hasta diversas actitudes conductuales de los muchachos. Miles de estudiantes en nuestro país, afortunadamente no la mayoría, no lograron aprender.

La enseñanza ha evolucionado exponencialmente; el aprendizaje, no tanto, porque depende en gran medida de la capacidad del alumno: su inteligencia, comprensión, retención, interés, etcétera.

En la Grecia clásica, los estudiantes aprendían de la exposición oral de sus maestros, el diálogo y la discusión de los temas. Después, en las primeras universidades europeas durante la Edad Media se privilegió la clase magistral, impartida por el profesor en materia de teología, gramática, aritmética, leyes y medicina. Más tarde se puso de moda el dictado de apuntes, y finalmente aparecieron los libros.

La aparición del pizarrón, el gis y el borrador representó un gran paso. Se atribuye este invento al profesor escocés James Pillans, quien en 1840 utilizó una de las pizarritas individuales de sus alumnos y la colocó en la pared, para que todos pudieran entender mejor su clase de geografía.

Las exposiciones del profesor, el dictado de apuntes, preguntas sobre el tema, la memorización, las tareas, el pizarrón, libros y cuadernos, ábacos, lápices de colores, equipos de geometría (regla, compás, escuadra y transportador), microscopio, talleres, laboratorios y proyección de documentales fueron herramientas que apoyaron fuertemente el aprendizaje antes de que llegaran las computadoras, internet, Wikipedia, Excel, PowerPoint y hoy, con la pandemia, Zoom y los webinars, entre otros. ¿Qué va a quedar de todo eso, que ya demostró su eficacia?

Algunos profesores apuestan por la clase magistral, el pizarrón y los libros; otros, por las nuevas tecnologías, incluso por la virtualidad. En realidad, todo vale: lo antiguo, lo nuevo y lo que venga en el futuro, siempre y cuando no solamente sirva para que el profesor se sienta cómodo, sino para que el alumno aprenda.

Sin lugar a duda, el futuro inmediato de la educación luce complejo e interesante.

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